viernes, 30 de septiembre de 2011

Lo normal



Me interesa muchísimo, cada vez más, esa última época de Truffaut, la que dedicó (evidentemente sin saber que habría de morir poco después) a indagar en las posibilidades de la normalización tras todas sus tormentas "doinelianas". Llámenlo, si quieren, aburguesamiento ¿y qué? ¿Es que los "cahieristas" no tenían derecho a plasmar lo que durante tanto tiempo les fue ajeno y hasta hurtado? Según lo que yo he podido ver, tanto en Rohmer, Chabrol o Rivette (por poner ejemplos cercanos), su bisturí ha sido más fino cuanto más cercanas han sido sus historias. Calificar LA FEMME D'À CÔTÉ como un mero drama intermatrimonial-pequeñoburgués, con sus celos, sus cuernos y sus ritos diarios sería dejarlo todo un poco a la deriva, cosa que no me creo de un director tan meticuloso como Truffaut. Igual que importa menos el lío casual-sentimentaloide que el órdago de sentimientos reprimidos, perfectamente engarzados en una línea narrativa cristalina y de pocas fisuras. El argumento nos habla de una casualidad fatal, la de un hombre y una mujer, ambos casados (y retengan el término, no es poca cosa ese pesar continuado), que una vez vivieron un romance de los que todo el mundo debería vivir alguna vez; ahí acaba el supuesto amour fou tan cacareado, y lo que viene después es un amargo relato de insatisfacciones, ataduras psicológicas y un continuo "cómo putear al prójimo". No veo tanto a Hitchcock y sí a Sirk; veo unos personajes temblorosos, muertos de miedo al mirarse al espejo; veo la decadencia de finales del siglo XX, a un Visconti de andar por casa. Veo a Depardieu y a la Ardant quererse, odiarse, amarse y destruirse por un mero hecho puntual, quizá por pura vanidad, por no querer renunciar a esa inesperada segunda oportunidad, o por no reconocerlo ni siquiera ante ellos mismos. Reconocer el declive, la futilidad, el pasar de los dias sin más objetivo que aguardar un final más o menos digno... y tranquilo. Sí, al final sí aparece Hitchcock, pero sólo para remarcar trágicamente que lo que empieza mal sólo puede terminar peor. Por cierto, impresionante secuencia final... No se la pierdan.
Saludos aquí al lado.

Woman

jueves, 29 de septiembre de 2011

Cheap tricks



Sorprendentemente, THE GREEN LANTERN es un film tibio, anodino, extrañamente anticomercial y con uno de los peores castings que se recuerdan. Empezar por algo va a ser muy complicado; podría mencionar la base, que es lo poco que recuerda esta supuesta "recreación" de uno de los superhéroes más emblemáticos de la D.C. a su particular universo comiquero. Lo que en manos de sus guionistas era un compendio de aventuras interestelares, humor fino y el infinito ramillete de posibilidades que da el personaje (prácticamente puede crear cualquier cosa con el poder de su anillo), aquí es reducido a una pésima anécdota de algún suplemento dominical local. Además están los Green Lantern Corps, que redimensionaron, allá por los noventa, a un personaje con claros síntomas de fatiga; en la peli es un cachondeo, como una afable reunión de amiguetes para rememorar viejas hazañas. Nunca he sido muy fan de Green Lantern, pero reconozco que en la D.C. lo han sobado, moldeado y mutado mil veces para lograr su gran popularidad. Vayamos entonces al grano ¿Ryan Reynolds?... Hombre, no es que lo haga rematadamente mal, pero cada plano sostenido parece estar reprimiendo una carcajada; francamente, puede que estas cosas sean escalones hollywoodenses irrechazables, pero a mí me parece un lunar en toda regla. Peter Sarsgaard: ídem. No sé qué carajo pinta un actor tan interesante como él adornado con un cabezón de goma... Patético. Para colmo de males, dos ex-actores (sí, como suena, gente) como Angela Bassett y Tim Robbins se prestan para ser lanzados por los aires y estrellados contra cristaleras... muy friki, vamos... El malo maloso es lo más cachondo de este desaguisado. Parallax, que para quien haya seguido un poco los comics es un imparable devorador de mundos (estilo Galactus pero más feo y más grande si cabe), es aquí una gilipollez de monstruito totalmente abarcable e incapaz de destruir un mísero laboratorio... en fin... A Martin Campbell, un director constantemente bajo sospecha, esto le sirve como pretexto para filmar una especie de 11-S a escala que intenta pasar nada menos que por el fin del mundo. Muy poquitas cosas se salvan de este desastroso cúmulo de despropósitos; quizá la recreación de Sinestro por parte de Mark Strong (y tampoco, porque es pseudodigital), aunque lo suyo habría sido darle un poco más de bola... no sé... da igual, francamente...
No, no la vean. Es que es tan inane... Sí, definitivamente creo que la palabra es ésa...
Saludos verdes.

Green light

miércoles, 28 de septiembre de 2011

A ver quién la dice más gorda



Como me he enterado de que se va a estrenar la segunda parte, aprovecho para derramar unas cuantas líneas acerca de esa atrocidad llamada THE HUMAN CENTIPEDE (FIRST SEQUENCE), firmada por el ínclito Tom Six, una especie de director porno que pretende entrar a empellones en la industria convencional. Lo del porno lo digo yo, no porque sea verdad sino porque el director holandés la ha emprendido a base de bien con el "manual de buenas costumbres" que se estila en producciones convencionales. Lo de director es, simplemente, un regalo de amigo a amigo... El asunto es que, más allá de si nos repugna ver a tres personas a las que les han cosido la boca al culo de otro (oye, si el señor Six no es el colmo de la sutileza, esta reseña tampoco va a ser menos...), lo que llama la atención de esta cosa es cómo usa todo su potencial para zarandear al espectador/masa, alienado frente al cartón visual y escondido tras medio kilo de palomitas. Lo dije hace un año de A SERBIAN FILM: déjense de caracoles ni zanfoñas; aquí hemos venido a que nos repugne lo que vamos a ver, es el siglo XXI en todo su esplendor ¿La película? Hombre, eso es otra cosa. La película es una bazofia camp con un sentido del humor muy centroeuropeo, es decir: no tiene ni puta gracia. Lo cachondo es ese mad doctor enloquecido y amoral, que sólo quiere demostrar que sus descabelladas teorías son ciertas. Luego está el principio, que es lo peor, lleno de tópicos (las dos muchachuelas que enseñan cacho antes de terminar en ídem); remontado un poco con la surrealista inclusión de un ¿japonés? que no para de gritar y gesticular, pero como nadie lo entiende... Como siempre ocurre con estas cosas, la narración sube enteros con esos tétricos dibujitos explicativos; no vemos nada explícito pero nos lo imaginamos, que es peor. Y luego la verdad es que esa posible vena pornófila  se desata por completo y lo que vemos (acrobacias quirúrgicas aparte) no es más que una sucesión de postales surgidas del Heaven 666 más profundo; nada de estilización del horror, se trata de gente tragando mierda porque sí, así que si les interesa avisados quedan. Yo me abro.
Saludos en cadena... (Jajajaja... vaya chiste malo...)

A three legged workhorse

martes, 27 de septiembre de 2011

Posmodernidad de género



Si ya está todo contado, a lo mejor sólo queda volver a contarlo; y a lo mejor, la única forma de volver a contar las cosas (las historias; las películas) es repensándolas, como intuyó fantásticamente Gus van Sant en su temibles puntos de fuga. Estamos asistiendo (con cuentagotas, eso sí) a un desfile de propuestas que, de haber sido rodadas hace treinta años, sólo podrían haber recaudado recelo y despecho. Hoy, agotada ya la fórmula de la superproducción, y cuando el llamado cine de autor intenta huir de sus propios fantasmas, se busca al espectador como verdadero húsar totémico que habrá de reflejar sus emociones en lo que ve, compararlo con su recuerdo cinéfilo (lo hemos visto en SUPER 8, por ejemplo). No sé si esto será una tendencia reconocible dentro de otros veinte años, es imposible saberlo, pero no deja de suponer un punto de inflexión de cierto interés para el espectador curioso por naturaleza. Ahora, la película.
THE HOUSE OF THE DEVIL es un alarde técnico hasta que deja de jugar a pertenecer a principios de los ochenta y empieza a querer contar algo, en contra de lo que pudiera pensarse, esa es su tumba. Cine de género, de terror, que contiene una hora entera sin terror, pero con una atmósfera repleta de extrañeza; tiemops muertos, diálogos inconsecuentes y unas interpretaciones a caballo entre la ingenuidad de la época que pretende recrear y el descreimiento natural de la que realmente pertenece. El gran acierto de Ti West, al que habrá que seguir la pista, es insertar una severa y creciente incomodidad en el espectador, que sabe qué va a pasar, pero no acaba de verlo totalmente plasmado en la pantalla. Por desgracia, todo se va al garete en una media hora final absurdamente convencional, lo que no deja de ser irónico: la deconstrucción por la fidelidad a un método obsoleto de rodaje es lo que insufla vida a un film que es cualquier cosa menos mediocre; mientras, pensarse en la obligación de dar las explicaciones pertinentes hace que el conjunto se apolille y se torne irritantemente convencional. Y acabo con una reflexión/advertencia: si no les gustan las películas de terror les encantará la primera hora; si les gustan las películas de terror se les hará eteeeeerna... La última media hora no les va a gustar en ningún caso.
Saludos diablescos.

Our master

lunes, 26 de septiembre de 2011

Hasta las últimas consecuencias



La extraña, absurda y asfixiante peripecia del falso agrimensor K fue llevada al cine por Michael Haneke de la única manera que creo que podría trasladarse una narración que no es tal, un mundo lleno de submundos que necesita no el entendimiento de la obra por parte del espectador, sino la aplicación de dicha historia al mismo. Enrevesado, mordaz, infinito relato de la muerte total del individuo aplastado por la todopoderosa e invisible deidad llamada burocracia, DAS SCHLOSS no juzga, muestra, por lo que su lectura (su visionado) es aún más terrorífica, un terror primario a lo que no se conoce, y en este caso lo que no puede controlarse. Si lo cuento pierde la gracia; es que yo leí en su momento el libro (aproximadamente por la fecha en la que se realizó este film, 1997) e inmediatamente pensé que era imposible adaptarlo en imágenes. Mejor aún, que era imposible distinguirla de lo que ya estaba en el incompleto texto de Kafka. Así debió pensarlo Haneke, que "sólo" pudo ser un fiel copiador, línea por línea, sin que se atisbe más rastro suyo que el ya existente en la obra original; tengamos en cuenta lo mucho que ha usado del imaginario kafkiano el director alemán, por lo que rechina un poco menos que, por ejemplo, la anterior adaptación de Balabanov, más desatada y, por tanto, menos reconocible. Aceptado el corsé como inseparable, DAS SCHLOSS es, me parece, lo peor que ha rodado Haneke, pero de ninguna manera un mal trabajo, sólo una película que no pasaría nada si no existiese. Por destacar, destacaría el milimétrico trabajo de los actores, imagino (ahora, claro) que anticipando la estupenda coralidad de DAS WEISSE BAND, que sí que es una revisión absolutamente personal del autor checo.
Si hay una película de Haneke que no quieren ver nunca que sea ésta; mejor léanse el libro y dispónganse a experimentar la insignificancia de ese orgulloso ser llamado "hombre" frente a "la máquina".
Saludos levadizos.

Principio y fin

domingo, 25 de septiembre de 2011

Rincón del freak #38: Jekyll, Hyde y todos los demás... mientras quepan...



Sí, hombre; si es que hace nada estábamos aquí hablando de las bondades del último film de Takashi Miike (bueno, a su ritmo de trabajo ya debe haber estrenado otra...), de su sorprendente fidelidad a los grandes maestros clásicos y de su templado pulso para filmar una historia en la que lo normal es que se disparen los desmanes por doquier. Vale, es Takashi Miike, así que... ¿qué esperaban? Con el buen sabor de boca coleando aún en el paladar, me dispuse a ver YATTERMAN (YATTÂMAN en nipón), que por lo visto está basado en un manga de hace algunos años, lo cual me da exactamente igual porque si veo una película sólo espero que me ofrezcan algo de cine. En lugar de ello, Miike le da la cámara al guacamayo de su vecino y le encarga los diálogos al agente de Belén Esteban. Esto es (transcribo de FilmAffinity): "Turboperros, cybercalamares, marabuntas mecánicas, chanquetes voladores, megarobots de cocina y más cachivaches electrónicos que el Inspector Gadget... Cuando uno cree que ya lo ha visto todo aparece Takashi Miike en el horizonte y revienta la platea con otra bomba de nitroglicerina visual. Y es que en esta fiel adaptación de la popular serie animada de los setenta todo es bio, cyber y mecha menos la ultrasexy Doronjo, archienemiga de Yatterchico y Yatterchica, los superhéroes de este monumental desenfreno juguetegráfico en el que reinan la histeria, los chistes subidos de tono y una imaginación que no es de este mundo".
En fin, nunca lo había hecho; los que siguen este blog saben que el material que van a leer es 100% autóctono, pero es que no he podido resistirme, porque si estás durante casi dos horas pensando que te están tomando el pelo, la verdad, seamos francos, en lo último que te fijas es en cómo coño se puede tener la caradura de poner monstruitos de goma reventando edificios de atrezzo una vez más... otra vez más... por enésima vez. Y por enésima vez nos la han colado, compañero; nos creemos que todo el monte es orégano y, claro, a cuatro películas por año es imposible mantener un mínimo de calidad.
No sé, véanla sólo si han decidido amplificar su más oscuro lado masoquista. Absténgase el resto de la humanidad.
Saludos en conserva.

Satan's seventh bride

Así no era como me dijeron



A ver, veamos la premisa y continuemos por ahí; desbrocemos el nudo, relajémonos y esperemos el desenlace, sea cual sea. Y el desenlace no puede ser malo por una cuestión bien sencilla: en vez del sobado lugar común de "la película como ente en sí", a veces es saludable intentar contar una historia tal y como nos podría pasar a nosotros mismos ¿De qué está todo lleno cuando un día salta el tema de las adopciones? Está claro: de un montón de mentiras piadosas y un buenrrollismo que tira para atrás de lo poco racional que es. Y lo lógico, lo normal, es que las trastiendas del "si le echo una mano al mundo seguro que el mundo me la echará a mí" sean no más que hervideros de frustraciones, egoísmos y personalidades a medio camino del solipsismo en pareja (sí, existe) y el deseo no ya de matar de una vez al padre, sino de atomizarlo como si nunca hubiese existido. Parrafada, sí; una estupenda parrafada para hablar (explicar en la medida de lo posible) de LA VERGÜENZA, el debut en la dirección del guionista David Planell. Y LA VERGÜENZA, que ha pasado desapercibida para casi todo el mundo, es uno de los escasos ejemplos que hemos visto recientemente en el cine español de incorrección política a ultranza. No se la voy a contar a ustedes, porque tiene algunos giros de guión que merecen la pena ser degustados con ese punto de sorpresa; simplemente les pongo en situación: Una parejita de las de ahora (ustedes me entienden) han adoptado un niño, pasará un año y al niño no hay quien lo aguante, así que la parejita empezará a plantearse si a lo mejor el asunto no era ese y, como si de un artículo defectuoso se tratara, pudiera contemplarse la posibilidad de cierta... devolución. La gracia está en que el estupendo guión disecciona al milímetro las cochambrosas personalidades que desfilan por este cuento contemporáneo que es un verdadero lobo con piel de cordero. Básicamente porque más de uno se verá reflejado en mitad de toda esa podredumbre moral; o así espero que sea.
Muy recomendable en todo caso.
Saludos vergonzosos.

It's a shame

viernes, 23 de septiembre de 2011

Cowboys del cielo




60 años nada menos acaba de cumplir FLYING LEATHERNECKS, la gran ida de olla de Nicholas Ray para la RKO. Bastante mejor que la mayoría de producciones (lo confieso: soy un fan enfermo de este minigénero, lo he intentado mantener oculto pero hasta aquí llegó) bélicas de corte patriótico alrededor de la Segunda Guerra Mundial (ésta es bastante posterior a la finalización de la misma), uno no termina de explicarse de qué manera dejaron rodar esta película al bueno de Ray, aunque podríamos decir lo mismo de aproximadamente el 80% de sus films. Ray contó nada menos que con John Wayne y Robert Ryan para enfrentarse en la pantalla como Kirby, el viejo zorro que viene de vuelta de todo, un Mayor solidario y campechano, y el capitán Griffin, más joven, que no permitirá que le discutan el mando, pese al inesperado ascenso de Kirby. Lo que sigue es un ultracolorista tour de force entre ambos en un campamento en mitad del pacífico, mientras los japoneses efectúan unos cada vez más fecuentes ataques sorpresa. El guión de James Edward Grant intenta recrear la multiplicidad de matices del cine de John Ford, pero todo queda en dos o tres escenas al servicio de la pareja protagonista, con el añadido del carismático Jay C. Flippen esforzándose por emular al inimitable Walter Brennan. Todo salta en pedazos cuando toca rodar las batallas aéreas, tarea que trae absolutamente al pairo a Ray, que, como un Herzog cualquiera a principios de los cincuenta, utiliza material real, grabado en pleno conflicto bélico. Así, podemos ver (apenas) los primeros planos de los protagonistas en lo que parece ser la cabina de un Caza para, a continuación, observar la caída en picado de algún humeante aparato. Es decir, que Ray se sacó de la manga la ¡Superproducción de Serie B!... Ustedes díganme a mí si no merece echarle un vistazo aunque sólo sea por eso... Bueno, y por los enfrentamientos dialécticos entre Wayne y Ryan, lo mejor de esta discreta película.
Saludos en las nubes.

The harder, the better

jueves, 22 de septiembre de 2011

El gusano del amor



Me da igual si Mia Hansen-Løve ha bebido hasta hartarse del legado "cahierista", si lo suyo suena, no ya a impostado, sino a requeteamasado en las pías cocinas de la prestigiosa revista francesa. Habrá a quien todo esto le rechine como una cama vieja de tanto usarse, y habrá quien se haya olvidado de cada átomo franquicial y se habrá hundido en un sillón de orejas, como yo, y habrá disfrutado de dos horas de emoción cinéfila. No me vuelvo loco. TOUT EST PARDONNÉ, la ópera prima de la joven cineasta francesa, es una obra tan cándida como afilada; y no sale mal parada por beber en muchas fuentes ni pelear en muchas esquinas. En lugar de dispersión, el film es increíblemente compacto y sus cimientos apenas se resienten, y eso que contiene un par de hachazos espacio-temporales que a cualquier otro lo habrían fulminado. Se nos habla de un padre drogadicto, bohemio, sin interés aparente por la vida real; sin embargo, también se nos muestra la pasión que siente por su hija, de apenas cuatro años. Él es francés, y su mujer, austríaca; todo comienza en Viena, a donde se han mudado, pero volverán a París, donde él promete reformarse y comenzar de nuevo. Esto no sólo será una falacia, sino que su caída en las drogas se redoblará, hasta desembocar en un trágico suceso y la consecuente separación. Ella se va con la niña a Caracas; de él ya no sabremos nada. Han pasado 11 años, la niña es una adolescente de 17 y vive con su madre, la pareja de ésta y sus dos hijos; de nuevo en París, donde su tía la pondrá en contacto con un padre aparentemente rehabilitado y del que ella apenas conserva un leve recuerdo. Casi como si de dos películas diferentes se tratara, TOUT EST PARDONNÉ es capaz de enfrentar en un mismo contexto diversos estados de ánimo; así, toda la oscuridad "garreliana" del primer segmento va suavizando sus contornos hasta desembocar en un bellísimo epílogo, la reconciliación definitiva a través de la comprensión. La hija descubre a su padre, un hombre sensible, necesitado de afecto, perdido durante demasiados años en sus propias turbiedades, sin tiempo, quizá, para encontrar de una vez a esa otra parte de sí mismo, su hija. E insisto, dejen a un lado sus juicios de valor y dispónganse a ver una película realmente emocionante. Cine de verdad que además augura a un futuro talento al que sólo le queda (qué cosas) encontrar su propio tono autoral.
Saludos perdonados.

Es más, te perdono

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Qué le pasa, Doctor?



Con una filmografía que arrancaba a finales de los sesenta, y que es (cómo no) ignota en nuestro país, el francés Michel Deville decidió adaptar, allá por 1999, la novela de Martin Winckler que abordaba las vicisitudes de un médico rural ciertamente peculiar. LA MALADIE DE SACHS es al mismo tiempo un fino diseccionador social, que apenas deja títere con cabeza, sobre todo a la hora de juzgar las gilipolleces por las que uno va al médico, pero también se coloca al otro lado de la mesa y da buena cuenta de los interiores de un tipo incapaz de ayudarse a sí mismo, lleno de complejos y miserias y con el único propósito de, al menos, ayudar a todo el que vaya a su consulta, tenga el problema que tenga. Así, el pobre Dr. Sachs se convertirá en improvisado psicólogo, confidente, confesor y hasta caritativo samaritano, mientras su monótona vida cada vez tiene menos sentido. Así, Deville propone un curioso y estimulante juego de espejos, un poco a la manera de Chabrol, pero también con la profundidad psicológica de Truffaut, para hablarnos de todo un pequeño universo, incontrolable, fascinante dentro de su propia mediocridad y con un continuo desfile de personas que, a lo mejor, ni siquiera necesitan un médico, sino alguien que les escuche. No sé si esta especie de naturalismo es sincero o impostado, a mí me rechina igual que me atrae, pero no hay duda de que, una vez más, son los franceses los que demuestran que se puede hacer (buen) cine de casi cualquier cosa. Si tienen la oportunidad de encontrarla, no les defraudará, e incluso les volverá locos intentando ponerle un género; no esperen un "Doctor en Alaska", Sachs no es tan buen vecino ni tan mal médico...
Saludos curados.

Doctor Doctor

martes, 20 de septiembre de 2011

Tiempo justo de cocción



Lo que a algunos les cuesta una enormidad, otros lo logran con una naturalidad que desarma. Lo que en un director como Malick es una pesada obra de ingeniería que, finalmente, sólo puede ser contemplada con cierta indiferencia, hay casos como el de la directora Claire Denis, que lleva casi 25 años ensamblando una filmografía tan fascinante como diversa. Y sin muchos comecocos visuales. No hay más que echarle un vistazo a dos obras de madurez tan redondas como 35 RHUMS y WHITE MATERIAL para convencernos de su poderoso discurso y, sí, de esa poesía de la que tanto se está abusando últimamente acerca de "ese" film que todos tenéis en mente ¿Que hablamos de una búsqueda de lo absoluto, de una reflexión sobre la vida, la muerte y el tiempo y el espacio y todo lo demás? Entonces es mejor que echen un vistazo a NÉNETTE ET BONI, que cumple por estos días nada menos que quince años, los mismos que su protagonista, una adolescente que se ha quedado embarazada y no sabe qué hacer. El film de Denis es sencillo de contar pero tremendamente complejo de entender; sus matices, sus constantes cambios de rumbo hacen que nos preguntemos constantemente si se trata de un drama social, de un grito generacional o de un intrincado poema visual. Nénette está perdida, pero no menos que su hermano, Boni, que vende pizzas en una caravana, comparte un destartalado piso y emplea casi todo su tiempo libre en fantasear sobre la enigmática panadera de su barrio. Ojo, esto no es AMELIE, y tampoco tiene nada que ver con el cine social de Ken Loach, ni siquiera con Guédiguian; hay una intención en cada plano, una mirada que se adivina insobornable y unos personajes con entidad propia. Denis parece querer retratar por un lado la sucia realidad de Nénette, que no desea tener al niño, y Boni, que comienza siendo un fanfarrón y terminará como imposible figura paterna; por el otro, la panadera, que parece vivir en un estado perpetuo de felicidad sensual junto a su pareja, un americano que disfruta amasando... Ellos son Valeria Bruni-Tedeschi y Vincent Gallo, que otorgan el punto onírico a una historia que sostienen con sus espléndidas interpretaciones la joven Alice Houri, pero sobre todo la rotunda presencia de Grégoire Colin, habitual del cine de Denis y que contiene en una silenciosa mirada toda la furia y todo el desamparo de este cuento con poca felicidad y mucha filosofía generacional. Si a esto le sumamos una maravillosa banda sonora compuesta por Tindersticks, el resultado es una película imprescindible que, como casi toda la obra de su autora, ha permanecido inédita en este país. Es hora de cambiar eso.
Saludos fraternales.

Her eyes dart round

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ésta no nos la esperábamos



Como siempre ocurre, cada vez que tenemos la esperanza de encontrar una nueva joyita que logre que no perdamos la fe en el séptimo arte, hacia donde debemos dirigir la mirada no es a los grandes espacios iluminados, sino a esos rincones fílmicos, aparentemente marginales; filmografías minoritarias, inesperadas, tocadas por un halo de frescura e imaginación. Es lo que me ocurrió el otro día cuando vi una curiosísima producción noruega que atendía al sugerente título de TROLLJEGEREN (El cazador de Trolls). No esperaba gran cosa, pero quedé muy gratamente sorprendido con una película de lo más entretenida y que intenta eludir por todos los medios todos los tópicos del cine fantástico yanqui. Advertencia: no es ninguna obra maestra de nada, sólo digo que pasas un rato estupendo viendo cine de género, que no es poco.
Deudora en cierta medida de los últimos mockumentaries más descarnados, TROLLJEGEREN vendría a ser un impenitente cruce entre THE BLAIR WITCH PROJECT y CLOVERFIELD, pero con menos yuyu que la primera y mucha más gracia que la segunda. Su director, en un alarde de eso de echarle morro al asunto, nos intenta convencer de que el gobierno noruego, además de no querer integrarse en nuestra maravillosa Comunidad Europea, mantiene en secreto una amplia población de Trolls (a lo mejor es por eso, claro...) en apartados bosques del Círculo Polar Ártico. Hay un grupito de documentalistas un poco atolondrados que quieren realizar un documental sobre el que llaman "El cazador de Trolls", pero lo que comienza con mucho cachondeíto terminará con un verdadero encuentro con uno de estos monstruosos seres. Es serie B, no se me apuren; con unos efectos especiales realmente molones y algunos momentos de extraña intensidad y belleza, como el encuentro final con ese descomunal Troll que le da cien mil vueltas al confuso monstruillo ideado por Reeves y Abrams. Insisto: si no se le exige demasiado, esta pequeña gran película europea puede ser una de las cosas más disfrutables de la temporada, así que ya están tardando en ir a por ella...
Saludos, Trolls de la Red...

Professor Pott's Pornographic Projector

domingo, 18 de septiembre de 2011

Rincón del freak #37: Estira, estira...



Ahí le tienen, la cosa parece de mediados de los ochenta, pero en realidad es del año pasado. No intenten ajustar su televisión, nosotros controlamos lo que va a ver en la pantalla. Si pensaban que McGyver era un tostonazo de cuidado, eso es que no ven, por motivos obvios, el Saturday Night Life, en mi opinión el verdadero ideólogo de la idiosincrasia yanqui. En fin, que un buen día se les ocurre hacer una miniparodia del "hombre de la navaja multiusos", que elevó la chapuza a un arte dentro del género de espionaje, aunque en aquella serie casi nunca se sabía quién era el malo y cuáles eran sus malignos motivos. No era gran cosa, algo parecido a lo que aquí han hecho Martes y Trece, y ya hemos comprobado lo que ha ocurrido cuando les han sacado de la pequeña pantalla a la grande... Pero como la desvergüenza no conoce más límites que los impuestos por la incapacidad de alguien para crear algo con un mínimo de dignidad, he aquí que la anécdota termina convertida en un film, o lo que sea este MACGRUBER, una tontería tan tonta que no podemos ni reírnos con alguna broma ingeniosa. No veo por ninguna parte ni el homenaje paródico, ni los guiños de aficionado, ni siquiera alguna sorpresa en el reparto, donde han colado a un Val Kilmer que debería dejar de ponerse Botox y a Ryan Phillippe haciendo el típico papel de siempre en estas chorradas, el del tipo serio y profesional que tiene que sacar de apuros al inútil de turno. Además, casi no hay rastro de aquellas cositas que hacía McGyver en la serie, básicamente porque MacGruber se dedica exclusivamente a poner caras raras y practicar el Air Guitar... No sé, no sé... No sé por qué me sigo tragando estas basuras, supongo que me sirven de terapia de choque para afrontar estos Domingos tan tediosos.
No la vean, no merece la pena.
Saludos hechos con un chicle y un cable pelao...

La multiusos

sábado, 17 de septiembre de 2011

El indie



A ver, el Indie, el Indie... Qué cáscaras es el Indie... Todo el mundo quiere ser Indie, pero cualquiera puede ser Indie, así que no tiene gracia ser Indie... Ser Indie es ser diferente pasando desapercibido, no dar el cante en las fiestas, tener una respuesta para casi todo, no desdeñar ni a El Corte Inglés ni a los mercadillos. Ser Indie es dar por bueno lo que parece inútil, y pasear aunque no quieras, y no levantar la voz ni siquiera para insultar a quien insulta a los Indies, sean estos quienes sean. Indie es escuchar en una misma tarde a Built to Spill, Desmond Dekker, Pizzicato Five y Manolo Caracol; en realidad ser Indie consiste en convencer a los cuatro incautos que han venido a tu casa a escuchar música que todo puede enlazarse, así por las buenas. Un Indie no puede ser un buen disc-jockey, no está en sus genes. Un Indie es un conspirador en la sombra, el que contribuye decisivamente a que Zapatero gane unas elecciones para derribarlo ocho años después porque mola más Rajoy, por eso los Indies no aparecerán nunca junto a los Bardem con chapitas en la solapa. Y un Indie es también Nacho Vegas, y lo es Fernando Alfaro, y lo son Ornamento y Delito, y Tachenko, y Cuchillo, y Abraham Boba, y toda esa gente que sólo sale en Radio3 y (algunas veces) en La2. Y Limbo Starr es la quintaesencia de lo que significa un sello 100% indie. Con un número limitado de copias y referencias, con un gusto exquisito por el acabado del producto y con un cierre de filas encomiable, pero también un poco temible. En LIMBO STARR: DIEZ, CUENTA ATRÁS encontraremos todo lo descrito anteriormente mas algunas de las claves para entender si merece la pena ser Indie en España en el siglo XXI, o si, como dice Vegas en una de sus nasales tonadas, a cada Indie sólo le espera una gran broma final después de observarse un rato en el espejo. Sólo una cosa más: si no eres Indie no creo que entiendas nada de este documental.
Saludos Indiedependientes.

La gran broma final

viernes, 16 de septiembre de 2011

Hagiografías imprescindibles



John Cazale era uno de esos tipos que simplemente tenía que estar ahí; y tenía que ser así, por triste que fuera su desenlace, e inesperado. Aunque, bien mirado, todo alrededor de este actor era inesperado, insólito, sin parangón. Cazale sólo trabajó en cinco películas antes de fallecer prematuramente a causa de un cáncer de pulmón en 1978, justo cuando se encontraba rodando THE DEER HUNTER, la cual ni siquiera pudo ver terminada. Las cinco películas fueron, nada menos, DOG DAY AFTERNOON, THE CONVERSATION, THE GODFATHER I y II y la antes mencionada, que sería su verdadero testamento fílmico. Todas ellas nominadas a mejor película en los oscar, galardón que Cazale no consiguió nunca, aunque méritos no le faltaron; todo un récord, sin duda. En el documental del que quería hablar hoy, I KNEW IT WAS YOU: REDISCOVERING JOHN CAZALE, el director Richard Shepard, poseedor de una más que mediocre filmografía, es capaz de extraer momentos de gran emoción en base a los comentarios, todos apasionados, todos llenos de devoción, de los que fueron sus compañeros, sus amigos. Veremos nombres tan ilustres como Al Pacino, Francis Ford Coppola, Robert DeNiro, Gene Hackman, Israel Horovitz, Sidney Lumet y la que fue su última compañera, una sobrecogedora Meryl Streep, que trasluce el amor que sentía por Cazale y apenas puede evitar emocionarse al recordarlo. Cazale era peculiar, un actor único, ni siquiera podría decir que era brillante, porque su estilo era natural e histriónico al mismo tiempo, un poco al estilo japonés, pero esto son sólo apreciaciones personales. No era una estrella al uso, se codeaba con ellos y todos lo apreciaban, pero su estilo de vida tuvo que ver muy poco con el glamour de Hollywood; se podría decir que era un romántico inconsolable, una especie de bohemio en el mismo corazón del star-system, a menudo definido como extremadamente tímido y sensible. Este emocionante documental, de apenas tres cuartos de hora, tiene más chicha que mamotretos de tres horas (por ejemplo el que acaba de estrenarse hoy mismo), y además nos (re)descubre a uno de esos nombres que no deberíamos dejar en el olvido, aunque de eso ya se encargan cinco títulos cinco, cinco obras maestras en las que Cazale derramó su descomunal talento. Por eso hay que verla, por eso.
Saludos redescubiertos.

The sad song

jueves, 15 de septiembre de 2011

Proust mon amour



Se ha fantaseado mucho (dejando aparte el experimento de Raúl Ruiz) con la posibilidad de trasladar a Proust al cine. Me parece imposible. Se puede "adaptar" a Proust, nunca trasladar, que sería algo único en la historia del cine, y además algo realmente insoportable (¿una película con el tempo narrativo de una novela?... francamente ¿para qué?). Mejor lean novelas y vean cine, así, por separado. Y, de vez en cuando, nos topamos con maravillas que revelan un sitio único en el que literatura y cine van de la mano, que es otra cosa. Además, THE LONG DAY CLOSES incide reiterativamente en el placer del recuerdo (también en la tortura del mismo), y no intenta de ninguna manera plasmar (recrear) el Liverpool de mediados de los cincuenta, en el que vivió su director; en lugar de eso, Davies se recrea (que es otro verbo) en la magia, la magia de la niñez, de cómo los acontecimientos transcurren ante ese pequeño niño sin respuestas en un mundo de adultos golpeados por una guerra que él no recuerda. Pero también la magia del cine, ese hacedor de sueños, ese cañón de luz en mitad de la oscuridad, y ese niño que descubre su pasión, lo único que de verdad le emociona. El film comienza con una secuencia magistral: un callejón sucio, húmedo. Ratas, lluvia. Una canción se va adivinando detrás de alguna esquina mientras la cámara avanza muy lentamente, casi de manera imperceptible. Al poco, ya sabemos que se trata de otro momento en el tiempo que nada tiene que ver con la actualidad, estamos en mitad de los recuerdos de Bud, y él nos guiará a lo largo de una hora y media de fascinación por su vida, los maltratos psicológicos en una escuela represora, el placer y la ternura de los abrazos maternos, siempre femeninos, la incapacidad para ingresar en ese "mundo de chicos", donde hay que ser violento, soez. Y el cine, siempre presente como ese país de las maravillas a cuatro chelines. Davies no reverbera acerca de su homosexualidad, es demasiado sensible e inteligente para ello, prefiere regalarnos una de las mejores películas de todos los tiempos, que es otro tipo de exorcismo mucho más saludable. Véanla, búsquenla, es una obra maestra absoluta.
Saludos que se acaban.

Shipbuilding

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Salmos bienintencionados



Es curioso, muy curioso, patológico casi, que, con diez años de intervalo, dos películas sean tan diferentes y tan parecidas al mismo tiempo; que las supuestas virtudes de la hermana mayor sean descubiertas como meras supercherías comerciales por su pariente "pobre". En este caso, hablamos de aquella tomadura de pelo infumable que fue AMISTAD, la película que realmente hizo replantearse a Spielberg rodar otra vez INDIANA JONES, y la que hoy nos ocupa, AMAZING GRACE, en la que el veterano Michael Apted se deja de monsergas buenistas y se centra (menos mal) en consolidar un estupendo drama judicial (no tan obvio) en torno a la figura del abolicionista William Wilberforce, aceptablemente interpretado por el galés Ioan Gruffudd. Y son las interpretaciones el punto fuerte de un film que flojea cuando intenta subir sus pretensiones, lo que no ocurre demasiadas veces; aparte de contar con unas ambientaciones soberbias. Podemos ver a Albert Finney, Michael Gambon, Toby Jones, Ciaran Hinds y hasta al cantante Youssou N'Dour, lo que no es poco teniendo en cuenta lo desapercibida que pasó esta cinta en nuestro país. Pese a sobrellevar un lastrante "olor a telefilm", AMAZING GRACE es un correcto drama que evita complicarse la vida más de lo necesario y que sirve para ilustrar un poquito más aquellos infames tiempos (y lugares) en los que la vida de un hombre valía menos que la de un perro. No pasará a la historia como una película fundamental ni nada de eso, pero es mucho más entretenida que otras que intentaron aleccionarnos, reprendernos desde una especie de intocable púlpito, y eso siempre será mucho peor.
Saludos que apuestan por la libertad.

Suicide

martes, 13 de septiembre de 2011

Sin moros en la costa



Me son ignotas las razones por las que un director de corto aunque brillante recorrido se suicida con algo que todo el mundo sabe de antemano que no puede salir bien de ninguna de las maneras. Responsable de las muy notables NOTES ON A SCANDAL e IRIS, el británico Richard Eyre (supongo) se creyó su propia circunstancia, algo que ha echado por tierra prometedoras trayectorias de forma absolutamente incomprensible. Y es que esto nos lo conocemos total, completa e insistentemente: Pareja ideal, con la pasta por castigo y exitosas carreras profesionales. La cosa comienza con esos diálogos que nadie tiene nunca, y esos gestos que nadie hace jamás... a menos que esté actuando, pero hasta eso se nota. Y una cenita con vino del que usted y yo no nos podemos permitir, el hilo musical del piano... el champán al final... Vale, todo eso; y es muy típico y todo eso, pero debe haber algo más ¿por qué? Pues porque a nadie le importa un pimiento que esa señora le ponga los cuernos a su marido. A nadie. Y en ese desierto argumental es tarea de titanes lanzar un órdago para remontar vuelo; en este caso, les pido que sean mínimamente clementes, porque el asunto se traslada nada menos que hasta Italia (ellos pueden permitírselo). Y allí, Antonio Banderas, que no sé qué pinta en todo esto, pero se peina hacia atrás, así que nos lo cuelan como el ligón de turno que se quiere trajinar fémina y fortuna, por ese orden. Y al final todo se complica innecesariamente, porque uno se divorcia y ya está, o se reconcilia y ya está, aunque te cueste la pasta, pero encima es que los potentados basan su orgullo en una especie de apego material que les unirá no sentimentalmente, sino funcionando como una empresa eficaz que salvaguarda la integridad de su patrimonio contra arribistas engominados.
No han entendido nada ¿verdad? Yo tampoco, pero lo cierto es que la vi, atiende al nombre de THE OTHER MAN y es una bazofia del tamaño de Hungría (Mr. Lombreeze dixit), así que no la vean mientras puedan...
Otros saludos.

Little secrets

lunes, 12 de septiembre de 2011

Encajar



ROMPECABEZAS es el debut en la dirección de Natalia Smirnoff, ayudante habitual, entre otros, de Lucrecia Martel. No se le notan los titubeos a esta pausada, extraña película, que en su debe tiene el prometer mucho más de lo que ofrece, mientras que en el haber colea ese especiado aroma del último cine argentino, el de la Martel, sí, y también el del mejor Pablo Trapero o el de Sorin; un cine de múltiples colores y sistemas de enjuague, con sus pausas, sus trabalenguas y correcalles, con sus tiempos bien marcados. Y es el tiempo un elemento fundamental para entender qué diablos pasa por la cabeza de María del Carmen, una abnegada madre, esposa y (sobre todo) amade casa, que un buen día (magistral secuencia de apertura) descubre que su verdadera pasión es montar puzzles. Así contado parecería pueril seguir adelante, parece que esté todo dicho; sin embargo, ROMPECABEZAS no va de lo que muestra en imágenes. Sí, tenemos la intriga de ese señor adinerado que busca una pareja para presentarse a los campeonatos del mundo, pero no es tan decisivo ni tan alevoso. Lo que fascina de esta pequeña pieza de cámara es (y al sobrecogedor trabajo de María Onetto hay que remitirse) cómo va dejando piezas sueltas (nunca mejor dicho) para que el espectador, al que hay que exigirle que ponga de su parte, componga el auténtico cuadro de pensamientos y sensaciones de una mujer que se resiste a ser alienada y efectúa su acto de rebeldía de una forma casi imperceptible. Podría haber sido una comedia acerca de engaños y fidelidades, o un drama veleidoso con el trasfondo de las diferencias sociales, pero Smirnoff consigue epatarnos sin obviedades, ni siquiera recurriendo a un género en concreto. La película sale ganando, y nosotros también.
Saludos despiezados.

The puzzle

domingo, 11 de septiembre de 2011

Rincón del freak #36: El ultra freak definitivo (no hay nada más allá)






 Al final, lo curioso es que, con ésta, han aparecido por aquí nada menos que tres films del ínclito Jared Hess, que no es que haga películas frikis, es que no parece concebir ningún modo de vida que no sea directamente tamizado por una especie de filtro distorsionador. Los freaks, los raros, los diferentes, normalizados, o más bien aglomerados, alineados y, finalmente, dioses de su propio microcosmos vital. Esta película no ayuda para nada a cambiar esa noción que casi todos tenemos de lo que a lo mejor antes era una broma estética, pero que ahora es incluso objeto de culto ¡Cómo cambian los tiempos! NAPOLEON DYNAMITE trata de un tipo con cara de alelado cuyos mayores problemas son apoyar a su amigo Pedro en su candidatura a ser delegado de clase y pasar un poco más de tiempo con su abuela. Y ya está. Lo dije en otras ocasiones, y es que una cosa es dramatizar lo extravagante y otra que esto te sirva para encauzar cierto discurso, sea éste el que sea, pero que contenga algún tipo de mensaje, ya que alguien se está tomando la molestia de rodar una película, claro. Los minutos van pasando y apenas hay un par de situaciones bochornosas en mitad de un desierto intelectual, sólo el tipo, impasible, sentado en un sofá o dibujando en una libreta. Ni siquiera el terrible baile de clausura logra encender algún tipo de chispa. No hay nada de qué hablar, no hay nada más que ver, no hay nada más allá de esta broma de mal gusto, ni la habrá por muchos años que dejemos transcurrir. Así es la cosa.
Saludos típicamente dominicales.

Def con one

Lo que se puede aprender y lo que no



¿Se acuerdan de aquella novela que vendió millones de ejemplares allá por principios de los noventa y que atendía al nombre de "El mundo de Sofía"? ¿a que sí? Pues, como no podía ser de otra forma, también hubo película, y además de producción noruega, que para estas cosas son muy suyos los escandinavos. Ahora bien, de ahí a decir algo bueno media un mundo, el mismo que Jostein Gaarder pretendió abarcar en uno de los más pretenciosos e inútiles ejercicios de vanidad que he tenido la oportunidad de leer ¿Una Historia de la Filosofía para niños? Hay cientos de volúmenes que emprenden esa delicada y complicada tarea; lo que me fastidia (me fastidió cuando leí el libro, hace unos diez años, y ahora también) es que, realmente, esta SOFIES VERDEN habla de muchas cosas, menos de filosofía. Y he tenido esta discusión miles de veces, porque mantengo que la filosofía no es más que la reducción al absurdo del pensamiento único (entiéndaseme esto como "el pensamiento de una sola persona", claro), por supuesto que dicho pensamiento se puede compatir, se debe compartir, añado, pero de ahí a mostrar "La Filosofía" como algo tangible, que además da para las aventurillas de una adolescente en la edad del pavo, que además abusa de los tópicos de manera aberrante, no creo que sea la mejor forma de "acercar la Filosofía" a la muchachada. En vez de eso, lean libros "de Filosofía", no "sobre Filosofía". Y, por supuesto, olvídense de esta pequeña cosa sin importancia, hay más Filosofía en CAYO LARGO, por poner un ejemplo, que en este artefacto sin ningún sentido, que además dura dos horas y media.
No la vean, no pierdan el tiempo...
Saludos filosofales.

The philosopher

viernes, 9 de septiembre de 2011

Candidato a nada en especial



Y ahí me encontraba yo un día, incomprensiblemente tras los atracones diarios de películas de Disney que he de tragarme por mi renacuaja (sí, por eso me cuesta tanto comentar alguna aquí, porque estoy hasta el gorro de ellas), repantigado ante una de esas rarezas que el mítico estudio produjo justo en tiempos de posguerra, cuando la situación económica era más ajustada y había que buscar fórmulas novedosas y, sobre todo, más baratas.
No, no es gran cosa esta MELODY TIME, correspondiente a 1948, y se le notan demasiado las forzadas (y forzosas) costuras, como si cada segmento estuviese con el resto por motivos desconocidos. Hay mucho romantiqueo, animalitos saltarines y pizpiretos que parecen decirte "Ay, payo, dame argo..." Y también salen Los Tres Caballeros (que es una peli anterior que a mí me mola y estoy intentando que le mole también a la peque...) a ritmo de salsa, un barquito que no pega ni con cola y hasta un experimento muy en la línea de FANTASIA con los árboles como protagonistas, que al final es casi lo más entretenido. Lo malo de este tipo de películas es siempre el mismo, que para el público para el que estaba destinado (el infantil), ahora se ha quedado bastante obsoleto, al tratarse de una especie de repetición de los grandes clásicos, mientras que los adultos, por muchas ganas cinéfilas que le pongamos, lo olvidamos prácticamente al instante, sin rencores. No sé, pueden probar a verla, pero igual me quieren pegar luego, así que... ustedes mismos con su mecanismo...
Tiempo de saludos, sí señor...

Star dust

jueves, 8 de septiembre de 2011

Producción & Dirección S.A.



El nuevo e impúdico esperpento yanqui se llama COWBOYS & ALIENS, por lo que casi huelga comentar la sinopsis (mal comienzo), pero voy a intentar componer una medio reseña con esta cosa que apenas merece atención. Spielberg produce, y la broma empieza a oler ya regular nada más, que una cosa es que se retire y otra que empiece a sacar gilipolleces del cajón encasquetándoselas a incipientes aprendices de su arcana alquimia. Jon Favreau dirige, y hace bueno el dicho ese de "Es mejor callarse y parecer idiota..."..., ya saben... Bueno, dos horas insufribles de las que se salvan algunos momentitos (pero muy cogidos con pincitas) del principio, cuando parece que estamos viendo un western. Después todo es tópico sobre tópico, y cualquiera sabe exactamente qué va a ocurrir a cada instante. Sale Daniel Craig, que alguien le habrá dicho que vale para una peli del oeste, pero ni siquiera le queda bien el sombrero; a Harrison Ford le ponen a hacer de malo, pero los malos aquí no son de este mundo, así que desempolva a Indy (otra vez) y luego le sale la vena paternal (hay una escena que yo creo que ha rodado directamente Spielberg, la de la traducción de los indios); los indios, como digo, no son malos, sino que colaboran con la causa de la taquilla... digo, del rescate. Está Sam Rockwell, pero si no hubiese estado tampoco hubiese pasado nada... Y una chavala de perfil anoréxico que no creo que llegue a nada (demasiadas "nadas" para tan poca cosa). Keith Carradine está por ahí como diez segundos, y hasta el cura de Carnivàle... haciendo de cura, pero se muere pronto. Yo ya he visto esta película cien veces antes, con otros nombres, con otras motivaciones; pero es que ya me cansa lo de los alienígenas con cuerpo de langosta y cara de cucaracha, que tienen una tecnología avanzada del copón pero para atacar lo hacen dando saltos, como trogloditas de antaño. Encima, lo que trae a los bichos una vez más a U.S.A. (qué pesaditos son, con la de sitios que hay) es, ni más ni menos que... ¡el oro!... No, lo que faltaba es que también fuesen codiciosos... Bueno, no sé, es que no puedo salvar nada de esta cosa, pero nada. Éste es el cine que nos espera en los Multiplex, agárrense las coletas y aprovisiónense de bastante Ribera del Duero, que viene bien para la estación que viene... O más o menos.
Saludos & sapos & culebras.

Illegal alien

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Así, sí



He sido el primero en criticar muchas veces el el paroxismo fílmico del incesante Takashi Miike, normalmente más preocupado en no cesar la producción que en mantener ciertas constantes de calidad. Fundamentalmente, lo que menos me gusta de su cine es una innovación que no es tal, sino que huele más a batiburrillo, a refritos indiscriminados de standards del género que toca cada vez, porque, eso sí, a ecléctico no hay quien gane al director japonés. Sin embargo, y no sé si por redención o madurez, Miike parece haber claudicado a los parabienes del clasicismo más rotundo; esperemos que dure para un futuro inmediato, al menos en esta 13-NIN NO SHIKAKU (13 ASESINOS en español), parece haberlo logrado. 13 ASESINOS arrasó en Venecia y Sitges, convenció a la crítica y dejó con un palmo de narices al público más palomitero-hollywoodense con su mezcla de rigor y salvajismo, muy a lo Kurosawa, muy a lo Peckinpah. A mí me da igual que se trate de un remake (Eiichi Kudo), que las correspondencias con el film de Kurosawa (aun con seis samuráis más) sean evidentes. Porque Miike decide que los actores deben actuar (y vaya si lo hacen), sin más aspavientos que los estrictamente necesarios; y que el guión ha de seguir una lógica que conduzca toda la trama a lo largo de dos horas que nunca se hacen pesadas. Es cierto que, si atendemos a la evidente escision en dos partes que el film sufre más o menos en su ecuador, la segunda parte es espectacular, puro nervio; pero no lo es menos que Miike prepara concienzudamente al "espectador que todo lo ha visto" a lo largo de un primer segmento que resulta insólito por su sobriedad y ergonomía de medios. 13 ASESINOS es cine de acción, no confundamos los términos por un exceso de celo, pero una acción en puro equilibrio, donde los personajes también se cansan y las vibraciones las vamos sintiendo con cada espadazo, mientras las ropas aparecen cada vez más manchadas de barro y sangre. No veremos aquí a lo que Hollywood entiende por héroes, sino a un grupo de hombres abnegados, que aceptan su fatal destino porque será la única oportunidad que tendrán de detener a un hombre sin alma (pocas veces se ha visto un tipo tan malvado y despiadado como el señor Naritsugu) que se dirige hacia su imparable ascenso al poder.
Lo dicho, para mí una inesperada sorpresa y una de las películas más entretenidas que he visto últimamente.
Saludos del Shogunato.


Asesíname

martes, 6 de septiembre de 2011

Los culpables



Sin ser su mejor trabajo, ni mucho menos, lo que llama la atención (ahora, y no antes) de BENNY'S VIDEO, el segundo trabajo cinematográfico de Michael Haneke, es la precisión con la que adelanta las que habrían de ser las constantes de sus posteriores títulos, los considerados clave en su imparable filmografía. El cine del alemán es preciso, de corte cirujano, y al mismo tiempo inconformista y sorpresivo; es difícil quedarse con una sola deriva del mismo, porque no lo pretende. Sin ser excesivamente ambicioso, aspira a abarcar una enormidad de aspectos (sociológicos, psicológicos, emocionales, culturales...), para mixturarlos lo más objetivamente posible y extraer conclusiones que normalmente no esperaríamos. Aquí, todo indica que Benny, un chaval de 14 años, es quien ha de atraer toda nuestra atención. Benny es inteligente, serio, distante y poco hablador; pasa casi todo el tiempo encerrado en su cuarto, editando sin parar los videos que él mismo graba, obsesionándole particularmente uno que muestra la muerte de un cerdo en un matadero. Benny, casi siempre solo, con sus padres totalmente desvinculados de él, hará una barbaridad que no voy a desvelar por si hay alguien que no la ha visto; pero, como quería indicar al principio, no es esto lo que realmente importa a Haneke. Lo que importa a Haneke es descifrar ese "código de conducta desconocido" mediante el que un chico aparentemente normal se convierte súbitamente en un monstruo desalmado; para ello, son capitales la sobria puesta en escena y la apabullante interpretación de un jovencísimo Arno Frisch, al que veríamos después en FUNNY GAMES. Sin embargo, lo mejor de BENNY'S VIDEO es cómo Haneke introduce en el tramo final a los padres del muchacho, filmando su inesperada e igualmente repugnante reacción, una reacción que no puede ser justificable de ninguna de las maneras y que constituye el verdadero interés de lo que podría haber quedado como una cinta de horror truculento más, pero termina siendo una escalofriante disección de la sociedad burguesa/acomodada, sus pestilentes trastiendas, que pocas veces son aireadas. No, no es lo mejor de Haneke, pero como siempre decimos, hasta lo peor de Haneke tiene algo por lo que merece la pena echarle un vistazo; y el hecho de que no sea lo mejor no quiere decir, en absoluto, que sea una mala película.
Saludos editados.

Love me again

lunes, 5 de septiembre de 2011

Filmando estados de ánimo



ALICE IN DEN STÄDTEN es, sigue siendo, una de las películas más apreciadas de la filmografía de Wim Wenders; no voy a ser yo quien lo ponga en duda, desde luego, tan sólo me gustaría apuntar un par de cosas que no me cuadran demasiado. Primero, me niego a ver una road movie (cualquier cosa lo es) en lo que a mí me parece que no es más que el muy ajustado retrato de una profunda depresión, la de ese periodista alemán incapaz de encontrar un solo motivo por el que quedarse en Estados Unidos primero, o regresar a casa, una vez ha sido despedido de su itinerante trabajo, consistente en la redacción de un artículo sobre las costumbres americanas. El estado de ánimo de Philip es el indicativo, el termómetro que marca la deriva de un relato que podría haber sido muy diferente. Y sin ese estado de ánimo (perfectamente delineado en los primeros quince minutos de película), a Philip nunca se le hubiese ocurrido echar una mano a esa imperdonable madre, capaz de dejar a su propia hija en manos de un extraño y en una ciudad desconocida, sólo por arrepentirse de haber abandonado a su pareja. Esto es patente en tanto que Philip ve a la madre marcharse y no hace nada, acepta para sí lo que luego parece más un suplicio que una típica aventura "en la carretera". Alice es insolente, mentirosa y parece confabularse para sacar de sus casillas al templado Philip (destacable la interpretación del actor-fetiche de Wenders, Rüdiger Vogler), cosa que logrará en más de una ocasión. Posiblemente, más allá de cierto sentimiento paternal, que lo dudo, Philip atisba ese descabellado reto (llevar a Alice con algún familiar, una vez su madre no se presenta en el lugar acordado [Amsterdam]) como su última posibilidad de mantenerse a flote, porque lo que le esperaba era una caída en picado a ninguna parte. Wenders se esfuerza notablemente para dejar constancia de todo esto sin trazos gruesos y sin lugares comunes, y a su estilizado concepto del relato ayudan un estupendo uso del Blanco y Negro, la fantástica banda sonora, que alternaba a CAN con Canned Heat o Deep Purple, y unos actores, insisto, que hacen fácil lo más complicado para un actor: parecer que siempre estuvieron ahí.
Si se quiere indagar en Wenders, ésta es una de sus piedras angulares; el resto se apoya bastante en esta preciosa película.
Saludos, ciudadanos.

Alice

domingo, 4 de septiembre de 2011

Rincón del freak #35: ¡Te quedas helao!



A estas alturas, tendríamos que estar un poco hasta los cojones de peliculitas de vampiros y de zombis provenientes del norte de Europa. Nieve, sangre y nulo sentido del humor para ilustrar lo que empieza ya a parecerse demasiado al pajilleo nipón con lo de los monstruitos. Una, una y no más salvaría yo de esta avalancha de títulos, y ustedes saben muy bien cuál es; nada que ver con la de hoy, un despropósito que empieza más o menos bien y termina como el rosario de la Aurora Boreal... Y si no, no tienen más que echarle un vistazo a esto que atiende al nombre de FROSTBITTEN, donde otra muchacha con problemas generacionales (es decir, que aún no tiene el último disco de The Rasmus) se muda con su madre soltera a un sitio donde hace mucho frío, al norte del norte, lo que no impide que la muchachada local haga botellonas y se inicie en los ritos de apareamiento tontuno que inauguraron, entre otros catedráticos de Filosofía, los Albóndigas... Y bueno, que salen vampiros que muerden a la gente, y que también hay unos como chistes que no logro entender, y que esto suena todo a muy visto, a una planicie de ideas terrorífica, probablemente lo único que da terror en esta cosa, con la que podemos imaginar por qué ese país tan civilizado tiene la tasa más alta de suicidios de Europa. A mí no me extraña...
Saludos desde el refrigerador.

The frost is all over

sábado, 3 de septiembre de 2011

Trasplantes



Lucas es un joven vagabundo que no encuentra un motivo para vivir, así que intenta suicidarse por enésima vez; y por enésima vez terminará en la habitación de un hospital. En esa habitación está Jacques, un tipo de carácter imposible que ha sufrido un infarto por quinta vez. Jacques regenta un bar desde hace años y sabe que no le queda mucho tiempo de vida, a menos que llegue un trasplante milagroso; como no confía mucho en la providencia, decide trasplantar él mismo a Lucas a su bar, enseñarle a manejarlo y nombrarlo como único heredero. El problema es que Lucas es un tipo de una inmaculada bondad, confía en todo el mundo y carece de maldad, lo que choca frontalmente con la granítica personalidad de Jacques, que no soporta a casi ningún cliente, por lo que el bar luce prácticamente vacío. Por un lado tenemos la vis cómica de ambos en ese desquiciante periodo de aprendizaje; por otro, el carácter autodestructivo de Jacques, que dota de oscuridad una fábula de perdedores irredentos; y por último, la inesperada llegada de la joven April, que tampoco parece tener ningún motivo para vivir, así que se sumará a esta improbable tripulación.
El problema de THE GOOD HEART es conjuntar todo esto y no convertirlo todo en una sucesión de capítulos de teleserie, algo que el Islandés Dagur Kári logra sólo a medias, ayudado fundamentalmente por el excelente trabajo de Paul Dano y, sobre todo, un enorme Brian Cox, que podría haber sostenido él solito esta especie de "vuelta a Capra" amarga y desencantada. Una película que es más tímida de lo que debería y que en ningún momento logra traspasar las cuatro paredes de ese desvencijado bar en el que sus fieles clientes también cuentan sus miserias como si tal cosa y hasta un ganso campa a sus anchas por la barra ¿Acaso dudaban de que el trasplante terminaría llegando?
En otras manos (Jarmusch, Kaurismaki) podría haber llegado a ser mucho mejor, pero no está mal para reconciliarnos con nosotros mismos.
Un buen saludo.

Heart of gold

viernes, 2 de septiembre de 2011

Insoportable manual didáctico




Hay películas y películas. Y digo esto porque no todo es bueno o malo, blanco o negro, aburrido o divertido. Digo esto porque lo peor (¡lo peor!) que le puede pasar a una película cualquiera, cualesquiera que fuesen sus intereses y premisas iniciales, es adoptar una decidida vocación paternalista y didáctica. El cine, el buen cine, no ha de enseñar nada, sino que debe despertar, sacudir, encender la llama de la curiosidad en el espectador. Son miles los títulos que destrozan una buena idea inicial por una mal llamada timidez, que esconde el músculo y se regodea en los perfiles limpios, pulidos, de Ajax pino. Así que no es por ensañarme con la de hoy, tampoco reviste mayor importancia, pero como me tocaba comentarla, no me queda otra que ser tan sincero como breve.
THE FIVE SENSES intenta ser una especie de cruce imposible entre el delirio urbano de Atom Egoyan y los intereses cruzados que con tan desigual fortuna tantas veces hemos visto en pantalla desde que Robert Altman escribiera aquel fastuoso manual que fue SHORT CUTS. Y, aun así, nada... No es que los personajes y sus circunstancias sean más o menos descabelladas, ombliguistas o finalmente revestidos de un buenismo que tira para atrás, se han visto cosas peores. No, lo malo es querer interconectarlo todo tozudamente, como si atendiera a una especie de plan divino que salvará al mezquino por entablar conversación con el virtuoso, o que, a base de meter más y más capítulos de su propio manual de autoayuda, olvida que los personajes han de ser algo más que estampas arquetípicas. Como si de una especie de X MEN cotidianos se tratara, Podeswa (a la sazón, autor del guión) enfrenta la titánica tarea de convencernos de que en un solo barrio ¿? conviven varias personas que, sin conocerse, estarán conectados nada menos que por los cinco sentidos. Y la cosa no puede ser más arquetípica (insisto): Un gay refinado y sibarita, que trabaja como asistente de lujo y posee un olfato privilegiado, pero que (pobrecillo) no encuentra al amor de su vida; su amiga, una señora que fabrica pasteles de mentira y que tiene un amante italiano que además cocina, así que le satisface su hiperdesarrollado sentido del gusto; la vecina es una viuda que da masajes y obtiene su propio placer tocando a los demás...; otro es un solitario oculista que se va quedando progresivamente sordo, así que se apena porque no podrá disfrutar de su único placer: la música clásica. Mientras tanto, la guinda del pastel la pone una adolescente raruna a la que te gustaría retorcerle el cuello como gallina clueca; el motivo es que su voyeurismo la lleva a perder de vista a la niña que cuida mientras observa a una pareja magrearse en el parque. Al final todos se abrazan mucho y lloran con las lilas y Canadá sigue siendo muy chulo, así que no hay motivo de preocupación, pero tampoco para ver esta basura autocomplaciente.
Saludos muy sentidos.

Low five

jueves, 1 de septiembre de 2011

Sin bajar la guardia



Aparte de subsanar el terrible e incomprensible error de no haber comentado ni una sola película del maestro Anthony Mann en este blog, me sirve el film de hoy para continuar reivindicando la serie B de los estudios PRC, los mismos que dieron luz verde a los trabajos del "desterrado" Edgar G. Ulmer; títulos que hoy, más de sesenta años después, e inmersos como estamos en una crisis económica, son incesantemente adorados y usados como objeto de estudio sobre inversión y resultados. En este sentido, RAILROADED (con traducciones tan diversas en español, como "El último disparo" o "Trampa para un inocente") es un film que conjuga todas las bondades de este sistema de producción (concisión narrativa, metrajes que apenas superan los sesenta minutos, actores solventes pero de segunda fila...) para poner el conjunto al servicio de lo realmente importante: entretener sin mayores pretensiones.
RAILROADED es un ingenioso guión de John C. Higgins, que adaptaba a su vez un relato netamente "Pulp" de Gertrude Walker, autora de la estupenda "So deadly fair" y de varias aventuras de Charlie Chan. Un juego de espejos destinado a asombrar al espectador, que apenas imagina la trama que se esconde tras lo que parece un mero incidente criminal. Un gangster atraca una peluquería con la connivencia de una de las empleadas; la peluquería resulta ser una casa ilegal de apuestas y en el tiroteo que se produce un policía resulta muerto. Lo interesante empieza cuando dicho gangster organiza toda una red de engaños para cargar la culpa sobre un joven, que resulta ser el hermano de la novia del policía encargado de investigar este turbio asunto. Mann da un golpe de efecto cuando en ningún momento emplea falsos giros de guión, sino que mantiene una saludable entereza, lo que consigue que dudemos en todo momento sobre lo que se nos está contando. RAILROADED es una película bastante desconocida entre el gran público, que suele recordar a Anthony Mann por grandes producciones y dirigiendo casi siempre a las estrellas del momento, pero hablamos de un film que vuelve locos a Tarantino y al otro Mann, Michael, por lo que creo que puedo obviar hasta el recomendársela a ustedes para este nuevo curso que comienza de inmediato.
Saludos calumniados.

Hey man, nice shot

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!