martes, 31 de marzo de 2015

Placeres sencillos



He visto la versión coloreada de RACHEL AND THE STRANGER, lo que me ha puesto al día de este atípico western de la RKO, más preocupado de interioridades sentimentales que de aventuras y disparos. La disparidad de tonos es notoria desde el inicio, donde un desenfadado Robert Mitchum canta una canción mientras se dirige a casa de su amigo Davey (un jovencísimo William Holden), comprobando con tristeza el abandono que sufre a causa de la muerte de su mujer. Incapaz de cuidar de su hijo, seguirá la recomendación de su amigo y viajará a un asentamiento cercano para tomar esposa.
Si yo ahora digo de la conveniencia de mirar a este film de Norman Foster con ojos del Siglo XXI no es ninguna boutade para rellenar líneas, sino que alude a un par de aspectos esenciales por los que me encantaría un remake en manos de un autor con personalidad. Primero por la controvertida figura interpretada con admirable contención por Loretta Young, una mujer desposeída cuyo único recurso para pagar las deudas de su padre es ser... vendida. Y luego es verdad que el tono se relaja, bordeando la comedia costumbrista, pero los últimos minutos de este personaje, rebelándose ante su injusto destino, y sobre todo ante el infantil carácter de dos hombres que acaban peleándose por ver quién la merece, sin que a ninguno se le ocurra preguntarle.
No es ninguna obra mayor, entiéndaseme, pero es un film lo suficientemente atípico e incómodo de abordar como para suscitar, cuanto menos, un par o dos preguntas...
Saludos.

lunes, 30 de marzo de 2015

D. W.: El padre del cine #12



FAITHFUL es un divertido juego de equívocos en el que se ve envuelto un joven despreocupado que, accidentalmente, atropella a un vagabundo. El celo con el que éste se toma la recompensa en forma de dádivas y hasta un traje nuevo (de dudosa talla), le obligará a seguirlo casi como su sombra, y mientras sigue recibiendo monedas para que se largue de una vez, en realidad se conformaría con un apretón sincero. Lo que no esperaba de su fastidioso admirador es que, en un giro del destino, terminase salvándole la vida a él...





Menos interés suscita el dilema moral planteado en WINNING BACK HIS LOVE, donde una amargada esposa, consciente de los vaivenes amorosos de su marido, decide montar una farsa junto a un amigo, haciendo del corneador, corneado... Hubiese estado bien si ambos se enrollaran y mandasen al marido a hacer gárgaras...




Parecido corte tiene THE OATH AND THE MAN, aunque tendríamos que inscribir a Griffith entre los surrealistas, puesto que su historia no puede ser más perlimplina: un tipo tiene una perfumería y dos golpes de suerte, uno bueno y otro malo. Llega un noble (se me olvidaba que estamos en Francia en el Siglo XVIII), huele un perfume femenino que lo embelesa, es la mujer del tendero, se la lleva por sus santas noblezas... Pero hete ahí que estalla la Revolución, así que amante guillotinado de bien poco sirve, claro...





Con una estructura mucho más compleja, Griffith desarrolla en AS IT IS IN LIFE los estragos del paso del tiempo en su protagonista, lo que no deja de ser un logro para quince minutos de metraje. Primero porque pierde a su esposa, así que se apoya en su pequeña hija, pero al hacerse mayor ésta decide irse del hogar paterno para casarse con su prometido. De nuevo solo, y con el recuerdo de su hija en la memoria, vive triste, aunque una inesperada visita le cambiará la vida para siempre. Magnífica ambientación y ejemplar uso del montaje con apenas cinco o seis planos, suficientes para que Griffith narre una historia que abarca más de una década.

... Y, saludos.

domingo, 29 de marzo de 2015

Rincón del freak #190: De Brooklyn al Caribe. Viaje gusanero



La total falta de prejuicios llevó a Lucio Fulci a imaginar una invasión zombi a Nueva York utilizando tres planos de un barquito velero a la deriva bajo el puente y otro en el mismo puente (una parte que se adivina apartada, porque los coches van por debajo), con diez o doce actores de espaldas y con ropas raídas, caminando como la procesión del Santo Entierro (y aprovecho para meter la cuñita semanasantera). Porque sí, porque ZOMBI 2, que también se llamó ZOMBIE (sí, con "E"), y que aquí arrasó en aquellas antañosas taquillas con la más solemne nomenclatura NUEVA YORK BAJO EL TERROR DE LOS ZOMBIES, recaudó lo suyo a base de expandir el discurso sin miramientos, sabiendo que lo que pase, aunque sea chorrica, siempre será mejor recibido si salen las barras y estrellas (que es lo que le pasa a Bayona y Amenábar, con más glamour). Pero a lo que vamos, porque aunque la película sea infecta, no puedo dejar pasar la oportunidad de señalar dos momentos míticos del celuloide mascachapas. Y ustedes se preguntarán "¿Pero cómo diablos lo mejor de una peli barata de zombis sucede en alta mar?". Pues atentos. Busquen si no el impagable corte en el que la actriz Auretta Gay, de camino a una isla caribeña, donde se supone que van a desentrañar el misterio de los muertos vivientes, decide quedarse literalmente en bolas, ponerse sobre su cuerpo serrano un equipo de buceo y bajar a las profundidades a... a... ¡Yo qué sé!... Aunque lo mejor viene sólo un poco después, cuando la beldad se vea asaltada por un infame tiburón... Y que resulta que el escualo no es lo peor, sino... ¡un zombi acuático!... ¡Sí, debajo del agua!... ¡Nadando!... ¡Y le muerde al tiburón!... ¡Y el tiburón, hasta los cojones de idiotas, le arranca un brazo!... ¡Lo juro!...
No se la pierdan...
Saludos.

jueves, 26 de marzo de 2015

Esto y el colmo



Lo peor de CAPTIVES no es la frustración suscitada en cualquier buen viejo admirador de Atom Egoyan su acusada decadencia, sino que, apenas transcurridos diez minutos, ya hemos visto esto en otra parte, y no hace tanto. Sí, me refiero a PRISONERS, que inventaba sus propias reglas para construir un sólido film de género; sin embargo, al director de maravillas como THE ADJUSTER o EXOTICA se le va la mano al intentar lo contrario, que es dotar de normalidad y coherencia un batiburrillo deslavazado y viscoso. Pero tendríamos que irnos nada menos que diecisiete años atrás para encontrar el germen que nos permita entender qué lleva a un autor a desinflar su presión narrativa y vulgarizar una historia que tendría que ser, como mínimo, impactante. Y es que aquel film llamado THE SWEET HEREAFTER tuvo una gran acogida por parte de crítica y público, pero a mí, sin entrar en su calidad, me costaba reconocer a ese cineasta esquivo, huraño e incluso, por qué no, amoral; algo imposible, está claro, si el motivo principal elegido es un drama insoslayable y que pocos se atreverían a discutir, como es la infancia destrozada. Por tanto, siendo innecesariamente condescendientes con Egoyan, al que considero prácticamente perdido para la causa dada su errática deriva, a lo mejor, lo que tendríamos que hacer para entenderlo (como con tantos otros, por cierto) es dividir drásticamente su carrera. Egoyan joven, fresco y bullicioso; Egoyan viejo, carcamal y sospechosamente conservador.
El título de la reseña, debo explicar, alude efectivamente al síndrome, y no explico más...
Saludos.

miércoles, 25 de marzo de 2015

El ejemplo perfecto



Esta reseña se escribe sola. ROBOCOP'14 es el ejemplo perfecto de cómo una película nace muerta.
Nadie ha hablado de este ROBOCOP en la era de la suprainformación, mientras que la original fue una conmoción en 1987. Lo que la MGM ha dejado al descubierto es la incapacidad de los guionistas para reinventarse, algo que no parece preocuparles mientras los efectos digitales estén asegurados. También es el ejemplo perfecto de que, a la hora de hacer estas "cosas", los americanos (los del Norte) prefieren traerse gente de fuera, gente que, como es el caso del brasileño José Padilha, brillaron con films de género de menor presupuesto pero mucha más inventiva.
La película no es mala, es aburrida, es larguísima, es fría y es una sucesión de cortes censurados unos tras otros. Allí donde Paul Verhoeven coló un gol en toda la escuadra, en subvertir el género de "héroes armados", con una mezcla imposible de Iron Man y Harry "el sucio", ahora resulta que la mala conciencia compunge a los productores (que deben ser unos angelitos) y, no vaya a ser que a alguien le dé por acordarse, deciden borrar todo rastro de aquel ultraviolento film, tan entretenido como poseedor de un mensaje antibelicista que palpitaba a lo largo de su salvaje transcurrir. Ahora todo este tipo de films van autocalibrados desde el storyboard y orbitando alrededor del planeta Nolan, simplemente el tipo que, con su conservador discurso, más daño le ha hecho al cine de entretenimiento, porque ni entretiene, ni conciencia, ni nada de nada.
No pierdan el tiempo con ella.
Saludos.

martes, 24 de marzo de 2015

Cuando las cosas cobran su sentido



Había otra joya escondida en las nominadas al oscar a mejor película de animación, otra película de excepcional factura artesanal, que contrasta significativa y enormemente con el nuevo patrón digital, que, cuando no hay una buena historia detrás, tiene sus carencias mucho más expuestas. Por ejemplo, debo decir que SONG OF THE SEA no es una historia que no hayamos visto nunca, desde luego, pero Tomm Moore vuelve a demostrar que su gran virtud no es complicarse la vida con el guion, sino poner éste al servicio de sus bellas, evocadoras ilustraciones. Se trata de una vuelta a los mitos celtas, con sus brujas, duendes, gigantes y el personaje central, una Selkie, que es una especie de sirena, mitad foca, mitad humana, y cuyo canto dota de orden a la naturaleza. La película es una gozada en todos los sentidos y para todos los sentidos, y creo que tiene mucho que ofrecer tanto a niños como a adultos, por sus deslumbrantes imágenes, casi de orfebrería, y ese gusto por ensalzar las pequeñas cosas que me recordaban tanto a Miyazaki. Con ésta y EL SECRETO DE KELLS, Tomm Moore tiene conquistada ya su posición en el complejo mundillo de la animación, donde casi nadie se pone de acuerdo sobre nada, así que seguiremos esperando su próximo trabajo con avidez.
Saludos.

lunes, 23 de marzo de 2015

D. W.: El padre del cine #11



Abriendo el año 1910 para griffith, LOVE AMONG THE ROSES adaptaba un texto de Stanner E. V. Taylor, en el que se mezclan las diferencias de clases y cómo afectan éstas a los sentimientos. Más cerca del folletín que de la denuncia social, los amoríos entre un jardinero y su señora terminarán en tragedia para ambos, al saltarse los preceptos clasistas de la época.





IN OLD CALIFORNIA es, según muchos historiadores, la primera película rodada en Hollywood tal y como lo conocemos. Desgraciadamente sólo se conservan unos cuantos minutos, lo que apenas si permite un visionado correcto de su historia, que gira en torno a los amores de la bella Perdita, que suspira por un cantante mientras es cortejada por un millonario al que, claro, no ama...





Más ambiciosa, A FLASH OF LIGHT planteaba un dilema en clave de melodrama puro. Un químico pierde la visión en un experimento, y su mujer demuestra el poco cariño que le tenía abandonándole en las tinieblas. Ahí entrará en escena la hermana de la mujer, que siempre ha estado enamorada de su cuñado y que no sólo le dará su afecto, sino que luchará para que pueda recuperar la visión... Puro Griffith, vaya...




Para acabar por hoy, una que a Mary Pickford le venía como anillo al dedo. WHAT THE DAISY SAID tiene como estampa central a una joven y su hermana en un campo de margaritas. Entre deshojos y suspiros no se percatarán de la presencia de un gitano, malvado por añadidura... cuyo empeño es seducir no a una, sino a las dos nada menos. Carretas, bolas de cristal, pololos mancillados... y muchas margaritas...

... Y...saludos.

domingo, 22 de marzo de 2015

Rincón del freak #189: El peligro de confundir exotismo y norma



Ayer, mientras escribía lo que escribía, caí en la cuenta de lo muchísimo que había mutado el cine de Peter Jackson a medida que había ido descubriendo las mieles de la industria norteamericana; no lo digo porque cualquiera pueda estar capacitado para reventar una taquilla, sino por lo curioso de un fenómeno que corre un gran peligro: normalizarse y, por tanto, revertirse y, finalmente, confundirse.
Vi HOUSEBOUND, una película neozelandesa que se presentó en Sitges y que aparentemente tenía la virtud de combinar con destreza terror y comedia, esperando que su singular procedencia la hiciese sobresalir de la habitual miríada de subproductos del imperio yanqui. Desgraciadamente, HOUSEBOUND, después de un arranque brillante (y que no tiene nada que ver con su posterior desarrollo), se hunde en un montón de lugares comunes y altamente reconocibles; por ejemplo, aquel primer Jackson de BAD TASTE, pero menos gamberro aún. La película, ya digo, no es gran cosa, pero me sirve para hacer esta reflexión sobre la naturaleza y conveniencia de según qué producto, envasado y presentado como "ingenioso híbrido" o "exótica delicia", cuando la realidad es bien diferente. En este caso, y desconociendo de primera mano el asunto, me parece importante otro juego de referencias, como es la procedencia de la mayoría de actores de la teleficción local, algo que le ha hecho siempre un gran daño a la verosimilitud de un personaje, ya que el público, acostumbrado a disfrutar de un molde, se regocija al ver a éste campando trasplantado a otro paisaje. Quizá resulta que el mejor modo de valorar una obra que se presume rompedora en su justo término es llegar a ella con la menor información posible. Que tomen nota Pegg y Frost...
Saludos.

sábado, 21 de marzo de 2015

J. R. R. #6



Desconozco si a Peter Jackson le va a dar en un futuro por retomar a Tolkien, por ahí dicen que no. Me da igual, ésta es una saga que se explica sola, pero sólo una vez que ha llegado al final; y si hemos llegado al final, lo único que revela THE HOBBIT: THE BATTLE OF THE FIVE ARMIES es que el director neozelandés es incapaz de reinventarse a sí mismo. Que hiciera falta reinventar a Tolkien es ya una discusión demasiado larga y farragosa para iniciarla a estas alturas.
Yo puedo hacer dos cosas, hablar del film en sí, lo que es incompleto sin remedio, o echar un cierre a la altura épica de la saga de seis películas. La experiencia me dice que lo primero es refrenar el entusiasmo, y estas tres últimas películas son mucho más significativas en el contexto de la justificación, que poco o nada tiene que ver con la fantasía épica a la que alude, que de la gran puesta en escena, majestuosa, evocadora y, por qué no, ególatra. Mientras en la literatura de Tolkien las referencias se explican solas, a Jackson le cuesta un mundo hacer creíble que no nos esté vendiendo un blockbuster de mamporros más, con elfos y vaginas parlantes, con enanos feos y enanos guapos (y sólo se enamoran los primeros), con dragones fanfarrones y orcos funcionarios, que van sin pensar a su perdición por una obstinación refaccionaria que casi siempre suele acabar trágicamente ¿Pero quién se acuerda de un pobre orco mutilado y sin seguridad social? Nos han enseñado que los hobbits son gente apacible y grata de tratar, pero entre líneas hemos visto cómo se pasan su larga existencia holgazaneando, borrachos y cantando jigas; y para uno que le da por ver mundo (la endogamia severa es otra de sus bondades), cuando vuelve a casa comprueba que se la han desvalijado por incomparecencia.
Una vez visto el final de esta larga saga, lo primero que me vino a la mente es ese "¿y ahora qué?". No porque se me haya hecho corta, sino por ese sentimiento de orfandad respecto a unos personajes que bien pareciera que sólo obtuvieran solaz en el conflicto y el guerreo. No hay una paz que pudiésemos dilatar en beneficio de la historia y su credibilidad, tan sólo una sensación de que la función terminó para que otro la retome en otra parte y en otro lugar.
Y Sauron sin aparecer...
Saludos.

viernes, 20 de marzo de 2015

¿De quién es nuestra vida?



Otra recomendación personal que me tomé muy a pecho fue RAPT, película francesa de 2009 cuya existencia desconocía por completo y cuyo descubrimiento ha sido una revelación más que grata, de las que uno debe agradecer con sinceridad.
Con menos ornamento que productos similares facturados en el cine americano, el actor y director Lucas Belvaux deconstruye literalmente el cine de secuestros para elevar una inteligente cuestión acerca de la identidad medida en términos estrictamente económicos, que es una forma, a mi modo de entender, absolutamente brillante de hablarnos de la crisis económica como síntoma en vez de consecuencia, que es lo que los políticos venden torticeramente. "¿Explicar la crisis económica mediante el secuestro de un empresario millonario?", se preguntará más de uno con la ceja a lo Ancellotti... Pues sí, porque esta película expone sin ahorrar detalles escabrosos qué es lo que realmente significamos como personas para otras personas, y mucho más si da la casualidad de que somos personas con mucho dinero. Stanislas Graff (un espectacular Yvan Attal), pasa de ser víctima a culpable; sus vicios ocultos salen a la luz en su cautiverio, y se crea toda una opinión pública, paralela y sesgada, que nos hace dudar sobre quienes son peores, si los secuestradores o el entorno del propio Stanislas. Una película profundamente oscura y pesimista, que no resuelve ningún conflicto mediante la violencia o esa falacia del Estado de Derecho, sino que plantea una batería de preguntas a nuestra conciencia con el propósito de que podamos ver cuál es nuestra cuota de responsabilidad cuando lo que parecía inamovible se tambalea hacia el desastre más absoluto.
Si hace tiempo que no sienten esa maravillosa sensación que es estar pegado al sillón, esta es su película. Tremenda.
Saludos.

jueves, 19 de marzo de 2015

Contra el reloj



Una vez más, plegarias atendidas. En este blog cuidamos a los amigos, sobre todo si se meten con la ganadora del oscar y si lo hacen con una propuesta similar (y mejor) sobre la mesa, que es como se baten los caballeros, con argumentos. A mí me pone el asunto de hacerlo todo en una toma, a lo bruto, anteponiendo la planificación de orfebre a la construcción de un guion coherente; como un dominó gigante cuyas fichas tienen la finalidad de tirar la siguiente y que caigan todas. Eso sí, la virguería debe ser mogollónica, o si no, el término "presuntuoso" sale con facilidad. El film de Iñárritu no necesitaba hacerse exclusivamente así, pero hay otros que difícilmente podríamos concebir si no fuese en toma única, como es el caso de PVC-1, un curiosísimo largometraje colombiano, dirigido por un griego y que nos contaba el trágico destino de una mujer a la que colocan un collar bomba, con el fin de extorsionar a su familia. Y aquí, el análisis de aciertos y errores de tan singular propuesta.
Es un acierto el arranque, enigmático, lacónico, durísimo. Es un error no seguir por ahí; de hecho, los malhechores apenas aparecen diez minutos.
Es un acierto la concatenación de eventos, con una coherencia encomiable que no permite ningún tipo de relajación. Es un error abusar de tiempos muertos, aunque parecen ineludibles en una película sin montaje.
Es un acierto, finalmente, que el clima de violencia aparezca cotidianizado y en un plano secundario, pero que se intuye cada dos frases. Es un error (pero ésta es una apreciación puramente europea...) permitir que una película que fue incluso a Cannes tenga unos diálogos de telenovela barata y unas interpretaciones de escasa altura dramática por lo forzado.
Por lo demás, PVC-1 es infinitamente más entretenida que la otra, y sólo por eso ya merece la pena prestarle un poco de atención.
Mañana más, no se apuren.
Saludos.

miércoles, 18 de marzo de 2015

On fire...



Me acordé el otro día de que aún tenía pendiente de ver SEXY BEAST, primer largometraje de ese director que, por motivos más o menos inconfensables, tanto me interesa y que es Jonathan Glazer. Vistos sus tres films en el arco de estos quince años que los contemplan, además de esa escasa proliferación, lo que me llama la atención es que al director británico, responsable de la sorprendente REENCARNACIÓN y de la magistral UNDER THE SKIN, y sólo con estos tres trabajos, ya se le puede rastrear convenientemente y en base a una serie de constantes que, al menos hasta ahora, no está dispuesto a abandonar.
SEXY BEAST es, si se quiere, más jocosa y desperezada, como un primer Tarantino más callado y reflexivo, con su mismo gusto por los personajes limítrofes y presentados "a la carta", pero con un trasfondo aún más enigmático y, de hecho, incluso esotérico. Poco original en cuanto a su trama, puesto que ésta es la enésima recreación del delincuente retirado y redimido, dispuesto a ser un ciudadano respetable... O algo así, pues el personaje interpretado por Ray Winstone parece ocultar siempre retazos de su oscuro pasado; comparte una apartada villa almeriense con su mujer (ex-actriz porno) y las visitas de su único par de amigos. Se cuece al sol, se emborracha y mantiene su tranquilidad bajo capas de monotonía un poco tontorrona... Hasta que recibe la única visita que no le hubiese gustado tener y su pequeño mundo se viene abajo en cuestión de horas.
Efectivamente, estoy de acuerdo en que casi todo el mérito del film se lo lleva un impresionante Ben Kingsley, un psicópata mortífero y mordaz, acuciado por su incapacidad emocional y cuya obstinación oscila de la carcajada surreal a sugerir un terror primario e incontrolable. Y como los grandes directores, Glazer desprende de su ópera prima cualquier explicación sucinta del meollo realmente importante, que es el torbellino de sensaciones que, además de no relajar la presión retinal, se nutre de un juego de opuestos: Sol y frío; España e Inglaterra; moralidad y arrogancia; reflexión y arrebato. El bien y el mal, es cierto, aunque aquí no haya nadie totalmente bueno... ni malo.
Recupérenla si no la han visto.
Saludos.

martes, 17 de marzo de 2015

El hogar arrasado



Antes de empezar, una reflexión. No entiendo por qué nos empeñamos (yo el primero) en maximizar cualquier tipo de consideración cuando la película a reseñar es una producción independiente (lo que nos lleva a clasificarla como "de autor"). Mientras, las producciones "mainstream" se benefician de una indulgencia insoslayable acerca de su propia naturaleza material.
Así las cosas, hablemos de una película que me perdí del SEFF'13, STRAY DOGS, de Tsai Ming-liang.
Estamos ante un film oscuro, denso, triste, desesperado. Una especie de grito sordo que escarba en las posibilidades del plano fijo como espejo de emociones que en un principio "no estaban ahí", sino que deben aflorar, pero también sembrar en el espectador la duda de si lo que está viendo pertenece más a la realidad o a la ficción. Dejando aparte la insobornable militancia que provoca el cine del director malayo, a la que no quiero referirme como apoyo, veo cosas muy interesantes en STRAY DOGS, otras no tanto, pero todas tienen su parte aprovechable, y eso es muy bueno. Parece que vemos a un hombre criar a sus dos hijos en un terrible entorno de indigencia; su trabajo de hombre anuncio le da para subsistir al mínimo. Parece que la madre les ha abandonado; una col, que a la niña le sirve de muñeca, acabará destrozada como encarnación materna. Parece también que el espacio vital, compuesto por casas abandonadas cada vez en peor estado, quisiera ser al mismo tiempo espacio emocional de su protagonista, puede que sumido en una depresión. Así lo parece, pero Tsai Ming-liang se deja llevar poco por estructuras asumidas y se obstina en el aglutinamiento de imágenes adocenadas en busca de una extraña frescura. Es como si un vertedero pueda ofrecer una flor, así la representación de la familia feliz se ve rodeada de paredes negruzcas y despellejadas por un incendio... o así lo parece...
La polémica y tremebunda escena final hace honor a su fama. Ahí, lo siento mucho, sólo caben dos interpretaciones: broma o magisterio.
Saludos.

lunes, 16 de marzo de 2015

D. W.: El padre del cine #10



Griffith ha sido uno de los directores que más y mejor han "reinventado" la Historia, los grandes momentos históricos, conformando la imagen histórica cinematográfica, deudora y a la vez tan lejana de la literaria. Con mano firme, NURSING A VIPER relata un momento francamente escabroso y que luego ha servido como base a multitud de guiones y en muy diferentes géneros. En la Revolución Francesa, un noble logra escapar a una muerte segura y encuentra un inesperado refugio en la casa de un republicano que se apiada de él, sólo para darse cuenta de la vil naturaleza de su improvisado huésped, lo que cambiará drásticamente la situación.




Un caso particularmente remarcable es el descrito en A CORNER IN WHEAT, donde Griffith muestra una punzante crítica social, al describir el terrible contraste entre la miseria de los trabajadores del campo y la irrefrenable opulencia de los especuladores, que juegan con el precio de los alimentos a su antojo. El montaje no puede ser más revelador. Por una parte, el humilde sembrador, que supone la base de la economía; por contra, las fiestas y despilfarros de quienes se enriquecen sin producir nada. Y en el medio quienes lo sufren al no poder pagar precios abusivos. Un tema ya no de actualidad, sino casi de perpetuidad, y a la que Griffith corona con una venganza nada sutil y que alguien puede rastrear en cierto film de Peter Weir.





Y de repente, de nuevo el genio resplandece sorpresivamente en una aparentemente insignificante pieza cómica de apenas tres minutos. THOSE AWFUL HATS es una absoluta maravilla, tanto en lo técnico como en lo argumental, ya que su plano secuencia de toma única (si Iñárritu lo permite, claro) de tres minutos contiene tantas revelaciones como ingenio. Griffith es capaz de inventarse una de las primeras transparencias conscientes del cine, y lo hace nada menos que insertando ¡una proyección de cine!, ante la que van desfilando diversas personas. Con un sentido del humor gamberro e irreverente, insta a las damas a que se quiten sus aparatosos sombreros cuando acudan a ver una película... porque si no lo hacen, corren el riesgo de ser lteralmente devoradas por un monstruo mecánico... ¡Increíble!... ¡Genial!...




Griffith también gustaba de acercarse a la figura de personajes relevantes, aunque siempre fue discutido su poco rigor en dichos retratos, prefiriendo una fabulación que no siempre era acertada. En el corto curiosamente titulado EDGAR ALLEN POE (y hay poca concordancia con el extraño cambio en el nombre), el escritor es mostrado como quizá nunca lo hubiéramos imaginado, preocupado por el estado de salud de su esposa y desesperado por encontrar una inspiración que le llega de repente, en la inesperada transformación de un jarrón en un cuervo negro. De ahí sale su celebérrimo poema, que se apresura a vender, aunque encontrando unánime rechazo. Lo más destacable, la fidedigna caracterización de Herbert Yost y, una vez más, el tremendo montaje de su director.

... Y, saludos...

domingo, 15 de marzo de 2015

Rincón del freak #188: Ariadna en su laberinto



Me preguntan desde el otro lado. "¿Pero hoy no es Domingo?"... Sí, es Domingo.
Necesito hacer dos lecturas infrapuestas para explicar y explicarme BIRDMAN sin tener que cerrar el chiringuito o reprocharme el no hacerlo. Antes que nada, reconozco que la Academia me sorprendió, no esperaba que ésta fuese la ganadora; pero debo aclarar que la comento hoy no por eso, sino única y exclusivamente por lo que es, lo que significa su propuesta en un momento particularmente turbulento para el séptimo arte... si es que aún cobra sentido dicha nomenclatura.
BIRDMAN empieza como la película que un director mexicano presenta en Hollywood. Un objeto cae del cielo y un crepúsculo adorna una playa de medusas. Eso es Carlos Reygadas o yo soy bético de toda la vida. Pero a Carlos Reygadas no le van a dar un oscar porque enseña pollas y chuminos (conste que opino que Reygadas es aún más insoportable que Iñárritu)... Proseguimos hasta la hija bastarda de todas las falacias: el plano secuencia único. Porque o lo haces o no lo haces. Iñárritu no sólo no lo hace, sino que hace ver que lo ha hecho, y eso está muy mal. Esto es doblemente insoportable (a mí me dolían los ojos) porque obtenemos un demoledor Grindcore visual que se repite constantemente. Esto es: cámara pegada a Michael Keaton, que tiene que decir algo importante, entonces entran en escena otros personajes y la cámara zumba como una avispa a sus rostros (eso, para Iñárritu, es una puesta en escena); cuando han soltado lo que tenían que decir, suena un solo de batería y uno de los personajes (no necesariamente Keaton) sale corriendo, siempre corriendo, por los pasillos del teatro, donde siempre hay gente cargando cajas, hasta que ese personaje se vuelve a parar y a soltar otro lúcido speech.
Así, durante dos horas.
El mejor momento de BIRDMAN es curiosamente el que más se presta al sonrojo: Keaton está en un bar, mojando sus pavorosas intrigas, y se acerca hasta una crítica con fama de severa a la que intenta lisonjear para que favorezca su gilipollesca adaptación de Carver. La crítica lo mira como a un insecto y le dice que lo va a destrozar, no por nada, sino porque su obra es una puta mierda. Keaton monta en cólera y le escupe en la cara que quién se ha creído que es ella sino una arrogante que no arriesga ni un centavo en escribir tonterías etiquetadas. Perfecto, Iñárritu se acaba de describir a sí mismo sin quererlo, aunque haya tenido que acudir a Woody Allen para ello, claro...
Sólo un par de cosas. El hecho de que BIRDMAN sea lo mejor que ha hecho Iñárritu desde AMORES PERROS era algo que caía por su propio peso, porque su trayectroria desde entonces no ha podido ser más lamentable. Y también quería terminar diciendo que yo pensaba que un diálogo o un monólogo repleto de fuerza lo era por su contenido, no porque lo digan gritando... Sólo era eso...
Saludos.

sábado, 14 de marzo de 2015

Impresión imprecisa



A mí me tienen que explicar dos cosas: qué pintaba SELMA en los oscar, más allá de su intensa reivindicación de Estados Unidos como luchador por los derechos civiles, y cómo se concilia eso con el film de Eastwood.
Estrictamente hablando, SELMA es un biopic (¡otro puto biopic!... ¡¿es que no hay personajes originales?!...) sobre la inconmovible figura de Martin Luther King, el gran mártir de la causa de la población de raza negra en un país al que le costó darse cuenta de su propia diversidad cultural. Es una buena película, correcta, rodada con nervio y mimo por sus bien trazados personajes, pero le falta algo para que perdure en el tiempo y nos lleve de la mano junto a la controvertida marcha que supone su leit motiv central.
Problemas: el guion no cuenta ni una coma más de lo que ya sabíamos. Si no lo sabíamos es porque no habíamos mirado en esa dirección. Y además, en una película basada en sus personajes, y que se explaya hasta rebasar las dos horas de duración, uno no puede tener la sensación de que esos mismos personajes aparecen y desaparecen a dedo, como ocurre con el entorno de King, del que obtenemos siempre más presencia física que motivos explicatorios sobre su función y materia.
Mi explicación es la contraria a la que expuse para BOYHOOD. La directora Ava DuVernay, a la que le queda pulir muchísimo su estilo, proviene del gusto por la alteridad roma y meñical de Sundance, y me parece que esto le ha pesado en la traslación a un momento crucial del Siglo XX, tan importante que aún nos sorprendemos de que haya pasado tan poco tiempo. Y, una vez más, los actores salen reforzados y vencedores, porque también aquí están magníficos.
Saludos.



viernes, 13 de marzo de 2015

La tormenta de arena



AMERICAN SNIPER termina como debe, pero lo hace imprecisamente, con el vaivén de sus nerviosas imágenes desde la gigantesca tormenta de arena que marca la retirada definitiva del francotirador Chris Kyle del campo de batalla. Antes, en dos horas más largas de lo que deberían, Clint Eastwood tiene tiempo de repasar EL SARGENTO DE HIERRO, INVICTUS o BANDERAS DE NUESTROS PADRES, una miscelánea de sus proyectos más impersonales. Apenas reconozco al gigante con mano maestra de GRAN TORINO, MILLION DOLLAR BABY o SIN PERDÓN; pero a estas alturas yo se lo perdono casi todo, porque Eastwood se ha vuelto un "pasota con conciencia", a menudo sospechosamente reaccionaria. No es una gran película, al menos en términos estrictamente filosóficos, pero le reconozco un brío en las escenas de acción mejor que, por ejemplo, los botones de la Bigelow, que vendría a ser su reverso cerebral. En suma, una película que aporta poco a la filmografía de su director, pero que a Bradley Cooper le viene de fábula para ir quitándose poco a poco la etiqueta de actor cómico; su composición tiene algo del hieratismo (involuntario) de Stallone y la sorna asesina del mejor De Niro, un personaje que no puede salirse de su planicie moral e ideológica y cuya psicopatía siempre encuentra un conveniente escape en un patriotismo a veces desmedido y de manual del fotógrafo de postal (banderas ondeantes, el solvente contrapicado, el enemigo gritando siempre más que tú...). Además, este debe haber como quince o veinte películas mejores, aunque no todas estaban nominadas, claro...
Saludos.

jueves, 12 de marzo de 2015

Contemplar el río o mojarse



De nuevo cubriendo cuotas, THE THEORY OF EVERYTHING es perfecta para los oscar de este año. También británica, también un biopic "a la mayor gloria de..." y también con una interpretación principal lo suficientemente enfática como para no pasar desapercibida en, digamos, algunos años. Eso es la película, y no está mal como leve acercamiento al estrato más ligero de su protagonista; el problema es que su protagonista es Stephen Hawking, quizá el último hombre capaz de variar el curso de la historia de la humanidad. A lo que me refiero es a que la película está bien, entretenida, con dos actores realmente estupendos, y con un tono de desenfado que muchos hemos detectado en las palabras de Hawking, que siempre ha sido un excelente comunicador. Esto hubiese cambiado una enormidad si se hubiese cogido al Hawking ya postrado, por lo que su enfermedad no sería tan decisiva en la narración, deliberadamente enfocada al proceso de transformación de Eddie Redmayne, a la postre ganador del premio a mejor actor. Tengamos en cuenta, además, que el film se basa en el libro escrito por Jane, esposa de Hawking durante dos décadas, y no digo que lo que cuente no se ajuste a la realidad o que no tenga su interés, pero palidece ante una mente de la que apenas nos es permitido contemplar simples destellos de intuición, como si fuese más un iluminado que un descreído ateo, que es lo que es, claro. Si ustedes son de biopics de mesa camilla es su película; si lo que quieren es que se les desencaje la mandíbula escuchando a un tipo demostrar que dios no existe, entonces vean A BRIEF HISTORY OF TIME, el magistral film de Errol Morris.
Saludos.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Un hombre como una máquina



Empieza aquí la (atrasada) recta final del repaso a las nominadas al oscar'15.
THE IMITATION GAME. Acabaríamos antes diciendo que THE IMITATION GAME es, simplemente, una película aburrida; si me apuran, increíblemente aburrida, teniendo en cuenta el apasionante tema que trata, y que queda reducido a un jueguecillo de Domingo para aspirantes a señor inteligente, versión "escribo en Facebook". Vale, Benedict Cumberbatch está bien, ya me he enterado; los que no están bien son los críticos que han basado su valoración estrictamente en el trabajo del actor británico y han pasado por alto los terribles fallos de montaje, el cutre terminado de las escasas imágenes de guerra y la sensación de que la Segunda Guerra Mundial se ganó en un pub brindando con pintas... y me parece que no fue así. Malgastar dos horas en todo esto es una estupidez, y mucho más cuando se tiene, al fin, la oportunidad de abordar una figura tan crucial como oscura. Alan Turing quedó él mismo encriptado para la historia por su condición de homosexual, de nada le sirvió ser la mente que logró descifrar los mensajes en clave del ejército alemán; y quizá un documental habría sido más revelador y menos sensacionalista, porque hay que tener cuidado en saber dónde acentuar con exactitud para no desbarrar hacia el mero cotilleo sin fundamento. El dato de que existe más química entre Benedict Cumberbatch y su máquina, "Christopher", que con una Keira Knightley más alelada que de costumbre (que ya...), lo dice absolutamente todo sobre un film que yo no tildaría de frío, sino solamente soso y un poco ridículo.
No, no me ha gustado, pero al noruego Morten Tyldum no le faltarán los encargos en el próximo lustro...
Saludos.

martes, 10 de marzo de 2015

En qué flores descansar



Si no he perdido el hilo, la cronografía que habíamos marcado antes del parón de la semana pasada nos disponía hoy ante otra de las nominadas a los oscar en el apartado de animación. Y creo que dije que era la mejor de todas, pero no quiero ni insultarme a mí ni a nadie. KAGUYA-HIME NO MONOGATARI (EL CUENTO DE LA PRINCESA KAGUYA) parecía una especie de broma pesada de la Academia de Hollywood; enclavada entre productos infantiloides y clónicos, se trata de una hermosa obra de arte, delicada y severa a partes iguales, y que además se desmarca del "canon" Miyazaki pese a ser uno de los proyectos más ambiciosos del estudio Ghibli. Le falta, es cierto, algo más de fluidez para que sus dos horas y media no se le atraganten a más de uno, pero seríamos imprecisos si no destacáramos que su narrativa no se corresponde con las convenciones occidentales, sino que crea meandros imposibles por los que este cuento antiquísimo (del Siglo IX) transita con un propósito principal, que es la imposibilidad de conciliar mundos opuestos, que en este caso es el de los humanos y una princesa de origen sobrenatural. Sin embargo, el elemento humanista nunca ha abandonado a Takahata a lo largo de su obra, y más que un cuento de hadas y fantasmas, ...KAGUYA es una lección acerca de cómo no podemos elegir nuestro destino, sino que son más bien "los otros" quienes lo hacen, marcando decisivamente nuestra existencia. Visualmente deslumbrante y conceptualmente majestuosa, es una película que no está hecha para todos los paladares, ni siquiera para el público nipón, que la apoyó discretamente; pero sólo sus primeros diez minutos, y también los diez últimos, pueden estar entre lo más impactante que he visto este año. En mi opinión, imprescindible.
Saludos.

lunes, 9 de marzo de 2015

D. W.: El padre del cine #9



Antes que nada, me gustaría disculparme por una ausencia ajena del todo a mi voluntad y que nunca hubiera sido deseada, excepto para lo que ha servido, que es intentar recuperarme de una agenda atropellada y saturada, que me ha obligado a, según se dice, "parar el carro".
Pero como siempre he defendido las virtudes medicinales de la escritura, debemos continuar con este largo repaso a la figura del señor Griffith.
THE GOLDEN LOUIS es un pequeño y triste cuento de aires dickensianos, en los que sobresale la cruda imagen de una niña obligada a mendigar en una fría noche y que cae exhausta sobre unas escalinatas; un hombre se apiada de ella y le deja un Luis de oro, pero apenas tiene fuerzas para darse cuenta. Lo llamativo viene luego, cuando la niña despierta, pero la moneda ha desaparecido en manos de un jugador, que apuesta, gana y repentinamente va en busca de la pobre desgraciada para darle sus ganancias, aunque quizá no llegue a tiempo...




En cambio, THE SEALED ROOM es un terrorífico relato de Edgar Allan Poe, en el que un rey descubre la infidelidad de su esposa con un bardo. Preso de la ira, no se le ocurre otra venganza que emparedar vivos a ambos en la habitación que les sirve de escondite. Probablemente se trate del primer film que de forma tan evidente usa la puesta en escena en busca de un clima de angustia progresiva y que abunda en la obsesión del escritor norteamericano con los enterramientos en vida.



Asimismo, THE LONELY VILLA es un estimable anticipo de ese subgénero de "encierro y acoso", que tanta trayectoria ha tenido en el cine norteamericano. Se trata de una banda de ladrones que, con el propósito de robar una casa, primero urden un plan para alejar al padre y luego acorralan a la madre y sus tres hijas en una habitación, donde su única salvación parece depender del funcionamiento de un teléfono. No se puede meter más suspense en ocho minutos.




THE CURTAIN POLE es más un trabajo de Mack Sennett que de Griffith, al menos en cuanto a su concepción, descaradamente orientada al slapstick desenfrenado e incontrolable. De hecho, su argumento no puede ser más absurdo (entendiéndose "absurdo" como un mecanismo cómico): Sennett, exageradamente caracterizado, rompe la barra de una cortina; el simple hecho de salir a buscar un repuesto, sumado a su torpeza innata, provoca un caos en las calles que involucra a policías, tenderos, transeúntes y cualquiera que se interponga entre este curioso personaje y su objetivo, que es reponer cuanto antes el estropicio. Divertida, pero menor...

... Y, saludos...

domingo, 1 de marzo de 2015

Rincón del freak #187: Ya se puede inflar hasta a un robot



A ver. Esto lo puedo empezar por el pricipio, y alargarme, o por el final, y ahorrar en sufrimiento.
Está Pixar y está Disney. Disney no es Pixar. Disney quiere ser Pixar, pero, insisto, no es Pixar.
Pixar ha evolucionado el producto infantil hasta desembocar en una narrativa ingeniosa y repleta de intenciones. Disney hace productos infantiles. Que un producto infantil le guste a un adulto no significa nada más que el producto infantil está bien hecho. Nada más.
Y ahora: en los oscar deberían empezar a plantearse el apartado "mejor película infantil". Porque este año, en animación, e independientemente de la depuración técnica, ha habido cosas muy mejores que BIG HERO 6. Una estaba nominada, y la otra no. Y ojo, que ni siquiera menciono el embrollo de la animación digital...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!