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viernes, 20 de enero de 2023

Marilyn Peaks


 

Todo en BLONDE es ensoñación, no un sueño, sino la transmisión de la sensación de estar soñando. Es el principal hándicap, pero también su único valor real. Más que un personaje, lo que Andrew Dominik construye es un traje, una funda pretérita, que funciona magníficamente en las escenas oníricas, pero no son creíbles al bajar a tierra y pretender narrar de manera convencional. La suerte es que toda la estructura parece obedecer a este duermevela, alucinado y etílico, que nos habla de la fragilidad de una mujer traumatizada por una infancia junto a una madre desequilibrada y un padre desconocido. Sin solución de continuidad, saltamos a los inicios de Marilyn Monroe, una vez ha dejado atrás a Norma Jean. Sus escarceos en un triángulo amoroso, el encasillamiento como "rubia tonta", el deseo de ser madre, la sensación de no dejar de ser nunca una niña pequeña, sus dos matrimonios, sus tres abortos, su incapacidad para encajar siendo ella misma, quizá porque nadie era como ella. Es encomiable el trabajo de Ana de Armas, concediendo parte a la iconografía de uno de los iconos más importantes del siglo XX, pero dotándolo de una entidad interesante a la hora de corporeizar sus miedos e inseguridades. Es un poco larga, un poco repetitiva, y sórdida (atención a la escena con el presidente Kennedy), pero también ayuda en cierta manera a no frivolizar sobre la trituradora de carne hollywoodense, las muchas sombras que se necesitaban para mantener las luces brillantes encendidas. Toda la parte final pertenece al género de terror, y es inevitable no pensar en Lynch, y más concretamente en INLAND EMPIRE, que creo que es la gran inspiración de este film oscuro e incómodo, no tan magistral como podría haber sido, pero desde luego un reto bastante bien resuelto.
Saludos.

viernes, 12 de agosto de 2022

Hagiografía a la contra


 

Esta es la historia de Mark Read. El tipo era otra cosa, alguien bruto, de frente, sin una sola doblez. Como él mismo se definía, un buen tipo sin suerte. En realidad un asesino, un convicto por más de 20 años, un amigo que te apuñalaba o te cortaba los dedos sin ninguna acritud. Luego salió, se dedicó a dar entrevistas, escribió algunos libros y se murió de cáncer hepático. CHOPPER fue el debut de Andrew Dominik, un director con un gran talento para peinar a contrapelo, ponerte en imágenes exactamente lo contrario que irías a esperarte, y este extrañísimo biopic lo atestigua. Pero CHOPPER es, sobre todo, Eric Bana, entonces desconocido, y que aquí dio muestras de su gran talento para resultar tan cómico como brutal, como parece ser que era este tipo tan peculiar, prácticamente un sociópata en busca de aceptación, lo que me parece que contraviene cualquier manual psicológico. Es un film hecho a martillazos, que desdeña cualquier linealidad, pero en el que refulgen muchos cines de esos que llamamos "incómodos", desde Sam Fuller hasta el reciente S. Craig Zahler. Y han pasado 22 años de su estreno, y todavía se queda uno rascándose la cabeza preguntándose qué diablos ha visto, y si no lo ha visto ya todo...
Yo recomiendo verla dos veces seguidas, pero tampoco sé por qué...
Saludos.

viernes, 1 de noviembre de 2019

El porqué de la búsqueda



Seré breve. Si han visto la primera temporada de MINDHUNTER, no se pierdan la segunda. Si no la vieron, están tardando en verla... y después correr a ver la segunda. El artefacto creado por por David Fincher y Joe Penhall se vuelve aún más esquivo, críptico y espeluznante, y, al igual que en la primera, esta segunda temporada vuelve a prescindir de la acción y/o truculencias. Lo bueno es la investigación, la lógica de los acontecimientos y cómo este submundo, oscuro y opresivo, de los asesinos en serie va afectando a los agentes del FBI Ford y Tench, especialmente a este último, que ve a su familia derrumbarse poco a poco, sin que pueda hacer nada. Menos enfocada a las espectaculares entrevistas de la T1, casi la totalidad de sus nueve episodios se centran en la oleada de crímenes que sufre la ciudad de Atlanta, y que al ser todos niños nefros levantan la sospecha sobre algún grupo supremacista. Sin embargo, la realidad termina siendo mucho menos evidente y más aterradora. Los actores, el guion, el ritmo, la música, todo encaja perfectamente para facturar una continuación igual de elegante y elocuente. Una serie en la que, por ejemplo, hay un momento cumbre (antológico, en mi opinión): nada menos que una entrevista con Charles Manson...
No se la pierdan.
Saludos.

jueves, 14 de febrero de 2013

El estado de algunas cosas



Me parece que nadie o casi nadie ha entendido de qué va KILLING THEM SOFTLY; pasó lo mismo con THE ASSASSINATION OF JESSE JAMES BY THE COWARD ROBERT FORD, que sirviéndose de una historia cuasimitológica nos ponderaba qué lugar puede llegar a ocupar un film que no sólo busca su tiempo, sino que vibra con el mismo y se desacomoda con cada sacudida. Esta película agria, oscura y, sobre todo, desmoralizante, no habla de lo que realmente habla, o de lo que debería hablar según sus imágenes; no es "otra película que podría haber dirigido Scorsese o Tarantino", sino el exabrupto surgido del suicidio de todo un sistema de valores, que a fuerza de mixturas impenitentes ha terminado por parir a su hijo más bastardo. Esto queda reflejado, por ejemplo, en que el protagonista no es el peculiar asesino a sueldo interpretado por Brad Pitt, sino cómo éste se enfrenta dialécticamente a cada personaje que se le va poniendo por delante. Así, el discurso consciente e indagador toma la forma de un monstruo de mil cabezas al que no se puede eliminar nunca del todo. Pitt (aquí llamado jocosamente Jackie Cogan...) no para de dar vueltas sobre el problema que se le presenta (la resolución de una serie de atracos a una red de juego ilegal) al mismo tiempo que reflexiona sobre qué lugar ocupa cada pieza/personaje y cómo ha de afectar al fin último: matar a quien corresponda sin que quede rastro. El espectador sabe todos los detalles, así que no ha lugar al relato gangsteril ni de intriga, lo que realmente desenfoca la percepción inicial son esos tremebundos diálogos que se van abriendo paso como un gusano en una manzana, hacia el corazón del "asunto". Richard Jenkins lo recibe en un coche, con su apariencia de funcionario gris y dice representar a "alguien"; podemos intuir que A va a mezclarse con B (ahora que este término está tan de moda), que hay algo innombrable pero que flota en el ambiente (políticos, banqueros, jueces...) y que necesita a alguien como Cogan para no mancharse las manos. Este falso antihéroe transitará desde el frustrado negocio con un antiguo socio al que vislumbra acabado (espectacular James Gandolfini) hasta la localización de uno de los dos tipos a los que hay que eliminar y que queda empequeñecido en un diálogo memorable; pero también quedará un último resquicio por el que nos llegan las palabras de un Barack Obama despojado de su aura mítica de salvador de la patria. Cogan justifica sus atrocidades mirando directamente a quien proclama un país limpio y a salvo de manipulaciones; y en este apabullante tour de force nadie queda impune, ni siquiera alguien inocente, y eso es muy muy jodido y muy desesperanzador.
Saludos sutiles.


miércoles, 25 de marzo de 2009

Reescribir la historia

THE ASSASSINATION OF JESSE JAMES BY THE COWARD ROBERT FORD. Pongo ya el título porque si tengo que repetirlo me quedo sin reseña que valga.
Andrew Dominik es uno de esos jóvenes directores que va a dar mucho que hablar de aquí a poco; un director a lo Fincher o a lo Aronofsky, interesado en explorar, en arriesgar, incluso exponiendo un posible reconocimiento. Quizás por eso pasó esta colosal cinta tan desapercibida, por no mirar tanto a las necesidades del voraz espectador contemporáneo e intentar desarrollar una historia llena de matices y dobles sentidos. Para entendernos, la película vendría a ser un cruce bastardo entre THE DEPARTED, de Scorsese, y las amorales aventuras del Ripley de la Highsmith. Son 160 minutos, sí; y a veces parece que se va a quedar corta y otras que le sobra la mitad. Pero me parece que desarrollar esta compleja historia, en la que todos se esfuerzan en ocultar sus verdaderos propósitos, justifica dicho metraje. La azarosa vida de Jesse James ha sido abundantemente mostrada tanto en literatura como en cine; aquí, Brad Pitt le da vida más que correctamente (algo está cambiando en este muchacho), sin tirar en exceso de sus habituales tics. Digamos que estamos ante un extenso tratado sobre la cobardía, sobre el peligro latente de los cobardes, aunque yo no estaría tan seguro. La banda de James se disuelve tras un último atraco y éste, receloso, va en busca de cada uno para asegurarse de que no le van a delatar; todos temen a Jesse James, pistolero de carácter impredecible, padre de familia durante el día y sanguinario forajido por la noche. Sin embargo, por ahí andaba un tal Robert Ford, el hermano pequeño de uno de los integrantes de la banda. Ford logra ganarse a James con sutileza, adoptando sus modos y con la dosis justa de adulación. Durante la primera parte del film, casi todo lo que vemos es esta ceremonia de asimilación, el gran acierto llega en la segunda parte, donde se produce un intenso juego emocional-psicológico. Intuimos que James ha descubierto las intenciones de Ford ¿le matará?... No, inmediatamente después de una humillación viene la amistad, la camaradería. Dominik descoloca continuamente al espectador, Robert Ford, Casey Affleck, imponente, con trazas de grandísimo actor, es esa hormiguita capaz de controlar todo lo que pasa a su alrededor, un falso cobarde, un trasunto de Ripley trasladado al marco de un extraño, casi metafísico western. Y al final, una más que saludable sensación: hay vida más allá de Eastwood.
Saludos cobardes.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!