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martes, 25 de abril de 2023

Una píldora te hará más pequeño


 

Les voy a resumir en qué consiste una cosa como ANT-MAN AND THE WASP: QUANTUMANIA. Todo, absolutamente todo. Todo lo que se pueda reciclar, aprovechar, copiar de hecho, bienvenido sea, porque no es este mundo de quienes proponen, sino de quienes saben disponer. Lo de Marvel languidece en cosas como ésta, en artefactos que están a años luz del homenaje rendido, y que directamente tiran de un manual de fórmulas intercambiables e inocuas. En la misma frase están Kang y Baskin Robbins. El héroe va a salvar algo, suponemos que el universo entero, pero tampoco podemos estar muy seguros. La cosa es que si nos llevamos el campo de batalla a un lugar inconcreto (¿Quantico?) nos ahorramos daños colaterales molestos a la moral de los triunfadores ¿Quienes son estos? Más que nunca, la unidad familiar, ese magnífico bálsamo contra conquistadores totalitarios. Del barrio hasta el infinito, saltándose todas las inconveniencias paradójicas, y adelantando cada línea de guion por si se angustia algún consumidor de la llamada "nueva raigambre". De ellos es el MCU, porque así se ha querido y permitido.
Horripilante.
Saludos.

jueves, 5 de mayo de 2016

El creíble hombre menguante



Las diferencias entre la obra maestra de Jack Arnold y el tímido homenaje de Peyton Reed a uno de los primeros y más interesantes personajes del universo Marvel son tantas y de tan diverso calado que parece una broma si quiera compararlas, aunque tanto Stan Lee como Jack Kirby, los padres de la criatura, nunca ocultaron de dónde les vino "la inspiración". Y de nuevo nos vemos forzados a diferenciar un producto de otro si no queremos acabar demasiado pronto con lo que no es más que un poco más de argamasa al edificio que la compañía lleva ya años construyendo. Aquel Hank Pym era fascinante desde cualquier punto de vista, un genio científico que había logrado controlar al átomo y modularlo a su antojo; el resultado fue un superhéroe que podía llegar a medir apenas un par de centímetros, o por el contrario aumentar varias veces su estatura.
Pero no hablaré más de comics, que para eso están los blogs especializados. ANT-MAN, la película, es un ejemplo de irregularidad en tanto que no se atreve a explorar en profundidad las posibilidades cinematográficas de un punto de vista subjetivo, excepto en contadas ocasiones, en las que el ya veterano Peyton Reed (al que se ve más cómodo en los lapsos cómicos, recordemos que no en vano es el director de, por ejemplo, DI QUE SÍ) acierta en el uso de los efectos digitales, que esta vez están más que justificados para recrear una inundación en una bañera o la caída del protagonista a través de ínfimas rendijas que le van llevando de un piso a otro. Este arranque es asombroso, pero la película cae pronto en una previsible monotonía y ya nos vamos conociendo cada paso dado por unos guionistas que parecen incapaces de saltarse la cuadrícula de la viñeta. Por no hablar de un casting poco acertado, con Paul Rudd desubicado y convertido en el reverso conservador de Reynolds... ¿? Y de la omnipresencia de Michael Douglas no digo nada.
Insisto. Momentos estupendos (pocos) alternados con bostezos (bastantes)... Pero habrá secuela, y no me pregunten por qué...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!