miércoles, 31 de enero de 2018

Puestos fronterizos



Hoy me apetecía arontar un western, uno pequeñito, aunque estuviese dirigido por un grandísimo maestro. GUN FURY pasó por aquel 1953 sin pena ni gloria, pero, quizá sin saberlo, adelantaba algunas cosas que tienen su propio interés. Primero, un primitivo uso del 3D, ceñido a algunas escenas que rozan lo cómico, como el lanzamiento de objetos de una despechada señora, y que parece más una imposición de la productora que un recurso estilístico. Por lo demás, y teniendo en cuenta sus escasos 80 minutos, el film tiene un arranque bien construido y repleto de brío dialéctico, con constantes guiños a LA DILIGENCIA y un puñado de actores, que en su irregularidad, mantienen el tono. Y eso que no es un incipiente Rock Hudson quien acapara el protagonismo, sino más bien su compañera, la siempre correcta Donna Reed, aquí en el papel de su prometida, y a la que le pasan mil avatares. Ella se dirige a encontrarse con él, pero en la diligencia viajan dos ladrones, que además de robar el botín de un comerciante disparan al novio y raptan a la novia. Sin embargo, las desavenencias en el grupo de malhechores dejará un resquicio abierto, con lo que los captores pasarán a sr perseguidos. Completaban el reparto algunos ilustres secundarios, como Phil Carey o Leo Gordon, además de otro grande que comenzaba a despuntar en pequeños papeles, el inmenso Lee Marvin. Un coqueto divertimento, delicioso para los incondicionales del género y que salva sin problemas alguna que otra aburrida tarde de invierno.
Saludos.

martes, 30 de enero de 2018

Wajda. Brillo y dominio #22





Salvando los miles de problemas que se ha propuesto imponerme Blogger por hoy, llegamos por primera vez en este monográfico a un fiasco anunciado. La adaptación que hizo en 1976 del celebérrimo relato de Joseph Conrad "La línea de sombra", no sólo es uno de sus peores films, sino que no siquiera parece hecho por él mismo. SMUGA CIENIA (que es su título original) es la constatación de la impotencia del cineasta ante el escritor, una deslavazada suma de despropósitos que comienza por la completa ausencia de profundidad psicológica en unos personajes a la deriva, literal y metafóricamente. Y, pese a no ser un film excesivamente largo, contiene una hoa entera de preparativos y diálogos que están sacados tal cual de las páginas del libro, pero que no consiguen preparar al espectador para una egunda parte aún más desastrosa, consistente en la filmación de la cubierta del barco en el que los personajes van languideciendo. Hay una versión que dice que el proyecto (una improbable coproducción entre Gran Bretaña y Polonia, para la televisión pública polaca) realmente fue una cabezonería del propio Wajda, que siempre soñó con adaptar a Conrad (recordemos que de ascendencia polaca). Hoy, es un film justa y totalmente olvidado, y si pudiésemos nombrar algo destacable me quedaría apenas con el que es uno de los primeros trabajos de un por entonces desconocido Tom Wilkinson, hoy uno de los actores más reconocidos y laureados del panorama internacional.
Saludos.

lunes, 29 de enero de 2018

Manual de lucha y libertad #9



Parece algo surrealista, una broma de mal gusto, que la larga tradición de ejecuciones en este país apenas ocupe un par de párrafos perdidos. Y aún peor, que se suela circunscribir a una cierta "crónica negra", desvinculándola por completo de quienes eran sus verdaderos responsables, acaso quienes firmaban las sentencias sin que les temblara el pulso. Lo otro, es verdad, nos retrotrae a una España subnormalizada, en la que las ejecuciones, salpicadas de morbo barato, tenían legiones de seguidores en el cátodo directo. QUERIDÍSIMOS VERDUGOS es el brutal testimonio que nos dejó Basilio Martín Patino, a modo de veraz esquela, mediante el impagable retrato de los tres últimos "ejecutores" del régimen, ya en sus estertores. Los tres no dudan en señalar a la miseria como el único motor que les empujó a desempeñar tan terrible cargo, y con gran naturalidad, entre copas, viandas y cigarros, recuerdan algunos de sus momentos "estelares". Al mismo tiempo, bajo las columnas amarillas de "El Caso", se despliega aquella España de vencidos y temerosos, pendiente de cualquier cosa que no le trajese problemas de conciencia, y hasta una muerte justificada servía para eso.
Basada en una idea original del escritor Daniel Sueiro, QUERIDÍSIMOS VERDUGOS es una obra profundamente valiente, y honesta; que muestra sin juzgar y elabora un discurso tan crítico que no hay un solo estamento que se libre de su severa mirada. Ni la familia, ni los médicos, ni la policía, ni los periodistas, ni la sociedad misma, testigo mudo y cómplice de la barbarie y auténtica celebración de la miseria moral.
Saludos.

domingo, 28 de enero de 2018

Rincón del freak #300: En los límites de la realidad



Un conductor recoge a un autoestopista, y en mitad de la noche charlan animosamente, escuchan música, cantan, hacen adivinanzas. En un momento dado hablan sobre "The twilight zone", aquel mítico programa de televisión con episodios autoconclusivos de temática fantástica y de ciencia ficción. El conductor dice que recuerda un episodio terrorífico y bromea apagando las luces, lo que asusta a su acompañante. Luego, éste le pregunta si quiere ver algo realmente terrorífico; le pide que pare el coche, se da la vuelta y...




Un hombre entra en un bar. Un hombre amargado, resentido. Un racista, un xenófobo, que culpa de sus males a los negros, a los judíos, a los vietnamitas... Cuando sale a la calle no está donde debería. Se le acercan unos oficiales nazis hablando alemán, le colocan una estrella en el pecho, intenta escapar pero todo el mundo lo delata. Luego levanta la vista y le rodean encapuchados blancos. Van a lincharlo, porque para ellos no es más que un negro. Luego está con el agua de un río vietnamita hasta la cintura, frente a él unos soldados americanos abren fuego. Él es el enemigo.
A través de unas tablas ve a sus amigos salir del bar, pero no le escuchan. Está encerrado en un tren que quizá vaya hacia un campo de concentración...




En una residencia de ancianos, todos sueñan con su juventud, lo libres que eran. Lo hacen mientras esperan la muerte tragando pastillas. Pero un hombre les propone un juego, patear la lata y ser jóvenes, aunque sólo sea por esa noche...





Una joven maestra de escuela viaja hacia su nuevo destino. En un bar de carretera conoce a un niño muy especial, al que lleva a su casa tras un accidente. Allí descubre que todos en su familia le tienen un terror reverencial, porque el niño puede hacer cualquier cosa que pase por su mente... literalmente. Su ideal infantil le ha llevado a convertir la casa en un entorno de dibujos animados. Pero los dibujos animados rara vez son amables, más bien todo lo contrario...





Un hombre en un avión. Un hombre con miedo a volar. El avión se encuentra en mitad de una enorme tormenta. Podemos masticar su miedo, su incertidumbre, su nerviosismo. Las azafatas intentan calmarlo, que duerma. Todo pasará cuando estén en tierra. Entonces mira por la ventanilla y no puede creer lo que está viendo. Una extraña criatura está en el ala, destrozando uno de los motores. Por supuesto nadie le cree, quizá esté loco, en pánico. O quizá haya algo más, algo que sin que lo sepamos se desliza hasta nuestro mundo desde una quinta dimensión donde todo es posible... Estamos EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD...

Saludos.

sábado, 27 de enero de 2018

Cuando la poesía coge las riendas



Ha llegado a mis manos una absoluta maravilla, que hasta ahora desconocía por completo y que me ha dejado anonadado. Una de esas "rarezas", tesoros que permanecen escondidos hasta que fruto de una casualidad emergen para quedarse para siempre. LE ROI ET L'OISEAU adapta muy libremente la fábula clásica de Hans Christian Andersen para construir una certera y mordaz crítica hacia los regímenes totalitarios. Bucear en la biografía de su creador, Paul Grimault, es toda una experiencia. Grimault, que empezó a hacer animación ¡en 1931!, realizó este largometraje cuando ya contaba con 74 años, aunque lo justo sería indicar que era la autoadaptación que completaba el film que Grimault nunca pudo terminar del todo en 1952, LA BÈRGERE ET LE RAMONEUR. La historia nos habla del extraño reino de Taquicardia, donde todo gira alrededor de la cuestionable figura del Rey Carlos V+3 son 8, y 8 son 16 (el nombre es genial); bizco, patizambo y secretamente enamorado de la pastorcilla que aparece en un cuadro de su propiedad... aunque todo allí es de su propiedad. La metáfora comienza tras la resurrección de los cuadros mientras el rey duerme. La pastorcilla está enamorada de un humilde deshollinador, pero los observa el retrato del rey, debidamente remodelado para que no se le noten las faltas. El rey despierta y es eliminado por su retrato, que perseguirá sin descanso a la pareja, que es ayudada por un pájaro que literalmente se las sabe todas.
El gran poeta Jacques Prévert fue el autor del guion, y se nota especialmente en cómo usa una fábula aparentemente infantil para lanzar una fuerte crítica hacia los infelices con poder, que precisamente por poseerlo todo no tienen nada que valga la pena. El final, con el poderoso robot de guerra sentado sobre las ruinas del reino, meditando sobre qué es ser libre, es de una potencia filosófica que muy rara vez se encuentra en productos que normalmente van dirigidos hacia el público infantil.
Si tienen la oportunidad de verla junto a sus hijos, háganlo porque no van a arrepentirse.
Saludos.

viernes, 26 de enero de 2018

¿Warshow?...



DUNKIRK. Christopher Nolan. Expectativas cero. Buen inicio. Cineasta en proceso de humildad. Magnífica dirección de actores. Sentido del humor cero (lo esperaba). Planos buscando la eternidad. Música insoportable. Como Herrmann mezclado con Richter. Inaguantable. Agujeros narrativos como el colador de King Kong (lo esperaba). No importa, hacía mucho tiempo que nadie filmaba tan bien los barcos y los aviones. Sin protagonistas. Sin secundarios. Sin temor al síndrome del "puente curvo". Ni demasiado larga ni demasiado corta. Sin eternizarse. Con el pelacebollas en el momento preciso. Con los saludos marciales cuando procede. Con Kenneth Branagh paseando por un puente. Con Cillian Murphy en un barquito que maneja Mark Rylance. Un hombre digno y otro asustado. Y todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión. Y a preguntarnos por qué los directores le tapan tanto la cara a Tom Hardy...
Saludos.

jueves, 25 de enero de 2018

El gótico remozado



He vuelto a ver SLEEPY HOLLOW, llevado quizá por la insatisfacción de los últimos títulos perpetrados por Tim Burton o el deseo de constatar que este director conoció tiempos mejores, que no ha sido una alucinación colectiva. La traslación que Andrew Kevin Walker realizó del célebre relato de Washington Irving, además de venirle como anillo al dedo a Burton, le permite centrarse en el dsarrollo de la historia, en vez de desparramarse por recursos estilísticos, que aportan poco y distraen mucho. La historia del jinete sin cabeza, un diabólico fantasma que aterroriza a una aldea, y a la que llega un escéptico investigador (Johnny Depp en su salsa), contiene todos los elementos del gótico clásico, con la particularidad de que Burton capta inteligentemente la socarronería y crítica social de la que Irving siempre hizo gala, y que dotaba a su prosa de ese sabor especial que la hacía única. Hay de todo: brujas, fantasmas, decapitaciones, lentes de aumento... El reparto es acertadísimo, con Depp al frente (asomando tics, pero aún comedido), una joven Christina Ricci, Christopher Walken, Miranda Richardson, Michael Gambon... Un film que ha envejecido menos que las últimas entregas de su director pese a estar al borde de cumplir veinte años, y que es de todo punto recomendable para identificar, más o menos, en qué momento exacto se le fue esto de las manos al responsable, por otra parte, de maravillas como ED WOOD...
Saludos.

miércoles, 24 de enero de 2018

La historia en progresión



AFERIM! es la constatación de la magnífica salud que sigue teniendo el cine rumano, capaz de reinventarse, de no sucumbir a la fórmula fácil y apostar por caminos poco transitados; en este caso, se trata de un estimulante cruce entre el western y la road movie al más puro estilo americano. Esto no sería nada tan extraño de no ser que el film está rodado en blanco y negro, situado a principios de XIX y sus dos protagonistas, dos alguaciles, padre e hijo, no paran de dialogar entre sí mientras emprenden la búsqueda de un esclavo gitano desaparecido de la hacienda del boyardo que les ha mandado buscarle. Así, el film funciona en varios planos narrativos, que permiten al espectador descubrir la particular personalidad de los alguaciles, pero también recibir una impagable lección de historia, y todo en un país arrasado por la miseria y en el que confluyen decenas de culturas diferentes, sin que exista la más mínima empatía entre ninguna de ellas. Un film que se ve de un tirón, como un gran plano secuencia, con el que Jude recibió el premio a mejor director en Berlín y le confirmó como una de las voces más inquietas y renovadoras del cine rumano actual.
Saludos.

martes, 23 de enero de 2018

Wajda. Brillo y dominio #21



ZIEMIA OBIECANA (LA TIERRA DE LA GRAN PROMESA) es uno de los films que con mayor y mejor elocuencia han descrito las entrañas de la revolución industrial en el siglo XIX y el nacimiento del capitalismo salvaje, mucho antes de que se supiera qué ignificaba dicho término. De hecho, no se me ocurre un título mejor en el que podría haberse inspirado Scorsese para su "lobo", tal es la obsesión por acumular dinero y propiedades de un grupo de amigos que están dispuestos a sacrificarlo todo por hacerse millonarios dominando la industria textil en Lodz. La adaptación que Wajda realiza de la novela de W. S. Reymont se estratifica en una gran variedad de ramificaciones, que permiten comprender cómo y por qué se podía y debía medrar en las diferentes capas sociales, y cómo sólo los carentes de escrúpulos tenían el éxito asegurado. Los socios son un polaco católico, otro judío y un alemán de formación luterana, aspecto éste fundamental para asistir a la transformación de todos en adoradores de u solo dios, el dinero a través del poder. Y tanto en una Polonia sumida en la penuria económica, como en los pujantes imperios alemán y ruso, la consigna siempre es la misma: los trabajadores apenas tienen importancia y se reemplazan cuando enferman o mueren, las mujeres sólo importan si tienen dinero y los negocios sólo importan si el dinero lo pone otro.
Ganadora de la Espiga de Oro en la Seminci de 1975 y elegida como representante polaca para competir por el oscar, se trata de un film que no ha perdido su vigencia y además el tiempo ha demostrado que ha influenciado a numerosos autores posteriores, sobre todo a quienes han buscado la puesta en escena de un drama histórico sin caer en sus tópicos menos estimulantes.
Saludos.

lunes, 22 de enero de 2018

Manual de lucha y libertad #8



Qué orgullosos, ahora, los que se ensañan, los que aviesan con palabras de confort, sin haber estado, recogiendo apenas los detalles convenientes de lo que era como para bajar la cabeza para siempre. CAUDILLO es (otra) una película, un documento que está más allá del adoctrinamiento facilón, un trabajo imprescindible para adentrarse en las fauces de los salvadores de la patria, seres ultraterrenos que supuestamente acudieron a la llamada divina que les suplicaba que liberasen a la pobre España de la terrible iniquidad de un gobierno democrático. Basilio Martín Patino construye más de dos horas de Historia que debería ponerse en las clases de cualquier colegio sensato ¿Por qué no se hace? ¿Qué es la Historia sino la ponderación de una verdad pretérita? Patino usó imágenes de archivo, sonidos de archivo, retazos que quizá ya habían dejado de interesar, para crear un lamento fúnebre pero valiente, tan irónico como pesimista, cuyos caminos no sólo se ramificaba hacia atrás en el tiempo, sino que el mismo tiempo se ha encargado de dar la razón, pues qué es esta España de ahora sino otra versión cautiva de aquélla que no se marchó nunca. Franco ridiculizado por él mismo, por su toma de poder sin preguntar, por su salvajismo que es el salvajismo del que no tiene hermanos; Franco caballero cruzado, padrecito de familia, meapilas hostiado de bigotito evanescente y monarca más que sobrenatural (... por la gracia de dios). Nos quejamos ahora, pero nos da miedo y vergüenza echar un vistazo hacia atrás, cuando tampoco ha pasado anto tiempo; esta obra maestra, terrorífica y genial, que en participio logra descifrar todas las claves de una ruina moral imperturbable, debería, insisto, ponerse en las escuelas, que se sepa todo y que todo se sepa.
Viva la inteligencia y que mueran los tullidos mentales...
Saludos.

domingo, 21 de enero de 2018

Rincón del freak #299: Salsa boloñesa y colmillos



INNOCENT BLOOD fue una película que pasó totalmente desapercibida allá por 1992, y pese a contar con un elenco más que notable bajo la dirección del siempre interesante Joh Landis. Quizá fuera la acusada indecisión de no terminar de encajar varios géneros dentro de un solo film, o la sombra de la autoparodia sobrevolando cada fotograma, sin concretar en una idea reconocible. El delirante guion hablaba de una vampiresa con los rasgos de Anne Parillaud (con más pelusilla que nunca...), que sale cada noche a alimentarse, aunque un extraño código la obliga a hacerlo solamente de "tipos malos", y sobre todo si son mafiosos. Así las cosas, lo que Landis cruza impúdicamente es el cine de vampiros con el de mafiosos, o el de terror con la comedia romántica y el policíaco... Demasiadas cosas para algo que finalmente apenas tiene un par de escenas remarcables y algunas interpretaciones solventes de gente como Chazz Palminteri, Robert Loggia o un joven Anthony LaPaglia; además, los efectos especiales parecían sacados de lo que sobró de aquella maravilla que Landis filmó sólo una década atrás llamada "Thriller"... ¿Se acuerdan? Pues sólo a los que la desempolvan una vez el año les puede interesar algo este extraño videoclip estirado.
Saludos.

sábado, 20 de enero de 2018

Back to the basics



Intuyo cual es el mensaje fundamental que quiere transmitir INTO THE FOREST, y no me parece mal, ni molesto, ni demasiado tramposo. El problema de esta extrañísima película ¿apocalíptica? es que carece de un sustrato lo suficientemente sólido como para que nos traguemos las inenarrables idas y venidas de una familia que paso a describirles junto a su circunstancia. Resulta que estamos en el futuro, pero no muy lejano, y apenas lo intuimos por el tipo de pantallas que pueblan la apartada casa en la que viven un hombre y sus dos hijas, tras la reciente pérdida de la madre. Una estudia y la otra ensaya exhaustivamente danza contemporánea, pero sus apacibles vidas se verán definitivamente alteradas tras un apagón eléctrico, que los deja a merced de poder ir al pueblo más cercano por provisiones. No parece probable que entonces se encadenen las situaciones absurdas, como dejar el coche sin batería por no cerrar bien una puerta, el gilipollesco accidente sufrido por el padre, pero sobre todo la actitud de las hermanas, que se siguen preocupando por nimiedades mientras su propio sustento está pendiente de un hilo. Además, lo mínimo que podía haber introducido el guion era algún indicativo de una situación mundial que se describe al borde del colapso, sin más detalles más allá de un par de apuntes que, en contraste con la desomatización de esta familia, roza incluso la comedia involuntaria. Mal asunto cuando el tono general es serio, cuando no directamente apesadumbrado. Dirige la veterana directora canadiense Patricia Rozema, en activo desde hace tres décadas, y protagonizan unas actrices que seguro hubiesen agradecido una mano más firme: Ellen Page y Evan Rachel Wood.
Saludos.

viernes, 19 de enero de 2018

Sabios e imbéciles



No creo equivocarme al afirmar que quizá sea Gus van Sant el director contemporáneo que con mayor certeza ejemplifica el paradigma de "autor esquizoide". No se trata de que sus imágenes estén impregnadas de locura o inestabilidad, sino que el grosor con el que ofrece sus trabajos alimenticios es tal que, comparados con sus proyectos personales, parecen hechos por otra persona, un primo torpe o algo así. THE SEA OF TREES parece sacada de un manual de autoayuda burdamente conservador, sin apenas un gramo de sustancia que refuerce de alguna forma la deriva de un tipo bastante imbécil (Matthew McConaughey en el peor papel que le recuerdo) que se va al bosque de Aokigahara e Japón, conocido como "el bosque de los suicidios", con la intención de morir al no poder soportar el fallecimiento de su esposa. Esa premisa no tiene por qué estar mal, pero todas y cada una de las cuestiones y respuestas que el guion va proponiendo son erróneas, simplistas, infantiloides y hasta chabacanas. El tipo es imbécil porque así nos lo presentan, porque sus discusiones en flashback carecen de sentido (o yo no se lo veo), y porque de repente parece imbuido de una revelación mística que tampoco comprendo muy bien. Para rematar, el fallecimiento de su mujer es para parar en ee mismo momento la película y marcharse, o pedir la devolución de la entrada (me consta que en Cannes hubo algo de eso), pero prefiero no contarlo, sino que descubran ustedes de qué se trata.
Básicamente, podríamos estar ante el reverso tenebroso de una película tan sugerente como GERRY, ya que también aquí hay dos hombres a la deriva, perdidos en ninguna parte y buscando una salida que no se vislumbra; pero lo que en aquélla era un nihilismo jocoso que remitía a los orígenes del cine mudo, aquí es apenas una entrega por fascículos sobre cómo ser espiritual sin abandonar el confort del materialismo.
Si son capaces de llegar a la mitad sin soltar un exabrupto, entonces el problema lo tienen ustedes...
Saludos.

jueves, 18 de enero de 2018

Las calles mojadas de París



El cine de Jean-Pierre Melville está repleto de vasos comunicantes que interconecta la práctica totalidad de sus trabajos, lo que comúnmente se denomina como "constantes", pero que aquí encierran un significado más profundo y que es necesario leer entre líneas para comprender con exactitud. Si LE SAMOURAÏ representa la cúspide del antihéroe, un asesino mudo, frío, pero con un sentido inquebrantable del honor, el antecedente directo de esta obra maestra es otra. BOB LE FLAMBEUR es la disección de la personalidad de Bob, gángster retirado y jugador compulsivo hasta el despunte del día; un tipo al que todos conocen y al que todos respetan, incluso la policía. El film arranca antológicamente, haciéndonos acompañar a Bob por su periplo de partida en partida, ganando o perdiendo, sólo parando ya por la mañana, donde observa a una joven que parece recién llegada. Melville filma los rituales, capta la atmósfera de las calles despertándose, los marineros tomando la última copa, los carteles apagándose, la calles regadas... Todo un microcosmos que nos sitúa en la órbita del perdedor digno, confiadamente resignado, que arrastra un pasado oscuro pero no pierde unos modales y unos códigos de conducta exquisitos. Bob no es un asesino, ni tampoco parece un ladrón, y acoge a la chica sólo como un padre podría hacerlo, para protegerla de un entorno que él mira desde la distancia de los años. Y entonces surge la oportunidad de un último golpe, del asalto a un casino que supondría el retiro dorado y definitivo, por lo que se pone en marcha toda una secuencia de acciones, que Melville filma como un gigantesco preámbulo y que deja al descubierto las intenciones de cada personaje. También funciona como impecable retrato generacional, y no son pocos los que la señala como verdadero manifiesto pre Nouvelle vague. Ahí está el joven atolondrado que cae rendidamente enamorado de la no-tan-inocente joven (Isabelle Corey en todo su esplendor), el chulo resentido buscando venganza, el amigo incondicional que abre cajas fuertes. Y, por encima de todos ellos, Bob, que lo ha visto todo y no quiere ver nada más, y que nunca se ha resignado a su suerte por muy malas cartas que tuviera. Roger Duchesne, antiguo galán del cine francés, interpreta a este hombre, inteligente, cautivador, amane de la buena vida, pero efectivamente, como dcíamos al principio, con un código de conducta inquebrantable. La moral, una vez más, como único refugio de los abandonados.
Obra maestra.
saludos.

miércoles, 17 de enero de 2018

En paralelo



Lo lógico es que secuelas como JOHN WICK: CHAPTER 2 se desparramen hacia la repetición enfática, aportando poco o nada a su precedente y terminando abruptamente con el conato de saga, o iniciando un inevitable camino hacia la autoparodia. Sin embargo, las andanzas de ese asesino a sueldo lacónico y atormentado parecen seguir en plena forma, al menos para los amantes del mamporro estilizado, las persecuciones de gran cilindrada y los seres despreciables con encanto. Lo que propone esta secuela es la profundización en el entorno de Wick, que sigue intentando retirarse y consumir sus días en el recuerdo de su esposa muerta, pero un poderoso mafioso le obliga a realizar un último y suicida trabajo: matar a su propia hermana, que está a punto de ingresar a la exclusiva mesa de poder (y aquí me pierdo un poco) que conforman todas las mafias del mundo. Sí, el guion es descabellado, a Keanu Reeves le dan por todos lados y la amenaza del videoclip late tras cada tiroteo interminable y la exhibición de llaves marciales. Sin embargo, hay un par de apuntes que elevan ligeramente el resultado final y que emparentan a John Wick con aquel mítico Neo. Cuando Wick ejecuta su tarea, el mafioso pone precio a su cabeza, por lo que sólo puede acudir a una persona de confianza, que curiosamente tiene el rostro de Larry Fishburne. Asimismo, el gran cerebro de la megaorganización secreta, interpretado por Ian McShane, le muestra el verdadero alcance de su poder con apenas un gesto, y le hace comprender que ya no está seguro en ningún lugar del mundo. Es, finalmente, esa vulnerabilidad, la injusticia del destino de este hombre, lo que coloca esta secuela en un apartado ligeramente superior al de cualquier blockbuster al uso.
Muy entretenida, pero a Reeves deberían enseñarle algunas llaves más...
Saludos.

martes, 16 de enero de 2018

Wajda. Brillo y dominio #20



WESELE, de 1973, con la que Andrzej Wajda obtuvo la Concha de Plata en San Sebastián, supone un nuevo salto conceptual en el cine del director polaco. LA BODA abarca el día entero que duran los festejos de la controvertida boda, a principios del siglo XX, de un poeta de clase alta con una chica campesina. Los primeros treinta minutos son frenéticos, y la cámara de Wajda persigue cada rostro, cada integrante de un baile interminable, orgiástico, en el que poco a poco afloran las distintas personalidades. Por un lado, los burgueses, familia del novio, que no terminan de comprender la elección del joven; por el otro, los campesinos, familia de la novia, que recelan de quienes les han explotado trabajando en sus propiedades. Así, en el espacio único de la casa en la que se desarrolla la celebración, asistimos al certero repaso de un país que por entonces deambulaba entre la potestad de otras naciones, con una identidad incierta y una lucha de clases en permanente estado de activación y estallido. Una película que adelanta a títulos mucho más posteriores, sobre todo en el apartado formal, de una modernidad rompedora pero sin falsos artilugios, demostrando que Wajda se encontraba en la cumbre de su carrera como director y narrador visual.
Saludos.

lunes, 15 de enero de 2018

Manual de lucha y libertad #7



Esa España que nadie parece reconocer, pero en la que refundan un presente que no les pertenece. Me pregunto por qué; qué mueve a la invocación de una amargura extinta, de una morfología destructiva y apenada. Me pregunto en qué consiste el esplendor de la miseria, de la exaltación biográfica o del escupitajo clasista. Basilio Martín Patino se hacía las mismas preguntas, incluso cuando el dictador aún coleaba, y al no encontrar respuesta elaboró una playlist con los hits del momento. Imaginen. El contraste, la sinrazón, la eucaristía filmada de un circo casi sin pan, con famélicos espectros que soñaban con capeas, chutes y zapateados de Miguel Ligero, aferrados al pan negro con una cartilla con más cruces que una quiniela. El no sentir vergüenza es sanador, arroja una capa de esmalte en aguafuerte que quema las memorias disidentes (aquello no era autoestima, era hambre). En CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA hay más crónica y más verdad que en sesudos tomos, dilatados documentos gráficos o graves (gravísimos) calambures de heredad pisoteada. Olvidar es un pecado que sólo los necios pueden atribuir a una atribución de nobleza.
Saludos.

domingo, 14 de enero de 2018

Rincón del freak #298: Los trogloditas flemáticos



RAW MEAT fue una curiosísima producción británica de 1972, auspiciada por Alan Ladd Jr. (hijo mayor del célebre actor) y protagonizada por David, su hermano menor. Nombrada (con algo de sorna, supongo) por Guillermo del Toro como su película favorita y una de sus mayores influencias, lo cierto es que se trata de una serie B de acusados torneados que la emparentan por méritos propios con la Hammer. Y, siendo rigurosos, la película tiene un problema de guion y montaje profundo, pues la mayor parte del tiempo asistimos a interminables diálogos que aportan poco o nada al desarrollo de una historia que es bastante menos excitante de lo que su engañoso cartel promocional indica. Un Sir desaparece en los subterráneos del metro tras acosar sexualmente a una mujer, aunque antes es encontrado por dos estudiantes en el suelo y confundido con un borracho. La posición social hace que el caso cobre importancia, y lo que debería ser una investigación rutinaria se convierte en un quebradero de cabeza para los servicios de inteligencia británicos. El problema es que esta "apasionante" trama se reduce a los socarrones comentarios de Donald Pleasance, que interpreta a un inspector misógino y reaccionario, y la inexplicable aparición (apenas dos minutos) de Christopher Lee con bombín y paraguas, como un agente del MI5 que no aporta absolutamente nada. El "terrorífico" habitante de los subterráneos es un tipo con pelo largo y llagas, del que sabemos que es descendiente de los trabajadores que fueron abandonados a su suerte en el siglo XIX, los cuales sobrevivieron practicando el canibalismo feroz.
Pese a poseer el cándido encanto de estas producciones de poca enjundia, el cartel de "film de culto" le queda exageradamente grande, cuando parece un episodio rodado a toda prisa de "Alfred Hichcock presenta...", por mucho que diga del Toro.
Lo mejor, ver hasta tres veces a Mr. Pleasance sacar las bolsitas de té con un dardo, mientras crepita una chimenea a sus espaldas... Sí, un despacho de policía con chimenea. United Kingdom, of course...
Saludos.

sábado, 13 de enero de 2018

Los malos buenos 4



Sin ser nada memorable, y de hecho señalando el agotamiento de una fórmula, aún hay algunos aspectos interesantes que invitan a acercarse a DESPICABLE ME 3, la ¿última? aventura del antiguo villano Gru (ahora es un agente especial junto a su esposa) y los simpáticos Minions. Y es curioso que, una vez más, sean éstos bichitos amarillos los que, en apenas un par de intervenciones, acaparen gran parte de lo mejor de un film, por lo demás bastante rutinario. El otro punto fuerte es un impagable villano, Balthazar Pratt, una olvidada estrella televisiva infantil que se ha quedado anclada en el lado más hortera de los 80. Pratt pretende dominar el mundo lanzando pompas de chicle gigantes mientras baila hitazos como "Sussudio", "Take on me" o "Bad"; un hallazgo, pese a que el corrosivo Trey Parker no pueda desatarse agusto, por motivos obvios. Todo es solvente, demasiado, como una explosión controlada que al final no es más que un pequeño petardo, y la excusa del hermano lost & found tiene bastante menos peso del que se pretendía. Una cinta, en definitiva, para hacer un poco más de caja y al menos disfrutar de las voces de Steve Carell y Kristen Wiig, que solventan con carisma esta franquicia que ya empieza a alargarse en exceso.
Saludos.

viernes, 12 de enero de 2018

No se puede planificar un suicidio



Villeneuve las tiene mejores. Ryan Gosling ya hizo DRIVE antes. Harrison Ford pega los mismos puñetazos que cuando era Indy. Ana de Armas es un holograma obvio. Jared Leto siempre será un actor incomprendido. Robin Wright siempre está muy bien peinada. Roger Deakins no tendría por qué copiar a nadie. Y Hans Zimmer tampoco, pero Hans Zimmer es un caradura tremendo. Por último, Philip K. Dick se revuelve en su tumba de cuando en cuando, pero a nadie parece importarle.
La pregunta: ¿Es BLADE RUNNER 2049 una mala película? ¿una "película mala"?
La rspuesta: No, claro que no. Está demasiado bien peinada y es adorablemente caradura para serlo. Denis Villeneuve es un prestidigitador que acopla dos horas y pico de peoncismo pedantista sobre una primera media hora que parece una escena de Budd Boetticher copulando su propio incesto con un Leone en horas de oficina. Lo que cuenta Villeneuve, al menos aquí, da completamente igual, y roza el culebrón desfasado. Todo ese rollo acerca de creaciones y orígenes, vidas naturales o artificiales es como un chiste que tienes que explicar, se reitera y pierde el sentido. Por eso está muy bien para las nuevas generaciones de envoltorio bonito y gramática genitiva, pero se alarga en exceso para viejos carcas como yo, que por lentitud entendemos, por ejemplo, siete horas de Tarr...
Es, supongo, otra película atrapada en la película que parece ser, que pretende ser; una puesta al día innecesaria y que llega nada menos que 35 años tarde. Pero a mí me encanta el cine de Villeneuve (bueno, la de las naves no), y hay algunos momentos que están muy bien filmados, y los actores (algunos) están bien dirigidos, con nervio y brío. Pero esto no es una genialidad, una genialidad es como un suicidio. Una anomalía en mitad de un planteamiento lógico. Por eso, pese a que Villeneuve es más serio rodando que Ridley Scott, aún sigue buscando el "pellizco", ese par de títulos que, rodados en mitad del caos, se han quedado para siempre en la memoria sentimental de cualquier cinéfilo.
Saludos.

jueves, 11 de enero de 2018

Supletismo. Raíces y significados de un precursor



THE OLD DARK HOUSE es, por derecho propio, un caso más que reseñable de cómo un director se adelanta conceptualmente varias décadas mediante la torsión de los mecanismos habituales del cine de género más reconocible. La función comienza con tres viajeros que se ven sorprendidos por una tremebunda tormenta en mitad de la campiña inglesa. De repente aparece un caserón destartalado y no se lo piensan; al llamar a la decrépita puerta aparece Boris Karloff repleto de cicatrices; una vez dentro, les reciben los dueños, dos siniestros hermanos que parecen más asustados que ellos. La hermana, sorda, le cuenta a la chica un intimidante relato sobre el castigo de la lujuria; el asustadizo hermano busca cualquie excusa para no subir al piso de arriba; Boris Karloff, una especie de mayordomo mudo, se pimpla una botella de ginebra y persigue a la chica. Todo parece encaminarse hacia "otro relato de horror de la Universal", pero a esas alturas ha irrumpido Charles Laughton haciendo de Sir afeminado y aburrido de su joven esposa, que cae rendida ante los encantos de Melvyn Douglas; mientras, Raymond Massey y Gloria Stuart descubren a un anciano de más de cien años que resulta ser el padre de los dos hermanos... y de otro más, del que nadie ha hablado y que permanece encerrado bajo llave. Así las cosas, EL CASERÓN DE LAS SOMBRAS (por una vez no desentona el título), más que en un film de horror convencional deviene en un dubitativo retablo de caracteres, una especie de rareza deformada y que prefiere jugar con la percepción del espectador, por si es capaz de adivinar qué se avecina tras una puerta cerrada o una mirada aviesa. Pero claro, hablamos de James Whale, al que no nos cansaremos de reivindicar como genuino autor y creador.
Saludos.

miércoles, 10 de enero de 2018

El río que va al océano



Se cumplen 35 años de RUMBLE FISH, la segunda adapación que Francis Ford Coppola realizó de la escritora Susan E. Hinton tras THE OUTSIDERS. Coppola corrige y aumenta aquélla, la despoja de cualquier trazo superfluo y toca el hueso lírico de esta extraña historia sobre moteros, pandilleros, drogas, chicas con calcetines y peces de colores. Un extenso poema sobre el fin de las peleas de bandas y el vacío existencial de los ignorantes, justo cuando les da por reflexionar y hacerse preguntas sobre qué lugar ocupan exactamente. Coppola, arruinado tras su "ataque al corazón", filmó compulsivamente estas dos pequeñas grandes joyas ayudado por todo su fiel entorno, con más intuición que cabeza, pero congregando, sobre todo, a un puñado de futuras grandes estrellas, entre las que sobresalían Mickey Rourke, Matt Dillon, Nicolas Cage, Larry Fishburne o Diane Lane. Una historia que si no pasa de moda es precisamente por su inconcreción, a la vez mezcla de aullido de libertad y lamento generacional. Mención aparte merecen su hermosa fotografía en blanco y negro, repleta de ángulos imposibles (una constante que luego Coppola usaría como sello), y la inclasificable partitura compuesta por el ex-Police Stewart Copeland, que mixturaba funk, reggae y rock clásico. No es que la Zoetrope saliera de la ruina, y la carrera posterior de Coppola se ha caracterizado por preocupantes picos de creatividad, pero aún le quedaba algo poderoso por decir, un musical sin más coreografías que las peleas entre bandas, una historia de amor para solitarios o, para simplificar, qué significan los colores desde el punto de vista de un daltónico.
Nunca tantas contradicciones configuraron tanta armonía.
Saludos.

martes, 9 de enero de 2018

Wajda. Brillo y dominio #19



PILATUS UND ANDERE (PILATOS Y LOS DEMÁS) fue un trabajo de Andrzej Wajda para la televisión alemana, una especie de ensueño informal que recreaba el juicio a Jesús de Nazaret, y sobre todo incidía en la figura de Pilatos. A partir de la obra original de Bulgakov, Wajda mezcla sin pudor la puesta en escena de época con pasajes absolutamente contemporáneos, y mezcla a los centuriones con la policía (presumiblemente la Gestapo), logrando el empeño inicial de identificar la masacre cristiana con la judía por parte de los nazis. Pese a todo, el resultado es irregular, abultado y algo monótono, con una teatralidad desnaturalizada y algunos momentos tan bizarros que no me hubiese extrañado que sugestionaran a Monty Python. Pase que romanos y nazis compartan el discurso, o que Judas robe un cuchillo de una carnicería para clavárselo a Jesús; pero ver a éste, más hippie que nunca, volando en primera clase... Hay algunos límites que en los setenta se olvidaban con facilidad.
Curiosa, nada más.
Saludos.

lunes, 8 de enero de 2018

Manual de lucha y libertad #6



Basilio Martín Patino volvió a la ficción en 1969 con DEL AMOR Y OTRAS SOLEDADES, una película ambiciosa, más que moderna, rabiosamente contemporánea, una mirada al centro de las relaciones de pareja, a sus miserias y trampas, obviando las grandezas como pequeños triunfos y catalogando mediante el psicoanálisis lo que quizá sólo sean insatisfacciones y venganzas. Del guion escrito por el propio director y Juan Miguel Lamet, esta vez las esquirlas contra el régimen franquista saltan por el otro lado, por una balbuceante nueva alta burguesía, que incorporaba a las viejas grandes familias los hombres hechos a sí mismos, pujantes por la oportunidad de ingresar en un estrato social que siempre les fue vedado. María es de las primeras y Alejandro de los segundos. Deberían ser felices, porque tienen una familia perfecta, una casa en el campo y un magnífico círculo de amistades. En lugar de ello, su relación es angustiosamente beligerante, él se escuda en su trabajo y ella en las visitas a una psicóloga; sin saber por qué discuten todo el tiempo, se echan cosas en cara y pasan la mayor parte del tiempo separados, que es el estado al que ambos parecen abocados sin remedio. Ella frecuenta la compañía de artistas, bohemios de discreto pelaje, farándula ocasional; él prefiere las huidas campestres, a la finca de su acaudalado amigo, para cazar y hacer las cosas que siempre le han ido a los recién potentados. Ella es Lucía Bosé, encarnada en su segunda juventud como intérprete, y él Carlos Estrada, el eterno doblado (bueno, ella también... Todos, en realidad). Por allí asoman muchos nombres clave de aquel tiempo: Alfredo Mañas, Joaquim Jordá, Carmelo Bernaola... Hasta sale de refilón Marisol y el gran José Menese eones antes que Poveda. En fin, una película temiblemente afrancesada, muy poquito española; con eses en las miradas esquivas, tilines de hielo y recitados a la salud de los muertos. Una película que lleva casi 50 años sin ser entendida en absoluto, desdeñada más bien, pero que ejerce uno de los retos más complicados: la cosmogonía íntima.
Sólo para paladares fuertemente exigentes.
Saludos.

domingo, 7 de enero de 2018

Rincón del freak #297: El síndrome Burger King



No se me ocurre otro término para explicar todo fenómeno cinematográfico en el que, indiferentemente de la calidad, lo que sobresale es la extraña querencia por todo lo que un europeo que no haya ido nunca a Estados Unidos identificase como "típicamente americano" e incorporase como una especie de "embellecedor". Son niños rubios masticando chicle bajo una gorra de béisbol, hombres de tez curtida y fino flequillo grisáceo que estrechan a mujeres histéricas hasta convencerlas de su protección. Puestos de perritos calientes en un parque, taxis amarillos a toda velocidad, comer en cualquier sito a toda velocidad y luces de coches policía con una monótona voz ininteligible desde una radio. Lo hemos visto demasiadas veces y lo hemos aceptado sin pararnos a pensar que no son más que elementos externos, adornos sin peso específico o salsas de sabor intenso que ayudan a enmascarar el verdadero sabor de la hamburguesa. El de hoy es sólo un ejemplo, una peliculilla del inefable Lucio Fulci, que probablemente sea de los directores que más descaradamente ha nutrido sus trabajos de dicha parafernalia, con discutibles resultados siempre, pero títulos a los que por una razón aún no explicada volvemos periódicamente sólo para verificar que el tiempo ha hecho estragos irreparables... En nuestra inteligencia también. Se llama(ba) MANHATTAN BABY, y es que ya hasta el título reproducía tan malsana fijación con la parte norte del nuevo continente...
La tienen en YouTube, no me hagan que se la cuente encima...
Saludos.

sábado, 6 de enero de 2018

Al principio...



Nunca he ocultado mi admiración y fascinación por el cine insobornable, magnético y desolado de Philippe Grandrieux, en mi opinión el gran cineasta experimental de las dos últimas décadas. Poco a poco, con lentitud paladeada, hemos ido acercándonos a la mirada de este taumaturgo de lo escondido, lo que quizá nadie imaginó que podía ponerse en imágenes. Su paso por el SEFF hace un par de años puso patas arriba a un jurado desconcertado y fatalmente indispuesto para juzgar una obra que simplemente ya iba por delante de ellos. Y eso que se trataba de una obra "convencional", todo lo convencional que puede ser Grandrieux; pero en sus dos trabajos anteriores se advierte la pulsión de la videoinstalación y el deseo de encontrar un camino virgen hacia lo que una narración al uso no permite. WHITE EPILEPSY son 68 minutos de oscuridad, un vacío de luz que comprime primero un cuerpo desnudo y luego otro; dos cuerpos que parecen estar en mitad de una naturaleza que sólo suena, que se mueven con gestos inhumanos, lentos, como en una danza de ciegos. Si no se nos explicara nada daría igual, pero la intención de Grandrieux es poner en imágenes (nada menos) la primera cópula, esa idea arcana que nos acerca al paraíso como primigenia expresión de la humanidad, y que aquí fondea los márgenes de lo que podríamos definir como la nada. Siendo exactos, los únicos instantes de luz que se permite Grandrieux son, paradójicamente, los más oscuros, y muestran a la parte vencedora, la femenina, con iluminación sobreexpuesta, el gesto una vez más animal y la sangre en los labios del homicidio postcoital. Y todo para terminar con lo único que se puede poner en imágenes antes de la extinción, la vejez, el desmoronamiento de la carne que seguirá dando paso, una vez más, al siguiente comienzo.
No se pueden explicar más cosas ni más importantes con menos imágenes.
Saludos.

viernes, 5 de enero de 2018

Rebelión en el supermercado



SAUSAGE PARTY es considerada como una gamberrada. No estoy de acuerdo ¿O acaso es menos gamberrada TOY STORY? Si en aquélla eran muñecos los que cobraban vida, aquí son los productos de un supermercado; si en aquélla el mundo giraba en torno a la icónica figura del niño que poseía los juguetes, aquí hace lo mismo con los consumidores, que son idealizados como (los) dioses. No entro a valorar la calidad de ambos films, porque pareciéndome aquella inolvidable trilogía una maravilla de imaginación e intencionalidad, ésta no lo es menos, lo que pasa es que quizá cuesta dejarse llevar por lo políticamente incorrecto, aunque (esta vez sí) el apartado técnico es deslumbrante. El argumento es, como algunas producciones similares, un refrito de las constantes orwellianas (BABE..., la misma TOY STORY), lo que ayuda enormemente a familiarizarnos con los personajes, que en este caso son salchichas, panecillos, donuts, kebabs, chicles superdotados, tacos muy "picantes" y tarros de mostaza y de ketchup y botellas de tequila y agua de fuego (que no sé lo que es) y hasta una genuina ducha vaginal convertida en el villano de la función. Las constantes alusiones escatológicas y sexuales podrían distraer a quien se deje embelesar por lo que no es más que una trampa que pugna por saltar de una situación a otra, a cual más bestia. Por otro lado, hay otra reflexión algo más inteligente y que sólo aparece si uno se da por aludido, sobre todo por el consumo insano y desmedido, y por supuesto innecesario.
Pero claro, es complicado hacerles creer a ustedes que en realidad están ante una obra de gran madurez intelectual, más que nada porque queda perfectamente desmentido en su "orgiástico" final, del que me guardo el desvelarlo...
Saludos.

jueves, 4 de enero de 2018

¿El patriota?



JASON BOURNE es la quinta película dedicada al superagente especialísimo de la CIA creado por Robert Ludlum y puesto en imágenes por Paul Greengrass. Reconozco que no he seguido la saga desde el principio, y que de hecho me ha saltado un par de ellas, porque no me interesa tanto el personaje ni las tramas que giran en torno al mismo. Lo que veo es un ensalzamiento del cachiporrazo, como siempre, solo que Bourne no es un tipo simpático ni locuaz, sino un frío y taciturno autómata que ha desaparecido de la faz de la tierra cuando ha recuperado la memoria y ha tomado conciencia de quién es y, sobre todo, por qué ha hecho lo que ha hecho. Y, hombre, tiene su mérito mirar por una vez a los recovecos del sistema, y aquí el malo es nada menos que el director de la CIA, que necesita guardar un secreto de estado a toda costa. El problema es que cualquiera se puede imaginar qué contienen esos archivos clasificados, pero desvelarlos sí sería realmente subversivo, así que es mejor seguir al incansable Bourne desde la Atenas de las revueltas y manifestaciones, donde le es entregado un USB encriptado con dicha información, para luego jugar al gato y al ratón, pues no sabemos si es perseguido o perseguidor. Entre medias, la emergente Alicia Vikander le hace la rosca a Tommy Lee Jones, mientras Vincent Cassel encarna a la némesis de un  Matt Damon aún más encriptado que el guion... El resultado es previsible, tratándose de Greengrass: un thriller que parece contar más de lo que realmente cuenta, pero que al menos ofrece un par de escenas de acción milimétricamente coreografiadas y que son el único motivo por el que uno estaría dos horas viendo esto.
Saludos.

miércoles, 3 de enero de 2018

Monstruos y humanos



Nacho Vigalondo es un cineasta atípico, pero dotado de una sensibilidad especial que le hace ser capaz de embarcarse en proyectos descabellados a los que va dotando de sentido. Contada, COLOSSAL es una ida de olla total; vista, una maravillosa comedia sentimental que remite a cualquier clásico de Howard Hawks o Frank Capra. Quizá no lo crean, pero se puede hacer una screwball comedy con un kaiju, un monstruo gigantesco que, sin razón aparente, aparece en Seúl después de 25 años, sembrando el desconcierto en sus habitantes. 25 años después, Gloria se va otra vez a la vacía casa de sus padres en un ignoto pueblo estadounidense, tras ser literalmente echada por su novio del apartamento en que conviven en Nueva York. Gloria es un desastre, una mujer que se niega a madurar y a la que le gusta llegar a su casa con las primeras luces, aunque quizá pueda hacer borrón y cuenta nueva después de todo. Ahora toca explicarlo todo, y es difícil. Si la película la hubiese dirigido Takashi Miike estaríamos hablando de un batiburrillo gore con explosiones y calamares gigantes, pero (sin querer desvelar nada crucial)Vigalondo consigue dar forma a una extraña analogía, la que conecta lo espectacular con lo íntimo, lo que se erige casi en una mordaz crítica a un tipo de cine comercial que desdeña contar una buena historia y prefiere abandonarse a los fuegos de artificio. Lo que surge en COLOSSAL es una mirada crítica a las trampas de la nostalgia, a la esclavitud de las relaciones humanas, y consigue que empaticemos con una Anne Hathaway soberbia, cercana como si la conociéramos de toda la vida y mucho más encantadora que cuando tenía que ser encantadora a la fuerza. Además, contiene dos o tres escenas simplemente antológicas.
Saludos.

martes, 2 de enero de 2018

Wajda. Brillo y dominio #18



KRAJOBRAZ PO BITWIE (PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA) partía de la novela fragmentada de Tadeusz Borowski para emitir un juicio amargo y desesperanzado sobre la Polonia que le quedaba a los polacos tras la liberación por parte de los aliados. En concreto, Wajda se centra en un campo de concentración que no permite que nadie salga o entre mientras no se concreten las cuestiones políticas, lo que termina convirtiéndose en un suplicio para los atónitos supervivientes del campo, que no han visto cambiar su situación apenas, pero que deben escuchar a diario la heroicidad de los soldados norteamericanos, a los que tienen que adorar como a dioses. Un joven con aspiraciones literarias consigue huir junto a su joven enamorada, pero sólo para descubrir que tampoco queda nada en pie más allá de los muros del campo, por lo que se verán obligados a regresar, como si de un destino ineludible se tratase. Una película que estuvo nominada a la Palma de Oro en 1970 y que, sin ser de las mejores de su autor, ha terminado por formar parte de sus "imprescindibles", por su sarcástico tratamiento del holocausto y la certera disección de un país esclavo de su tradición y creencias, tanto como de sus múltiples opresores.
Saludos.

lunes, 1 de enero de 2018

Manual de lucha y libertad #5



Día 1 del décimo año. Bienvenidos al nuevo curso indéfilo. De la mano de Basilio Martín Patino y José Luis García Sánchez, cineastas salmantinos ambos, se convoca un exhaustivo recorrido por la capital, sus calles, sus gentes, sus viviendas y comercios, y también sus letreros, los de las calles y los comercios, que atestiguan imperturbables el paso del tiempo. Parece imposible realizar una semblanza certera y mordaz a base de imágenes documentales y la despersonalizada voz en off de los dos narradores. He ahí (de nuevo) la valía y destreza del cine de Martín Patino, en absoluto tendencioso, simplemente atento y voraz, dispuesto a ejercer de cronista fideicomiso de aquella España que empezaba a atreverse a autodenominarse con las estolas del progreso, la eficiencia y la urbanidad. Calles de cal también...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!