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miércoles, 5 de junio de 2024

La toma perfecta


 

La forma en la que podríamos entender CIVIL WAR como un todo (tarea nada sencilla), sería obligándonos a incluirla en el global "más grande" del que procede su idea principal, no siempre bien desarrollada ni inteligible. Me gusta la inmediatez con la que Alex Garland hace avanzar el film, instalándonos en esa Norteamérica devastada y caótica, sin explicarnos ni posicionarse acerca de los dos bandos que han convertido el país en un campo de batalla. Con todo, con la visión periférica y desapegada que se pretende dar en todo momento, el verdadero motor lo componen el heterogéneo grupo de periodistas que viaja hasta la Casa Blanca, con la intención de entrevistar y fotografiar al presidente antes de su inminente derrocamiento. Es loable internarnos en ese horror cotidiano, que el cine siempre ha situado en lugares más o menos exóticos (cuando no, directamente fuera del planeta), no como herramienta de conciencia, sino como testaferro conmocionado de una situación que, una vez vista la película, ni siquiera parece tan improbable. Los únicos problemas que veo aquí provienen de la imposibilidad de prescindir de ese puñado de "momentos álgidos", picos de tensión que, si bien sitúan este trabajo a medio camino del cine bélico, el retrato social y el horror sanguinolento, contribuyen decisivamente a atenuar su explosivo discurso, y que la supuesta polémica quede en un espectáculo bien coreografiado, incluso con un final que parece filmado a contrapelo. 
Buena película, que cuenta muchas cosas en poco tiempo, pero que necesita su tiempo de cocción para descubrirle resortes que es posible que se escapen en un primer visionado.
Saludos.

jueves, 11 de agosto de 2022

Gaspar von Garlandnioni


 

Hoy les voy a recomendar una película para este verano... pero para que la eviten como la peste. MEN se llama, y es la penúltima ocurrencia de un señor al que me da en la nariz que de chico le repetían mucho lo guapo que era y lo listo que era. Alex Garland es un señor con cierto talento visual, un director de imágenes más o menos impactantes, pero al que se le atraganta eso tan insidioso de narrar historias y que encima se entiendan. MEN es un burdo intento de ser extremo, osado al tiempo que refinado e imaginativo. Quiere ser muchas cosas, y sólo es una, y muy simple. Pero déjenme que les ilustre con la gilipollez que se me acaba de ocurrir acerca del título de la reseña, porque reconozco que tampoco he hilado muy fino. MEN es como si mezcláramos el impacto de IRREVERSIBLE, pero sin que nos expliquen a qué viene el trauma de la protagonista (una compungida Jessie Buckley), con el tremendismo alegórico de MELANCHOLIA, sin conseguir igualar el hit parade de "imágenes new born", y rematando con el enternecedor empeño de adentrarse en el "paisaje como estado de ánimo" de EL DESIERTO ROJO. Lo que queda es una señora que parece haberlo pasado muy mal, pero la narrativa de guardería de Garland consigue que no nos importe lo más mínimo ese sufrimiento. Luego, el imcomprensible recurso de utilizar a un mismo actor (aunque sea el gran Rory Kinnear) para que haga todos los papeles masculinos, sin que se intente disimular ni de casualidad. Rematando, ¿de verdad era necesario tanto fatigueo, tanta parafernalia para, como ocurre en su supuestamente catártico final, saber que que tampoco era para tanto? Garland podía habérsela jugado con pollas erectas, machismo reaccionario o mujeres que empapan su frigidez en sesiones de sexualidad fría y monótona. Pero claro, entonces saldría un crítico postmoderno de esos a escupir que Alex Garland ha copiado a Gaspar Noé, a Lars von Trier y a Michelangelo Antonioni... Maldita sea mi estampa...
Saludos.

viernes, 25 de mayo de 2018

Secuencias genéticas incompletas



¿Qué le falta a ANNIHILATION para ser una gran película, un clásico o un film de culto reconocible? Le falta empaque y le falta osadía. Alex Garland, de momento, parece un estupendo proyecto a medio cocinar de gran director, de autor total. De momento. Y hay otra cosa que me mosquea mucho de este film, y no por su culpa, porque no me parece un mal film, pero sí me parece un film extrañamente cobarde, que sólo se decide a liberarse de sus muchos lastres en el tramo final. Probablemente, con una hora de mediometraje nos hubiera sobrado para apreciar con menos bostezos e insertos gratuitos esta ¿reflexión? ¿metáfora? ¿deconstrucción? de algo parecido al sentido de la vida, al que puede que sólo podamos llegar cuando somos conscientes de nuestra finitud. Se parece a SOLARIS, sí, pero hay momentos en los que la cosa tira por lugares mucho más comunes, sobre todo los de la ciencia ficción de consumo rápido, con sus soldados, metralletas y monstruitos. Ahí está la clave, en que parece un producto innecesariamente artificioso, como si a Garland le hubiesen restringido el uso de una producción que, según parece, no ha sido precisamente barata, y cuyo descalabro en la taquilla estadounidense ha obligado a estrenarla fuera de Yanquilandia en una plataforma tan sospechosa como Netflix. Es decir, que seguimos con la dichosa dicotomía sin darnos cuenta, cuando o que nos quieren vender es otra cosa más políticamente correcta. Yo, de recomendarla (y teniendo en cuenta que apenas quiero desvelar nada de su trama), lo haría sólo a espectadores pacientes y avisados, pero que no esperen una revelación filosófica, como tampoco ninguna bazofia prefabricada y publicitada engañosamente. Mientras, esperemos que Garland siga definiéndose a sí mismo.
Saludos.

sábado, 22 de agosto de 2015

Los niveles de lectura



Sólo un pequeño detalle niega a EX MACHINA el privilegio de ingresar en el Olimpo de las películas de cinencia ficción más fascinantes de todos los tiempos. Su exceso de contención, su empeño por no desparramarse entre demostraciones orgiásticas, al final, curiosamente, termina pasándole factura. Es raro, porque yo suelo demandar esto mismo en producciones similares y cuya calidad está muy por debajo de este prometedor debut en la dirección del guionista Alex Garland, que parece cualquier cosa menos un novato, y que se sirve de tres interpretaciones estupendas, las de la sueca Alicia Vikander, el irlandés Domhnall Gleeson, pero sobre todo un inmenso, inclasificable e inabarcable Oscar Isaac, que trasciende el constante maniqueismo que sufren los villanos de pacotilla y ofrece uno de los personajes más complejos del cine contemporáneo.
Para quienes no la hayan visto, EX MACHINA reincide en los entresijos de las inteligencias artificiales y las insalvables problemáticas derivadas de qué podemos llegar a entender nosotros al enfrentarnos a una mente que nos supera en eficacia, pero que carece de entidad propia, eso tan denostado que llamamos "humanidad". La verdad es que es que este argumento no es nuevo, y son muchas las películas que han abordado este resbaladizo domo filosófico, con desigual fortuna; lo que constituye el mayor atractivo de este film es su estructura, simple pero de sutil mutabilidad. Puede crear situaciones terroríficas, reflexivas, de tensión dramática e incluso de una comicidad marciana (antológico, el baile...). Es esta morfología narrativa, más cercana a las incursiones literarias del intelligent sci-fi, lo que la salva del tedio (que roza en más de una ocasión) y la inscribe en ese apartado de obras que merecerán una revisión más adecuada y minuciosa en años venideros.
Bastante buena, y los efectos especiales también, pero me quedo con la interacción entre el reducido número de personajes en un espacio que cada vez se va haciendo más asfixiante.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!