Mostrando entradas con la etiqueta Bi Gan. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bi Gan. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de septiembre de 2019

Encuéntrame para soñarme



DI QIU ZUI HOU DE YE WAN (LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE) es el segundo film de Bi Gan, y cualquiera diría que haya logrado tan alta excelencia cinematográfica cuando acaba de cumplir treinta años. Como si de una imponderable continuación de su debut se tratara, la historia vuelve a centrarse en una búsqueda, esta vez la de una mujer, a la que el protagonista cree haber amado en algún momento, aunque sólo conserva de ella pequeños recuerdos e imágenes perdidas en una memoria que no parece muy fiable. La búsqueda casi como necesidad vital y obsesión, ocupando un metraje de nuevo escindidoen dos partes complementarias pero diferentes (y de nuevo los títulos crédito se demoran hasta nada menos que la hora de metraje). Es un film sumamente poético, sí, y evocador, de una belleza formal fascinante, aunque se le pueda achacar algo de regodeo en sus acrobacias formales, tanto en cómo se estira el tiempo, todo esto resulta consciente y deliberado en la propuesta de un director que, brillando en lo formal, siempre intenta ir un paso más allá en lo discursivo. Efectivamente, es un amor que se encuentra aunque quizá no exista excepto en la imaginación en la que nos vemos inmersos; ahí obtiene Bi gan su territorio (meta)físico, en la memoria y los pensamientos como territorio a explorar.
Desconozco el techo de este señor, pero espero que tarde en encontrarlo. Sobre todo por ponerle imágenes a una maravilla como ésta ...
Saludos.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Suéñame para encontrarme



Apunten el nombre de Bi Gan, será uno de los cineastas más importantes de los próximos años. Con sólo dos films estrenados, se confirma como ese gran virtuoso al que no se le notan las florituras, o más bien un excepcional narrador que lo es por la naturalidad con la que despliega varios niveles de percepción, obligando al espectador a estar sumamente concentrado. KAILI BLUES fue su debut por 2015, y no parece que estemos ante un debutante, sino más bien ante un cineasta reposado, seguro de sí mismo y poseedor de un poderoso y firme discurso. Sin recurrir a tópicos ni a lugares comunes, Bi Gan entremezcla sueño, realidad, poesía, pasado y presente, con unos personajes que van surgiendo, presentándose ellos mismos a través de sus historias y circunstancias. Así, una historia aparentemente insignificante termina mostrando el dolor y desarraigo de una familia que parece destinada a la infelicidad por culpa de unos sucesos escabrosos y de difícil resolución. Es la búsqueda de un niño que vendieron y cuyo tío conserva la esperanza de encontrarlo, pero ello le sirve a Bi Gan para trazar toda una geografía de un país (quizá sólo un puñado de regiones) despeellejado como sus paredes, donde ya nadie sueña, o quizá los sueños se guarden en un lugar aún más remoto que la última región de flautistas medievales, donde a lo mejor está ese chico que se pintaba relojes para detener el tiempo. Los que la vieron en Locarno, y premiaron a su joven director, hablaban, sobre todo, del mastodóntico y complicadísimo plano secuencia de casi 40 minutos de duración, y que engrana y vertebra perfectamente el espinazo central de esta historia, a veces triste y a veces jocosa, uno de los debuts más sorprendentes e incontestables de los últimos tiempos.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!