lunes, 30 de junio de 2014

Guion tan blanco



Se murió Eli Wallach. Un grande, un verdadero profesional en eso de actuar, que se mantuvo en activo durante más de cincuenta años y que prácticamente fue capaz de crear un icono, el de ese malo demasiado humano para ser perfecto, mezcla de locura, ira y un poco de nostalgia, un malo por el que uno podría setir ternura y asco al mismo tiempo. Wallach hizo casi cien películas, casi ninguna como protagonista, pero su presencia era todo un seguro de vida para una parcela, la del antagonista, tan proclive a la parodia inconsciente. Algunas han salido aquí, pero entre hoy y mañana vamos a acordarnos de dos títulos no muy conocidos y sí muy diferentes entre sí. El primero, nada menos que una producción Disney (¡sí, Disney!) de 1964, a la mayor gloria de la insoportable (aunque un poco más digestiva que "nuestra" Marisol) Hayley Mills, rubicunda estrella infantil y juvenil del momento. A lo largo de sus dos horas (poderío que no falte), THE MOON-SPINNERS se desarrollaba en la idílica Creta, adonde llegan dos inglesitas, tía y sobrina, de vacaciones; allí, aparte de comer Musaka, tostarse en tono gamba y bailar el twist a ritmo de sirtaki, la joven Nikki se verá envuelta en un oscuro asunto con unas joyas robadas y un tipo más que inquietante, el tío Stratos, al que le quiere reventar el negocio otro joven británico que también pasaba por allí. La primera hora es bastante rutinaria y recuerda a propuestas similares de la literatura juvenil (Los Cinco; Los Siete Secretos...), pero es cierto que en su segunda mitad la cosa se anima al complicarse su previsible guion y tener más presencia la siempre solvente Irene Papas, el propio Wallach (simplemente lo mejor de la función) y reservar una inesperada guinda para el final, con la aparición nada menos que de la mítica Pola Negri, que llavaba casi 30 años retirada del cine y que esboza algún que otro chiste autorreferencial. Sí, es una de Disney, con actores, de hace cincuenta años y con un guion tan blanco que uno no puede más que sonreír con un poco de incredulidad; pero la vemos, y vemos a Wallach completamente entregado a su oficio, y seguimos sonriendo...
Saludos.

domingo, 29 de junio de 2014

Rincón del freak #160: La idoneidad de los dos rombos en una sociedad retrógrada



Todos mantenemos recuerdos en nuestro infinito disco duro mental; los mantenemos porque, inconscienyemente, creemos que son importantes para vaya usted a saber qué diantres de cosa, en vez de arrugarlos (mentalmente) y (mentalmente) lanzarlos a esa papelera mental que a veces me pregunto por qué no está más atestada. Hace poco me acordé de algunos títulos realmente oscuros de mi juventud que seguían agarrándose con fiereza a la memoria; algunos hacía más de treinta años que los había visto, pero algo me decía que la única manera de exorcizarlos para siempre era enfrentarme a día de hoy a lo que, de otra manera, jamás me habría acercado. Uno era GALAXY OF TERROR, un curiosísimo émulo hipercutre del género "peli de terror ambientada en el espacio exterior" (el interior será el baño, digo yo), de los muchos que, a principios de los ochenta, se beneficiaron del extraordinario fenómeno ALIEN. La recordaba como una película con algunos momentos repulsivos, monstruos gigantes, sangre, tías en pelotas y esas cosas que te alegran el fin de semana... Ahora, la verdad'14: GALAXY OF TERROR es un despropósito mayestático con unas interpretaciones deleznables (Robert Englund incluido) y una fe inquebrantable en que el látex es capaz de engañar al ojo, y no es así. Hay, eso sí, algunas escenas dignas de mención, no por su ejecución, aunque sí por su intención, que en manos más hábiles podrían tener su aquél. Me refiero, sobre todo... ¡Qué diablos, en realidad es lo único que merece la pena! Decía que hay un momento que yo aislaría (seguramente es lo que la ha mantenido en mi cabeza hasta ahora) y que consiste en la repugnante "violación" de la irresistible Taaffe O'Connell a manos (o tentáculos) de un gusano gigante... Yes, you can do it. Teniendo en cuenta de que la cosa va de un grupo de astronautas y un planeta que materializa tus terrores más inconfesables... Pues eso...
Saludos.

sábado, 28 de junio de 2014

Almohadas bajo la camisa



Tenía un vago recuerdo de aquella exitosa película que se estrenó hará unos veinte años con el nombre de EL OLOR DE LA PAPAYA VERDE... Hace poco me encontré viendo PLENO VERANO (MUA HE CHIEU THANG DUNG), del mismo director, lo que me llevó a pensar un par de cosas nada entrañables. Primero me di cuenta del avance significativo experimentado por el cine asiático, excusando mi catetez en la noción que tengo de que el término "cine exótico" sólo cobra sentido a través de la experiencia visual, de filigrana abusiva y abigarrada de según qué valores locales, en detrimento del desarrollo "en sí" del motor narrativo. Luego me desperté, porque llevaba unos veinte minutos dormido viendo esta extrañísima puesta en escena de (parafraseando a Ozu) "una familia de Hanoi". Sí, me aburrí con una película curiosa; curiosa por la curiosidad que me provoca constatar que aún pueda haber fotogramas deudores del National Geographic para ilustrar una historia que hemos visto miles de veces. El cuerno es bello, colmas de besos y sonrisas a tu mujer y, en cuanto te vas "a trabajar", hay otra forma de sumisión esperándote en la habitación de un motel cualquiera. Pero ¿para qué ser simples? Otra integrante de este día de la marmota es una jovencita que vive con su hermano gemelo ¿? y que todos los días hace exactamente lo mismo: levantarse, poner palote al hermano, escuchar a Lou Reed y comer batatas... Sí, eso mismo. Luego se remata todo con una (otra) hermana, mayor por añadidura, que también cornumenta sin complejos, aunque su adulterio queda más chulo porque nunca habla cuando está con su amante... Muy bonito todo, pero muy tonto. Las mujeres lo hacen absolutamente todo en la casa y viven obsesionadas con lo de embarazarse de una forma u otra; los hombres fuman, holgazanean y dicen que están arrepentidos de tanto cuerno suelto... Y. mientras tanto, que inventen otros.
¡Viva Vietnam!...
Saludos.

viernes, 27 de junio de 2014

Con un poco de azúcar...



Debo ser justo con ONLY LOVERS LEFT ALIVE, la última propuesta de Jim Jarmusch; recién estrenada y avalada por su gran acogida en Cannes y su (justo) premio en Sitges, me parece, me sigue pareciendo, que hay poca gente que entienda de verdad a un cineasta que carga orgullosamente una maldición difícil de perdonar: su absoluta independencia. No recuerdo un solo director de cine norteamericano que lleve tanto tiempo como Jarmusch haciendo las películas que él quiere hacer y mostrar, de paso, que puede obtener cierta relevancia e incluso unas nada desdeñables cifras de taquilla. Los vampiros se llevan, los vampiros venden... pero ésta no es una película "de vampiros", ni en plan CREPÚSCULO ni en plan DRÁCULA; Jarmusch amplía su fondo de exploración ética y vuelve a dar una lección sobre el fin de nuestra civilización, de los valores, de la cultura y, evidentemente, de la humanidad. Sin apocalipsis, sin tsunamis, sin monstruos, pero con un par de testigos eternos, Adam y Eve, que son vampiros desde que los hombres balbuceaban las tonterías que luego empezarían a gritar. Adam y Eve son vampiros y amantes, y a veces tienen que separase para echarse un poco de menos; ella en Tánger, y no es casual, como tampoco lo es que él prefiera la decadente Detroit como reclusión voluntaria. Sí, beben sangre, pero la obtienen de bancos y sólo la de alta calidad, por miedo a contagios; el contagio, la impureza, el hastío que Adam siente por una humanidad empeñada en repetir sus mismos errores, en autodestruirse en lugar de avanzar hacia una posible felicidad. Estos vampiros componen música, se emocionan con la poesía, aman el arte y son como guardianes de todo lo bueno que aún queda en la civilización; la gran preocupación de Jim Jarmusch no es que el público se quede embobado con sus hermosas imágenes, sino que reflexionen sobre lo que están viendo y hagan autocrítica. Y, sí, claro que es como la eterna discusión que no lleva a ningún lado sobre Radio3 o Los 40 Principales, pero yo debo dejar constancia, una vez más, sobre ello, es mi único deber en estas páginas... Y luego están Tilda Swinton y Tom Hiddleston...
Saludos.

jueves, 26 de junio de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #16



Una vez más, el temible designio de los traductores de títulos meten la pata por desconocimiento, dejadez o qué sé yo. L'AMOUR À MORT viene a significar "amor a muerte", o incluso "amor hasta la muerte", jamás "el amor ha muerto", como se la rebautizó aquí hace treinta años y sin que nadie le haya puesto remedio. Y desde luego que se debería, porque la premisa fundamental de este oscurísimo film de Alain Resnais no habla de otra cosa que no sea el amor puro de alguien hacia otra persona, tan puro que ni la muerte es capaz de romperlo. Pero no nos engañemos, no hay aquí ni asomo de romanticismo ñoño de telenovela barata; lo que Resnais propone es una duda constante, pesada y mortificante, una especie de indagación imposible desde la autodeterminación del "yo" en absoluta contraposición al ideal de amor cristiano. La película arranca con una escena ambigua, no sabemos qué pasa exactamente, podría ser un crimen, un accidente o ninguna de las dos cosas; la protagonista espera a alguien que resulta ser un médico, que asimismo le anuncia que su esposo ha muerto. Al poco tiempo, el supuesto fallecido se levanta como de una larga siesta y la mujer "se da cuenta" (y esto es fundamental) de lo mucho que le quiere y cómo no podría soportar su pérdida. A partir de ahí, Resnais deja abierta cualquier interpretación, desde una resurrección que ha vaciado a esta persona, que ya no se siente viva, a una simple superchería que podría acabar trágicamente. La pareja duda de su sentido metafísico mientras entablan conversaciones con otra pareja, pastores de la iglesia por añadidura. Se trata de una película que ha pasado desapercibida (lógicamente) en una filmografía tan intensa cualitativamente, pero que no ha perdido un gramo de frescura desde hace treinta años, y que además supone la verdadera consagración del trío Azéma/Arditi/Dussollier como gran baza y fetiche interpretativo de su autor.
Muy reivindicable.
Saludos.

miércoles, 25 de junio de 2014

Una historia de venganza



Hay un aspecto fundamental que distingue a los grandes nombres de los nombres "a tener en cuenta", que los primeros cuentan con la ventaja de haberlo hecho antes y, por añadidura, con un estilo propio que luego ha sido objeto de imitación. No pasa nada por parecerse a tal o cual director en los primeros trabajos, que en la mayoría de ocasiones amplían la mesa de experimentos como una necesaria búsqueda de esa impronta o sello. En la edición del año pasado de Cannes, el FIPRESCI de la Quincena de Realizadores recayó en una minimalista producción estadounidense que, casi deliberadamente, osaba no ocultar su gran fuente de inspiración, que no es otra que los hermanos Coen. Es cierto que en BLUE RUIN (título que no logro descifrar más allá del regusto estético), Jeremy Saulnier, en el siempre difícil ejercicio de la segunda entrega, intenta minimizar los tics y exageraciones de los responsables de INSIDE LLEWYN DAVIS, con la que participaban en ese mismo certamen y que refleja el avance y metamorfosis de su cine. El film en sí es un solipsista retrato de vagabundo huidizo e inofensivo que se cuela en casas vacías para tomar un baño o "tomar prestada" una camisa limpia; un desecho de la sociedad del bienestar al que, menos mal, Saulnier no psicoanaliza en ningún momento. Se trata esto de que este peculiar tipo se entera por casualidad de que "alguien" ha salido de la cárcel, y de su reacción, mezcla de miedo incontrolable e insensato acopio de valor; de cómo tomará una decisión inesperada y de la precipitación de los acontecimientos, que desatará una vorágine de violencia de consecuencias impredecibles. Más cerca, por ejemplo, de BLOOD SIMPLE que de la transparencia de un Jeff Nichols, comparte con ambas propuestas el gusto por el desorden y la inclusión de lo imprevisto como dispositivo de extrañamiento; no es una película magistral, ni marcará época por su timidez formal, pero puede que estemos asistiendo a algún tipo de (necesario) relevo generacional. Estaremos atentos.
Saludos.

martes, 24 de junio de 2014

Las secuelas de las secuelas



Uno de los peores tics del cine comercial reciente consiste en la creencia de que una película lo es sólo por el hecho de existir; se concluye que lo importante proviene del receptor (el espectador/consumidor), con la absoluta libertad de elegir su pasarratos momentáneo, y que la calidad técnica (digital) hará el resto, como argamasa recubregrietas. Todo ello está ya tan aceptado que lo difícil es que a alguien le dé por indagar en el porqué de según qué producción. Así, THE HILLS HAVE EYES II, rodada sólo un año después del remake de Aja, no puede existir excepto por dos motivos: el espectáculo técnico, capaz de tapar las dichosas grietas de un guion rutinario y previsible y el avispamiento de Wes Craven, que tiene más talento para oler el dinero que para convertirlo en un producto de calidad. Aquí los créditos dicen que Craven y su hijo, Jonathan, son responsables del guion, y que se cubren las espaldas con Martin Weisz, director alemán responsable de la interesante EL CANÍBAL DE ROTEMBURGO. Dictamen final y lógicamente breve tras ver una película de las de hacer montón: algún día habrá un género llamado "Asesinos en serie funcionarios"... Así de aburrida y previsible es.
Saludos.

lunes, 23 de junio de 2014

Justicia a medias



Parece ser que había mucha gente (bueno, no estoy seguro de si era mucha) pidiendo a gritos una puesta al día de THE HILLS HAVE EYES, con más presupuesto, con mejores actores y con un tono más salvaje y menos paródico, tratándose de un tema de fondo truculento. Así las cosas, la FOX (inigualable manantial de contradicciones ético-fílmicas) dispuso de un considerable presupuesto (para lo que se manejaba en 2006) y lo puso en manos de Alexandre Aja, director francés del que creo huelga comentar nada a estas alturas. El remake estaba servido, y Wes Craven más aún con la cesión de los derechos; faltaba ver de qué era capaz un tipo acostumbrado a manejar ambientes extremos sin temor al fulgor de los elementos a su disposición. El dictamen me parece que ha sido bastante unánime: con la imposibilidad de cruzar líneas ideológicas, lo único que le quedaba a Aja era intensificar el mazazo visual, la hemoglobina, el despachurre, el gore... THE HILLS HAVE EYES'06 es lo mismo con otra fotografía y sin sentido del humor, con más ruido y una furia que proviene, probablemente, de su preocupante vaciado de cualquier intento de banalizar el género; es más, cada fotograma, cada gesto, cada frase parece buscar la sublimación de seis o siete indocumentados dándose de leches en un desierto cualquiera. A nadie le ha dado por desviar el discurso e intentar dotar de una explicación socialmente lógica al hecho de que sigue siendo más peligroso salir de noche por Broadway que pasar por un desierto en ninguna parte. La FOX, mientras tanto, seguirá convenciéndonos de lo contrario...
Tremendamente innecesaria.
Saludos.

domingo, 22 de junio de 2014

Rincón del freak #159: Los guiones del sótano



Aún hoy, nadie ha logrado explicar por qué Wes Craven decidió, 8 años después, volver a retomar la historia de los mutantes caníbales colineros y los estridentes domingueros desorientados; aunque, viendo la deriva de la franquicia "Freddy", su logro más notable, podría entenderse la búsqueda incesante del pelotazo a toda costa. El problema, en este caso, no es el tiempo entre el original y la secuela, simplemente es que ésta es muy pero que muy mala... Terrible, debo añadir. E imagino a los ávidos asistentes al Festival de Sitges de aquel 1984 relamerse con la gran noticia de la vuelta de un film que, en 1977, dejó gran sabor de boca en aquel, por entonces, indiscutible evento. THE HILLS HAVE EYES II es una ridícula excusa para desempolvar al pobre Berryman (un tipo que a mí nunca me ha provocado pavor, sino ternura) y, ya sin su característica familia, enfrentarlo a un insoportable grupete de corredores de motocross... Esto es una teen movie en toda regla, pero con una ristra de incongruencias tan grande que uno no sabe si va en serio o realmente le están tomando el pelo. De hecho, apuesto a que los tipos más subnormales que he visto en una pantalla, éstos, se podrían haber exterminado ellos solos a base de hacer el gilipollas. Sale el negro sonriente, el guaperas con flequillo, la tetona capaz de darse una ducha en mitad de la noche aunque ya hayan matado a alguien y hasta una ciega con poderes paranormales y jersey de punto... Así las cosas, yo me hubiese alineado con el pobre Pluto... ¡Y quién no!
Una bazofia del tamaño de Curitiba...
Saludos.

sábado, 21 de junio de 2014

Un eco fuertemente lejano



Ver THE HILLS HAVE EYES hoy día es un ejercicio altamente recomendable para cualquier buen aficionado al cine de género, y más concretamente al de terror. Lo es por las muchas vías que se adivinan, desparramadas, hasta nuestros días, en los que la estilización del horror, a fuerza de tapar grietas de guion con técnicas cada vez más depuradas, nos ha instalado en un conformismo que da cabidaa un terror sin sorpresas y en el que la figura amenazante es deconstruida una y otra vez. Me equivocaría si me quedara tan sólo con su calidad artística, que es escasa, tanto que el icono que ha sobrevivido tras 37 años, el "actor" Michael Berryman, no es más que un infinitesimal secundario sin apenas peso más allá, claro está, de su particular físico. No, lo que me llama la atención son otras cosas, como el largo preámbulo usado por Craven para un film que apenas llega a la hora y media; la reticencia a mostrar al estrambótico grupo de malvados que acechan desde las colinas; y, sobre todo, la fuerza con la que explota la larga secuencia clave, capaz de alternar (gracias a un estimable trabajo de montaje) varias ubicaciones, con el objetivo de organizar una desorientación lo suficientemente creíble. Sí, es cierto que el tiempo no ha sido muy condescendiente con este título de culto, y hay algunos pasajes en verdad sonrojantes, pero haríamos muy mal si no la colocáramos un peldañito al lado de otro slasher por excelencia, LA MATANZA DE TEXAS, porque no podría haber evolución en un género si alguien no hubiese tenido antes la desfachatez de imaginar de qué manera podrían subvertirse las reglas básicas del mismo. Y ese eco reverbera en propuestas recientes, y no precisamente más originales...
Saludos.

viernes, 20 de junio de 2014

Letras escondidas



OBSLUHOVAL JSEM ANGLICKÉHO KRÁLE (YO SERVÍ AL REY DE INGLATERRA) es una excelente adaptación literaria; y se le nota, para lo bueno y para lo malo. Por la parte positiva, diría que el veterano Jirí Menzel apenas necesita palabras para estructurar una narrativa directamente entroncada con el cine mudo y que se aprovecha de la gran expresividad, sobre todo, de su protagonista, el actor búlgaro Ivan Barnev, una mezcla de Dustin Hoffman y Charles Chaplin. Sin embargo, y sin haber leído la novela de Bohumil Hrabal (del que Menzel ya adaptó la estupenda TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS), se especifica demasiado obviamente el carácter levemente mágico-realista de esta epopeya a través de varias décadas, las que contemplan al joven Jan Díte desde que vendía salchichas en la estación de trenes hasta que acabó regentando un hotel confiscado a los nazis. Antes fue camarero, conoció a un jefe de camareros que hablaba más de diez idiomas y que realmente sirvió al Rey de Inglaterra; y por último, arruinado pero feliz, recién salido de la cárcel, recuerda toda su juventud como un trasiego hacia ninguna parte, como si todos estuviésemos condenados a repetir nuestros errores. Cómicamente física, mordazmente dramática, se trata de un repaso a la complicada situación de los orgullosos checos tras la ocupación alemana, y de la dificultad para conciliar la paz ficticia instaurada por el Führer con la libertad para decidir de una nación. Así, Jan es testigo impasible de injusticias y malentendidos, y su mirada, siempre limpia de toda maldad, parece no comprender qué camino es el verdaderamente correcto. Tiene momentos hilarantes y otros de una belleza casi surreal; puro Menzel para quienes amen su cine.
Saludos.

jueves, 19 de junio de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #15



LA VIE EST UN ROMAN empieza como un pulcro retrato de época; dos amantes, en el interior de un coche, se profesan su amor con un deseo febril. Al momento estamos ante una gigantesca maqueta, el proyecto de un millonario para construir (y viene al pelo) una especie de Shangri-La donde todo el mundo sea feliz. Al poco, las bombas de la Primera Guerra Mundial rodean esta especie de palacio de cuentos, dejando el ambicioso proyecto inacabado; y, sin solución de continuidad, ya sabemos que en el presente (1983) se ha recuperado como una curiosaa institución educativa, basada en la libertad de los niños para recibir una educación sin coartadas ni castigos. Allí llegará una pacata profesora (Sabine Azéma, en la que sería la primera aparición en un film de Resnais, posteriormente su pareja), que se topará con un incomprensible sistema en el que es fácil confundir libertad con libertinaje. Sin ser de lo mejor de Resnais, no deja de tener sus puntos fuertes, además de iniciar el "grupo de trabajo" (fundamentalmente actores) del director francés para los siguientes treinta años. Le pesa el mareo de saltar constantemente del pasado al presente, e incluso unas escenas oníricas a las que cuesta encontrar el sentido; y, sin embargo, es un film desenfadado (a la manera en que un trabajo de Resnais pueda serlo) y con un uso del musical que posteriormente perfeccionaría. Es necesario, también, señalar al gran ilustrador Enki Bilal, que se encargó de realizar unos decorados francamente fantasiosos y que dejaba a las claras la debilidad de Alain Resnais por el mundo del cómic. Los actores, además de Azéma, quedan alejados unos de otros, y es complicado saber qué lugar ocupan Fanny Ardant o Vittorio Gassman, por no hablar de una espídica Geraldine Chaplin; más cohesionados se ven los luego inseparables de Alain Resnais, Pierre Arditi y André Dussollier. Una mezcla imposible entre HORIZONTES PERDIDOS y AMANECE QUE NO ES POCO... Ahí es nada.
Saludos.

miércoles, 18 de junio de 2014

Serialidad inducida



TIAN ZHU DING (A TOUCH OF SIN) es una película impensable para realizar en Occidente, ni por presupuesto ni por estructura; no imagino a una productora entusiasmada con la idea de hacer un western en el que las miradas no arrinconan a las palabras y donde la ideología campa a sus anchas para dar cuenta de un estado de las cosas que no es como nos lo vienen pintando algunos. Como idea es fabulosa; como ejecución preciosista de la violencia como única alternativa de los oprimidos es un alarde al alcance de pocos artistas; como guion, un absoluto desastre... ¿Cómo explicar, entonces, el premio a mejor guion logrado en Cannes? Se me ocurre, volviendo a lo comentado más arriba, que quienes han seguido la carrera de Jia Zhang Ke quedaron arrobados ante su inmersión en la ficción, y por añadidura, ficción de género. Un caso muy parecido al de Sergei Loznitsa, pero que deja patente que al director chino se le queda pequeña la estructura narrativa convencional; quizá porque ve más allá, o quizá porque su alma de documentalista choca frontalmente con una dramatización innecesaria. A TOUCH OF SIN son (o lo parece) cuatro episodios vagamente interrelacionados, en los que se habla (se observa, más bien) de las brutales diferencias sociales en el gigante asiático, despojada la mirada de cualquier atisbo de complacencia. Y empieza muy bien, y a lo mejor Jia Zhang Ke no se habría agotado tanto si simplemente hubiese ampliado ese primer segmento, el más sólido, y lo hubiera dejado en una película sin episodios y más corta. En ese improbable sindicalista minero, sobre cuya descreída mirada reposa un sentido de la justicia que no contiene odio sino dignidad, queda perfectamente establecida una lucha de clases en un país que aparentemente no admite clases, de ahí el agigantamiento de esa figura que es todo determinación y que bebe directamente del Gary Cooper de HIGH NOON. Esos primeros treinta minutos son soberbios, una lección de cine de acción comlementado con un trabajo de fotografía deslumbrante y la inquietante música de Giong Lim. Lamentablemente, todo el mérito se le desparrama a Jia Zhang Ke cuando se olvida por completo de este arranque y empieza a desbarrar con situaciones imposibles de epatar, como el ladrón que no duda en matar para robar o la chica que encuentra en la violencia la única forma de no ser sometida a la fuerza. Sí, se hace demasiado larga y menos vistosa de lo prometido al principio, y casi parece otro director diferente; y aun así, me cuesta encontrar una película tan poderosa en el cine americano reciente.
Recomendable sólo para iniciados en la filmografía de su director.
Saludos.

martes, 17 de junio de 2014

Follar para hablar



Más entretenida y ágil, este "segundo volumen" de las andanzas de Joe, la ninfómana, es una película amalgamada y caótica, sumida en la necesidad de mostrar a todo trapo la caída en desgracia de esta adicta al sexo por la imposibilidad de controlar sus impulsos y, finalmente, por el dilema moral que termina revelándole que el sexo no es un mal, sino un control de pollos, en el que los "aptos" ocuparán su lugar y los "no aptos" sufrirán un destino cruel. A mí lo que me parece es que NYMPHOMANIAC. VOLUME II no es más que una continuación alternativa del pastoso arranque de ANTICHRIST. Es decir, que von Trier no se atrevió entonces a dar un paso humanista y resolvió sus nórdicas dudas existenciales con un seísmo atávico y semislasher, y ahora, un poco más "cálido y cercano", retoma el what if? de aquella repugnante acción en la que una madre deja caer a su bebé de la terraza por no interrumpir un polvo. Aquí es lo mismo, pero más elaborado y con una resolución menos cruenta; Joe necesita sexo constantemente, lo que no le permite desarrollar una vida normal (el individuo ante la norma social), lo que la irá degradando y sumiendo en un estado que acabará por convertirla en un ser incomprensible y, por tanto, rechazado. De sus juegos de juventud pasará a pagar ella misma por sexo o a buscarlo sin reparar siquiera en la persona con quien lo va a hacer; hastiada de no encontrar un límite, llegará a un lugar sórdido y de severas y extrañas reglas, dondes e someterá a brutales sesiones de masoquismo extremo. Un paraíso, vaya. Hay alguna escena en la que tienes que reírte, como la de los dos negros, y otras bastante desagradables, como todo lo concerniente al inabarcable personaje interpretado por Jamie Bell, puede que lo más desasosegante de todo el metraje. También, cómo no, hay tiempo para que al danés se le vaya un poco la olla, porque lo del trabajo de extorsionista profesional, francamente, no lo ubico. En fin, dos horitas la mar de simpáticas, la Gainsbourg en pijama de rayas, la nueva utilidad de las guías de teléfono y, ya para demostrar que el que provoca no es el que quiere sino el que puede, un detallito que pretende ser el summum de la escandalización y al final no es más que una triste anécdota que juega al equívoco, porque donde unos ven apología de la pederastia yo sólo veo a un señor preocupado por su ego(y)manía...
Saludos.

lunes, 16 de junio de 2014

Hablar para follar



La experiencia nos dice que si a una película porno le aplicáramos los mismos sustentos del cine convencional, todos, como una promoción adecuada o un depurado ejercicio técnico, no podríamos quitarnos de la cabeza que lo que se nos ofrece es, sin más, sexo explícito con la misión exclusiva de excitarnos sexualmente. Así, lo que a mi modo de ver ocurre con NYMPHOMANIAC es exactamente lo contrario (o sea, lo mismo pero al revés): Lars von Trier utiliza el reclamo del sexo crudo (ver cartel promocional) para entonar su enésima reflexión sobre los límites de la moral y la libertad en tiempos de coacción y sumisión. Por mi parte creo que es un error explicitar a priori si la línea argumental se tiene clara, pero como el director danés quiere contar tantas cosas (y, de hecho, las más de cuatro horas de ambas partes dan la impresión de quedarse cortas), al final la cuestión del sexo molesta más que estimula. NYMPHOMANIAC parece un aforismo alargado y melancólico, como el día después de una gran borrachera, de la que vamos recordando los detalles con disgusto; y esta primera parte (cuyo cartel es, efectivamente, un anzuelo) desnuda las intenciones antes que los cuerpos, que por acumulación ya parecen un panfleto naturista. Es la historia (y no tan interesante) de Joe, que es ninfómana, que es recogida en un estado deplorable por Seligman, que es una especie de eunuco virgen y sumamente culto; Joe le cuenta su vida a Seligman y éste, sin apoyarse en cuestiones morales, le dará su versión intelectual. El cerebro enfrentado o complementado a la carne irrefrenable. Exceptuando algunos momentos de extraña comicidad (no sé si involuntaria), NYMPHOMANIAC. VOLUME I tiene algo de "Las mil y una noches" o incluso el "Decameron", que no la deja desarrollarse como bloque unitario y dispersa su núcleo en múltiples direcciones; despista y exaspera, y si alguien salió de la sala excitado debería plantearse su salud sexual. Y luego está Charlotte Gainsbourg, que sale poco porque en el pasado su personaje lo interpreta la pétrea Stacy Martin; y Stellan Skarsgard habla mucho con cara de extrañado, pero a ambos les falta una complicidad real. El papel de Christian Slater no lo entiendo. Uma Thurman protagoniza el momento "vergüenza ajena", literalmente, del film. Y casi salvaría a Shia LaBeouf, un excelente actor capaz de transmitir humanidad y veracidad en este gélido panorama ideado por un director que se cree demasiado listo y cada vez tiene menos en cuenta a los espectadores.
Y mañana, la otra...
Saludos.

domingo, 15 de junio de 2014

Rincón del freak #158: Aquellos locos cacharros y sus locuelos inventores



De vez en cuando, mi memoria sentimental alude a algún oscuro y lejano recuerdo cinéfilo que se apodera de mi subconsciente y, apoyado en la verbigracia de la adquisición cuasiinstantánea, ya no puedo más que obsesionarme con recuperarlo de inmediato, más por ver si es verdad eso que me dicen de que me hago viejo o si sólo es que la peli ya era mala entonces y yo no me daba cuenta. Ello ocurrióme hace escasas fechas con TIME AFTER TIME (recordada por su traducción, LOS PASAJEROS DEL TIEMPO), de la que tenía un reflejo más que satisfactorio como bizarra aglutinación de personajes históricos y ciencia ficción; nada menos que mezclar a Jack "el destripador" con el escritor H. G. Wells y trasladar a ambos a nuestros días (1979, para ser exactos) para poner en marcha una persecución contra y más allá del mismísimo tiempo... ¿Delirante? Sí, pero hecha con mucho oficio y artesanía de la de antes y con menos fuegos de artificio de los de ahora. Por ejemplo, la divertida y muy british recreación del mítico escritor por parte de Malcolm McDowell (costaría hoy día que un productor aceptase un héroe tan enclenque...), que además de escribir textos adelantados a su época, tenía tiempo para construir una máquina parecida al vagón del Tren de la Bruja e incluso recibir a sus amigotes para libar buen Brandy y meter los pulgares en el chalequito. Mención aparte merece David Warner, un poco perdido en el difícil papel de un Jack "The Ripper" sin misterio y al que le falta su cuota de sanguinariedad, terminando en exceso manso. Ah, y no olvidemos a una joven Mary Steenburgen en un rol que ahora mismo se me hace imposible de rastrear en un film mainstream: empleada de banco divorciada y liberada cuyo afán es devorar machos y que literal y metafóricamente viola al pobre Wells... Así que, terminando, me he dado cuenta de que la entera reseña ha quedado salpicada de nódulos y anomalías espaciotemporales... y eso que sólo han pasado 35 años...
¿Me estaré haciendo, entonces, viejo?
Saludos.

sábado, 14 de junio de 2014

Un itinerario guiado



El precedente de MUSEUM HOURS lo encontramos fácilmente en la apasionante filmografía de Jem Cohen; en 1997, el director y documentalista neoyorquino (circunstancialmente nacido en Afganistán) realizó un precioso corto en súper 8 titulado MUSEUM: VISITING THE UNKNOWN MAN. Un año más tarde se embarcaba en un arriesgado proyecto, INSTRUMENT, que aspiraba a ser la antítesis de los biopics de bandas de Rock, al centrarse más en el outstage que en la música de los seminales Fugazi. Guy Picciotto, miembro de dicho grupo, buscó a Cohen para financiarle un film en un museo pero que, efectivamente, hablara más de lo que gira fuera del museo; la inclusión de Patti Smith como co-productora fue lo que terminó de redondear este pequeño film, a caballo entre el drama introspectivo y el documento observacional. Tanta importancia tienen las obras expuestas en el Museo de Historia del Arte de Viena como las heladas y solitarias calles vienesas; tanto la sincera acogida del celador del museo y su disposición a hacer de guía fuera del mismo, como la maravillosa inconsciencia de esa mujer canadiense que incluso pide dinero para poder viajar a Viena, donde agoniza una prima suya. Cotidianidad y trascendencia, como nos recuerda el memorable speech de la guía especialmente implicada con la irreverente majestuosidad de Bruegel, capaz de crear un muro de incomprensión en unos visitantes incapaces de indagar en la auténtica naturaleza e las pinturas. MUSEUM HOURS se ve con gran placidez y energía, no habría que rehuir de su lado más arty, pues su director parece tener siempre una bocanada de humanidad para contrarrestarla, o complementarla. Y si les gustan los museos, deben verla.
Saludos.

viernes, 13 de junio de 2014

Resistir es crear



Con el tiempo (y contra cualquier pronóstico que yo pudiese haber hecho de antemano) LE PETIT SOLDAT se ha convertido en una de mis películas favoritas de Godard; muy por encima, en cualquier caso, de algunos "clásicos" del cineasta suizo, si es que tal etiqueta procede en su caso. Hablamos de un emotivo planteamiento con el trasfondo de la problemática argelina y la frustración francesa derivada de la incapacidad para gestionar un conflicto que ya duraba demasiado. Aunque nada es lo que parece en el imaginario godardiano, o al menos deberíamos esperar siempre un plus por parte de uno de los cineastas fundamentales para entender qué es el cine, y más, en qué se nos ha convertido. No me resisto a comparar esta estupenda historia de espías, desertores y discos de vinilo con muchos de los títulos más estimulantes del tan mal llamado "postcine", derivando éste hacia su personal interpretación de los géneros, sean "espías", "asesinos a sueldo" y el desencanto metafísico proveniente de la falta de romanticismo actual, que les ha convertido en meros funcionarios de gris eficacia. Lo que Godard propone en LE PETIT SOLDAT (o eso creo yo) reverbera en la imposibilidad de salirse de una organización, como igualmente sería imposible traicionar nuestro subconsciente; en el espionaje se puede (y se debe) mentir, pero es tanto o más importante desplazar la verdad a donde no la puedan encontrar, lo que queda de manifiesto en la larga y angustiosa escena de la tortura. Bruno Forestier es un contraespía, y ha estado pasando tanta información de un lado a otro que se ha convertido en un enemigo para todos; es buscado por todos y todos creen que posee información vital, aunque lo único que desea es irse, desaparecer junto a una joven que ha conocido por casualidad... o no. Por una vez, este antihéroe no es Belmondo, sino un mucho más frágil Michel Subor, y pese a tener una escena que parece calcada de AL FINAL DE LA ESCAPADA (el monólogo-diálogo-cortejo en un espacio único), el motivo empleado para definir a su protagonista se me antoja más potente y creíble. O eso o el fin de los ideales pasados por la dulce trituradora de Anna Karina, claro...
Saludos.

jueves, 12 de junio de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #14



El sueño de un borracho que es el sueño de un moribundo que es el sueño de un niño que es el sueño de un amante que es el sueño de un loco que es el sueño... Casi la única manera coherente de poner en imágenes un texto literario que, a su vez, ensaya el monólogo interior sin ofrecer más pistas que las mismas palabras, únicos elementos definitorios de unos personajes que son sólo uno y que dicen más de quien los piensa que de ellos mismos. Estando así, fuera de la imagen semiótica, Resnais hizo en PROVIDENCE quizá su obra más hermética y angulosa; y todo pese a su ingeniosa estructura floreciente, que se engurruña como un cúmulo de recuerdos lejanos y anárquicos, para, ya al final (asombrosamente filmado, de extraordinaria belleza formal), mostrar su verdadera cara como un extraño descanso para los sentidos, alerta por todo su oscuro metraje. Es la historia de un escritor repasada a través de los recuerdos que es capaz de amontonar el día antes de su 78 cumpleaños, enfermo, borracho y desencantado con quienes le han rodeado, amigos, hijos, esposa e incluso enemigos. Y todo ello mezclando un colaboracionismo apenas insinuado en la Segunda Guerra Mundial, la incomprensión de sus hijos, el suicidio de su mujer tras sufrir una enfermedad terminal, y, sobre todo, la incapacidad para expresarse ante sus semejantes, con el escudo de la burguesía como conveniente camuflaje. Y PROVIDENCE es también un excelente trabajo de todos sus (angloparlantes) actores; tanto un estremecedor John Gielgud, el siempre solvente David Warner y unos fantásticos Dirk Bogarde y Ellen Burstyn, alternando los roles de hijo/nuera con el del propio protagonista, que se ve constantemente reflejado en ellos. Bella fotografía de Ricardo Aronovich y una memorable composición a cargo de Miklós Rózsa, que se adueña de la narración en la parte final, que, pretendiéndose realidad, parece más sueño que todo lo contado antes. Añádanle futbolistas de pelo largo, hombres lobo y cientos de botellas de vino blanco y... ¡Resnais!...
Saludos.

miércoles, 11 de junio de 2014

Pudieron...



No voy a hablar de política. Cada vez me gusta menos la política, los politicuchos. Pero cómo sustraerse a ese gran acontecimiento mediático que ha supuesto más gestos de preocupación en la ¿izquierda? y derecha de este país desde prácticamente tiempos inmemoriales. PODEMOS es the big thing y Pablo Iglesias su big man; un compendio de ilusión, empuje y, por supuesto, descaro para decir lo que las ultraconservadoras mentes de ¿izquierda? y derecha de este país no se atreven a formular ni siquiera como fantasía alentadora. Ahora ¿han visto MEET JOHN DOE? Porque hay mucho que rastrear de esta inesperada formación ¿política?... ¿ciudadana? en las imágenes filmadas por Frank Capra hace más de setenta años. Así, y aunque el núcleo de la premisa sea absolutamente distinto (el "Juan Nadie" del título es un perdedor dotado de una humanidad arrolladora que termina poniendo en jaque las relaciones de poder entre periódicos y políticos), no me atrevería a negar que precisamente es la asunción de la falta de posibilidades reales de un cambio radical lo que aumenta el tono de una utopía perfectamente democrática. Esto es: en un comienzo que parece sacado de la actual y desastrosa situación laboral, Capra muestra un despido a todo trapo en un periódico, donde han enviado a un cleaner para deshacerse del "material sobrante". Barbara Stanwyck, que interpreta a una columnista afectada, hará de la desesperación virtud, y sobre la marcha inventará a Juan Nadie, representante imaginario de los parias y desheredados del mundo, que, en un acto deliberadamente "jesucrístico", anunciará que se lanzará de un edificio el día de Navidad, y para rizar el rizo, se tratará de uno de los empleados despedidos. Así que el inteligente y endiablado guion de Robert Riskin nos coloca en una disyuntiva que ni siquiera el ínclito Iglesias podría desentrañar convenientemente: ¿El fin, aun siendo un engaño, justifica medios ruines como la mentira o la extorsión? ¿Sería más productivo un discurso escandalosamente claro como el de PODEMOS que la sibilina gota malaya de un, por poner un ejemplo, Duran i Lleida? Algo de ello hay en esta película áspera y complicada, donde Gary Cooper no se lía a mamporros porque prefiere tocar la armónica junto a su compinche de vagabundeos, Walter Brennan.
No es, ni con mucho, de las mejores obras de Capra, pero la he visto tan de actualidad que no he podido resistirme...
Saludos.

martes, 3 de junio de 2014

Las realidades imposibles



Si yo defiendo como real la imposible utopía descrita en LOST HORIZON, no puedo sino rendirme ante la imposibilidad de algo que, increíblemente, es perfectamente posible y que constituye la apasionante odisea de Jefferson Smith en Mr. SMITH GOES TO WASHINGTON (por una vez, y sin que sirva de precedente, la traducción del título al español supera al original). De una actualidad más que rabiosa (que no es que no lo fuese antes, pero ¡éste es nuestro tiempo!), pese a iniciarse con los habituales barullos de aquel cine que tanta gamba le dio al american way of life ultrapatriotero, el guion de Sidney Buchman toma un cariz inesperado y francamente osado. Ésta es la historia, ni más ni menos, de un senado, el de los Estados Unidos, tan aburrido e intrascendente como cualquier buen senado de cualquier país democrático, pero bajo cuyo océano de burocracia y problemas de eterna resolución está esa política invisible de tramas empresariales e intereses generados por el tráfico de influencias y la malversación de fondos... ¿Les suena?... Jefferson Smith es un ignoto politiquillo de pueblo que pasa su apacible vida rodeado de sus vecinos y que no sabe nada de corrupción más allá de un desfalco de 25 centavos en su fondo de ayudas a los jóvenes exploradores. Sin embargo, en Washington se prepara al sucesor de un importante senador que acaba de morir, y debe ser alguien sin ningún peso para que una oscura ley termine de aprobarse sin oposición alguna. Smith es campechano e ingenuo, y no imagina el mundo de mentiras y corrupción al que ha llegado de la mano del veterano senador Joseph Paine, que era amigo de su padre. Un poco exagerada en las formas una vez llegado el momento de la revelación y rebeldía de Smith, lo cierto es que la trama se desliza con una suavidad que cuesta encontrar en films de calado político; y es lo insólito de su resolución lo que le da un extravagante aire de involuntaria fábula pesimista, porque CABALERO SIN ESPADA es una película que nos anticipa la imposibilidad de hacer valer la verdad absoluta en la política, aunque supiésemos (igualmente ingenuos) que no se trata más que de decir la verdad.
Del trabajo de los actores podría escribir cientos de líneas elogiosas, pero me quedo indudablemente con un irrepetible duelo de titanes. James Stewart y Claude Rains elevan tanto la intensidad de sus atuaciones que la pantalla se ve desbordada de oficio y talento. Un lujo, y pese a su final, el punto más oscuro del siempre luminoso Capra.
Saludos.



lunes, 2 de junio de 2014

Las utopías soñadas



Los lectores mandan. El otro día hubo atracón de Capra, revisitarlo y refrescarlo nada más, que no es poco placer, y me doy cuenta de que al "gran soñador" de Hollywood lo había comentado casi nada. Pero como me piden algunos clásicos, aquí va uno, LOST HORIZON, que es uno de esos títulos simplemente inolvidables y que jamás debería faltar en una filmoteca medianamente decente. Casi un alegato pacifista, declaradamente antibélico y deliciosamente ingenuo, HORIZONTES PERDIDOS traza un sísmico arco que va desde la accidentada huida de varios personajes de una sangrienta revuelta en China, hasta el aterrizaje forzoso que sufren en mitad del Himalaya. Parecería menos importante esta introducción si no nos avisara convenientemente del singular carácter de estos personajes y así remarcar con maestría el cambio operado en cada uno de ellos una vez ingresan en el irreal no-sitio conocido como Shangri-La. Un lugar donde no se envejece, donde no hay guerras y donde todo se comparte en paz y armonía... Sí, yo también pensaba en una comuna hippie, un poco adelantada, es verdad, pero con todos sus componentes de perroflautismo y ecología. Al principio recelosos, luego cada vez más integrados, y finalmente sin poder creer la suerte que han tenido de dar con ese sitio tan parecido al paraíso, mientras fuera hay guerras y odio por todo el mundo. Puede que Ronald Colman fuese el último actor al que yo contrataría para hacer de héroe pacifista y reflexivamente humanista, pero para la historia quedará su figura y buen hacer junto a la bella Jane Wyatt (a la que Capra se atrevió a hacerle un desnudo... fuera de campo, eso sí) y actores de la talla de Edward Everett Horton y el inolvidable Thomas Mitchell. Es un clásico, sí, y también una genuina bocanada de aire fresco casi ochenta años después; pero hay algo que le da ese aire tan especial y que no sé definir con exactitud. A lo mejor es esa juventud eterna, clamando por ir a nuestro encuentro y abrazarnos... No sé...
Saludos.



PD: Esta última vez he visto la versión restaurada, que casi recoge el metraje original, aunque hay varias escenas cuya imagen no existe, aunque sí el audio, al que se le han añadido algunas instantáneas. No es muy estético pero permite disfrutar esta obra maestra a lo largo de sus casi dos horas y media.


domingo, 1 de junio de 2014

Rincón del freak #157: ¿Quién es más tonto? ¿el tonto o el que sigue al tonto?



Me imagino una escena en la que Sofia Coppola llama al pobre Michael Lembeck desde la casa de Paris Hilton, donde ésta le ha llenado el cerebro a la otra de alegres chascarrillos acerca de cómo no cobró nada por ceder su imagen y hasta su espíritu para una buena causa, como fue el desastroso telefilm dirigido por el susodicho para la Silver Screen. La lánguida y bovina Sofia no puede menos que reprender maternalmente al pobre Michael, que no entiende cómo alguien puede tener un Martini en la mano a las 9:30 de la mañana, mientras él tiene que cumplir con un estricto horario de rodaje. Aquella señora de acento estrangulado le estaba diciendo que era justo que su amiga Paris recobrase su honor, dignidad y monedas a base de que él, pobre Michael, le permitiese rodar una película sobre el mismo tema; pero no una puta mierda como la que él había hecho, sino un posmoderno retrato del desencanto de las nuevas generaciones, que preferían convertirse en amigos de lo ajeno a trabajar dignamente (sorbito al Martini). Lembeck, el pobre Michael, le dice que haga lo que le parezca, que él sólo es un mandao y que los derechos son de la productora. Sofia le despide con un gritito de felicidad al que le sigue una enigmática frase: "Ha sido usted una gran inspiración desde que vi sus capítulos para Friends"... El resto es historia...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!