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jueves, 26 de diciembre de 2013

Cine en crisis #11



¿Y qué mejor película para dejar aparcada la crisis que el excesivo delirio de Francis Ford Coppola en ONE FROM THE HEART? La película que le volvió a arruinar y una de esas hecatombes incontrolables que sólo pueden responder ante una cosa: un capricho irrenunciable. Formalmente, CORAZONADA (el título no puede ser más elocuente) es deslumbrante, recreando Las Vegas más brillante y luminosa que nunca, y al mismo tiempo, oscura, una ciudad que alberga solitarios y románticos sin remedio; porque esta es una película sobre perder, sobre no renunciar... sobre el amor. No se trata de un musical, pero hay gigantescos números musicales; no es una comedia, porque todo comienza con una dolorosa ruptura, casi un encogimiento de hombros porque la pasión se ha acabado; y tampoco es un drama, sobre todo cuando la felicidad se les escurre a los protagonistas cada vez que intentan atraparla... pero lo intentan. No lo intenten ustedes, no va a salirles bien; ésta es una película suicida, solitaria e irremediablemente romántica, y no tiene nada que ver con el azúcar glas (Baz Luhrmann, of course) de hoy en día, sino con la necesidad de plasmar en una pantalla cómo se puede ser feliz con cualquier cosa o infeliz con todo. O es todo eso o, si me lo permiten, es un disco de Tom Waits sonando en una noche de alcohol con el alquiler vencido... ¿Que si es buena?... No lo sé. No me importa...
Saludos.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Cine en crisis #10



Hay películas que, por su especial condición, son capaces de superar incluso sus propias expectativas. El ejemplo más claro es FITZCARRALDO, la película maldita de Werner Herzog; la epopeya amazónica que a punto estuvo de sacarlo definitivamente del cine y´en el que, según cuenta la leyenda, Klaus Kinski terminó tan hastiado que intentó matarlo. Anécdotas aparte, FITZCARRALDO (el título proviene de la dificultad indígena para deletrear Fitzgerald, verdadero apellido del protagonista) es un film obsesivo, arduo y tenazmente convencido de cómo debe desarrollarse; y el tan temido tijeretazo, precisamente por estar casi autogestionada por el propio Herzog, es todo lo contrario, y su desmedido metraje (casi tres horas) se antoja excesivo y por momentos innecesario para desarrollar una trama que en sí no es tan complicada de entender. Este personaje, hecho a medida de Kinski, sueña con construir una ópera en un pequeño poblado a orillas del Amazonas, y bien pareciera que nada pueda detenerlo en su empeño. Para ello sólo necesita lograr liquidez, pero al estar arruinado decide invertir sus escasos ahorros en un destartalado barco con el que comerciar con caucho, con la particularidad de que hará el recorrido a la inversa de un famoso meandro bifurcado, ahorrando más tiempo que cualquier otra ruta. El único problema es que para pasar de un cauce a otro no le quedará más remedio que imaginar una tarea casi imposible: remolcar la nave y conducirla a través de la montaña. Nadie en su sano juicio hubiese apostado por la viabilidad de tamaña empresa, pero tampoco de la película en sí, y es cierto que pese a lograr premios tan prestigiosos como el de mejor director en Cannes, FITZCARRALDO ha quedado un poco relegada y casi como un objeto de culto, una rareza que aunaba el tono mesiánico de su argumento a un humanismo nada relamido ni autocomplaciente. Un film farragoso y lleno de imperfecciones que a  mí me costaría creer que se pudiese hacer hoy día.
Saludos.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Cine en crisis #9



El único error que le reconozco a William Friedkin al rodar SORCERER, título maldito donde los haya, es su falta de perspectiva al adaptar el film que ya hizo Clouzot veinticinco años antes. Era imposible mejorar EL SALARIO DEL MIEDO, pero la idea era otra, quizá utilizar el inflamable material de partida para demostrar que el no-relato, la tensión vehicular, podían convertirse en el gran motivo por el que atomizar el guion convencional. Esto ya lo hemos visto muchas veces, pero recientemente; en 1977, con esta historia sólo podía fabricarse un thriller de los a menudo mal llamados "serios", pero, obviando la significativa mutilación del material original, que dejó el film en "sólo" dos horas, SORCERER es una película que sólo puede molestar o fascinar en la misma medida que resiste el paso del tiempo con abnegada obstinación.
Hablaríamos aquí de ese lugar en ninguna parte a donde van a parar los que desean no ser encontrados, cómo todos saben que es una especie de purgatorio donde, a cambio del anonimato, sólo hay que aceptar la pérdida de la propia personalidad. Nadie encontrará allí a estos parias, pero pronto comprenderán que es imposible huir, y es entonces cuando la película comienza su segunda y bestial ponencia. Desesperados, aceptarán conducir a través de la selva dos monstruosos camiones cargados de unos explosivos ultra sensibles; una misión suicida a la que sólo quienes desean salir del agujero donde están confinados podrían atreverse. SORCERER fue una apuesta a todo o nada, cine hecho con las tripas, imperfecto y de fisicidad rayana en la penitencia; la elección de los actores, por ejemplo, no podía ser más heterodoxa, a Roy Scheider había que sumar el estupendo Bruno Cremer, el exótico Amidou o un inquietante Paco Rabal haciendo de un tipo muy malo. Además, la mítica banda sonora compuesta por Tangerine Dream supone otro punto de extrañeza ambiental. Si se deciden a verla les recomiendo que entiendan las condiciones extremas de su rodaje y que ello les sirva para comprender cómo su estrepitoso fracaso en taquilla no debe empañar su, desde luego, inconsciente osadía. Un clásico involuntario, y muy poco clásico.
Saludos.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Rincón del freak #136: Matty, Pe y otras cosas de meter. Cine en crisis #8



La Paramount llamó a Breck Eisner, director hábil en distancias cortas (T.V. de entretenimiento), puso a su disposición un guion firmado a cuatro manos adaptando una novelilla sin mayor trascendencia, una fruslería de 145 millones de dólares y la "pareja del momento" (2005), que no era otra sino nuestra exportable Penélope Cruz y un Matthew McConaughey cuando creía que era una estrella y no necesitaba actuar de verdad. SAHARA es una gilipollez sin trascendencia que recaudó casi la mitad de lo que costó y que dejó a más de uno con la misma cara de alelao que al ver el cartel de reminiscencias "spielbergianas". La cosa terminó en un torbellino de imágenes prefabricadas sobre un tipo que se dedica a... a... ¿a ir en lancha con su amigo feo porque si fuese con otro el feo sería él? Que rescata a Pe, que interpreta un papel que seguro que no se os había pasado por la mente: doctora hispana de las Naciones Unidas que ayuda a los débiles por el día y asiste a lujosos cócteles por la noche. A nadie le importa un pimiento lo que pasa entre mamporros, persecuciones y submarinos desérticos¿?, pero los muchachos sonríen como bellacos y van a salvar el mundo de una amenaza muy chunga en forma de... no sé... ¿Placas solares?... Despropósito con estrellas estrelladas, y con razón.
Saludos.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Cine en crisis #7



El tiempo pondrá a Paul McCartney en el sitio correspondiente, que no es otro que el de verdadero líder, ideólogo y, por tanto, aniquilador de The Beatles. A mí no me cabe duda, así como tampoco tengo dudas sobre la incapacidad de McCartney para emanar la frescura que a Lennon parecía salirle casi sin querer ¿Pero quién necesita candidez cuando podemos dominar el negocio? Algo así debió estar pensando nuestro protagonista cuando decidió, hace ahora treinta años, refundar el concepto de videoclip (cuando éste no hacía más que dar sus primeros pasos) y traspasarlo a la ficción cinematográfica. Así dicho, sin ahondar un poco más, bien podría parecer que GIVE MY REGARDS TO BROAD STREET intentaría pasar la imaginería que Richard Lester invocó a mayor gloria del cuarteto de Liverpool por una estética ochentera que contiene sus peligros. Sin embargo, este ininteligible artefacto, de narración cogida con alfileres, tiene su miga; y si no, atentos: McCartney es él mismo, una estrella agobiada por la popularidad y que sólo encuentra consuelo en los estudios de grabación (casi improvisados) en los que va componiendo las canciones de su nuevo álbum. Resulta que alguien ha robado el material del mismo justo antes de que se pudiese publicar, así que se inicia una búsqueda por toda la ciudad, lo que nos permitirá asistir a esa idiosincrasia propia del músico "encausado", y que terminará confluyendo en la calle del título, cuyo significado queda explicado casi sin querer.
De acuerdo, pongamos que hablo de entretenimiento sin más, pero el cierre del film, con un McCartney imaginando su "pobre" futuro, pidiendo limosna en una boca de metro con su guitarra y cantando aquello de "Yo era un tipo con ideas... pero me las robaron... Y aquí estoooooy...", además de adelantarse tres décadas a la crisis de la industria musical, revela una faceta poco menos que inquietante. Porque, dejémonos de hostias: Paul McCartney era/es/será un genio en lo musical, pero esta película es un horror de aburrida y pretenciosa. Menos mal que, como buen hombre de negocios, escarmentó y no ha vuelto a intentarlo...
Saludos.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Cine en crisis #6



Lo primero que uno se pregunta al ver WATERWORLD es en qué diablos se gastaron "los kevin's" la pasta. No puede ser que todo se lo llevara el escombrero con piscina interior que nos cuelan como asombrosa ciudadela flotante. Menos el Clipper eólico del protagonista... ¿Alquilar un petrolero abandonado y cien zodiacs?... Pues si en eso se va el presupuesto de la película más cara de la puñetera historia del cine (hasta 1995)... ¡Ah, no! Esperen, porque el malo era Dennis Hopper, así que ahora lo entiendo todo... Bueno, supongo que todos ustedes han visto esta demencial "superproducción postapocalíptica" ambientada en un planeta Tierra sin eso mismo, sin tierra, y cuya vibrante acción gira en torno a un tipo con agallas (literal) que malvive sacando tierra del fondo oceánico y vendiéndola en atolones artificiales como si de oro puro se tratase. Todo se complica cuando encuentra una niña con un mapa tatuado en la espalda, que supuestamente indica la dirección hacia la única tierra en este mundo sumergido. Luego vienen los malos, y hay tiros y saltos a lo Fairbanks y mucho ruido... pero pocas nueces. Finalmente, es lo mismo de siempre: una película que nos venden como el summum de la diversión y/o evasión, resulta que es un aburrimiento vacuno de indeleznables proporciones. Ergo: tostón.
Por cierto, mucho mejor la música de Newton Howard para la de la Disney que para ésta. Busquen ambas si no me creen.
Saludos.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Cine en crisis #5



Si, como peroraba el gran Germán Coppini, viniese un alien divino y me diese a elegir qué me gustaría ser en un excitante mundo de hipótesis y posibilidades, yo no dudaría: sería Michael Cimino. Porque hemos hablado de cine miserable, de cine derrochador, de cine absurdo en los presupuestos y de cine simplemente inviable, pero hay que tener dos cojones muy italianamente puestos para hacer una barbaridad como HEAVEN'S GATE. Barbaridad, entendiendo la palabra en toda su excesiva extensión. Toda.
HEAVEN´S GATE es una obra maestra, una película con momentos de una extrañeza visual de la que luego han bebido multitud de imitadores y que obtiene sus cartas de nobleza justo cuando la era digital se revela completamente impotente para "reproducir" los saltos de tiempo con los que Cimino no pretende "plasmar", sino que el recuadro emane latidos de emoción verdadera. El arranque me recuerda al Joyce desbordante que no encuentra el número de palabras suficiente para que toquemos las paredes u observemos esos rostros borrachos, jadeantes; es el momento de John Hurt, que se sublima y que luego no tiene ya tanto peso. Luego han pasado veinte años y, curiosamente, el tiempo parece pretérito; hemos pasado de los parlamentos, las universidades y las fraternidades al polvo, las tabernas, las botellas de whisky y los revólveres: ¡es un western! Y supongo que no lo parece, o no lo parecía; y que quizá Cimino embaucó a los gaznápiros de la UA con la promesa de un fabuloso revival, con estrellas como Kris Kristofferson, emergentes como Christopher Walken o Jeff Bridges y el punto de exotismo de una joven Isabelle Huppert. Incluso la aparición de una leyenda como Joseph Cotten. Luego habría que intentar entender a los montadores de la UA, dañada en su propia concepción hollywoodense del espectáculo ¿Qué era esa historia morosa, sin picos de "violines" ni tragedia redentora? ¿Dónde estaban los héroes, "los buenos"? ¿Qué se escondía tras ese interés por defender a los pequeños propietarios por parte de un Marshall que en esencia es un putero y un fracasado? ¿Acaso Cimino era un díscolo resentido intentando poner una bomba en el corazón de la industria? El tijeretazo fue abrumador, y se notó en los cimientos de una obra que, aun así, es capaz de mantenerse en pie. Tras más de treinta años se le han añadido algunos trozos (no demasiado relevantes, es cierto) que la han llevado hasta casi las cuatro horas de duración, pero mucho me temo que será imposible que podamos disfrutar alguna vez de lo que una vez Michael Cimino llegó a tener en la cabeza. Un poema brutal y desesperado sobre un tiempo que se fue y que no volverá; lo sublime y lo miserable, lo grande y lo pequeño para extender un mapa y ver qué es la humanidad. Y eso, creo yo, vale un poco más de una perra gorda...
Saludos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cine en crisis #4



Seamos francos. Lo único que le queda a la Disney, la Disney de los niños y los padres, es serse fiel a sus estatutos, los que la han llevado, durante 75 años, a dominar el panorama estrictamente sentimental de quienes aman la forma como fondo argumental. Cualquier intento de sedición más o menos soterrada ha sido perfectamente polarizado por su monstruoso organigrama empresarial, y es por ello que sus fiascos económicos se han ido notando menos que sus brillantes, resplandecientes colecciones de hits. Así, TREASURE PLANET, que es una de las mejores películas de animación que la Disney ha facturado en los últimos tiempos (es de 2002), ni se comió un colín, ni se la ha reivindicado lo suficiente, ni se han explicado lo bastante los motivos de su descalabro, que a mi entender nos llevan a la monotonía del mercado y en ningún caso a su extraordinaria calidad, primero puramente técnica, pero sobre todo por el entretenidísimo resultado de su puesta al día de un clasicazo como "La isla del tesoro", de Robert Louis Stevenson. Y aunque las naves vayan por el cielo, impulsadas por la energía solar que llena sus velas, el espíritu de descubrimiento es el mismo, y su joven protagonista aprende a no fiarse de las apariencias y a valorar la amistad por encima de todo. Y John Silver, que se ha reinventado en un embaucador cyborg, le demostrará que no es oro todo lo que reluce en un tesoro, y que la vida es un camino accidentado. Una muy buena película para todos los públicos, un alarde técnico punteado por una inusual partitura de James Newton Howard y un sonoro fracaso en taquilla para la Gran Factoría, que no sólo no osó repetir el experimento, sino que apenas reconoce a esta joya como hija suya... Sí, un poco como "Long" John Silver y Jim Hawkins, aunque sin aprender que el dinero no lo es todo...
Saludos.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Cine en crisis #3



Se ha hablado mucho de las razones del eterno lastre del cine español, de la fallida política de subvenciones, de una fatal autoindulgencia, de las correspondencias políticas, la falta de independencia... Muchas razones y poco razonadas, creo yo. En España hubo un momento en el que se pudo cambiar todo, a mejor y para mucho tiempo. Pero no se hizo, y se eligió un modelo que satisficiese a productores de mente revuelta, distribuidores dispuestos a "liberar el suelo", y todo ello repercutiendo en la marginación de cualquier intento de ampliación de los márgenes creadores. Resumiendo, que hace 25 años era posible hacer una película que sobrepasase en presupuesto toda la producción cinematográfica española de 2013. Su nombre no puede ser más significativo: EL DORADO. Dirigida por un indiscutible, Carlos Saura, y con participación francesa, EL DORADO semejaba un descomunal monstruo sostenido por un pataje flaco y titubeante; un film sobre la expedición española que iba a evangelizar y quedó deslumbrada por la leyenda de la ciudad construida en oro; y no cabe mayor ni mejor ejemplo para explicar una película que a ratos parece un APOCALYPSE NOW desvaído y otras se aprovecha de lo ya imaginado por Werner Herzog, cuyo Lope de Aguirre era más insano que éste, interpretado por Omero Antonutti. Aun así, EL DORADO tenía imágenes de fuerza incuestionable, Saura siempre ha sido un trabajador al servicio de sus ideas cinematográficas; el arranque, por ejemplo, posee una fuerza poética que dota de sentido el batiburrillo posterior, y la selva amazónica queda retratada por una estupenda fotografía a cargo del gran Teo Escamilla. Los problemas, sin embargo, son muchos: unas interpretaciones irregulares (¡Inés Sastre!), una línea argumental cuasiininteligible y algunos momentos que rozan el ridículo y que en aquellos incipientes premios Goya arrojó un desolador balance de nueve nominaciones y cero cabezones... Cine español en estado puro.
Saludos.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Rincón del freak #135: Ni para pipas. Cine en crisis #2



La leyenda cuenta que ZYZZYX ROAD estuvo un día en la cartelera de un cine de alguna parte, que ese día recaudó treinta dólares y luego desapareció de la faz de la tierra. La leyenda también cuenta que a Katherine Heigl y Tom Sizemore les echaron algo en la bebida para embarcarlos en esta bazofia terrible, pero que muy terrible. Y les cuento. Aparte de su sonoro título (en realidad una carretera perdida en el desierto de Mojave), esto va de la Heigl chupando un chupachups y poniendo cara de calientapollas dentro de un coche junto a un tipo con cara de funcionario triste (no se me enojen también por esta comparación ¿eh?), que dicen que tienen al marido de la anterior metido en el maletero, pero cuando van a enterrarlo en aquel ningún-lugar resulta que no está, así que tienen que buscarlo y, mientras tanto, el pobre embaucado descubre que la muchacha podría ser una especie de alienígena con intenciones de fagocitarlo tras la cópula. Y, francamente, así contada parece hasta buena, pero no, es un bodrio tremebundo que no concibo que nadie haya podido ver de un tirón. La leyenda también cuenta que al tal John Penney la película le salió rentable y que el dinero no es lo más importante en la vida... Lo que viene a indicar, creo yo, que para que una película sea una mierda hedionda da igual que haya costado lo mismo que Cristiano Ronaldo o seis o siete lolipops de fresa; y Penney inventó el cine inmune a la crisis... ¡porque él mismo es crisis intrínseca!...
Saludos.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Cine en crisis #1



La crisis, las crisis. El cine en crisis... ¿en crisis? ¿Es lícito hablar de crisis en un sector sustentado durante décadas en el falso lujo y el dispendio indiscriminado y caprichoso? Sí, por supuesto; de "ese cine" debe salir, está saliendo, "otro cine", quizá más consciente de la situación económica actual, y no sólo para ajustar presupuestos, sino, lo que es más importante, para dar a conocer un estado de las cosas vergonzoso, el de ahora, sí, pero también el de no hace tanto. Incluso lo que hoy son superproducciones parecen obligadas a un mínimo de intentona cualitativa, cosa que solía provocar urticarias en aquellos "grandes creadores", y convengamos en que sólo unos cuantos han merecido disponer de colosales presupuestos. Y como la intención de este monográfico navideño no es otra que disuadirles de cualquier tentación especialmente rumbosa, vamos a dar cuenta aquí, en plan intransigentemente subjetivo, de algunos títulos que sería imposible acometer hoy día, si no por su producción en sí, desde luego que por su nulo sentido de la comercialidad.
Uno de los nombres que se ha ganado a pulso el apelativo de "derrochador" o "anticomercial" es el de Kevin Costner, y sobre todo el que surgió tras su desproporcionado éxito con BAILANDO CON LOBOS (no porque aquella fuera mala, sino por lo que ahora contaremos). O habría que buscarle el sentido a una película de tres horas sobre un tipo que se hace pasar por cartero en un apocalipsis fechado en... ¡2013! Flipa Felipa!!!... THE POSTMAN no sólo mareaba por sus números, sino porque su cuota de estrellas, si dejamos a Costner aparte, simplemente no existía, y lo más llamativo era la aparición ya muy al final (de valientes era verla de un tirón) de Tom Petty... ¡Tom Petty, muchachos!... En fin, yo la vi hace poco y me pareció aún más ridícula y deslavazada que entonces; una película hecha a manotazos, sin convicción alguna y que al lado del cañonazo postnuclear de, por ejemplo, MAD MAX, parece un telefilm para Disney Channel. Tiene pocas cosas para recordar y sí muchas para olvidar y no repetir, como el gilipollesco ejército que se supone que tiene a todo el mundo acojonado y que se divierte viendo... ¡SONRISAS Y LÁGRIMAS!... o la escenita del niño con la carta y el esforzado Costner yendo a galope tendido hacia él... Un despropósito, en definitiva, que hizo saltar más de una tapa de los sesos en la Warner, donde siempre habrá un lugar para este señor...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!