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sábado, 26 de junio de 2021

Películas para desengancharse #81


 

Películas como THE GUNS OF NAVARONE se han hecho a porrillo, la mayoría sin éxito; y ha tenido que ser mediante el bastardeo de géneros, que hayamos podido tolerar historias cuya épica superaba con creces su verdadero valor cinematográfico. No es el caso. 60 años después, el mítico film de J. Lee Thompson inauguraba una especie de extraño subgénero, el de los grupos heterogéneos, deslavazados, que terminan imponiéndose por gozosa heterodoxia en un marco de rigidez y autoridad. Suele asociarse esto a conflictos bélicos, pero luego el filón ha ido abriéndose al policíaco, el terror o cine de acción en general (con puntos culminantes, por ejemplo, en "El equipo A", para entendernos). No hay más que echar un vistazo a cómo lo están petando los supergrupos comiqueros, de cuyas andanzas se tiende un puente hacia esta "pequeña gran película". Sí, porque la impresión es que estamos ante una superproducción descomunal, y tampoco es eso. Descontando el estupendo reparto, con unos colosales Gregory Peck, Anthony Quinn y David Niven al frente, ...NAVARONE es esencialmente una película de interiores, con multitud de diálogos que nos sitúan ante incesantes dilemas morales, desde que al principio nos colocan el cartel de "abandonad toda esperanza", en una misión conscientemente suicida, y que consiste en meterse en la boca del lobo, ir despachando alemanes y destruir dos gigantescos cañones, que custodian la navegación por el Egeo. De hecho, la práctica totalidad de las escenas de acción quedan convenientemente "filtradas" por una noche americana muy molesta, y los cañones de marras apenas ocupan los minutos finales de un metraje, por otra parte, bastante extenso. Mi impresión es que ha quedado como una de esas películas que todo el mundo cree haber visto, pero que poca gente recuerda con exactitud; o un estupendo ejercicio de estilo, en el que se demostraba que aún se podía hacer cine bélico saltándose muchas de sus convenciones, incluso poniendo una ametralladora en manos de Irene Papas, ejemplo de empoderamiento femenino mucho antes de que esto se vulgarizara como hoy día...
Si quieren ver dos horas y media de entretenimiento del de toda la vida, están de enhorabuena. Si no, siempre pueden pajearse con Nolan...
Saludos.

sábado, 24 de febrero de 2018

Aquel pedazo de esta Europa



Vamos hoy con un clásico de los de toda la vida. TARAS BULBA partía de la novelita original escrita por Nikolai Gogol, aunque, para quien la haya leído poco o nada tiene que ver. Más centrada en los aspectos espectaculares, las batallas y los escenarios épicos, la United dejó el guion en manos de Waldo Salt y Karl Tunberg, que "omitieron" el corazón central de la historia original, básicamente el papel decisivo de los cosacos cuando en el siglo XVI apoyaron la ausa polaca para arrebatar lo que hoy se conoce como Ucrania a los turcos. Pero claro, es difícil cuando tu pareja protagonista la componen dos e los mayores iconos del Hollywood de entonces, Yul Brynner, impecable como gran jefe cosaco, y Tony Curtis, que, siendo francos, ahí no pegaba ni con cola como el hijo de Taras Bulba, pero cuyo tirón romanticoide se aprovechó, guardándole un montón de escenas empalagosas junto a Christine Kaufmann, que de hecho se convertiría en su esposa. Hay tres o cuatro escenas realmente espectaculares, como los saltos a caballo sobre el precipicio, la fiesta cosaca en la que se divertían paseando sobre un foso con osos o levantando caballos... Además de unas batallas con miles de extras en esplendoroso Technicolor. Uno de esos "grandes films menores", ideales para una tarde de Sábado, y que además contenía una imponente partitura a cargo de Franz Waxman, que no se llevó el oscar de 1962 básicamente porque un tal Maurice Jarre hizo algo para un tal David Lean...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!