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martes, 25 de marzo de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #24



Llegamos al final del monográfico dedicado a Robert Siodmak, director singular, trabajador abnegado y artista no tan reconocido como algunos suponemos que su trayectoria hubiese merecido. Cierto es que el final de su carrera poco o nada tenía que ver con sus años dorados en la Universal como constructor de un cine negro avanzado a su época, y buena muestra de ello es el mamotreto (tres horas divididas en dos partes) en forma de peplum tardío con el que dejó de hacer cine allá por 1968. KAMPF UM ROM tenía una primera parte titulada "El último romano" en la que dejaba constancia de las intrigas de un imperio a punto de desmoronarse, o más bien disolverse en una alianza que arrinconaba su ya imposible esplendor. En la segunda parte, "La traición", Siodmak introduce una mayor espectacularidad, con grandes batallas en espacios abiertos. Una constante, si preferimos, de un cine hollywoodense que el director alemán intentó exportar desde que se vio obligado a marcharse de nuevo a Europa.
Con un reparto más sonoro que eficiente (un anecdótico Orson Welles, Sylva Koscina, Lang Jeffries, Honor Blackman, Laurence Harvey...), no es un film tan desmesurado como sí gélido o desangelado, puede que por lo antipático de la franja histórica que refleja (apasionante para un historiador, pero con pocos motivos para una película que se pretende espectacular), aunque gran parte de culpa la tienen los inenarrables cardados y terroríficos trasfondos de cartón-piedra. Contiene, es cierto, algunos destellos del gran cineasta que siempre fue Siodmak, pero uno hubiese echado de menos (él lo merecía) un último film con más guion y menos "estrellato"; una vuelta a las raíces que, desgraciadamente, nunca se produjo.
Nos quedaremos, por tanto, con ese puñado de obras maestras que legó a la historia del cine y la grata sensación de haber descubierto un rincón algo olvidado y un poco por detrás de mitos y adoraciones. Pero es que esto también es cine.
Saludos.

martes, 11 de marzo de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #23



Parecía difícil de creer que Robert Siodmak languideciera de una forma tan evidente en producciones europeas sin demasiado interés sin dejar, al menos, un último título a la altura de su talento. Y sin ser una gran película, CUSTER OF THE WEST contiene momentos de una expresividad ante los que un cinéfilo no puede más que regocijarse; como si de un imposible intento de retomar el exceso visual de un Griffith se tratase, esta revisitación de la figura del general Custer se desmarca de la épica del film de Raoul Walsh y se impregna de la crudeza de carácter de su protagonista, un Robert Shaw simplemente mimético. Demasiado larga, demasiado dura, demasiado descoyuntada (una película de casi dos horas y media no debería tener estos problemas de montaje), es lo que es, un western de finales de los sesenta, con el género iniciando su declive y con Siodmak, desde hacía varios años, resignado a la incógnita de la coproducción; ésta no lo era exactamente, pero estaba rodada en Almería con la mayoría del equipo de nacionalidad española. De hecho, la fotografía corrió a cargo de Cecilio Paniagua, y reseñemos que, francamente, el "esplendoroso" Cinerama no fue su mejor aliado. De entre los grandes aciertos, yo destacaría la imponente y muy original banda sonora compuesta por el músico brasileño Bernardo Segall y el tremendo cierre, con la inefable batalla... perdón, masacre de Little Big Horn. Y luego me gustaría apuntar un par de curiosidades, como el uso del 3D... ¡sin 3D! que Siodmak se sacó de la manga en varias escenas, como la de una carreta desbocada, la huida de un soldado por un acueducto y el descarrilamiento de un tren, algo que habría hecho las delicias de Jerry Bruckheimer, sin duda. Y luego está la inexplicable elección de Jeffrey Hunter y Ty Hardin... no porque no lo hicieran bien, sino porque eran dos actores tan parecidos físicamente que supongo que hasta Siodmak le puso bigote a uno para poder diferenciarlos... ¡porque además salían juntos en todas las escenas! Por no hablar de los cinco minutos de Robert Ryan (le haría falta el dinero). En fin, título a revisitar por la razón de que es un western exótico y desconcertante y, sobre todo, porque luego ya no habría mucho más Siodmak... De hecho, terminaremos este monográfico la semana que viene.
Saludos.

martes, 4 de marzo de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #22



En DER SCHATZ DER AZTEKEN, de 1965 y también hipercoproducida para la CCC, encontramos quizá al Siodmak más flojo y desganado, a lo mejor con pequeñas contribuciones sólo para ojos muy entrenados (el gusto por forzar a los actores en escenas largas; los elegantísimos movimientos de cámara...), pero nada de ello consigue hacer despegar un film desquiciado y muy vendido a un extraño semikitsch de mueble bar. Yo he leído a Karl May y solía ser un autor pulcro y riguroso incluso en su mojigatería formal, pero de ahí a inventarse un supuesto reducto azteca en el interior de un volcán, para seguidamente llevarnos nada menos que ante... ¡el presidente Lincoln!, es demasiado. La excusa es el viaje del inclasificable Dr. Sternau (un impenitente Lex Barker), que cura a la gente a puñetazos, al México de Maximiliano para... para... anyway... El caso es que hay bailes regionales (yo diría que tirando a flamencoides), Ralf Wolter hace otra vez de graciosete con sombrero raro, hay un azteca rubio que habla alemán... ¿?... y unas noches americanas que no se las salta un galgo. Además (y esto sí es grave), da lastimilla escuchar cómo Erwin Halletz intenta disimular con semicorcheas que ha copiado un importante tanto por ciento de la magistral partitura de Elmer Bernstein... ¿Adivinan cuál?
Yo a Siodmak le perdono cualquier cosa, pero desde aquí aprovecho para hacer un llamamiento a distribuidores para que se pongan manos a la obra con el material preferentemente francés, en su mayoría descatalogado, y que contiene joyas que casi nadie ha visto. Ahí queda eso.
Saludos.

martes, 25 de febrero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #21



DER SCHUT fue la adaptación que Siodmak hizo para la CCC de una exótica novela de Karl May. Ambientada nada menos que en el indescifrable paraje de los Balcanes profundos, cuenta lo mismo de siempre pero hace cincuenta años y adelantando muchísimos de los tics del cine de aventuras más comercial y reconocible. Mezcla de western y fantasía heroica, nos situaba en una tierra dominada por un tipo malvado al que apodan "el diablo" y que tiene aterrorizados a sus habitantes; y aunque no se sepa muy bien quienes son los damnificados, no faltarán las damiselas en apuros, los pueblerinos agraviados y los secuaces ineficaces (vaya título para una novela... me la apunto). La pareja protagonista (porque en el ABC del cine de aventuras lo pone bien clarito) no puede ser más pintoresca: el "impertérrito" Lex Barker, que agotaba sus últimas temporadas en suelo teutón, y el pizpireto Ralf Wolter, puede que el único alemán capaz de interpretar a un musulmán con un nombre aún más largo que su estrambótico turbante. Juntos correrán por las praderas, darán "mascás" a diestro y siniestro, y salvarán a damiselas y pueblerinos de las pérfidas garras de este terrateniente sin oficio y beneficio. Es serie "B" descarada y desnutrida, pero incluso en tan míseras condiciones logra imponerse el oficio y talento de un Siodmak que, aunque menor, me juego algo a que proporcionó a Spielberg un magro punto de partida para su Indiana Jones. Y qué quieren que les diga, si este año no he visto nada tan entretenido como esto...
Saludos.

martes, 18 de febrero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #20



El Siodmak de NACHTS, WENN DER TEUFEL KAM (EL DIABLO ATACA DE NOCHE) es un Siodmak insólito, de alcance máximo y casi adelantando de manera magistral la fusión de géneros y motivos muchos años antes de que esto fuese el novamás de modernuquis e ilustrados. Ojo, porque la cosa tiene miga: Bruno, un tipo bastante mastuerzo y de fuerza incontrolable, vaga trapicheando por el Hamburgo devastado de 1944; de escasa mollera, y con una mezcla de deseo y codicia cuasiinfantiles, comete varios asesinatos de los que después incluso llega a jactarse, amparado en su supuesta deficiencia mental, aunque nadie llega a creerle realmente. Por otra parte, un oficial retirado encabeza la investigación de dichos crímenes, no ya para atrapar al culpable (hecho que casi no ofrece discusión), sino porque la vida de un inocente, falsamente acusado, depende de ello. Y ahora viene lo bueno. Parece una trama negra clásica, pero no lo es, no lo puede ser por el momento y el lugar; y por los personajes. NACHTS... nos pone en situación frente a una paradoja tan fascinante como de difícil resolución moral: Si la Gestapo y las SS han de atrapar a un asesino en serie ¿debemos aplaudir si lo cogen? ¿Quién es el malo aquí? Sobre todo porque el investigador se encuentra con un escollo insalvable cuando se da cuenta de que es imposible cualquier tipo de discurso acerca de la justicia en un estado fascista, un estado asesino en sí mismo. Así, Siodmak filma un terrorífico tratado sobre el mal, sus grados y epónimos referenciales, una película inteligentísima, afilada y que, insisto, traza un arco temporal inmenso entre su intrincado discurso y el de, por ejemplo, el post-discurso de ZODIAC, que bebe de aquí rabiosamente. No deben, por tanto, perdérsela.
Saludos.

martes, 11 de febrero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #19



Robert Siodmak volvió a Europa convertido en uno de los directores más respetados y fiables de Hollywood, y puede que lo hiciera buscando guiones menos encorsetados, o una plenitud creadora que hiciese brillar su filmografía con otra luz, quizá más apagada u oscura, pero con su inconfundible sello. Y lo primero que hizo fue adaptar, para la CCC, una famosa obra teatral de Gerhart Hauptmann. DIE RATTEN (LAS RATAS) muestra un Berlín devastado por la guerra y con una crisis moral aumentada por la miseria y la culpa; por entre sus ruinas (físicas, pero también intangibles) se mueven siniestros personajes que, de alguna manera, "vampirizan" a los más débiles, a quienes no les ha resultado tan fácil readaptarse a una ciudad que, como el país entero, es otra. Pauline es una refugiada polaca que, desesperada por el hambre y obligada por la oscura presencia de Bruno, vende a su bebé recién nacido a una familia pudiente y sin hijos. Lo que viene después es el arrepentimiento una vez Pauline descubre las verdaderas intenciones de Bruno y la imposibilidad de recuperar a su hijo, aunque una casualidad dará un giro inesperado a todo el asunto. A diferencia de la primera versión cinematográfica (un inencontrable film de 1921, con el gran Emil Jannings de protagonista), Siodmak realza la figura de Pauline con una inmensa Maria Schell, mientras que Bruno (Curd Jürgens) va cobrando fuerza progresivamente hasta un desenlace primero trágico, aunque siempre quede un atisbo de esperanza. Una de las mejores películas de Robert Siodmak de su segunda y, a mi entender, discutible etapa europea.
Saludos.


martes, 4 de febrero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #18



Sin ambages: THE CRIMSON PIRATE es un chute de adrenalina, un prodigio de dinamismo filmado en unos colores tan brillantes como los dientes de Burt Lancaster, que aquí estaba en su máximo apogeo en una aventura que le venía como anillo al dedo. Sería necesario olvidar por qué su argumento es (porque lo es) tan básico. Éstos son piratas, estaban tan tranquilos abordando buques llenos de señoras enjoyadas y militares seniles, y de repente se ven envueltos en una especie de cruzada yihadista/maracaibense (caso de que esto fuese posible). No, por supuesto que el guion de Roland Kibbee no es la estrella de esta función tan arrogante y desenfadada como su imanante pareja protagonista, Lancaster y Nick Cravat, verdaderos dueños de casi todo el metraje. Lo que de verdad importa es ver al dorado capitán Vallo agarrado a una cuerda, sonriendo y gritando aquello de "Listos para el abordaje"; importa empaparse de una coreografía de cien hombres, disparos, sables, y que no se vuelva confuso; e importa que una persecución dure diez minutos sin que sepamos qué nos va a deparar el siguiente segundo. Por eso THE CRIMSON PIRATE es una película tan sorprendente en la filmografía de Robert Siodmak, casi un divertimento mutado en explosión controlada y que anticipaba cómo deben ser las películas de piratas... en las que los piratas son los buenos.
Por cierto, no se pierdan a un camuflado Christopher Lee en uno de sus primeros papeles relevantes o a la bella Eva Bartok, de origen húngaro, intentando parecer una hermosa caribeña... Pero sobre todo no se pierdan el momento en el que Siodmak, en el fondo un cachondo mental, le dio por fin el gustazo a Burt Lancaster de aparecer vestido de mujer... ¡Impagable!
Saludos.

martes, 28 de enero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #17



El noir imperfecto, anguloso, de Robert Siodmak se ve cansado en un film que en mi opinión no ha sido tan valorado como merecería. Pero no es el término "cansado" un eufemismo apaciguador, sino que proviene del pesado armazón que constituye la elaboradísima trama de THE FILE ON THELMA JORDON, donde hasta el último rayo de esperanza para unos personajes que no pueden caer más bajo adquiere una tonalidad plomiza y de tosco pesimismo. No hay ganadores en esta historia de desamor que luego se torna de amor, más tarde de engaño, extorsión y finalmente, en búsqueda desesperada de una redención que queda lejísimos, una derrota devastadora, que se lo ha llevado todo por delante. O: el ayudante del fiscal del distrito agarra una monumental borrachera para intentar olvidar que su matrimonio es un fracaso y que él es un don nadie vencido por la certeza de su desplazamiento marginal, por culpa de un suegro despectivamente posesivo. En esa noche etílica conocerá a una mujer fascinante con la que tendrá un romance que, con el transcurrir de los días, crecerá hasta ser un amor irresistible. Sin embargo nada es lo que parece, y el asesinato de la tía de dicha mujer, poseedora de una considerable fortuna, desencadenará una sucesión de acontecimientos cada vez más terribles, hasta el punto de hacer dudar a este hombre de su propia percepción de la realidad. Siodmak dirige sin titubeos a una pareja en principio improbable (la arrolladora Barbara Stanwyck y uno de aquellos grandes secundarios, Wendell Corey), pero que va ganando enteros a medida que la historia va cobrando sentido y entidad. Para no extendernos, ni más ni menos que una poderosa prueba de madurez de un maestro en plenitud.

martes, 21 de enero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #16



THE GREAT SINNER es una película extraña, desubicada, con todo en contra o todo a favor, como la terrible historia de su protagonista, un escritor que cree haber dado con su gran oportunidad de inspiración en una población dominada por un gigantesco casino y al que llega arrastrado por una misteriosa mujer que no parece entender otras reglas que las de la ruleta. Si no se ha leído previamente la novela de Dostoievski poco importa que se nos emplace en Wiesbaden, Louisiana o donde sea, pues tal es la fantasmagoría de ese no-lugar, vampírico y mortal, que parece retener a sus moradores hasta haberles arrebatado el dinero, la dignidad y, finalmente, la vida. Cómo no, otra vez cuenta Siodmak con un elenco acertadísimo, y que a excepción de un omnipresente Gregory Peck queda distribuido con sabiduría para puntuar una narración que parece dividida en capítulos y que suave e imperceptiblemente va cayendo a un pozo que no parece tener fondo. Una bella Ava Gardner, en su segunda experiencia con Siodmak, parece adelantar una femme fatale que, sin embargo, termina siendo consciente del desastre al que ha llevado a su fascinado amante; y junto a ella un fabuloso Melvyn Douglas, los siempre solventes Walter Huston y Agnes Moorehead, y una soberbia aparición final de aquella híper-presencia escénica que era Ethel Barrymore. Una película que no parece tan oscura como finalmente se revela y, en mi opinión, una demostración de poder por parte de un director capaz de moverse con soltura por cualquier género. Magnífica.
Saludos.

martes, 14 de enero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #15



Aun manteniendo notables similitudes, CRISS CROSS es una mayestática ampliación de lo que Siodmak ofrecía en la gran somatización de su particular forma de rodar cine negro que era FORAJIDOS; y manteniendo una estructura similar (además de Burt Lancaster o la elíptica ineludible), lo cierto es que se trata de un film con una atmósfera que atrapa al espectador desde su enigmático comienzo, que nos sitúa en un L. A. caluroso y noctámbulo. En principio hay un asalto a un furgón blindado, un grupo de matones que extorsiona a un tipo que pretende recuperar su pasado y un club donde policías y ladrones se mezclan sin pudor. Y añadiría: donde Yvonne de Carlo es capaz de realizar un baile ultrasensual tan sólo con su rostro. Bellísimo rostro, sin duda, pero también ayudada por el alarde técnico de un Siodmak mayor, trascendiendo una vez más los géneros y capaz de plantarle a la Universal un final tan desolador como extraordinariamente bien rodado. Daba la réplica al trágico tándem Lancaster/de Carlo aquel gran olvidado actor que fue Dan Duryea, componiendo un villano nada afectado y sí bastante temible. La escena del asalto, envuelta en niebla lacrimógena, es una maravilla; y la música de Miklós Rózsa puntúa con acierto una película que, como la mayoría de la filmografía de su director, nunca ha sido lo bastante reivindicada. Lección de cine.
Saludos.

martes, 7 de enero de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #14



En CRY OF THE CITY (insulsamente renombrada aquí como UNA VIDA MARCADA), Robert Siodmak retoma sus personajes atormentados, siempre en busca de una salida que parece no llegar nunca y con su particular figura justiciera pisándole los talones y, lo que es peor, recordándoles que moralmente siempre estarán un peldaño por debajo. La historia nos cuenta cómo un delincuente es tiroteado en Little Italy y los médicos logran salvarlo milagrosamente, aunque la intención del Teniente Candella no es otra que tirar de la lengua de quien fue su amigo de la infancia y ahora han tomado caminos tan diferentes. Candella sabe que Martin Rome será ajusticiado por matar a un policía en dicho tiroteo, pero que antes debería hablar y contar quienes estaban realmente tras un oscuro robo de joyas. Con un ambiente típicamente pulp, con las oscuras calles neoyorquinas ocultando siniestros y enrevesados intereses, Siodmak consigue una historia sin muchos alardes pero con un latido constante; una demostración de dominio narrativo apoyado esta vez en dos actores masculinos, el pétreo Victor Mature, defensor de la ley hasta sus últimas consecuencias, y aquel gran y olvidado actor que fue Richard Conte, posiblemente el más directo predecesor de luminarias como Robert de Niro o Al Pacino, y que terminó su carrera en Italia, víctima del exploitation, y cuyo estigma de "actor de películas de gangsters" siempre le acompañaría. Como verdaderos secundarios de lujo, toda una pléyade magníficamente distribuida y aprovechada con apariciones que nunca son gratuitas. Sólo mencionar a Fred Clark, Shelley Winters, Berry Kroeger, la gigantesca Hope Emerson o una muy incipiente Debra Paget, mucho antes de descubrir su lado más salvaje. No es de lo mejor del Siodmak que disfrutaba de su mejor época, pero es una película que se sigue viendo con gran placer para cualquier cinéfilo amante del cine negro de calidad.
Saludos.

martes, 31 de diciembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #13



Es curiosa la coincidencia que se ha dado con la reciente muerte de Joan Fontaine y el título que hoy nos ocupa, puesto que el argumento de THE DARK MIRROR no puede ser más fascinante y significativo. Y es que el intrincado guion de Nunnally Johnson nos acercaba a un terrible crimen y la imposibilidad de descubrir al asesino... aunque se sepa quién es. Esto es así desde el momento en que el inspector encargado del caso (Thomas Mitchell) asiste perplejo a que la sospechosa tiene una hermana gemela completamente idéntica; a partir de ahí, comenzará un interesante juego psicológico en el que tomará el protagonismo un psicólogo (Lew Ayres) que tratará de llegar a la verdadera identidad de ambas hermanas, sabiendo que una cometió el crimen y la otra es incapaz de delatarla aunque la repudie. Además del encomiable pulso de Siodmak para mantener la tensión en un film básicamente apoyado en sus fantásticos textos, es necesario destacar la impresionante interpretación de una Olivia de Havilland con una variedad de registros y un dominio de los matices espléndidos. Su(s) personaje(s) son puro regocijo para cualquier paladar exquisito y para todos esos cinéfilos que gozan cuando una actriz, como es el caso, e incluso en la misma película (y eso ya es complicado), logra convencernos de que puede ser más de una persona. Así las cosas, no veo necesario extenderme sobre mis preferencias acerca de ambas hermanas... ¿no es cierto?
Saludos... y no se me atraganten, que no merece la pena.

martes, 24 de diciembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #12



Si no es THE KILLERS mi película favorita de Robert Siodmak sólo puede ser debido a dos razones: a que no puedo negar que tiene varias de similar calidad o a que es una película que parece ir constantemente contracorriente, sin buscar acomodo alguno. El comienzo ya es todo un clásico, con los dos sicarios acechando un pequeño restaurante y mostrando sus intenciones al asombrado camarero; van a matar a una persona, pero ¿por qué? Ese es el gran interrogante de esta intensísima cinta de puro cine negro, repleta de significativos flashbacks y con un vaivén de personajes inusualmente rico, por lo matizados que están y por la sabiduría de Siodmak (y del nominado al mejor montaje Arthur Hilton) para otorgarles el peso adecuado y no hacer caer en el cliché esta impresionante adaptación de un cuento de Hemingway. Tenemos al "Sueco" (Burt Lancaster sin tics), un boxeador fracasado y al que parece perseguir la mala suerte; Kitty (Ava Gardner), una mujer embaucadora... que sólo toma leche; Colfax (grandioso Albert Dekker), verdadero cerebro del golpe a partir del que el guion empieza a cobrar sentido, y a Jim Riordan (Edmond O'Brien), un insistente cobrador de seguros, cuyo empeño y profesionalidad irá incluso por delante de la propia policía. Un título mayúsculo, con escenas que por momentos me recordaron, por poner un ejemplo, a UNA HISTORIA DE VIOLENCIA y que además contaba con una maravillosa partitura del maestro Rózsa. Advierto: es una de esas películas que puede (y debe) verse una y otra vez, y cada vez es mejor. Magistral.
Saludos y que ustedes cenen bien...

martes, 17 de diciembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #11



THE STRANGE AFFAIR OF UNCLE HARRY es una película tan malsana, retorcida y desconcertante, que en verdad podemos aseverar que hace honor a su largo título. Aunque su comienzo pareciese apuntar a la ya comentada THE SUSPECT, y no sólo por la seducción a la que (de nuevo) el personaje interpretado por Ella Raines somete al de George Sanders, quizá menos disuelto que aquél de Laughton, pero igualmente atrapado por unas reglas que le parecen imposibles de romper. No, lo innombrable aquí casi ni es el terrible suceso del final, que también parece calcado, sino la progresiva irrupción de una de las dos hermanas del pobre pintor de rosas en serie. Mientras una, viuda y madura, comprende perfectamente que su muy solterón hermano haya encontrado la felicidad en una chica, aunque sea más joven, la otra, burguesa de sueños aristocráticos, confinada en la cama por dolores que sólo ella siente, holgazana y caprichosa, está, simple y llanamente enamorada de su hermano, con un amor enfermizo, acodado y finalmente destructivo. Hacia su mitad, la película queda dominada por el duelo interpretativo de Sanders y una Geraldine Fitzgerald espléndida y turbadora, y el final, pese a las evidentes resonancias "langianas", es tan surrealista que un espectador poco avisado apenas podrá reprimir una exclamación ante lo que está viendo, por inesperado. Uno de esos thrillers revestidos de apariencia costumbrista, como un drama victoriano que se desgañita por salir de su luto, cambiante aunque conciso; una obra que a mí me parece ordenadamente actual y que, como gran película que es, necesita establecer un contacto íntimo con el espectador. Menos fantasmagórica que otras de Siodmak, pero sin duda mucho más atrevida e indagadora.
Saludos.

martes, 10 de diciembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #10



En THE SPIRAL STAIRCASE, de 1945, Robert Siodmak aunaba a su gótico gusto expresionista el placer por el fuera de campo y la excusa anticipatoria encarnadas en la cándida figura de una Dorothy McGuire enmudecida por su pasado y cuya figura simboliza, desde el paseo en carruaje hasta la mansión en la que sirve, la inocencia acechada por una maldad agazapada entre las sombras. Hay una cosa muy buena en este film, que siento que se lo debe por entero a la labor organizativa de Siodmak; otra menos buena, por culpa del guion de Mel Dinelli, al que le cuesta embadurnarse del tenebrismo de Ethel Lina White; finalmente, el trabajo de los actores es francamente curioso, pues mientras el póker de estrellas femeninas apabulla por su cohesión, los masculinos están flojos tirando a intrascendentes o rozando la parodia involuntaria. El film se inicia con una secuencia simplemente prodigiosa, uno de esos instantes mágicos en los que el cine se adentra y repliega sobre sí mismo con una de aquellas primitivas proyecciones de finales del XIX acompañadas de piano y que culmina con un crimen en el piso de arriba. A partir de ahí, todo ocurre concisamente pero con la alegría del buen narrador, y nos emplazamos en la mansión, donde un incesante trasiego de personajes va dejando paso a la calculada y progresiva soledad de la criada, verdadero objeto del deseo de un criminal que no sabemos si proviene del exterior o del interior. Aparte de la asombrosa fotografía de Nicholas Musuraca, destacaría la agresividad y audacia de algunas decisiones formales de un Siodmak en su salsa (especialmente los trampantojos con espejos y modulaciones lumínicas); pero sobre todo, el magnífico trabajo, insisto, de unas fantásticas Ethel Barrymore, Elsa Lanchester, Rhonda Fleming, Sara Allgood y la propia Dorothy McGuire, que culmina la función con una escena francamente emocionante. Muy buen film de Siodmak, en todo caso.
Saludos.

martes, 3 de diciembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #9



Resulta muy sencillo caer en las redes en las que cae Philip Marshall, el gerente de una distribuidora de tabacos en el Londres de principios del siglo XX, interpretado magistralmente por Charles Laughton. Él es un hombre hastiado de su matrimonio con la insoportable Cora (Rosalind Ivan) que por casualidad se encuentra frente a la joven, bella y desamparada Mary Gray, con la que inmediatamente establece un vínculo que el acertado guion de Bertram Millhauser establece entre la atracción y el respeto mutuo.  Pocas actrices han aunado tanta sensualidad con una pulcra inocencia como la bellísima y muy olvidada Ella Raines, que repetía con Siodmak, y por muy difícil que sea imaginarlo a priori, la química que desprende junto a Laughton es incomparable precisamente por no tirar de ambigüedad; su aventura es sincera, es de ayuda mutua y tiene el aroma de las grandes historias de amor. Claro está, si no fuese porque estamos ante una genuina cinta de cine negro, vertiente crímenes. No me gustaría desentrañar demasiado de esta maravillosa película, de mis favoritas de Siodmak, ya que su inteligente trama, aparentemente sencilla, parece estar constantemente remontándose a sí misma, casi luchando por esquivar los tópicos que el cine hollywoodense lleva toda la vida implantando en el sentir popular de los espectadores. Ésta es una película excepcional, nada angustiosa, un paseo por la vida de un hombre cuya necesidad de afecto le convierte en otra persona, pero nunca un títere, jamás zarandeado, a menos que eso que algunos llaman amor sólo pueda merecerse para quien es capaz incluso de actos terribles. Y la mano maestra de Robert Siodmak anula cualquier idea preconcebida, y su dibujo se revela muy jodido y muy nítido; una película, en fin, por la que no sólo no han pasado los años, sino que en sus reveladoras imágenes podemos sintonizar a algunos de los más importantes renovadores del género negro. Si me preguntan (y aunque no lo hagan), yo veo aquí a otro grande que recién comienza sus primeros pasos: Jeff Nichols. Maravillosa película.
Saludos.

martes, 26 de noviembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #8



La tercera película rodada por Robert Siodmak en 1944, CHRISTMAS HOLIDAY, obtenía desigual fortuna de un reto doblemente mayúsculo. Primero por adaptar un complicado texto de Somerset Maugham, basada su estructura en un interminable flashback con unas conexiones no demasiado explícitas con el tiempo presente, quizá buscando una especie de fantasmagoría que la distancia completamente de cualquier film negro al uso. Ahora bien, aun entendiendo que la Universal (y sobre todo por aquella época) aprovechaba el tirón de sus estrellas para dar esplendor justo donde un nombre anónimo quedaría como una incógnita, lo cierto es que se hace "complicado" digerir un cartel que presente en primera línea a un joven Gene Kelly haciendo de un malvado que no lo es, porque se trata de un pobre niño rico atrapado por sus adicciones y, a su lado, la cándida y dulce (y soñolienta, y apamplada...) Deanna Durbin, con la difícil misión de convencernos que primero fue paletita de Vermont y luego una semivampiresa conminada a cantar en tugurios de dudosa reputación tras el paso carcelario de su díscolo marido. Kelly no baila, y Durbin apenas canta un par de sus éxitos (suponemos que para justificar), y todo es muy raro; además, la historia en sí no es más que una noche de cafeses y confesiones entre la joven desencantada y un joven oficial al que su novia ha dejado plantado porque sí... ¡Y todo en unas Navidades pasadas por agua! OK, no es una película magistral, pero el que salía fortalecido era el propio Siodmak, capaz  no sólo de remontar el vuelo, sino incluso de filmar algunas secuencias francamente emocionantes, como los arrobados encuentros de los dos enamorados a un concierto de Beethoven o la caída emocional de la joven en plena misa del gallo, ante la atónita mirada de un debutante Dean Harens, que repetiría ese mismo año con Siodmak y del que muy poco se supo después.
Saludos.

martes, 19 de noviembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #7



PHANTOM LADY, de 1944, es una obra absolutamente atípica en el panorama hollywoodense de la época y un film que deja ver muy a las claras la personalísima mano de un Siodmak sin agobios de presupuesto y con un guion realmente sólido. Casi podríamos afirmar, al menos en su primera mitad, que estamos ante una especie de "anticipo" de un cine negro que aún tardaría algunas décadas en llegar; hay quien lo compara con el Edgar G. Ulmer de DETOUR, pero Siodmak fue aún más osado y, si lo fuésemos nosotros, yo me atrevería a incluir a David Lynch o Atom Egoyan como herederos directos de una forma de filmar que no se encuadra dentro de una directrices convencionales. Ya su rompedor arranque, con la fantasmal presencia de una mujer que casi parece venir de una época muy anterior y su escueta conversación con un personaje que en otro momento sería el protagonista, pero que aquí va difuminándose hasta ser no más que la excusa sobre la girarán la siguiente terna, como si de un film secundario y escindido se tratara. Así, este personaje, un hombre acusado injustamente de asesinar a su esposa, importa menos que la tozudez y valentía de su secretaria, que se entregará a un peligroso descenso para desentrañar un asunto que es un misterio casi imposible de resolver. Y no quedará ahí la cosa, puesto que un tercer elemento entrará en juego con el film más allá de su ecuador; el socio y amigo del acusado, cuyo secreto hará estallar el momento más oscuro y terrorífico de esta inquietante historia, no tan complicada como pudiese parecer, sino más bien dislocada y con una estructura, como decíamos, francamente original. En el apartado interpretativo, insisto, el habitualmente discreto Alan Curtis estaba correcto junto a la fantasmal Fay Helm, aunque luego el relevo lo tomarían el legendario Franchot Tone y la bellísima Ella Raines, verdaderos baluartes de esta sensacional cinta con aires de Serie B pero con muchísimo que ofrecer en sus inspirados ochenta minutos.
Saludos.

martes, 12 de noviembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #6



Desde siempre (o al menos desde que el cine es cine), el producto alimenticio ha sido visto con ojos reticentes por quienes nunca han tenido que ganarse la vida filmando. Curiosa paradoja, pero entendible si dicho "producto" enlatado no sirve para auspiciar un siguiente caviar. No es el caso de Robert Siodmak, que en 1944 era uno de los directores más activos de la Universal y que en ese año filmó algunas de sus mejores obras... aunque, reconozcámoslo, puede que COBRA WOMAN sea una de las más flojitas... Y porque hablamos de quien hablamos. No sé si es porque Maria Montez sólo me transmite rigidez, Jon Hall es uno de los héroes más patéticos que recuerdo haber visto jamás (¿de qué iba vestido aquí?... ¿de bateador?), el pobre Sabu y sus sempiternos calzones sólo pueden rivalizar con un decaído Lon Chaney (ya libre del "Jr.") o porque la mona Chita... Oooops, que aquí se llama Koko, sea, finalmente la que salva el culo de este inenarrable grupete de amigos perdidos en una imposible isla exótica que en realidad era un jardín botánico de L.A. El caso es que esta fantasía kitsch sólo puede ser disfrutada por un iconoclasta capaz de reconocer sus ecos en ABIERTO HASTA EL AMANECER o algunos de los momentos cumbre de la saga de INDIANA JONES. Y es hilar fino; mucho más que el guion cogido con pinzas de Scott Darling y Gene Lewis y en el que aparecía casi como becario un joven Richard Brooks. Por salvar, mencionaría una colorista fotografía en glorioso Technicolor por parte de W. Howard Greene y, evidentemente, la escena por la que un montón de patriotas fue de cabeza a dejarse los dólares en bonos de guerra. Es cierto que Montez, elevada a mito por su temprana muerte y una voluptuosidad que apenas podía obviarse, dota al baile del Rey Cobra de una mala baba que es cualquier cosa menos un hito del erotismo, pero imagino al pobre Siodmak obligado a asumir su rol de "asalariado" y esperando esos otros guiones, mientras Chita... digo, Koko, le remienda el calzón a Sabu.
Ojo, sólo recomendada para muy muy cinéfilos.
Saludos.

martes, 5 de noviembre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #5



SON OF DRACULA fue, además de la puerta de entrada de los hermanos Siodmak al anhelado Hollywood, la tercera incursión que el cine norteamericano hacía sobre tan destacada figura y la primera que se desarrollaba íntegramente en Estados Unidos, más concretamente en los pantanos de Louisiana. Comparativamente hablando, pareciera Siodmak un director completamente cambiado, más circunspecto y calmado que en sus dos etapas europeas; y es algo que no favorece especialmente a una película menor, rígida en su desarrollo y extrañamente pudorosa teniendo en cuenta que el rollo vampírico era una cantera abierta a la sugerencia erótico-festiva.
El argumento es tan escueto como gaznápiro: Una joven ricachona (de las que tenían mansiones y criados negros) ha vuelto de un viaje por la Europa del Este, y además de un constipado se ha traído la amistad insobornable del Conde Alucard (... sí, dénle la vuelta...), al que se espera de un momento a otro. Lo que llega son dos ataúdes y un grande misterio, pero la flor y nata del glorioso Sur no podría dejar de lado la copiosa fiesta de bienvenida. El tipo, envuelto en negro y con un bigote que luego ya no se vio en el personaje, aparece de oscurecida y para libar el cuello de la joven y hacerla, asimismo, su esclava... aunque blanca. El confundido prometido, un médico tocapelotas y un investigador paranormal que pasaba por allí serán la comandita dedicada a exterminar al pobre Conde, que no chupa yugulares sino que a lo mejor sólo quería un retiro de feliz vejez, al tiempo que vuela encarnado en un murciélago por aquellos pantanos de dios.
Protagonizaba (es un decir, porque apenas sale diez minutos en toda la película) Lon Chaney Jr., que a mí siempre me ha dado penica, porque creo que era mejor actor que su padre, pero tuvo menos suerte. Además de la bella Louise Allbritton, poco, muy poco que destacar; apenas la fantasmagórica partitura de Hans J. Salter y la breve intervención de Adeline De Walt Reynolds, que continúa ostentando el récord como la debutante más longeva de la historia del cine. Un bocadito poco representativo del talento de su director.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!