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jueves, 18 de mayo de 2023

El plano fantasma


 

Justo dos años antes de la conmoción de THE RING, Hideo Nakata filmó un pequeño film, precursor de aquel otro, en el que ya mostraba su obsesión por el tránsito entre la imagen filmada y un mundo habitado por extraños fantasmas. JOYÛ-REI (LA ACTRIZ FANTASMA) nos situaba en mitad del rodaje de una película, y en las imágenes aparecidas en los rollos una vez revelados (estamos en 1996), que descubren una especie de proyecto cancelado varias décadas antes. El rumor de la muerte de la actriz principal empieza a extenderse poe el plató, al tiempo que el director de fotografía descubre imágenes que simplemente "no debían estar ahí". A años luz de su magistral sucesora, DON'T LOOK UP (como se llamó en Estados Unidos) es, sin embargo, una interesante piedra de toque para indagar en las obsesiones de su director, que prácticamente, más que construir una filmografía panteísta, ha ido puliendo "variaciones"en torno a una idea fundamental, quizá la naturaleza fantasmal e inexplicable de la luz atrapada en el celuloide. O así era antes, claro...
Saludos.

miércoles, 14 de enero de 2009

Sigue la línea

He aquí una de las películas más fascinantes de todos los tiempos; por lo tanto imitada hasta la saciedad; por lo tanto objeto de culto casi irracional.
Cuando se hace cine de género se suelen cometer varios y fatales errores, como abusar de los clichés, justificar presupuestos innecesariamente o (lo peor de todo) dar por sentado de antemano el comienzo apoteósico-nudo inane-desenlace clónico. Afortunadamente, filmografías como la nipona han intentado desmarcarse de una tendencia abominable, especialmente en el género terrorífico. Y hay un film que se puede considerar piedra angular de dicho movimiento.
En 1998, Hideo Nakata nos dejó impactados mostrando el lado insano de lo que los japoneses temen; y no será lo mismo, pero a mí, que no me impresiona a estas alturas casi nada, logró dejarme mal cuerpo durante algunos días. En RINGU confluyen varios factores muy novedosos que constituyen la espina dorsal de la que luego saldrían numerosos imitadores y hasta un bochornoso remake yanqui. Primero está esa más que inquietante cinta de video, y me refiero al contenido, claro, que lo podría haber firmado un primerizo Buñuel o un drogado Paul Morrissey. No se entiende ni jota, pero es precisamente ese interés suscitado por encontrar un significado donde no lo hay su mejor baza. Quizá el punto más flojo sea el que abarca desde que sabemos que quien ve la cinta se muere más tarde hasta la estrafalaria (y muy hitchcockiana) llegada a la isla. Y luego está ese final...
El final de RINGU es de los más originales y mejor filmados del cine de terror reciente. Primero porque no tiene un final, sino dos; allí donde los aprendices dan por finalizado el asunto, Nakata se recrea rizando el rizo y llevando a sus personajes a donde él quiere: al horror. Incluyo (y debo decirlo) una de las escenas más insanas que he visto en mi vida, y no hay sangre, ni vísceras, ni violencia en sí... sólo lo siguiente: un hombre frente a un televisor donde aparece un pozo; de repente, del pozo sale alguien que se arrastra hacia la cámara que lo filma... No. Se arrastra hasta el horrorizado espectador, sale de la pantalla y sigue arrastrándose...
Saludos con la carne de gallina (lo juro).
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!