viernes, 26 de febrero de 2010

Espacio único

Bien, pues vayamos con otro de esos films aparentemente "invisibles" que parece han gustado tanto a la distinguida platea de este blog. Primero permítanme la licencia, aunque sea chorra. Después de WAKING LIFE y antes de SCHOOL OF ROCK (so sorry...), Richard Linklater hizo un curioso e insólito experimento; curioso por su propuesta formal e insólito por los actores que eligió para llevarlo a cabo.
TAPE lleva hasta sus últimas consecuencias las particularidades teatrales del espacio único y usa para ello a tres actores; Ethan Hawke, Uma Thurman y Robert Sean Leonard. Ellos son dos amigos del instituto que se encuentran "casualmente" en un pequeño festival de cine, uno presenta allí su primera película como realizador y deciden celebrarlo; entonces, entre las inevitables referencias al pasado, los flirteos con las drogas y los patéticos sinceramientos, uno le dice al otro que ha llamado a una novia que ambos tuvieron en común y que llegará en breve. La tensión crece y el espectador no sabe el porqué de tanto azoramiento, hasta que surge una grave acusación y la trama se vuelve más oscura e impredecible.
El acierto de Linklater es su desvergüenza a la hora de trasladar a Bergman a un motelucho de Michigan y basar en ese espacio único, y con la única fuerza de la palabra, toda una historia entendida como cruel juego psicológico. El error es que todo parece impostado. Linklater pone cosas en boca de Hawke que éste debe encargarse de verosimilizar, pero no estamos seguros ni de esa dolorosa realidad ni de que sea tan importante. R. S. Leonard es incapaz de dar justa réplica y termina en una más que curiosa caricatura de un personaje que parece una caricatura. Y por último, sale Uma Thurman para casi nada; creo sinceramente que se la podía haber ahorrado y haber construido su personaje, que en sí mismo no aporta nada, alrededor del punto de no retorno que es la dichosa revelación.
Hombre, interesante sí que es, y no estoy acostumbrado a este tipo de películas desde los States, el problema es que Linklater lleva mucho tiempo jugando a ser el tipo más ecléctico del lugar, y eso le lleva algunas veces a una exasperante indefinición; aquí, convirtiendo hora y media en una eternidad.
Saludos grabados.

The hidden man

jueves, 25 de febrero de 2010

El otro Oeste

ROOSTER COGBURN fue el antepenúltimo film protagonizado por el grandioso e inimitable John Wayne; tras ella, sólo le quedó vida para el policíaco BRANNIGAN y la entrañable THE SHOOTIST. Eran los últimos momentos de este gigante del cine, que junto a John Ford elevó el western a cotas impensables cuando éste era un género denostado... ¿qué digo? Gracias a Wayne y Ford, el western fue un género mayor, inscrito para siempre con letras de oro en la historia del cine. Y me he acordado de este título menor por diversos motivos, dejando para mejor ocasión algunas de sus incontables piezas maestras. Primero por la curiosa trayectoria de Stuart Millar, su director, que sólo filmó la estimable WHEN THE LEGEND DIES en 1972, tres años antes de la que nos ocupa, y únicamente regresó, nada menos que en 1989, para realizar la olvidable y lacrimógena DREAM BREAKERS. Además, este atípico western, más cercano a la comedia que al género en sí, juntó al bueno de Wayne nada menos que con Katharine Hepburn, que recupera el espíritu de las heroínas irlandesas de Ford. La historia no es gran cosa, pero merece la pena revisitar de nuevo al huraño Rooster, el personaje que le dio el oscar a Wayne seis años antes en la sobrevalorada TRUE GRIT. Cogburn es un sheriff borracho, pendenciero y amoral que vive con un cocinero chino que sólo le hace fideos y con el que siempre pierde a las cartas; en su camino se cruza la señorita Goodnight, inflexible mezcla de beata solterona y recia mujer de campo. Como digo, no es tan importante lo que ocurre (la típica historia de buenos contra malos) como el interesante tour de force otoñal de estos dos monstruos de la interpretación; un título pálido frente a su inmensa trayectoria, pero ideal para pasar un rato con esta insólita pareja.
Saludos con parche.

Vivi tu

miércoles, 24 de febrero de 2010

Un paseo por el barrio

Hoy voy a hablar de un film de esos que no conoce casi nadie, que no llogra distribución en nuestro país, mientras los vampiros adolescentes los tenemos hasta en la sopa. Un film que no es de terror pero da miedito, que no es para adolescentes (por su crudeza) pero que gira en torno a ellos, y que no cae (algo meritorio por su parte) en los típicos tópicos (Herrera dixit) de lo que, desde SEVEN, se empezó a conocer como "cine de asesinos en serie que lo tienen todo controlado". Ah, además no es americana sino australiana.
ACOLYTES vendría a ser un curioso, a veces deslavazado, otras genialmente imprevisible, cruce entre la antes mencionada, el cine de Larry Clark en su vertiente más comedida, algo de Todd Solondz y, si nos ponemos, hasta el Tarantino de las buenas ocasiones. El resultado es una película que nunca puedes atrapar en tu red cinéfila, porque el siguiente paso no es el que esperabas. Hay tres adolescentes que pecan de curiosos, un asesinato del que son testigos, un tipo aparentemente normal que en realidad es un monstruo y hasta un recuerdo de infancia, a lo MYSTIC RIVER, que se torna realidad inesperadamente. Todo eso cabe en menos de hora y media, con un sentido del ritmo que nunca es cansino y con una asombrosa facilidad para resolver los embrollos en los que la historia, por su asumida complejidad, se mete por sí sola. En el otro extremo, cabe reprocharle a su director Jon Hewitt (del que no he visto nada más) creerse en ciertos momentos que todo el monte es orégano (es inverosímil la frialdad que demuestra algún adolescente al enfrentarse al asesino) o algún que otro intangible que bebe de su misma excentricidad; si vemos un poco más allá, ACOLYTES es poco menos que un trasvase retorcido del universo de Tom y Jerry, donde sólo vemos a los animales, y los humanos (padres e hijos, al fin y al cabo) quedan retratados de pantorrilla para abajo, mostrando su intrascendencia para lo que se cuenta. Esto no ayuda mucho a su verosimilitud, pero si nos fijamos sólo en su impecable ejercicio de estilo, puede que ACOLYTES se convierta en uno de esos títulos de culto que sólo vieron unos cuantos y que arrastran una como leyenda tras ella.
Es 100% recomendable, que hoy en día ya es suficiente.
Saludos ocultos.

Sensoria

martes, 23 de febrero de 2010

Un cuento de miedo

Antes de que Guillermo del Toro decidiese abandonar el tequila y las fajitas y trasladar sus sudores de cuate miope y fanzinero desde Hollywood hasta Somosierra, en México se ensayó acerca del terror más clásico no pocas veces, muy especialmente en los sesenta y setenta. Adentrarse en este proceloso mundo, teniendo en cuenta lo dañada que está nuestra percepción por culpa del "canon gringo", requiere gran paciencia además del enternecimiento con el que nos enfrentamos actualmente, por ejemplo, a aquellos lejanos trabajos de Chicho Ibáñez Serrador. Y es que mucho de esto hay en un título mítico de la cuna Azteca. EL LIBRO DE PIEDRA, que el año pasado cumplió cuarenta años y de la que ya se ha rodado la correspondiente versión 09, tiene todos los defectos propios de la serie B, que la dota de un encanto casi entrañable, y acumula una serie de aciertos difíciles de encontrar en el acelerado panorama de hoy en día. La historia nos la sabemos desde primera hora, y aun así no deja de transmitir un mal rollo digamos... "saludable". Julia es una institutriz de imposible pelo cardado que es contratada por Eugenio Ruvalcaba, un tipo que siempre va con traje, habla como Constantino Romero, bebe whisky a todas horas y está forrado por ignotos motivos. Julia tendrá que hacerse cargo de la educación de su hija Silvia, una típica niña mexicana, rubia con tirabuzones y ojos azules, que no para quieta. Luego está la nueva mujer de Ruvalcaba, que parece la Lupe trasnochada, y unnamigo que viene demasiado a menudo a visitarlo para gorronearle whisky no más. Pues resulta que hay una inquietante estatua en las lindes de la hacienda (ver foto) y la niña dice que tiene un amigo invisible con el que tiene invisibles encuentros. La conexión entrambas cosas se la dejo a ustedes. En definitiva, terror creado a base de atmósferas y sugerencias, porque aquí no verán sangre ni vísceras, ni siquiera los inefables sustitos, sino una bizarra mirada a Henry James y la mejor tradición de terror gótico del XIX. No he podido ver la nueva versión, pero dudo mucho de que aporte alguna novedad respecto a este curioso clásico al que merece la pena acercarse.
Saludos incólumes.

Nicole

lunes, 22 de febrero de 2010

Mañanas de café humeante

Es una mañana como otra cualquiera. Kerry Conran sostiene su taza de café que compró en Dreamworks mientras mira inmóvil por la enorme cristalera de su casa de San Pedro, Ca. Le gusta especialmente la pared de la izquierda, que es de ladrillos rojos y brillantes, muy inglesa. El agua cae por lapared y Kerry Conran decide que es hora de trabajar; paradójicamente, se sienta frente al ordenador y mira su correo. No hay nada interesante. Tiene un fugaz pensamiento acerca de unos spaguetti que se movían solos; Kerry Conran está convencido de que es un genio. Debe dirigir una película ya, antes de que su padre lo obligue a ejercer como arquitecto en Michigan. Llama a su hermano Kevin, que está en Houston buscándose la vida.
-Oye, ¿cómo se llamaba aquella marca de cereales?
-... ¿la de los muñequitos?
-Sí, esa...
-Golden Drops.
-¡Eso es!... Mira, Kevin, voy a hacer la peli y tengo que hacerlo todo por ordenador, porque no hay pasta para maquetas y esas cosas... ¿Te encargarás de los decorados y eso?
-¿... todo por ordenador?
-Eso es.
-Hmmmmm... ¡vale!
Y le taparon un ojo a Angelina Jolie y el planeta Tierra fue salvado una vez más de ser destruido por un Doctor Maléfico... Si lloviese un poco más a menudo en San Pedro Ca., entonces todo sería aún más perfecto...
Saludos del futuro antiguo.

Giants

domingo, 21 de febrero de 2010

Émulo, homenaje u objetivo

Al fin he podido ver STILL WALKING (ARUITEMO, ARUITEMO), de Hirokazu Kore-eda... Y lo siento, pero no voy a poder ser objetivo. Me da igual si se parece a CUENTOS DE TOKIO o si su director es incapaz de salirse de los parámetros más "clásicos" (si algo así existe) de la nouvelle vague; mayormente porque esta es una película impresionante; impresionantemente dirigida e impresionantemente interpretada. Una película que no habla de nada pero con la que quedas identificado desde el primer fotograma... ¿he dicho que no habla de nada?... Perdón, ¡parece que no habla de nada! STILL WALKING es un día en la vida de una serie de personas, una reunión donde el espectador es el invitado invisible. Los personajes hablan, cocinan, beben, comen, interrumpen, son soeces, corteses, callados, parlanchines... Sí, igual que en la vida real... ¿Que lo del hermano muerto es una excusa argumental mil veces empleada? Vale, ¿y qué? Aquí no hay ni rastro de sentimentalismo, el hermano vivo es vapuleado constantemente por el padre y especialmente por la madre, el personaje más contundente del film. Son personas que han sufrido un duro golpe y no creen merecerlo, así que lo justifican a base de frases y actos mordaces; y, sin embargo, hay una especie de lánguida aceptación de estos actos cuasiseniles, ya ni por la edad, sino por el conocimiento del dolor. "No hay nada tan doloroso como sentarse ante la tumba de un hijo", dice la madre mientras echa calmadamente cazos de agua sobre la ardiente lápida.
Una gran película, en la que el espectador tiene la agradable sensación de haber aprovechado plenamente dos horas de su vida y que, si su limitada difusión lo permite, va camino de convertirse en uno de los mejores títulos de la pasada década.
Aún les mando saludos.

Sunday morning coming down

sábado, 20 de febrero de 2010

Física mental

Fiel a mis principios, una vez clausurado el magnífico y muy recomendado estudio de Crowley acerca de la obra de Michael Haneke, me toca poner aquí lo mío, que nunca será un estudio, sobre la que creo que es su mejor película. Y es que LA PIANISTE es un caso único, o por lo menos yo no conozco ninguna película tan controvertida, arriesgada y oscura que haya cosechado tanta aceptación entre el público, no ya del acostumbrado cinéfilo, sino incluso del curioso que se acerca por cierto morbo. Yo no hablaría de morbo en este caso, en absoluto. LA PIANISTE es un descorazonador viaje a ninguna parte; la rígida e inflexible profesora de piano interpretada magistralmente por Isabelle Huppert (su mejor trabajo de muy largo) no es un monstruo ni una desequilibrada, sólo es una persona vacía, un agujero negro que ha de sobreestimularse de cualquier manera para ver si puede prender alguna chispa en su devastada sequedad moral y sensitiva. Ella se mutila, se flagela, se entrega sin cambiar el gesto acartonado, y también hace sufrir a quien intente romper su barrera, pero no estoy muy seguro de que disfrute con ese sadismo. Es aquí donde se encuentra la torcida complejidad del guión de Haneke, en mostrar a este insólito ser humano como alguien por completo "posible", no un trastornado más del maniqueo cine americano; Huppert no es un zombi ni un ángel vengador, no hay ninguna motivación visible para su extrema conducta. Lo que Haneke nos pone delante de las narices, al igual que en la estupenda FUNNY GAMES, es el horror como desapasionada cotidianeidad y lo cerca que nos podemos encontrar, sin estridencias mediante, de estos "humanos demasiado humanos" (si se me permite la cita) que perdieron cualquier rastro de animalidad para convertirse en autómatas (auto)destructivos. Y luego está la película, la historia que se escinde del estudio psicológico y que ilusamente nos obliga a albergar alguna esperanza, algún tipo de redención para ese terrible personaje. Algo así parece que puede ocurrir en su última escena, donde la cordura y la tranquilidad parece haber ganado la batalla; sin embargo, ese final... Ya saben de qué hablo...
Saludos en Mi menor.

Warm leatherette

viernes, 19 de febrero de 2010

Ética y (cirugía) estética

Con más de dos años de retraso llegó a las pantallas CONTROL, el esperado retrato de Anton Corbijn acerca de la escurridiza figura de Ian Curtis... ¿El resultado?... Bueno, el resultado es que no basta con una fotografía deliberadamente (y esta palabra lleva consigo multitud de matices) B&W con la que resaltar el ambiente depresivo y aniquilador que rodeó aquellos dos o tres años, en los que Joy Division cambió la música pop sin ser demasiado conscientes de ello. Tampoco basta el loable esfuerzo de Sam Riley (su trabajo es simplemente mimético) si el resto de personajes, exceptuando a la grandísima Samantha Morton, no pasa de mera anécdota. No voy a utilizar el recurso fácil de "videoclip con ínfulas cinéfilas", porque Corbijn ha sido el mejor realizador de clips de la historia y esto, francamente, es otra cosa; sin embargo, CONTROL, pese a un comienzo prometedor, rápidamente toma las de Villadiego y se apoya escandalosamente en las intensas actuaciones del grupo en clubs, en los que Curtis/Riley descubre su epilepsia y se resalta la dualidad de quien le observa, la novia, esposa y madre que se preocupa por su salud y la amante sofisticada que queda fascinada por la atracción del agujero negro que es la personalidad de Curtis.
Todo esto estaría justificado si sirve para acercar la figura de Ian Curtis y la música de Joy Division a las nuevas generaciones, es cierto; pero no lo es menos que un grupo que pasaba por grave y trascendente acabe logrando esto tan sólo porque no se ríen cuando aparecen las groupies. Irónicamente, CONTROL se descontrola justo cuando creemos que Corbijn nos va a desvelar algún secreto que no conocíamos; en lugar de ello, Curtis transita del hogar conyugal al apartamento aventuril durante un tiempo que se antoja excesivamente largo e inocuo y en el que la banda ya no es más que un recuerdo inexplicablemente lejano. Luego, como no puede ser de otra manera, Curtis se suicida en una temperada secuencia que es de lo mejor del film y una chimenea expulsa cenizas a un cielo gris e inconmovible... CONTROL pretende ser Ian Curtis y es incapaz de ser Joy Division... yo, me quedo con los discos de Factory.
Saludos controlados.

Dios creó Andalucía

jueves, 18 de febrero de 2010

Volando libre

Cuando se estrenó EL VIAJE DE CHIHIRO, sólo los verdaderos fanáticos conocían la existencia de los anteriores largos de Hayao Miyazaki, de los que me estoy dando cuenta que ya nos quedan muy pocos por comentar aquí. EL CASTILLO EN EL CIELO está considerado como el segundo, aunque la trayectoria como animador de Miyazaki se remonta a veinte años antes, y en él podemos encontrar perfectamente reflejadas las constantes básicas que han dotado de entidad la obra de este genio del cine.
Los castillos, la aviación, la ecología, el exterminio de la sinrazón, la simbología espiritual, los niños como verdaderos protagonistas o las máquinas benefactoras aunque letales; todo esto y mucho más sostiene la incesante búsqueda del mítico castillo de Laputa, deliberadamente extraído de "Los viajes de Gulliver", un lugar mítico fuera de las ambiciones y absurdos del hombre terrenal, que éste se empeña en encontrar, precisamente, para saciar su sed de conquista.
Mientras tanto, EL CASTILLO EN EL CIELO, pese a algún que otro traspiés por falta de ritmo, despliega (una vez más) maravillosos paisajes aéreos y espectaculares máquinas voladoras. Hay piratas de buen corazón (la anciana jefa de éstos serviría a Miyazaki, años después, para diseñar a la bruja de CHIHIRO), militares sin escrúpulos pero "oficiales", civilizaciones perdidas para siempre, la inefable pareja de críos y, sobre todo, unos impresionantes robots que sólo podemos ver al final y que logran los momentos más emocionantes del film, paseando sus enormes corpachones por los jardines muertos de la isla flotante y repitiendo eternamente las acciones para las que fueron programados.
Probablemente no sea el trabajo más inspirado de su autor y pueda suponer un extraño déjà vu a la inversa por culpa del tardío descubrimiento de su extensa obra, pero es (no puede ser de otra manera) un disfrute para todas las edades y condiciones cinéfilas.
Saludos en el cielo.

Castillos en el aire

miércoles, 17 de febrero de 2010

El comunalismo va a llegar

Siempre hay películas de las que es más difícil extraer una descripción ajustada y conveniente, películas escurridizas, volubles y que cuesta sacar del ostracismo para intentar situarlas en el sitio que el tiempo transcurrido ha de otorgarles. En este sentido, SLEEPERS está justo en el mismo sitio que hace catorce años; catorce lejanos y pesados años, mucho más lejanos que los setenta de THE MALTESE FALCON, por ejemplo... más que nada por dar una idea de qué es moderno y qué no.
SLEEPERS marca el declive de Barry Levinson, de su incapacidad para salir de parámetros previamente dictados por mamá industria, al mismo tiempo que confirma el de Robert de Niro y deja en evidencia una máxima pocas veces respetada: que la amalgama de nombres, si no responde a un fin determinado, sólo produce desorientación y un extraño sopor dramático. Y la comparación perfecta para justificar esto es el magistral trabajo de Clint Eastwood en MYSTIC RIVER, pues su crudeza y sensibilidad a la hora de "mostrar" se torna miserabilidad y exhibicionismo en manos de Levinson; las víctimas, lejos de convencer de su precaria situación tras sufrir todo tipo de vejaciones, se erigen en poderosos ángeles vengadores que darán al espectador su ración de bloody mary hollywoodense periódico. Supongo que un director tan tibio no podía menos que arredrarse ante la terrorífica perspectiva de la venganza según Tarantino; porque lo que es fresco desprejuicio cinéfilo en uno, no es más que una rancia sucesión de catequesis estreñida en la que nos ocupa. He vuelto a ver SLEEPERS y la cosa sigue sin funcionar, y una gran pregunta sobrevuela sus más de dos horas, que se hacen como cuatro y media: ¿Tiene género SLEEPERS?
Saludozzzzzzzzzzzz...

I lost (my mind)

martes, 16 de febrero de 2010

La base de lo correcto

Aclaración número 1 para no caer en malentendidos innecesarios: INVICTUS no es una película de Clint Eastwood, al menos no de esta última e insuperable hornada, que comprende sus títulos maestros. INVICTUS es antes una película de Morgan Freeman, verdadero impulsor del proyecto; y antes aún, una apasionante novela de John Carlin; y si nos ponemos, INVICTUS no es más que la culminación del sueño que una vez tuvo un hombre llamado Nelson Mandela. Ahora hablemos del film.
INVICTUS contiene momentos de emoción pura, de historia a la vieja usanza, con los típicos elementos de superación, camaradería y respeto ganado a través de la honestidad; pero, al mismo tiempo, Eastwood se parece demasiado a algún cazurro compatriota suyo y olvida (no sé si deliberadamente) que esta historia ya nos la sabemos de memoria y que el legado de Mandela, así como la épica final de Rugby entre Sudáfrica y Nueva Zelanda, forma parte indeleble de la historia más reciente. Así, separada en facciones, INVICTUS posee un agradable aroma que logra que sus dos horas pasen en un suspiro; sus personajes están bien dibujados (mención especial para el prodigioso trabajo de Freeman) y sus motivos y mecanismos funcionan bien engrasados. El problema es que le pidamos más de lo que es capaz de ofrecer sólo por contar con Eastwood en la dirección, porque no hay rastro aquí de sus obras "mayores". Al igual que en FLAGS OF OUR FATHERS, el maestro se pone el mono de trabajo y es honesto con su público: aquí hay una historia nítida y solvente, un bien escaso hoy en día.
Como última reflexión me pregunto: ¿Para cuándo un retrato a la altura de ese coloso irrepetible y genial que es Jonah Lomu? Porque la suya sí que es una historia de superación personal.
Saludos entre palos.

Lost and delirious

lunes, 15 de febrero de 2010

La pasión del ignorante

Van surgiendo, sí; hoy me acordé de PLATOON... será por los Goya, porque ganó cuatro oscars, por el momento chungo del cine en este momento, por el sargento Elías... Yo qué sé... El caso es que me acordé de PLATOON y de la madre de Oliver Stone... No sé si podría resumir el argumento de esta marcianada socialmente aceptada como "una gran película bélica"...
Charlie Sheen, ese tipo que hacía parodias de Rambo ¿?, es un novato que tiene miedo hasta de su sombra, pero a la media hora se rasga las vestiduras y es todo un machote que fuma, bebe y dice tacos antes de jugarse la vida. Tom Berenger es un tipo que va de sobrao, tiene una cicatriz en la cara y se quiere cargar a un tal Elías... no se sabe por qué pero es así; al fin y al cabo, Stone puso a la Jolie como madre de Colin Farrell ¿?... Bueno, y llegamos a Elías, que parece un santo, tiene nombre de profeta, una sonrisa de lagarto y la cara de Willem Dafoe. Si Stone fuera un tipo inteligente podría haber rodado un interesante y pajillero ad motivum acerca de ese rostro salvaje y humano, con la selva de fondo y música de Philip Glass... en cambio, opta por decirnos que el honor mola aunque mates a mujeres y niños y que la muerte de un soldado americano vale más que la de un vietnamita y que eso se subraya adecuadamente con el plano que acompaña estas líneas. Para colmo, se (nos) obsesiona con Delerue y su melancólico tema, perfecto para cámaras lentas y helicópteros elevándose...
Bueno, lo cierto es que PLATOON es lo que es, ni más ni menos, ni mejor ni peor, ni arte ni entretenimiento, o las dos cosas; algo que sólo se atreve a filmar un americano sin ruborizarse. Una película sin argumento que es capaz de dos cosas francamente curiosas: abusar de la voz en off para terminar por no contar nada y de unos planos enfrentados, descaradamente homoeróticos, para inculcarnos lo bonicos que son los machotes untados en grasa. Aunque yo me guardo mi teoría, que es más simple: Es Oliver Stone... simple y efectivo...
Saludos acribillados.

Es terrícola

domingo, 14 de febrero de 2010

¿3D?

Es curioso esto del cine. Sus referencias y perspectivas; correspondencias y abismos. Subjetivo y objetivo; entretenido o comprometido. Sabemos que hay un par de sensaciones, tres a lo sumo, que experimentamos al salir de una sala de cine; luego estamos nosotros, el filtro sumo, el juez último, que ve una película pero tiene diez o veinte en la cabeza.
Respecto de todo esto, una de las mejores películas que he visto en los últimos cuatro o cinco años (y juro que no deja de resultarme curioso) es, y lo he repetido en diversas ocasiones, la adaptación que Robert Zemeckis hizo del poema épico BEOWULF. Sí, no hace falta que me lo recuerden, el fiasco de AVATAR me encendió en el subconsciente el verdadero valor de este desprejuiciado, fresco y sorprendente ejercicio de cine de aventuras que nunca deriva hacia el infantilismo imperante hoy día. Dejemos a un lado la deslumbrante técnica con la que Zemeckis logra, por ejemplo, que un cincuentón como Ray Winstone se convierta en el ufano y poliédrico "héroe" que ha de salvar al reino de un envejecido Anthony Hopkins de la amenaza de la arpía interpretada por Angelina Jolie (probablemente el gran fallo del film) y su monstruoso hijo Grendel, Crispin Glover, cuya inicial irrupción justo al principio constituye uno de los arranques más dinámicos y apabullantes que he visto en mi vida. Si dejamos, como digo, todo esto de lado y atendemos al buen trabajo en el guión tanto de Roger Avary, habitual de Tarantino, y Neil Gaiman, que dota de la oscuridad necesaria a la inestable batuta de Zemeckis, nos encontramos con un film que "parece", pero no "es"; parece a priori un nuevo producto hueco hollywoodense, trufado de estrellas y dispuesto a ser consumido y fagocitado en un santiamén, pero BEOWULF funciona inesperadamente porque logra desasirse del plomizo poema original e insuflarle un sentido del humor inteligente y de fresca factura. En el otro extremo, la técnica cumple su cometido pese al lastre que supone humanizar unas facciones previamente deshumanizadas, algo que resulta estupendo para, por ejemplo, el monstruo Grendel y el espectacular dragón que clausura esta pequeña gran joya, de la que estoy seguro que obtendrá en algún momento el reconocimiento que merece.
Saludos épicos.

Drumming song

Florence + The Machine - Drumming Song from piximory on Vimeo.

martes, 9 de febrero de 2010

El eterno problema de la perspectiva

Con casi tres años de retraso llegó a nuestras sufridas pantallas PARANORMAL ACTIVITY, un título tan enjuto y despojado como lo es su propuesta formal y visual, el último hipernovamás de lo que los americanos entienden por innovación y experimentación, así que una cosa que puede rodar cualquiera en su casa ha ido a verla todo dios al cine... No está mal. Y si a eso le sumamos la leyenda urbana de turno, en este caso en forma del asombro de Steven Spielberg transformado en producción y distribución de Dreamworks, entonces obtenemos un nuevo caso "Bruja de Blair".
El debutante Oren Peli (sí, yo también he ido a wikipedia para saber si era macho o hembra) coloca una cámara fija frente a una cama donde una pareja duerme, pero la gracia está en que esa cámara es propiedad de la pareja; la gracia y el problema, pues luego toca aguantar la gilipollez de que el protagonista vaya con la cámara encendida hasta a cagar, claro. A diferencia, por ejemplo, de la estupenda REC, la "supuesta" solución a los problemas de "supuesto" orden paranormal sufridos por su pareja quedarán exorcizados mediante el rito digital, paradigma y auténtico emblema del nuevo siglo. Es decir, que si el señor Peli hubiese rodado quince minutos en vez de cien, no tendría que haber rellenado los incontables tiempos muertos con un gilipollas haciendo el panoli con la cámara, mientras su angustiada novia intenta explicarle que un fantasma le roza la rabadilla por las noches. Todos habríamos quedado infinitamente más agradecidos, porque lo único que merece la pena de este chicle visual son algunos momentos de "actividad paranormal" y la entrevista con el parapsicólogo, desaprovechada de forma incomprensible. Y terminaré con una pequeña reflexión, y es que tengo serias dudas sobre algo que no quiero dar por hecho: ¿Cómo es posible que en todas las pelis una pareja de treintañeros, en paro ella, con trabajo mileurista él, en perpetua oposición ella, con graves problemas de (ausencia de) humor traducido en crueldad de universitario él, tengan una casa que normalmente sólo pueden permitirse algunos notarios?... Y lo dejo ahí, en el aire...
Saludos para los normales.

Ultra twist

lunes, 8 de febrero de 2010

Frío como un témpano

De nuevo una adaptación de Cormac McCarthy, que ha pasado de misántropo "fronterizo", casi borderline, a Pulitzer e inspirador involuntario de nuestros (nuevos) bajos instintos.
THE ROAD, a priori, tiene todas las papeletas para gustar, para avasallar al espectador, para unir a la crítica y para insuflar, muy paradójicamente, nuevas esperanzas al cine norteamericano ¿Qué ocurre entonces para que alguien (yo) se libere de prejuicios, se predisponga a disfrutar cuantos hallazgos sea capaz de ofrecer el film de John Hillcoat, y acabe deseando que todos y cada uno de los personajes, insufribles personajes de esta demencial oda a la total ausencia de sentido del humor se vayan a tomar viento de una vez? Porque si THE ROAD es una historia sobre la supervivencia, lo único que vemos es a dos homeless empujando un carrito por un páramo. Si THE ROAD es una historia sobre la desesperación, me uno a la causa. Y si, por el contrario, THE ROAD no es más que la última vuelta de tuerca al género inaugurado con MAD MAX, entonces no entiendo nada, porque hay pocas cosas en este inaudito film, pero lo que más se echa en falta es un cierto ritmo narrativo. Sí, ya sé que la Tierra está devastada y no hay nada de comer, y que se flirtea (ojo, se flirtea) con la cosa del canibalismo, pero ocurre con esta adaptación lo mismito que en la de los Coen (y recalco que no lo achaco tanto a la dirección como a la historia en sí); McCarthy plantea unas situaciones tan al límite que: 1) Sus personajes se asoman al peor de los ridículos, que es el ridículo sin humor. Y 2) Constantemente, uno ve la posibilidad del fallo de principiante, del raccord injustificado, del mal desenlace por exceso de dificultad en el planteamiento. Aquí, ya digo que la historia no es nada que no hayamos visto ya, pero planteo un par de cuestiones para quien la haya visto: Si no hay nada de comer... ¿qué diablos comen para poder andar un montón de kilómetros sin desfallecer? Y ¿para qué coño contratas a Robert Duvall y a Guy Pearce (lo de este chico es preocupante)?... ¿para que salgan diez minutos entre los dos?...
Bueno, y ahora viene mi recomendación: véanla aunque sólo sea por la fotografía de Aguirresarobe, de lo mejor que he visto en mucho tiempo. Y si les gusta la pintura de Turner, sabrán de qué les hablo.
Saludos en vereda.

Road to nowhere


Talking Heads Road to Nowhere
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domingo, 7 de febrero de 2010

Como un guante

Si ayer hacía mención de mi icono erótico personal, hoy esto mismo pasa de la persona al personaje. GILDA, Rita Hayworth, el culmen de la femme fatale o, si me lo permiten, la calientapollas por excelencia.
Y es que GILDA no es más que eso; los esfuerzos de un arribista y pétreo Glenn Ford por dominarse ante los nada disimulados empellones de su antiguo y tortuoso (suponemos) amor. Luego está la historia del supuesto espía, que si se escapa, que si le dan por muerto, que si vuelve pero no es por nada sino por celos... Vamos a ver, porque si atendemos a GILDA expresamente como película, película de género, cine clásico de estudio, con dos figuras de la época, una trama bien definida y secundarios solventes y carismáticos (el barbero graciosete, el profesor chantajeado), entonces GILDA es una película más, no está mejor ni peor hecha que cualquier otra obra de encargo. Y, sin embargo, Charles Vidor desata las correas y, emulando al Johnny Farrell que lanza los dados en el arranque, se lo juega a todo o nada... y gana. Y gana porque Farrell es un personaje inabarcable, misterioso en la justa medida y avasallador si se ve acorralado, un príncipe mendigo sólo al alcance, quizá, de Bogart o Mitchum. Y gana porque el casino se convierte, por arte de magia, en un espacio mítico donde caben todas las posibilidades de lo trágico, lo fatal, lo lúdico, lo banal... lo humano. Pero evidentemente gana porque Gilda necesita despellejar de celos a Farrell, humillarle ante los borregos que le adulan cada noche, y es entonces cuando GILDA deja de ser cine y se instala en su propia mitificación, que la sitúa más allá del bien y del mal y que obra el milagro, porque GILDA, sesenta años después, sigue siendo una de las experiencias más turbadoras a las que puede enfrentarse un espectador supuestamente "moderno". La volví a ver hace un par de meses y la sensación era la misma ¿Por qué me engancha tanto esta película si cada vez se le notan más las carencias de guión? ¿Por qué sigo esperando ese momento, ese clímax, si ya me lo sé de memoria? Bueno, supongo que en la respuesta a estas cuestiones se encuentra el misterio de la imagen en movimiento, de la penetración en nuestra retina, la violación visual...
Saludos con guantazo.

I'd rather dance with you

sábado, 6 de febrero de 2010

El dolor en la herida de la ignorancia

Sophia Loren es Cesira, que vive en Roma pero procede del campo; con ella está Rossetta, su hija adolescente. A Cesira no le faltan pretendientes, pero se mantiene firme y orgullosa, o lo intenta. La guerra llega a Roma; los alemanes invaden la ciudad y vivir es una lotería. Cesira huye con su hija al pueblo de donde procede; ella no lo llama huida, sólo quiere "cambiar de aires". Por el camino, Cesira y su hija serán testigos de un suceso terrible; el avión que ellas dan como un bonito espectáculo de bienvenida acribilla a un caminante tan sólo a unos metros de donde se encuentran. En un poblacho, Cesira pide un poco de pan para su hija; los "inspectores", colaboradores de los nazis, intentan intimidarla y coaccionarla; Cesira se enfrenta a ellos y huye a duras penas. Ya en su pueblo, en plena montaña de Ciociaria, Cesira se encuentra con parientes y amigos; llega en pleno banquete y allí parece que la guerra no ha de llegar, pues hay comida en abundancia y los alemanes no han aparecido. Entre los comensales se encuentra Michele (J.P. Belmondo), que es idealista y se enamora de Cesira. Michele intenta convencer a Cesira, en un vano alarde intelectual, de que la sociedad está corrompida, sin valores ni justicia, y que el resto del pueblo vive cobardemente. La denuncia no se hace esperar y Michele desaparece; esto conlleva la aparición del ejército nazi y Cesira debe huir de nuevo.
Ustedes me permitirán que me ahorre lo que viene a continuación, porque estaría desvelando el impresionante desenlace de LA CIOCIARA, la obra maestra de Vittorio de Sica que puso de manifiesto tres cosas fundamentales: Que se puede adaptar fielmente una novela (en este caso Alberto Moravia) y no perecer en el intento. Que el neorrealismo aún tenía algo que decir en plena década de los sesenta. Y, sobre todo, que Sophia Loren, además de ser la señora más sexy del mundo mundial (esto lo digo yo...), era capaz de dar un recital de interpretación como la copa de un pino; su Cesira es uno de esos papeles que ponen la carne de gallina y de Sica, como el gran maestro que es, maneja el tiempo del film perfectamente y va metiéndolo todo (historia, personajes, ritmo, desenlace) en un pavoroso embudo del que, dado el momento, nada puede ya salir. Una obra maestra que le dio un merecidísimo oscar a la Loren y que la encumbró en Cannes, donde también ganó; una película de esas que le gustaría (y nunca podrá) protagonizar a la señora de Bardem... No digo más...
Doble saludo.

Raindrops and sunshowers

viernes, 5 de febrero de 2010

Vivir o morir es cuestión de tiempo

Y treinta años no son nada, añadiría. Hoy, una película que se revela más necesaria que nunca, porque Michael Cimino tuvo más arrestos entonces que cualquier directorcillo actual; porque logró filmar un poema de tres horas que muchos han confundido con una película sobre Vietnam; porque fue capaz de extraer hasta la última gota de talento interpretativo de unos actores que siempre han necesitado el calor del director; porque THE DEER HUNTER sigue descolocando al más pintado con su mezcla de onírica frialdad y afecto frustrado ¿Cuál es el cometido real de esta maravilla del séptimo arte? Soy de los que creen firmemente que no es un film bélico, en absoluto; pero tampoco un tosco drama sobre la vida antes y después de la guerra. No me impresiona tanto la ruleta rusa y su catarsis de efectos impredecibles, como la sutileza de un plano que muestra a Robert de Niro regresando en taxi, con su uniforme y sus condecoraciones, mientras en su barrio de toda la vida sus amigos le esperan para darle una sorpresa; de Niro ve las luces e indica al taxista que le lleve a un motel. La poética en Cimino no actúa por acumulación, al contrario, ésta se encuentra a medida que el director despoja a sus elaborados planos de consecuencia, de prosa, casi de significado. La partida de caza es más una ceremonia de despedida que de desahogo. El baile deviene exorcismo insoportable, como si la guerra empezara justo ahí, en la impotencia para mostrar los sentimientos. Los personajes se emborrachan, sudan, blasfeman, se enfrentan unos con otros, casi nunca están de acuerdo; contraviniendo la tendencia de lo que el cine está siendo ahora mismo, diríamos que estos personajes son perfectamente humanos, el objeto de interés de un solipsista confundido con un megalómano, porque la manera de contar de Cimino no es grandilocuente, sólo le hace falta el tiempo suficiente para poder desarrollar una cantidad suficiente de ideas y aprehender "eso" que se suele escapar por las rendijas de un set de rodaje.
En mi opinión, THE DEER HUNTER sigue siendo absolutamente única en su especie; un diamante sin pulir, de tremendo brillo y un cierto ensimismamiento, que le confiere su categoría de obra mayor, la obra de un visionario para el que la industria nunca estuvo preparada.
Saludos irrecuperables.

Otro mundo mejor

jueves, 4 de febrero de 2010

Derrotados

Como aún no he visto INVICTUS, y sólo oigo a mi alrededor comentarios sobre lo que parece ser un sonoro patinazo, me he acordado de una película que vi hace tiempo y que me sorprendió gratamente. SZABADSÁG, SZERELEM (dejémosolo en su título español, HIJOS DE LA GLORIA) es un film tan irregular como decidido en su loable empeño de denuncia; y es que si justo ayer hablábamos aquí del horror padecido por el pueblo polaco en KATYN, hoy daremos cuenta de la ocupación húngara por parte de la Unión Soviética tan sólo una década después.
Por un lado están los hechos históricos, incontestables, rodados con gran minuciosidad y sin miedo a los grandes espacios y los discursos de la resistencia; increíblemente, aun en el alambre, éstos nunca caen ni en la demagogia ni el panfleto lacrimógeno.
Y luego está el waterpolo. Sí, porque ésta es la historia del combinado nacional húngaro que hizo historia en las olimpiadas de Melbourne al derrotar a los soviéticos en una final casi a vida o muerte. Puede que hasta aquí las posibles similitudes con el film de Eastwood, luego están los aciertos y los errores.
El gran acierto es la aparente facilidad con la que su directora, Krisztina Goda, desconocida por completo para mí, es capaz de remontar la narración desde un comienzo nada halagüeño, lleno de lugares comunes y guiños de academia de cine y mantiene la tensión de la noticia que flota en el ambiente y termina con la repentina invasión y la laxitud del resto de Europa ante dicho suceso. Los personajes se contagian de esto y complementan con buen tino lo que ha de llevarles hacia una parte final francamente emocionante, con la historia del capitá de la selección que sólo abre los ojos en última instancia para renunciar a las olimpiadas y unirse a la resistencia. Los errores se deben, en su mayoría, a cierta desgana a la hora de presentar algunos detalles, puede que para alguien nimios, pero que son de bulto si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el viaje de la selección desde Hungría hasta Australia es presentado únicamente con el viaje en autobús hasta la frontera... ¡cosas de los presupuestos!
Con todo, se trata de un film de los que ya rara vez se hacen; ya nadie quiere que le confundan con un patriota.
Saludos desde la piscina.

Swimming pool

miércoles, 3 de febrero de 2010

El sufrimiento en todas partes

El caso de KATYN es un caso que sobrepasa lo curioso y se inscribe casi en lo surreal. Primero por la tardanza (casi dos años) en llegar a las pantallas, cuando sólo uno antes había representado a Polonia en los oscar, partiendo como favorita y perdiendo ante un título menor como la austríaca DIE FÄLSCHER. Todo esto tiene su continuación en el hecho de que su director sea el veterano Andrzeij Wajda, todo un nombre consagrado del cine europeo, y que el film nunca dé visos de fatiga o conservadurismo, sino que parece estar en manos de un ilusionado debutante. KATYN ha pasado con más pena que gloria por las carteleras ¿Qué ha ocurrido?
El argumento no puede ser más feroz y valiente. Wajda nos pone en imágenes de hiriente nitidez el aplastamiento de la nación polaca en 1940; por el ejército alemán en el Oeste y el ruso por el Este. El énfasis en este último no es casualidad y el posterior desarrollo arroja tantas luces como sombras a la película y al relato histórico. Wajda intenta el más difícil todavía y el film se resiente, sobre todo en su parte central; y es que conjugar cierto distanciamiento mediante el trazo intimista es tan complicado como desagradecido. El esfuerzo del director polaco es notable, la tensión recae en los cortantes diálogos que unos compatriotas enfrentados en el dolor van desgranando, anticipando lo que ha de llegar en la parte final. Y puede que sólo por esa crudísima, descorazonadora prte final, KATYN deba ser considerado como un título mayor contemporáneo; porque Wajda, sin recreo de por medio, alarga el horror hasta llegar a lo insoportable y muestra la muerte tan desapasionadamente como el trabajo en serie de una fábrica en los fusilamientos ordenados por Stalin en el bosque ucraniano de Katyn. Esto, finalmente, termina por redondear la extrañeza de un film irregular e imperfecto, tan contundente como liviano, de una tortuosa belleza visual y que subvierte (puede que inconscientemente) algunas reglas narrativas clásicas, aproximándola al cine de autor.
Saludos helados.

Of information and belief

martes, 2 de febrero de 2010

Yes Sirk, i can do it

Bueno, hoy la cosa va de perdones, que uno se debe a sus lectores y no puede ir por ahí con el ego inflamado como si tal cosa. Perdónenme, antes que nada, el titulito de la reseña, con el homenaje a las irrepetibles Baccara incluido; pero es que si no incluyo aquí al maestro del melodrama reviento. Perdonen, por otra parte, que haya tardado tanto en meterle mano (en el buen sentido) a este último Almodóvar. A estas alturas, ustedes saben mejor que yo que el manchego no es santo de mi devoción y que sólo me divierten sus primeros trabajos; pero aunque sólo sea por la gente que sigue acudiendo a los cines a ver sus películas, estaremos obligados a darle el espacio que se merece. LOS ABRAZOS ROTOS no es ni la mejor ni la peor película de Pedro Almodóvar; el problema es que desde hace veinte años todos sus trabajos tienen esta ambigua calificación. Y ¿acaso hay mayor lastre para un film que se pretende apasionado nadar plácidamente en aguas tibias? Esto es Sirk descafeinado, un Sirk menor; esto es una huida hacia delante constante que consiste en tapar las carencias de guión con guiños del director a sus queridos maestros, Rossellini en la parte final y algo del peor Nicholas Ray al principio. Por no hablar de cómo mete con calzador un trozo de cine dentro del cine que juega la baza simpaticota y lastimosamente llena de aañoranza, porque en este caso sí que cualquier tiempo pasado fue mejor. Almodóvar ha dejado de hacer cine y se ha transformado en un extraño subtrasunto de sí mismo, que vive rodeado de postales y fotografías que no le pertenecen pero que no va a devolver a su dueño. Resulta poco menos que asombroso que un artista que hizo de la transgresión su (única) bandera visible, se haya ido quedando en alguien que al pensar no puede más que extraer retazos de aquí y de allá; retazos coloreados de pasiones inexistentes, de sainete, donde el conservadurismo es explícito y los problemas son exorcizados con un viaje a Canarias.
Saludos irrompibles.

Don't save us from the flames

M83 "Don't Save Us From The Flames" from Matthew Frost on Vimeo.

lunes, 1 de febrero de 2010

¿Género? Sí, por supuesto

A ver, no me gustaría que me malinterprete nadie, pero sería mejor, más saludable, que nos guardáramos de lanzar las campanas al vuelo nada más ver resquicios de esperanza para la pantomima llamada "cine español". Si de verdad quieren la gran película carcelaria del año tendríamos que remontarnos uno atrás y rendirnos ante LEONERA , de Pablo Trapero; hablaré de ella, todo a su tiempo. Ahora bien, CELDA 211 le da mil vueltas a cualquier cosita envuelta en celofán del otro lado del atlántico; primero porque su buque insignia, Luis Tosar, es mejor actor que Russell Crowe; Alberto Ammann, con este único papel, está mejor que Keanu Reeves; Antonio Resines, definitivamente recuperado, deja en pañales a Bruce Willis; y Carlos Bardem, descubrimiento con mayúsculas, haría sonrojar a un Benicio del Toro cualquiera... ¿A que ya tienen el remake? ¿A que ven a Michael Mann dirigiéndolo? Lo único que me preocupa es a quién buscarán para el papel del yonkarra de la gorrita, que corta la respiración nada más aparecer; y a los presos de ETA, no sé, chungo lo veo...
Bien, disfruten con CELDA 211 tal y como yo he disfrutado, sin prejuicios innecesarios y sin esperar ninguna revelación mariana; estamos ante un sólido film de género, con malos y buenos que van afortunadamente descubriéndose ante el espectador y lo más importante: un guión sin fisuras, a por todas. La película se aprovecha del buen hacer de sus intérpretes y mantiene la tensión a pesar de que los tiempos muertos se suceden inexplicablemente, como la innecesaria escena de las gambas o toda la parafernalia montada para que el funcionario que queda encerrado con los presos sea testigo de algo que pasa fuera y que no desvelaré porque la peli aún está calentita y habrá quien no la haya visto. Parece más que claro que estamos ante la gran favorita para los Goya y, francamente, me encantaría enviarla a los oscar, porque nunca hemos intentado jugarnos la baza del "género" puro y duro y es algo que se valora mucho y muy bien en yanquilandia. Yo no hablaría de sorpresa, porque Daniel Monzón juega bien sus cartas y no se acobarda cuando tiene una buena mano, ésta se llama Malamadre y pasará a la historia de grandes personajes de nuestro cine.
Saludos entre barrotes.

Habrá salida

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!