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sábado, 22 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 4



No deja de ser curioso que uno de los escasos ejemplos que el cine español ha ofrecido acerca del mito universal de Fausto sea una película experimental (otra es, aún más bizarra, la que vendrá mañana) y cuyo punto de vista comprenda, cuanto menos, un arco personalísimo sobre un tema que, en teoría, permitiría pocos estiramientos radicales. EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR FAUSTO, inscrito como el segundo trabajo de Gonzalo Suárez, supuso una agradabilísima conmoción en un panorama, el del cine patrio, francamente depauperado, presentándose nada menos que en el Festival de Berlín y demostrando que, si bien choca la distancia tomada por su autor respecto a una influencia, la de la nouvelle vague, más que evidente, es su espíritu rompedor el que marca su calidad, incluso por encima de lo mucho que ha envejecido un film cuyo interés máximo queda en su forma. Su fondo, incluso si obviamos ciertos retruécanos y licencias, poco o nada asimila de la obra original; más aún, la moldea tanto que quedaba irreconocible si no se maneja el marchamo del cine de aquellos años del autor ovetense. Instalada entre un lisérgico extraterrestrial, que debía un poco al cine de Jodorowsky y otro tanto al de un Godard nada templado, y una bomba decididamente poética, si no nos dijesen que aquello se hacía en España en plena dictadura (aunque Suárez tuvo siempre mucho "aliento francés") nadie lo hubiese sospechado. Mi opinión es que conserva un punto insolente de frescura pero, al mismo tiempo, su exceso de militancia le hace un flaco favor a su vigencia, cuando en realidad podría (debería) ser totalmente al contrario. Su visionado por primera vez puede ser toda una experiencia, hay que reconocerlo.
Saludos.


jueves, 6 de noviembre de 2008

En ningún sitio; el cine

¿Se podría hacer una película que versara sobre el tan manido tema del fútbol sin hablar de fútbol? ¿Alegorizar la soledad del portero ante el penalty en la mítica figura del pistolero de un western en pleno duelo? ¿Minimizar toda una trama hasta llegar al "todo o nada" antes referido?
Los más avezados sabrán de la relación (hasta llegar a o profesional) de Gonzalo Suárez con el mundo balompédico; luego, el curioso devenir de su cine, que empezó, allá por los sesenta, con títulos tan vanguardistas como DOCTOR FAUSTO y AOOM, reverenciadas desde la lejanía de aquel "arte y ensayo". El principal problema con el que Gonzalo Suárez se ha topado luego para desarrollar su particular óptica en unos films cada vez más convencionales ha sido la falta de reciclaje. Por ejemplo en EL PORTERO, donde lo peor es esa pretendida intelectualidad "para todos los públicos" que quiere ser metafórica a porrazos, lo cual es imposible y chirría de principio a fin. Partiendo de un relato del habitualmente más que conservador Manuel Hidalgo (uno de esos tipos que supo estar en el momento adecuado en el sitio adecuado), Suárez nos quiere hacer pasar por un triple salto mortal. Primero, el de un antiguo portero de fútbol que se gana la vida por los pueblos del norte retando a los lugareños a que le marquen un penalty. Después, el enésimo vistazo sin mucho ahondar en la guerra civil y sus consecuencias. Por último, el estrafalario personaje "a lo Gary Cooper" que compone el excesivo Carmelo Gómez (¿por dónde andará?), con el que guionista y director nos quieren hacer creer, mezclándolo todo, que un tipo puede salvar su dignidad, y de paso la de los vencidos en la guerra, parándole un penalty a un guardia civil que previamente ha perseguido y matado a un maqui; todo ello en el idílico (e improbable) marco de las playas cantábricas. Es decir: lo mismo de siempre con otro vestido. Una película de las que no merecerían ser comentadas por una sencilla razón: no transmiten nada al espectador.
Saludos desde los once metros.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!