viernes, 28 de abril de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #18



En 1983, Ettore Scola se embarca en una inclasificable coproducción internacional, LE BAL, con la que llegó a representar a Argelia en los oscar de aquel año. Y hablamos de un film tan arriesgado, tan inesperado y audaz, que cualquier calificativo se queda corto tras su visionado, obligatorio para entender por qué Scola ha sido uno de los directores más dotados a la hora de poner en imágenes un insólito "vanguardismo clásico". Se trata de una película sin diálogos, con un espacio único (la sala de baile del título) y un reparto coral de actores/bailarines, de cuya mano asistimos no sólo a su peripecia personal, sino a la Historia misma del Siglo XX. Nada más y nada menos, porque LE BAL comienza antológicamente, con las mujeres llegando, una a una, a la sala, donde esperan pacientemente la llegada de los hombres, que quizá las inviten a bailar. Y esa sala también existió a principios de siglo, y fue refugio de aquella Francia ocupada, y en los 50 se atrevió a cambiar el vino por Coca-Cola y el baile de salón por el Rock'n'Roll. Y en los 60 se bailaban las canciones de unos chicos de Liverpool, y en los setenta colgaron una bola gigante de espejos... Quizá les sepa a poco, a lo mejor lo único que ven es una coreografía que habría firmado el propio Jacques Tati, pero no exagero si digo que esta película es hermosa y emocionante, que es más vanguardista que muchos trabajos así catalogados por la oficialidad, y que Scola, una vez más, demuestra que la medida del hombre moderno cabe toda en una sala de baile, y que se expresa en la soledad de un rechazo o el anhelo de una invitación...
Extraordinaria, maravillosa película. Véanla si pueden.
Saludos.

miércoles, 26 de abril de 2017

Al interior...



Hoy y mañana vamos, para variar, con dos de las mejores películas que he visto últimamente, y que ya tenía ganas de comentar. La primera, THE AUTOPSY OF JANE DOE, triunfante film en el exilio del noruego André Ovredal, que ya nos epató con aquel espléndido "cazador de trolls", y que otra vez escoge un relato repleto de extrañeza, lejos de lugares comunes. Pero, aparte de las sorpresas (que son muchas), es preciso destacar la habilidad de situar toda la acción en un espacio único, una sala de autopsias a la que llega el cadáver de una joven, que ha aparecido extrañamente en el sótano de la casa donde un matrimonio de ancianos ha sido asesinado. El policía que lleva el caso necesita el resultado de la autopsia al día siguiente, ya que la joven de momento es inidentificable, por lo que el encargado de las autopsias, que también es dueño de la funeraria, acepta quedarse toda la noche trabajando junto a su hijo, que hace las veces de ayudante. Sin embargo, el avance de la autopsia irá descubriendo un secreto aún más terrible que la muerte de la propia joven.
Con dos estupendos actores (Emile Hirsch y Brian Cox) y una actriz cuyo trabajo consiste simplemente en quedarse tumbada y quieta, Ovredal despliega un relato de suspense que no estalla hasta bien avanzado el metraje, y que obtiene sus mejores momentos precisamente de los crípticos detalles que va despejando la autopsia, y que sin embargo baja la intensidad cuando llegan los inevitables sustos del tercio final.
Una película que se ve de un tirón, entretenidísima y dotada de un dispositivo interno honesto y potente, y que confirma al noruego como uno de los directores de género más interesantes del viejop continente. Nosotros vamos a seguir siguiéndole...
Saludos.

martes, 25 de abril de 2017

Nuca de erizo



Cuatro años antes, en 2001, Bill Paxton había debutado en la dirección con una película que merecería, ahora más que nunca, una revisión a fondo, por lo audaz de su propuesta y la gran cantidad de imitadores que han llegado hasta nuestros días, haciéndonos creer que eran originales. FRAILTY es una cinta que es difícil ubicar en un género, porque tiene la apariencia de un film de terror, pero su sugerente narrativa nos lleva directamente al cine negro clásico, y su diabólico guion consigue que dudemos en todo momento de qué estamos viendo con exactitud, ya que esa es la sensación principal, y de donde Paxton, que se reservó un personaje principal, extrae su virtud máxima: mantenernos en un estado de tensión constante. La "historia" (por así decirlo) comienza con un desconocido que llega a la oficina de un oficial del FBI que investiga desde hace años a un asesino en serie llamado "La mano de dios", y empieza a contarle los detalles por los que sabrá que la identidad del asesino es la de su hermano pequeño, partiendo desde una traumática y horripilante niñez, en la que su padre, enloquecido tras la muerte de su esposa, cree tener el don de identificar a los demonios con apariencia humana, para darles caza y asesinarlos a sangre fría y delante de sus hijos. Es a partir de ahí que el espectador se encuentra en una disyuntiva especialmente complicada ¿Debe creer el relato contado en pasado? Y de no ser así ¿quién es realmente este hombre que cuenta todo esto tantos años después? FRAILTY es una película cruda y espeluznante, que destapa las miserias del extremismo fanático-religioso, y al mismo tiempo desestabiliza los cimientos mismos del relato clásico de suspense, presentando personajes complejos y atormentados, y retándonos a que descubramos si finalmente no lo habremos imaginado todo... O no.
Lástima que Paxton no tuviese más oportunidades de demostrar que, además de un estupendo actor, también sabía dirigir con un irrechazable aroma a clásico de los de antes.
Saludos.

lunes, 24 de abril de 2017

Bajo par



Dos sucesos, muy diferentes entre sí, me obligan a hacer esta entrada, que a fuerza de ser postergada, ha hecho coincidir la noticia triste con otra absolutamente maravillosa. Hace sólo unos días, fui testigo en la soledad de la madrugada de la histórica victoria de Sergio García en el Masters de Augusta. Para los que el golf se la suda (que será la mayoría), digamos que es el equivalente a que el Villarreal gane un año la Champions, y no porque García no sea un estupendo golfista, sino porque ha tenido que sudar lo suyo para llevarse, al fin, un major. Por otra parte, hace un par de meses me enteraba de la desaparición de un tipo que siempre me ha caído particularmente bien y que también tuvo que esforzarse una barbaridad para lograr cierto reconocimiento en Hollywood. Moría, inesperada y prematuramente, Bill Paxton; un actor que apenas tuvo papeles protagonistas, que quedó encasillado como "ese actor resultón" y que normalmente siempre estaba bien, hiciese lo que hiciese. Y Bill Paxton dirigió también dos películas, una muy oscura y otra muy luminosa, y curiosamente las dos, tan diferentes entre sí, revelan a un director maduro, seguro de lo que quiere contar y cómo va a hacerlo. En 2005, la Disney lo reclutó para que llevara adelante un curioso proyecto, la recreación de la que sigue siendo, más de cien años después, una de las gestas más grandes del golf de todos los tiempos: la victoria en el U.S. Open de Francis Ouimet, un joven de extracción humilde, que con sus veinte años apenas había pasado de ser un ignoto caddy y que venció nada menos que al mítico campeón británico Harry Vardon, y todo ello sin experiencia en ningún torneo y con un niño como caddy, el no menos mítico Eddie Lowery. Con una historia así sólo se pueden hacer dos cosas, una bazofia infumable o una película maravillosa, y Paxton, a mi juicio, filma la mejor película sobre golf que he visto nunca. Una película de Disney, sí, pero no se nota; con un tiempo narrativo entretenidísimo, que apenas decae, con excelentes actuaciones por parte de Shia LaBeouf, Stephen Dillane y el joven Josh Flitter, entrañable como el propio Lowery. Una película que recomiendo incluso a los que abominan de un deporte tan hermoso como el golf, y que, basada en el también imprescindible libro de Mark Frost sobre este extraordinario hecho, parece tocada por el halo de un Frank Capra contemporáneo... Bueno, quizá esté exagerando, pero la peli es mu bonita...
Y mañana la otra.
Saludos.

domingo, 23 de abril de 2017

Rincón del freak #266: Posesión intrascendente



J. T. Petty, al que hemos seguido la pista convenientemente, podría ser un director de cine muy grande, a lo Sam Raimi, pero en grande. Es más inteligente, más incisivo, más original y arriesgado, pero suele pinchar en hueso cuando lo tiene todo para pasar de "director de culto" a ir un paso más allá, por eso sus películas apenas las ven festivaleros incondicionales. HELLBENDERS podría haber sido muy grande, una versión punk de los Cazafantasmas, al tiempo que una irónica revisión bufa de la insoportable oleada que cada temporada sufrimos de films de posesiones demoníacas, exorcistas con patillas y poseídas con camisón. Pero es una auténtica pena, porque cada aspecto que Petty inculca en su favor se le termina volviendo en contra. Está claro que se trata de un film de bajo presupuesto, pero que tiene algunos intérpretes de altura, como el gran Clancy Brown, Clifton Collins Jr., el genial Andre Royo o el siempre interesante Macon Blair. La putada es que el guion, los diálogos, las interpretaciones, están soberbios, pero algo no encaja, como la ensaladilla en un bar de copas; todo parece estar rodado con premura, excepto las tres o cuatro imágenes icónicas (como la que ilustra el post) a cámara lenta, con rock industrial a tope, muy guay todo, pero falla la puesta en escena, que se queda en telefilm barato, y una idea tan arrogante hubiese merecido un mejor acabado. Estos son los Hermanos Augustinos de la Orden del Santo Infierno (o algo así), cuyo propósito es llevar una vida de pecado absoluto para, seguidamente, ir en busca de los demonios que afligen a la humanidad, dejarse poseer por ellos y rajarse el cuello, morir e ir al infierno, pero arrastrando con ellos a la entidad demoníaca... No me digan que no está chulo como idea, y más aún cuando descubren que uno de los Dioses Antiguos escandinavos, el poderoso Surtr, ha llegado para abrir las puertas del infierno y destruir (¿otra vez?... sí, otra vez) nuestro planeta.
En fin, yo lo aviso, luego ustedes la ven si son curiosos y me cuentan. Igual hasta les gusta.
Saludos

sábado, 22 de abril de 2017

El espejo roto #12



Y, bueno, aparcamos de momento la serie BLACK MIRROR (me reservo el especial de Navidad para más adelante) con uno de sus capítulos más incomprensibles y extraños. A simple vista, y sin querer destacar mucho sobre propuestas similares dentro de la misma serie, Hated in the nation podría haber sido un estupendo largometraje, o incluso una serie en sí misma, pero como capítulo independiente es decepcionante, se hace interminable (y no lo achaco a sus 90 minutos de duración) y es bastante aburrido. Una supuestamente apasionante radiografía de los haters (subraza de gilipollas con demasiado tiempo libre), que aquí llevan al extremo su actividad de descalificación pública, ganándose que alguien se tome la justicia por su mano y los asesine uno a uno. Ya digo, el planteamiento te hace revolverte en el asiento, pero dura poco; la cuestión moral está pobremente desarrollada y deriva en un mediano thriller, de los que en esta misma década hemos visto mejores ejemplos. Un capítulo ambicioso, que se apoya en el talento visual de James Hawes (Penny Dreadful, Doctor Who...) y la presencia de la estupenda Kelly Macdonald, pero cuando uno lleva una hora viendo la función apenas puede hilar cómo empezó con cómo presumiblemente acabará.
¿Esperaremos una cuarta temporada?... Pues por supuesto...
Saludos.

viernes, 21 de abril de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #17



Hay una película en la filmografía de Ettore Scola que elevó su figura a la de los grandes nombres de la cinematografía italiana, que le permitió un reconocimiento mayor en su propio país y le abrió la posibilidad de elegir él mismo qué guiones le eran mejores para dirigir. Y no es una afirmación vana, IL MONDO NUOVO (que aquí se conoció como el libro original, LA NOCHE DE VARENNES) es un monumental fresco que ilustraba los entresijos de los últimos días de Luis XVI, su huida de incógnito y posterior apresamiento y ejecución. Tras recrearse en la anarquía instaurada en París tras la deserción, el film se centra en el viaje en sí, donde el monarca y su consorte comparten un carruaje junto a Restif de la Bretonne, Thomas Paine, la condesa de la Borde y un señor que pasaba por allí, un tal Giacomo Casanova, y que parece ser el único que es capaz de asimilar los acontecimientos con lucidez y una evidente pesadumbre. Más que un film histórico, lo que Scola propone, a partir de la excepcional novela de Catherine Rihoit, es una reflexión sobre el significado de la revolución misma, no ya si fue tan gloriosa como podríamos suponer, sino en qué ha influido en un mundo actual que tan poco ha cambiado en sus aspectos más esenciales, lo que queda perfectamente reflejado en el crudo y chocante final. Una película que contó con un elenco irrepetible, Mastroianni, Keitel, Barrault, Brialy, Schygulla, Piccoli; una esplendorosa fotografía a cargo de Armando Nannuzzi; una partitura memorable de Trovajoli y una mención especial para Sergio Amidei, coguionista junto al propio Scola y que falleció durante el rodaje. Una de esas películas que yo considero imprescindibles para poder hablar con propiedad de otra transición, la de aquel "viejo" cine que tanto esfuerzo costaba llevar adelante y el modelo de producción independiente, del que Scola, por grande que fuera el presupuesto que manejara, jamás se desentendió.
Saludos.

jueves, 20 de abril de 2017

Los buenos contra los malos



No hay (nunca mejor dicho) que llamarse a engaño con DENIAL: con un documental hubiera bastado. Todo lo demás, Rachel Weisz, Tom Wilkinson, Timothy Spall, Andrew Scott (atención a este muchacho), suponen una gran lección de cómo los intérpretes son capaces de superar al director, en este caso el veterano Mick Jackson, tan encorsetado y conservador como siempre. Y es que aquel juicio que enfrentó al negacionista Davis Irving y a la escritora Deborah Lipstadt, hace poco menos de veinte años, daba para bastante más que un típico drama judicial, tan típico que ver a la Weisz haciendo footing o a Wilkinson bebiendo vino en un vaso de plástico se podrían considerar "licencias artísticas". Y luego está ese actor inmenso, inacaparable, que es Timothy Spall, cuyo dominio de la atmósfera queda, desgraciadamente, a merced del anodino y telefílmico desarrollo de esta película, que vuelve a pecar de ese mal de alturas llamado realidad, y que la deja como un trabajo correcto, higiénico y fácilmente olvidable... Ah, y lean a Irving si quieren saber cómo se puede ser erudito e imbécil al mismo tiempo...
Saludos.

miércoles, 19 de abril de 2017

El espejo roto #11




Sin ser desdeñable, el episodio titulado Men against fire puede que sea el más flojo de esta tercera temporada de BLACK MIRROR. Un instrumentalizado juego de equívocos al que se le coge el truco demasiado rápido, y que finalmente tampoco supone una gran revelación que no hayamos visto antes. Todo el interés se centra en los primeros minutos, que nos trasladan a un lugar en guerra (sospechosamente balcánico), donde unos soldados parecen ser la única esperanza de los lugareños, solo que en lugar de ser atacados por otro ejército lo son por unos extraños mutantes, las "cucarachas", que les roban la comida y transmiten enfermedades. La premisa es convincente, y Brooker pretende hacernos creer que veremos un típico film de terror, con criaturas horrendas y abundante hemoglobina, pero, pasados unos minutos, la historia da un giro radical y se centra en la figura de un soldado que sospecha que, quizá, los enemigos contra los que luchan no sean exactamente las "cucarachas", e incluso que la realidad misma sea completamente diferente a su día a día. La moraleja, más simplona y pedagógica que en episodios anteriores, nos dice que desconfiemos de las verdades absolutas, al tiempo que ejerce una cierta (y certera) crítica sobre esos colaboradores internacionales que tanto "bien" hacen en zonas de conflicto.
Un capítulo entretenido, pero olvidable.
Saludos.

martes, 18 de abril de 2017

Por una historia importante



ANTHROPOID es una película de esas que no se comprende cómo se deja lo que se deja y en manos de quien se deja. Una recreación estúpidamente acartonada de la operación que la resistencia checoslovaca maduró durante largo tiempo para asesinal al tercer hombre más poderoso del régimen nazi, Reinhard Heydrich, el infame "carnicero de Praga". Los hechos que se abordan son tan apasionantes y ricos en matices, dan para realizar varias películas diferentes, sean más bélicas o políticas, reforzando la acción o los diálogos, que sigo sin entender qué diablos quería contar Sean Ellis, que muestra poco de las magníficas CASHBACK y METRO MANILA, y se pierde sin poder encontrar el tono adecuado y el equilibrio entre vericuetos sentimentales que no le interesan a nadie y que acaban por desmontar lo que hemos venido a ver, que es la susodicha operación. Ellis, que tiene un par de cortos estupendos, parece perdido entre tanto metraje de relleno, y apenas salvan la función dos actores que sí están a la altura, Cillian Murphy y Jamie Dornan, pese a verse en más de una situación que juguetea peligrosamente con el ridículo.
Me atrevo a pensar que ni siquiera habrá contentado a exégetas del género, entre los que no me encuentro. Pero aprovecho para hacerles un par de recomendaciones y poder comparar calidades. OPERATION: DAYBREAK, de Lewis Gilbert y, sobre todo, la magistral HANGMEN ALSO DIE, dirigida por un tipo llamado Fritz Lang y con guion de un tal Bertolt Brecht...
Saludos.

lunes, 17 de abril de 2017

El espejo roto #10



En San Junipero, cuarto episodio de la tercera temporada de BLACK MIRROR, se hace absolutamente necesario no desvelar prácticamente nada de su magistral guion, que lo convierte en el mejor y más grande de toda la serie, y un hito en la televisión reciente, que debería haberlo encumbrado como un clásico instantáneo. Será por ese inicio que nos lleva a otro tiempo y otro lugar, los ochenta de las películas de John Hughes o Landis o incluso Spielberg; pero intuimos que esto es otra cosa cuando vemos a la apocada Yorkie totalmente desorientada, entrando en el bar de moda de ese sitio donde sólo parece haber diversión y gente joven ¿De dónde ha salido? ¿Quién es? Y sobre todo ¿por qué va a volver al otro día, y al otro y al otro? Yorkie conoce a Kelly, se gustan, se enrollan, pasarán un buen rato juntas. Pero algo se sale del guion, quizá algo que nos será desvelado en su momento justo, ni demasiado tarde ni demasiado pronto; una revelación que es la que dota a esta joya de su incalculable dimensión, que nos coloca como seres humanos ante una última y dolorosa cuestión, y que puede contarse incluso con la apariencia de una inofensiva comedia romántica ochentera, porque no podremos escapar de ello, ni siquiera buscando el amor en algo que quiere parecerse a la eternidad...
Saludos.

sábado, 15 de abril de 2017

El espejo roto #9



Con Shut up and dance, puede que Charlie Brooker nos desplace, por primera vez, hasta aquel glorioso capítulo inicial, el del cerdo y el ministro, para desplegar nuevamente una crítica terrible, no tanto hacia los terrores tecnológicos, sino más bien lo que la tecnología nos puede ayudar a descubrir, aunque puede que no estemos preparados para verlo. El capítulo es un gigantesco McGuffin, que por lo tanto es preciso no desvelar demasiado, y que básicamente presenta a Kenny, un retraído joven que trabaja en un local de comida rápida y que es reiteradamente vejado por sus compañeros. Sin querer ni poder ir mucho más allá, lo que vemos es a Kenny frente al ordenador de su casa iniciando una típica sesión masturbatoria, pero que se ve interrumpida por unos extraños mensajes, que le convencen de que está siendo observado y grabado, y que si no realiza una serie de acciones, a cual más estrambótica, todo lo que ha estado haciendo será difundido.
El valor de este capítulo, más allá de lo que cuenta, es el diabólico giro final, capaz de sorprender al espectador en el peor sentido de la palabra, puesto que demuestra que nuestra percepción puede ser alterada y nuestras convicciones puestas a prueba, De hecho, a mí me dejó bastante mal cuerpo, ya que su motivo principal, que no desvelaré, es algo que es muy superior a mí, y con lo que no puedo mostrarme de ninguna manera que no sea una repugnancia íntima y profunda... Y ahí lo dejo.
Saludos.

viernes, 14 de abril de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #16



En 1981, Scola volvió a lograr una nominación en Cannes por PASSIONE D'AMORE, la adaptación de la novela "Fosca", cumbre de la scapigliatura del XIX y escrita por Iginio Ugo Tarchetti, un maldito más que reivindicable por la insobornable modernidad de sus (escasos [murió con apenas treinta años]) textos.
Se nos cuenta la historia del Capitán de caballería Giorgio Bacchetti, que desdeña a las mujeres por el amor de una sola, a la que sin embargo no puede amar libremente por ser casada. Destinado a una pequeña población apartada, se ve arrastrado por los convencionalismos castrenses hasta la casa de su Coronel, donde es poco menos que obligado a hacer de acompañante de Fosca, prima del mismo, una mujer que vive apartada de la sociedad por su aspecto poco agraciado y un carácter más que complicado, que oscila entre una fúnebre melancolía y repentinos ataques de histeria. Giorgio pide insistentemente el retorno al Piamonte, con tal de librarse de Fosca y volver junto a su amada, sin embargo, de manera casi sobrenatural, un lento e implacable cambio parece operarse en su interior, viéndose arrastrado al decadente mundo interior de esa mujer, que parece la muerte misma.
Scola filma aquí una película "viscontiana", de apabullantes localizaciones puntuadas por la fotografía de Claudio Ragona y con ese gusto por los parlamentos largos y las escenas elaboradas, para acercar esta tremenda obra, muy desconocida fuera de Italia y que contaba con un trío protagonista más que estimulante: la sugerente Laura Antonelli, el actor francés Bernard Giraudeau y Valeria D'Obici, actriz de físico anguloso que interpreta magistralmente a la Fosca del título, con la que Scola logra, literalmente, poner rostro a la enfermedad y el abandono. Una de las películas más oscuras de su autor, pero también una de las que mejor ha soportado el paso del tiempo.
Saludos.

jueves, 13 de abril de 2017

El espejo roto #8



Playtest es un episodio aparentemente anómalo, como si perteneciese a otra serie, aunque sea identificable por la cuestión de tecnologías avanzadas, que le sirven al prometedor director estadounidense Dan Trachtenberg (ahí está 10 CLOVERFIELD LANE) para poner en imágenes un estado mental alterado, no sabemos si a consecuencia de la experimentación con una realidad virtual avanzada o si realmente lo que se nos presenta como la "realidad" del protagonista no son más que retazos de recuerdos que han quedado en su cerebro. Y no debería contar mucho más, porque destrozaría la trama, pero básicamente su argumento comienza introduciendo a un joven norteamericano que se marcha a Inglaterra en busca de algo de libertad, y que tras conocer a una chica se presenta como probador de un juego de realidad virtual de última generación, un proyecto tan secreto que le obliga incluso a firmar un contrato de confidencialidad. El juego, que no parece nada del otro mundo, sitúa al jugador en una típica "casa del terror", donde se supone que todo lo que ocurra será generado espontáneamente por él mismo, siendo asaltado por sus terrores más íntimos.
La idea es interesante, pero el desarrollo se torna algo cansino y repetitivo, e incluso me parece que desaprovecha flagrantemente la posibilidad de un giro definitivo y brutal, quedándose en un tibio manual de dirección solvente y menos arriesgado de lo que parece proponer en un principio, pero tiene un par de momentos inquietantes, justo cuando parece más un film de terror que lo que acaba siendo.
Saludos.

martes, 11 de abril de 2017

El espejo roto #7



Otro de los asuntos pendientes que me ha suspendido todo esto de los premios era volver sobre BLACK MIRROR, una de las series más celebradas, polémicas y estimulantes de los últimos años, una fiesta distópica, con las maldades de las nuevas tecnologías de fondo y que, a medida que se han sucedido sus tres temporadas, se ha ido reinventando con el loable propósito de no repetirse.
Esta tercera temporada ha desnaturalizado el entorno y localizaciones británicas, con tal de buscar una necesaria apertura de miras. Y en este sentido, el ejemplo más claro es el del episodio inicial, Nosedive, una pesadilla en tonos pastel que indaga en un futuro que cada vez nos parece menos improbable, el de una sociedad que no valora a las personas, sino lo que los demás valoran de esa persona, aunque se trate de desconocidos. La tiranía de las cinco estrellas, del pulgar arriba, deviene la paranoia de Lacie por aumentar sensiblemente su cuota de puntos para acceder a una vivienda de mayor nivel adquisitivo, además de poder asistir a la boda de una "amiga" de la escuela, que la auparía hasta un estatus insuperable. Sin embargo, un pequeño incidente en el aeropuerto le impide coger el avión y, a partir de ahí, cada cosa que ocurre le va restando puntos, hasta que deja de tener acceso ni siquiera a los servicios más básicos.
Dirige este episodio el irregular Joe Wright, que logra sin embargo una notable interpretación de la también esquiva Bryce Dallas Howard, consiguiendo el gran propósito del capítulo, que seamos testigos de este mundo virtual que hemos creado, de cómo nos juzgan los demás y cuánto puede llegar a afectarnos el dejar de ser "populares" y convertirnos, por desgracia, en uno más del montón...
Saludos.

lunes, 10 de abril de 2017

Ligero de equipaje



Y, bueno, qué mejor semana que ésta para desintoxicarnos abundantemente de la borrachera de los oscar, borrachera barata, de cerveza en lata y chupitos de agua de fuego...  Y de los títulos que tenía por ahí colgados desde hace tiempo, me ha aparecido 96 HEURES, un thriller a la vieja usanza, que no se anda por las ramas y mantiene al espectador pendiente de lo que pasa en pantalla hasta los últimos momentos, lo que es de agradecer entre tanto aspirante a autor total, la verdad. Se trata de una solvente muestra de cine negro clasicote, que recuerda más a las estructuras norteamericanas que al polar francés, y que crea una creciente atmósfera de tensión que estalla en sus momentos finales, que desgraciadamente no están a la altura del conjunto. Un apabullante Niels Arestrup da vida a un sanguinario mafioso que escapa de la cárcel en la que está confinado, y lo primero que hace es secuestrar al policía que lo atrapó, aunque no sólo para vengarse de él, sino para que éste le confiese quien de su entorno fue el que lo traicionó para terminar en la cárcel y poder controlar sus negocios.
El film, sin ser una barbaridad, es tremendamente entretenido y, pese a algunos problemas para mantener el ritmo, se ve de un tirón y se disfruta, sobre todo si uno es ferviente defensor de los dogmas de Don Siegel. Rueda rápido, piensa rápido y piensa en la siguiente escena...
Saludos.

domingo, 9 de abril de 2017

Rincón del freak #265: Garnachas pendencieras de una dimensión ajena



Una de las razones más flagrantes de mi incapacidad crónica para comprender los recovecos del mercado, de por qué renuncia a la posibilidad de la creación para refugiarse en la producción en serie, es mi refracción a las sagas, entendidas como repetición de normas "blancas" y confortable reducto para el consumidor de imágenes sin tiempo ni mecanismos para efectuar mínimos análisis críticos. Esto, más o menos, es lo que me produce el universo "Harry Potter", que casi puedo imaginar qué me voy a encontrar sin necesidad de ver una sola película. Y reitero que no he visto ninguna, pero por mor de rubricar adecuadamente esto de los oscar (que se me ha cuasi ido de las manos por la longitud), encuentro que había una película llamada FANTASTIC BEASTS AND WHERE TO FIND THEM, que ostentaba una nominación a mejor vestuario. Y, bueno, las gabardinas y vestidos no están mal, lo que está mal es el resto, una historia simplona y cansina, repleta de muñequitos digitales y gente sin tiempo para dejar de correr y tener una conversación como dios manda. Este es el cine de la prisa, cine Red Bull, cine que enmascara que no tiene nada nuevo que contar con una estridente banda sonora, ojos desorbitados y eso, gente que no para de correr. Esto lo ha escrito J.K. Rowling, lo que me deja un paso más lejos de ponerme a ver algo de Mr. Potter. No creo que me esté perdiendo nada, francamente.
Saludos.

sábado, 8 de abril de 2017

La ley del cassette



Los radiocassettes eran instrumentos extraños, aparatosos, donde cada movimiento, cada acto, iban acompañados de ruidos adicionales, como la manipulación de un robot arcaico. Ni que decir tiene que la experiencia misma de la reproducción de un cassette es algo más cercano a la psicofonía que a la melomanía; no ya por los inacabables ruidos de fondo, sino por las distorsiones en cromo y ferro, e incluso la imanencia infinita del disco original por sobre el fondo de las sucesivas regrabaciones.
MOONLIGHT es una película que resuena exactamente como eso: una canción de Rihanna que contiene ecos de Billie Holiday, pero únicamente porque la cinta ya estaba grabada mucho antes. Ahora, claro, todo sonido es asquerosamente limpio, despojado de imperfecciones, lo que desautoriza al oyente a reivindicar según qué originalidad, ya que ésta no existe si no se está dispuesto a experimentar la ley del cassette. MOONLIGHT contiene trazas groserísimas de Tsai Ming-liang, Wong Kar-wai o, en menor medida, Hou Hsiao Hsien, lo que me lleva a pensar que tras su aparente riesgo apenas hay fervor de alumno aplicado, mucho, y una juntiña de ideas visuales que abarcan sistemas cognitivos tan dispares como el baneo a traición de la serie "The wire", el vaciado estilista de Michael Mann o los estallidos verbales de un Elia Kazan muy menor. Sí, MOONLIGHT pretende contarnos los interiores de un niño que se hace adolescente y luego adulto, su homosexualidad y la incomprensión de un mundo que no hace nada por comprenderlo. Y por debajo de la claridad de manual del director influenciable, nada mejor que acentuar un viaje en coche con el "Currucucú" de Caetano, como si hubiésemos grabado esta película en VHS encima de aquella otra... Sí, hombre... HAPPY TOGETHER...
Así que éste es el oscar a mejor película de este año.
Saludos.

viernes, 7 de abril de 2017

Ettore scola. Un italiano en Italia #15



Es notorio el salto evolutivo que experimenta el cine de Ettore Scola a partir de LA TERRAZZA, de 1980, enloquecido y mordaz retablo de los usos y costumbres más característicos de la sociedad italiana, capaz de lo más noble y, a la vez, lo más bajo. La crítica, en este caso, se encuentra en las incapacidades de un grupo de amigos que se encuentra regularmente en la terraza del título, donde se celebran inacabables fiestas y donde convergen para fomentar unas relaciones que en realidad tienen más de artificio que de otra cosa. Scola divide la película a partir de la observación minuciosa de cada uno de ellos y cómo rara vez la cara social se corresponde con la íntima. Con un reparto difícilmente repetible (Trintignant, Gassman, Tognazzi, Mastroianni, Sandrelli, una Carla Gravina inmensa y que ganó el premio en Cannes...), el absurdo entronca con la piedad que el director siempre despliega por sus personajes. Un guionista incapaz de escribir una sola línea desde hace años, aunque tiene el apoyo incondicional de su mujer; el productor, decadente y adinerado, que pacientemente espera ese guion genial, pero que asimismo no es más que un fantasma para su propia esposa; un tipo, bastante irritante, que presume de estar a la izquierda de la izquierda, aunque su vida sea tan convencional y pequeñoburguesa que le avergüence hablar de la misma; y, por último, el retrato más complejo y conmovedor, el de un viejo político del Partido Comunista que se enamora de una joven que se atreve a llevarle la contraria, desestabilizando su longevo matrimonio y abriendo un interesante debate al espectador sobre la conveniencia del corazón alterado frente a la razón inalterable.
LA TERRAZZA no tuvo precisamente una buena acogida en Italia, donde la mirada equidistante de Scola resultaba muy conservadora para la izquierda y demasiado atrevida para los conservadores, motivo más que suficiente para atender al cine como un arte que trasciende la cortedad de los políticos, y que es capaz de diseccionar toda una sociedad en dos horas y media, que a algunos les parecerá mucho tiempo para observar algo, y sin salir de una terraza...
Maravillosa película.
Saludos.

jueves, 6 de abril de 2017

Profundidad y pesadumbre



He salido con una sensación extraña de ver SILENCE, la última película de Martin Scorsese. Una película agigantada, descompensada, pesada de digerir y con un mensaje oculto que creo que la hace acreedora de un segundo visionado, aunque éste va a tener que esperar por mi parte porque la experiencia es agotadora. No sé si es una buena o mala película, y no sé si he asistido a una de esas revelaciones que el cine ofrece una vez cada tres décadas o al truco cansado de un maestro en su oficio, cuyo intimidante manejo de los resortes narrativos hace que uno guarde cierta cautela antes de expresar un argumento que pueda ser apresurado. Efectivamente, la fotografía de Rodrigo Prieto es estupenda, alcanzando cotas de expresionismo de una perfección intolerable para el ojo acostumbrado al píxel, pero parece raro que fuese la única nominación a los oscar para uno de los trabajos a priori más oscarizables de su autor. Una especie de coalición alterada que incluye un "Kurtz conradiano", el misionero que desaparece en el Japón del Siglo XVII, en plena efervescencia evangelizadora, y del que sólo se tiene la certeza de su apostasía, con tal de evitar las terribles torturas con las que cada cristiano iba a ser amenazado. Por otra parte, tenemos a los dos jesuitas que van en su busca, y cuya fe será constantemente puesta a prueba, aunque sus caminos se separan y, aunque fundamentalmente veremos el periplo de uno, finalmente se ven confrontados, comparados por el cruel señor feudal que los mantiene prisioneros y pretende quebrarlos, que renieguen de su fe.
No esperemos aquí un Scorsese físico, pues no es esa la tarea empleada, sino ceñirse lo más posible al denso y polémico texto original de Shusaku Endo y aislar cada pensamiento, frase o acto buscando, quizá, atomizar, aturdir y aprisionar la entrenada voluntad cinéfila del espectador, derrocar sus convicciones y presentarle una narrativa a la que estamos poco acostumbrados. Lo va a tener difícil SILENCE para persistir en una cinematografía tan sobresaliente, pero prefiero dejar pasar un tiempo y volver a ella más adelante, porque de momento puede que se me haya quedado algo por el camino.
Saludos.

miércoles, 5 de abril de 2017

En el espacio, tampoco nadie puede oír tus gilipolleces...



Desbrozando ya los últimos flecos de los oscar, me encuentro con PASSENGERS, que estaba nominada a mejor diseño de producción (este premio tendrían que explicarlo algún día) y mejor banda sonora, que me horrorizó cuando escuché la terrible composición de Thomas Newman. Y, como vaticiné hace un par de años respecto a aquello de THE IMITATION GAME, al noruego Morten Tyldum lo han seguido llamando de Hollywood, aunque para productos como éste, sucedáneos de dramas de ciencia ficción supuestamente inteligentes, y que se quedan en un subproducto vacío y olvidable. Sin embargo, todo responde a la torpeza del guion de John Spaihts y a la condescendencia de su realizador, que son capaces de destrozar una idea de partida absolutamente fantástica: una nave parte de la Tierra hacia un planeta lejano pero similar. A bordo lleva miles de personas hibernadas, ya que la duración del traslado supera el siglo. Pero la nave choca inesperadamente con un meteorito gigante y queda dañada, por lo que uno de los pasajeros despierta erróneamente... ¡90 años antes!...
Lo dicho, un argumento que, aplicado con inteligencia, podría haber sido una pasada, un drama existencial, claustrofóbico, una indagación sobre los límites de la soledad, o incluso una nueva prueba de ingenio, del hombre frente a la máquina luchando por su propia subsistencia... En lugar de ello, al bueno de Chris Pratt le da un calentón cuando ve a la bella durmiente Jennifer Lawrence y, a partir de ahí, ya tenemos pastelazo romanticón y empalagoso.
¿Lo mejor? el papel de Michael Sheen haciendo de camarero robot, aunque también queda infrautilizado. Luego sale Larry Fishburne y no se sabe para qué, y, pásmense, Andy Garcia cinco segundos al final de la película... Y es que hay cosas que no se entienden por mucho que nos las expliquen...
Saludos.

martes, 4 de abril de 2017

Du-du-a



Comprendo muy pocas cosas respecto a LA LA LAND, y menos en cuanto a su accidentada carrera hacia los oscar. Primero, si le hubiesen dado el de mejor película no hubiese pasado nada, era previsible; en cambio, se lleva el de mejor director, y sigo sin entender nada (el mejor director no hace la mejor película...). Luego, esto no es un musical, es un caramelito repleto de ideas ajenas, desde CORAZONADA a SUCEDIÓ UNA NOCHE, y aliñado con algo (poco) del BIRD de Eastwood o la extrañeza mestiza de TODOS DICEN I LOVE YOU. Demasiados elementos para una historia que se ha contado miles de veces y que necesita desesperadamente transfusiones de desvergüenza, y que de los muy sosos Gosling y Stone obtiene apenas corrección, profesionalidad, empaque, pero no consigo ver esa chispa que te hace removerte inquieto en el asiento y que va a hacer perdurar las imágenes durante, quizá, toda la vida. Es demasiado larga, demasiado irregular, demasiado relamida (estas elipsis no valen, no aportan, sólo endulzan), y además contribuye decisivamente a que esta edición de los oscar sea la que peores momentos musicales nos haya dejado. Simplemente, no puedes hablar de jazz con condescendencia, no delante de quien ame esa música...
Adelante, ahí tenían a su favorita, con metedura de pata y todo.
Saludos.

lunes, 3 de abril de 2017

El amor en paraísos remotos



La película "escondida" en la categoría de habla no inglesa este año, a mi parecer, ha sido la producción australiana TANNA. Quizá por ir sin mucho bombo, por ser una producción de 2015 o por ser, probablemente, la primera película que se ha hecho en la lengua nativa de Vanuatu, un minúsculo país de la Polinesia, además de contar con actores no profesionales, nativos que ni siquiera habían visto una cámara en su vida.
Hubo un momento en el que autores como Werner Herzog y, sobre todo, Jean Jacques Annaud, supeditaban sus obras a unos límites autoimpuestos, en busca de una autenticidad que, en el peor de los casos, solía dar apenas un exotismo vacío. El caso de TANNA es así, una historia de amor simplona, que hemos visto miles de veces, pero que funciona por un par de factores que la salvan del ridículo más absoluto. Primero su espectacular fotografía, obra del también director Bentley Dean, que es capaz de trasladarnos a un paisaje exuberante, mezcla de selva impenetrable y volcanes en constante erupción. Pero más importante es la extremada concisión de su guion, somero y discreto (por lo respetuoso), que nos lleva de la mano a conocer a Dain y Wawa, enamorados pero pertenecientes a clanes rivales, lo que hace completamente imposible su unión.
Una curiosidad para quienes busquen excentricidades elocuentes y mesuradas, y que puede que en un futuro pueda tener cierta veta a explotar, si es que se hace con cautela y rigor.
Se puede ver, y, sí, llegas a acostumbrarte del todo a la desnudez.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!