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lunes, 23 de septiembre de 2013

Pasen y vean...



Como una cosa lleva a la otra, y embebido en buscar las pistas de la nueva ola de directores de cine de terror canadienses, me topé con una curiosa coproducción entre los dos gigantes norteamericanos y Francia, una película de episodios titulada THE THEATRE BIZARRE de oscilante gravedad y caligrafía, y que, ya desde su típico cúmulo de intertextos dirigidos por el ignoto Jeremy Kasten, denota poca consistencia aunque un buen empeño por facturar horror de calidad; desgraciadamente, la dispersión deviene incoherencia y la coproducción, en lugar de colaboración, meros insertos.
La introducción, torpemente lynchiana, obtiene del estupendo Udo Kier, al menos, a un actor con carisma y magnetismo. No importa, el primer segmento, titulado "The mother of toads", es una druídica pantomima que, ahora mismo, sólo podría dirigir con dignidad e imaginación Ben Wheatley, pero que en manos de Richard Stanley (lo que prometía este señor con aquella lejanísima HARDWARE) es una tontada sin narices de goma pero con manos falsas. Lo único decente es el reivindicable trasero de Lisa Crawford (aquí la verdadera profesión de Lisa Crawford)...
Otro "grande" del quiero y no me sale, Buddy Giovinazzo, es el encargado de dirigir "I love you", que quiere pasar por el filtro destemporizador de un Christopher Nolan de baratillo, con una ininteligible historia sobre un tipo que no recuerda nada ni con la casa llena de sangre... Mala.
Sin solución de continuidad, Tom Savini se embarca en su enésimo intento de dejar las ortopedias y hemoglobinas y demostrar que sabe ser director; lamentablemente, y pese a contener un tanto del sentido del humor de este experto en FX's, "Wet dreams" apenas es un juguetito que pone en evidencia el complicado oficio del narrador.
Afortunadamente, a alguien le da un arrebato de lucidez y encontramos lo mejor con diferencia en The accident", sin sangre, sin sustos, sin prótesis... La verdad es que esta bella reflexión sobre la vida y la muerte, sostenida únicamente por la charla que mantienen una mujer y su hija a raíz de la visión de las consecuencias de un accidente de tráfico, poco o nada tiene que ver con el tono general, pero por un momento tenemos la sensación de que Douglas Buck (al que echaré el ojo desde ahora) le ha dedicado algo de su tiempo a desarrollar una historia que al menos hace pensar al espectador.
Karim Hussain, al que hemos dado amplia cancha en este blog, intenta emular al Cronenberg más desasosegante y filma una oscura historia sobre adicciones, agujas y globos oculares. Más truculenta que otra cosa, "Vision stains" funciona mientras es capaz de mantener su cuota de extrañamiento, pero al finalizar tenemos la sensación de que lo que nos han contado simplemente no va a perdurar.
Y para acabar... pues mira, una cosa bastante bizarra (que con este título, lo cierto es que no han abundado las bizarradas [pongan muchachos como Paul Morrissey, Tom Six o Fabrice Du Welz]). Y es que "Sweets" es un delirio de principio a fin, un divertimento de David Gregory que empieza como una exageración hiperkitsch y termina con una inenarrable orgía de sangre y vísceras que por momentos (no me pregunten por qué) me recordó a los instantes más inspirados de Peter Greenaway...
En fin, que no se pierden nada si no ven THE THEATRE BIZARRE, pero si son curiosos a lo mejor se sorprenden descubriendo alguna joyita oculta... quién sabe...
Saludos.


viernes, 23 de agosto de 2013

Peldaños sin rumbo



Finalmente las benditas vacaciones han supuesto un intervalo dilatado entre iguales; curiosa paradoja, pero vaya, aquí estamos y es lo que importa. Hilamos, por tanto, entre dos films de un joven director canadiense no sólo para dar a conocer su personal manera de entender el cine, sino para reivindicarle (exigirle, más bien) una mayor potencia fílmica a la hora de desarrollar unas ideas, que de tan originales terminan por decepcionar. ASCENSION, su segundo film, de 2002, es un ejemplo perfecto de cómo jamás se debe acometer una idea ambiciosa, y lo es. Se trata de una supuesta experiencia a medio camino del misticismo mesiánico, el terror atmosférico y eso que se lleva tanto ahora y que es "una peli sobre el fin del mundo". Tan a medio camino, que no llega a ninguna parte, exactamente igual que sus tres impávidas (y únicas... ¡cuidado!) protagonistas, tres mujeres ataviadas con túnicas y capuchas que llegan a una especie de fábrica abandonada para hacer una cosa rarilla, que no es otra que subir escalones en una "ascensión" que, supongo yo, metaforiza una posible subida a los cielos donde les ha de esperar eso tan pinturero que es "El Creador"... En fin, que no les como más la moral y les prevengo de que en la peli no pasa nada de nada, excepto subir escaleras durante hora y media larga, y que si a uno no le da por mirar la sinopsis ni sabemos que ha ocurrido un apocalipsis ni leches. Resumiendo: que el señor Hussain, de nuevo y exactamente igual, se ve impotente para plasmar en imágenes lo que supuestamente bulle en su "privilegiado" cerebro. Pero, oh pobres mortales... ¿qué sabremos nosotros de los designios de los iluminados?...
Saludos con síndrome post-vacacional agudizado...

miércoles, 31 de julio de 2013

Cuándo es preciso mostrar



Hay, desde mediados de los noventa, un movimiento bastante subterráneo en Canadá que presenta un amplio abanico de jóvenes creadores visuales con un denominador reconocible: su gusto por el horror de corte más o menos extremo. No tan a la sombra de David Cronenberg (como cabría presuponer), creadores como Maurice Deveraux o Karim Hussain llevan ya un tiempo explorando las posibilidades de un cine que no por tener un coste limitado lo es en lo puramente imaginativo. Hussain ya provocó un pequeño cataclismo con su ópera prima, SUBCONSCIOUS CRUELTY, un film estructurado en cuatro partes y que, en clave provocadora, atentaba contra los asideros morales que la sociedad considera intocables. En breves líneas, el film comienza con un parlamento presuntamente poético mientras muestra imágenes más o menos convencionales, hasta que de repente se nos habla de nuestros dos hemisferios cerebrales, el que dirige nuestra racionalidad y el otro. La introducción es una especie de autopsia surrealista en la que una mano, armada con un bisturí, provoca cortes en un cuerpo femenino, pero lo que extrae de cada incisión no es lo que esperábamos. Con una banda sonora suave y sugerente (nada que ver con las estridencias de nuevo cuño), Hussain se centra en el acto del nacimiento, con un enfermizo apartamento en el que conviven un hombre y su hermana embarazada; aquí ya el gore se impone y culmina con una escena que debe tanto a ERASERHEAD como a A SERBIAN FILM... En el tercer segmento, el más logrado a mi juicio, el director se desata y filma una original e inquietante coreografía de cuerpos desnudos en plena naturaleza que "comen" la tierra y "copulan" la tierra, como si ésta fuese un organismo interactivo o, dicho de otra manera, un cuerpo que han de violar y canibalizar... Jucifer habría matado por ponerle la música a este capítulo... Para finalizar, y como no podía ser de otra forma, Karim Hussain propone un deliberadamente ofensivo final, aunque en mi opinión es el menos interesante en la forma y aunque conceptualmente tenga su aquél. Sin muchas florituras ni circunloquios, es nada menos que Jesucristo el que se verá invadido, esta vez por tres "ávidas" muchachas, que empezarán a violarlo y terminarán, literalmente y como se dice en cada misa, bebiendo su sangre y comiendo su carne. Resumiendo, una película con más leyenda que chicha verdadera, con, eso sí, unas intenciones loables por desmarcarse del mainstream fabricado en serie, aunque la lástima es que la forma se imponga rotundamente a un fondo que, a menos que nuestra mente sea pura y virginal, tampoco es una provocación tan severa como pudiésemos pensar. Y mañana veremos, por ejemplo, el mismo ejemplo pero totalmente al revés.
Saludos conscientes.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!