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jueves, 23 de junio de 2022

Regímenes de quita y pon


 

THE DOGS OF WAR es una película, como su propio nombre indica, "de guerra", con todo lo que esa denominación conlleva. Pero es atípica, con un ritmo interno muy extraño, como si quisiese ser otra cosa, otra historia. En un momento dado, transita la solitaria vida del mercenario interpretado por un Christopher Walken pasadísimo de vueltas, que se debate entre la búsqueda de una vida normal y apacible, por lo que intenta volver con su exmujer, o abandonarse a la locura de las armas y hacer lo único que sabe en esta vida: matar. La novela de Frederick Forsyth es bastante más compleja y menos efectista, y se centra en la misión que emprende este hombre, infiltrándose en un país africano regentado por un déspota de manual. Las intenciones, sin embargo, son aún más oscuras: derrocar al tirano para poner a otro y que continúe la fiesta de intereses creados. El mercenario es descubierto, torturado y expulsado, y lo que debería haber acabado ahí se convierte en una cruzada personal, que desemboca en una sangrienta misión que, en mi opinión, llega demasiado tarde, y queda como un despliegue de armamento y explosiones nocturnas. Es una película que quiere tocar demasiadas teclas, ser más estructurada de lo que finalmente es, y que hoy día, algo olvidada, merece la pena rescatar como rara avis en una época prolífica en cine bélico.
Saludos.

martes, 21 de diciembre de 2010

The Sherwood tales #9



La otra película estrenada en 1991 sobre Robin Hood se tituló ROBIN HOOD... Sí, así se tituló...
ROBIN HOOD fue dirigida por el británico John Irvin, uno de esos adorables artesanos curtidos en la BBC, de amplia y ecléctica trayectoria y un título, quizá hoy olvidado, que sobresale entre toda su obra, como fue la durísima HAMBURGER HILL. Sorprendentemente, esta versión del arquero de Sherwood, sin ser de las mejores ni mucho menos, le da cien vueltas a la gilipollez de los dos Kevin; no sólo es más creíble y está mejor interpretada, sino que se deja de milongas y va al grano, que es lo siguiente: Robin es un proscrito porque no comulga con el príncipe Juan ni con los normandos, así que organiza una revolución en toda regla y además se lleva a la chavala. Efectivamente, lo de siempre, pero contado con gracia y salero y sin falsas solemnidades, que es como de verdad va la cosa esta de Robin hood desde la novela de Howard Pyle.
Patrick Bergin, que no me quita el sueño, es infinitamente más creíble que Costner en este papel por infinidad de motivos; Uma Thurman es, a priori, una más que improbable Lady Marian, pero también da el pego con su tremenda naturalidad y desparpajo. En el otro lado, Jürgen Prochnow es el malo, aquí con el nombre del normando Miles Folcanet (nótense las libertades narrativas a lo largo de la historia de este personaje), mientras que el príncipe Juan está interpretado por un actor que es una de mis debilidades privadas más confesables, el enorme Edward Fox, al que un día habrá que hacer justicia de alguna manera.
La película es un puro entretenimiento de aquellos tiempos y ha quedado en un oscuro segundo plano por los motivos que todos conocemos, pero yo les animo, si no lo hicieron en su momento, a que la rescaten y comprueben que, más veces de las que creemos, las apariencias (y sobre todo el marketing) engañan pero que una barbaridad.
Y mañana...
Saludos pro-sajones.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!