jueves, 31 de diciembre de 2009

Pequeño y grandioso homenaje a la escena

Y ustedes se preguntarán qué hace el loco éste escribiendo poco antes de que acaba este anno horribilis, porque sí, siempre lo hago en directo. La respuesta es sencilla, aunque debo dividirla ya que se han unido una serie de factores: No soy un entusiasta de estas fiestas, arrastro un resfriado de caballo desde ayer y, lo más importante, voy a cerrar el año con una de mis películas imprescindibles (esto último en mayúsculas).
Les hablo de LES ENFANTS DU PARADIS, que no lo dije yo, que fue Truffaut: la mejor película francesa de todos los tiempos. Ahora que por fin me he puesto, me doy cuenta de que es complicado subjetivizar sobre esta hermosísima obra de arte; una obra compleja y desgarrada que se envuelve de una aparente sencillez. Marcel Carné habla de los escenarios del París de principios del XIX, donde los personajes eran arquetípicos y las relaciones se encontraban sujetas a las clases sociales. Aquí están representadas todas las esferas sociales, pero Carné fija su cámara en las desdichas de una compañía de teatro, la de los Funámbulos, donde hacen su aparición Baptiste y Lemaître, dos nuevos actores que se harán inseparables y que sólo verán truncada su amistad por la llegada de una misteriosa actriz llamada Garance. Normalmente, estos líos amorosos no dan más que para lacrimógenos folletines de época; sin embargo, el minucioso desmembramiento que Carné realiza con el fuera-dentro, convirtiendo la vida en escena y viceversa, ofrece momentos de una extraña lírica surreal en la que importa tanto el relato social como la profundidad psicológica de toda una cohorte de personajes que nos son familiares y cercanos desde el principio.
Son tres horas divididas en dos partes, puesto que al estar realizada durante la ocupación alemana sufrió la censura que prohibía producciones de más de 90 minutos (supongo que tanto tiempo en un cine era sospechoso para el Reich), pero la finísima narrativa de Carné agiliza este hecho y (hablo por mí, evidentemente) nunca resulta una película pesada o lenta. Hombre, no voy a pecar de pedante y hasta yo puedo ver que se necesita un mínimo de educación cinéfila para estos ciento ochenta minutos de cine puro; sin embargo, me permito una reflexión, la última del año: Hablamos de una producción de hace sesenta y cinco años... a mí me dolería que me dijeran que el público de entonces sí estaba preparado y esta preparación ha desaparecido...
Últimos saludos del año.

Zooropa

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Similitud, veracidad y mímesis #3

La mejor película sobre el genio de Truman Capote, evidentemente, no debía girar sobre su gigantesca figura; IN COLD BLOOD recoge lo mejor de la obra del escritor y le pone imágenes. "Adapta", en el mejor sentido de la palabra; algo que se va echando de menos cada vez con más frecuencia.
Capote intentó (y no lo consiguió, según sus propias palabras) dar algún sentido a una situación tan fantasmagórica como absurda: el asesinato al completo de una pacífica familia de granjeros, los Clutter; para ello, nada menos que se entrevistó varias veces con los condenados, que lo eran de muerte. El film es el angustioso reflejo de lo que Capote tradujo en su excepcional libro y tiene dos partes bien diferenciadas, la gestación y posterior ejecución de lo que en un principio iba a ser un asalto y acabó como una terrorífica masacre y todo el periplo de los reos, desde su detención hasta su ejecución; quizá la ejecución más angustiosa y veraz de la historia del cine. Richard Brooks, en mi opinión un talento infravalorado, consigue la distancia adecuada y deja hablar a sus personajes, les da vida y, de alguna manera, el espectador respira al pulso de una brillante narración en la que nada sucede por azar. Ésta es una historia sobre la fatalidad y el destino, sobre unos personajes que pasaron a la posteridad de la forma más cruel; una historia sobre la muerte por la muerte y en la que no caben los absolutismos ni las demagogias fáciles, a la que tanto se presta la cuestión de la pena de muerte. Simplemente no sabríamos qué decidir.
Saludos en frío.

Ametrallando

martes, 29 de diciembre de 2009

Similitud, veracidad y mímesis #2

Ayer hablábamos del prodigioso trabajo de un actor, a propósito de la recreación de Truman Capote hecha por Philip Seymour Hoffman. Hoy, este miniserial debía pasar obligadamente por un film que encarna por completo el término "mímesis"; sea por su inoportuna fecha de estreno sólo unos meses después de la anteriormente citada; sea porque su argumento es el mismo o (y aquí está el punto a su favor) porque Toby Jones no intepreta a Capote... ¡es Capote! Y esto no tiene por qué ser necesariamente bueno, sólo es un hallazgo que quizá aceleró la producción, quién sabe. Me molesta mucho más Jones, de una manera ambigua y soterrada, porque su trabajo es admirable, pero se trata de un tableaux vivant rodeado de actores reales que se esfuerzan por no desentonar ante tamaño reto. Aquí el elenco lo completa Sandra Bullock, que no es que haga su mejor papel, como dice todo el mundo, sino que actuar le ha llevado más años que a otros... Yo me quedo con la Keener, la verdad. Daniel Craig está correcto como el asesino entrevistado por Capote y también aparecen por ahí Gwyneth Paltrow, Jeff Daniels, Sigourney Weaver o Isabella Rossellini; que no aportan mucho pero lucen bastante. Por su parte, la historia debe luchar contra un lastre más que obvio: un precedente demasiado reciente, lo que provoca saturación y espesura en las imágenes. No sé qué les pasa a algunos productores americanos, pero no se puede hacer un parque temático de un genio; Capote no es Robin Hood ni Wyatt Earp. Esto es un dato tiste, porque el film no está nada mal; su arranque es notablemente superior al otro y el ritmo se mantiene sin fisuras, pero tener otra cosa en la mente es un precio demasiado alto a estas alturas. Al final, y no es poco curioso, INFAMOUS hace honor a su nombre y, tétricamente, encarna una especie de no-género: la película nacida muerta.
Saludos calcaditos.

Know it all

lunes, 28 de diciembre de 2009

Similitud, veracidad y mímesis #1

Bien, indéfilos, se acerca el final de este año; un año que ha sido... pues como todos los años, con cosas buenas y malas. La vida es así de original, igual que el cine. Y es que, siguiendo con la cosa ésta de las adaptaciones, tenemos tres días por delante para abarcar la figura de Truman Capote en el cine. Lo de la adaptación, hoy y mañana al menos, no lo decía por ninguna obra del genial escritor, sino por la adaptación del propio Capote; ejercicio éste que nos dejó dos perlas de la interpretación casi continuadas.
Primero fue uno de los últimos grandes de este castigado oficio, Philip Seymour Hoffman, quien se atrevió con la descomunal tarea de poner cuerpo y maneras a un hombre fascinante, complejo, inasible; siempre escondido tras una fachada de frivolidad que rara vez dejaba traslucir el genio que bullía debajo. Capote fue un enorme escritor, de esos a los que las etiquetas le quedaban pequeñas; él mismo se encargó de acuñar alguna que otra etiqueta, como fue la "no-ficción", o la narrativa que nace desde la realidad minuciosamente investigada. Aquí, se nos cuenta el excitante periplo de Capote junto a Harper Lee (magnífica Catherine Keener) hasta la granja de los Clutter, en Kansas, para documentarse sobre el brutal asesinato de dicha familia. La película en sí no es ninguna maravilla, seamos sinceros, sino que sirve de confortable vehículo para que Hoffman dé una lección de autonomía actoral, haciendo suyo a Truman Capote en lo que podríamos llamar "poderosa similitud". Hoffman no necesita un forzado trabajo de maquillaje y ni siquiera su parecido físico es razonable, pero no importa, porque es aquí donde la profesión se eleva por encima de la intención. Y es que pocas veces se ha aplaudido tanto y tan unánimemente un oscar; luego vino la otra cara del asunto, pero de ella nos ocuparemos mañana. Quedan emplazados.
Saludos muy reales.

Antidote

domingo, 27 de diciembre de 2009

Adaptar la figura al molde

No seamos crueles; AVATAR no es la peor película que podemos ver actualmente. A partir de ahí...
Tengamos en cuenta que James Cameron lo apuesta todo a una carta, la carta visual, que es deslumbrante, y deslumbrante no es sinónimo de calidad, sólo de engaño, confortable engaño para pasar casi tres horas con la cabeza en otra parte, sin devanar mucho el seso... Si es así, si la premisa es ésa, entonces no lo duden y abarroten las salas, lo digo en serio; si por el contrario pretendemos experimentar una sensación nueva y única, o peor, si pensamos que alguien tan dudoso como Cameron nos va a dar un relato cargado de intenciones y hallazgos, es mejor que huyan de este artefacto.
Primero: ¿Qué cuenta y cómo AVATAR para ser novedosa?, nada de nada. El enésimo patrón yanqui en el que los buenos son claramente buenos y los malos claramente malos; donde los sentimientos no son más que un puñado de directrices marciales y todo se confía a una beligerancia irracional, no por el argumento en sí, sino porque (y esto es desgraciadamente muy real) no parece haber ninguna alternativa a la guerra. Luego, lo ingenioso de los personajes virtuales está en que a Cameron (Jajaja...) le ha ahorrado un montón de minutos de dirección de actores; lo que no es mucho si tenemos en cuenta la "riqueza" de registros de los mismos. Echen un vistazo al monolítico general en plan G.I. Joe, diciéndole al tullido protagonista "La supervivencia, blablabla..."; a Sigourney Weaver recuperando su Jane Goodall con camisa de camuflaje y todo, jeje; Michelle Rodriguez haciendo otra vez de M.R., con esa cara de mosqueo continuo y pilotando helicópteros ¿les suena?; o Giovanni Ribisi en lo suyo, que es remangarse para hacer ver que también es un tipo duro pero en lo de la especulación... Lo fundamental es llegar a una única conclusión: ¿que diferencia a nuestros ojos la película de el videojuego?; porque creo que nada si lo que tenemos enfrente es lo mismo y cada paso va encaminado a alcanzar un nuevo nivel, llegar al final apoteósico, salvar el escollo en medio de fuegos artificiales y celebrarlo todo junto a nuestros nuevos amigos; tan previsible como poco poético, tan recargado como desnaturalizado. Y esto es importante, porque, dentro de su falta de juicio, James Cameron cree haber dado una lección de ecología sostenible a base de misilazos y ametralladoras... Y eso da mucho mucho yuyu...
Saludos a los zagales y zagalas.

Audacity of huge

sábado, 26 de diciembre de 2009

Corre Conejo, corre

Aclaración fundamental: no he leído el libro. Ni siquiera lo conocía, por lo que me dispuse a ver WHERE THE WILD THINGS ARE sin una sola mota de contaminación literaria que no me permitiese apreciar el trabajo de Spike Jonze.
Aclaración no tan fundamental: Spike Jonze es un cineasta tan atípico que él solito se las apaña para que nos cueste trabajo apreciar su trabajo; aquí notable en muchos aspectos e incomprensible en otros tantos. Incomprensible es que dos buenos actores como Catherine Keener y Mark Ruffalo (especialmente este último) no pasen de mera anécdota... Pero, en fin, esas son las cosas de Jonze. Incomprensible es la actitud de "film para treintañeros disfrazado de poesía infantil"... como si Gloria Fuertes copulando con Ginsberg... brrrrrr!... creo que me he pasado... Luego está lo bueno, y lo bueno es el tono visual, que no cae en nada que hayamos visto antes, curiosamente porque los efectos digitales están minimizados y se ha optado por la (re)construcción física. El niño bien, los bichos bien, se echa en falta un poco más de ritmo... Todo está demasiado claro o demasiado confuso, demasiado naif para un adulto y demasiado sofisticado para un niño; y no creo que los niños hayan salido del cine dando palmas, porque el habitual tono depresivo del universo Jonze sobrevuela todo el metraje. Para mí, que ni soy un niño ni me suelo deprimir, lo que de verdad me mosqueó fue la ausencia de ambición; no se aprovecha la llegada del niño a esa tierra poblada de seres fantásticos y se intenta construir "lo nunca visto", sino que aquí la supuesta imaginación consiste en que vemos un muñeco al más puro estilo Espinete hablando como Woody Allen... Puede que cuele para alguien no habitual del cine del neoyorquino, pero una vez superada la sorpresa inicial (la llegada es lo mejor del film) la cosa se va difuminando hasta caer en un preocupante estado de apatía; preocupante y extraño, porque la película termina y uno cree firmemente que podía haber dado más de sí.
Y para los que no la hayan visto, pues va de un niño cabroncete y maleducado que escapa a un mundo imaginario (no, nada de eso existe) donde hacer el hijoputa está bien visto, aunque esto es así porque ese mundo está en su propia mente, así que... ¡Arrgh!... ¡El efecto Jonze!...
Saludos desde donde vivo yo.

Untitled #1

miércoles, 23 de diciembre de 2009

El trono del orgulloso

Y si yo me meto ahora con la adaptación que hizo Peter Jackson de la que (reconocido por él mismo) es su verdadera película fetiche, el que sale perjudicado soy yo... Hombre, tampoco es que me vayan a condenar a un combate de sumo con el neozelandés (chungo asunto), sólo que me tildarán de rancio y desfasado. Da igual, no dejaremos, porque nunca lo hacemos, que los fuegos de artificio cieguen nuestros ojitos.
El título de la reseña no es casual, empecemos por ahí. Jackson lanza un órdago después de arrasar con su maniquea versión de LORD OF THE RINGS; donde otros habrían disfrutado de esas mieles, este tipo prefiere embarcarse en otro embrollo de tintes "psentimentales" que no es más que otra hábil y redonda operación de márketing. Tampoco son casuales sus más de tres horas; Jackson tiene que meter un montón de cosas y su sentido de la concisión ya sabemos cómo anda, por no hablar de todo lo que introduce como "novedades" respecto a la versión original. Seamos nosotros concisos: Peter Jackson no puede ser original porque no sabe serlo; su talento (que no es poco) consiste en poner al día lo que ya ha quedado desfasado. Y éste es un problema insalvable, puesto que no me parece ningún mérito tener mejores efectos especiales que un film hecho setenta años antes, eso se da por hecho; es en las distancias cortas donde se aprecian las costuras. Después de que la chica revolotee como un alfeñique entre dinosaurios, simios y demás bichos, se nos presenta un idílico atardecer que sirve de fondo a un cruce de miradas y gestos (la tranquilidad del montaje según Jackson); llevamos casi dos horas de efectos digitales y tenemos que ver el sentimiento, el trabajo de verdad... ¡tenemos que verlo! En un alarde de esquizofrenia, pasamos de ver Tom y Jerry 2.0 a lo que no necesita más de diez minutos para quedar claro.
Todos los que la defienden argumentan que es muy entretenida; yo ya no quiero entretenerme, estar entretenido no es sinónimo de calidad, sólo de desviación. Si nos desviamos del cine de calidad, si sólo buscamos que golpeen nuestros sentidos hasta quedar insensibles, eso es lo que encontraremos una y otra vez; cambiará el envoltorio, pero el sabor nunca cambia. Pidamos más caramelos.
Saludos pre-navidosos.

King Kong five

lunes, 21 de diciembre de 2009

Ni trono ni orgullo

Una de la razones por las que incluyo en este extraño miniserial la cinta de John Guillermin la tienen a la derecha.
Y tras este dechado de elocuencia, voy a intentar hablar un poco sobre un film innecesario, sin emoción, sin sorpresas técnicas ni grandes interpretaciones... Poco prometía y poco ofrece, a no ser una carga sexual más explícita y la semilla de lo que luego sería utilizado por Spielberg para su "Indy" en materia de montaje desquiciado. Por lo demás, podríamos resumir diciendo que todo es calcado, que Kong, aunque parezca increíble, es más estático que en la original y que la escena final se alarga sin sentido con unos costurones de guión bastante preocupantes...
... Y poco más, en serio, porque esta cosa andaba impregnada de un mal que ahora mismo padecen casi todas las producciones de similar corte; es decir: no emocionan, ni transgreden, ni plantean cuestiones de ningún tipo y ni siquiera se trata de un guión original. Efectivamente, la palabra adecuada es "innecesaria", pero son films que a los estudios les permiten desahogar parte de su exceso de producción (paradójico pero cierto). Finalmente, y en el apartado interpretativo, está Jeff Bridges haciendo de Jeff Bridges, es decir, preparando concienzudamente su definitivo "El Nota"... y Jessica Lange con un morbazo que se eleva por encima de la mediocridad general. Lo mejor son las tórridas escenas entre Kong y la susodicha, ni de lejos rozadas por un sorprendentemente ñoño Peter Jackson... Pero eso será harina de otro costal y lo contaremos mañana.
Saludos de un primate evolucionado.

Pluto

domingo, 20 de diciembre de 2009

El orgullo de un rey destronado

Indudablemente, lo del espíritu kamikaze, imbuido por los seis capitulitos anteriores, se ha instalado definitivamente en este sitio, anterior remanso de paz y concordia para cualquier cinéfilo agotado... ¿no es así?...
Pero lo que sigue no tiene nada que ver con el pecador de la pradera, primero porque no podemos hablar de una saga en sí, sino de un film mítico, el que nos ocupa hoy, y dos vanos intentos posteriores no ya de igualar la proeza, sino de superarla. Y es que superar a un monumento, después del cual el cine ya no volvió a ser el mismo, es una falacia imperdonable.
1933, la RKO lanza el órdago, quizá el mayor de la historia del cine; se presenta un largometraje que tiene como protagonista a un gigantesco simio..., pero gigantesco de verdad. Con una premisa así, lo más lógico para un gran estudio es poner al mono pegando mamporros y esas cosas que le gustan tanto a James Cameron, sin embargo, KING KONG es una película hermosamente compleja, complejamente hermosa. Por un lado está la gran fascinación producida por la llegada a esa isla misteriosa, Teschio, Skull Island, espacio mítico en ninguna parte que simboliza lo arcano, lo prohibido, todo lo opuesto a la civilización; éste es un gran punto a favor del relato, pues luego el desarrollo y clímax girará en torno al transplante forzado que se hace de Kong, como un vulgar espectáculo de feria. Kong provoca terror, ternura, ira, compasión, venganza y hasta una cierta hilaridad, lo que le convierte, sin dejar nunca de ser una maqueta primitivamente animada, en un personaje con alma cuyas reacciones nos resultan sorprendentes. Existe la terrorífica escena del cebo humano, con Fay Wray desafiando la censura de la época; la del supuesto enamoramiento del rey mono, cuya mirada entre animal y humana encierra un hermoso significado que no alcanzamos a entender del todo; para terminar con la impresionante ascensión al Empire State y el ataque de las avionetas, una escena que pertenece al privilegiado Olimpo de lo que está más allá de la mera representación y transita como lo que es: una obra fundacional y fundamental del "fantástico".
Bien, una vez dicho esto, anuncio lo que va a pasar mañana y pasado: comentaremos aquí los dos dispares intentos de resucitar al viejo Kong, a ver qué sale.
Saludos (ahora vienen unos golpes en el pecho)...

A dream of love

sábado, 19 de diciembre de 2009

Hasta luego, Lucas# y 6 (espero)

Es curioso comprobar cómo la comparativa, a veces, es capaz de salvar lo que de otra manera está abocado al desastre. Es el caso de REVENGE OF THE SITH, tercera parte de la saga STAR WARS, última hasta el momento y, sí, para qué engañarnos, notablemente mejor que las dos anteriores.
¿Y mejor por qué?, supongo que es la pregunta a tratar. Desde luego por comparativa, claro; las precedentes ni siquiera llegan al calificativo de película, sino que se limitan a un montón de fuegos de artificio; fuegos que también encontramos aquí, sólo que la trama deriva esta vez hacia la definitiva conversión de Anakin Skywalker en malo maloso. Con todo, incluso con esos parlamentos trascendentales a cargo de Yoda (más Pujol que nunca), cometeríamos un error si pensáramos que Lucas nos va a mostrar una revelación desestabilizadora, porque no es así, no olvidemos que ya sabemos cómo sigue la cosa; problemas de empezar la casa por el tejado. El enfrentamiento con el general Grievous es espectacular... no sé, es más entretenida, vale, pero tampoco pasará a la historia del cine, lo siento, aunque Lucas se haya forrado otra maldita vez a nuestra costa. Personalmente, no creo necesario que se hagan las tres últimas, que sí serían las últimas, no si no va a haber un desmarque significativo de las tres anteriores, no si de lo que se sigue nutriendo es del empuje de las tres primeras. Me temo que esto no va a ser así; tenemos el ejemplo calentito de James Cameron, así que podemos esperar cualquier cosa. Yo, por mi parte, he tenido un parto de seis días y espero "no sufrir más secuelas"... Me parece que soy lo suficientemente nítido al respecto.
Saludos de un tipo agotado de esperar el fin.

Pajamas

viernes, 18 de diciembre de 2009

Hasta luego, Lucas#5

Antes de empezar a cerrarle la boquita al barbudo de la derecha, me permito la licencia de recomendarles huir (aún están a tiempo) de las cenas de empresa, sobre todo si deben trabajar al día siguiente; créanme, no es agradable ver las mismas caras en una discoteca, bailando y esas cosas que hace la gente, y en menos de diez horas, a plena luz del día y sin poder esconder las pequeñas miserias...
Dicho esto, vamos con este puerto de montaña que cada vez es más complicado remontar. Con ATTACK OF THE CLONES, George Lucas roza el ridículo, más que por la calidad de la película, que es escasa, por su absurdo empecinamiento; si la anterior era innecesaria, ésta es hasta perjudicial para la salud mental. Aquí, además del embrollo sociopolítico, las carcasas digitales y los diálogos insufribles, hay que sumarle unas escenitas la mar de monas entre la Portman y un tipo que dice que es actor en un campo de trigo o algo así... Lo de los clones va por los robots que conforman el ejército del imperio...; no sé, es la primera noticia que tengo de que se puede clonar una máquina, porque en mi limitado intelecto cabía la posibilidad de la fabricación en serie... en fin, cosas de loc... digo de Lucas...
No, no hay mucho más, de verdad. Sale Christopher Lee haciendo lo que puede para que creamos que a sus años puede dar mandobles como si nada... Y, lo digo en serio, he hecho todo lo posible para olvidarme del resto; afortunadamente, creo que lo he conseguido... ¡Mierda, no! ¡Me ha venido la escena del parlamento, con Samuel L. Jackson en bata!... Es un suplicio nada recomendable... o yo soy masoquista o no se entiende... Ah, y espero que el indéfilo Wedge no se me ofenda, que esto lo escribo desde el despr... digo desde el cariño...
Mañana será otro día... (Jeje, eso mismo decía ayer en la cenita de los cojones)...
Saludos muy cansados...

Woman

jueves, 17 de diciembre de 2009

Hasta luego, Lucas#4

Después de dieciséis años, George Lucas decide que el show debe continuar y pone todo su empeño en levantar la saga llevándola hasta su inédito principio. Aquí se encuentra condensado el principal error, el que hace que los fans (no los nuevos, sino los antiguos) no conecten en ningún momento con esta THE PHANTOM MENACE... pero vamos, que con las dos siguientes tampoco...
Así de desolado lucía Annakin Skywalker, sin su casco nazi ni su mala hostia; en fin, que Lucas es capaz de tomarle el pelo a su padre si eso hace caja ¿A quién diablos le interesa lo que pasó antes? La respuesta es: a nadie, nunca, jamás... ¿Por qué? Pues porque no se trata de ningún principio, todo lo que aparece aquí estaba ya requetecontado en las otras tres, así que, una vez destrozada la premisa argumental, vayamos a lo único que podría haber salvado esto: los FX. Ah, y espero que esta parrafada sirva para alertar mínimamente a los que inunden próximamente de babas las salas de cine con lo de AVATAR... avisados quedan... Bien, los láser ya estaban; el ejército del imperio es digital, por lo que se supone que sale más barato pero es menos creíble y entrañable que aquellos guardias blancuzcos... Ah ¿que sale más caro esto que los extras?... Joder, Lucas... Vale, al menos se ahorran el Halcón Milenario y a Arrabal dentro, pero pierden porque las naves no valen un duro. Otra vez lo del monstruo gigante y la nave que se salva por los pelos, que ya estaba en la sexta... La carrera de vainas (que no sé si se refiere a las naves o a los tripulantes...), que es como lo del bosque de Endor pero cambiando pinos y secuoyas por rocas... total, ná... Del caballo con lengua de oso hormiguero y orejas de besugo prefiero no comentar nada, porque mi ego podría resentirse y aún tengo que ver hoy una de Bergman... Lo único ¡LO ÚNICO!... como iba diciendo... Ah, gracias por la cafinitrina... estooo, sí, lo único que podría haberse salvado es la inclusión de Natalie Portman esforzándose por que olvidemos a Carrie Fisher y Darth Maul como inquietante punto oscuro de la trama, y éste sí que es espectacular... ¿que qué hace con ellos el bueno de Lucas?, evidentemente pues reducirlos al mínimo y decantarse por el lado infantil y familiar, el verdadero lado oscuro de esta saga que no se quedó aquí, ni mucho menos, porque la cosa iba a continuar... Pero eso es harina de otro costal y lo veremos mañana.
Saludos de una mojigatería extremada.

Meet me on the equinox

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Hasta luego, Lucas#3

Bien, hoy no voy a ser demasiado malévolo, porque lo peor (y es cierto) aún está por llegar y porque también fui uno de esos niños que la vio cien veces en su momento, ya que por edad tenía que ser ésta.
RETURN OF THE JEDI tiene en su haber varios hallazgos, sobre todo visuales, como el repulsivo Jabba; el arranque, y cada escena en la que sale, es lo mejor por ser lo menos ñoño; lo peor, por ejemplo, son los Ewoks, inaguantables hasta decir basta, pero evidentemente orientados al público infantil. En el debe, todo lo demás... Y es una pena, porque su predecesora había allanado el camino considerablemente y había dejado hordas de rendidos fanáticos dispuestos a devorar cualquier cosa que oliese a la saga; empezaba a cumplirse la verdadera ambición de Lucas: el merchandising salvaje...
Esta vez le tocó a otro semidesconocido dirigir. Richard Marquand, cuyo trabajo más notable era la adaptación de Ken Follett, EYE OF THE NEEDLE, se muestra menos hábil que Kershner y lo deja todo en manos de unos efectos especiales apabullantes, pero tira más que nunca del cambio abrupto de situación, lo que desemboca en una confusión incomprensible y terminamos, después de un montón de tiros láser y monstruitos de látex, con una secuencia demasiado bobalicona para ser creíble (bueno, esto habrá que achacárselo a Lucas y Kasdan): resulta que la todopoderosa Estrella de la Muerte revienta como una simple piñata en el despejado cielo de Endor, mientras los vencedores lo festejan... ¿cómo?... Sólo diré que el final de RETURN OF THE JEDI ha marcado (negativamente) a una generación entera; esos peluches andantes tocando la marimba, Han solo y Luke bailando con C3PO... Terrible, terrible...
En fin, que me parece que el señor Lucas se dio cuenta de que la cosa ya no daba para más y decidió que era suficiente... Y sin embargo, casi veinte años después... Pero eso será mañana, no falten que empieza lo bueno... ¿o era lo malo?...
Saludos hexalógicos.

20 versiones

martes, 15 de diciembre de 2009

Hasta luego, Lucas#2

Si decidiéramos, al contrario que el señor Lucas, detenernos después de acabar esta reseña, no pasaría nada. THE EMPIRE STRIKES BACK es la gran película de la serie; la de mejor factura visual (incluso mejor que las últimas); la que más novedades trascendentes incluye (Yoda, sobre todo); la que es capaz de abandonar su carácter familiar y transitar por terrenos más oscuros (Darth Vader es el verdadero protagonista); su comienzo es el mejor comienzo de la serie (nos olvidamos inmediatamente de la anterior) y el final, luego patéticamente imitado en la tercera parte, es de lo más intenso que podría haber filmado Lucas... si es que hubiese sido el director. Sí, porque aquí dirige un tal Irvin Kershner, que comenzó su discreta carrera con THE HOODLUM PRIEST y THE FLIM-FLAM MAN, antes de deslumbrar con EYES OF LAURA MARS, lo que llamaría la atención de George Lucas para hacerse cargo de la (inevitable) continuación de la saga. Una película menos lúdica, más reflexiva, que dota de una dimensión más coherente a una historia que podría haberse quedado en un bonito divertimento. El conflicto bélico es remarcado y cada personaje asume su propio rol, el que les convertiría en iconos eternos.
Por un lado tenemos a esa discutida resistencia, luchando contra un imperio al que no nos costaría poner cara; las batallas espaciales son espectaculares, al igual que las terrestres, con esos monstruosos mamuts mecánicos. Por el otro, está Luke Skywalker y su particular resistencia al lado oscuro, lo que le llevará a un épico combate final contra Darth Vader, con mutilación incluida, y que puede ser incluido sin problema entre los mejores combates de espada del cine, aunque éstas sean láser...
En definitiva, la mejor entrega de toda la serie y el mejor ejemplo de que Lucas olió que el negocio no iba por el oscurecimiento de la saga, sino por introducir elementos infantiles y familiares, como así sería en la siguiente... Pero ésa es una historia que dejaremos para mañana.
Saludos hasta entonces.

Noche en la montaña

lunes, 14 de diciembre de 2009

Hasta luego, Lucas#1

Bueno, sigamos cumpliendo promesas; porque aquí, un día prometí acometer de una tacada a la saga más famosa de la pantalla grande. Ahora bien, debo avisar de que mi grado de mitomanía es tan frío como la Plaza Roja a las tres de la mañana, así que no espere nadie la típica alabanza rendida y minuciosa, porque el blog va a seguir su línea (que no sé cuál es, pero da igual); digamos que es un regalo de Reyes adelantado e inusual.
Y hablando de incorrecciones, no voy a empezar por el capítulo uno, porque no, porque no me conmueve lo más mínimo que George Lucas decidiese hacer caja veinticinco años después con el rollo de la cronología desordenada; no es para tanto la cosa. Por un lado está el apartado técnico, sorprendente, deslumbrante, coherente y trepidante; por otro la presentación de los personajes, concisa, detallada, cada uno tiene su momento de gloria sin pisarse unos a otros; finalmente, la trama nos presenta, sin los embrollos psicoalucinógenos de DUNE o la lucidez humanista de STAR TREK, un conflicto bélico de dimensiones interestelares, por lo que (inteligentemente) Lucas expande su capacidad de maniobra hasta casi el infinito; esto le jugará una mala pasada en las últimas entregas, pero en las tres primeras funciona a la perfección. Actuando como un descomunal preámbulo de lo que iba a desarrollarse más profundamente en la segunda parte, que sigue siendo la mejor, en nuestra retina e imaginario quedan indelebles unos personajes que devendrán iconos del siglo XX: Han Solo, Luke Skywalker, la princesa Leia, Darth Vader, Chewbacca, por no hablar de R2D2 y C3PO, los androides más geniales que se han visto en una pantalla. Todo encaja a la perfección y tiene su correspondencia con los parámetros del bélico y el western inmediatamente pretéritos, envolviéndolo todo con su celofán púrpura y sus destellos en la oscuridad del espacio. STAR WARS no inventa nada, simplemente es la más lista de la clase y hace buena la máxima que viene a decir: "que la realidad no te estropee una buena historia", máxima Lucasiana desde su excelsa AMERICAN GRAFFITTI.
Lo cierto es que hablar aquí sobre tal o cual detalle no procede, en tanto que son legión los blogs dedicados exclusivamente al despiece de este universo, tan complejo como a veces ligero, tan entretenido como poco comprometido... Vaya, parece que estoy hablando de cine yanqui... Y ya que estamos ¿no se rodó en los estudios Elstree?... Cosas de Lucas.
Acababa de nacer un mito, no sé si los mitos son intocables, lo que sí sé es que todos tenemos un lado oscuro, lo dijo el del casco nazi (otra referencia más que obvia), resistirnos al mismo es parte de la disciplina Jedi... digo yo...
Saludos hasta mañana.

I can be a frog

domingo, 13 de diciembre de 2009

¡Los caballitos ponis!... ¡Los caballitos ponis!...

En una misteriosa confluencia de intenciones, pareceres y casualidades, ésta es la entrada mil del blog y la del otro blog, la cuatrocientos... Y es lo más interesante que van a leer hoy, porque los deseos del querido señor Gavín, regente de ese maravilloso Café, son órdenes en un santiamén, así que... ¡HABRÁ SANGRE!...
Y me viene que ni al pelo tan contundente frasecita, pues hoy hablaremos de otra innecesaria vuelta de tuerca a ese género inexistente que el gran Robert Altman inventó hace ya algunos años: la crónica social en clave coral y moralizante. Entonces el material era nada menos que extraído de Carver y rezumaba de su realismo sucio y sus perdedores atormentados. Luego vino Paul Thomas Anderson, al que su experimento le sirvió para foguearse en la cumbre y prepararnos para su obra maestra, la de la frase de marras... ¿Por qué entonces me irritó tanto (y ahora más) lo que hizo Paul Haggis para convencernos de que podía acercarse a Eastwood? No recuerdo tal grado de presunción en el maestro, ni siquiera con los excelentes guiones (eso sí) del propio Haggis... ¿Será por lo forzadísimo de las situaciones? ¿el trazo grueso, y hasta remarcado, de unos personajes arquetípicos hasta la náusea? ¿sus resoluciones dignas de Hospital Central? ¿su conservador concepto del encuadre? ¿sus fabulitas de mesa camilla?... ¿ese final...? ¿Cómo lo definiría?... hmmmmm... Ah, ya... ¡EL PEOR FINAL DE LA HISTORIA, LOMBREEZE! No... ¡EL FINAL MÁS DEMAGÓGICO DE LA HISTORIA, LOMBREEZE!... Sí, ya sé que antes era sonrojante ver a Brendan Fraser y Sandra Bullock y sus problemillas de pijos; o al niño de la capa; o la vomitiva secuencia con el peor Matt Dillon que recuerdo ¡que se encuentra dos veces a la misma mujer en Los Angeles, que no es precisamente un sitio pequeño! ¿Que para qué se la encuentra dos veces?... Jaja... primero para vejarla y luego para rescatarla de las llamas como un Valentino de los cojones... ¿Que esto es cine social? Pues que baje Altman de los cielos y lo vea... ¡Y encima le copia el título a una maravilla como la de Cronenberg!... ¡Y encima vengan oscars, hala!... Y es que se trata de un artefacto tan devaluado como esa apartada atracción de feria... ¿han visto algo más triste y decadente que esa rueda de Sísifo con ponis amarrados? Yo sí... adivinen qué.
Saludos estrellados.

God shuffled his feet

sábado, 12 de diciembre de 2009

#*}%$&!?=(...

Me parece que, enfrascados como estamos en esto de la tecnología y el cómo aplicarla, es, irónicamente, la ciencia ficción, el género que más se ha valido de la misma para retroalimentarse, el que más ha sufrido esa papanatización progresiva, que ha acabado por restar toda la dignidad acumulada, primero por la añorada serie B, luego por una necesaria busqueda de rigor científico. No sé si me explico con claridad, pero esta parrafada viene a colación del sopor que me vienen dando las invasiones extraterrestres en pantalla, menos bárbaras que otras y más cercanas al culebrón venezolano que a otra cosa.
Bien, como recientemente mostré mi sorpresa ante DISTRICT 9, me he acordado de un título que se ha convertido ya en toda una referencia del sci-fi moderno. Hablamos de la estupenda MARS ATTACKS!, de Tim Burton. Y es que Burton rizó el rizo de una manera harto sorprendente. Primero puso al día aquellas precarias producciones de finales de los cincuenta, en las que los marcianos eran más verdes que nunca, los platillos más redondos y las pistolas eran desintegradoras, las chicas gritaban y se desvanecían y los tipos eran duros y repartían guantazos que ni un extraterrestre podía soportar. Aparte, el sentido del humor es irónico y afilado (Jack Nicholson como presidente es toda una declaración de intenciones); los cameos son acertadísimos (Tom Jones está inolvidable) y, cómo no, los efectos especiales dejan de lado el bullicio habitual y recrean ese vintage que hizo tan popular al género durante tantos años. Si una peli es trepidante, está bien contada, te ríes un montón (los marcianos son irresistiblemente hilarantes) y además le cortan la cabeza al pesao de Pierce Brosnan... No lo duden: ¡Un clásico instantáneo!
Saludos con theremin.

Timeless

viernes, 11 de diciembre de 2009

Desprejuicios

Me va a encantar escribir esta reseña, lo sé; sé que se va a convertir en una insólita venganza contra mí mismo, mi peor enemigo; y sé que, afortunadamente, una nueva etapa de cinefilia se abre ante mí. La frase es "Renovarse o morir", y mejor morir en el intento que en la inopia. Hagamos un saludable ejercicio de desprejuiciamiento...
Primero: mi opinión respecto a las novelas de Stieg Larsson es sobradamente conocida; no creo que les eche ni un somero vistazo, no me interesan como literatura. Dicho esto, me armé de valor (sonrisa irónica y todo) y me dispuse a ver MÄN SOM HATAR KVINNOR (MILLENNIUM I), que no es un mueble de IKEA pero que podría haberlo sido. Y me explico. MILLENNIUM I es una magnífica película de aventuras, intrigas, despiporres emocionales y demás; deliciosamente imperfecta y sanamente imbuida del espíritu naif que hizo que nos enamoráramos del séptimo arte hace ya mucho. E insisto: me la sudan los millones de ejemplares vendidos de un libro fabricado en serie y las absurdas filiaciones surgidas al amparo de este (nuevo) fenómeno de masas. Un dato: este verano, mientras a mi alrededor se desplegaban decenas de los tochos de marras, yo disfrutaba con un pequeño librito de hace unos cien años, Misericordia. Pero no importa, porque MILLENNIUM I, la película, logró lo imposible, que me olvidara por completo de que (y así es) la trama mostrada es la misma tontería contada diezmil veces y que lo importante en este caso es (y no es poco) lo ágilmente que se pasan sus dos horas y media, con un personaje cojonudo, Lisbeth Salander, de la que da igual su pretendida rotundidad, porque lo que destaca es en su marmórea frialdad, convertida sin querer en un torbellino de sensaciones reprimidas.
Y es que después de repetidas decepciones (y lo de repetidas no es ningún eufemismo) que están en mente de todos, a mí no me parece mal que se dejen de lado las ínfulas intelectuales y nos lo pasemos pipa viendo una trama chorra pero muy entretenida. Y acabo con otra aclaración: tengo entendido que la cosa se alarga hasta dos títulos más, así que me adelanto y muestro desde ya mi desconfianza hacia que se pueda mantener el digno nivel de esta primera... y sin embargo... no sé, ya veremos...
Saludos que aman a mujeres y hombres.

The millennium bell

jueves, 10 de diciembre de 2009

Terrores primarios

Una regla no escrita del cine nos indica que un director, cuando domina verdaderamente su oficio, es capaz de saltar las fronteras ficticias de lo que comúnmente se da en llamar género, además de dejar su impronta personal, su "sello". Y Roman Polanski es (yo no puedo ni debo dudarlo) uno de estos artesanos/autores que tantísimo echamos en falta en estos tiempos de miseria cinematográfica. Y ROSEMARY'S BABY podría ser el culmen más evidente de todo este esquivo paseo, el perfecto cruce entre arte y género; tan adecuada para un aficionado palomitero como inquietante y evocadora para el cinéfilo más exigente.
No vamos a descubrir nada ahora de esta mítica y aclamada cinta de terror, más preocupada por destrozar las claves de un género abocado a renovar sus viejos esquemas que por realizar la enésima demostración efectista. El terror que propone Polanski proviene de nosotros mismos, de la incapacidad de aceptar al otro o de la abducción del individuo por el grupo cerrado, desembocando su extraña y retorcida trama en la transformación, la inevitable destrucción del yo que nos es mostrado al principio para que veamos a la víctima como supuesta causante del daño. La atmósfera de ROSEMARY'S BABY es asfixiante, nunca tenemos la noción de que pudiese existir nada más allá del inquietante edificio al que se mudan Mia Farrow y John Cassavetes, la certera e inolvidable pareja que queda a merced de un mal que, obviando los esoterismos y sectarismos, extrae su gran interés de la desasosegante disolución de la identidad en pos del fin último: el alumbramiento de un ser que no pertenece a ningún mundo ni a ninguna raza; reflejado perfectamente en la última e inolvidable escena, una de las cumbres del terror de todos los tiempos y que resume exactamente todo lo que esperamos de una película de estas características: que no nos tome el pelo.
Saludos desde la cuna.

Sleepy sweet

lunes, 7 de diciembre de 2009

Crisis de los 40

Debe ser porque este año que entra ingresaré irremediablemente en el club de los que están más cerca de los 40 que de los treinta, aunque lo más seguro es que se trate de un irrefrenable acceso de melancolía por un cine que ya no volverá; me refiero al cine que encumbró a Woody Allen a base de contar lo que se le pasaba por la cabeza, ni más ni menos. Bueno, por eso y porque alguien me recordó el otro día que qué me pasaba con Allen, que sólo había comentado MANHATTAN. Casi todo el mundo considera que MANHATTAN es el mejor film del neoyorquino; a mí, la que más me gusta es ANNIE HALL ¿Por qué?... Pues no sabría dar una respuesta satisfactoria, quizá sólo sea porque el núcleo de obsesiones e ironías de Allen se encuentran condensadas en su escasa hora y media, que pasa como un suspiro, y además nunca chirrían, son más naturales que nunca. O: ¡qué carajo! Era el momento, era 1977 y era el momento justo para ganar el oscar con una comedia que busca más la sonrisa cómplice que la carcajada hilarante; empezaba a gestarse el Allen más metafísico y menos pajillero.
ANNIE HALL es la enésima vuelta de tuerca al "chico conoce chica", lo que la hace especial es la franqueza con la que Allen destapa sus miserias e inseguridades, y que lo hace exclusivamente por amor, porque todo el mundo estaba enamorado de aquella chica desgarbada y desaliñada que se ponía gafas enormes, sombrero hongo y una corbata bajo el chaleco; quizá la antítesis del erotismo, quizá la llegada de una mujer que prefiere escuchar a un hombre antes que compadecerlo. La película gira casi exclusivamente en torno a esta peculiar relación y está repleta de momentos únicos y salvajemente divertidos, pero yo me quedaría (y seguro que muchos de ustedes también) con esa maravillosa escena en la cola del cine, que es una de mis escenas favoritas de todos los tiempos y que veo de vez en cuando para subirme el ánimo. Cada vez que veo a ese guionista salir de la enfurecida mente de Allen para dar una lección al pedante de turno... ¡es que me parto!...
Saludos muy cinéfilos.

Lalala

sábado, 5 de diciembre de 2009

La semana entera al sol

I VITELLONI (Los inútiles), fue la tercera película filmada por Federico Fellini y la primera en la que, con más descaro, el genio de Rimini empezaba ya a mostrar las constantes maestras de su cine. Esto es (o puede ser, claro), la intensificación de la melancolía; los grandes espacios que van mostrando espacios cada vez más pequeños; la insalvable diferencia entre una clase de personas y otras, cualesquiera que sean; y, por encima de todo, esa ensoñación que sólo le pertenecía a él, por tratarse de un sueño con los pies en la tierra.
I VITELLONI es, simplemente, la peripecia de un grupo de amigos en una pequeña población de provincias; unos hombres-niños que se resisten con todas sus fuerzas (rondan la treintena) a ingresar en ese mundo lleno de responsabilidades y sinsabores que es la maurez. Ninguno trabaja, sisan a sus protectoras madres, son habituales de tascas y billares y pasan el tiempo dando aburridos paseos por esa bahía que mostraría luego Fellini en LA STRADA, tan cargada de connotaciones metafísicas como vacía de ampulosidad. Una especie de LOS LUNES AL SOL dada la vuelta, pues aquí el trabajo es el monstruo que no se quiere tocar. No hay más que ver la excelente escena en la que uno de los "inútiles", que ha dejado embarazada a su novia y ha tenido que casarse forzosamente, es recomendado por su padre para trabajar en una tenebrosa tienda de reliquias religiosas, mientras sus amigos (la tentación) pasan por delante del escaparate, mofándose de su "reclusión", mientras van camino de la taberna. Mención aparte merece la espectacular escena de la fiesta comunal, especie de orgía desprejuiciada en la que todas las vergüenzas son puestas al descubierto y que concluye en una terrible mañana de holocausto resacoso, con un Alberto Sordi ebrio y desgarrador, que da el descabello a una historia mucho más amarga de lo que uno presuponía al inicio. Mientras el neorrealismo trataba de dotar de dignidad a los que les fue arrebatada la misma tras la guerra, Fellini dirigía su cámara a otra parte, a los que prefirieron la evasión, a los que nunca fueron héroes.
Saludos inútiles.

Fools

viernes, 4 de diciembre de 2009

El relato mutante

Supongo que a estas alturas los que en su día sucumbieron ante aquel artefacto llamado DONNIE DARKO, una broma tan aparatosa como vacía de sustancia, se habrán dado cuenta de que un tipo que hace bien su trabajo no es necesariamente un genio visionario... no, hombre, no...
Se acaba de estrenar THE BOX, una película que nunca consigue encontrar su verdadero cometido; no es terror, no es ciencia ficción, no es drama metafísico y ni siquiera es espectáculo hollywoodense ¿Qué es entonces este capítulo de Twilight zone alargado tanto que acaba por descorporeizarse en un inquietante vacío? Una respuesta podría ser: algo que va a hacer bueno el ANTICHRIST de von Trier. Otra sería: la última oportunidad para actores en decadencia para demostrar que aún los pueden llamar los Coen. Pero la verdadera respuesta es: THE BOX presenta un dilema y termina con otro, mientras tanto el espectador no cesa de mirar el reloj para ver cuándo se acaba el pajote mental más prescindible que he visto en mucho tiempo.
El dilema inicial consiste en que un tipo con media cara (la interpretación de Frank Langella es lo mejor del film) se presenta en tu casa con una caja y te dice que si pulsas el botón una persona muere y a ti te dan un millón de dólares... El dilema final, que no revelaré, será que la desgracia se cernirá sobre tu familia por haber sido avaricioso... manda cojones. No he leído el relato del gran Richard Matheson, pero no hay que ser muy avispado para intuir que la cosa no daba para mucho más que un cortometraje, porque una hora y media menos de metraje hubiese sido lo suyo. Sin embargo, Richard Kelly cree que puede unir a Spielberg y a Tarkovski (¿conocen el chiste del oso hormiguero?), dando como resultado un monstruo hidrocéfalo que muere a los pocos minutos de nacer... Ahora que lo pienso ¿no les dije al principio que esta cosa carecía de género al que adherirse? Bien, eso es porque ha creado un nuevo género: el spaguetti fantástico... lo de spaguetti viene por lo larga que se hace, lo fantástico llega cuando suspiramos aliviados al ver las palabras mágicas, The end.
Saludos encajonados.

La caja del diablo

jueves, 3 de diciembre de 2009

Con novedad en el frente

Esto no es una boutade, ni muchísimo menos: con permiso de (nada menos) Kubrick y Coppola, Bertrand Tavernier firmó (y filmó, claro) la mejor película bélica de la historia. No es una boutade, sólo una opinión surgida desde la pasión que me suscita una obra tan apabullante como CAPITAINE CONAN.
Y no sé por dónde empezar, la había pospuesto tanto que ahora me he quedado un poco intimidado. Podría hacerlo destacando su poderío visual, el problema (bendito problema) es que Tavernier ignora por completo cierto canon estilístico y "crea" su particular recreación en fotogramas de un trozo de aquel horror llamado I Guerra Mundial. En un momento dado, el espectador, y sin necesidad del ya cansino 3D, se encuentra instalado en el mismo centro de una batalla; y no hay aquí el típico ballet de figurantes, ni las explosiones medidas para realzar el encuadre; no, aquí reina el caos, la confusión, el desconcierto de los hombres reducidos a manchas que se mueven, que aguardan la muerte en cualquier momento, en cualquier fotograma. CAPITAINE CONAN es un prodigio de puesta en escena, pero sobre todo de montaje; la brusquedad deliberada de Tavernier encadena milagrosamente con una narración fluida, nunca confusa, donde encontramos al fascinante Conan, un personaje lleno de matices y contradicciones, un mártir-redentor-ejecutor que es sanguinario y compasivo al mismo tiempo, quizá el último hombre lúcido inmerso en la locura de la guerra. Porque CAPITAINE CONAN no es PATHS OF GLORY, aunque lo parezca; podría pasar por su hija bastarda, por su remate de amplificación nihilista; pero tengo que rendirme ante esta película, increíblemente aún por descubrir por el gran público a doce años de su estreno. El film termina, estamos todavía acongojados en nuestro sillón y es cuando flamean las preguntas: ¿somos realmente estúpidos? Sí, francamente estúpidos.
Saludos bajo el fuego enemigo.

The captain of her heart

miércoles, 2 de diciembre de 2009

De cómo se coge un mal guión y se hace una magnífica película

Y me parece que el título no puede ser más elocuente... pero intentemos sacar una reseña de todo esto.
Al final me rendiré a James Gray, a su cine, más que nada porque es inasequible a la mediocridad que a día de hoy es legión. Lo dije a propósito de WE OWN THE NIGHT, que era un film valiente incluso para despeñarse en su tramo final; un film (un cine) hecho a medida de un inconformista, un buscador de sensaciones que acabará superándose, haciendo su película "grande".
Y no es el caso de TWO LOVERS, porque ésta es un milagro antes que otra cosa; no se explica, si no, que contenga algunas de las escenas más emocionantes de la década y otras de las más ridículas e incomprensibles. Lo primero que me gustaría señalar es el desmarque que realiza Gray respecto de sus coetáneos; su cine nunca busca la explicitud, o sí la busca pero logra (termina por) navegar abruptamente por un mar de sensaciones encontradas, donde no es tan interesante lo que se cuenta (aquí es una estupidez) sino cómo se cuenta, los giros ufológicos y las neblinas esotéricas al servicio de un relato ateo y descreído.
En pocas líneas: Joaquin Phoenix (colosal interpretación la suya) es un tipo extraño que vive con sus padres y sobre cuyo turbio pasado Gray nunca nos explica nada; su vida transcurre entre la tienda de su padre, judío devoto, y la hija del futuro socio de éste (Vinessa Shaw), donde todo indica que la cosa acabará en boda por el bien de la sociedad, en todos los sentidos... En esto que se cruza en el camino de Phoenix una vecinita de las que todos queremos tener (Gwyneth Paltrow), con una turbia vida (todo es turbio...) que tampoco queda demasiado aclarada. Diríamos que el dilema que se crea el personaje de Phoenix no es nunca tan interesante como la manera de resolverlo, ese excitante periplo vital del que nunca alcanzamos a ver el fotograma siguiente. Su final es sorprendente y descarnado al mismo tiempo, ni feliz ni trágico, sólo una necesaria vuelta a la realidad tras un incómodo paseo por lo viscoso de la condición humana que recuerda tanto a BLUE VELVET como a LOVE STORY, así de contradictoria es. Y digo todo esto porque necesito que alguien me explique qué narices significa ese inicio que me dejó pensando toda la película.
Dos saludos.

The lovers

martes, 1 de diciembre de 2009

El imparable ascenso del cine de animación

... Y quien no quiera reconocerlo, quien siga pensando que el cine de animación, tal y como compone una de las partes más interesantes de lo que se cuece en el panorama actual, es cosa de niños y jovenzuelos atolondrados, no tiene más que echar un vistazo a esta maravilla, que aúna a partes iguales un derroche visual apabullante como un enriquecedor testimonio sobre ese tiempo, el tiempo humano, que cambia a velocidad de vértigo y que queda plasmado perfectamente en sus maravillosos primeros minutos.
Y es que el arranque de UP es de lo mejor que se ha visto en este año que empieza a dar sus últimos coletazos. Luego es cierto que el tándem Docter/Peterson destapa el tarro de las licencias y desvía la atención a esas audiencias antes mencionadas, que al fin y al cabo son las que acuden masivamente a los multicines; también ocurría en WALL-E... hasta en CORALINE, si me apuran. Pero tampoco pasa nada, porque podemos relajarnos un poco y disfrutar de la riqueza de la animación o de su tierno sentido del humor (La pareja formada por el pequeño explorador y el anciano aventurero forma ya parte de la historia de parejas imposibles que funcionan a la perfección), ahí es donde UP se dispersa un poco y por lo que seguimos esperando la producción Pixar definitiva.
Ahora, hace tiempo que la vi y sigue coleando ese impresionante principio, que podría haber filmado Frank Capra, Spielberg y hasta Berlanga; un principio capaz de congelarnos la sonrisa que nos han provocado las bromas iniciales, dando cuenta de la soledad de este hombre que se ha hecho viejo en cuestión de segundos, que ya no tiene a nadie para compartir el final de su vida y al que quieren arrebatar su única posesión, su vieja casa, instalada en mitad de feroces construcciones modernas. La casa, verdadera protagonista del film, a la que Carl Fredricksen, que ha sido vendedor de globos, se lleva literalmente, en la escena más espectacular del film. Como decíamos, luego acaba el momento Pixar y empieza (no queda otra) el momento Disney; el momento en el que vemos a un anciano renqueante, que se ayuda de un andador, dar cabriolas sin problemas por el aire. Pero no importa, porque se trata de hora y media de gran entretenimiento, de un tipo de cine que debe seguir existiendo. Mientras tanto, sigamos esperando la gran obra Pixar, estoy seguro de que llegará.
Saludos desde las alturas.

Arriba en la cordillera

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!