martes, 30 de septiembre de 2008

Deudas y dolores

El título de esta reseña es también el de uno de los primeros libros de Philip Roth, uno de los autores vivos que más respeto. Busquemos identificaciones.
Roth suele hablar mucho de la estupidez humana, pero transmite una gran ternura al hacerlo, como un padre que es incapaz de castigar a su hijo; como un derrotado más, que no puede eludir su propia languidez y circunstancia.
La película que ha encumbrado al mexicano Alfonso Cuarón habla, sobre todo, de esto mismo. THE CHILDREN OF MEN es STALKER más que BLADE RUNNER (como pretenden hacer ver muchos ignorantes); o THE PLANET OF THE APES mucho antes que INVASION OF THE BODY SNATCHERS. Sobre todo porque Cuarón no es director de ciencia ficción, sino un muy notable director de cine, que es difícil ahora mismo pero de narices. Porque la supuesta espectacularidad de la cinta responde acertadamente a los parámetros que ya se describían en la novela de P.D. James y, además, es que no puede ser de otra manera. Se está intentando narrar los penúltimos coletazos del ser humano sobre la tierra, un apocalipsis que, muy inteligentemente, no viene dado por su capacidad de destruir, sino por una súbita incapacidad para procrear. Acojonante ¿verdad? Me encandila Cuarón con su forma de rodar las escenas de acción, con un multicampo que SÍ aprovecha las últimas tecnologías, como si Orson Welles buscara otro comienzo para TOUCH OF EVIL. Lo vemos casi todo, el espectador se siente prácticamente dentro de la acción y, por si fuera poco, existe un gran trabajo de producción mucho más relevante que el de retoquitos digitales. El film se ve sucio, arañado, capaz de transmitir esa violencia sin sentido dentro de una espiral de desquiciamiento global.
Si no recuerdo mal, con Cuarón ya he cerrado ese imaginario círculo de directores mexicanos que han salido triunfantes en los últimos años vía Hollywood y, siendo justos, me atrevería a vaticinar mejores cosas para éste que para del Toro e Iñárritu, a los que veo cada vez más diluidos en sus propias obsesiones. Puede que Cuarón no sea un autor con mayúsculas, pero como director de encargo atesora una calidad profesional que sólo soy capaz de otorgar a consagrados como Cronenberg o Fincher.
Saludos de papá.

Father and son

Una de las canciones más bellas y desgarradoras de todos los tiempos. Es impresionante ver a Cat Stevens (ahora Yusuf Islam) modulando el estado de ánimo del tema según hable el padre o el hijo.


lunes, 29 de septiembre de 2008

Perder a toda costa

Hoy tocaba improvisar, no podía ser de otra manera. Me habría sentido mal conmigo mismo de no haber intervenido el curso natural del blog y colar THE HUSTLER; que podría haber sido otra cualquiera, Newman da para eso y más, pero he elegido la que más me gusta.
Lo fundamental en la cinta de Robert Rossen (otro nunca suficientemente reconocido) es esa ética y estética del perdedor feliz de serlo, consciente de serlo. El ganador no vende, es un duro comercio.
Paul Newman está sublime, no puede (ni debe) existir otro Eddie Felson; hablamos del perdedor por antonomasia, la arrogancia vencida finalmente por el peso de la vida. Y siempre es la misma historia. El joven con talento que cree estar por encima de todo y de todos; y quizá sea cierto, pero precisamente es eso lo que acaba por derrotarlo: carece de perspectiva para medir lo que le rodea, cree ser un superhombre. Por eso no para de beber, por eso se pasa interminables horas jugando al billar, desafiando(se), sin ceder al sueño. Del otro lado, Jackie Gleason, magistral como el gordo de Minnesota. La otra cara de la moneda. Más astuto, más taimado, más desencantado; con menos talento, pero con más vida. El duelo entre estos dos hombres sobre un tapete verde trasciende lo meramente competitivo y en la película incluso lo fílmico, para convertirse en Aquiles contra Héctor, o Ahab contra Moby Dick. Febrilmente, acompañamos a Felson en su duro despertar, a golpes, sin posibilidad de victoria, pues le es imposible retirarse, no le basta con vencer al gordo y que él lo reconozca: quiere acabar con él.
THE HUSTLER anticipa al Travis de Scorsese y da una lección de ritmo cinematográfico que deja al espectador sin aliento. Casi todo el cine posterior tiene, así, una gran deuda pendiente con Paul Newman, Robert Rossen y esa mesa de billar...
Saludos directos a la tronera.

Hustler

Simian Mobile Disco...


domingo, 28 de septiembre de 2008

Una emoción pura

La vida es discusión, controversia, chocar, encontrarse, discutir lo controvertido, chocarse en los encuentros...
Había una vez un crítico de cine malhumorado y borde que se llamaba Carlos Pumares y tenía un longevo programa nocturno que transitó durante muchos años de una cadena a otra, hasta su irrevocable extinción. A Pumares le caía gorda toda la gente menos la que le preguntaba por las grandes obras maestras. Y entonces, Pumares se explayaba; porque sabía un huevo de cine clásico y le gustaba detenerse en los detalles. Y, de vez en cuando, alguien le hacía "la pregunta": "Señor Pumares ¿cuál es la mejor película que ha visto usted?". Y Pumares, en vez de aullar como hacía de costumbre, reflexionaba un par de segundos, una pequeña inspiración que se colaba por los micrófonos y llegaba hasta nuestros auriculares nocturnos, se tomaba su tiempo antes de contestar: "Una película que la veas cien veces y siempre sientas que es la primera". Más claro no se puede. Pumares podría ser todo lo odioso que se quiera, pero sabe de cine (su cine, claro) y no se anda por las ramas. Y en lo de IT´S A WONDERFUL LIFE, yo no puedo estar más de acuerdo. Es cursi, lacrimógena, tradicionalista, conservadora...; es... bellísima. Una obra maestra que Frank Capra se sacó de la manga a modo de ejemplar cuento de navidad y que perdura hasta nuestros días, imperturbable como sólo las grandes obras pueden hacerlo. Y es cierto todo lo antes dicho. La hemos visto cuarenta veces y sabemos todo lo que va a pasar, pero cuando el gran Jimmy Stewart se sube al puente todos deseamos, una vez más, que no se tire, que Henry Travers le convenza al fin, que le den las alas, por dios...
Toda esa emoción pura es la que recorre de principio a fin este clásico inmortal, una emoción que es la del cine, ni más ni menos. Un escalofrío agradable que nos recuerda que estamos ante uno de esos escasos momentos de auténtica magia.
No la vean sólo en navidad, merece la pena.
Bellos saludos.

Soñemos la alhambra

Con un texto celestial de María Zambrano, la poesía vocal allende las estrellas de Enrique Morente y el césped de cuerda de Pat Metheny, es difícil acercarse más a cierta virtud coqueta y misteriosa; moruna en este caso. Qué bello, qué bello...


sábado, 27 de septiembre de 2008

Kitsch de serie "B"

Y tan de serie "B", que me ha costado la misma vida dar con una fotito. Es pequeña pero espero que ilustre bien la reseña.
Pongámonos minerales; me explico: intentemos despojarnos de la visión actual que tenemos del cine y vayamos directamente a cuando Griffith imaginó que TODO podía caber en una pantalla. Se necesitaba mucho metraje y mucha cabezonería; algo de genio tampoco venía mal.
Año 1990. Portugal. Manoel de Oliveira contaba por entonces, si no me equivoco, con 82 añitos. El maestro, como muchos sabréis, no sólo sigue vivo (ya es centenario) sino que continúa rodando y a un ritmo que ya le gustaría a "Orsoncito" Amenábar (que tome nota). "NON" OU A VÃ GLÓRIA DE MANDAR (traduzca, señor Gavín) es el particular "nacimiento de una nación" a la portuguesa. Bueno... es complejo todo este juego de semejanzas subjetivas, sobre todo porque, pecando de presuntuoso, me da que muy poquita gente que esto lea la habrá visto, pero se hará lo que se pueda.
Lo primero es que Oliveira, que lleva haciendo cine desde ¡1931!, es un narrador ultraclásico, por lo que sus aliteraciones cinéfilas componen indudablemente el genuino marchamo de ese intelectual sólo preocupado por que no haya equívocos ni desdoblamiento de intenciones. La película se inicia en medio del conflicto colonial luso en África, donde un grupo de soldados se encamina en un camión a alguna parte. Uno de ellos comienza a relatar, o explicar, no sé, dar sentido al porqué de los conflictos bélicos; y, claro, volviendo a lo anteriormente expuesto sobre Oliveira, el retroceso se torna imparable. De repente nos encontramos ora conquista de las Américas, ora batallas ibéricas entre el reino portugués y el español. Incluso licencias (y aquí excuso lo del kitsch) a lo Derek Jarman hasta exagerado, con angelitos y ninfas solazando al guerrero victorioso. Esta es la parte más prescindible de un film que se torna pretencioso y casi pedante a medida que el afán por explicarlo todo de Oliveira ya no deja margen para la labor cinematográfica y transforma el tapiz de imágenes en un extraño artefacto que deviene en mastodóntico novelón decimonónico multimedia ¿? ¿Aburrida?, probablemente ¿Significativa?, por supuesto; al menos hasta donde el cinéfilo ávido sea capaz de comprometerse consigo mismo y estruje sus sentidos sin rubor ni embarazo. La película está ahí, para quien quiera comprobarlo; yo me permito otra recomendación: revisitar a cuentagotas la extensa filmografía de un testamentario de otro tiempo, de otro cine.
Saludos vanos.

Raoul and the kings of Spain

Y si de épica pura y dura hablábamos, aquí están los reyes indiscutibles del pop épico y desbordante... geniales.


viernes, 26 de septiembre de 2008

Las entrañas de la bestia

Sobre los grandes acontecimientos ha gravitado gran parte de la historia del cine ¿Qué mejor marco que la fastuosa sala de cine, repleta de espectadores/voyeurs que quieren saber, asistir a un magnífico despliegue visual y sonoro? Ese ha sido el sustento principal que ha dado status de gran arte al llamado séptimo de ellos.
Peo todo cambia, se transforma como bola de energía, precisamente para no sucumbir bajo su propio peso. E incluso las grandes epopeyas, las que cimentaron, entre otras, las legendarias crónicas de los grandes estudios, han ido adquiriendo, paulatinamente, un rigor más introspectivo, dejando de lado el recurso del espectáculo y ciñéndose más y mejor a ámbitos privados, íntimos; acercando más la cámara y el discurso a un espectador que, por fuerza, tiene que ser menos ingenuo, pues su vida se ve diariamente saturada de imágenes e información.
El retrato que nos propuso hace cuatro años Oliver Hirschbiegel de Adolf Hitler fue, precisamente, éste. DER UNTERGANG es, al mismo tiempo, muchos frentes abiertos y, casi mágicamente, sale airosa en casi todos. La principal es (no puede ser de otra manera) ajustar la MAGISTRAL interpretación de Bruno Ganz (la mejor de este personaje que yo haya visto hasta ahora); ajustarla para que no se saliese de contexto y borrase de un plumazo al resto de actores (aunque esto sea inevitable), a la infecciosa e interiorista trama (prácticamente teatral) e incluso al propio transcurso del film, que ve, durante su extenso metraje, cómo, de no ser por la omnipresente figura de Ganz, hay asomos de languidez e incluso aburrimiento.
Porque DER UNTERGANG no es una cinta bélica al uso. Es en esa casi imposible identificación, y hasta empatía, con un desquiciado, derrotado, ya muerto Hitler, donde hallamos la clave para no acabar transtornados también nostros. La acción, casi por entero en el búnker que serviría de último refugio y sepultura al dictador, se condensa en la relación de éste con su secretaria personal, personaje abrumado por las circunstancias, y los revoloteos incesantes con sus grandes generales (Goebbels; Himmler...) y, por supuesto, su devotísima y entregada Eva Braun.
Es posible que una interpretación como la de Ganz deba oscurecer por fuerza al resto de sustentos de la película, pero no me queda más que reseñar el loable esfuerzo del director, frente a otras propuestas más o menos ridículas, por cohesionar y dar lustre a un relato que muchos habían imaginado pero pocos se habían atrevido a poner en imágenes. Todo un reto.
Subterráneos saludos.

Bigotes, gabardinas, flequillos...

¿Por qué ya nadie es ácido y corrosivo? ¿Qué pasó con lo políticamente incorrecto? ¿Vivimos instalados en el miedo, la hipocresía y el atenazamiento que creemos combatir? Entonces, ¡qué tontos somos! Con lo bien que nos habría ido con Iñaki de dictador...


miércoles, 24 de septiembre de 2008

La duda ofende

Primera cosa evidente: el personaje principal de LAST DAYS era (o estaba basado en) Kurt Cobain. Segunda: cada vez me da más risa un tipo que acaba sus días así; y no lo digo por volarse la cabeza, sino por dejarse influenciar por los demás como un niño pequeño. Tercera: Gus Van Sant cada vez hace mejor cine, su cine.
Esto último es significativo, estimulante y, por supuesto, confirma una gran noticia desde aquel punto de inflexión que fue su particular PSYCHO. Van Sant nos regaló ELEPHANT, minimalista cinta de horror primario y sin concesiones, donde se recreaban los absurdos y crudísimos sucesos de cierta matanza escolar, tan de moda últimamente incluso en países tan tranquilitos como Finlandia. Antes, GERRY iniciaba su particular trilogía de la muerte que se concreta, finalmente, en esta extraña, incómoda, inasible película sobre los últimos días de un tipo que quizá se tomó demasiado en serio a sí mismo y acabó viendo enemigos hasta en la sopa. No suele ser buena cosa cuando lo mezclas con heroína y te acuestas en la misma cama con Courtney Love...
LAST DAYS es un film introspectivo 100%; algunos detractores podrán achacarle su exceso de celo y morosidad narrativa, pero creo firmemente que esto constituye su gran baza ¿Para qué explicar una presencia que se intuye fantasmal y huidiza? No es tan importante esto como verdaderamente mostrar la enfermedad mental y decadencia física de una persona acabada, en sus últimos días. Decir esto de un tío que lo era todo en la escena musical y con sólo 27 tacos resulta irritante cuando se mueren millones de niños en el mundo por no tener qué echarse al estómago, pero es lo que hay. Cobain integró un pseudo-movimiento musical que era ultradepresivo y tristón, yo no lo confundiría con trascendente, y terminó con el peso de ¿la culpa? sobre sus hombros. Van Sant, que se confirma ya como un director sagaz y receptivo, es capaz de, con mínimos medios y actores, pero con excelentes sonido, fotografía y actuaciones, un microcosmos casi marciano donde se respira todo el tiempo una atmósfera de aire encerrado, de dislexia emocional, que al relato le viene que ni pintado, la verdad.
Impagables los escasísimos momentos en los que los otros dos integrantes de la banda logran reunirse con el huidizo Michael Pitt y, sobre todo, uno en el que muchos de vosotros (guarretes) os sentiréis identificados, con el Venus In Furs de la Velvet de fondo.
Hay que verla, aunque sólo sea ara descubrir al enésimo Gus Van Sant, ya despojado de sus problemas con las productoras.
Últimos saludos.

Aneurysm

Uno de los temas que más me gustan de un grupo que tardó siete años en entrarme por los ojos. Qué hijoputa, cómo la diñó. Niños, no intentéis eso en casa...


martes, 23 de septiembre de 2008

Jazz porque sí

Primero aclarar que mis elecciones a la hora de los comentarios vienen ya predeterminadas desde hace muchas semanas y sólo atienden al más ignoto de los caprichos; acaso sólo me haya propuesto no repetir director hasta el comienzo del año próximo.
Lo digo por la curiosa "coincidencia" en el de ayer y el de hoy. Dos filmes franceses y del mismo año (1986), aunque con nulas conexiones aparte de éstas.
ROUND MIDNIGHT es jazz. No sólo en la temática (el jazz es omnipresente), sino en la forma que Bertrand Tavernier escogió abordar la figura del mítico Dexter Gordon (dejo los infinitos detalles acerca de su biografía a los expertos). Tavernier no sólo da una lección de cine abierto, libre, apasionado, concreto..., sino que mantiene durante todo el metraje un tono ciertamente jazzístico. Las imágenes fluyen como notas desparramadas y la imponente, gigantesca, personalidad de Gordon encarnándose a sí mismo (con otro nombre, sí, pero es él), ese genial músico incrustado en París, alcoholizado pero bonachón; nihilista pero sumamente generoso, conforma uno de los más desgarradores trabajos de un actor no profesional que he podido ver en mucho tiempo.
ROUND MIDNIGHT no habla específicamente de algo concreto, pero conserva un gran gusto por la narrativa clásica. El aficionado devoto que pasa a ser inseparable del genio, cada vez más solo; las actuaciones casi místicas, algunas en avanzado estado de embriaguez; siempre la incomprensión del artista que va demasiado adelantado y que debe conformarse con gastados aunque impecables standards para poder sobrevivir. La cultura de los clubs, en definitiva, maravillosamente retratada, al igual que hiciese Eastwood con el inmenso BIRD. Cine y jazz de la mano. Una andanada de sensaciones capaz de crear adeptos e incapaz de defraudar al experto, que tan pocas oportunidades ha tenido de contemplar trabajos tan dignos en la gran pantalla.
Saludos alrededor de la medianoche.

Alone together

El único, inimitable, grandioso Dexter Gordon...


lunes, 22 de septiembre de 2008

Originales hasta la muerte

Decía Rimbaud que hay que ser absolutamente moderno. Rimbaud era moderno entonces, y el ser moderno es algo que se escapa como un pececillo, porque si no llegas puedes hacer un ridículo espantoso y si te pasas..., bueno, si te pasas puedes echar mano de recursos. Para algo tiene que servir tener oficio ¿no?
Leos Carax es uno de esos modernos inaprehensibles que no puede ser encasillado, porque su ultramodernismo es clásico, nace directamente de los musicales de Broadway, del gusto por la puesta en escena como artefacto definitorio, de Gene Kelly y de Chaplin, del cine del espectáculo sin caer en espectacularidad vacía... Y eso es muy difícil.
Difícil de aceptar por parte de un público que babea con Almodóvar aunque se repita a sí mismo incesantemente y que no puede apresar la naturaleza del cine de Carax, inquieto, camaleónico, vitalista, socarrón. MAUVAIS SANG vendría a ser algo así como un niño pequeño que lo sabe todo; nos resultaría fascinante al mismo tiempo que irritante; no podríamos explicar realmente lo que nos pasa por la mente al verla, pues, de forma casi automática, buscaremos las referencias en el sitio equivocado, en los transgresores ¿Y por qué tendría Carax que estar siempre innovando y sorprendiendo? Bastante tiene con haber influenciado definitivamente a gran parte de la avanzadilla "modernista", tanto a uno como otro lado del charco.
Quizá me esté precipitando (me puede la admiración), pues se trata de un cineasta casi desconocido fuera de Francia y ciertos circuitos festivaleros; uno de esos incólumes que parecen llevar toda la vida ahí y, al mismo tiempo, desprender un fascinante aura de jovialidad y frescura.
Hablamos de una cinta que cumple ya 22 añitos, que sitúa la acción en un futuro donde se castiga la práctica del sexo sin amor (referencia al SIDA) y que siempre ¡siempre! juega a favor del espectador mediante la utilización de todos los recursos. Los actores hablan, actúan, se mueven... Vemos a una incipiente Juliette Binoche más etérea que nunca; a Michel Piccoli en su vertiente más desenfadada y cómica; al circense (y ya mítico) Denis Lavant en un magistral travelling acrobático con el Modern Love de Bowie de fondo (y CANTANDO BAJO LA LLUVIA aparece inevitablemente en nuestro subconsciente). Todo un catálogo de audacias que hacen de MAUVAIS SANG uno de esos títulos quizá menos conocidos que otros pero poseedores de un status casi mítico. Muy recomendable para cuando estemos saturados de cine americano.
Saludos malos malos.

Take me back to your house

Justo cuando todo parece derivar hacia lo trascendente, en el mejor momento, la irreverencia...


domingo, 21 de septiembre de 2008

En los recuadros de la soledad

Empecemos por el principio: A estas alturas, definitivamente, el señor Kim Ki-Duk me parece insoportable y arrogante; sus películas vacuas y falsas más que un billete de treinta euros. Pero la que voy a comentar me gusta, así que atención.
BOM YEOREUM GAEUL GYEOUL GEURIGO BOM, 봄여름가을겨울그리고봄 o mejor PRIMAVERA, VERANO, OTOÑO, INVIERNO... Y PRIMAVERA es todo lo que el señor Kim Ki-Duk tiene dentro; un discurso aparntemente trascendente, visualmente preciosista, filosóficamente evocador, de "gran calado", como suele decirse. Es una esponja mojada que va quedándose seca a medida que su autor debe internarse por los vericuetos de la narrativa. Y es que explicar, contar, narrar, nunca ha sido el fuerte del surcoreano, que se mueve más cómodamente por el nonsense espiritualista (casi animista, diría), jugando casi siempre a invitar al espectador a su taller particular, donde las cosas no son o que parecen o, por lo menos, así se quiere hacer creer.
En la que nos ocupa (que es la primera suya que vi y prefiero evitar escribir dos veces el título) el tema de la redención es capital. No serían, por tanto, tan importantes los personajes individuales como la "idea" de la idea. Como en un espectacular libro de autoayuda, el director nos inyecta a lo bestia cuál es su idea del mundo actual y la contraposición a ese ideal bucólico y apartado, que encuentra su máxima expresión en la imagen de la islita donde mora el monje; lugar-icono al que el descarriado protagonista debe encontrar la entrada y cuyo difícil y deseado acceso simboliza todo lo que la sociedad del bienestar ha ido arrebatando al hombre moderno: el esfuerzo para lograr incluso las metas más pequeñas. Lo que salva a la cinta de caer en la autoparodia es el ya típico uso de la crueldad y la pasión de un autor que, festivaleos aparte, no me merece ningún respeto porque se pavonea como si hubiese inventado alguna regla dorada en un arte al que ya sólo le queda el recurso de la intimidad y la humildad (curioso anti-silogismo) como última frontera hacia el redescubrimiento de sus infinitas posibilidades.
Aquí se quedó este tipo; luego, el ser uno de los directores actuales más prolíficos no ha hecho más que ensanchar el globo y dejar al descubierto los espacios vacíos, que en su caso son muchos.
Saludos desde el cambio de estación.

Verano fatal

Fatal me caía la Rosenvinge, empezando por el apellido, pero luego se juntó con Sonic Youth y como que la cosa se aplacó. Algo debió enseñarle Lee Ranaldo, digo yo. Peor me cayó Nacho Vegas cuando desertó de Manta Ray y dejó a los asturianos huerfanitos de sus maravillosas letras (aunque luego su sonido sólo hizo mejorar), pero todo fue ponérsele el pesao de Bunbury al lado y voilá, ya me cae mejor. La cinamática de los contrastes, digo yo... Lo cierto es que este tema está muy pero que muy bien.


sábado, 20 de septiembre de 2008

Imaginación al poder

De vez en cuando, muy de tarde en tarde, el cine no quiere saber nada de nacionalidades y confederaciones; se desmarca del concepto "empresa" o "industria" y vuela a lo largo del imaginario en simbiosis del creador y su público. En España, sabéis que es algo que me cabrea sobremanera, los politicastros, organizadores de "eventos", títeres mansalveros y difusores de la (des)información, tienen la insana costumbre de reclamar como suyo lo que simplemente desconocían antes de que existiesen, y esto es bastante fácil de entender, pues no hablo del crítico serio y comprometido, que ama aquello de lo que habla y sitúa su labor siempre en una vigilancia de diferente altura a la que el creador ocupa. Y si no, cae irremisible y miserablemente en la suposición anecdótica y ultrainfluenciada.
Hace 64 años (y ya ha llovido), en España todo era reducido, controlado y tamizado por una curiosa e incuestionable forma de ver la vida, que mantenía unos valores tradicionales como cohesión de dicho tegumento y daba la falsa impresión de un prometedor "renacer", pues era omnipresente la figura del salvador de la patria, cuyo nombre me ahorro y así no me enrollo demasiado.
Como decía, en 1944, este país vocinglero y fastuoso; fascinante y torpón; contradictorio y magistral, tuvo ya su particular toque de fondo. La posguerra y sus miserias; la falsa moral y los apóstoles de la pureza mediante el sufrimiento.
Edgar Neville eligió ese año para rodar LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS, por lo que dios, efectivamente, existe. Se trata (para quien no la haya visto) de una de las películas más importantes de la ciencia-ficción de todos los tiempos, un clásico inalterable que sigue dando lecciones a quien quiere rodar fantástico y no sabe, porque es muy difícil.
Neville, hijo de un industrial inglés y una condesita española (título que él mismo heredaría), fue paradigma del librepensador independiente y culto, que fascinado con la inabarcable cultura española, decide "filtrarla" él también, a su modo, sólo que con una visión infinitamente más vanguardista y amplia. La historia del fantasma del doctor Robinson de Mantua, que se le aparece a un atónito Antonio Casal y le revela la existencia de un complejo laberinto subterráneo donde cientos de jorobados perpetran malignas acciones, tales como el rapto de eminencias para lograr su propósito: dominar el mundo. El resto pueden imaginarlo. Ya que la acción se desarrolla a finales del XIX, el relato cobra una sugestiva pátina de instantánea romántica que nos deriva hacia los improbables terrenos de lo onírico, a lo que contribuye decisivamente el halo expresionista de Neville. La circundante idea de las logias secretas, tan en auge por aquel tiempo, se convierte así en el principal motivo y motor de esta legendaria y magistral cinta, que cuenta, además, con la excelente participación de la primera estrella de aquel momento, Isabel de Pomés y un impresionante Félix de Pomés (padre e hija) como el doctor Mantua, en una caracterización inolvidable. El resto pertenece ya a la verdadera y escasísima historia del cine español, el que nunca entendió de disputas y contrariedades y se dedicó, al igual que su superdotado director, a retratar lo que veía bajo la única influencia de la creación, desdeñando esa tendencia llorona de complejo de inferioridad ibérico respecto de otras filmografías vecinas. Rescátenla y libérense de prejuicios. A Guillermo del Toro le habría venido de madre verla antes de perderse en su propio laberinto.
Jorobados saludos.

The magnificent seven

De vuelta... con energía, que me van a hacer falta ¿Qué mejor bienvenida a este asqueroso mundo para una criatura que con The Clash? Bubabaluba...


lunes, 15 de septiembre de 2008

Piel





O cómo cincelarla desde la pantalla. Digitalmente en este caso. No por retoques, sino por un muy minucioso trabajo de aprovechamiento de recursos. Y pongo los dos fotogramas más significativos para que quede constancia.
Nuri Bilge Ceylan es uno de esos nombres inefablemente ligados a los festivales y sus recovecos; sus claros y sombras ¿ok? Sería falaz ahora ponerse tontorrón y sabihondillo con lo de "magnífico realizador turco", pues casi no se le conoce fuera de los círculos antes descritos.
IKLIMLER tiene algo que a la mayoría de las películas les falta y le falta lo que la mayoría de las películas tienen como principal baza. Le sobra fisicidad, como a Godard o Ivory. Le falta entidad... y aquí la lista sería interminable.
Al principio nos dejamos engatusar por las imágenes, los colores, la textura del espacio y los personajes, como si de un lienzo en movimiento se tratara. Lo malo viene cuando nos damos cuenta de que sólo han pasado diez minutos y no estamos ante un cortometraje. Así que... algo tendrán que contarnos ¿no?
De repente, en apenas veinte minutos, todo queda aclarado. Una pareja en crisis; ruptura; miradas chungas; un tipo preparándose una tesis con cuarentaymuchos; un intrarodaje de culebrón turco ¿?... Abusando de la confianza de los lectores, no haré más acopio de esfuerzos inútiles y les ahorraré todo lo que esto encabezaba y la postrer reflexión de apocado espectador que pude reunir para no mosquearme tras dicho visionado. Está claro que Ceylan, narrando al menos, no es Howard Hawks, pero hombre... no sé, si no tienes nada que decir, al menos mata a alguien, un accidente, introduce otros personajes. Se ve que debe estar bastante enamorado de su guapísima esposa, pero dedicarle tres cuartos del metraje a su rostro bajo los efectos climáticos... Aunque, claro, lo mismo es que hay todo un tratado de filosofía del retrato y no nos hemos enterado de nada. Pero como tenemos a Gasset, no hay problema.
Saludos con cambio climático incluido.


Sunny day real state

Emo del bueno. Cuasidesconocidos por aquí e idolatrados por U.S.A., una de las puntas de lanza de este movimiento que suele ofrecer un 90% de mierda adolescente y sólo un 10 de verdades. Como ésta...


domingo, 14 de septiembre de 2008

La mano hueca

Hay ocasiones en las que nos cuesta decidir acerca del lugar que una película debe ocupar en nuestro imaginario personal. No queremos quedarnos cortos ni ser injustos, porque sabemos que seríamos incapaces de hacer algo similar. Tampoco lanzar apresuradamente las campanas al vuelo cuando carecemos de una perspectiva apropiada; pues ya se sabe que es el tiempo, y no otra cosa, el más digno juez que una obra pueda tener.
GODS AND MONSTERS es un trozo de realidad. Muy subjetivo y muy poético, pero atención al personaje que se nos describe y, sobre todo, en el momento que se nos describe. James Whale fue uno de los directores más geniales, imprevisibles, carismáticos y enigmáticos de aquel irrepetible tiempo de la Universal y su infatigable revisión de los clásicos de la literatura de terror. A estas alturas, deben ser muy pocos quienes no se hayan acercado de una manera u otra a este genio del cine; pero aún quedaba un pequeño e intenso fleco por desentrañar, e iba a ser Christopher Bram en forma de novela (prescindible) y Bill Condon con su apabullante adaptación posterior (10 añitos la contemplan ya) quienes tocaran por primera vez este asunto tan delicado. Y delicadísimo es el trato que Condon da al retrato de un hombre atrapado por su extrema sensibilidad, el rechazo de su homosexualidad (aunque no puede decirse que la escondiera) y su postrer retiro del mundo del celuloide (y del social) tras una carrera intachable y envidiada; magistral e inmortal. Al naftalínico mundo de Whale llega un fornido jardinero (Brendan Fraser en su mejor papel, no hay duda) y todo un mundo de sensaciones y recuerdos entrelazados se desatan súbitamente. Hasta aquí, GODS AND MONSTERS podría haberse quedado en un film ligeramente convencional y, al mismo tiempo, ligeramente audaz. Nada de eso, Condon parece imbuido del mismo espíritu de Whale y realiza una disección minuciosa de una personalidad terriblemente contradictoria; un genio orgulloso que se avergüenza de su pasado y que prácticamente reniega de gloria alguna. La magnética presencia de un Ian McKellen sublime, mimético, de oscar, dota aún más, si cabe, de un extraño halo lírico y onírico en el que nunca sabemos si Whale desea sexualmente a su jardinero o simplemente, tal y como él mismo puso en las imágenes de FRANKENSTEIN, toma prestada esa imagen de monstruo incomprendido en busca, no del reconocimiento de Dios, sino de la inaprensible calidez humana.
Aunque sólo fuera por el fastuoso trabajo de McKellen merecería la pena revisar este insólito drama interior que resulta tan difícil encontrar por tierras norteamericanas.
Saludos terrenales.

The young gods

Considerados como uno de los grupos más influyentes del sonido industrial de finales de los 80, estos legendarios suizos abrieron la lata de la que luego se nutrirían grupos como NIN o Rammstein. Uno de sus mejores temas es este "Rue des tempetes" de 1989. Buscad los parecidos razonables.


sábado, 13 de septiembre de 2008

Cenizas humanas

1948. Europa intenta volver a cierta normalidad, apartarse de una vez por todas del gélido terror que supuso la guerra. Los artistas plasman su conmoción en obras desoladas, pesimistas, grises... No hay lugar para el regocijo, se ha perdido demasiado.
Roberto Rossellini es el máximo exponente del cineasta incapaz de fundirse con su entorno para disociar la obra de su tiempo. Casi como un minucioso cronista, Rossellini nos lleva de la mano por donde en realidad no deseamos pasar, porque tememos quedar afectados de por vida. Preferimos mirar hacia otro lado, pero el maestro italiano insiste, es necesario entrar de lleno en la vileza al igual que la misma invadió las almas de millones de desgraciados en aquel tiempo. Se trata de un exorcismo visual. Se trata de sentirnos culpables aunque no hubiésemos nacido.
En GERMANIA, ANNO ZERO, Rossellini no enseña más que unos cuantos planos de una ciudad arrasada (Berlín) y de la conducta salvaje y desesperada de sus habitantes, sus supervivientes. Es la historia de un niño que pierde toda la inocencia de golpe; un niño que había vivido cómodamente y que se encuentra solo, trapicheando para sobrevivir, maltratado por los mayores (la ley del más fuerte). Quzá se nos quiera mostrar la acongojante figura de este niño como un pequeño rayo de luz entre la amoralidad reinante. Casi por primera vez, en cine, somos conscientes de las secuelas de la guerra y, de alguna manera, nos apiadamos de un pueblo que había sido verdugo con anterioridad. Se hace buena la máxima entonces de que nadie gana en una guerra, sólo hay derrotados.
La misma derrota que flota a lo largo de ese característicamente urgente y vital modo de narrar en imágenes que Rossellini poseía y que fueron los mejores momentos del neorrealismo que, muy probablemente, él mismo inventó. Pueda ser ésta una de las películas más duras a las que me haya enfrentado jamás y creo que resulta imposible sustraerse a esa ausencia absoluta de esperanza que recorre cada fotograma hasta llegar a un final que cae como una guillotina sobre nosotros y que no desvelaré por motivos obvios.
Devastados saludos.

Shearwater: "Palo Santo"

Otro descubrimiento que me ha llegado. Estamos que lo tiramos...


viernes, 12 de septiembre de 2008

Matalaúva Blues

Será que, como decía Dylan, los tiempos cambian que es una barbaridad, pero lo cierto es que se nos antojan complicados los designios por los cuales un autor, a lo largo de una dilatada trayectoria, con funde el ser fiel a sí mismo con autoparodiarse de forma desesperante. En fin.
Soy de los muchos que piensan que Bigas Luna es un tío honesto y con un gran talento, lo que parece no haber sido suficiente para convertirse en ese maestro del cine español a lo Buñuel más explícito o un Berlanga más intimista. BILBAO fue una pequeña conmoción en medio de las desconcertantes directrices que España iba tomando tras la transición. De todos es sabido aquel sórdido panorama cinematográfico llamado "el destape", que trajo más basura y oportunismo que un pretendido canto de libertades o denuncias. Y ahí entra Bigas Luna. El cineasta catalán crea un delicado a la par que contundente mundo propio basado en personajes obsesivos, conductas aberrantes y ningún rastro de autocomplacencia o conservadurismo ¿para qué?; el cine, como otros medios, tenía la obligación de mostrar todo aquello que el régimen había desdeñado, ocultado, perseguido y machacado. El acierto de Bigas Luna es hacerlo de forma natural y precisa, no con los típicos "¡que vienen las suecas!", como si los españoles fueran una raza aparte y no tuvieran perversiones propias.
La película en sí es un modernísimo retrato interior de un hombre atrapado por la obsesión que siente hacia Bilbao, una bailarina de striptease, encarnada por Isabel Pisano (otra licencia). Luego, la trama es tremendamente simple y descarnada, lo que le da ese inquietante aire amateur que descoloca en todo momento al espectador. Lo sigue haciendo ahora, con que imaginen hace 30 añitos. Todo es precsamente calculado por este hombre, que rapta a Bilbao, la lleva drogada a un apartado lugar y la convierte en OBJETO de sus fantasías. Esto es así. En una arriesgada incursión por los recónditos y oscuros recovecos de la psique humana, Bigas Luna nos enseña sin omitir detalles cómo una persona deja de serlo a través de la sumisión más absoluta y pasa a ser no más que un juguete en manos de una persona que es incapaz de satisfacer sus deseos. Cine crudo y conciso, explícito como su director, que luego, sobre todo tras su trilogía ibérica, no ha logrado levantar el vuelo al pasar de ser oscuro e intimista a facilón y provocador por exceso. Aún mantiene una extensa cohorte de fieles que celebra cada trabajo suyo, pero me parece que debía haberse exigido a sí mismo un poco más. En fin.
Maniatados saludos.

I feel love

Tremendo! Puro Disco Fever setentero. Cuando Donna Summer encontró el ritmo obsesivo y espacial de Giorgio Moroder surgió esta barbaridad que nuestros padres bailaron hasta hartarse y que se mantiene fresco y vigente hasta ahora. Me gustaría ver cómo sonaría actualmente en una pista de baile y cómo lo recibiría la gente.


martes, 9 de septiembre de 2008

Ecos

A menudo, en esto del cine, nos encontramos con buenas intenciones que resbalan por culpa de elementos que son ineficaces para lo que el director se propone. Puede fallar el talento del mismo director, aunque también éste puede salvar un desastre generalizado; puede hacerlo una mala localización; o malas interpretaciones; un deficiente guión, etc... Al mismo tiempo, la valentía y desparpajo de un director joven, si se suma a un notable dominio de su oficio y un gusto nada desdeñable por la adaptación, normalmente tiene como resultado una de esas curiosidades que marcan positivamente el devenir de dicho director.
En el caso del australiano Peter Weir, todo esto se cumple con certera precisión e incluso se magnifica, pues pudiésemos estar hablando de uno de los más reputados y respetados directores de los últimos treinta años sin haberse salido de parámetros estrictamente comerciales. Cine comercial, sí, pero de calidad.
Ya en 1975, con sólo 31 años y en su país natal, Weir abordó un dificilísimo trabajo de adaptación sobre la novela que poco antes había escrito Joan Lindsay y que narraba un misterioso hecho acaecido realmente hacia 1900 en Hanging Rock, un grupo montañoso de Australia. PICNIC AT HANGING ROCK es capaz de transmitir el ambiente insano y surreal de la novela con el mismo pulso que nos muestra bucólicas imágenes de adolescentes disfrutando de su día de picnic. Weir abre diversos frentes y en todos sale más que airoso. Por un lado, asistimos a la disciplina de un colegio de muchachas donde van a parar las hijas de clase alta tanto europea como norteamericana. En contraste, las rudas costumbres locales que repelen y atraen por igual a este numeroso grupo de adolescentes.
Todo va como tiene que ir, plácidamente y sin sobresaltos; y aquí Weir arriesga y acierta notablemente al no dejarse llevar por las prisas propias de su bisoñez, en vez de eso, nos muestra una serie de estampas dignas del mejor Renoir (padre) en las que nuestros sentidos se ven predispuestos para el extraño desenlace. Porque lo que ocurre luego es ciertamente muy extraño. El tiempo se detiene (literalmente), un sopor colectivo se apodera de la expedición y tres de las muchachas mas una profesora desaparecen sin dejar ni rastro. A partir de ahí, un halo de extrañeza invade el film, porque todo son preguntas pero no hay respuestas.
Y esto es, en definitiva, una de las películas menos conocidas de un director conocidísimo, que se puede disfrutar actualmente en DVD y que da toda una lección de cine de misterio casi sin presupuesto y con grandes dosis de imaginación.
Saludos sobre la hierba.

Pekenikes

El mejor grupo instrumental español de todos los tiempos ¿A que son ideales para un Picnic?


lunes, 8 de septiembre de 2008

Los guerreros también sueñan

Muchos apartes habría que hacer para no caer en la demagogia a la hora de hacer un juicio más o menos objetivo de Ken Loach. Demagogia, por otra parte, en la que el veterano cineasta británico sigue cayendo repetidamente en sus radiografías parciales de esa "otra" Gran Bretaña.
Pero Ken Loach, despojado de su militancia y vehemencia, que a veces le lleva a no tratar los temas con la justicia que él mismo propone, es, por encima de todo, un hábil e inteligente director de cine.
BLACK JACK es, digamos, su obra menos "loachiana". A caballo entre la epopeya costumbrista de Dickens y la fábula romántica de Thomas Hardy, esta rareza nos descubre una faceta casi enterrada de su autor y nos lleva por caminos que pertenecen por entero a la fantasía realista de OLIVER TWIST o TESS; mucho decir, quizá, pero en 1979 se llevó un premio significativo: el Fipresci en Cannes. Por lo que la crítica no dejó pasar en su tiempo esta delicatessen cruel, bella e irónica.
Se trata de la inocente historia de amor de un chaval espabilado y noble y una chica algo perturbadilla que se le escurre como una anguila. Y alrededor, gigantes y cabezudos. Una sopa deliciosa y de muchos condimentos que se desliza ágilmente por la pantalla y que siempre nos deja con ganas de más. Loach se olvida por un momento de embrollos políticos y genealogías traídas por los pelos y hace cine; y de entretenimiento; y de calidad; y asombra su capacidad (bueno, esto siempre lo ha tenido) para extraer hasta la última gota de veracidad de un actor.
La videoteca FNAC, junto con AVALON, que tanto y tan bien están haciendo por el séptimo arte, ha lanzado esta rara avis con atractivos extras. Una magnífica oportunidad de descubrir al cineasta que pudo ser, pero eligió su otro yo. Y bien que lo siento.
Saludos de época.

Just Jack

Bueno, aquí va una que creo que será del agrado de nuestra crítica musical, Espinetita... Con estrellitas en los ojos...


domingo, 7 de septiembre de 2008

Divide y vencerás




Con varios frentes abiertos, la mayoría de ellos positivos, LA SOLEDAD, de Jaime Rosales, gana el Goya a la mejor película. Significativo. En los insondables crisoles del sinedrín academicocinéfilo patrio, cualquier cosa puede pasar. Y dirán: "Coño, es que no estáis contentos ni con esto". Efectivamente, porque no se trata de quedar satisfechos con bonificaciones, como, por ejemplo, cree el presidente Zapatero con sus 400 o 2.500 (que esto parece ya un problema espartano), sino de crear armonías y sentidos donde sólo hay caos y favoritismos. Yo lo veo así: o desaparece de una puta vez esa gilipollez inútil que es la academia, y con ella arrastra al ministerio de cultura (me daría igual que fuese al revés...), o seguiremos embobados con tres o cuatro tonterías aborregantes al año y, lo que es peor, acorralando a los jóvenes creadores no sólo a base de presupuiestos y subvenciones que nada tienen que ver con el espíritu creador, sino alimentando su lado más infantil y prescindible; porque donde debieran reinar Ford y Hitchcock, en el subconsciente, empiezan a pesar "luminarias" tales como Tarantino o los Coen. Así nos va.
Rosales ganó el premio ¿y qué? Lo importante es su discurso arriesgado e inconformista; no sólo en lo estético (que también, y mucho) sino, por supuesto, en lo ético-narrativo. Porque LA SOLEDAD es una frágil (no endeble) historia de soledades, de gente que necesita a otra gente en una sociedad donde el calor humano no existe más allá de los inventados guetos familiares. Y LA SOLEDAD nos descubre a un potente narrador que hace bueno el discurso de Thomas Vinterberg acerca del fraude de Dogma95, del que fue precursor, aclarando que la verdadera transgresión debe nacer de lo que se cuenta y no únicamente cómo se cuenta.
En este caso, el uso que Rosales hace de la imagen partida en dos es totalmente justificable y golpea nestra percepción de forma inteligente y precisa. Es ésta una película que cuesta, como se dice en mi tierra, ná y menos, pero que sólo está al alcance de directores muy dotados, esos raros ejemplos que afloran de vez en cuando y que son poseedores de un rabioso mundo interior que ponen al servicio de las imágenes. De todas formas, sigo pensando que el principal hallazgo de Rosales estriba en que tiene el valor de continuar narrando (y muy bien) donde otros pondrían un previsible y trillado final, justo después de mostrarnos las cartas.
Es posible que la consecución del Goya (¿qué se envió a los oscar? ¿EL ORFANATO...?) suponga un paso adelante o se quede en mera anécdota, pero estoy expectante con esos nuevos creadores que han decidido rescatar la valentía de los clásicos y conjugarla con su personal forma de ver las cosas. Y es que ése es el único camino, la cosa es que quien se tenga que dar cuenta se dé cuenta; e incluyo, como no podía ser de otra manera, a los espectadores, piedra angular y verdadero sostén de arte y artistas...
Saludos en soledad.

Space between bodies

Uno de los mejores grupos de la escena española. We Are Balboa son el perfecto ejemplo de la deficiente promoción y distribución que sufren quienes no se pasan al lado oscuro de la industria. Los que tengáis oportunidad de verlos en directo, no os los perdáis, son la hostia.


sábado, 6 de septiembre de 2008

Monumentos

¿Hay algo que no se haya dicho ya de CASABLANCA?
Sí: que es una película horrible...
Tranquilos, tranquilos, no voy a acelerar mi suicidio aún. Soy de ese 99'99% que piensa que Michael Curtiz halló la piedra filosofal hace sesenta y cinco años ¡cómo pasa el tiempo para la humanidad! ¡qué demostración de inmortalidad!
Habrá dos o tres monumentos cinematográficos, no más. Entiendo por monumentos esas películas que ya no se pueden comentar, que no deben ser entendidas según los términos humanos, sino reverenciadas como exquisito lugar de peregrinaje y emoción.
Como en una experiencia mística, somos incapaces de entender qué mueve a esos personajes a la deriva, expectantes en la ratonera, alzando un último cuchillo de dignidad. Pero aquel tiempo marcó un antes y un después en las relaciones humanas. Las chicas miraban a los ojos a los (anti) héroes y los héroes fumaban, igual que ahora los malos. Y las cosas que se decían se escapaban como un torrente incontenible, como si esos personajes entre el miedo y el orgullo temiesen llegar demasiado pronto al final. a ese the end, mítico y sincopado, que deja abierto el campo de los sueños, justo donde ya el cine es consciente de haber cumplido su función.
Ya da igual si vemos CASABLANCA con nostalgia, devoción, curiosidad o avidez de nuevas interpretaciones. Da lo mismo, porque se trata de un monumento inalterable, que quedará ahí, observándonos a nosotros, los espectadores, mucho después de que todos hayamos desaparecido.
Y creo que me he quedado vacío... Saludos.

Escuchar, ver, sentir...

Con un nudo en la garganta, esos tiempos que nunca volverán... Si el cine tiene un significado esencial, si la música se desliza por las imágenes como un camaleón... Hay cosas que son indiscutibles.


viernes, 5 de septiembre de 2008

Ingenuidad sabia

Cercano a cumplir los noventa, Eric Rohmer deja en evidencia a culturetas desfasados (sí, sí. Los que son incapaces de coger una cámara porque carecen de discurso propio) y pipiolos desbordantes (y desbordados) de imágenes digitales. Precarios todos del más mínimo discurso coherente sobre por qué se hace el cine que se hace. Imagino a todos esos críticos babeantes, esperando en la sala de cualquier festival a soltar el hachazo y correr luego a sus guaridas de asalariado.
Hay que tener un par de cosas para, con 87 tacos, realizar una maravilla como LES AMOURS D'ASTRÉE ET DE CÉLADON: muchas ganas de contar cosas que ocurren de verdad y nos atañen a todos y, por supuesto, un buen par de huevos; en este caso, cocinados a lo largo de una intachable carrera de más de cincuenta años. Primero como crítico y luego como cineasta.
He leído un montón de barbaridades acerca de esta obra maestra contemporánea, y casi todas salidas de las mesetas cerebrales de quienes alaban BATMAN o SPEED RACER ¿? Soltar un discurso grandilocuente y metafórico sobre esta película sería una estupidez por mi parte, pues la fiel adaptación que Rohmer hace de la novela de Honoré d'Urfé es, ni más ni menos, el triunfo de la pasión juvenil (esa que tanta falta hace) sobre convenciones, creencias y tradiciones. No sé si el amor siempre vence, pero sí que siempre debería vencer. Y Rohmer ha sido, desde hace ya muchos años, fiel traductor de esas pasiones y desmanes (perdón por la apropiación) que hacen que nuestras ordenaditas neuronas se vuelvan locas y nuestro corazón lata no de sangre, sino de vida. A quien le moleste esto que se joda, peor para él.
Rohmer realiza un fascinante ejercicio de minimalismo donde otros más torpes (léanse Greenaway, Winterbottom o Gilliam [qué curioso, los tres ingleses...]) se dejarían llevar por un innecesario barroquismo; pues, insisto, se trata de un chico enamorado, una chica que no quiere ser fácil, las diversas pruebas que la vida pone a los amantes, las terceras figuras, los equívocos, las ansias... Sí, efectivamente: lo que nos pasa a todos cuando nos enamoramos. Y es en ese sortilegio, que muy pocos cineastas se atreverían a plasmar en imágenes, donde Rohmer encuentra su fuente de inspiración. Y es que yo, de mayor, quiero ser como él.
Pastorales saludos.

La "Pastoral" de Beethoven, por Karajan

En letras mayúsculas... DISFRUTEN.


jueves, 4 de septiembre de 2008

La vida de los espectros

Y también llegamos a Rivette.
Poeta inconcluso, cineasta ardiente, mago de realidades, deudor de sí mismo, maestro anfetamínico de posibilidades como sintagmas abrochados... Jacques Rivette emociona al pobre estudiante de la academia de cine, abochorna al crítico impotente y deja una hermosa estela de vida tras sus golpes de bárbara sapiencia.
¿De qué habla Rivette? Muchos piensan que se extralimita con los metrajes, con sus abruptos finales, con tanta "palabra interior"... A mí me gusta que sea así, aunque sea así. Porque es la idea que tengo del cine como artefacto cultural e indispensable.
HISTOIRE DE MARIE ET JULIEN es, una vez más, la mirada limpia de un hombre honesto sobre temas difíciles. Porque es difícil y escurridizo (tienta a los directores a escudarse en las interpretaciones) mostrar a dos seres que se aman, que el espectador llegue a ese amor a través de la pantalla, que pueda tocarse esa barahúnda de sentimientos. Debe ser.
Aquí, el maestro elige la mejor poción para destapar: dos seres diametralmente opuestos que se desean pero que aceptan su diferencia, su distancia y, como no, su derrota. Por un lado, un relojero que no quiere medir el tiempo y que arrastra una doble vida oscura y chantajista. Por el otro, un fantasma.
Rivette no busca una típica historia de fantasmas, ni se embarca en sentimentalismos dulcificadores. Le interesa narrar a toda costa, penetrar en la psique del espectador mediante la potencia de sus imágenes. Marie encarna a una persona que no existe y, al igual que la Morel de Bioy Casares, no significa ni quiere significar; en este caso, sólo amar, pese a su intangibilidad. Pero qué real se nos muestra este ente que, muy probablemente (y muchas escenas lo dan a entender), sólo quepa en el desquiciado mundo interior del relojero. Paradoja ésta que nos hace reflexionar sobre las incoherentes (a veces) claves de ese otro cine explícito que, en realidad, es un alma en pena. Nunca olviden a Rivette, es otro de los que puede enseñarles mucho de esta cosa que es el cine.
Seguiré defendiendo esta forma de hacer (y ver) cine, porque si no, entonces estamos totalmente perdidos.
Saludos inventados.

Evangelista

Carla Bozulich compone e interpreta con la mirada puesta en el espectro que, tímidamente, no termina de presentarse.


miércoles, 3 de septiembre de 2008

Orgasmo cinéfilo

Algunas veces he quedado (impresionado no sería un término correcto) cavilante ante el dificilísimo ejercicio de comprender motivos y filiaciones de la cultura norteamericana. Tras esas barras y estrellas late un sentir que es cercano pero que se nos escapa. Una sensación muy extraña y que emborrona desagradablemente las buenas pulsaciones, que también son muchas.
Nunca he admirado a George Lucas como director de cine porque no me parece un director de cine, así de sencillo. Pero justo antes de que este mercader de las emociones decidiera inaugurar ese parque temático llamado STAR WARS, Lucas tuvo una última y clarividente visión, casi lo podría llamar un orgasmo cinéfilo. En poco menosde dos horas, condensó cada molécula del inasible imaginario americano, lo agitó dentro de un recipiente cuasimitológico y dejó que los personajes (no por estereotipados menos ciertos) hablaran.
Hay un indescriptible tono agridulce en AMERICAN GRAFFITTI que no sólo la convierten, de lejos, en el mejor trabajo de Lucas, sino que la elevan a la categoría de palimpsesto estadounidense. Nos complace muchas veces el descargar nuestros miedos y frustraciones sobre el amigo americano, no lo negaré, ¿pero nos hemos preguntado de dónde viene todo esto? ¿Por qué esos marcianos tan terrenales nos parecen al mismo tiempo pérfidos e ingenuos? ¿capaces de lo mejor y lo peor sin apenas inmutarse? Grandes misterios de la democracia, diría Rousseau.
La película en sí, para los pocos que aún no la hayan visto, no cuenta nada más que el último paso de unos personajes enclavados en esa ingenuidad delirante que resultó de los años de la II guerra mundial y la consiguiente guerra fría con el bloque soviético. Estados Unidos fue, a partir de entonces, el centro del mundo, y sus pobladores, adalids de la libertad y los valores democráticos.
Lucas acierta de pleno al dejarnos a estos personajes tan típicos absolutamente al descubierto, por lo que el alarmado europeo agradece sobremanera esa guía de arquetipos y se siente más cercano que nunca a ese "otro mundo".
Luego, el ritmo es impecable; la música impagable y las actuaciones logran que nos olvidemos de que todo ese microcosmos nunca más volverá. Lo sabemos.
Saludos rockeros.

Buddy Holly

Una joya. El video que dio a conocer a un grupo que marcó tendencia. Para mí, son fundamentales y sólo han ganado con el tiempo; el video, visto con perspectiva, es simplemente una pasada.


martes, 2 de septiembre de 2008

El hermoso engaño

Porque ¿qué es sino un hermoso fraude esto del cine? Hablamos de películas "realistas" sin pararnos a pensar que se trata, por encima de todo, de una representación más o menos dramática de las inquietudes humanas. Luego está el acierto del autor/director, saldada con mayor o menor fortuna, claro. Lo dejó bien claro Orson Welles con su controvertida F for FAKE, que no sentó nada bien a supuestos "artistas" que no le llegaban al maestro ni a la suela de los zapatos. En fin...
Luego, se nos ha engañado mejor o peor, porque, curiosamente, este arte nos satisface cuando se nos ha engañado de forma convincente, cuando desaparece la noción de "engaño"... Vaya cosas ¿eh?
Hace unos años, un film de inexistente presupuesto, realizado por dos jóvenes estudiantes de cine, conmocionó a la opinión cinéfila. THE BLAIR WITCH PROJECT hizo el más difícil todavía: crear un nuevo subgénero que, aunque enclavado en el cine de terror, rizó el rizo con un ingenioso sistema de marketing, que presenaba el documento como real. A estas alturas, supongo que habrá poca gente que no la haya visto, así que me ahorro un debate ya insustancial yme quedo con lo mejor: que la película cumple con creces con su cometido, que no es otro que asustar. Y lo hace sin mostrar violencia, ni monstruitos, ni nada que no sea un extraordinario uso del fuera de campo. A diferencia de aquel primitivo experimento con "caníbales", aquí se nos va introduciendo sutilmente en una absorbente atmósfera, por lo que el espectador pierde la noción de estar viendo una película y cree asistir a una grabación cámara en mano, lo que termina siendo la gran baza de este film.
Son muchos los detractores a toro pasado, pero creo firmemente en este tipo de terror basado en la manipulación del subconsciente y no en artilugios y artificios.
Lo más terrorífico: esos últimos minutos que aún me ponen la carne de gallina, con los actores corriendo desorientados por una casa en ruinas y desembocando en la imagen que encabeza este comentario. Cuando la vi en su estreno, puedo asegurar que muy poquitos lograron vencer esa tendencia a no mirar cuando la cosa se pone tensa.
Saludos embrujados.
Y ahora me voy con mi amigo Charly a tomarme unas birras. Hala!

Brujería: "Revolución"

Sin pelos en la lengua. Este crudísimo combo mexicano, censurados por sus letras y (sobre todo) portadas explícitas, siguen manteniendo una vasta legión de seguidores en todo el mundo. Su secretismo, la incursión de incontables miembros de otras bandas y los controvertidos temas que tratan les mantienen en la cresta de la ola metalera. Salud, cabrones!!



lunes, 1 de septiembre de 2008

Una mujer por dentro

Si ya es difícil encontrar papeles dignos para una actriz en el cine actual, cuando se trata de una sexagenaria la cosa ya es casi una utopía. Afortunadamente, todavía hay quien sabe buscar las historias donde otros piensan que sólo hay rutina.
Así, Roger Michell, autor de la soporífera y previsible NOTTING HILL, gira en redondo y se descuelga de ese ambiente dulzón y gastado con una propuesta que, paradójicamente, pasó desapercibida, lo que no deja de ser sintomático.
THE MOTHER comienza con una serie de planos cortos, a quemarropa, que deberían formar parte de la historia del cine. Una pareja de ancianos (sesentaytantos) despertándose, con todo el peso de la rutina sobre ellos, con la voz en off de una mujer que odia su vida pero no se queja; las zapatillas de fieltro bajo la cama, el té de todos los días, la rutina, la rutina, la muerte...
Desde esos estremecedores primeros minutos, la idea de la muerte como única salida se hace patente. Vemos las dos caras de una mujer, por delante buena esposa, por detrás esclava de un matrimonio no deseado que ha hecho de ella lo que nunca quiso ser.
El marido muere y el cambio es patente y la propuesta de Michell asombrosamente arriesgado. La mujer (la madre) se instala en casa de su hijo y allí se encuentra el fornido Daniel Craig realizando trabajos de reforma y, de vez en cuando, acostándose con la hija, que también se deja caer por allí. En estas, surge la pasión dormida de una mujer que recupera una sexualidad que nunca había perdido. Anne Reid, conocidísima actriz de teatro y televisión británica, salta sin red, en todos los sentidos. Simplemente, para que me entiendan, se pasa por la piedra a Craig, y puedo asegurar a quien no la haya visto que se tratan de tórridas imágenes sexuales y no de manoseos cutres.
El tema, ya de por sí, es escabroso si se expone a un juicio de moral pública, pero es que Michell se atreve aún más y destapa a Craig como un simple chantajista que se aprovecha de la situación para lucrarse, mientras la extasiada y enamorada "madre" es incapaz de ver más allá de sus renovadas hormonas, por lo que se producen algunas imágenes que rozan el patetismo e incluso el masoquismo más desaforado.
He aquí un director con talento y valor que es capaz de desmarcarse de una trayectoria que se suponía ascendente y muy comercial, para adentrarse en terrenos más personales, con personajes de gran hondura psicológica y enfrentándose (como sólo los grandes se atreven) a cualesquiera prejuicios conservadores. Aunque, en su favor, tampoco está nada mal contar, nada más y nada menos, que con Hanif Kureishi en el guión. Muy muy recomendable.
Maternales saludos.

Las madres del cordero

No sé si fueron las mejores madres, pero sí las que más inventaron. En 1968, la BBC se atrevía a poner cosas como estas. Qué ¿que no vamos hacia atrás?


... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!