lunes, 29 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #52



Griffith rodó una comedia ligera en 1928 titulada THE BATTLE OF THE SEXES, en la que adelantaba gran parte del consistorio de Hollywood en esta materia para los siguientes treinta años y, de paso, demostraba su versatilidad, adaptándose a casi cualquier género. El resultado, sin ser nada espectacular, sí es eficaz y cumple con su cometido, que no es otro que entretener a la par que instruir moralmente a una sociedad que el viejo maestro consideraba fatalmente casquivana. Para ello contó con una de las primeras blonde fatale del cine, la explosiva Phyllis Haver, que interpretaba a una señorita irresistible y amoral que intenta trajinarse a un señor mayor, casado y con hijos, que curiosamente recayó en el magnífico actor danés Jean Hersholt, que apenas superaba los cuarenta años. El film comienza con un tono decididamente cómico, para concluir flirteando con la tragedia cuando la hija del embelesado descubre lo que ocurre e intenta convencer a su padre del error que está cometiendo. Bastante más plana que otros trabajos similares de Griffith, resulta curioso comprobar, sin embargo, cómo ya en esta última época las imágenes filmadas aún por Billy Bitzer podían demandar incluirse en un primigenio sonoro; porque, incluso en eso, hablamos de genuinos pioneros.
Saludos.

domingo, 28 de febrero de 2016

Rincón del freak #226: Con el carné caducado



No he podido ver todavía la última película de Isabel Coixet, que estaba nominada en los Goya, pero sí que vi la anterior... Y si me dicen que la ha hecho otro, me lo creo. LEARNING TO DRIVE es poco más que una sucesión de topicazos más o menos reconocibles que intenta ser una comedia "con mensaje", pero que acaba en el cajón de las naderías prescindibles o trabajos alimenticios, que no digo yo que no sea necesario para el mantenimiento de una carrera cinematográfica, pero que a ésta le aporta muy poca cosa aparte del recaudo, y tampoco es que la cosa haya sido un disloque.
A esta película no la salvan (y es sintomático) dos pedazos de actores como Ben Kingsley, en uno de los papeles más ridículos que le recuerdo, y la gran Patricia Clarkson, a la que se le debe reconocer el mérito de seguir obteniendo papeles en Hollywood con su edad. Ambos son, atentos, un inmigrante Sij que trabaja como taxista y dando clases de conducir, y una crítica literaria. Ella está en un traumático proceso de divorcio y él la va a enseñar a conducir como terapia... Efectivamente, es tan tonta como parece...
Saludos.

sábado, 27 de febrero de 2016

Gimnasia visual



VICTORIA no es española, pero podría serlo. Su protagonista sí lo es; el resto, no. VICTORIA dura más de dos horas y está rodada en un solo plano, en tiempo real... ¿Que qué tiene que ver una cosa con la otra? No, nada, pero sirve para poner en situación a quien sienta curiosidad por ver esta película, porque nada incidental ocurre en su sináptico guion, trufado de saltos que, si bien insuflan verosimilitud a su complicado formato, lo cierto es que no le permite rematar la faena como uno, después de medio sonreír ante el alarde técnico, esperaba ansiosamente.
No me gustaría desvelar mucho de la trama, apenas que la cámara acompaña a la actriz Laia Costa desde un local nocturno hasta las calles de Berlín, donde conoce a cuatro tipos que, francamente, mucha confianza no dan. Todo lo que pasa a partir de entonces es una lucha constante por conciliar el entretenimiento y rebajar el grado de estupefacción, porque VICTORIA es cualquier cosa menos una película romántica; es agresiva, hostil, desalentadora y con un punto glacial que al menos ayuda a situarnos en una ciudad donde incluso un grupo de impresentables mantiene las formas, porque los alemanes no son de aspavientos, sino de ir a la verdad, ya saben... Tiene dos o tres escenas fantásticas, de gran potencia evocadora, pero llega un momento en que inevitablemente desfallece y toda posibilidad de sorpresa desaparece. Tras unos agotadores 140 minutos, la pregunta más común es "...¿Y?..."
Pues eso.
Saludos.

viernes, 26 de febrero de 2016

Bajo el baobab



THE LITTLE PRINCE, EL PRINCIPITO, pudo verse en el pasado Festival de Cannes, y el recibimiento no pudo ser mejor para un film con una misión más que complicada: aportar algo a la inmortal obra de Antoine de Saint-Exupery, respetando sus reglas íntimas y además con un trabajo de animación que conjuga las novísimas técnicas digitales y un maravilloso stop motion. Ambas quedan plenamente justificadas por la historia principal, que cuenta la llegada de una niña junto a su hiperorganizada madre a un barrio de casas adosadas, donde tienen por vecino a un destartalado anciano que no pega en ese entorno asepsiado. La historia la conocemos (la original), y Mark Osborne, con una larga carrera en la animación, consigue, junto a la guionista Irena Brignull, que todo cobre sentido en el momento más difícil. Bien pareciera un simple gancho, escoger a caballo ganador, con una obra incontestable, pero nada más lejos, este "Principito" tiene dos cosas que considero estimables en estos tiempos: un mensaje de esperanza para la animación, fuera de toda cursilería, que no sé por qué ha de asociarse al público infantil, y un puñado de momentos de gran emoción, con ese pequeño personaje preguntándose por qué nos seguimos empeñando en no ser felices, si el, en su pequeño planetita tiene mucho más de lo que necesita...
Es precisamente entonces cuando entendemos la alegoría y desciframos la identidad de ese aviador que todavía no se ha olvidado de volar.
Saludos.

jueves, 25 de febrero de 2016

El universo desde una habitación



Una especie de "compleja sencillez" preside el escueto metraje de MEKONG HOTEL, que no llega a una hora pero le sobra a Weerasethakul para construir una fascinante historia sobre amantes perdidos, almas que vuelven al mundo reencarnadas en quién sabe qué y fantasmas devoradores de entrañas. Descrito así, bien parecería que estamos ante un ultragore, pero nada más lejos, porque se trata de una hermosa reflexión en clave semidocumental que indaga con calculada calmosidad qué ofrecemos a los demás cuando no tenemos nada. Mecidos por los dulces acordes de una guitarra española (elemento clave para comprender el devenir de los personajes) y con el espacio único de una habitación de hotel a orillas del Mekong, los encuentros tienen menor importancia que las historias que se cuentan; el tiempo se diluye y el presente cobra un aura de encantamiento. Los vivos entablan conversaciones con los muertos, les cuentan sus problemas y ambos terminan por aceptar sus respectivas soledades; porque el muerto suspira por volver a ser carne y el vivo por morir y reencarnarse en una vida menos infeliz... Incluso un simple tronco que va a la deriva por el Mekong, y que cierra con sabiduría cinéfila este bellísimo poema acerca de la existencia. Así de simple.
Saludos.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Hay que quitarse todas las máscaras



Sí, soy yo, el que ha atizado inclemente a Alejandro Amenábar a lo largo de estos casi ocho años de blog. REGRESSION me gusta... Curioso ¿no? Aunque he leído por ahí que es muy posible que esta película, curiosamente, guste a quienes no han comulgado con las ínfulas y pretensiones anteriores del director español. Tiene sentido, REGRESSION es un thriller de los que gustamos en llamar "sólidos"; parece que Amenábar va a jugárnosla otra vez con sus puertas falsas e hiperbólicos desenlaces, pero esta vez ha preferido apoyarse en dos o tres cosas que siempre vienen bien cuando hay un intento por relanzar una carrera. Los actores están muy bien, sobre todo Ethan Hawke y un sobrecogedor David Dencik, que protagonizan dos o tres cara a cara magistrales. El uso de la música del estupendo Roque Baños es menos enfático, y ayuda a mantener el clima de extrañeza que va creciendo poco a poco. El guion es el punto fuerte, porque, al contrario de lo que hayamos pensado viendo esos malditos trailers, ésta no es una película de terror, y en su punto culminante ni siquiera de suspense. Ésta es una película acerca de lo complicado que es luchar contra los demonios de la mente, donde el bien y el mal se entrecruzan libre e impunemente; y es una película de derrotados, porque al final nadie ha logrado su propósito, ni los malos, porque tampoco es que sean "malos", ni el bueno, porque ha estado todo el tiempo mirando en la dirección equivocada hasta que es demasiado tarde para rectificar.
En suma, una película sin golpes de efecto, construida desde un modelo saludablemente clásico y que, al menos a mí, por el momento, me reconcilia con su director, del que espero que logre relanzar su trayectoria si es que la línea por la que va a continuar es ésta.
Saludos.

martes, 23 de febrero de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #7



Es a partir de LES RENDEZ-VOUS D'ANNA que el cine de Chantal Akerman intenta buscar caminos de entendimiento menos radicales, aunque sin abandonar su personal sentido del ritmo y la narrativa. A mí me parece un ejercicio "tardío" de nouvelle vague, como si hubiese intentado dejar conclusa una etapa que, al menos por edad, apenas la rozó, aunque aún haya quien se empeñe en rastrear inútilmente trazas que son en su mayoría superficiales. Es, de nuevo, un retrato en primera persona; Anna es Akerman, también directora de cine, incesantemente itinerante y en constante búsqueda de ella misma. Anna se encuentra en Alemania, llama a su familia, pero no sabe de qué lugar está más lejos, si del sitio al que ha viajado o de su casa. La dificultad de identificar en qué sitio está su verdadera casa la lleva a seguir moviéndose, a mantener relaciones esporádicas que no le aportan nada y a tener esa sensación angustiosa y autodestructiva de querer tirarlo todo por la borda en un solo instante. Akerman vacía de poses a su protagonista (la gélida Aurore Clément) y la muestra efectivamente estupefacta, cuando no paralizada; sus actos, decisiones y palabras definen a la persona "no hecha", no por ser inmadura, sino por el horror que la propia madurez le provoca.
Menos intensa que sus obras capitales, resulta difícil reconocerla como una posible continuación de sus otros retratos femeninos, porque no lo es; pero la película, una vez se le ha cogido el ritmo, vuelve a ofrecer una lección de modernidad, al tiempo que refrenda la posición de privilegio de una directora que usó como nadie sus miedos y debilidades para construir un discurso propio.
Saludos.

lunes, 22 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #51



DRUMS OF LOVE, de 1928, fue un grave tropiezo en la filmografía de un Griffith ya totalmente incapaz de superar los obstáculos que el sonoro le empezaba a plantear seriamente al cine mudo, que iba arrinconándose involuntariamente hacia la marginalidad. Se trata de un destartalado melodrama de época que narra las vicisitudes de una joven princesa europea en un punto indeterminado de Sudamérica, que se ve obligada a casarse con un duque jorobado para poder mantener su posición social, aunque en realidad está enamorada de su hermano... Sí, por supuesto que entiendo la dificultad de entender una trama incestuosa en el cine clásico, pero no es peor esto como el plomizo ritmo del guion, con interminables escenas entre los tres personajes principales, sin que ninguno aporte ni esclarezca gran cosa. He leído que se trata de una adaptación libre de la ópera de Tchaikovsky, "Francesca da Rimini", pero francamente, he sido incapaz de encontrar una conexión que valide dicha afirmación. Un título muy menor de Griffith, que ha quedado simplemente como una curiosidad en el ocaso de su imponente carrera como director.
Saludos.

domingo, 21 de febrero de 2016

Rincón del freak #225: Todo por la pasta...



La explicación es sencilla: como han sido los Goya y no me he enterado de nada, me parecía de justicia ir soltando algunas películas que he visto recientemente y que, efectivamente, han estado en dicho premio, optando con mayor o menor medida a llevarse el busto del gran Aragonés, que no es ni un entrenador de fútbol ni un bloguero que dice que sabe mucho de cine...
En fin, que si yo les digo que hace tres años Emilio Aragón hizo una película con Robert Duvall tienen todo el derecho del mundo a rascarse la cabeza y preguntarse qué estamos haciendo mal. Pero seamos justos, porque A NIGHT IN OLD MEXICO es bastante interesante hasta que Aragón decide que ya está bien de la lección de vulnerabilidad y patetismo de este pedazo de actor y que empiece el show. Y es que no sé muy bien cómo describir una película a la que se le nota mucho de qué fuentes bebe y cómo ha asimilado esos tics del "cine de frontera", sea eso lo que sea. Es moderadamente entretenida, sin muchas aspiraciones, pero tiene un trasfondo extraño para ser un artefacto de quien es. O explíquenme si lo que yo vi no fue a un tipo capaz de cualquier cosa por quedarse con un dinero que además de no ser suyo procede de asuntos más que turbios... Francamente, mucho ejemplo al nieto tampoco le estaba dando vaya... Bueno, pero el malo es Luis Tosar, claro...
Una frikada como un piano, pero Emilio Aragón ya puede decir que ha hecho una peli con Robert Duvall...
Saludos.

sábado, 20 de febrero de 2016

Vida prócer: el cine de Hong Sang-soo #17



Retomo con no poco gozo el encuentro sabatino con Hong Sang-soo, con las obligadas distancias temporales que debemos agradecer a la horrible distribución que el director coreano aún tiene en nuestro país. Sea como sea, de 2014 es JAYUUI EONDEOK (HILL OF FREEDOM), una maravillosa miniatura de apenas una hora en la que existen tantas variaciones internas como la propia filmografía de su autor. La historia, cómo no, intrascendente, es una mera excusa para sondear el precipicio humano y sus imperfecciones; es como si Hong Sang-soo, al hacerse mayor y (suponemos) más maduro, intentara reducir sus líneas argumentales a su expresión más básica.
Un japonés llega a un pequeño pueblo buscando a una mujer. Suponemos que se aloja en un hostal durante algunas semanas, en las que indaga sobre el paradero de la que fue su amante; al no saber coreano, todos los diálogos son en inglés y repletos de equívocos, lo que da pie a todo tipo de encontronazos y malos entendidos. La narración en rompecabezas rompre la linealidad temporal y crea un clima de extrañeza, con el que el director pone a prueba inteligentemente los absurdos prejuicios con los que damos por sentados los acontecimientos rutinarios. Como en IN ANOTHER COUNTRY, asistimos al desconcierto de un "cuerpo extraño" hasta que éste es asimilado e incorporado a un trozo de sociedad; lo curioso, en este caso, es que la mujer buscada sólo aparece al principio y al final, brevemente y leyendo las cartas de su amante japonés. La mujer está enferma, recuperándose en un sanatorio, y para cuando sale apenas queda un día para la marcha de quien la ha estado buscando. Pero no nos equivoquemos, la excusa romántica es apenas un McGuffin tras el que terminamos aborreciendo las relaciones estables y familiarizándonos con las esporádicas... Es decir. como la vida misma, todo se tambalea, nada es absoluto y apenas podemos ser ejemplo de nosotros mismos...
No estrenar a Hong Sang-soo tras dos décadas de actividad define la temperatura cultural de este país. Lo constato una vez más, por si acaso...
Saludos.

viernes, 19 de febrero de 2016

German. Rodar pese a todo #6



... habéis llegado, habéis venido. Habéis traído. El conocimiento, la luz, la distinción desambiguada de las cosas. Ahora, aquí estáis. Y el tiempo es caminar, el martirio es caminar. Porque no hay nada que aprender, ni tampoco ignorar. El libro de notas está vacío y lo que queda es observar a los gusanos arrastrarse y comer de la carne muerta. El tiempo, este tiempo, pasará, pero no nos tocará a nosotros hacer líneas en cuanto a ello. Ese será otro mundo. Pero quien sufra la locura de la eternidad debe tragarse toda la inmundicia, vomitar y volver a tragar su vómito aún caliente. El que no toca ni es tocado busca la frescura en el fango y ha olvidado si buscaba alguna cosa o alguna persona. La locura es incontinencia y el cansancio tranquiliza a los condenados. Todos, todos ellos. Todos no pueden hacer otra cosa que ir, y venir. El ruido es como el frío. Morir, caerse y fundirse en el lodo o en el agua negra es silencio. Otros vendrán después de estos observadores, como otros estuvieron en un tiempo anterior y agacharon sus ideas. Habéis traído las ideas... ¡Y de qué poco nos han servido!...

jueves, 18 de febrero de 2016

Los poemitas 3



Rematamos la extensa nómina de cortometrajes de Apichatpong Weerasethakul con dos trabajos muy similares, si no en la forma sí en el fondo. ASHES, de 2012, es una trepidante sucesión de instantáneas captadas por el director con su LomoKino y que aparentemente parece una visión optimista y colorista de un país ancestralmente refractario a los cambios radicales. Lo que se cuenta en realidad es el desencanto de la juventud, atrapada por un sistema económico que les obliga a abandonar sus lugares de origen; tanto o más importante es el proceso de despersonalización e incapacidad para conciliar distintas sensibilidades, punto capital en la filmografía de AW y que queda corregido y aumentado en el siguiente corto.





Porque VAPOUR, premiada en el Festival de Busan del año pasado, parece el fantasmal retrato de un pueblo, Toongha, cuyos habitantes sufren el abandono consciente del gobierno, que les ha condenado a vivir en condiciones infrahumanas, Weerasethakul lo escenifica gloriosamente en la literal desaparición de los cuerpos, las casas, las formas conocidas, bajo la influencia de una espesa niebla (el "vapor" del título) que lo fagocita todo hasta no dejar un solo rastro visible de una comunidad que lucha sin armas por la conquista de su propia dignidad.
Saludos.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Remar y remar



CLOSET LAND es una película que fue concebida para "gustar" a toda costa, y eso no funciona. Tengamos en cuenta que se trataba de un proyecto de Amnistía Internacional repleto de buenas intenciones, fundamentalmente la denuncia de los abusos de poder que "algunos gobiernos" ejercen sobre la ciudadanía. Efectivamente, la inconcreción de es mala aliada, porque se sabe el "qué", pero no el "por qué". Además, desconozco si fue por falta de presupuesto, pero el espacio único aquí deviene, más que angustia, tedio; no se consigue el repóquer de las grandes obras de teatro, que es filtrar en la imaginación del espectador cualquier cosa que se esté desarrollando fuera del escenario, aun cuando lo único visible es, claro, dicho escenario. Buen teatro o mal teatro, que aquí es mal cine, mal rematado por una directora inexperta y de la que poco se ha sabido después.
¿Que por qué la uso para rematar mi mini-homenaje a Alan Rickman? Pues porque Rickman (y en mucha menor medida, Madeleine Stowe) es capaz de sostener, hacer creíble y expandir fuera de sus fronteras este anticuado tour de force psicológico, ridículo ya desde su propio argumento y presentación de personajes (¿Una escritora de cuentos infantiles torturada por sus ideas?... ¿es esto una alegoría deeper than mind, o me estoy perdiendo algo?). El despliegue de facultades del actor británico es tan descomunal que se come con patatas a la Stowe, tan recatadita como siempre, y no lo digo por decirlo, sino porque los responsables del film debían haberse dado cuenta de que si quieren plasmar a un torturador intentando quebrar la resistencia moral y mental de alguien retenido contra su voluntad, cada segundo debe aspirar a hacernos volver la cara por insoportable; en cambio, TIERRA DE ARMARIOS (es que tampoco entendí el título) se ve con pocos sobresaltos y menos dilemas morales. Es decir: la perfecta definición de cómo una película es incapaz de estar a la altura de su intérprete principal...
El día 21, Alan Rickman hubiese cumplido 70 años. Felicidades de todas formas, Mr. Rickman...
Saludos.

martes, 16 de febrero de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #6



NEWS FROM HOME, de 1977, es un magistral ejercicio de concisión e intencionalidad narrativa. Concebida como poco más que una colección de postales rodadas en su estancia en Nueva York junto  a su inseparable fotógrafa, Babette Mangolte, Chantal Akerman reincide en su estilo circular y asfixiante, mostrando la "amable hostilidad" de las calles neoyorquinas, casi siempre vacías o atestadas de gente, mientras recita con fría impasibilidad las neutras cartas que su madre le va enviando y que, según la propia directora, raras veces se molestaba en contestar. Son palabras asépticas, formales, que hablan sobre la graduación de su hermana Sylviane, del estado de su familia, pero que repite una y otra vez el mismo mantra: "no sabemos nada de ti desde..."; "nunca nos envías una foto"... Con apenas un par de trazos, Akerman es capaz de desnudar la intimidad que nunca se cuenta, la de la familia que deja de ser refugio impuesto y comienza a verse como un potente atractor, un chantaje extrañamente sinuoso y difícil de evitar. Es terreno de los grandes contadores de historias, los que camuflan con desnudez, los que desconciertan al espectador sin que nada importante parezca ocurrir ante ellos. En 85 minutos angustiosos y tristísimos, casi deseamos que esa persona que decidió cruzar un océano para poder expresarse con libertad llegue a encontrar alguna calidez en las terribles calles que retrata, aunque eso suponga soltar el lastre que numera en epístolas...
Saludos.

lunes, 15 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #50



La película de hoy, sin que sirva de precedente, tiene su miga... A ver que no sé por dónde empezar...
Bueno, primero es que ni siquiera puede considerarse una película de Griffith propiamente dicha, aunque al maestro lo llamó in extremis la United Artists para que salvara, en la medida de lo posible, el desastre iniciado por el inexperto Del Lord, que tenía como bagaje algunos cortos con Billy Bevan y cuyas únicas glorias fueron el serial de "The 3 Stooges" y el fallido intento de recuperación de Buster Keaton en los cincuenta. De hecho, la productora quiso contar antes con la talentosa directora Lois Weber (la primera mujer de la Historia en dirigir un largometraje), pero ésta declinó horrorizada ante el indisimulado racismo de la trama. Y es que TOPSY AND EVA era como el reverso reaccionario de "La cabaña del Tío Tom", un alocado slapstick sobre las "incapacidades" de la pobre Topsy, una esclava que fue comprada por la ama Eva por una mísera moneda. Ni siquiera la aportación final de Griffith salvó a esta discutible cinta del fracaso más absoluto, pese a que sus protagonistas, las hermanas Duncan, llevaban algunos años representándola en Broadway. Y es que ya parecía indiscutible que el mudo tendría que dejar paso al sonoro; hecho éste que en nada justifica el sinsentido que fue trasladar un musical a unas imágenes silentes que, como mucho, han quedado como denuncia viva del racismo que palpitaba en Hollywood en aquellos años.
Saludos.

domingo, 14 de febrero de 2016

Rincón del freak #224: Bolsas de comunidad contra biblias epidémicas



THE CARRIER es una película de 1988 de esas que algunos pocos vieron en su momento en VHS y que después cayó en un olvido que posiblemente sea bastante justo, aunque haberla visto recientemente descubre algunos aspectos cuanto menos interesantes. La película es mala, porque está mal realizada, mal interpretada y con un diseño de producción que debió salir baratísimo, ya que los actores llevan un atuendo compuesto por bolsas de basura amarradas... Así las cosas, lo poco salvable es su demencial argumento, en el que un tipo no muy popular es infectado por un ser sobrenatural, haciéndole portador de un extraño don: cada cosa que toca se convierte en una especie de objeto maldito que "devora" literalmente a quien lo toca posteriormente. Es aquí donde la película tiene algo de interés, en su planteamiento, y no parece casual que el primer objeto sea una biblia, o que el pueblo entero se refugie en la iglesia. THE CARRIER sigue la estela de películas de corte más o menos apocalíptico de aquella época, y se le notan las buenas intenciones a Nathan J. White, autor también del guion y del que ya nunca más se supo; y aunque tira mucho para atrás la ineficacia de los actores, los movimientos arbitrarios de cámara y la música hecha con Casiotone, da que pensar la degradación de los habitantes de un pueblecito normal y corriente, convertidos en asesinos sanguinarios para salvar su propia vida, y que, por ejemplo, echan mano de cualquier animal para comprobar si lo que van a tocar les matará o no.
Sí amigos, tiene su gracia... aunque no tanto cuando nos sorprendemos pensando que en nuestra adolescencia nos tragábamos estas cosas como palomitas de maíz... En fin...
Saludos.

sábado, 13 de febrero de 2016

Variaciones para un cambio



Aparcamos de momento la filmografía de Bruno Dumont con el que es hasta el momento su último trabajo. Fechada en 2014, P'TIT QUINQUIN es una miniserie de cuatro capítulos que se emitió por el canal Arte y que llegó a presentarse nada menos que en Cannes. El cine de Dumont, creo yo, no admite análisis al uso, porque ello le hace perder gran parte de su verdadera valía, la de una obra dedicada a abrir caminos desde el lugar más abrupto, una disonancia rítmica que encuentra perfecto acomodo en sus actores, la mayoría improvisados, casi siempre recitando sus líneas desde un rictus impasible, que parece querer desfigurar el rostro hasta el paroxismo. Ésta es la historia de un pueblo en el Pais-de-Calais, un niño bastante gamberro que monta en bicicleta y tira petardos y esconde una desafiante humanidad tras un labio leporino y un audífono que no le impide absorber cualquier detalle. La Policía Nacional llega para investigar un extraño suceso, son el Comandante Van der Weyden y el Teniente Carpentier; un misántropo que parece más interesado en las costumbres locales que en la investigación y un hierático conductor a dos ruedas... El suceso es una vaca rescatada muerta de un búnker al que es imposible que haya accedido y el descubrimiento de diversos restos humanos en su interior.
Pero digamos alto y claro que Dumont es capaz de descolocar a cualquiera que piense tener la clave de una serie detectivesca. Esta no lo es, pero es muchas cosas más. Es un fascinante, desesperante y alienígena tratado sobre el mal (tema omnipresente en el autor francés) que utiliza con sapiencia adquirida algunos de los tics (esos tics...) más sobados de las series de última hornada; series policíacas que son unánimemente aplaudidas y aceptadas, aun cuando sus posturas cada vez se van tornando más maniqueas. Es por ello que P'TIT QUINQUIN podría pasar perfectamente por una especie de burla consciente o "variación" modulada, porque en su inaccesible entramado subyace una poderosa idea de partida que es preciso encontrar en los pequeños detalles insignificantes mucho más que en esos tics convertidos en motores narrativos.
Mi recomendación: olvídense de TRUE DETECTIVE o THE KILLING, y piensen en Tati filosofando acerca de la existencia y sus desviaciones. Hay dos o tres escenas antológicas en esta extraordinaria serie, y ninguna tiene nada que aportar a un posible desenlace, porque quizá ni siquiera exista dicha explicación...
Saludos.

viernes, 12 de febrero de 2016

German. Rodar pese a todo #5



No cabe duda de que KHRUSTALYOV, MASHINU!, que en 1998 optó por ejemplo a la Palma de Oro, es un adelanto en toda regla del demencial, caótico y por momentos atemorizante modo de rodar que German venía buscando desde sus inicios y que lograría plasmar en su gran obra póstuma. Pero no adelantemos acontecimientos, porque esta coproducción con el Canal + francés es un abigarrado viaje a ninguna parte, una sucesión de postales en movimiento que habla del terror staliniano con la misma naturalidad que la puede ver un niño. Otra vez la mirada infantil le sirve a German como preámbulo del horror, y pinta una sociedad instalada en la coacción y casi sin salvación aparente. La gente desaparece para siempre sólo por tener la mala suerte de pasar por el sitio equivocado; Siberia, como un infierno siempre al acecho, es una constante que mantiene al régimen como un monstruo intocable, e insaciable. Así, German nos lleva de la mano del inquietante doctor Klenski, doctor o General, no se sabe qué es más, o si ni siquiera es alguna de las dos cosas. Klenski es un déspota, un loco borracho de ideas megalómanas acerca de las cuotas de poder en el infame "hospital" (por llamarlo de alguna manera) que dirige como si de un pequeño dictador se tratase. Pero Klenski comete un pequeño error, y la maquinaria del régimen lo engulle con indiferencia al ser acusado de ayudar a los judíos en el momento de mayor antisemitismo por parte de un Stalin que, gravemente enfermo, creía ser presa de una conspiración médica. Toda la parte final del film se torna una pesadilla casi insoportable, German prácticamente abandona las líneas narrativas convencionales para sumergirnos en un infierno amoral y del que Klenski logra salir tan casualmente como llegó a él, aunque con unas secuelas imborrables.
Es la película que pudo rodar, porque no pudo rodar, pese a todo, la que él quiso desde varios años antes. Esa es otra historia que les contaremos la semana que viene, cómo no...
Saludos.

jueves, 11 de febrero de 2016

Los poemitas 2



En 2009, un año antes de obtener la Palma de Oro, Weerasethakul presentaba en sociedad al Tío Boonmee en un extraordinario cortometraje de poco más de quince minutos. A LETTER TO UNCLE BOONMEE es un artefacto tan extraño que prácticamente roza la ciencia ficción, o más bien una ficción desligada de toda realidad para, mediante la simple lectura de una carta, nos veamos transportados a un mundo fantasioso donde los seres humanos son felices. Nabua, el Macondo particular del director tailandés, le sirve para desplegar su particular universo de seres sobrenaturales que se mezclan con "naturalidad" con los hombres, pero también para elevar una dolorosa denuncia, la que habla del final de una civilización, situada en un lugar concreto de Tailandia y respetuosa con la tradición oral y escrita, y que poco a poco ha sucumbido ante la llegada de la tecnología, que ha obligado a sus habitantes más jóvenes a irse a las capitales. La cámara de Sayombhu Mukdeeprom barre un lugar tan hermoso como desolado, confronta los reflejos de este momento perecedero y da cuenta de los hogares vacíos. Pero allí, a lo lejos, un poco escondido y apenas entre los vapores del pasado...




Volviendo a las instalaciones, una de las mejores y más imaginativas de Weerasethakul es PHANTOMS OF NABUA. Concebido en varias partes para el proyecto Animate, coproducido junto a Alemania y Reino Unido, es una especie de celebración de la luz, como si el movimiento humano siempre desafiara a la oscuridad imperante y nos sacara de las sombras de la ignorancia. Primero, un simple partido de fútbol entre unos muchachos, solo que el balón arde; después, los mismos protagonistas asisten sorprendidos a un extraño y exuberante baile de relámpagos. Es la oscuridad cercenada, partida por la luz. Los hombres siempre como invitados al espectáculo de la naturaleza...
Saludos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

El síndrome de Diógenes



Hubo algunos, exégetas la mayoría, que pensaron en ABSOLUTE BEGINNERS como una nueva "CORAZONADA", un musical que funcionaba a latigazos, por acumulación, y que intentaba por todos los medios recrear un momento en el tiempo aludiendo al imaginario sentimental de los espectadores. Esto es complicado, porque exige preparación y experiencia, y no todo el mundo es un Stanley Donen, ni tenemos por qué saber cómo funcionaba un mundo si no hemos pertenecido al mismo. Pero Julien Temple siempre ha sido mejor documentalista, y se nota cuando se le va la mano en la ficción y cree que los milagros van a suceder solos; desgraciadamente, PRINCIPIANTES es poco más que un trepidante videoclip de dos horas, una bombástica representación del ayer con elementos presentes (de 1986) en la que Temple se ve desbordado, incapaz de dominar la multitud de lujos puestos a su alcance. Las intervenciones de diversas estrellas musicales, pese a su valor, quedan reducidas a eso mismo, clips insertos en mitad de la improbable historia de amor entre un fotógrafo que se resiste a los cantos de sirena de la industris y una modista (¡Dios mío... Patsy Kensit!) que sucumbe a los mismos por culpa de un James Fox que no sé qué pintaba ahí el pobre hombre. Mola, desde luego, ponerse otra vez el ataque de los Teddy Boys, con el punky Eddie Tudor-Pole al frente; la delicada intervención de Sade; la gozosa (y jocosa) aparición del genial Ray Davies haciendo de un ninguneado padre de familia; ni, por supuesto, a David Bowie, que pese a tener un papel no muy extenso es capaz de solventarlo con su elegancia innata. De hecho, la canción que compuso expresamente para la película es prácticamente lo único que ha sobrevivido hasta nuestros días, manteniendo la misma frescura de hace treinta años... Eso y el impresionante score de Gil Evans, otro lujo para un film que, aun fallido, al menos contribuye a desmontar la gilipollesca teoría de que Baz Luhrmann ha inventado algo en toda su vida...
Saludos.

martes, 9 de febrero de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #5



Gran parte de la crítica considera JEANNE DIELMAN, 23 QUAI DU COMMERCE, 1080 BRUXELLES como la cima del cine de Chantal Akerman, o al menos la sublimación y consagración de un estilo propio, tan propio que no son pocos los jóvenes cineastas que intentan emular esta fría y cortante tajada de vida, la vida de una mujer que sin decirnos nada expone el lado más íntimo de su existencia. Lo que asusta es la identificación, el vernos a nosotros representados en esa hermética sucesión de cortes cotidianos: la preparación de la comida, la limpieza de la casa, el baño, la compra, dormir, recibir a los clientes, charlar con el hijo que está estudiando, acostarse con los clientes...
Asusta también la madurez de una directora de cine que contaba con apenas 26 años, cómo agazapa el motivo principal del film y lo esquina hacia una dirección donde nadie mira, y que queda inmortalizado en la impresionante interpretación de Delphine Seyrig, que consigue bordar lo más complicado para un actor, que es aparentar normalidad. La película, si no la han visto (algo que les recomiendo encarecidamente), es un pulso a la paciencia y a la agudeza, más de tres horas para contar tres días (siendo éstos invisibles capítulas); sin embargo, Akerman no rueda por acumulación, sino que nos implora atención, en este desolado viaje hay ínfimos detalles, gestos, incluso palabras que actúan como signos ocultos. Por eso el terrorífico y abrupto desenlace coge desprevenido incluso al más avisado de los espectadores, pero no carece de sentido; la última mirada de Jeanne Dielman contiene el porqué, y no hacen falta palabras para describirlo.
Obra maestra.
Saludos.

lunes, 8 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #49



Aun siendo poco conocida, THE SORROWS OF SATAN es una película imprescindible de Griffith, y por diversos aspectos. Esta adaptación de la novela homónima de Marie Corelli es una nueva vuelta de tuerca al mito de Fausto (de hecho, la pospuse intencionadamente), de convicciones ideológicas aún más extremas y audaces, tanto que se topó con la censura americana, que la tuvo semiprohibida durante años... ¡Griffith censurado! Pero es Geoffrey Tempest, el personaje interpretado por Ricardo Cortez es un nauseabundo sátrapa, que vive por y para la acumulación de poder y dinero y que no duda en vender su propia alma, convencido de que ésta le sirve ya de poco. Satán, en este caso, es un diabólico ente, que se presenta ante Tempest como un enigmático aristócrata, el Príncipe Lucio de Rimanez, un carismático Adolphe Menjou, cuyo propósito único es solamente adueñarse de su alma inmortal. Se nota la influencia expresionista del camarógrafo Arthur de Titta, que dota a este film de un aire surreal y enfermizo; rodado casi enteramente en interiores, supuso asimismo la última colaboración entre Griffith y Carol Dempster, justo el año (1926) en el que el rumor de que pronto se harían películas sonoras, por lo que las viejas estrellas del cine mudo estaban, quizá sin saberlo, ante su declive definitivo.
Es una película difícil de encontrar, pero que ha resistido perfectamente el paso del tiempo y que tiene algunas curiosidades de las que les gustan a los aficionados de las anécdotas raras. Por ejemplo, el fotograma que ilustra esta entrada fue el que eligió Bauhaus para la portada de su primer y mítico single, "Bela Lugosi's dead"... Y es que Peter Murphy siempre fue un raro...
Saludos.

domingo, 7 de febrero de 2016

Rincón del freak #223: Sustos en la ciudad dormida



En un momento especialmente significativo de GOOSEBUMPS, el ¿merecido? homenaje a la famosa serie de cuentos de ¿horror? del mismo nombre, el protagonista intenta sacar de sus casillas al personaje interpretado por Jack Black, con el fin de obtener su verdadera identidad, que no es otra que R. L. Stine. Le compara nada menos que con Setephen King... Nada menos. Y es que, mientras el autor de joyas como "La zona muerta", "El resplandor" o "Carrie" ha tenido estupendas adaptaciones cinematográficas, Stine ha tenido que conformarse con discretas subseries juveniles para televisión... ¿Injusto? No lo creo. GOOSEBUMPS viene a confirmar lo que ya sabíamos, que Stine siempre ha sido un escritor para gente a la que no le gustaba complicarse demasiado la vida y que se embebía en absurdas páginas que contenían jocosos refritos de clásicos más que conocidos. Aun así, quien haya leído al autor de Ohio no habrá tenido dificultad en detectar un trasfondo de confortable camaradería en aquellas historias de terror y suspense de blancura indisimulada; algo que guionistas como Drew Goddard han usado en beneficio propio, pasando del simple homenaje al retorcimiento causal. pero que en, por ejemplo, la película que nos ocupa deviene una planicie inventiva preocupante. Y es que aparte de un Jack Black que parece estar pidiendo a gritos que le desaten la lengua, hay muy poco más verdaderamente reseñable en este espídico desfile de monstruillos de andar por casa comandados por un muñeco de ventrílocuo bastante detestable...
Puede que a algún jovencito le haga gracia, poco más.
Saludos.

sábado, 6 de febrero de 2016

Extasiandos



HADEWIJCH es el último largo de Bruno Dumont que comentaremos aquí, mientras esperamos sus nuevos trabajos, aunque aún nos quedará algo para el sábado que viene. Me gustaría separar esta película en dos mitades, no necesariamente morfológicas pero sí diseminadas a lo largo de su metraje, ya que no logro encontrarle un sentrido intrínseco si no es mediante la identificación de dos aspectos contrapuestos en el cine comercial, lo que condiciona con demasiada frecuencia la predisposición a la hora de enfrentar un ejercicio tan radical como éste. Por un lado, Dumont se recrea en la mirada abandonada de Céline, que estudia teología en un convento, donde adopta la personalidad de la religiosa belga Hadewijch de Amberes, que apenas es un trazo involuto, pero que se percibe crucial para comprender la increíble deriva de la joven una vez es expulsada del convento, por la sospecha de la madre superiora de que lo expresado por Céline no es devoción, sino una propensión al martirio rayano en la enfermedad mental. Fuera, Céline es la hija de un rico diplomático, vive en un lujoso palacete del centro de París y pasa los días rezando. Tras conocer a un joven árabe, se ve cada vez más arrastrada hacia lo que termina siendo una célula terrorista y participando incluso en un atentado. Así, sin dar explicaciones innecesarias, Dumont equipara el éxtasis místico al deseo inhumano de inmolación; no excusa nada, ni juzga nada, sino que prepara su embrión dualizándolo; HADEWIJCH es una historia antirreligiosa desde un punto de vista profundamente religioso, solo que la religión, cualquier religión, no está preparada para existir heterodoxamente. Ese es el problema.
Saludos.

viernes, 5 de febrero de 2016

German. Rodar pese a todo #4



Usted sabe que está ante la obra de un genio por dos razones. La primera es la más frecuente, y viene a constituir una sensación de plenitud difícilmente explicable, por lo que la "genialidad" es el género que alimenta el siguiente estrato, que es, no obstante, el definitivo y el definitorio. Treinta años después de su realización, MOY DRUG, IVAN LAPSHIN (MI AMIGO...) es una película que contiene gran parte, no ya del tipo de cine que German luchó por hacer en condiciones adversas, y que sólo logró, quizá, en su obra póstuma, sino de gran parte del cine que, huyendo de contemplaciones anémicas, es el más vigoroso y estimulante de lo que llevamos de siglo. La adptación de la novela. escrita por su padre, Yuri, en 1937, corrige y aumenta el valor de la misma, añadiéndole una complejidad formal que en su momento descolocó a la censura soviética, ya que no tenían muy claro de qué iba esa enrevesada epopeya familiar en la que, aparte de hablar mucho sobre banalidades, a los personajes tampoco les pasaban demasiadas cosas. He ahí el incalculable valor de MI AMIGO, IVAN LAPSHIN, que parece que habla de los recuerdos de un señor mayor, invocando a los fantasmas de juventud, encabezados por su gran amigo, para acabar conformando una terrorífica crítica al ascenso al poder de Stalin, y de cómo percibió la sociedad soviética el paso de un comunismo bolchevique a una dictadura totalitaria y salvaje. En largos planos-secuencia, German realiza un trabajo de precisión milimétrica, apoyado en la hiperrealista fotografía de Valery Fedosov y la maravillosa música del georgiano Arkadi Gagulachvili. Una película incómoda, extrañamente coral, que a ratos recuerda a Fellini o a Altman, que deconstruye para reconstruir y que, en realidad, nos ponía sobre aviso: German era un genio, pero nadie lo sabía...
Saludos.

jueves, 4 de febrero de 2016

Los poemitas 1



Hablaba aquí hace una semana de un corto de Chantal Akerman en el que la cineasta belga confiaba todo el valor de una minúscula pieza de cámara al movimiento rotacional de la ídem. Hoy traigo un par de cortos (muy cortos) del amigo Weerasethakul, dos trabajos que, como el antes mencionado, parecen más borradores de ensayo técnico que trabajos completos.
En THE ANTHEM, el director tailandés traza una elipsis formal de 360º alrededor de una cancha de badminton, donde además de ver a jugadores entrenando, hay un curioso grupo de baile tradicional, además de todo el equipo de rodaje, que en nigún momento queda fuera de campo. Desconozco si la idea era aglomerar aspectos irreconciliables, pero el mínimo prólogo presentaba una amena charla entre señoras de avanzada edad mientras toman el té... o el café...





Aún más inabordable es la propuesta contenida en HAIKU, de 2009. una especie de sueño filmado con lentes de alta intensidad, en la que varias personas duermen dentro de un habitáculo mientras son observadas po alguien que acaba de entrar. En una videoinstalación puede tener su gracia, pero son dos minutos de luz roja y ronquidos, así que...
Saludos.





miércoles, 3 de febrero de 2016

Meterse en un jardín



La segunda película dirigida por Alan Rickman se estrenó hace poco más de un año, y pese a que era un proyecto largamente acariciado por él, y que se nota que puso el máximo entusiasmo en el mismo, A LITTLE CHAOS apenas logra sacar la cabecita de entre la superpoblación de productos similares. Y defino: la productora es seria, funcional y poco imaginativa (Artemis), tiene a su flanco un potente inversor (BBC) y un prestigioso estudio de grandes actores (Potboiler). El resultado es inevitablemente seco, correcto y bostezante; un drama de época (el XVIII), con impresionantes vestidos, actores y actrices que no se salen ni un milímetro de la orden dada y un diseño de producción que le debe su luz a una magnífica directora de fotografía (Ellen Kuras).
¿Que por qué deberíamos ver A LITTLE CHAOS?... Sinceramente no lo sé. A mí me pasó completamente desapercibida en su momento y la he rescatado solamente por la desaparición de Rickman, al que adoro como actor, pero que aquí perdió por completo la frescura de su lejano debut. Matthias Schoenaerts y Kate Winslet transpiran poca emoción, y su historia romántica interesa bastante menos que, como decía, el extraordinario trabajo de fotografía. Tampoco está muy lucido el propio Rickman haciendo de un Luis XIV excesivamente "british" (que es el problema de recrear Francia en la BBC...), o un perdido y forzadamente camp Stanley Tucci, que parece que pasaba por allí. El descubrimiento, a mi entender, es el de la fantástica Helen McCrory, actriz de larga carrera televisiva, a la que yo no me perdería en "Penny Dreadful" ni en "Peaky Blinders". Por lo demás, el jardín, efectivamente, es bonito...
Saludos.


martes, 2 de febrero de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #4



En 1974, Chantal Akerman rodó, de vuelta a Francia, JE, TU, IL, ELLE, posiblemente el primer anticipo de la desnudez que su cine iba a adoptar de ahí en adelante, y no es retórica. Es facilísimo caer en la tentación de los adjetivos, calificar este documento hecho con las vísceras al aire de esnobista o pretencioso, lo que, más bien, descalifica a quien es incapaz de elaborar un análisis con un poco de calado. Porque este es un riguroso estudio de humanidad, de debilidad, o de inseguridad; no se dan las razones por las que la protagonista pasa los días confinada en un pequeño apartamento, escribiendo (y ni siquiera importa lo que escribe), moviendo incesantemente los muebles de sitio y alimentándose únicamente de un paquete de azúcar, que toma a cucharadas. Sólo sabemos que un día decide abrir la puerta y salir. No se nos explica si va a alguna parte en concreto, y de hecho parece vagabundear a la deriva, haciendo autostop. Pasa unos días junto al camionero que la recoge, en silencio, escuchando la rutina del hombre, como si fuese su pareja ficticia, o una presencia fantasmal. Él la deja en algún sitio, pero no es casual, nada es casual en esta película, cuyo pírrico guion nos inquiere acerca de la inacción, sus consecuencias, de la putrefacción del amor cuando se lo desnuda de artificios, y de cómo éste sólo logra sobrevivir adornado como una baratija.
Todo cobra sentido en el último y polémico segmento. La chica ha cruzado un país para llamar a la puerta de su amor, otra chica, que la recibe fríamente; hace el amago de marcharse, pero aún la dejará quedarse, al menos un día... Y cruzas un país para esto. Y abandonas tus propios pensamientos, tu libertad, para esto... Creo que pocos cineastas han descrito con mayor exactitud qué coño es el amor. Otra cosa es que hayamos sentido eso alguna vez nosotros mismos...
Saludos.

lunes, 1 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #48



SALLY OF THE SAWDUST fue otra de las "perdidas" de Griffith, hasta que hace unos años se encontró una copia en un sorprendente buen estado y se realizó una restauración ampliamente celebrada por cinéfilos de todo el mundo. Se trata de una adaptación de la obra teatral "Poppy", de Dorothy Donnelly, con aquella efímera gran pareja que formaron el incontenible W. C. Fields y una ya consagrada Carol Dempster. La trama se inicia con el largo viaje emprendido por ambos, padre e hija, tras perder el circo que tenían en propiedad por culpa de las deudas contraídas por el padre; "aparentemente" sin rumbo, llegan a una ciudad, donde intentarán establecer y consolidar un nuevo espectáculo en la feria de variedades. Sin embargo, no todo parece casual, ya que el padre busca el patrocinio en particular de un potentado, aunque es repetidamente advertido de que no le hace mucha gracia el mundo del espectáculo. Casi como en una jugarreta del destino, la joven cae rendida ante el hijo del deseado mecenas, ante la desaprobación lógica de los dos progenitores... aunque por dos razones muy distintas.
Pese a un metraje excesivo para la chicha de la historia que se cuenta, SALLY, LA HIJA DEL CIRCO es una película francamente entretenida, capaz de combinar las payasadas de Fields con el talento de Dempster para el drama romántico. Y todo ambientado en el mundo del circo, donde precisamente Griffith explosiona con algunos montajes elegantemente fascinantes. Una de sus imprescindibles, sin lugar a dudas.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!