Mostrando entradas con la etiqueta Corneliu Porumboiu. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Corneliu Porumboiu. Mostrar todas las entradas
lunes, 16 de octubre de 2017
Siempre seremos niños
Esta semana, entre desenganches varios, la semana completa su trufado con tres de las mejores muestras del cine rumano reciente. Una cinematografía, la rumana, que demuestra seguir con muy buena salud, denunciando su penuria social al mismo tiempo que nos obliga a mirarnos con vocación crítica al resto de europeos. En este sentido, no cuesta afirmar que el discurso de Corneliu Porumboiu, sagaz, lúcido, necesario, pero también enigmático en su (aparente) sencillez y (demostrada) honestidad, lleva toda la última década desmontando mitos y construyéndose como voz autorizada de los que rara vez tienen voz. COMOARA es como un relato de aventuras debe ser, con la única particularidad de que, al desarrollarse en la actualidad y en lo que esporádicamente damos en llamar "vida real", no puede separar a sus personajes de su propia circunstancia social y moral, poniendo en duda todo lo que el cine de género omite por el propio desarrollo de la trama.
El argumento es tan simple como fascinante. Mientras le lee Robin Hood a su hijo, un hombre es requerido por su desesperado vecino para que le haga un préstamo, ya que está a punto de perder su vivienda; al ser imposible, éste le propone un descabellado negocio, contratar a un detector de metales y emprender la búsqueda del improbable tesoro que, afirma, se encuentra en una parcela abandonada de su propiedad. Así, Porumboiu mixtura con habilidad el misterio proveniente de la incerteza de la empresa, mientras el tiempo pasa infructuoso y saltan las dudas, los enfrentamientos y una crítica social en forma de exabruptos e infalibles topicazos. Al final, justo cuando la impresión es la de volvr al rigor analítico/semántico de POLICÍA, ADJETIVO, el director lo vuelca todo en una fantasía rocambolesca y extrañamente confortable. Efectivamente, como deben terminar las historias de aventuras...
Inesperadamente magnífica.
Saludos.
martes, 8 de julio de 2014
Corrector político
Al igual que ocurrió hace unos años en Argentina, el cine rumano supuso una especie de milagro, la consecución de multitud de títulos realizados en ínfimas condiciones de producción con una notable repercusión en los festivales más importantes de medio mundo. Hay cuatro o cinco nombres fundamentales para entender el porqué de tamaño fenómeno, pero el que más me ha llegado a mí ha sido, sin lugar a dudas, Corneliu Porumboiu, autor de dos auténticas joyas, que de haber sido realizadas en otro país hoy serían obras revolucionarias, como 12:08 AL ESTE DE BUCAREST y, sobre todo, POLICÍA, ADJETIVO. Pero Porumboiu ya asomó por Cannes hace diez años con su ópera prima, un cortometraje de apenas veinte minutos capaz de sintetizar, en la dudosa epopeya de dos monigotes fácticos, el tremebundo estado social y político de un país incapaz de sustraerse a las infecciones de su pasado. CALATORIE LA ORAS (UN VIAJE A LA CIUDAD) lo podría haber filmado perfectamente Berlanga hace sesenta años, y es que esta Rumanía contiene mucho de aquella España, mal que nos pese, mucho peor que la de ahora. La premisa es simple: en un pueblito, el apocado maestro y el chófer (hombreparatodo, más bien) del alcalde deben ir a recoger un váter y un ordenador... Como lo oyen, y si les cuento un poco más me cargo la gracia; pero añadiré que en el corto viaje no sólo veremos el grado de corrupción y miseria que puede albergar una población, sino la imposibilidad de cualquier intento de cambio y/o denuncia. Ello queda de manifiesto en la constante y absurda lucha dialéctica entre el maestro, asombrado anta cada falacia que se le presenta, y el chófer, ignorante, feliz, sumiso y... un cabrón con todas las letras... Políticos hasta en la sopa, que diría otro...
Saludos.
jueves, 13 de octubre de 2011
La medida de las palabras
POLITIST, ADJECTIV es una de las mejores películas que he visto jamás; probablemente la mejor de los últimos cinco o seis años; sin duda, la mejor que he visto este año. Así de rotundo ¿Y por qué así de rotundo? El último film de Corneliu Porumboiu, autor asimismo de la magnífica, aunque en mi modesta opinión inferior, A FOST SAU N-A FOST?, no es que sea la alegría de la huerta precisamente, de hecho, créanme: es bastante tediosa. Sí, un film puede ser aburrido y magistral; a mí personalmente no es que me aburriera, pero comprendo que lo haga con cualquier tipo de espectador medio. De nuevo una pregunta: ¿Y por qué tantas contradicciones desembocan en un estupendo resultado? Mi respuesta es que Porumboiu subvierte las reglas narrativas para lograr una madura reflexión sobre el sentido de ciertas acciones cotidianas; algo común en cualquier tesis filosófica, pero inaudito en un largometraje que optó (sin éxito) a representar a su país nada menos que en los oscar. En este caso, es el típico relato policíaco el que sufre una sintomática metamorfosis semántica de doble vertiente. Por un lado está Cristi, un policía cualquiera, al que se le encarga el seguimiento, vigilancia e informes de un joven que eventualmente consume hachís, ya que se cree que también lo comparte y, por tanto, incita a la drogadicción. Kafkiano y mordaz a partes iguales, el ingenioso guion de Porumboiu dilata los tiempos previos al impredecible desenlace en una serie de secuencias neutras, principalmente largos e infructuosos tiempos de espera en la calle, lo que es aprovechado, casi inadvertidamente, para construir un fiel retrato de un país gris, anodino. Esto queda patente en una secuencia final larguísima y, a mi juicio, absolutamente magistral, en la que Cristi muestra su rechazo a un sistema policial que invierte tiempo y dinero en casos sin importancia, teniendo en cuenta incluso que una probable detención, por una minucia, podría devastar la vida de un muchacho que realmente no le hace daño a nadie. La respuesta es fría, implacable: es burocracia pura y dura, y el verdadero leit motiv de esta película áspera y difícil, una película que nos pregunta directamente a cada uno de nosotros acerca del sentido último de nuestras acciones cotidianas. Imprescindible.
Saludos adjetivados.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!