jueves, 31 de marzo de 2016

Intemporal



Voy a intentar ser todo lo breve que pueda con CAROL, ya que todo lo que diga no puede más que empañar y ensuciar una obra maestra absoluta, convertida desde ya en clásico contemporáneo y fetiche de degustadores del mejor cine clásico. Y eso que CAROL es combativa desde su elegancia, reivindicativa sin abandonar la búsqueda incesante del plano perfecto. Ética y estética como hacía mucho tiempo, muchas películas, que no se veía. Todd Haynes ha filmado la novela de Patricia Highsmith con el respeto y la meticulosidad que exigía la imposible filigrana para narrar un amor que de puro es imposible... o no, porque ahí radica gran parte de la fuerza de este maravilloso film, en zarandearnos en nuestras más profundas convicciones, en desnudar nuestra artificiosa visión de las relaciones humanas, hasta que sólo queda lo que tiene que quedar, una mujer amando a otra, la otra amándola a ella, arrinconadas por la sociedad y obligadas a huir y claudicar a la belleza desde el hartazgo. Es esa belleza, la de las pasiones verdaderas, tan efímeras que acaban antes de empezar siquiera, y la convicción de Haynes se mantiene firme a lo largo de un metraje que fluye con la agilidad de las obras bien escritas. Su tenebrosa, hermosa, inclasificable, operística fotografía (sublime Edward Lachman) nos conmina a mirar siempre "a través", asistir a la cercana intimidad de dos personas que se aman, sabiendo que no hay nada más humano que eso, y que por tanto todo lo que cala fuera de las ventanas y ventanillas no es más que incomprensión, rechazo y deshumanización. U homogeneización, porque de lo que también habla CAROL es de saltarse la norma, ser diferente, enarbolar el  fuck you! de quien no se resigna a chapotear en la red, y estas dos mujeres, que no pueden ser más diferentes ni estar más lejos la una de la otra saben que se conocen desde siempre tras una fugaz mirada, y que sus vidas ya no son las mismas, que no les pertenecen.
Todo eso es CAROL, posiblemente la película más importante rodada este curso y que por eso no me extraña que haya sido ninguneada en los oscar. Ahora bien, que no le den el premio a Cate Blanchett tras esta lección catedralicia de modulación del gesto y exteriorización del pensamiento... Sencillamente no lo entiendo...
En fin, una obra maestra absoluta para algunos y una gilipollez sobre dos bolleras inconscientes para otros. Para mí, un milagro.
Saludos.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Crónica del fin de un tiempo



Como sé que lo deseaban ardientemente, puntualmente iré trufando cada semana con una peli "de chinos", denominación que sirve para dejar de lado las molestas etiquetas e ir al meollo del asunto, que es eso que sólo "los chinos" (porque no sólo van a ser chinos, claro) saben hacer: películas que no entiendes pero que tampoco te atreves a decir que qué mala es, entre otras cosas porque están muy bien hechas. Y con este parto de la burra en el que se ha convertido lo de los oscar, por mi "ocurrencia" de entremezclarlo con los Goya, viene al pelo THE GRANDMASTER, que tuvo dos nominaciones allá por 2014, fotografía y vestuario, que creo podría haber ganado sin ningún problema. Pero más allá de los alardes de Philippe Le Sourd, mucho más accesible que Christopher Doyle, lo que Wong Kar-Wai propone en esta aproximación a la enigmática figura de Ip Man es una gozosa puesta en cuestión de los sacramentos del Wuxia, conformando una obra horriblemente narrada (lo habitual en el hongkonés, por otra parte) con la intención de alcanzar la belleza del anticlímax; esto es: ponerle los dientes largos al personal a base de técnicas y más técnicas de combate marcial, porque hay un desafío del Norte al Sur para establecer una cierta supremacía, y el Sur elige a Ip Man, un tipo poco dado a los exhibicionismos y que profesa el minoritario y nada extravagante Wing Chun. Después, nada de esto parece importarle ya a Mr. Kar-Wai y la película deriva hacia la ocupación japonesa, que duró hasta el fin de la WWII y que, entre otras muchas cosas, dejó al gran maestro separado para siempre de su familia y en la miseria, lo que le obligará a dar clases. Después, Ip Man deja de ser relevante en la narración, y el testigo lo recoge Gong Er, una mujer que además de ser asimismo maestra de artes marciales es la última representante de la dinastía Gong, y que a base de echarle bemoles será la que complete, 20 años después, el desafío que, francamente, a mí hasta se me había olvidado... Es decir, que casi es mejor (si tienen el equipo necesario) prescindir de los diálogos, que prácticamente no son más que una retahíla de proverbios cursis, y disfrutar de las excelsas coreografías, con un inspirado Tony Leung dando vida al maestro del sombrero blanco, el hombre que enseñó a luchar a Bruce Lee. Y es que parece que sólo los chinos tienen la desfachatez de hacer algo así de horrible y hermoso. Sigamos intentando entenderles...
Saludos.

martes, 29 de marzo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #12



Son días complicados en Bélgica, en los que la gente se debate entre la derrota emocional, el odio visceral o la incomprensión esteril de unos acontecimientos que no le dan la razón a nadie. Nadie queda exento de responsabilidad. Los asesinos, por supuesto, pero tampoco los que, adocenados en su ilusorio confort (que por cierto, cada vez es menor) miraron a otro lado en vez de intentar entender al "otro" y no seguir con la puta limosna de siempre. Las cosas pasan en presente, pero se definen por el pasado y se proyectan, desgraciadamente, hacia quién sabe qué próximo horror; a los que miramos para otro lado, nos queda la posibilidad de que no nos toque, aunque ya nos haya tocado, y muy de cerca.
Chantal Akerman habría hecho un documental brutal de todo esto, pero sin bombas, sin sangre, intentando poner en imágenes el dolor y la angustia del sufrimiento humano, inútil y aterradoramente homogeneizado por las imágenes de televisión, que muestran pero no revelan. Lo hizo en la frontera palestina, y lo hizo a base de magistrales elipsis. Pero como aún no nos toca, lamentémonos por la Bélgica de Akerman y recordemos otro impresionante documental, D'EST, de 1993, que en clave de film mudo hacía un barrido por la Rusia post-perestroika y aquel país oculto que siempre fue la D.D.R. poco después de la caída del Muro. No se puede decir más con menos palabras, la directora plasma con exactitud la languidez y escepticismo de unas sociedades que comenzaban a caminar como bebés gigantescos, sin saber muy bien qué papel les tocaba en el mundo. Hoy parece un poco más claro, pero la apertura del Telón de Acero humanizó a quienes parecían deshumanizados, esas figuras serias, abigarradas, tan dadas al laconismo expresivo, eran la antesala de la derrota de sus antiguos ideales. Akerman filma a los borrachos, los mendigos, las espectrales salas de baile y sobre todo las calles, nevadas, fantasmales, cruzadas de una luz azul que aplasta a los transeúntes, que más bien parecen náufragos asidos a cualquier cosa, una farola, un bar, una parada de autobús...
Y así quedó "el Este"...
Saludos.

sábado, 26 de marzo de 2016

Los localismos son para los locales



Bueno, primero dejar constancia de que una como gripe pirulera me ha dejado literalmente fuera de combate durante tres días, así que escribo esto al día siguiente de cuando se publica, y al otro día, que es hoy, no va a haber publicación... Un lío espaciotemporal que no arreglaría ni Charlie Kaufman, vaya... Con decir que la de ayer la escribí en un estado entre febril y alucinatorio, entenderán muchas cosas. Pero la de hoy es BROOKLYN, que en un principio era la candidata a mejor película en los oscar que menos expectación había creado... Y, francamente, la peli no está nada mal. Aquí no hay osos ni mutiladas ni marcianos ni espías, y tampoco sale Selena Gomez dando clases de economía, pero BROOKLYN tiene detrás a un excepcional escritor, Nick Hornby, que siempre ha sido muy claro y muy conciso con lo que quiere contar y cómo quiere hacerlo. La película es el texto y el acierto de John Crowley (que anduvo haciendo algo en "True Detective s2") al no enramarse innecesariamente, porque con la gran interpretación de Saoirse Ronan (esta chica va creciendo una barbaridad) le sobra para que no despeguemos los ojos del viaje de una joven irlandesa a Estados Unidos y la sutil pero implacable transformación que termina por regir una vida llena de azares e infortunios. Hay mucho que se nos escapa aquí, sobre todo en la parte irlandesa, los clubs de rugby y esos encuentros en los bailes; la parte americana se entiende mejor, porque a ello ha contribuido, cómo no, el propio Hollywood. Por eso la película no es redonda, se nota descompensada en algunos tramos, pero tiene algunos momentos de buen cine clásico y una fotografía a cargo de Yves Bélanger luminosa y colorista. Amén de un puñado de actores y actrices perfectos en sus papeles. Un lujo volver a ver a Jim Broadbent, por ejemplo, o la versatilidad de Domhnall Gleeson con la cara limpia... Pero la nota sobresaliente la pone su joven protagonista, porque es capaz de adueñarse de la totalidad del film y aportarle unos cambios de registro asombrosos... Pero tampoco era para ganar, pienso yo.
Saludos.

viernes, 25 de marzo de 2016

Un suplicio interminable



Sigamos con los oscar. THE REVENANT es una película muy larga acerca de un tipo al que no le pueden pasar más cosas. Hay mucha nieve, salen caballos despanzurrados y todo el mundo está muy sucio, pero eso es normal, no pasa nada. Hay un oso y unos indios, y no se sabe quién es más malo, seguro que menos Di Caprio cualquiera. Como la película dura un huevo, Iñárritu (que no se explica el oscar a mejor director) pone cohetes en los árboles y hace girar la cámara para que lo veamos; y en esta película salen muchos árboles, desde abajo, desde arriba, de frente... En un momento dado me doy cuenta de que el malo es Tom Hardy, al que yo pensaba que era imposible dirigirlo como la mierda, pero sí. Y ahora ya en serio, por supuesto que le otorgo todo el mérito a los sufridos cámaras, y a un trabajo de producción mastodóntico. La pregunta es: ¿pero para qué?... ¿Por qué tan larga que si miras a otro lado un par de minutos no te has perdido nada? Esta película, ustedes lo saben, ya fue hecha antes, con Richard Harris como protagonista y bastante más corta, y sin el rollo de los mantras ni las escenas oníricas, tan sólo un tipo destrozado al que dan por muerto y que vuelve para vengarse. E insisto. Si fuese un pelín más corta sería mucho más disfrutable.
Saludos

jueves, 24 de marzo de 2016

Hora de aventuras



En estos tiempos tan controvertidos, acordémonos de una película que estuvo nominada al oscar a mejor película de habla no inglesa, y aunque era obvio que no ganaría, THEEB puede ser considerada como una genuina rara avis. Producida enteramente en Jordania, sus formas recuerdan bastante a las del cine clásico de aventuras, con LAWRENCE DE ARABIA como foco e inspiración, aunque con pretensiones más modestas, eso sí. THEEB (traducido, LOBO) cuenta la emboscada sufrida por una expedición encabezada por un oficial británico y de la que nunca se sabe exactamente su auténtico cometido, excepto la urgencia por llegar a un pozo. El "Lobo" del título es un muchacho beduino que acompaña a su hermano Hussein, comprometido a guiar la expedición, aunque sin saber que los encamina a un destino fatal.
Con un sorprendente dominio de los tiempos narrativos, el debutante Naji Abu Nowar escinde el relato desde un planteamiento sobrio, en el que son presentados los personajes, hasta la sucesión de acontecimientos que desembocan en una parte final vibrante y con una carga emocional tremenda, como si el propio David Lean hubiese bajado a echar una mano con su sabiduría y hubiese impregnado esta extraordinaria película con ese aroma aventurero que cada vez es más complicado encontrar en un cine enroscado en absurdos golpes de efecto. En mi opinión, la segunda mejor de la categoría.
Saludos.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Mis primeros pasos



Es curioso, pero todos los años hay una película que parece insertada a propósito en los Goya, optando, sin optar realmente, al premio. Si el año pasado fue LOREAK, y antes MAGICAL GIRL, en esta edición se decantaron por una siempre agradecida ópera prima, la del actor Daniel Guzmán, que con A CAMBIO DE NADA transita el cansino periplo de los dramas realistas (valiente definición) de barriada. No uso comillas, no hay absolutamente nada más en esta película que intenta acercarse al primer León de Aranoa y sin embargo no pasa del Antonio Mercero menos recomendable. Contar la sinopsis me da bastante pereza, pero les adelanto que salen comidas familiares frente a la tele, descampados, furgonetas, directores de colegio y mucha, pero que mucha condescendencia ¿Qué pretende Guzmán, aparte de intentar cohesionar cada elemento con dignidad? ¿que nos solidaricemos con un golfo egoísta y chulo? Yo no miraría eso con humor, sino con escepticismo; pregúntenle a cualquier docente si no. Ese es uno de los verdaderos puntos negros de este país, y esta película no se preocupa en extraer análisis alguno ni hacer que nos revolvamos incómodos mientras observamos las andanzas de un proyecto de vividor, de los que han proliferado como setas al amparo de un Estado más preocupado de recolectar (votos) que de educar (mentes). Así nos va, y así nos seguirá yendo...
Y sale la abuela del director, para que digan...
Saludos.

martes, 22 de marzo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #11



Diversos acontecimientos han ralentizado la producción de este blog, por lo que toca acelerar para ponerse al día. Uno de ellos es el ínfame ataque terrorista en Bruselas, que ha conmocionado a toda Europa. Esperando a que los musulmanes que tantas ganas tienen de venir condenen a la verdadera culpable de esto, que es su propia religión, intentemos contribuir a la normalidad con otro vistazo a la desaparecida directora belga.
NUIT ET JOUR, de 1991, es un esplendoroso y optimista canto al amor sin prejuicios ni ataduras, y la constatación de que libertad sólo hay una y casi nadie la posee. Ella es Julie, que está enamorada de un taxista nocturno con el que hace el amor de día, hasta que se va. No necesita más, sólo esas horas de placer compartido y pasear cuando está sola. Un día, Joseph, que conduce el taxi de día, se enamora de Julie, así que sus horas de amor abarcan prácticamente todo el día... Bonito ¿verdad? Lo complicado en este caso es aportar algo más a una narración deliberadamente lineal, que busca en la repetición su sentido, que Akerman adorna con reflexiones filosóficas que rozan lo naif o que abogan por un idealismo positivista, en el que sus personajes buscan, por encima de cualquier otra cosa, la felicidad. Si no fuese ella, hablaríamos de un típico drama romántico de sobremesa, pero la película gana enteros a medida que el triángulo choca con sus tres aristas y finalmente desvela el fracaso del amor compartido. Ahora bien, si no les importa perder una hora y media de retozos y sábanas veraniegas, ésta es una de las películas más deliciosamente atontolinadas que se pueden ver... Y dejemos las bombas para los imbéciles...
Saludos.

lunes, 21 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #y 55



Todo lo que empieza, inevitablemente, tiene que acabar, y hoy, más de un año después. se termina el que ha sido el monográfico más largo de este blog. Y eso que sólo ha abarcado aproximadamente un 40% de la producción total de David Wark Griffith, ya que es imposible recuperar la mayoría de sus trabajos, sea por estar desaparecidos o conservados en filmotecas, como si de verdaderos incunables se tratara. El caso es que Griffith se despidió para siempre del cine con su segundo largometraje sonoro, THE STRUGGLE, que a mí me parece una obra maestra absoluta, pero que en su momento fue repudiada por la crítica, hasta el punto de provocar la retirada definitiva del hombre que, antes que nadie, dimensionó el cine hasta el estatus de "séptimo arte". Todo el (a mi juicio discutible) "cine social" palidece ante un film de una honestidad impresionante; cómo enfoca Griffith la caída en desgracia de un alcohólico, cómo pierde a su familia y termina destrozado y arruinado es uno de los ejemplos más estremecedores de dicho cine social mucho antes de que éste fuese identificado como tal. Esta es una película durísima, sin concesiones a la galería, con un mensaje que Griffith había introducido prácticamente desde sus inicios como cineasta, advirtiendo de los peligros de darle a la botella; moralina fácil, dirán algunos, e incluso yo podría estar de acuerdo con dicha observación, pero una cosa es el panfleto y otra muy distinta ponerlo en imágenes, crear una obra audiovisual potente y capaz de establecer lazos temporales con películas de similar vocación. Una vez hecho el recorrido por la inabarcable filmografía de este gigante, servidor ha experimentado una increíble afinidad con los puntos de vista de Griffith, sus constantes y obsesiones, y, como sólo suele ocurrir con los grandes maestros, los que una centuria después siguen siendo objeto de estudio, te das cuenta de cómo los temas son asideros inamovibles, las imágenes hablan aquí y allá, igualmente en tres minutos de 1908 o en tres horas de 1915. El cine de Griffith ha sido mirado siempre con recelo, tachado de anticuado o pretencioso, sin tener en cuenta que sin los pioneros a lo mejor todo habría sido mucho más difícil. No estoy seguro de que fuese un visionario ni un iluminado, sino más bien un estajanovista que no tenía un segundo que perder; un escultor de imágenes que sentó las bases para la representación histórica tanto como para dejar constancia de su propio tiempo, de los hombres y sus miserias, o de sus glorias, tan efímeras. A mí eso me parece que trasciende incluso la propia modernidad, que es un concepto que pasa de moda mil veces...
Rimbaud dijo que hay que ser absolutamente moderno, pero Rimbaud no llegó a pensar que en el espacio nadie puede oír tus gritos... Y el espacio es tan vasto...
Un placer, para mí el primero.
Saludos.

domingo, 20 de marzo de 2016

Rincón del freak #229: Problemas que no le importan a nadie



Yo fui de los que defendió en su momento la adaptación que David Fincher hizo de GONE GIRL, la novela que convirtió a la autora Gillian Flynn en uno de los últimos fenómenos literarios. Aquélla era una película que Fincher hizo suya, dotándola de su particular sentido estético y extrayendo notas ocultas de sus dos estupendos protagonistas. Como no podía ser de otra manera, este año se ha estrenado DARK PLACES, una nueva adaptación de la misma autora, y mi veredicto inmediato es que la fórmula se ha agotado rápidamente. No por la realización, que es solvente, algo rutinaria, pero que no se sale de los parámetros del thriller de nuevo cuño; en realidad lo que rechina es la torpeza de Paquet-Brenner a la hora de elaborar un guion que se presume conscientemente enrevesado, pero que deslavaza tanto sus distintas partes que la sensación que queda es la de cuatro o cinco miniepisodios sin apenas nada que ver entre ellos. Y eso que Charlize Theron continúa demostrando su buen estado de forma y el giro que le está dando a su carrera. Pero no es suficiente, porque DARK PLACES no se decide a explotar por ningún lado, y esa indeterminación resulta exasperante. No es un film de misterio, porque todo está muy claro desde el principio; no es provocador, porque los tacos parecen medidos milimétricamente; y más allá de los matices de la propia actriz sudafricana, el resto de actores están muy por debajo, incluida una Chlöe Grace Moretz que cada vez me resulta menos convincente dejando atrás la niñez.
Si la quieren ver no seré yo quien les detenga, y menos en estas fechas, claro...
Saludos.

sábado, 19 de marzo de 2016

Estrella apagándose



Vaya por delante que yo era un absoluto rendido de la música, voz y actitud de Amy Winehouse; de lo contrario, puede que no me hubiese acercado a este amargo biopic que ganó el oscar a mejor documental este año. Muy amargo, porque no creo que en el entorno de la artista haya caído muy bien la descarnada y fina disección que Asif Kapadia ha montado a partir, precisa y paradójicamente, de la amalgama de imágenes existentes de una chica que nunca pareció estar preparada ni protegida para mirar al resto desde arriba. AMY es una película tristísima, con un deje melancólico no apto para según qué ánimos; derriba con decisión todas las asquerosas conjeturas de la prensa, que la atacaba por un único motivo: era libre en un mundo, el musical, cada vez más poblado por esclavos obedientes. Ella tenía talento, mucho, demasiado, y todos se aprovecharon de ello. Su padre, clavado en la cruz por querer registrar cada movimiento de una hija a la que convirtió en poco más que una representada, o Blake Fielder, un vividor que la metió en la heroína. Queda claro que la muchacha muchas luces no tenía para elegir compañías, y se muestra como una niña sobrepasada por su propia grandeza. La tendríamos que recordar por su voz, sus canciones, y no por lo que otros usaron para exprimirla como a una vulgar prostituta. Esto es lo que verán en AMY, y puede que no les guste mucho... Pero así era ella.
Saludos.

viernes, 18 de marzo de 2016

El santo bebedor



Teniendo en cuenta que está más que próxima la semana santa y que no guardo rencor a nadie, vamos con una de santos...
ESTIGMAS es una película de 2009 con una compleja interrelación de componentes, que la deja más en lo que podría haber sido que en la referencia que intuyo pretendió ser. No era fácil poner en imágenes el excelente cómic de Mattotti y Piersanti, y menos con una cuidada fotografía en Blanco y Negro de corte expresionista, y mucho menos si el rol protagonista (y omnipresente) recae en Manolo Martínez, afamado lanzador de peso, que obtenía una oportunidad de oro para demostrar que también sabe actuar. Con SIN CITY y su estética de contrastes cromáticos como apoyo espiritual, Aliaga, que deslumbró poco antes con LA CASA DE MI ABUELA, se ve sin embargo incapaz de poner orden en un guion que se le va de las manos en cuanto el relato avanza y que deriva sin solución de continuidad desde un realismo sucio a la parábola sobrenatural, de la decadencia de los circos de tercera a una difícil coyuntura, como es narrar sin palabras el supuesto infierno interior de un alcohólico al que un día de resaca le aparecen sendos estigmas en las manos. De la "santidad", entendida como una verdad inescrutable, y que quizá sólo pueda entenderse desde la total entrega ignorante, se desprenden los aciertos y también los errores de una película contenida, pero fatalmente desgarbada. Un buen intento, del que deberían aprender los que prefieren que el discurso sea siempre el mismo y luego se quejan de lo poco ponderados que se sienten en una industria que no les mima lo suficiente...
Saludos.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Para qué esperar



Ustedes saben (y si no, lo recuerdo) que aquí servidor es ateo, y no sólo de boquilla o postureo, sino que aprovecho cualquier oportunidad para arremeter contra esa imparable máquina de imbéciles que es la Iglesia (y detrás pónganle lo que quieran [yo les pondría grilletes, pero no es posible]). Así que SPOTLIGHT debería entusiasmarme, pero no lo hace; aun así, se trata de una película correcta, bien ejecutada, con buenos actores y una intención y vocación magníficas. SPOTLIGHT ha ganado el oscar a mejor película, así que debería haberla pospuesto un poco más, hasta el final, pero no he encontrado la razón para ello.
De Thomas McCarthy, su director, me entusiasmó THE STATION AGENT, su ópera prima, y me encandiló THE VISITOR; luego hizo dos películas bastante prescindibles, justo antes de descolgarse con un film de formas clásicas, que lleva descaradamente a Clint Eastwood, quizá Lumet... pero sin el genio ni la inventiva de ambos. Quizá no sea justa esta desmesurada comparativa, pero si le han dado el premio gordo no es menos justo traer nombres ilustres, aunque a McCarthy le queden eones de oficio para solventar el gran problema de este alegato a favor del periodismo de investigación, esa puta barata de las redacciones... SPOTLIGHT no de desata en ningún momento, prefiere una a veces incómoda rigidez formal para que la narración sea todo lo clara que demandan los repugnantes hechos que cuenta y denuncia. Así, por un lado está esa gratificante sensación de justicia, que no sirve para nada, pero que al menos ayuda a entender la miserable postura de los lobos con piel de cordero que miraban para otro lado y aún hoy siguen en su inmovilismo hipócrita, que es lo que siempre han sido. Pero no es suficiente, ya que también hay una película, y ésta podría pasar por un excelente episodio piloto de la HBO, pero como "cine con mayúsculas" (comprendan las comillas) es apenas un ejemplo rutinario de eficacia funcional, y esto se entiende con su carácter incomprensiblemente "episódico", que usa incluso el viejo juego de los emparejamientos (cada periodista tiene sus personajes-réplica, y nunca los de otro), además de una avejentada partitura a cargo de un Howard Shore irreconocible. Pero en fin, al menos redime a Keaton y confirma el talento de Ruffalo. Si quieren más, no esperen a los oscar...
Saludos.


martes, 15 de marzo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #10



En 1982, Chantal Akerman filmó su película más lírica y, quizá, también más abstracta. TOUTE UNE NUIT es como un paseo silencioso por unas cuantas vidas nocturnas en una Bruselas extrañamente cálida y acogedora; personas que se encuentran y se desencuentran, que están solas incluso acompañadas, que frecuentan bares a punto de cerrar o pasean por parques bajo una luna testimonial. Fiel a su estilo, tan cercano como marciano, la directora parece querer abandonarse al musical arrabalero, o cortar una conversación telefónica bruscamente, u observar el rostro vaciado de quien deriva sus pensamientos por culpa de los pensamientos del otro.
Es una película que transcurre, por supuesto, de noche, sin alzar la voz, y envuelta en lo que se intuyen posibles bosquejos para futuras historias. Porque todas, hasta las más insignificantes, merecen ser contadas...
Saludos.

lunes, 14 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #54



... Y en 1930. Griffith rodó con sonido...
Sí, y fue nada menos que para abordar una de las mayores personalidades de la Historia de los Estados Unidos, y uno de los que más admiró el cineasta de Kentucky a lo largo de toda su vida. ABRAHAM LINCOLN fue una pequeña revolución, y no sólo para un director que se intuía ya agotado y con todo dicho. No era así, y este es un film que merece ser reivindicado por diversos motivos, como por ejemplo que Griffith parecía estar rodando en sonoro desde siempre (comparen el uso de la banda sonora con el de cualquier western de ese año); los travellings, desbocados, abarcando incluso planos generales, algo tuvieron que enseñarle a un John Ford que uno ve reflejado en esos ágiles diálogos, encabezados por un inmenso Walter Huston que da una lección de versatilidad. Su "Lincoln" empieza como un joven soñador que pierde a su prometida y que luego contrae matrimonio justo antes de postularse a la presidencia; Griffith no pierde oportunidad de recrear la Guerra de Secesión con sus maravillosos planos abiertos, tanto como de filmar unos esplándidos diálogos entre Lincoln y Grant, la rendición de Lee o la impresionante introducción de Wilkes Booth, además de una increíble escenografía del magnicidio a cargo del ya habitual William Cameron Menzies. Y todo en apenas 90 minutos, tiempo suficiente para el que fue, eso sí, último gran golpe de genio de uno de los primeros genios del séptimo arte.
Saludos.

domingo, 13 de marzo de 2016

Rincón del freak #228: Como la orquesta del Titanic...



THE BIG SHORT optaba a cinco premios, incluido el de mejor película; finalmente sólo se llevó el de mejor guion adaptado... Esto debe ser una broma, porque este supuesto "fresco sobre la crisis financiera y sus consecuencias" es, por este orden, una mezcla de Martin Scorsese, Michael Moore y Bennett Miller, sin caer en la cuenta, por este orden, que ser el primero contiene un batacazo asegurado, porque es muy simple: nadie hace películas como Scorsese... al menos antes de que él las haga; incluir el morcilleo panfletario del segundo es, sin una pizca de sentido del humor, un aburrimiento para babosos de cosas como "Salvados"; mientras que el tercero es uno de esos escasos directores que se mantienen con estoica dignidad en un segundo plano mientras redefinen pacientemente la manera de hacer cine en el Siglo XXI. Adam McKay lo mezcla todo sin pudor, confía ciegamente en que la ensalada de estrellas le salvará del desastre y ni siquiera es capaz de poner algo que podamos considerar como "genuino", de cosecha propia. Así que, de acuerdo, vean esta absurda mascarada que, una vez la despojas del disfraz de lentejuelas, esconde una postura moral bastante inquietante: Quien descubre la corrupción en Wall Street sólo puede combatirla de una forma... Efectivamente, con más dinero...
Terrible, terrible. No se pierdan a Brad Pitt yendo de tipo digno, ni a Steve Carell haciendo de banquero antisistema, aunque mi favorito es Ryan Gosling, al que prefiero calificar tan sólo por su tono de bronceado... Hacía algún tiempo que no veía algo tan machista.
Saludos.

sábado, 12 de marzo de 2016

Sensación definitoria/definitiva



Varias cuestiones. Primero, la extraña sensación de ver al alumno triunfando donde el maestro ni siquiera parece poder asomarse. Después, otra sensación, la de estar ante uno de esos escasos momentos en los que el presente queda definido a través de una mirada al pasado, intentando desesperadamente que no olvidemos para no tener que recordar. El debutante László Nemes da un paso más allá en la representación del horror de los campos de concentración nazis, y lo hace con un pie en lo sublime y otro en lo ridículo, que parece inherente y reservado a las grandes obras, las que perdurarán pese. o gracias, a su propia circunstancia irrenunciable. SAUL FIA (EL HIJO DE SAÚL) es una obra refractaria a cualquier exhibicionismo, casi se puede decir que es una especie (y espero que me perdonen) de "selfie" incesante; la cámara respira, y la cámara cae y se levanta como su único y omnipresente protagonista, un sonderkommando que en un súbito ataque de lucidez, o locura, si es que ambas cosas no son lo mismo, planea un acto descabellado: enterrar a un niño, el único superviviente de un gaseamiento masivo, tras ser asfixiado por un médico nazi. Sin cuidado, o sin verdadero valor, Nemes habría caído en el ridículo, pero esta es una película dolorosamente sublime, y nosotros, atónitos, asistimos al desenfocamiento del horror, reducido a "algo" que ocurre en segundo plano, y que parece ser, por mucho que nos asquee, la única forma de mantenerse en pie y seguir ¿Seguir a qué? Esa cuestión crucial nos es planteada mientras el objetivo, la misión, se transforma en una especie de escudo absurdo que protege a este hombre mientras miles de personas son aterradoramente exterminadas. Quizá no sea la definición más ajustada, pero quien fuera asistente de Béla Tarr ha logrado insertar una cámara en el corazón del horror, en lo irrepresentable.
Magistral.
Saludos.

viernes, 11 de marzo de 2016

Los malhadados



Ustedes saben qué película ha ganado este año el oscar a mejor película, valga la redundancia. Otra cosa es por qué. Porque si piensan que esa película es "valiente" (si es que puede adjetivarse así), es que no han visto EL CLUB.
EL CLUB no puede ni debe explicarse mediante eufemismos, su frontalidad así lo indica, y su denuncia reside precisamente en la modulación, exquisita por momentos, de la culpa y la toma de conciencia de la misma, o incluso la puesta en imágenes de la preservación del olvido, que raya, en sus momentos más álgidos, el cinismo más cruel.
EL CLUB es una película chilena sobre cuatro malnacidos y un malhadado, y también hay una santa diabólica y un santo impotente. Y les prevengo de que no es divertido ver a un cura acusado de pederastia, ni a otro pegarse un tiro. No es divertido verles apostando a carreras de galgos, o emborrachándose por las noches. Y Pablo Larraín parece querer invitarnos a que pensemos en que un exterminio rápido y limpio hubiese sido mejor solución para lo que apenas se puede considerar como deshechos humanos. Y frente a ellos, la víctima, traumatizada ya para siempre, para siempre será el pobre loco.
Yo no los perdono. Jamás.
Saludos.

jueves, 10 de marzo de 2016

Il cielo in una stanza



Recuerdo que descubrí a Lenny Abrahamson hará unos cinco años, de casualidad, casi a dedo, y que la sorpresa fue de las que mejor regusto me dejaron por aquel entonces. Luego, es cierto, le perdí la pista pese a que rodó un par de películas más. Abrahamson podría haber frenado ahí, o podía haberse quedado como realizador solvente para la BBC...; alguna serie o un biopic de esos que ahora se llevan tanto... En lugar de eso, contacta con Emma Donoghue y le propone adaptar su propia novela, "Room", que fue finalista del premio Booker cinco años atrás y que no suele ser un gesto muy usual en una industria que resguarda con celo sus propios patrones. La escritora irlandesa, afincada en Canadá, se entusiasma con el proyecto y escribe el que para mí es el mejor guion del año pasado. A partir de ahí, ROOM es un desafío a los sentidos, en la más extensa de las acepciones de la palabra; una película desagradable, áspera, emocionante, desarmante y brillantemente desigual, que es algo que normalmente no soporto, pero que es un aspecto esencial en este impresionante "soliloquio dialogado" entre una mujer y su hijo. Lean, si quieren, la sinopsis. No lo harán aquí. Aquí les dejo un par de pinceladas para que intenten entrar en dos horas de angustia insoportable; una por un motivo y otra por otro muy diferente. Sólo por ese alarde de guion, ROOM hubiese merecido mayor reconocimiento en unos premios absurdamente conservadores, y que intentó resarcir la injusticia dándole el galardón a Brie Larson, que, sintiéndolo mucho, no lo merecía, pero que se olvidó incomprensiblemente de una actuación memorable a cargo de un chaval de apenas nueve años. Yo no recuerdo a un niño haciendo lo mismo que Jacob Tremblay...
Si sólo pueden ver dos películas... vean ésta dos veces...
Saludos.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Conexiones generacionales



Uno de los problemas más acuciantes que se le presenta a esta adormilada sociedad es la distancia, cada vez mayor, entre generaciones. Esto no sólo plantea un problema de comunicación y empatía. Es lo de menos. Lo peor será llegar a un olvido tan temido por unos como incomprensiblemente deseado por otros. Lo que Alberto Morais propone en LOS CHICOS DEL PUERTO, su tercer largometraje, es de una grandeza moral que por momentos, en este ridículo mundo de tecnócratas y primas de riesgo, roza la ingenuidad. Pero haríamos mal en soslayar una advertencia necesaria tan sólo por su apariencia formal, o: sembremos mientras queden semillas. A medio camino de Bresson (siempre Bresson...) y el primer (asómbrense) Manoel de Oliveira, Morais construye una extrañísima road movie de trasfondo contestatario pero apariencia apacible. Si hay un protagonista éste sería la mirada de Miguel, un chaval que se sorprende ante la demencia de su abuelo, o quizá ante su increíble lucidez cuando habla de un compañero de la guerra que acaba de morir, y al que debe devolverle su chaqueta militar como último gesto de camaradería. La película pierde gran parte de su interés en el trayecto de Miguel y sus dos amigos, pues Morais no explicita ni sugiere, y no se sabe si es más importante la misión y su descabellada responsabilidad o la aventura adolescente. Es una lástima que el conjunto quede finalmente tan tibio, porque se trata de una película que contiene un mensaje importantísimo, que alude a los compromisos entre generaciones y cómo, de perderlos, repetiríamos errores no deseados.
Saludos.

martes, 8 de marzo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #9



TROIS STROPHES SUR LE NOM DE SACHER venía a sumarse, en 1989, a los múltiples homenajes que el famoso director de orquesta Paul Sacher recibió con motivo de su 80 cumpleaños. No era para menos, Sacher contribuyó a la conservación y difusión de la música clásica durante casi todo el Siglo XX (nació en 1906 y murió en 1999), poniendo a dicho servicio su descomunal fortuna. En esta pieza de apenas once minutos, Chantal Akerman contó con la violonchelista Sonia Wieder-Atherton, que interpretaba la obra del mismo nombre, compuesta por Henri Dutilleux precisamente como homenaje a quien fue gran amigo suyo. Pese a que todo el interés queda adscrito a la intensa interpretación de la estadounidense, Akerman compuso, asimismo, un plano de doble profundidad, austero y misterioso, en el que puede verse la performance en lo que parece ser una simple habitación, mientras que a sus espaldas, en el edificio de enfrente, aparecen diversas personas asomadas a las ventanas, lo que sugiere casi un imposible maridaje entre la música de Dutilleux, la pictórica de Hopper y un, desconozco si deliberado, toque lynchiano. Admitamos, por tanto, la posibilidad de contemplar un videoclip enteramente artístico...
Saludos.

lunes, 7 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #53



En 1929, Griffith filmó LADY OF THE PAVEMENTS, que confirmaba el poco tiempo que le quedaba en una industria que lo iba dejando rezagado a pasos agigantados. El interés de este recargado dramón reside menos en su previsible guion que en el carisma de sus intérpretes, que sostienen una intriga que se ha hecho mejor en otras ocasiones. Un diplomático alemán (William Boyd) sorprende a su prometida (Jetta Goudal) mientras le es infiel; preso de la ira y con su honor mancillado, le jura que no se casará con ella y que además buscará a su futura esposa en los callejones más bajos. Ella, finalmente, era la mítica Lupe Velez, en uno de esos papeles que le iban perfectos y que servía a Hollywood para ejercer su habitual discurso moralista y de un machismo recalcitrante. Aunque, independientemente de esto, lo que realmente molesta es la rutinaria producción de Joseph Schenck y el escaso brío de un director en sus horas más bajas. No ha pasado a la historia, pero puede verse como una curiosidad al final de una carrera insuperable.
Saludos.

domingo, 6 de marzo de 2016

Rincón del freak #227: -1



Sí, yo soy del odioso grupo que una vez le tuvo muchísimo respeto a Fernando León de Aranoa, porque era un director que intentaba sacar la cabecita de la mediocridad y ambicionaba con rendir cuentas a una realidad nacional que gustaba demasiado poco como para seguir endulzándola desde unos medios secuestrados por el sectarismo. Me ha quedado un poco rimbombante, ya lo sé, pero no mucho más que la gestación y puesta en imágenes de una novela falaz, que denuncia con una tibieza monstruosa en lugar de mostrar lo que, sin más, es horror imparable... Y de paso, regalarnos una película abominable desde su ideología, si es que a León de Aranoa aún le queda algo de eso. Es empezar a ver A PERFECT DAY y olvidar del tirón un estimable ojo de Sauron que va dejando paso a la silueta de un hombre, hinchado por el agua, que va alzándose desde la negrura de un pozo. La imagen es potente, pero no hay nada más en esta película repleta de lo peor del peor Hollywood, y me da un poco de lástima, porque creo que este director tiene demasiado talento como para empezar a sucumbir a los cánones de la recaudación sin aportar nada de sí mismo.
Es terrible retener en el azogue a los ciudadanos azotados por una guerra cruenta como pocas, mientras el yanqui (o la europea, qué más da) recorta su imponente aplomo entre volantazos, chascarrillos, palmaditas paterno-filiales y canciones que se me hacen poco creíbles en ese ámbito... Y aunque suena Lou Reed, ni siquiera caen en la canción del título, que es de las pocas que le habría caído como anillo al dedo... Qué más da...
Horrible. Vergonzosa.
Saludos.

sábado, 5 de marzo de 2016

Detalles que se nos escapan



Siguiendo con lo de los Goya y sus (insondables) circunstancias, en la penúltima edición, si hubo una grandísima olvidada, hasta el punto de adoptar la forma de "extraño objeto" precisamente por optar a mejor película sin que se sepa muy bien quién la eligió, fue LOREAK, FLORES si lo traducimos del euskera, que es el idioma en el que está rodada. Y la impresión que me da es la de una buena película, pero en exceso humilde, casi pidiendo perdón por estar ahí, algo incomprensible y que por ejemplo no le pasaba a Carlos Vermut... aunque también se olvidaran de él, claro. LOREAK es un film mutante, que empieza planteando un misterio, pero que poco a poco va sembrando la sonrisa cómplice del espectador; no entendemos muy bien qué está pasando, pero a todos nos gustaría que nos pasara algo parecido alguna vez, que de verdad le importemos a alguien y que nos lo demuestre sin aspavientos, por ejemplo... mandándonos flores. Así, una cosa tan pura e inocente es el disparadero de los miedos y debilidades de tres mujeres que terminan por encontrarse gracias a este "agente externo", intentando encontrar una intencionalidad que quizá ni siquiera exista. Goenaga y Garaño no son pornógrafos, no explicitan ninguna línea de guion, ni hacia el drama exacerbado ni hacia la comedia marciana; simplemente se apoyan en tres sentimientos femeninos, íntimos, asaltados por la complejidad de un hombre que quizá las ama a las tres y no encuentra la manera de explicarlo. Ahí radica la complejidad de un guion en extremo sencillo, en hacernos cómplices de esta pequeña nota a pie de página, como esas flores que nunca vemos poner en un quitamiedos...
Saludos.

viernes, 4 de marzo de 2016

Una historia desde el corazón



No entiendo cómo, a menos que se trate de un simple caso de cuota, los de la Academia de Hollywood se dejaron olvidada a THE GOOD DINOSAUR, que sin embargo sí estuvo en los Globos de Oro. Lo digo por una cuestión bien sencilla, y es que EL VIAJE DE ARLO (desafortunada traducción al español) es una de las mejores películas de animación del año. Y no sólo porque su técnica sea deslumbrante, que es lo de menos, sino porque tiene un guion maravilloso, de puro cine clásico, como aquellos westerns iniciáticos en los que, tras el entretenimiento, se escondía una inolvidable lección de vida. Y eso que la premisa no puede ser más delirante, pues nos invita a imaginar qué hubiera pasado en nuestro planeta si cierto asteroide hubiese pasado un par de kilómetros más alejado... y los dinosaurios no se hubiesen extinguido. Ésta es una fábula, no olvidemos, y puede chocar que de entrada sean los dinosaurios los que hablan y son civilizados, mientras que los humanos apenas ostentan el papel de "mascotas", pues sólo emiten gruñidos y se guían por el olfato. Arlo es un dinosaurio cobardica y buenazo, que las pasa canutas para demostrarle a su padre que puede estar a la altura de sus hermanos, y que se encuentra casualmente con un niño, con el que se ve obligado a transitar por un terreno desconocido tras el desbordamiento de un río que le separa de su familia. Por supuesto que hay un montón de lugares comunes, y bien parece que este tipo de producciones van trasvasándose muchas de sus situaciones, como si habláramos de un género en sí mismo, pero hay dos o tres momentos de gran altura emocional en este "modesto" film, y todos pertenecen a la hermosa relación de amistad que se va forjando entre el dinosaurio y el niño; cómo éste es capaz de explicar sin palabras cómo murió toda su familia, o el cierre de la película, que me niego a desvelar aquí y que pone un sincero nudo en la garganta a cualquiera. Eso, a mi entender y sin prejuicios, es buen cine...
Saludos.

jueves, 3 de marzo de 2016

Aquellos maravillosos idiotas, felizmente recuperados



He visto FARGO, la serie, la primera temporada. Y lo tengo sencillísimo para escribir lo que voy a escribir. FARGO, la serie, al menos la primera temporada, que es la que he visto, supera completamente a la película original de los hermanos Coen. Parece un absurdo del destino, pero así es, porque FARGO, la serie, viene a explicar muchas de las cosas que yo no lograba explicarme de la película; sus personajes, más abundantes, encuentran ahora un motivo certero para aparecer en el sitio y el momento que deben hacerlo. Cosas de la duración, que hay quien le saca jugo y quien no. FARGO, la serie, apenas se desvía unos centímetros de su obra nodriza en lo argumental, pero sí en el desarrollo de dicho argumento; y, efectivamente, Noah Hawley consigue lo más complicado, que es repartir minutos sin que se note. Hay, claro, dos polos gravitacionales más potentes que el resto, pero es difícil encontrar un personaje que no tenga su aparición más que justificada. Martin Freeman y Billy Bob Thornton llevan a cabo un trabajo memorable, y eso que ni son complementarios ni antitéticos, sino todo lo contrario de cualquier idea preconcebida, porque lo interesante es asistir a la desnaturalización del primero por la influencia, casi diabólica, del segundo.
Me niego a desvelar prácticamente nada de su jugoso argumento, pero quienes la hayan disfrutado me darán la razón en que su episodio piloto es una barbaridad; ocurren tantas cosas en el mismo, hay desde esos primeros minutos tal expectación creada, que la frase es recurrente: ... "¿pero todavía tienen que pasar más cosas?... porque quedan nueve capítulos más"...
Pues sí, vaya que si pasabn más cosas... ¡Chapeau!...
Saludos.

miércoles, 2 de marzo de 2016

... Y todos contentos



Efectivamente, han sido los oscar. Cada vez los tengo menos en cuenta, pero esto de tener un blog es como la tontería esa de "nobleza obliga", así que vayamos con las tonterías. Por ejemplo, que si me preguntan (que me preguntarán), en mi opinión tenía que haber ganado MAD MAX, aunque sólo fuera por dar por culo... ¡Y van y la oscarizan más que a otra!... no lo entiendo... ¡Y la mejor película sólo gana ese!... ¿entonces por qué es "la mejor película"?... Y le dan el de director a Iñárritu... ???... Extrañísimo todo, excepto tres cosas: la de animación, la de lengua no inglesa y la de mejor banda sonora. Sí, porque el oscar a DiCaprio me importa un comino, pero el de Ennio Morricone viene a saldar una cuenta que el cine le debía desde hace demasiados años. Y punto.
No sé si THE HATEFUL EIGHT es su mejor composición, pero es muy buena. No sé si es la mejor película de Tarantino (no, no lo es), pero también es muy buena. Y como ya he comentado por aquí tres de las ocho nominadas, pues aprovecho y la cuelo, porque también soy de la opinión de que debía haber estado nominada.
La película en sí tiene cosas muy estimables, como su magnífica ambientación, la habitual fluidez narrativa de su director y guionista, o unas interpretaciones que, aunque algo irregulares, ofrece un gozoso corolario de talentos, con Kurt Russell y Samuel L. Jackson como grandes baluartes y una recuperada Jennifer Jason Leigh, que le coge el punto exacto a su personaje y se destapa integrando por derecho propio la extensa nómina de "féminas tarantinianas". A mí me ha gustado, moderadamente, a trompicones, más en su primera hora que en la última (podía haberse acabado en la segunda), y con un motivo central que a mí me ha entusiasmado y que la emparenta directamente, y más que ningún otro film de su director, con RESERVOIR DOGS, su impresionante debut. Tarantino empapa su verborrea del sentido y la sensibilidad de Agatha Christie, y este western difiere de DJANGO... (para mí muy superior a esta) en qué quiere contar y cómo, es decir, mantenernos comiéndonos las uñas por saber quién es el malo. Y, claro, cuando nos queremos dar cuenta resulta que se han ca4gado a casi todo el mundo, y para eso hay que saber contar bien una historia. Con sus excesos e idas de olla y salidas de tono (nívea felación inclusive), pero con un dominio del espacio único que traspasa la simple puesta en escena teatral y lanza guiños a todos los que suponemos grandes influjos de un director que va a lo suyo, y que te puede gustar o no, pero a estas alturas debe ser considerado un género en sí mismo. Yo creo que lo va a tener en chino para ganar un oscar alguna vez... ¿pero hay alguien que piense que le importa un carajo?...
Saludos.

martes, 1 de marzo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #8



J'AI FAIM, J'AI FROID fue la aportación de Chantal Akerman al film colectivo PARÍS VISTO POR... VEINTE AÑOS DESPUÉS, y, quizá, el mejor y más personal de los cortos que lo integraban. Protagonizado por la cantante Pascale Salkin y una jovencísima Maria de Medeiros, es un juguete aparentemente inocente que en realidad esconde una afilada crítica a la supuesta hospitalidad que la capital francesa ofrece a sus vecinos belgas, a los que suele mirar desde una postura de superioridad, cuando no directamente paternalista. Ellas son dos recién llegadas que se bajan del taxi y, sin decir una palabra, van a su habitación de hotel. Con su habitual mirada, tierna y subversiva, Akerman vacía el contenido y presenta a sus dos protagonistas como buscadoras de los placeres básicos de la vida. Tienen hambre y comen; y si no han quedado satisfechas... pues vuelven a comer. Quieren enamorarse, encontrar el amor como si fuera un mero acto que hacer en ese París donde nadie les dirige la palabra, así que van a un bar, ligan, besan a los chicos... Pero algo no funciona, así que deciden cambiar, por si acaso se han equivocado. Dura 12 minutos, los suficientes para que asistamos a una declaración de intenciones, o cómo el cine ha sido incapaz de mostrar a mujeres realmente liberadas, sino constantemente pendientes de no salirse de los roles que la sociedad les impone. Por supuesto que Akerman ha desarrollado esto mucho más en sus obras mayores, pero merece la pena ver este corto de 1984, trasladarse a aquellas calles en aquel tiempo...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!