jueves, 31 de agosto de 2017

Faltan piezas



Y, sí, vi THE LEGO BATMAN MOVIE, y sin ver la otra... ¿LEGO MOVIE se llamaba? Los motivos son obvios, porque reconozco que el tema de Lego nunca me ha subyugado tanto, ni como juguete ni en su versión animada. Esperaba, sobre todo, un guion más afilado y cáustico, pero la Warner ha optado por acercar el producto a los más jóvenes y no salirse en demasía de la tangente, así que ésta es una pormenorizada zarabanda espídica de un hombre murciélago que ha de suplir la solemnidad (es un muñeco) con una actitud, más que oscura, ególatra, rozando incluso la mala educación. Parece un contrasentido, pero no lo es si se analiza con detenimiento. Vivimos tiempos en los que la puesta en evidencia de según qué valores carece de objetividad, y Batman ha cambiado mucho con el tiempo, pero no le recordaba ni lo chabacano ni lo soez de un vulgar cuentachistes. Queda claro que la clave de comedia le sienta regular, y aunque hay multitud de guiños que pasan por inteligentes, me queda la sensación de que sólo caben dos espectadores tipo para esta propuesta tan definida, fanáticos de Batman o fanáticos de Lego. Y yo no soy ni una cosa ni la otra...
Saludos.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Sin tiempo



11 MINUT fue un pequeño acontecimiento en el cine polaco reciente, y no deja de ser curioso que fuese un director veterano y reconocido, Jerzy Skolimowski, quien tuviese la valentía de afrontar un proyecto que puede gustar más o menos, pero no deja a nadie indiferente. Se trata de un artefacto (descargando de peyorativismo a la palabra) en el que los once minutos del título son expandidos a lo largo de los 80 que dura el film. Se trata de una película forzadamente coral, que va mostrando a diferentes personajes que interactúan unos con otros en tiempo real (es decir, lo que cambia es el punto de vista, no la situación) y que son arrastrados hacia un desenlace que, a medida avance el metraje, se intuye poco halagüeño. Hay un poco de todo, pero parece que Skolimowski juega a las apariencias, y esconde la verdadera identidad de cada uno (mucho más normal de lo que parece) tras esas máscaras cotidianas que fabricamos diariamente para ser aceptados. Es un film brillante, quizá demasiado, al que le faltaría algo más de frescura y le sobra circunspección, pero el cineasta polaco nos ha ido acostumbrando a climas opresivos y un gusto por la fatalidad que aquí son llevados al paroxismo catártico, lo que la aleja radicalmente de cualquier obra comercial reciente y la alinea al lado de obras mucho más experimentales.
No es redonda, pero se agradece el tremendo esfuerzo por ofrecer algo que se salga de la norma.
Saludos.

martes, 29 de agosto de 2017

Encadenados



Es curioso que una de las sorpresas más mayúsculas del cine que he podido ver este verano haya sido un film de hace nada menos que 85 años, pero faltaría a la verdad si no hablase aquí con justicia de I AM A FUGITIVE FROM A CHAIN GANG y ensalzara su poderoso, valiente y contundente mensaje. El panorama que ofrece no puede ser más desolador y desesperanzador: un excombatiente de la Gran Guerra regresa a casa como un héroe multicondecorado, pero es incapaz de conseguir un trabajo digno en su ciudad natal, por lo que decide probar fortuna en otra parte. Pero las duras condiciones de vida le llevan a vivir como un vagabundo provisional, y tras verse envuelto en un chapucero atraco a una hamburguesería, sin comerlo ni beberlo es condenado a pasar diez años en un durísimo campo de trabajos forzados.
En apenas hora y media, Mervyn LeRoy pone en pie un vertiginoso retrato de la América profunda, la que normalmente nunca hemos visto en el cine, pero que es la que más pavor da. Un país racista, violento, inmisericorde, que engulle y escupe a quienes no considera aptos para su idea de patriotismo, y que destruía miserablemente la vida de un hombre, tasándola escasamente en unos 15 dólares. Veo que el drama carcelario es uno de los subgéneros más apreciados por crítica y público, y que son no pocos los títulos que han alcanzado un estatus que en algún caso la lleva hasta la sobrevaloración. No es el caso, y este es uno de esos films verdaderamente seminales, capaces de crear escuela por mantenerse imperturbablemente vigentes a lo largo de las décadas, al tiempo que expresa una lección de cómo filmar la conversión de un hombre corriente en un genuino fugitivo. La escena de la evasión tiene toda la tensión del cine de suspense, y cuando este hombre consigue labrarse una nueva vida el destino vuelve para atraparlo y arrojarlo otra vez al agujero. Ahí, la tensión y angustia del film se vuelve casi insoportable, terrorífica, y remata con otras dos escenas magistrales, la segunda evasión (si la ven, tengan en cuenta que estamos en 1932) y el final, completamente alejado de moralinas buenistas y que es uno de los más demoledores de la historia del cine. Bastan un rostro semioculto en las sombras y la cortante respuesta a una pregunta que queda suspendida mucho tiempo después de acabar esta obra maestra absoluta.
Impresionante.
Saludos.

lunes, 28 de agosto de 2017

El gigante amistoso



Lo primero que se me viene a la cabeza tras ver THE BFG es que no parece una película de Spielberg, no al menos del tipo fácilmente identificable, por mucho que el director intente retomar las raíces de aquel cine que tan bien le funcionó, sobre todo, está muy claro, E.T. El arranque mantiene el interés, a base de unos efectos digitales apabullantes, que despiertan la curiosidad de qué se nos va a mostrar, pero a esta adaptación del cuento de Roald Dahl le falta, efectivamente, un motor narrativo, un anclaje sólido y concreto, por lo que la casi totalidad de su aburrido discurso transcurre entre situaciones intrascendentes y un meloso buenismo, que se entiende en tanto que cuento infantil, pero que le resta demasiados enteros a la habitualmente poderosa narrativa de Spielberg, que parece haberse tomado este film como una especie de reto personal o la colmación de un sueño largamente acariciado. Para el espectador, en cambio, es un producto lastimosamente olvidable, como de consumo rápido. De Spielberg, de todas formas, siempre hay que esperar lo mejor.
Saludos.

domingo, 27 de agosto de 2017

Rincón del freak #278: El desfase del homenaje incapaz



Nos ha tocado vivir una época, cinematográficamente hablando, en la que el homenaje es aprovechado con desigual fortuna, dando como resultado algunos productos más que sorprendentes y otros que tan sólo camuflan su mediocridad con aspavientos indisimulados, los que se evidencian en lo peor del "ambientado en". El bombardeo es constante, tanto en cine como televisión, y aquí mismo me he despachado a gusto con algunas bazofias perpetradas por supuestos "recuperadores nostálgicos", y muy especialmente en el género del terror más cutre y casposo. El caso de hoy es una nadería titulada THE BLACK ROOM, título poco original para un típico relato de casa encantada con monstruo en el sótano. La película es mala con avaricia, con un guion esperpéntico, unas actuaciones terribles y unos efectos especiales que no por ser caseros son mejores. es a esto a lo que me refiero, a que hay directores como James Wan o Ti West que han captado, a través de su propia cinefilia, la posibilidad de una intencionalidad determinada, fundamentalmente la de lograr el sortilegio de transportar a los espectadores a un momento pretérito, donde el arte del cine se hacía de una forma muy diferente, y al mismo tiempo llegar a un discurso absolutamente vigente y sugestivo. No es el caso, aquí sólo hay chistes baratos y bombillas titilando... Y a la vista de cómo luce su protagonista principal, la otrora exuberante Natasha Henstridge, enfrentada aquí con un súcubo de tendencias hipersexuales, me atrevo a bautizar un nuevo género: el Milf-core...
Saludos.

sábado, 26 de agosto de 2017

¿Qué puede matar a un dios?



Era necesario, casi indispensable, que en el sugestivo, libérrimo y renovador marco de las series televisivas apareciera el genio creativo de Neil Gaiman. Su extraordinario y desbocado talento apenas ha encontrado acomodo más allá de las páginas del cómic; no lo suficientemente valorado como novelista y prácticamente desconocido en su faceta de guionista, era una noticia que quienes le hemos seguido durante tres décadas hemos recibido con júbilo, pero también con no poca perplejidad. Las expectativas, he de decir, tenían sus reservas, pero AMERICAN GODS es una de las mejores series que uno puede encontrar en el oceánico marasmo en el que se ha convertido la ficción catódica. Extendernos sobre los detalles sería exhaustivo y contraproducente, pues acabaría por desvelar aspectos fundamentales para disfrutar de este, digamos, "thriller sobrenatural", paseo descomunal por la América mitológica, credencial y expansiva, convertida por sí misma en crisol de culturas, religiones y pactos atávicos que cada cual interpreta en su propio beneficio. De esa América de los mayas y aztecas, que una vez fue hollada por vikingos y luego por españoles, que conservaba intactos a los ídolos animales de las tribus del norte, es de lo que trata aproximadamente (y es un término aproximado) la novela original. Pero Gaiman va aún más allá y confronta a aquellos dioses, los que han sobrevivido y los que quedaron enterrados cuando ya no quedó nadie que los idolatrara, con los verdaderos "nuevos dioses", los que incontestablemente rigen el curso de nuestras vidas y a los que, quizá sin darnos cuenta, rendimos una pleitesía incluso más fervorosa y fanática que la de aquellos otros dioses. Ésta es la crónica de la guerra entre deidades más antiguas que el hombre y dichos nuevos cultos, los nuevos dioses que tienen su altar en los mass media, la imparable tecnología e incluso el muy polémico concepto de globalización, encarnado en el personaje más misterioso de todos.
Me resisto a desvelar más para quien no la haya visto aún o no esté familiarizado con los comics o la novela, pero es una serie no sólo deslumbrante conceptualmente (¡esas intros!), sino que está excelentemente interpretada (ojo al omnipresente papel, nunca mejor dicho, del gran Ian McShane) y está repleta de sorpresas, como una convención/cóctel de diferentes encarnaciones de Jesucristo o una viscosa historia de amor necrófilo...
Véanla, son ocho episodios que caen en un fin de semana y se sabe que la segunda temporada está en camino.
Saludos.

viernes, 25 de agosto de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #30



GENTE DI ROMA, la penúltima película que rodó Ettore Scola, muestra ya a un director completamente alejado de cualquier resorte narrativo, más preocupado por una difícil búsqueda, la de la verdad a través de la imagen filmada, la de la humanidad que aún nos quede. Y por extraño que parezca, circunscribirse a un entorno reducido (la ciudad eterna, en este caso) le sirve para acercarse, más que nunca, a los temas universales: la paz y la guerra, la concordia y la discordia, la honestidad y la hipocresía, el amor y el odio. La vida y la muerte, más que otra cosa, bien definidas ambas en el último y magistral plano, que muestra a un vagabundo echado en un banco y a un elegante hombre de semblante aristocrático que baja de un carruaje para sentarse junto a quien parece su amigo de toda la vida, ya que se saludan como sólo dos viejos amigos lo harían. GENTE DI ROMA parece un documental, pero no lo es; parece un film coral, pero no hay personajes, sólo personas; podría ser una película de sketches, pero hay un fino hilo invisible que recorre su metraje y la alía directamente con el Boccaccio que, cómo no, también denunciaba, y celebraba y narraba, a través, simplemente, de la crónica de unos cuantos seres humanos.
No es, por su aspecto un tanto descuidado, la mejor pieza de su creador, pero constata que Scola luchó incansablemente contra la tentación de envejecer junto a su cine.
Saludos.

jueves, 24 de agosto de 2017

Bizarra bicoca



Hay peritas en dulce, extasiantes propuestas que de antemano aterrizan con la suavidad del mullido camino ya casi hecho. Suelo desconfiar de estos artefactos por principios, abomino de su jeta de listillo aplicado, hiervo al pensar en qué méritos se obtienen para disponer de un texto endiablado y brillante sólo para capturar un ínfimo in-frame que cualquier becario de audiovisuales es capaz de ensayar. Por eso me quedé a cuadros viendo la plana, apiñonada, grotesca y desquiciantemente inverosímil adaptación de la novela de John le Carré. Porque OUR KIND OF TRAITOR no aporta nada novedoso al tan en boga escaparate de cine de espías, pero lo peor es que deja al escritor británico como un pobre especulador de ideas peregrinas y contractuales, cuando su prosa es puro nervio, desafiante como un lobo a punto de saltarte al cuello. Pobre, mala película; extraña oportunidad perdida para una realizadora eminentemente catódica, por el excepcional reparto, lo único reseñable de esta decepción que hubiese merecido una mejor dirección. Así de tajante.
Saludos.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Red de redes



Que Werner Herzog posee una mirada única e insobornable, rozando el escapismo poético, a la hora de tratar los temas más mundanos, es una cuestión perfectamente corroborable a lo largo de sus casi cincuenta años de actividad. Su polisémica manera de entender el documental le ha granjeado tantos detractores, enemistados con sus "manías" de grand auteur, como rendidos entusiastas de una forma de narrar completamenten alejada de los engolfamientos del mainstream. Así, LO AND BEHOLD, REVERIES OF THE CONNECTED WORLD, supone un encontronazo tan polémico, bello e irritante, que uno no sabe de qué manera enfrentar esta "breve historia del nacimiento, auge, esplendor y omnipotencia de Internet", si no es con la adecuada distancia, que enfría expectativas e invita a la reflexión íntima. No es un documental de entrevistas puras, aunque hay muchas con los pesos pesados de la historia de esta ¿herramienta?... ¿sistema de comunicación?... De hecho, ya un modo de vida que nos aleja tanto como nos acerca, y Herzog parece insistir en la premisa de esta terrible paradoja: millones de personas, conectados a un toque de la yema de sus dedos, pero incapaces de mantener relaciones sociales en su vida. Aunque, pensándolo bien, también incluye grandes dosis de una teoría de la conspiración, según la cual estamos siendo observados y controlados por... bueno, no se sabe exactamente, pero es una excitante conjura. O... un momento, porque recuerdo que flotaba un subtexto que ponía bocabajo todas las ideas preconcebidas sobre quién creó realmente Internet, y de cómo se le desposeyó prácticamente a la fuerza, convirtiéndolo en un extraño mesías de ideas antisociales, aunque curiosamente sea el entrevistado con un trato más normal y humano...
Ya les advertí que esto no es un documental más, sino un documental de Werner Herzog.
Saludos.

domingo, 20 de agosto de 2017

Rincón del freak #277: Interpreten el título



Que promociones una película hasta la saciedad, poniendo carteles con la (bella) efigie de Eva Green, para comprobar luego que estará una media hora (de un total de más de 120 minutos), fumando en pipa, mientras intenta no parecer sexy (sin conseguirlo) mientras se dirige como la institutriz que nunca será a unos niños con poderes bastante repelentes (los niños y los poderes), constata que Tim Burton hace tiempo que ha dejado de tener el control de sus películas y que lo que vemos cada temporada es un pálido reflejo comercial de un tipo que solía ser un genio. Burton no es ya un director de cine, es una factoría similar a la Disney, solo que sus maneras parecen querer indicar otra cosa, que aún se puede esperar un penúltimo destello de verdadero artista, que no se discute eso, sino que su metamorfosis se perciba como conscientemente trazada, y no como una (larga) crisis creativa.
Y MISS PEREGRINE'S HOME FOR PECULIAR CHILDREN ilustra esto a la perfección. Una película rutinaria, un banco de pruebas para nuevos efectos digitales y unos personajes que podrían ser una versión estrafalaria y ñoña de los X-men de Charles Xavier, que aunque va en silla de ruedas no saldría por peteneras como esta "peregrina" señora, nunca mejor dicho.
Saludos.

sábado, 19 de agosto de 2017

Aprender a reírse de uno mismo



JOSHY es una pequeña película, de esas que ahora están tan de moda en el circuito independiente norteamericano; una comedia acerca de lo que realmente significa la madurez en una sociedad infantilizadora y que bien podría considerarse como heredera de la ironía de Woody Allen, pasado por la puesta al día de un Judd Apatow o la extravagancia argumental de los hermanos Duplass. Un film de actores, de diálogos y de contrastes, comenzando por su premisa, el suicidio de la novia de Joshy (Thomas Middleditch) justo antes de su boda, que es encadenado sin solución de continuidad con la reunión que le organizan sus amigos, una especie de despedida de soltero a la inversa, que unos toman como un duelo y otros como una juerga en la que ahogar las penas. Y, entre chistes privados (judíos, en su mayoría), chupitos de tequila y sustancias alucinógenas, lo que queda es el difícil equilibrio entre fustigarse tras un trauma o continuar con la mayor normalidad posible. El principal problema del guion es que no siempre consigue atemperar dichos extremos, por lo que algunos momentos chirrían, convirtiendo a JOSHY en un artefacto más proclive a la comedia por episodios que a un largo cohesionado.
Interesante, entretenida y además estuvo en Sundance.
Saludos.

viernes, 18 de agosto de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #29



Desgraciadamente, una vez más hay que empezar diciendo esa frase hija de puta que es "Hay que seguir". Pero así es, no hay que detenerse, porque la vida es movimiento y nosotros siempre, invariablemente, estaremos en el lado de la vida...
Pero es curioso que precisamente hoy la hoja de ruta de este monógrafico, que ya se acerca a su fin, haya coincidido con un título tan significativo como lo es CONCORRENZA SLEALE, en la que Ettore Scola narraba el enfrentamiento, rozando lo atávico, de dos vecinos comerciales; uno, un prestigioso sastre, el otro, un modesto comerciante judío. Sus familias se conocen de toda la vida, incluso sus hijos mayores están enamorados entre sí, pero el primero entiende que la competencia que le realiza el segundo, a base de precios más económicos, no es leal. Y hay que entender el contexto histórico, porque son los momentos previos al establecimiento definitivo del fascismo en Italia, que entre otros horrores inventó una ley antisemita, que privaba a todos los judíos de sus derechos. Y es justo en este recrudecimiento donde estos dos hombres se encuentran, se entienden, comprenden que todas sus disputas han sido una imbecilidad proveniente de su propia cabezonería, y lo entienden precisamente cuando la libertad es cercenada, cuando el terror llama a su puerta y les obliga a ver que la realidad siempre puede ser muchísimo peor de lo que ocurre en la puerta de nuestra casa.
Hoy más que nunca, y aunque sólo sea una coincidencia, es un momento más que pertinente para traer de regreso esta obra, que algunos no acogieron bien en su momento, pero que parece hecha para explicar, sin aspavientos, qué diablos está ocurriendo en el mundo durante estas últimas dos décadas.
Saludos, por decir algo.

jueves, 17 de agosto de 2017

Emisión pirata



Este verano me ha sido especialmente fructífero en el terreno de las series, que tenía un tanto abandonado y que me ha servido para constatar un par de aspectos: que no todo el monte es orégano y que una joya te la puedes encontrar en el lugar menos pensado. CHANNEL ZERO, por ejemplo, es una miniserie de seis episodios autoconclusivos a la que llegué por simple curiosidad, pero que me despertaba un incomprensible recelo, sobre todo por tratarse de una producción de SyFy, una cadena distinguida por decantarse hacia la hipercutrez catódica. Pero esto es otra cosa, y estos primeros seis episodios son una buena piedra de toque para reencontrarse con cierto terror televisivo "a la vieja usanza", más cercano a la sobria tradición británica que a los habituales productos hipertrofiados que nos tienen acostumbrados. Esta primera temporada, por ejemplo, titulada "Candle Cove", nos habla de la llegada de un hombre, muchos años después, a la pequeña población en la que vivió su infancia, y en la que ocurrieron una serie de extraños acontecimientos que terminaron con la muerte de varios niños y la desaparición del hermano gemelo de este hombre, que, ante la incomprensión general, atribuye la responsabilidad de dichos hechos a un programa de televisión infantil que algunos recuerdan, pero otros creen que jamás existió. Así, la idealización de la infancia se confronta con el escepticismo adulto, pero parece que existe un secreto, largamente guardado, que amenaza con destruir todo lo que se encuentre a su paso.
Pese a un arranque algo pesado y confuso, esta primera temporada de CHANNEL ZERO es capaz de remontar y acabar con nota, ofreciendo un notable ejercicio de terror atmosférico que se apoya en un ingenioso y algo enrevesado guion, firmado por Nick Antosca. Dirige Craig William Macneill, responsable de la estimable THE BOY y al que podremos volver a ver este mismo año en la recreación de la biografía de Lizzie Borden.
Curiosa y recomendable.
Saludos.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Un difícil y bien resuelto equilibrio



Reconozco que no me ha molestado en absoluto esta continuación, cantada por otra parte, pero que me despierta dudas sobre la pertinencia de lo que ya me avisan los entendidos que será la tercera parte. Porque esta GUARDIANS OF THE GALAXY Vol. 2 tiene un concepto adecuado, que es básicamente el de la irreverencia (con el ejemplo del brillante arranque bastaría), pero tiene demasiados minutos que rellenar, y su segunda mitad renquea y se acomoda, dejando de lado sus golpes de guion y abandonándose a una previsible pirotecnia digital. En lo positivo, se agradece que haya más espacio para personajes que en la primera entrega pasaban más desapercibidos, como Gamora o Yondu, además de los divertidos cameos del tío Stan, Stallone y... ¡David Hasselhoff!... Por el contrario, al personaje de Kurt Russell le falta un poco más de entidad, la que le podría (y debería) haber dado un peso pesado como Thanos, al que se menciona constantemente pero nos deja con la miel en los labios. En definitiva, un estupendo entretenimiento, con un uso de la música que se agradece una vez más y con unos actores que se complementan sin aparente esfuerzo, dando vida a uno de los supergrupos más en forma de toda la cartelera, y eso que nos van a inundar con propuestas similares más que con los cansinos Barça-Madrid, que ya es una cosa... No serán tan espectaculares como Los Vengadores ni tan clásicos como la JLA, pero seguro que son los más cachondos y bailongos...
Saludos.

martes, 15 de agosto de 2017

La destrucción de la inocencia



Del documental de ayer extraje, además de una impagable porción de sabiduría cinéfila, dos conclusiones: que llevaba demasiados años sin escribir sobre Hitchcock y que me he dado cuenta de que aún no había visto THE WRONG MAN. Hoy se subsanan dichos entuertos, porque nunca es tarde para volver al genial director británico y porque precisamente me parece que éste es un film francamente peculiar. Es (lo especificó perfectamente Scorsese) un estudio psicológico sobre el significado de la culpa y la redención, disfrazado de thriller, y que, en último término, anuda el argumento principal en torno a una injusticia social que roza el absurdo terror kafkiano, por lo que es tan complicado atribuirle un género en concreto. De hecho, coincido en que la construcción de la trama contiene numerosas lagunas, incoherencias y veleidades, que de no estar dispuestas por quien están tomaríamos como burdos fallos de guion, pero que adquieren una nueva dimensión cuando nos paramos a pensar qué es exactamente el críptico y exasperante mensaje desprendido de la truculenta epopeya de Manny (impresionante Henry Fonda), músico de jazz a sueldo y padre y esposo ejemplar, que de la noche a la mañana se ve acusado de una serie de atracos a mano armada, y sin mayor explicación es poco menos que prejuzgado y arrojado a una celda, sin que veamos alguna posibilidad de defensa. Habría que extenderse una barbaridad para entrar en la cantidad de modulaciones de guion que realiza Hitchock, en cómo zarandea la percepción del espectador e incluso nos hace dudar acerca de la intachabilidad del protagonista, casi reducido a espectador mudo de su propia desgracia.
Una extraordinaria película que viene que ni pintada en estos tiempos en los que precisamente los prejuicios inundan las redes sociales, enturbiando, cuando no ninguneando, el trabajo del poder judicial. Por cierto, yo no tengo a nadie escondido en mi casa... por si acaso.
Saludos.

lunes, 14 de agosto de 2017

Cuadernos de cine



En el año 66, François Truffaut publicó un libro que recogía las impresiones obtenidas a través de una larga entrevista/charla con Alfred Hitchcock. Eran los años álgidos de la Nouvelle Vague, por una parte, y de la crítica analítica de "Cahiers du cinema", cuyos integrantes, indistintamente, pusieron el foco de atención lejos del fasto espectacular y rutilante de las estrellas, y dirigiéndolo apasionadamente hacia la figura del director. El director como artista, como autor y como responsable máximo de su obra. Y quizá, de entre todos aquellos rendidos admiradores, el más obvio fue Truffaut, que destacó a Hitchcock simplemente como el más grande de todos los tiempos, y que creía firmemente en el carácter onírico y subtextual de algunos de sus títulos más importantes. Esto, en esencia, es lo que propone Kent Jones en HITCHCOCK/TRUFFAUT, un jugoso recorrido por las claves para (intentar) entender las arrítmicas obsesiones del director británico, partiendo de la mítica entrevista con Truffaut (traductora simultánea incluida), y con el añadido (a la sazón, el gran hallazgo del film) de las opiniones de algunos de los directores más significativos de los últimos cuarenta años, como Assayas, Desplechin, Gray, Fincher, Linklater, y un enorme, clarividente, Martin Scorsese, que no se limita a ensalzar, sino que retuerce el punto de vista hasta desenfocarlo y dar con todo lo que en el cine de Hitchcock se nos escapa, que es mucho y quizá lo más jugoso.
Imprescindible, como el libro.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!