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martes, 22 de octubre de 2024

Descenso y filtración de una pobre diabla


 

Acabó Sitges, reseñemos Sitges, empecemos este año por lo gordo, nada nos lo impide. La ganadora ha sido DES TEUFELS BAD, del ya consolidado tándem Franz/Fiala, y que nos sirve para considerar este certamen como el reverso inquietante del pasado; en absoluto por este film, que pasa de puntillas por una especie de folk horror que en realidad sirve como excusa para apuntalar un tristísimo acotamiento a una mente incapaz de soportar su propia deriva existencial. Esto hoy día tiene psicoanalistas, pastillas de esas y terapias chorras, pero en mil setecientos y pico, en un entorno rural y apartado, era otra cosa más soterrada y pendiente de las veleidades de la resignación y el arrepentimiento como único asidero para un día a día toscamente inamovible. No esperen encontrar aquí un film de terror al uso, aunque su premisa es terrible, y mira directamente a esa angustia existencial que destilaba Bergman desde, por ejemplo, LOS COMULGANTES, que sí me parece la influencia más directa para descifrar este desesperanzado estudio sobre la depresión, la incomprensión y la incapacidad que los entornos cerrados ofrecen para un mínimo desarrollo sensorial, a menos que se acepten los sacrificios diarios como parte de la vida misma. 
No me parece una grandísima película, y su tono puede dejar frío a espectadores con pocas expectativas intelectuales, pero sí creo que es un camino acertado para unos cineastas que se resisten a ser encasillados en un género.
Saludos.

lunes, 24 de junio de 2024

Mala digestión


 

Sátira sádica sobre la permisibilidad en tiempos del gurú oculto tras una sonrisa tan falsa como sus promesas de profeta especializado en vampirizar a snobs satisfechos, me parece imprescindible abordar CLUB ZERO desde dos perspectivas paralelas, tanto la estética como la ética. En la primera se halla su principal virtud, que es "descomplicar" la tarea narrativa, apoyándose en una teatralidad evidente de planos estáticos y rostros impasibles, que dan la idea de un mundo cerrado sobre sí mismo. El error está en la imposibilidad de empatizar con unos personajes directamente detestables, bien por su carácter manipulador, inexplicablemente sumiso, cuando no aletargados por una corrección que les impide ver un horror que se sucede delante de sus propias narices, justo hasta que les estalla. En un colegio pijo-modernuqui, de los que valen una pasta para que nadie le lleve la contraria a un hatajo de niñatos engreídos, una especie de nutricionista de métodos revolucionarios se hace con el control de un puñado de estos aspirantes a culotabla, a través de un severo sistema de dieta, que va desembocando hacia una peligrosa deriva. Hace poco tuvimos que sufrir casi un millón de votos a un charlatán de los de crecepelo antiguo, y de eso va esto, de los que te venden un trozo de cielo y de los que se lo dejan vender, pero aún más preocupante me parece ese retrato parental desquiciado y desquiciante, en el que un mocoso que apenas se ata los cordones sin ayuda elabora mantras totalitarios que no hubiese firmado un Paulo Coelho "entantranido" en sus cosas de ser celestial. E ignoro si Jessica Hausner pretendía una crítica bestialista sobre estas derivas de principio de milenio, pero la película le ha salido regular. Y tampoco hace falta que nos recalque que los efectos del ayuno prolongado los ha hecho con maquillaje, que hasta ahí llegamos, al menos los que vivimos enfrente de los colegios de pago...
Saludos.

martes, 13 de septiembre de 2022

Mal natural


 

LUZIFER es la película que se me había quedado descolgada de la última edición de Sitges (y tanto), y que me he puesto a rescatar a toda prisa antes de que dé comienzo el nuevo certamen. Dirigida por Peter Brunner (con cuya opaca filmografía debería entrometerme en algún momento) y producida por el inefable Ulrich Seidl, la impresión que me ha dejado no puede ser más irritante, y por motivos que paso a narrar. Lo primero es la pareja protagonista, magistral, posiblemente de las mejores interpretaciones que he visto recientemente en una pantalla, y que fueron justamente galardonados como mejor actor y actriz. Brunner no sabe, o no quiere ir al territorio inexplorado que le ofrecen Franz Rogowski y Susanne Jensen, capaces de construir, mediante su trabajo interpretativo, toda la narración de esta titubeante fábula, que el director no consigue situar en un solo punto de vista. Demasiado autista, demasiado repetitiva, sin dar un pequeño respiro en la amalgama de rituales, iconografía, o unos planos contemplativos que no obtienen continuidad, sino que se convierten en eslabones de una cadena que vuelve obsesivamente al mismo punto de partida. Aún más irritante es lo poco que importa el excepcional trabajo de fotografía de Peter Flinckenberg, postulando los grandes trabajos de Herzog, integrando con sabiduría al ser humano con una naturaleza que se presenta tan acogedora como hostil. Es extraño, porque ya con estos mimbres deberíamos poder hablar de un gran título, pero me temo que LUZIFER va a quedar más como una curiosidad para retinas exigentes. Y acabo con una advertencia. No es un film de terror, sino más bien un acercamiento crudo a esas personas devastadas, que un día clamaron por dejar atrás su humanidad y vivir según sus reglas, apartados de todo y de todos. El dilema filosófico aquí es ¿cómo educar a alguien que sólo ha conocido ese entorno?
Saludos.

martes, 25 de octubre de 2016

Trauma



Estaba cantado. De entre la vorágine de películas de terror con niños (entrecomíllenlo y les sale un género nuevo), estaba convencido de que los austríacos eran los que tenían una última palabra por decir, al menos antes de que esto ya se convirtiera en plaga. ICH SEH, ICH SEH (VEO, VEO sería su traducción correcta) participa del último cine del país de Mozart, y recoge la claustrofobia y la crítica social de su máximo exponente, que no es Haneke, sino Ulrich Seidl. Con más de lo primero que de lo segundo, el tándem Franz/Fiala, que dos años antes entregó el sorprendente documental KERN, realiza un inquietante relato de terror psicológico en el que nunca queda claro qué es exactamente lo que estamos viendo y qué consecuencias está teniendo sobre los protagonistas, de hecho los únicos integrantes del reparto: una mujer y dos gemelos. La mujer llega a casa con el rostro vendado y la esperan dos niños, sus hijos, pero el comportamiento extraño de la madre nos/les indica que podría tratarse de otra persona, una impostora que se hace pasar por su madre y que aspira a quedarse con todo lo que poseen e incluso acabar con ellos... así que no van a permitirlo.
A partir de aquí, resulta imposible continuar desvelando nada más de la sinopsis, tan sólo les diré que deben enfrentarse a este film con los sentidos alerta y la mente abierta para aceptar cualquier giro que se produzca, y en verdad son muchos y muy significativos. Una película seca, truculenta, agitadora, y que quizá pierde un poco de fuerza al final, cuando la violencia ya no es sugerida sino explícita, pero en cualquier caso constata que la corriente germana de horror extremo sigue ofreciendo producciones e incuestionable calidad.
Saludos.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El hombre recluido



Shirley es una mujer a cuyos pensamientos prestamos atención durante cuatro décadas, desde los años treinta hasta los sesenta. No hay nada que la diferencie de cualquiera de nosotros, pero sus pensamientos luchan constantemente por rebelarse contra la rigidez de su sociedad, del rol que como mujer le ha tocado vivir, y que para ella son los verdaderos problemas de la humanidad, y no los grandes conflictos internacionales, que si han servido para algo es precisamente para que no atendamos a la esencia del ser humano. A Shirley la identificamos con esa mujer, casi difuminada en espacios semivacíos, que mira hacia fuera esperando ver algo que aclare su tormenta interior. No hay diferencia entre una persona y la decoración; un cuadro, una mesa, una ventana, tienen la misma textura, la misma materia que esa persona que habita (inhabita más bien) un absurdo espacio interior, que es una seguridad recluida al mismo tiempo que un confort frío. Shirley sueña con ser actriz profesional pero sólo puede mantenerse gracias a su trabajo como secretaria; pronto abandona este sueño (al menos de forma práctica) y es consciente de que su vida no estará al otro lado de los escenarios, sino en la confortable butaca del espectador. Cuando hemos identificado cada aspecto, cuando hemos descifrado mínimamente qué era exactamente lo que pensaba esa mujer absolutamente normal, normalizada, imbricada en su entorno y tipificada hasta hacerla desaparecer en el mismo, caemos en la cuenta de que todos estamos atrapados, de una manera u otra, en un cuadro de Hopper.
Saludos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

De vacaciones #3



No sé qué diablos le pasó ayer a Blogger. Entre que no pude escribir esto (lo hago el Domingo) y que por la noche asistí a un interminable cena de empresa, que se estiró hasta horas incomprensibles para el entendimiento humano, el Sábado pintó raro. Aunque más rara es PARADIES: HOFFNUNG, película que cierra la trilogía de Ulrich Seidl a la peor gloria de tres personajes que transitan de la sordidez al solipsismo emocional; no es tanto un tríptico sobre la infelicidad, sino más bien sobre una cierta idea de fealdad inasumible en un mundo repleto de máscaras. Curiosamente, Seidl afloja el tono para rematar con la extraña peripecia de Melanie, la hija que aparecía brevemente en la primera entrega. Gorda como su madre, pasará el verano en un campamento de modos casi militares a fin de perder peso y corregir sus excesivos hábitos. Lógicamente y como es de esperar, no sólo se saltará las normas a la torera junto a sus compañeras de cuarto, sino que además se verá atraída por el médico de la institución. Complicada de ubicar en sus herméticos planteamientos, posiblemente sea el mejor film de los tres, aunque le cuesta arrancar y situarnos en la siempre complicada mente de una adolescente engreída, perezosa y equivocada en la totalidad de su transcripción de los demás. Aun repleta de licencias, la mayoría incomprensibles (la escena del bosque es una marcianada total), es verdad que aquí Seidl permite respirar un poco más a sus siempre encorsetados personajes e incluso es capaz de ensayar algo parecido a un encadenamiento dramático. Es menos fría, a la manera en que el director austríaco puede serlo, y deja una sensación más reflexiva acerca de la devastación apuntada en las otras dos entregas, aunque yo señalaría que lo de menos es la inconexión entre las tres, ya que su interacción precisamente sea la tremenda distancia entre tres personas absolutamente solas. Una trilogía imprescindible, incluso con sus imperfecciones, que son muchas.
Saludos.

viernes, 12 de diciembre de 2014

De vacaciones #2



PARADIES: GLAUBE es a la fe fanático-religiosa (yo distingo poco entre ambas categorías) como el picnic que se marcaron entre risas y carantoñas los Riazor Blues y el Frente Atlético el otro día a orillas del Manzanares, con el entrañable resultado que todos ustedes conocen.
Una señora de mediana edad, no tan gorda pero sí separada (la hermana de la de ayer), se arrodilla semidesnuda frente a un cuadro de Jesucristo, se pega de latigazos, se coloca el cilicio y va a comprar el pan. Antes, emplea sus vacaciones en dar por culo casa a casa para reclutar almas que, de no ser por ella, irían del tirón al infierno. Lo curioso ocurre cuando su exmarido vuelve a casa, puesto que es musulmán, aunque un protopunk al lado del leño seco en el que se ha convertido la susodicha, que sólo parece ponerse a tono con la efigie del nazareno. Así, visitará a una emigrante rusa borracha, un demente en calzoncillos y con el síndrome de Diógenes, un matrimonio que duda entre echarla directamente o rociarla con aceite hirviendo y, al volver de sus labores de intendencia, se encuentra nada menos que con una orgía al aire libre de un parque y a la luz de la luna, lo que le causará gran turbación y zozobra. Ya sólo el estilo de su peinado, a lo pan Brezel, o el estampado del vestido, a juego con el empapelado, tirán para atrás, aunque menos que la cara de vinagre de la señora o su insensata obstinación de "legionaria", que haría las delicias de un Rouco cualesquiera... Como siempre, Seidl deja su "miguita" al principio, para que los espectadores más sagaces tengan con qué armar solaz y sudoku. Es decir: sí, usted tiene mucha fe, pero que mucha fe, pero las perras se las gana haciendo análisis y diagnósticos médicos... Pues eso...
Saludos.

jueves, 11 de diciembre de 2014

De vacaciones #1



Me voy a permitir rematar la buena noticia que supuso para el Festival de Sevilla tener a Austria como país invitado con el repaso a una trilogía que ya se pudo ver hace dos años por aquí. Me refiero a PARAÍSO, de Ulrich Seidl, un controvertido paseo por las miserias y rincones más oscuros de la vieja Europa, más vieja, rancia y decrépita que nunca, cuando se la coloca frente a un espejo y se la despoja de toda (falsa) solemnidad. E intentaré hacerlo sin florituras, un poco al "estilo Seidl", seco y reiterativo; aunque no sé si se me entenderá la retranca.
PARADIES: LIEBE. Mujer blanca, gorda y separada que regenta una atracción de coches de choque. Tiene una hermana; tiene una hija. Se va de vacaciones a Kenya. Deja a la hija con la hermana; antes intenta que deje el móvil y ordene su habitación, sin éxito. La hija también es gorda. En Kenya (un resort, en realidad), la mujer blanca, gorda y separada está encantada con: 1- Las vistas desde su apartamento del resort, que dan directamente a una playa. 2- La cantidad de alcohol que puede tomar sin que a nadie le preocupe si está borracha o no. 3- Las pollas de los negros.
La mujer blanca, gorda y separada necesita tirarse todo lo que intente venderle un collar de conchas, pero lo dignifica con algo que ella llama amor. Quizá, si lo intentase al revés, podría terminar sus vacaciones con un par de orgasmos bastante dignos que llevarse a la patria de Mozart y Polster, pero su deambular por Kenya (el resort) es simplemente patético, puesto que ha idealizado el turismo sexual y lo ha convertido en un aberrante turismo sentimental. Imposible, acabará en la cama con varios negros (por separado) y, finalmente, rematará la faena con un conato de orgía junto a otras mujeres blancas, gordas y separadas.
Vista así, la película de Seidl es un excepcional bisturí sociológico. y es mejor no pedir nada más. Si se le intentan ver las dobles lecturas, entonces aparece la palabra "pedante", y con razón; Ulrich Seidl no es un contadopr de historias, sino un sádico transcriptor de las mismas, como un cirujano que se empalma a cada nueva incisión. La película, no obstante, comienza con una de las metáforas más hirientes y acertadas de lo que ahora mismo es Europa: un montón de retrasados mentales chocando entre sí en una atracción de feria...
Saludos.

martes, 2 de diciembre de 2014

Profesionales



Sexta referencia del SEFF'14. Detectada en la atención multitudinaria que el Festival de Sevilla dedicó a Austria, varios nombres sobresalían, incluso por encima de un Haneke más que superado y asimilado por cualquier buen cinéfilo. Me quedé con las ganas de poder ver algo, principalmente, de Martin Arnold y Heinz Emigholz; en cambio, logré acceder a la que creo que fue una de las grandes joyas ocultas del festival. WHORE´S GLORY, última película (literalmente) del enorme documentalista que fue Michael Glawogger, y que se convertiría en su epitafio tras la inesperada muerte del cineasta el pasado mes de Abril, a los 55 años.
Película imprevisible y mucho más abierta de lo que su tremebundo contenido podría hacer sospechar, se trata de una mirada limpia y desprejuiciada al controvertido mundo de la prostitución, y no precisamente en los lugares donde uno podría pensar que alguien pondría el foco o la pluma. Dividida en tres mitades, que no me parecen casuales, Bangkok, un suburbio de Dacca y una apartada "zona" de Nuevo Laredo, en México. La profesión, la miseria y la resignación; me parecen tres términos que calzan a la perfección con cada segmento, tan diferentes, tan cercanos. La profesión en Bangkok, donde las prostitutas fichan y se santiguan antes de entrar a trabajar e ingresar a "la pecera", una urna gigante donde son expuestas y pueden sentirse agusto, charlando de sus cosas, mientras algún cliente las escoge, momento en el que son llamadas por un altavoz. Antes, Glawogger ofrece un puñado de fascinantes imágenes de un espectacular domo desde el que realmente son las prostitutas las que eligen a sus potenciales clientes en la misma calle y a base de puntero láser.
Bangla Desh es otra cosa. El suburbio sin nombre es una gigantesca ciudadela, casi una fortaleza; conocida como "La ciudad del placer", allí son arrojadas cientos de muchachas (niñas, en realidad), sencillamente vendidas por un poco de dinero que permita vivir un poco más a sus madres. Miseria, suciedad y desesperación, porque lo que les podría esperar fuera de esa prisión que se cierra cada noche es aún peor. Y por último, "La Zona". Situada en Nuevo Laredo, se trata de un poblado enteramente habitado por prostitutas de toda índole, edad y condición. Con la ventaja de poseer su propia habitación y no depender de ningún extorsionador, aquí las prostitutas hacen su ley, algunas son incluso camaradas, y casi se podría afirmar que han logrado constituir un extraño matriarcado, una ciudad en la que los hombres sólo pueden estar de visita.
Una película impresionante, que no sólo no juzga ni condena, sino que además posee una belleza incómoda, cincelada a corazón abierto y creo que enteramente dedicada a esas "profesionales", sin cuyo concurso no podría haber existido. Si pueden, no se la pierdan.
Saludos.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Desubicación permanente



Cuarta referencia del SEFF'14. Mucho cine austríaco este año en Sevilla, al ser éste el país invitado; y no sólo compuesto de nombres consagrados, sino también esos nuevos emergentes de los resquicios que esta cambiante Europa va descubriendo, toda vez que sus fronteras se revelan inconsistentes y licuantes. Un buen ejemplo de esto sería MACONDO, drama desidentitario sobre una familia de origen checheno en una comunidad en plena Austria. Primer largo de ficción de Sudabeh Mortezai, tras dos documentales, y loable intento de iluminar esos oscuros rincones de la Europa que nadie ve, el resultado es, simplemente, fallido. De hecho, no sé qué puede aportar la visión de una cineasta de ascendencia iraní acerca de la muy compleja problemática del pueblo checheno, quizá la más compleja tras los armenios y palestinos; por supuesto, esto que digo no es políticamente correcto, y en un mundo transglobalizado (mentira cochina, pero así nos lo hacen creer desde, por ejemplo, el FMI) cualquiera podría dar su opinión sobre cualquiera, el problema es que a un tercero esto le llegue de manera que le remueva la conciencia. Tampoco sé identificar el sentido del título, no veo al viejo "Gabo" por ninguna de las imágenes de este deprimido y deprimente colacao visual (turbo) muy "a lo Loach", poniendo a sus personajes exactamente donde deben estar para que a nadie les quepa duda de que, al fin y al cabo, son desplazados que viven en condiciones dificultosas. Eso, más que cine de ficción, es periodismo, y del chusco; y es posible que la directora tenga más pulso y tino en el terreno documental (no he visto sus otros trabajos), pero MACONDO no es, precisamente, el tipo de cine magmatectónico que el viejo continente necesita para desperezarse.
Saludos.

sábado, 14 de junio de 2014

Un itinerario guiado



El precedente de MUSEUM HOURS lo encontramos fácilmente en la apasionante filmografía de Jem Cohen; en 1997, el director y documentalista neoyorquino (circunstancialmente nacido en Afganistán) realizó un precioso corto en súper 8 titulado MUSEUM: VISITING THE UNKNOWN MAN. Un año más tarde se embarcaba en un arriesgado proyecto, INSTRUMENT, que aspiraba a ser la antítesis de los biopics de bandas de Rock, al centrarse más en el outstage que en la música de los seminales Fugazi. Guy Picciotto, miembro de dicho grupo, buscó a Cohen para financiarle un film en un museo pero que, efectivamente, hablara más de lo que gira fuera del museo; la inclusión de Patti Smith como co-productora fue lo que terminó de redondear este pequeño film, a caballo entre el drama introspectivo y el documento observacional. Tanta importancia tienen las obras expuestas en el Museo de Historia del Arte de Viena como las heladas y solitarias calles vienesas; tanto la sincera acogida del celador del museo y su disposición a hacer de guía fuera del mismo, como la maravillosa inconsciencia de esa mujer canadiense que incluso pide dinero para poder viajar a Viena, donde agoniza una prima suya. Cotidianidad y trascendencia, como nos recuerda el memorable speech de la guía especialmente implicada con la irreverente majestuosidad de Bruegel, capaz de crear un muro de incomprensión en unos visitantes incapaces de indagar en la auténtica naturaleza e las pinturas. MUSEUM HOURS se ve con gran placidez y energía, no habría que rehuir de su lado más arty, pues su director parece tener siempre una bocanada de humanidad para contrarrestarla, o complementarla. Y si les gustan los museos, deben verla.
Saludos.

martes, 26 de febrero de 2013

La fuerza de la costumbre



A fuerza de acostumbrarnos a su fiereza y brutalidad, el cine de Michael Haneke ha terminado por colarse en nuestro imaginario, que nunca o casi nunca queda abierto a propuestas de naturaleza tan radical; no tan evidentemente. AMOUR ganó el oscar a mejor película de habla no inglesa, pero podría haber ganado cualquier otro oscar (bueno, quizá el de mejor música original no...), y, pese a haberse alzado antes con la prestigiosa Palma de Oro en Cannes, es profundamente significativo lo feliz que el director alemán estaba con su estatuilla. Era cuestión de tiempo, aunque, afortunadamente, no lo ha sido también de moldes. Haneke suaviza los contornos, los disfraza de melodrama, los acerca al "gran público"; sin embargo, nadie menos melodramático que el director de LA PIANISTE o FUNNY GAMES, y AMOUR es, si cabe, uno de sus films más terribles ¿Pero en qué forma "terrible"? ¿Acaso no descubrimos al humanista que Haneke siempre ha llevado dentro y que asomaba, por ejemplo, en la demoledora CODE INCONNU? Esta historia de amor con mayúsculas, entendiendo el amor más allá de la reciprocidad, más allá de la complicidad o del simple expansivismo panteísta, nos sitúa ante el dilema ni siquiera moral, sino físico, o neuronal... o físicamente neuronal; y entiende (nos hace entender) que nada nos salva de irnos a ninguna parte, pero sí que son otros los que, en un momento u otro, quedarán encargados de preservar nuestro legado, nuestra memoria, lo que sea que pueda salvarse de quien ha dejado de existir. Por eso, y sin que pueda atreverme yo a decir nada contraproducente ante la extática magnitud del trabajo de una colosal Emmanuelle Riva, no puedo quitarme de la cabeza a ese monstruo de la escena que es Jean-Louis Trintignant, cuya interpretación casi puede tocarse, literalmente, a través de la pantalla. Este irrepetible binomio, ante el que Haneke no puede menos que sentirse agradecido por haber existido en exclusiva para él, compone, en apenas un puñado de miradas e imperceptibles gestos, una explicación infinitamente más elocuente al (sin)sentido de la vida de lo que algunos iluminados de pacotilla han conseguido con lo que no son sino fantasiosos juegos malabares. Parece increíble que algo tan sencillo obtenga el milagro de transformarnos, de meros espectadores, a clientes de nuestro propio tiempo, aquél que late, pulsado inconscientemente, mientras intentamos dominarnos ante el momento decisivo de la última despedida. No es, a mi entender, la mejor película de Haneke, pero quizá sí la que mejor hemos entendido todos, y eso vale su peso en oro, y no digamos ya en Hollywood. Así que felicidades a un tipo que realmente merecía este galardón.
Saludos en paz.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Hasta las últimas consecuencias



La extraña, absurda y asfixiante peripecia del falso agrimensor K fue llevada al cine por Michael Haneke de la única manera que creo que podría trasladarse una narración que no es tal, un mundo lleno de submundos que necesita no el entendimiento de la obra por parte del espectador, sino la aplicación de dicha historia al mismo. Enrevesado, mordaz, infinito relato de la muerte total del individuo aplastado por la todopoderosa e invisible deidad llamada burocracia, DAS SCHLOSS no juzga, muestra, por lo que su lectura (su visionado) es aún más terrorífica, un terror primario a lo que no se conoce, y en este caso lo que no puede controlarse. Si lo cuento pierde la gracia; es que yo leí en su momento el libro (aproximadamente por la fecha en la que se realizó este film, 1997) e inmediatamente pensé que era imposible adaptarlo en imágenes. Mejor aún, que era imposible distinguirla de lo que ya estaba en el incompleto texto de Kafka. Así debió pensarlo Haneke, que "sólo" pudo ser un fiel copiador, línea por línea, sin que se atisbe más rastro suyo que el ya existente en la obra original; tengamos en cuenta lo mucho que ha usado del imaginario kafkiano el director alemán, por lo que rechina un poco menos que, por ejemplo, la anterior adaptación de Balabanov, más desatada y, por tanto, menos reconocible. Aceptado el corsé como inseparable, DAS SCHLOSS es, me parece, lo peor que ha rodado Haneke, pero de ninguna manera un mal trabajo, sólo una película que no pasaría nada si no existiese. Por destacar, destacaría el milimétrico trabajo de los actores, imagino (ahora, claro) que anticipando la estupenda coralidad de DAS WEISSE BAND, que sí que es una revisión absolutamente personal del autor checo.
Si hay una película de Haneke que no quieren ver nunca que sea ésta; mejor léanse el libro y dispónganse a experimentar la insignificancia de ese orgulloso ser llamado "hombre" frente a "la máquina".
Saludos levadizos.

martes, 6 de septiembre de 2011

Los culpables



Sin ser su mejor trabajo, ni mucho menos, lo que llama la atención (ahora, y no antes) de BENNY'S VIDEO, el segundo trabajo cinematográfico de Michael Haneke, es la precisión con la que adelanta las que habrían de ser las constantes de sus posteriores títulos, los considerados clave en su imparable filmografía. El cine del alemán es preciso, de corte cirujano, y al mismo tiempo inconformista y sorpresivo; es difícil quedarse con una sola deriva del mismo, porque no lo pretende. Sin ser excesivamente ambicioso, aspira a abarcar una enormidad de aspectos (sociológicos, psicológicos, emocionales, culturales...), para mixturarlos lo más objetivamente posible y extraer conclusiones que normalmente no esperaríamos. Aquí, todo indica que Benny, un chaval de 14 años, es quien ha de atraer toda nuestra atención. Benny es inteligente, serio, distante y poco hablador; pasa casi todo el tiempo encerrado en su cuarto, editando sin parar los videos que él mismo graba, obsesionándole particularmente uno que muestra la muerte de un cerdo en un matadero. Benny, casi siempre solo, con sus padres totalmente desvinculados de él, hará una barbaridad que no voy a desvelar por si hay alguien que no la ha visto; pero, como quería indicar al principio, no es esto lo que realmente importa a Haneke. Lo que importa a Haneke es descifrar ese "código de conducta desconocido" mediante el que un chico aparentemente normal se convierte súbitamente en un monstruo desalmado; para ello, son capitales la sobria puesta en escena y la apabullante interpretación de un jovencísimo Arno Frisch, al que veríamos después en FUNNY GAMES. Sin embargo, lo mejor de BENNY'S VIDEO es cómo Haneke introduce en el tramo final a los padres del muchacho, filmando su inesperada e igualmente repugnante reacción, una reacción que no puede ser justificable de ninguna de las maneras y que constituye el verdadero interés de lo que podría haber quedado como una cinta de horror truculento más, pero termina siendo una escalofriante disección de la sociedad burguesa/acomodada, sus pestilentes trastiendas, que pocas veces son aireadas. No, no es lo mejor de Haneke, pero como siempre decimos, hasta lo peor de Haneke tiene algo por lo que merece la pena echarle un vistazo; y el hecho de que no sea lo mejor no quiere decir, en absoluto, que sea una mala película.
Saludos editados.

miércoles, 22 de junio de 2011

Vida más allá de Haneke



Lo siento, no se me ha ocurrido un título mejor para esta reseña; aunque puede que la cosa sea tal que así. Al menos, STRUGGLE, sin perder las constantes estéticas del director austríaco, intenta desmarcarse de ese cine reforzando sus reivindicaciones. El resultado es satisfactorio a medias, funciona siempre que nos enteramos de lo que está ocurriendo, que es casi siempre, pero su forzada escisión narrativa descoloca un poco y, peor aún, remata con un final tan convencional como sonrojante.
STRUGGLE es la silenciosa historia de una madre polaca que, desesperada por su situación económica y la subsistencia de su hija, decide irse a Austria, donde ejercerá los más diversos "trabajos" (entrecomillo esto porque normalmente yo lo denomino "explotación", y allá cada uno con su conciencia). Estaremos con ella recogiendo fresas, limpiando un matadero, la piscina de un ricachón... cualquier cosa que vaya saliendo sobre la marcha; Austria, tierra de las oportunidades, con el pequeño "pero" de que, al no tener papeles, puede venir la policía, meterte en la cárcel, quitarte a tu hija... En el otro extremo de la cuerda está la historia de un agente inmobiliario con casa propia, BMW en el garaje y un buen sueldo... pero sin vida; aburrido de todo, acude a ver a su madre al geriátrico y ocasionalmente consume porno extremo para hacer más llevadera su apacible pero monótona vida. La conjunción de dos vidas tan alejadas entre sí constituye el mayor reto de esta cinta desoladora, amarga, fría hasta el desdén; un tipo de cine que prescinde voluntariamente de cualquier floritura narrativa para que los hechos aparezcan ante el espectador con la mayor desnudez posible. En una desagradable ironía, el espectador quiere saber más, dónde desembocará la cruda peripecia de la madre polaca y qué diablos significa ese intrascendente oficinista, que come siempre lo mismo y se deja atar por extraños a los que paga por ello... STRUGGLE es cine del siglo XXI, intenta poner en orden algunas de las claves para entender qué significan las fronteras en una supuesta Unión Europea, en la que siguen ganando los mismos de siempre; desgraciadamente, su final (lo más flojo de la película) nos devuelve exactamente al punto de partida y no mucho más avisados de lo que pudiésemos estarlo al principio. Recomendable, en cualquier caso; y así nos olvidamos un poquito de Haneke...
Saludos esforzados.

miércoles, 30 de junio de 2010

Cantos de sirena en la comunidad económica europea

IMPORT/EXPORT tiene la valorable cualidad de ponernos ante nosotros mismos aunque nuestras vidas no tengan mucho que ver con lo que vemos. Ulrich Seidl filma a sus personajes con pudoroso distanciamiento, como si su piedad no fuera comunicable en modo alguno. Por un lado tenemos a Olga, que vive en la Ucrania de la desvinculación y que trabaja como enfermera; el dinero apenas le llega para subsistir junto a su madre y su hijo, así que decide marcharse a Austria, donde empezará trabajando de limpiadora en un centro de ancianos y, más tarde, en un chat porno de internet. Y luego está Paul, que vive en Austria y que es despedido de su trabajo de segurata nocturno; le gustan las artes marciales y los perros peligrosos; junto al actual novio de su madre, se mete en una camioneta camino de Ucrania para transportar máquinas tragaperras y recoger las defectuosas. Olga y Paul jamás se conocerán, simplemente son dos ejemplos de lo que ocurre hoy día en Europa, porque Seidl reniega por completo a enternecernos a base de historias lacrimógenas y azares improbables; el director austriaco nos pone frente a la gente que no se ríe, los pobres y los moribundos, los borrachos y los desarraigados. Sin dar oportunidades de redención, ni lecciones de moralidad, nos sumerge casi sin que nos demos cuenta en una Europa que nos suena demasiado y que jamás será mostrada en televisión, la Europa que no conocen los inmigrantes antes de salir de sus países, la Europa de los supervivientes, de los derrotados y los muertos vivientes.
En una escena sublime, tras albergar durante varios días la esperanza de que un viejo y enfermo austriaco vaya a casarse con ella y obtener así la nacionalidad, Olga se encuentra una mañana con la cama vacía, nadie sabe dónde está el viejo y el mazazo emocional, la desesperanza, es patente. Paralelamente, Paul tendrá que acceder a empellones a una sesión de sexo etílico con la puta ucraniana que el novio de su madre ha pagado; es lo más cerca que estos dos personajes estarán en un film del que nos costará admitir que nos ha gustado, aunque sí nos haya gustado.
Saludos exportados.

miércoles, 20 de enero de 2010

M de maldad

Michael Haneke lo ha vuelto a hacer. No me refiero a que se haya superado, que es lo de menos; lo importante de lo que el director alemán ha conseguido con DAS WEISSE BAND es, no tengo ninguna duda, ser fiel a su insobornable filosofía creadora y no repetirse de ninguna manera. Porque es éste un nuevo Haneke, puede que menos tenebroso, pero mucho más veraz, y por tanto más mordaz. No hay rastro aquí de aquel artista de estilo seco, preciso y obsesionado con la economía de recursos; Haneke nos ha mostrado el lado oscuro de MY DARLING CLEMENTINE o GONE WITH THE WIND, la trastienda de todo lo que el cine no se ha atrevido a mostrar, sino que ha encubierto con esa barrabasada llamada "melodrama", que sirve para un mal guión pero destruye cualquier expectativa de que un autor indague en una herida abierta. DAS WEISSE BAND es un film de múltiples interpretaciones que finalmente nos deja a nosotros la responsabilidad de cuál debe ser la última palabra; antes de eso, se expande y ramifica en un impresionante juego kafkiano (ésta es la gran película kafkiana y el personaje del maestro, su particular Joseph K.), empeñado en desviar la atención de lo que "verdaderamente" está ocurriendo y convirtiéndolo en pequeños retazos de cotidianidad. Haneke habla de la maldad como fin, no como explicación, algo que ya hizo en FUNNY GAMES o WOLFZEIT; da igual "quién", porque lo importante es que es real, que ocurre y que no hay ningún arte o política o conducta para poder razonarlo; así pues, DAS WEISSE BAND alcanza otro hito en su diáfano discurso filosófico: nos enfrenta, cien años después, a nuestros temores más ocultos e inconfesables, los que gestaron la vuelta del Medievo en pleno siglo XX, los que señalaron quién era cazador y quién presa. Sólo por esta reflexión merece la pena ver la que va a ser, con toda seguridad, una de las películas más importantes del año. Y termino esta rendida reseña con una súplica ahogada: por favor, no le den más vueltas al final, no les permitirá ver que las virtudes están desperdigadas por todo el metraje; ocurrió con CACHÉ, y es que hasta Haneke puede permitirse ser juguetón de vez en cuando.
Saludos muy negros... o muy blancos... no sé...

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Historia de una patología

Antes de que supiéramos absolutamente nada de un tal Michael Haneke, en Austria ya surgió un tipo igual de inquietante y dispuesto a cortar por lo sano. ANGST es una de esas pocas películas que son mucho más terribles por lo que son capaces de despertar en la conciencia del espectador, que por lo que muestran en sí. Una extraña y contundente historia de horror cotidiano, filmada casi en tiempo real y con algunas imágenes francamente logradas; me atrevería a hablar antes de Tarkovski que del rácano y poco agraciado estilo que han ido adoptando progresivamente este tipo de producciones, más pendientes del efectismo (sonoro o visual) que de contar algo.
Aquí, el casi inédito Gerald Kargl (creo que es lo único que filmó) cuenta en clave de cine mudo la breve historia de un asesino compulsivo, un tipo que tras salir de la cárcel, donde ha estado varios años, se encuentra absolutamente fuera de cualquier ley o convención social. Sólo sabe una cosa: odia a todo el mundo, así que debe matar a alguien, y eso sólo unos minutos después de quedar en libertad. Primero tiene un intento frustrado, en el que se ve claramente la confusión mental de este individuo, incapaz de hilar una sola acción normal, proyectando cada acto o pensamiento al hecho de matar. El grueso de la narración se desarrolla en un caserón en el que este simpático tipo entra sin pedir permiso, allí espera a que regresen sus ocupantes para darles una bienvenida terrible. Lo más destacable de este tremendo film es la crudeza y minuciosidad con la que se muestra un horror sin explicación; al igual que en FUNNY GAMES, la vida humana, su valor, se ven reducidos a un simple ejercicio de nihilismo, una banalización de lo terrible que impacta más que los habituales litros de sangre.
Elevada actualmente a la categoría de cinta de culto, ANGST es una posmoderna reflexión cuasipatológica que desarma por su sencillez de planteamientos y facilidad de resolución. La escena final es tan sorprendente como inusual, una alegoría perfecta del cazador cazado sin una sola línea de diálogo. Si pueden, no se la pierdan.
Saludos angustiados.

martes, 22 de septiembre de 2009

Abandonad toda esperanza

Mientras el cine europeo, incapaz de competir industrialmente con el norteamericano, se debate entre mirar hacia fuera (espectador) o hacia dentro (autor), las propuestas más interesantes son (siempre lo han sido) las de unos pocos insobornables, fieles a un estilo propio y que no miran a nadie, más bien atraen todas las miradas.
Uno de los ejemplos más claros de esto es Michael Haneke, caso único por la gran aceptación de su obra, pese a la radicalidad de la misma. Debe ser Haneke un autor comentado, discutido, zarandeado (eso estamos intentando aquí), porque parece la única forma de desentrañar toda la oscuridad implícita en cada uno de sus films. Seguimos a la espera de THE WHITE RIBBON, ganadora en Cannes este año, entre tanto, vayamos con otro zarpazo del director alemán. WOLFZEIT pasó curiosamente inadvertida por nuestras imprevisibles pantallas, sobre todo dado el reconocimiento obtenido por Haneke en FUNNY GAMES primero y en LA PIANISTE más tarde; este oscurísimo y deprimente retrato de la pérdida de la civilización (no el fin, ojo, la pérdida) es capaz de dejar en pañales a propuestas similares como CHILDREN OF MEN o BLINDNESS, por citar algunas recientes. Imaginemos: el apocalipsis ha llegado, pero ¿qué creíamos? El apocalipsis no es más que el hombre desatado, el hombre como lobo hambriento que no respeta a sus semejantes y cuya lucha por la supervivencia deviene crueldad, intolerancia, fascismo encubierto de anarquismo... Esta es la historia de una familia que cree que escondiéndose pasaran los malos tiempos, el pesimismo extremo de Haneke muestra que los malos tiempos han llegado para quedarse; a partir de ese descubrimiento, cada ser aprende que ya sólo puede luchar por su propia existencia; la madre es separada a la fuerza de sus hijos y no puede hacer nada por impedirlo, la muerte se convierte en una constante. Como los animales, cada día se basa en subsistir, comer y no ser comido. WOLFZEIT, como no podía ser de otra forma viniendo de quien viene, es una película francamente dura, que no da una sola concesión al espectador y que termina con una reflexión que pretende ser advertencia; sin embargo, lo más interesante, a mi modo de ver, es esa cuidadosa puesta en escena, muy Tarkovski, que no deja nada al azar incluso en un relato tan desmembrado como éste.
Si no la vieron, háganlo.
Es el tiempo de los saludos.

sábado, 22 de agosto de 2009

Todo cae por el sumidero

Aunque parezca un gilipollez pedante y cultureta, lo cierto es que Michael Haneke parece ya casi de la familia; algo tan improbable cuando se trata de un director que filma como un perro rabioso acerca de las toneladas de mierda que tenemos suspendidas a diario sobre nuestras cabezas. Ahora a Haneke le dan premios, le financian remakes de sus propias películas que él mismo dirige y con las que entra en los puestos de cabeza de las listas de recaudación, por no hablar de que viste de negro y luce barba canosa, lo que le da un aire... no sé, como el que nos gustaría tener a nosotros si no fuera porque no nos reímos cuando hablamos sobre asesinos psicópatas, conductas asociales violentas o pertrechos masoquistas de automutilación. En fin.
Lo que sí es reseñable, bajo mi punto de vista, que no tiene nada de idolatría, es que Haneke no es sólo sus tres o cuatro películas más famosas, comprendidas desde su etapa alemana hasta su incursión francesa, sino que filmó algunos trabajos en su país de adopción, Austria, a modo de sombría entrada a sus pesadillas posteriores. La primera de sus películas fue una que sigue siendo de mis favoritas, DER SIEBENTE KONTINENT, donde podríamos afirmar que el nihilismo encuentra su máxima expresión. Una familia cualquiera, media, desarrolla sus actividades normales; trabajan, llevan a la hija al colegio, hacen la compra... Pero hay algo que no marcha ¿El qué?, todo; sencillamente todo. Lo que muestra inteligentemente Haneke en tres cuartas partes del film es la monotonía de los actos repetitivos de un grupo de personas, terroríficos porque son los mismos actos que nosotros mismos llevamos a cabo en nuestra vida. Ninguna intención es mostrada, tenemos que afinar nuestra adormilada sesera para descubrir la sorpresa final, porque aquí, como en la vida real, la gente no dice sus pensamientos en voz alta, prefieren guardárselos. En esto llega la parte final, de la que sólo les diré que hay que tenerlos muy bien puestos para soportarla sin desviar la mirada. Del estupor pasamos al rechazo instintivo (en su pase original había pataleos y abandonos masivos) y desembocamos en una sensación de vacío angustiosa y muy desmoralizante. No se lo desvelo, pero se lo pueden imaginar.
Saludos continentales.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!