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domingo, 21 de octubre de 2018

Rincón del freak #326: Ingenuas y cariñosas cartas desde el pasado



Puede que no merezca estar THE HIDDEN en esta sección. O sí, no lo sé con seguridad, porque es una película que he visto ya varias veces y cada vez me descoloca más. Por un lado su demencial guion es resuelto con admirable eficacia y oficio por Jack Sholder, que ya no volvería a rodar nada a su altura. Por otro, el film es es un compendio de licencias y más licencias (plenos 80), pero que se dejan pasar por el propio carácter desenfadado del argumento. Éste giraba en torno a un extraño ser (una babosa gigante bastante repulsiva) que se introduce en los cuerpos muertos, reconduciéndolos hasta que se convierten en unos anárquicos y violentos seres. Tras su pista viene el misterioso agente del FBI Lloyd Gallagher (Kyle MacLachlan, quién si no), que es asignado como colaborador del agente Beck (un Michael Nouri que tenía más pinta de gangster que de policía) para resolver los crímenes que se van sucediendo sin razón aparente. La gracia está en ver el comportamiento de los "poseídos" por la criatura, que se convierten en obsesos sexuales, alcohólicos, amantes de las armas y los Ferraris y con querencia por el heavy metal, lo que da las mejores escenas, por ejemplo, de un abuelete con un loraco imponente o la tremenda Claudia Christian caminando con el culo al aire y un saco de ametralladoras. Hay anécdotas, como las breves apariciones de los hoy famosos Danny Trejo y Lin Shaye, o el inquietante papel de William Boyett, un oscuro secundario que participó en multitud de westerns. Una de esas películas a las que hay que volver para no perder perspectiva de cómo se hacían estas cosas antes, que se llevó un premio en Sitges y que fue de aquellos títulos míticos que aparecieron en "Noche de lobos", cuando Antena 3 aún era una cadena de televisión...
Saludos.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Rincón del freak #205: Los extraños vínculos olvidados



Sí, A NIGHTMARE ON ELM STREET 2: FREDDY'S REVENGE contenía un 1% de horror, consistente en un arrinconado Robert Englund poniendo ojitos y moviendo los dedos, mientras que el resto era más bien un retratillo pop de la época (1985) de lo más típico, con un instituto donde la muchachada juega al béisbol, hacen barbacoas... Todo previsible, excepto un detalle menor: la película apenas puede ocultar su auténtica vocación, que es estructurar una teen story subvirtiendo los motivos principales (chico conoce chica y le demuestra que es su chico... etc...) para obtener un film de marcado carácter homosexual... ¿A que se les ha quedado el culo torcido? Está claro, porque aquella época no era dada precisamente al culto a la diversidad sexual, y estos temas solían quedar marginados en la independencia militante, e impensable para una producción que aspiraba simplemente a engordar la recaudación a costa del icono de Freddy Krueger, que en menos de un año era tan famoso como Michael Jackson o Madonna. Jack Sholder es uno de esos casos de director de serie B con talento e inquietudes, lo demostró en la frenética HIDDEN, un clásico de la época, y la New Line lo reclutó para esta inevitable secuela, de la que Wes Craven se desmarcó conveniente e inteligentemente, aunque dudo mucho de que se oliera el extraño giro que daría la futura megasaga en este film. Sholder, más preocupado de mostrar los abusos sufridos por el protagonista (Mark Patton, actualmente un reconocido activista gay) que de poner en escena truculencias oníricas, termina facturando una película rara de narices, lo que tampoco es suficiente como para salvarla de su mediocridad. Porque, efectivamente, es una película tremendamente aburrida, donde pasan poquitas cosas reseñables y que ni siquiera se atreve a explorar las infinitas posibilidades de su personaje central, algo de lo que se dieron cuenta sólo un poco después...
Les contaremos esa historia otro día...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!