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sábado, 24 de junio de 2023

Buscando a Wally


 

Hay una diferencia nada sutil entre ser valiente y ser un bravucón. Lo primero requiere convicción y abnegación ante la adversidad; lo otro, un público embob(t)ado. BABYLON demanda mucho de lo segundo, no pide nada de lo primero. Es un tiroteo virtual, una pelea de lucha libre, un porno que nos obligan a reconocer como artístico. BABYLON es la fiesta que sigue y sigue después de terminar hace mucho, sólo porque hay gente sin reloj o con colirio. Es el desagüe de lo cotidiano, un plomizo rescate de finuras enjugadas en bragas del chino. Damien Chazelle es el alumno aventajado, peor que arribista, tenue y calibrado mientras envía a los reclutas al Somme. Ni rastro aquí de su honesta (y falsa) ópera prima, y mucho de las explosiones controladas de su irrupción en lo de los premios. BABYLON prostituye lo que Tarantino recreaba en ascendente homenaje, pero no es lo peor. Mancilla a Minnelli, ametralla a Kubrick, desprecia a Scorsese y se olvida de que Coppola era capaz de hacer un plano secuencia sin que se notara. Hay más, casi nada bueno. Está la inconcebible dispersión de la tensión narrativa, con un montaje al que sigo dando vueltas si está hecho por un profesional; y están las interpretaciones, sincopadas, a hipidos, con el piloto automático puesto. Margot Robbie está insoportable y lejos del patetismo que, sin embargo, sí tiene un Brad Pitt que es de lo poco que no parece impostado. El resto del elenco es como la orgía inicial: sabes que están ahí, pero no sabes dónde...
Si durase hora y media menos... sería más corta.
Saludos.

jueves, 21 de marzo de 2019

Llegar o huir



Me da la impresión de que Damien Chazelle quería contar algo en FIRST MAN que se nos ha escapado, o a lo mejor es que no hay más, que es el problema de dramatizar una historia de la que conocemos exactamente cómo va a acabar. Sí, es la historia de Neil Armstrong, de su durísima preparación para la misión espacial Apolo 11, que le llevaría, junto a Aldrin y Collins a, efectivamente, la Luna. Y es que hay poco más, porque ¿qué diablos vamos a dramatizar sobre una historia que conocemos? Porque por mucho gran paso para la humanidad que sea, la sensación general es que hay dos horas y media de difícil digestión, sobre todo la larguísima ¿"secuencia"? en la que Armstrong se prepara para lo que luego apenas llega a la media hora, y que es lo más interesante. La recreación que Chazelle hace de la misión en sí encuentra el punto inmersivo que se apunta en la espléndida secuencia de arranque. Después, entre medias, está "eso" que se nos escapa, y que yo achaco a una preocupante falta de profundidad psicológica, lo que unido a la inexpresiva omnipresencia de Ryan Gosling deja esta película como un extraño artefacto a mitad de camino de todo, aunque muy bonita y pulida, por lo que quizá el oscar a los mejores efectos visuales sea tan correcto como previsible. Todo en perfecta sintonía, como debe ser, pero frío y desolado como la superficie lunar, que también...
Saludos.

martes, 4 de abril de 2017

Du-du-a



Comprendo muy pocas cosas respecto a LA LA LAND, y menos en cuanto a su accidentada carrera hacia los oscar. Primero, si le hubiesen dado el de mejor película no hubiese pasado nada, era previsible; en cambio, se lleva el de mejor director, y sigo sin entender nada (el mejor director no hace la mejor película...). Luego, esto no es un musical, es un caramelito repleto de ideas ajenas, desde CORAZONADA a SUCEDIÓ UNA NOCHE, y aliñado con algo (poco) del BIRD de Eastwood o la extrañeza mestiza de TODOS DICEN I LOVE YOU. Demasiados elementos para una historia que se ha contado miles de veces y que necesita desesperadamente transfusiones de desvergüenza, y que de los muy sosos Gosling y Stone obtiene apenas corrección, profesionalidad, empaque, pero no consigo ver esa chispa que te hace removerte inquieto en el asiento y que va a hacer perdurar las imágenes durante, quizá, toda la vida. Es demasiado larga, demasiado irregular, demasiado relamida (estas elipsis no valen, no aportan, sólo endulzan), y además contribuye decisivamente a que esta edición de los oscar sea la que peores momentos musicales nos haya dejado. Simplemente, no puedes hablar de jazz con condescendencia, no delante de quien ame esa música...
Adelante, ahí tenían a su favorita, con metedura de pata y todo.
Saludos.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Conservatorios y conservadores



WHIPLASH es una película sobre un hijo de puta y un montón de gilipollas. Es decir: mientras el hijo de puta hace lo que le da la gana con los gilipollas, los gilipollas miran al suelo y asienten. América. Hollywood. Los oscar.
Whiplash es también una historia de superación personal, acerca de un chaval que quiere ser el mejor batería de jazz del mundo, pero le hacen creer que para ello ha de humillarse cual ignoto cartujo, a base de flagelos y humillaciones. Nadie, ni siquiera el hijo de puta, muchísimo menos el hijo de puta, le dice absolutamente nada acerca de una cosa llamada talento. Hoy día existen infinidad de programas de televisión que hacen creer a una porción excesiva de gente que pueden conseguir el talento por prestarle su imagen a esa cadena el tiempo que lo necesite. Eso es falso, claro, pero hay gente que lo cree.
Y si tocas la batería y tienes talento lo sabe hasta el caniche de la vecina, pero que te lancen un platillo a la cabeza no va a hacer que tengas más talento... Y una cosa es la técnica y otra el talento.
Se supone que los conservatorios están para detectar a los talentos  y para potenciar a los que no lo tengan y terminen tocando el clarinete en la banda de las Cigarreras. Desgraciadamente, los conservatorios no dicen nada sobre improvisación, igual que nadie puede enseñarte a escribir con un manual. No, no vas a escribir mejor porque te tiren un ejemplar de "El arcoiris de gravedad"  (que pesa lo suyo) a la cabeza.
Resumiendo: WHIPLASH es muy entretenida, pero muy exagerá. J. K. Simmons es un actor imponente, y en algunos momentos del film da más miedo que Hannibal Lecter. Están avisados... Ah, otra cosa; si no les gusta el jazz, ni la vean...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!