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domingo, 9 de octubre de 2016

Rincón del freak #241: De la homoerótica del superpoder



Reconozco que han sido no pocas las ocasiones en las que me he replanteado la validez de mantener esta sección dominical, que a mí me divierte una barbaridad, pero que suele sustentarse de bodrios sin sentido o locuras inconfesables que en el fondo me han gustado. El dilema sobreviene con casos como el de BATMAN Vs. SUPERMAN: DAWN OF JUSTICE, que me parece (lo he recalcado aquí miles de veces) el tipo de cine que más me irrita, porque no sólo es aburrida y repetitiva, sino que tiene el peor defecto del cine comercial: una ausencia de sentido del humor de lo más relamida.
Podría ser cruel y hablar de la de veces, a lo largo de sus interminables 150 minutos, que creía que los dos maromos de arriba iban a firmar las paces con un largo y húmedo beso de reconciliación, pero fuese por mantener la apariencia de machotes frente a un Lex Luthor más amanerado que nunca, y que hubiese corrido la desgracia de fenecer aplastado en un trío... Imaginen... O también por el error de montaje que suelen tener las películas de Snyder, alargando parlamentos rimbombantes y cortando justo cuando parece que alguien va a decir algo decisivo. Así las cosas, teniendo en cuenta que la filosofía New Age que nos propone Hollywood va de gente dándose de hostias bajo la lluvia, rebotando contra edificios y destrozando el mobiliario urbano, mientras Luthor convoca a un depauperado Doomsday, que parece un hombre de jengibre gigante tras un accidente de tráfico...
Incluso llegué a pensar, ingenuo de mí, que el gran Michael Shannon vendría a salvar la función en el clímax del desastre, pero su aparición es menos que anecdótica. Además (sí, 150 minutos dan para destrozar mucho), se ha perdido tanto tiempo en pajas mentales y soliloquios atormentados que cuando sale Wonder Woman a alegrarnos el espíritu nos importa un carajo, y prepárense porque próximamente llega La Liga de la Justicia, que me temo va a ser otro rollo patatero, al menos si tenemos que compararla con dos franquicias que se han ido reinventando más que aceptablemente: X-MEN y THE AVENGERS...
Cómo diablos voy a cerrar esta sección, con lo que me puedo desahogar un Domingo cualquiera...
Saludos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Ni un pájaro, ni un avión #6



Hace unos tres años que apareció por aquí el serial dedicado a Supermán, a sus películas; y este año, el hombre de acero ha dejado de pertenecer a nuestra memoria sentimental y ha ingresado directamente en esa revisión, tan de moda, en la que, sin inventar nada, el estruendo es capaz de ahogar cualquier atisbo de nostalgia. Es otra cosa, son otros tiempos. MAN OF STEEL es una película de Zack Snyder, del mismo modo que lo fue WATCHMEN; pero también es, de alguna manera, una película de Christopher Nolan... como lo son las últimas de BATMAN. Es decir, que el viraje de esta franquicia llamada DC/Marvel, que a tantos guionistas mediocres les ha salvado el culo, es desde el asombro del género fantástico hacia una gravedad que a mí me parece un poco sospechosa. Lo es porque no hay comparación posible (ni siquiera con la fallida intentona de Bryan Singer), esto es otra cosa; así que englobarlo todo en un paquete nos deja muchas cosas fuera de campo, y no es justo; no lo es ni para esta apocalíptica y ruidosísima aproximación a la vertiente mesiánica del personaje, ni tampoco para aquel héroe de una pieza del que nadie podría sentir miedo. Sí de éste, porque este Supermán, más lacónico y engolado, apenas baraja la posibilidad de un acuerdo verbal y lo que se desencadena a su alrededor es una bomba atómica de consecuencias impredecibles.
MAN OF STEEL son casi tres horas de depuración visual y alardes técnicos para que la industria norteamericana vuelva a recrear lo que parece ser su máxima preocupación desde hace 12 años: el 11-S. olvídense de los chistes, los guiños y (¡horror!) hasta de la inolvidable partitura de John Williams; el Supermán de Snyder/Nolan suena como si pudiésemos meter la cabeza en un motor de Fórmula 1 y luego tuviésemos que recitar a William Blake... y eso es muy difícil. Y sigo reprochándole a este tándem el mismo error cometido con el hombre murciélago: Si no puedes reírte de ti mismo, tendrás que estar preparado para que lo hagan los demás...
¿Henry Cavill?... un cachas que actúa ¿Amy Adams?... no way ¿Russell Crowe, Kevin Costner y Diane Lane?... vale, me compensan tener que ver a Larry Fishburne haciendo de Perry White ¿Michael Shannon?... un grandioso actor y el gran acierto con muchísima diferencia sobre todo lo demás; es capaz de provocar pavor y conmover al mismo tiempo, y eso es muy difícil...
Saludos.

viernes, 13 de agosto de 2010

Ni un pájaro, ni un avión #5

Y así, entre capas ondeantes, leotardos ajustados y otros delirios, llegamos a la inefable puesta al día del hombre de acero. Y es que se veía venir, y quizá pasó demasiado tiempo, o quizá no, quién sabe; el caso es que SUPERMAN RETURNS es, al mismo tiempo, un film tan necesario como innecesario; tan agradecido por los fans como inocuo para los que no lo somos pero aun así crecimos viendo la saga.
Después de su arrollador éxito con X-MEN, Bryan Singer decidió que la cosa no podía quedarse en la bazofia que comentamos ayer, así que, apoyado en un colosal equipo de producción, intentó por todos los medios retomar el viejo espíritu del film de Donner con las ventajas de los medios y efectos actuales. Y la cosa, si quieren que sea absolutamente sincero,  le sale a medias; porque si bien se trata de un producto digno y entusiasta, también carece de cualquier rastro de sentido del humor, que era una gran baza de X-MEN. Los personajes son fríos, desangelados, como si Bergman hubiese comprado los derechos del personaje. Tiene sus hallazgos, como es comprensible, pero casi todos se engloban en el apartado visual, donde el equipo de Singer realiza un loable esfuerzo para "naturalizar" la exhibición de superpoderes y ponerlos al tanto de de la era digital. Luego están los personajes, sin mucha más enjundia que el protagonista, si exceptuamos al gran Kevin Spacey, que hace lo que puede para que olvidemos a Gene Hackman (al menos nos quedará el placer de que Luthor sólo haya sido interpretado por grandes actores en la gran pantalla). Así pues, me parece que todas las buenas intenciones (amén, por supuesto, de lo de hacer caja; no seamos ingenuos), sólo son cumplidas a medias; por lo que SUPERMAN RETURNS se ve con agrado y no muchos sobresaltos, pero su poca entidad se disuelve de cerebro y retina con la misma facilidad que Clark Kent se cambiaba de ropa en una cabina... que como van quedando menos, y las pocas que hay no son cubiertas, que digo yo que dónde se cambia ahora en estos tiempos de crisis... ¿en el Zara Tara?...
Saludos kryptonianos.

jueves, 12 de agosto de 2010

Ni un pájaro, ni un avión #4



SUPERMAN IV: THE QUEST FOR PEACE, es una de las peores películas de la historia. Una bacalá infame de los Golan/Globus (verdaderos terroristas cinéfilos) que no hay por dónde cogerla y que, desgraciadamente, cubrió de mierda a todos los que allí intervinieron. Uno ve esta cosa después de los años y se pregunta algunas cuestiones que parecen de difícil respuesta: ¿Qué necesidad había de tirar al vertedero todo lo logrado antes, con un presupuesto ínfimo y una falta de profesionalidad sonrojante? ¿Por qué aceptaron Reeve y compañía participar en una basura de tal calibre, si era algo que se veía de lejos (sólo hay que echar un vistazo a los títulos de la productora, con Chuck Norris como gran estrella...)? ¿Qué diablos le ocurrió a Sidney J. Furie, que pasó de prometedor cineasta de género en los sesenta a prostituirse por cada miserable guión que le ofrecían? ¿Y qué me dicen de Nuclear Man, ese vergonzante supervillano vestido de primo de Conan pero con el peinado de Daryl Hall...? ¿Es que nadie se daba cuenta del desastre? Porque la Cannon, es cierto, solía tener taquillazos con temibles subproductos de factura fascistoide, pero esto no era probar a ver qué pasaba, porque la saga de Superman se había labrado una reputación y un prestigio desde hacía diez años, y no había derecho a que todo terminara así. Al final, la película fue un fracaso absoluto, fulminó la carrera del pobre Christopher Reeve (que ya sabemos cómo acabó) y le amargó la vida a los fans del hombre de acero, que perdieron la fe tras el mal trago. Era 1987 y se cerraba una página en la historia del superhéroe por excelencia...
Saludos invulnerables.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ni un pájaro, ni un avión #3



Con la franquicia bien consolidada en taquilla, los avispados Salkind sólo esperaron tres años para poner en funcionamiento la tercera parte de la saga. Las constantes eran las mismas, repetía Richard Lester en la dirección... ¿Qué hace tan diferente entonces SUPERMAN III?; desde luego, su desmelenamiento generalizado; como si Lester hubiese desempolvado las extrañas aventuras del cuarteto de Liverpool y las trasladara directamente al rocoso universo del hombre de acero. Y es que en esta tercera entrega hay muchas cosas que no había en las otras dos: Hay humor (Richard Pryor haciendo el único personaje que sabe hacer); hay sexo (Kal-el al fin se saca los calzoncillos de encima de los leotardos); un malo contra el que Superman no sabe enfrentarse porque no puede usar la fuerza bruta (me parece genial que se trate de un especulador, porque es reflexión de actualidad); y por haber, hasta vemos a Superman borracho perdido en un bareto, cargándose las botellas a golpe de cacahuete y con ojeras resacosas, impagable escena que desemboca en una surrealista pelea contra Clark Kent en un desguace. Es cierto que esta tercera entrega pierde mucha solemnidad y empaque respecto a las otras dos, pero quizá resida ahí su bizarro encanto, en no tomarse demasiado en serio a sí misma, y se me ocurre el ejemplo inmediato de la celebrada IRON MAN, de la que ésta podría ser un claro ejemplo. Lo cierto es que la franquicia comenzaba a despeñarse casi al mismo tiempo que todos empezábamos a ser un poco más descreídos... pero aún quedaba algo por decir...
Saludos invulnerables.

martes, 10 de agosto de 2010

Ni un pájaro, ni un avión #2



Sólo dos años después del arrollador éxito de SUPERMAN, se presentó la inevitable segunda parte; lo que no muchos sabían en su momento (yo sólo me he enterado hace escasos años) es que los megalómanos hermanos Salkind se cargaron a Richard Donner cuando ya tenía avanzado el rodaje, y en su lugar contrataron al británico Richard Lester, otro artesano con oficio y conocido por haberle puesto imágenes cinematográficas a los Beatles y por sus famosas versiones del otro gran cuarteto de la historia, Los Tres Mosqueteros... que sí, que eran cuatro... Con todas estas disensiones, la verdad es que SUPERMAN II no se resiente en demasía y Lester es capaz de mantener aceptablemente todas las constantes de la primera parte; aportando además al trío de villanos peor vestido de la historia (parecían rumberos galácticos) y con el mismo e impecable sentido del ritmo. Recuerdo que, en su momento, ésta fue la película que me introdujo en el universo del hombre de acero, porque la otra me cogió pequeño, así que durante mucho tiempo fue mi favorita de la serie; pasan los años, vuelves a revisitar estos títulos, y ves los fallos, las licencias, la ingenuidad de un producto genuinamente "blanco", pero no puedes reprimir una sonrisilla cómplice acompañada de un leve estremecimiento cuando ves el torbellino tricolor dentro de una cabina de teléfonos y la vertiginosa fanfarria de John Williams comienza a desarrollarse. Una vez más, Hollywood volvía a hacerlo; y nos encantaba...
Saludos sobrehumanos.

lunes, 9 de agosto de 2010

Ni un pájaro, ni un avión #1


Comenzamos la primera parte del serial dedicado al hombre de acero; sin duda el superhéroe por excelencia, el más famoso y versionado desde los primeros seriales de los años treinta. Aquí, como es natural, vamos a referirnos únicamente a los largometrajes, cinco de momento (a la espera de la nueva vuelta de tuerca de 2012); una serie que se inauguró con la que de momento es, bajo mi punto de vista, la mejor adaptación que el cine ha hecho del cómic de superhéroes. Y es que SUPERMAN: THE MOVIE (que ése es el título original) es una apabullante introducción al inabarcable universo de este personaje; manteniendo intactas todas sus constantes y añadiéndole todo lo que una superproducción de este calibre debe tener. Empezando por unos efectos especiales que a mí me convencen más, después de más de treinta años, que toda la parafernalia digital de ahora; porque aunque las transparencias canten por soleares, el encanto siempre es mayor, se diga lo que se diga. Y luego está un colosal reparto, que empieza por el único actor posible para este papel, el malogrado Christopher Reeve, que es ya un símbolo por sí mismo y que ya jamás podría zafarse de la poderosa influencia de este personaje. Pero es que por ahí aparecía nada menos que Marlon Brando, como el padre de Superman; Glenn Ford haciendo de señor Kent; Margot Kidder como Lois Lane; Terence Stamp; Trevor Howard; Jackie Cooper; y una mención especial también para la maravillosa composición que el gran Gene Hackman regaló, convirtiéndose en el Lex Luthor más divertido y mortífero posible. Amén de la inmortal y maravillosa partitura de John Williams; mi favorita suya, desde luego.
En esta primera entrega se estaba forjando nada menos que la absoluta consolidación y puesta al día de un personaje que ya llevaba varias décadas como abanderado del cómic de superhéroes; luego, nada volvió a ser lo mismo para los que entraban en las salas de cine directamente desde las viñetas. Había nacido otra leyenda y nosotros éramos testigos de ello.
Saludos desde las alturas.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!