Hacer películas de época no es fácil, y menos si están basadas en personajes reales, y menos aún si se pretende virar la biografía oficial hacia terrenos más sensibles, oscuros o artísticos. Algo así le ocurre a EMILY, descompensadísimo biopic (entendemos) sobre la controvertida figura de Emily Brontë. No es mucho lo que se conoce de los 30 años que vivió la autora de "Cumbres borrascosas", obra rompedora e imprevisible, con la que la fugaz escritora, posiblemente sin llegar a ser consciente de ello, ayudó a la visibilización de las mujeres como artistas, hasta entonces escondidas bajo seudónimos masculinos, o relegadas a componer historietas para modistillas. Es el gran lastre de la película, atrapar esa rebeldía sin renunciar a una narración preclara, lo que deja muy al margen unas ínfulas autorales que la actriz y directora debutante Frances O'Connor nunca explicita, o al menos desprende de su autocontrol, remitente a tantos otros títulos que, de repente, le son ineludibles al espectador más avisado. Tiene una buena fotografía y una excelente banda sonora, pero el clima se nota pesado, taciturno, sin ganas de explotar o sorprender. La interpretación de Emma Mackey se resiente de todo ello, y no parece haber gran diferencia entre los momentos "controlados" y los supuestamente desatados, lo que da una puesta en escena que se acerca incomprensiblemente a lo teatral, pero en modo antigualla. Debe tener sus adeptos, porque este tipo de cine siempre es atractivo, pero a mí me parece una oportunidad perdida para ahondar más en una personalidad fascinante, torturada y nada convencional.
Tampoco me encajaba mucho en Sitges, pero doctores tiene la iglesia...
Saludos.