viernes, 27 de febrero de 2009

Núcleo de expresiones

Ya llevaba algún tiempo queriendo escribir esta reseña; primero porque la película es una cumbre, segundo porque me sirve como pequeña gran venganza contra el cariz que ha tomado desde hace algunos años el cine fantástico.
En el cine fantástico, como digo, ya parece que cabe (y vale) todo con tal de justificar presupuestos desmedidos e innecesarios, por lo que a menudo (casi siempre) nos encontramos ante productos de apariencia megalómana pero huecos en lo fundamental. Y lo fundamental es simple, por lo que el que no lo posee suele irse por las ramas. He aquí un ejemplo de todo lo contrario. En 1919, el incipiente genio alemán Fritz Lang rechazó adaptar un delirante guión sobre un misterioso hipnotizador ambulante que tiene sometido a un esclavo bajo su influencia, obligándolo a cometer fechorías y desmanes. Hasta aquí, tampoco hay nada nuevo bajo el sol; lo que hace de DAS KABINETT DES Dr. CALIGARI un clásico inmortal es que 90 añitos después seguimos viendo un film que se adelanta a su tiempo constantemente, que abre nuevos caminos de percepción sensorial y rebate todas nuestras ortodoxas creencias sobre lo lineal en una obra de arte. Y todo eso en apenas una hora; una hora estremecedora, generosa en el esfuerzo y fascinante en todo su angustioso lema: "Nada de lo que usted ve es lo que ve, sino lo que queremos que vea". Y a diferencia del tostón que comenté ayer, la enésima vuelta de tuerca perfeccionista, esta obra maestra de todos los tiempos es tremendamente humilde al plantear no más que un tétrico cuento de terror, que díganme a mí si no ha influido a Tim Burton o a David Lynch, por citar a dos tipos que pasan por ser originales.
En fin, que como lo que hay que hacer es verla, porque es cortita y muy buena, se podían bajar algunos del melifluo carro de la "genialidad" y aceptar de dónde vienen, en realidad, las grandes ideas, las que perduran casi un siglo después.
Saludos desde el gabinete.

Other side

No, no me voy por lo obvio y rescato alguna bella tonada de Urrutia y compañía. En vez de eso, mejor recordamos este tremendo video de los Peppers que parecía sacado directamente de la cabeza de Wiene.


jueves, 26 de febrero de 2009

¿Cuota cubierta?

Bien, no se me desmanden que ya hablé ayer de los oscar e iré desgranando poco a poco, film a film, la significativa caída en picado del certamen este año. La primera: THE CURIOUS CASE OF BENJAMIN BUTTON.
"Zapatero a tus zapatos" es un dicho muy útil que no sé si se emplea en el argot anglosajón, pero que a David Fincher le habría ido pero que muy bien. Primero: ¡TRES HORAS! Tres malditas e insufribles horas de "¡Mira qué peazo efectos digitales tengo! La historia, la narración, el sentido del ritmo, incluso las interpretaciones, es lo de menos... tengo máscaras que todo lo tapan. Y lo llevo, precisamente, al terreno que menos le interesa a Fincher, director que, por otra parte, sigo admirando ¿De qué nos habla exactamente esta película? ¿del paso del tiempo? No, puesto que este caso tan curioso es presentado como una enfermedad, muy improbable, pero enfermedad al fin y al cabo ¿Es un ejercicio posmoderno de cine fantástico? Vale, entendámoslo así, pero lo del "Benjamin Button" aventurero, enrolado en mil y un azares ¿no es un poco tramposo? El tiempo como elemento omnipresente, sí; pero también como marco idealizado para "Las aventuras de...", por lo que lo otro, lo del reloj hacia atrás, se me antoja rescatar por los pelos la premisa fundamental de Scott Fitzgerald. Sigamos; no sé si hacia delante o hacia atrás pero sigamos.
Fincher se ha consolidado, sobre todo, por insuflar un extraño aire malsano a obras de corte más o menos clásico. Si obviamos la apocalíptica THE FIGHT CLUB, el resto no es más que su personalísima revisión de Hitchcock, Mulligan, Renoir o Bergman; digamos su "filtro" americano de fin de siglo, pero que funciona y le ha dado prestigio. Aquí, todo esto desaparece. La música es (una vez más) esa pesada longaniza de acompañamiento, ensoñadora, vacua de sentimiento y mil veces repetida. La fotografía es empleada como vehículo ideal para esos personajes ideales (idealizados) incluso en medio de una desgracia. Las actuaciones, ya digo, las vemos a diario en los anuncios de la tele; esas actuaciones costumbristas, deshilachadas y maniqueas de "a cada uno lo suyo". El encargado, normalmente, de arreglar el producto con su ingenio y buen hacer, suele ser el director, pero al fin se le han visto las costuras a Fincher, al director dotado de un sólido y original discurso propio. Con lo bien que le habría salido un cortometraje; con lo bien que habría quedado buen actor de carácter como Jude Law; con lo que hubiese ganado la historia sin esos ridículos momentos de logro y superación patrióticos, más propios de FORREST GUMP, superior a ésta porque por lo menos tiene su gracia, y el sentido del humor es algo que tampoco domina bien Fincher.
En definitiva, un ladrillo de tres horas, hueco, sin gracia, repleto de poses y tics y al que sólo podría salvar el próximo proyecto de David Fincher si es cierto que esta broma pesada no era más que una ingeniosa forma de recaudar. Si esto es así, entonces puedo entender que un tipo con tanto talento se meta en estos berenjenales.
.sodulaS

He doesn´t know why

Ya nos lo advertían Fleet Foxes en su gran álbum de debut; yseguimos sin saber por qué...


miércoles, 25 de febrero de 2009

Educación sentimental y otros desprejuicios

Hay un mal en el cine más reciente (bueno, hay un montón de males, la verdad) que pone al descubierto su faceta más engreida e infantiloide: el mal de creerse descubridor de algo o pensar que aún hay cosas originales por hacer. Y es que se pueden batir diversas corrientes, fundirlas, alearlas, maquillarlas y hasta disfrazarlas ingeniosamente... pero todo está ya dicho, y si no, atentos.
Se coge el realismo mágico de Gabo, se le añaden unas gotas del humor silente del gran Buster Keaton, aderezado con la arqueología excesiva y sexual de Fellini y obtendremos una película crucial del cine europeo que en la década de los sesenta intentó cambiar un modelo anquilosado de pensar. Checoslovaquia fue uno de los epicentros de dicha revolución cultural y Jirí Menzel su más destacado y original representante. OSTRE SLEDOVANÉ VLAKY (Trenes rigurosamente vigilados), su obra cumbre.
En un curioso juego de correspondencias, la mayor parte de las veces ignoradas, ecos de todo lo anteriormente descrito se apilan en una película jocosa y vitalista sobre el despertar sexual de un joven que se hace ferroviario para escapar del alistamiento en plena segunda guerra mundial. Al mismo tiempo, con sólo aguzar un poco la lupa, algunos títulos recientemente sobrevalorados afloran y pierden su más que discutible encanto. Porque ahí está lo que (inconscientemente) se ha aplaudido en AMELIE, las coreografías dentro de la propia narración que dan lustre y hacen simpático lo irreconciliable. Así como el incomprensible progresismo "porque sí", rígido y asmático, de buena parte del cine español dedicado a la guerra civil, con sus despertares y lacrimoserías, pero con un 0% de aporte propio y reconocible. Y todo esto dota aún más, si cabe, de mayor enjundia al título de Menzel, aparentemente ingenuo pero con una gran carga de profundidad, la que logra que en la única aparición de algunos soldados nazis, prácticamente al final, nos recobremos del sueño en el que hábilmente hemos sido introducidos y volvamos a la realidad, que es una pequeña estación fronteriza perdida en algún sitio de centroeuropa, pero también símbolo de la Europa que luego quiso ser y sólo se quedó en un loable intento a medias.
Saludos por la vía.

O tren

Habrá hasta quien se acuerde de este hit galleguizado del cantante del momento (aquel momento) Andrés do Barro... ¿Ven cómo no tienen por qué preocuparse por su posible frikismo?






... ¿Lo ven? Más tranquilidad aún. Aquí está la mítica versión del mismo tema que hizo Siniestro Total en La Edad de Oro... ¡Viva Galicia! ¡Viva Irán!...


viernes, 20 de febrero de 2009

¡Instante! ¡instante!

De una cosa estamos seguros respecto a BARRY LYNDON: si a Kubrick le hubiesen dejado habría durado seis o siete horas más.
De poca cosa más se puede estar seguro cuando nos referimos a una película que no lo es; o que quizás sea la única película que realmente lo sea; o... sí, arte, o un cuadro en movimiento. La locura de llevar a cabo un texto de Thackeray que no se puede adaptar, sino que Kubrick atomiza hasta apoderarse de su camino y consecuencia; que usa como vehículo para mostrarse él mismo como artista. Artista incomprendido, pero también admirado, poco juicioso y envidiado por la oficialidad hollywoodense, la misma que lo obligó al dulce destierro británico. Y es que sus mejores títulos (los de la Gran Bretaña) han sido firmados precisamente por norteamericanos sin ganas de pasar por el aro continuamente.
Explicar BARRY LYNDON es un ejercicio tan pretencioso como vano. Mucho más pretencioso y mucho más vano que el imposible intento de Kubrick por capturar un instante que no existe desde hace más de doscientos años. No, por tanto, atender a las necesidades fatuas de la narración, sino ofrecer al epectador la oportunidad única de abandonar durante tres horas su propio tiempo y época y dotar de sentido, de paso, todo lo que le quedó por explicar en 2001, que no fue poco.
Sólo la escena inicial, interminable, contenida al mismo tiempo que poseedora de una extraña exhuberancia agreste, es tan perfecta en sí, tan única en su especie, que sabemos que no hemos visto nada igual y que tampoco lo veremos jamás ¿Y cómo puede rodarse de una forma tan precisa y también libre, desprejuiciada, con algo que no sea la luz natural? La única luz que Kubrick usó para iluminar ese instante perdido en la memoria sobre un libertino y su fugacidad, que es la nuestra. Quizás por eso a Kubrick no le hubiese importado que BARRY LYNDON no hubiese terminado nunca. Es posible.
Saludos instantáneos.

Antmusic

Si alguna vez existió un tipo que parecía salido de las fantasías de época de Kubrick, fue éste, sin duda...


jueves, 19 de febrero de 2009

Que el humo no ciegue tus ojos

Es Wayne Wang un director con una carrera ciertamente curiosa, llena de altibajos, con aciertos más que notables y sonrojantes ventas de alma al mainstream más desgraciado y risible. Wang ha rodado cerca de una veintena de películas y la mayoría han sido en Estados Unidos; podría decirse que ha encajado perfectamente en un sistema de artesanía cinematográfica consagrada a la facturación de "productos", en la más amplia acepción del término. Si nos fijamos bien, la historia del cine, de hecho la mejor historia del cine, está plagada de este tipo de directores, tan alejados del "autor" pensante que asume la absoluta responsabilidad de la obra.
Pero Wang tuvo un breve momento de suerte cuando Paul Auster se cruzó en su camino; y sé que hay gente que me tacha de frívolo y sabelotodo por esto, pero hay un abismo insalvable entre dirigir las paupérrimas SLAM DANCE o EAT A BOWL OF TEA y facturar en apenas dos años dos de las cintas más importantes de la década de los noventa: SMOKE y BLUE IN THE FACE.
El detonante y factor decisivo: la perfecta conjunción entre el costumbrismo despojado de innecesarios galimatías narrativos de Wang y esa música del azar que tan bien viene dominando Auster desde hace ya un par de décadas. En realidad la historia es lo de menos cuando nos vemos envueltos en un incesante trasiego de personajes, todos con una historia que contar, con esa tridimensionalidad que tanto falta en el cine americano. Y Harvey Keitel como paciente confesor, acodado en el mostrador de ese estanco (estancia), con la mística del tabaco y del humo danzando sobre ese mar de impresiones que nos revela que todo el mundo tiene algo que contar y nadie que le escuche.
Saludos humeantes.

Punto y pelota

Artista: Cornelius, Canción: Smoke, Cara: de pasmao...


miércoles, 18 de febrero de 2009

En carne viva

Hay una necesidad implícita en lo filmado por mostrar de alguna manera la verdad. Lo filmado es mentira, pero lo que representa puede ser más o menos cierto, o fiel a la realidad. Ello puede tener efectos dispares. O bien se refuerza una "realidad" débil, inane; o, por el contrario, se atenúa la ficción como representación inverosímil y sesgada del imaginario humano: no como ES, sino como nosotros hacemos que SEA.
Un dilema más que frecuente, a lo largo de estos ciento y pico de años, ha sido cómo abordar la figura de Jesucristo y, por tanto, todo el follón de las sagradas escrituras, sus diferentes versiones, los apóstoles, los milagros, la crucifixión, la resurrección, etc...
Pier Paolo Pasolini, como todos saben, era homosexual, comunista, ateo y muy muy irreverente; sólo el hecho de que decidiera acercarse a dicho personaje debería suscitar una polémica cuando menos inquietante. IL VANGELO SECONDO MATTEO ganó un premio a la mejor cinta de temática cristiana... Extraño, porque no se trata de un film religioso, yo al menos no lo creo. Yo también soy ateo, así que no veo los milagros como tales, sino una alegoría del mensaje fundamental cristiano, el que nadie lleva a cabo. Jesucristo, aquí, no es un pacífico predicador lleno de piedad y amor para repartir, sino un enfurecido revolucionario que escupe verdades a la cara de los que practican el egoísmo y la ambición. En una imparable verborrea, Cristo toma el papel de "máquina de conciencia", que no escucha, sólo dicta; luego hay quien le escucha, quien le desprecia y quien le hostiga, pero él a lo suyo. Cristo llega al mercado y rompe todo lo que le parece impío con las necesidades de los pobres; los mercaderes intentan entender qué le ocurre a ese loco que pronuncia frases extrañas y que dice ser rey de reyes.
Todo ello transcurre como si Pasolini hubiese retrocedido en el tiempo y hubiese plantado su cámara atea y comunista en pleno Jerusalén. No vemos actores, vemos rostros cincelados en el tiempo. No vemos acción dramática, sino que somos derribados por un torbellino de frases disparadas a toda velocidad, como un mensaje publicitario agresivo y despiadado. Porque cristo se apiada del pobre, del tullido, del paria, pero arremete violentamente, sin cortapisas, contra el rico, el especulador, el torturador. Nos vendría bien un tipo así ahora mismo, la verdad.
Para quien no la haya visto, sólo diré que continúa siendo la más magistral visión sobre dicho personaje que se ha filmado jamás. Lo que me extraña es que nunca haya escandalizado al Vaticano...; no Pasolini, que sí lo hizo, sino la película, se entiende.
Saludos pasionales.

La pasión según J.S. Bach

Independientemente de nuestra fe o la falta de la misma, "La Pasión" sigue siendo una de las cimas inconquistables del arte. Es posible que no se pueda ir más allá...


martes, 17 de febrero de 2009

Las cicatrices que el tiempo no borra

La "España negra" es un concepto lo suficientemente amplio como para indagar en ese mapa de horrores y no salir nunca; o salir con nuestros valores morales sensiblemente dañados y una sensación de podredumbre moral bastante notable.
En 1979, España era un país aún por decidir, y la rabia acumulada por buena parte de aquel rudimentario y entrañable progresismo, que marcó el devenir de este neurótico régimen, se plasmó con desigual fortuna en algunas obras de mayor o menor calado. Las que sólo eran productos que se aprovechaban de la marea fueron olvidados rápidamente; los que mantenían un fuerte compromiso con los ideales que defendían pasaron a engrosar la escueta nómina de clásicos imperecederos de la transición. Pero que muy escueta nómina, añadiría.
En 1979, como digo, una menuda y callada señorita proveniente de la televisión revolvió ciertos sitios olvidados y hurgó donde más le dolía a una sociedad que no era así por Franco, que ya era así antes de Franco y que sigue siendo igual de mezquina después de Franco; esa España negra por dentro y por fuera que institucionalizó el crimen y la tortura como método legítimo para mantener un pensamiento único con el que manejar al hombre-oveja. La audaz directora era Pilar Miró, que nunca podría igualar luego un registro tan tremendo como el logrado en EL CRIMEN DE CUENCA, un cuento de horror que hace vomitar no por la crudeza de sus imágenes, que han envejecido mal de tan explícitas, sino por el descarnado mensaje que subyace bajo lo que se ve. Lo que se ve es lo fácil, la tortura y la injusticia, la sinrazón y la impotencia; lo que no se ve es el grito de socorro que Pilar Miró emitió a una sociedad sorda y embotada por su propia hipocresía. EL CRIMEN DE CUENCA sirvió entonces para dar relieve a la Miró como una gran cineasta fuera de España tanto como para que su obra posterior, y sobre todo su propia imagen pública, fuese observada con lupa. EL CRIMEN DE CUENCA fue censurada en 1979... que yo sepa, hacía cuatro años que se murió Franco ¿De qué hablamos entonces?
Saludos torturados.

Pequeños crímenes

¿Los Portishead patrios?... Hombre, mucho decir me parece; pero en cualquier caso, un buen tema ¿no?


lunes, 16 de febrero de 2009

Michael York

Sólo a un maestro como Billy Wilder se le puede perdonar cerrar su imponente filmografía con una película como FEDORA. Bueno, la penúltima, para ser exactos.
FEDORA no es más que el infructuoso intento de Wilder por refinar lo irrefinable. Porque no se puede mejorar SUNSET BOULEVARD... no, no se puede. Ni contando de nuevo con el gran William Holden (en el ocaso [paradójicamente] de su propia carrera); ni desplazando la trama a los sugerentes espacios de la isla de Corfú; como tampoco funciona la apropiación del viejo maestro de una estética más moderna (1978) o intensificar el lado cómico de una historia trágica y decadente.
Y si vieron aquella obra maestra que giraba en torno a la FASCINACIÓN y su decadencia, ya lo saben todo sobre FEDORA, a la que se presenta en todo momento más como un fantasma, un mito, que como una persona. De nuevo aparecen aquí las manipulaciones a cargo de unos aprovechados que basan su existencia en la figura de la enigmática actriz a la que nunca vemos el rostro, sólo que el giro final a lo "Daphne du Maurier" significaría el reverso jocoso del desolador destino de Norma Desmond.
Ah, el detallito que Wilder introduce como desestabilizante formal viene de la mano del actor mencionado en el título de la reseña, que se interpreta a sí mismo y que supone, posiblemente, lo más interesante de un título menor para Wilder pero inalcanzable, seguro, para muchos geniecillos así autoproclamados.
Pues no les queda...
Saludos con gafas, pamela y foulard...

Increment of love

Si os gusta el rock fronterizo y cálido, Giant Sand es vuestro grupo.


sábado, 14 de febrero de 2009

Feliz día de San Valentín

Les voy a resumir lo que opino sobre el día de los enamorados a mi manera, hablando sobre una película. Voy a ser conciso y muy muy justo.
Les hago una advertencia para que la crisis no les estropee más la vida, lo de las flores y los bombones ya va por cuenta de cada uno. Si alguien tenía pensado gastarse el dinero en ir a ver THE SPIRIT, que lo vaya olvidando. El señor Frank Miller ha llegado al fastidioso punto de que "todo vale porque tengo legiones de fans que son el-no-va-más de lo intelectual-modernillo".
Hablé de SIN CITY bastante bien, porque su propuesta estética era novedosa y su atmósfera de noir salvaje era difícil de emborronar. En THE SPIRIT ocurre todo lo contrario; además de seguir copiando los mismos trucos visuales, Miller tiene la desvergüenza de querer apropiarse de la concepción original de Will Eisner. Porque THE SPIRIT no es un personaje creado por Frank Miller, sino por Will Eisner; y quiero dejarlo claro para que empleen el dinero ahorrado en el cine para que acudan a una librería y compren alguna reedición de las primeras aventuras del más atípico de los superhéroes; un enmascarado pícaro, ligón, descarado, deslenguado, ácrata, escurridizo... precursor de semejantes como Spiderman y poseedor de un universo propio influido e influyente a partes iguales. Todo esto se lo pasa por el forro Frank Miller con una insensatez en la que llega a vestir a Samuel L. Jackson de nazi!!!!, buscar la inmortalidad en la sangre de Heracles???? o tirar del Dark Knight comiquero con una voz en off seria y trascendente para, al minuto siguiente, decir nosequé sobre una aversión a los huevos que se alargará absurdamente hasta un final sonrojante y previsible, como no podía ser de otra forma.
Ya está, no hace falta seguir con esto. No vean THE SPIRIT, y menos en San Valentín, no vayan a empezar a odiar de verdad a sus parejas...
Saludos indignados.

Street spirit

En fin, vamos a salvar el sábado...


viernes, 13 de febrero de 2009

El espectáculo de la Historia

O la Historia entendida como espectáculo, puesta al servicio de los intereses y cánones de Hollywood como forma (idealizada) de representar al hombre y al mundo.
Ésa sería, más o menos, la razón filosófica sobre la que giraría el extinto mundo de las superproducciones; amén, claro está, del prosáico arte de amasar dinero. Pero sobre todo me interesa el desparpajo con el que se movían aquellas gigantescas masas de personas en pos de un fin común: el acabado de la obra. Casi arquitectura, casi polifonía, casi dictadura, casi epopeya en sí misma. Luego, cuando asistimos al visionado de una superproducción, ya con el frío de la distancia, un ramalazo de soberbia nos recorre. Somos testigos (una vez más) de una parte grande de la Historia del cine.
Y no he encontrado mejor ejemplo que BEN-HUR para ilustrar esta breve reflexión. Las hay de mayor rigor histórico, de acción más trepidante, de mejores interpretaciones, incluso de mayor presupuesto, pero hay algo en BEN-HUR que hace que nos traguemos sus cuatro horas una y otra vez de una sentada, admirándola y envidiándola. Podría ser esa intensísima historia de amor-odio entre Charlton Heston y Stephen Boyd, de inequívocos tintes homosexuales. Podría ser la maestría de William Wyler para dotar de sentido a un film que se mueve con agilidad del intimismo a lo colosal sin perder interés en ningún momento. Podría ser la seriedad con que se toma a sí misma una historia que bebe directamente de un fondo de fe religiosa y que no chirría ni siquiera ante un espectador ateo y desencantado. Ni siquiera eso. O podría ser el hecho de contener una de las escenas mejor rodadas de todos los tiempos: Por supuesto, la carrera de cuádrigas. He visto esa escena cientos de veces, he rebobinado y la he vuelto a ver... ¡cine en estado puro! Ni todos los efectos digitales ultraavanzados del mundo pueden igualar el feroz rugido del público en las gradas cuando un carro tirado por cuatro caballos SALTA por encima de una cuádriga volcada... ¿Cómo se iguala eso? ¿ese instante decisivo y casi mágico que Wyler capta con su cámara? No se puede. Efectivamente, ese cine ha muerto... para bien y para mal.
Saludos espectaculares.

Esto sí son unos títulos de crédito como dios manda

Creo que el título lo explica por sí solo.


jueves, 12 de febrero de 2009

Sólo se vive una vez

Si pretendiéramos dar un repaso a la historia más reciente del cine español, a su vertiente más inexplicable y sonrojante, la que está asquerosamente pagada de sí misma y sólo ha podido producir monstruos sin cabeza, corazón ni alma; entonces no tendríamos más que asomarnos a la filmografía de un tipo que no es director de cine, que sí lo ha sido, una vez, pero que luego se ha dedicado a dar clases magistrales de sinvergonzonería.
Un debut marca, normalmente es así, y puede ser para bien o para mal, pero lo horrible es que todo el mundo alabe tu opera prima y tú te creas el rey del mambo. En VACAS, Julio Médem logra algo muy difícil: mezclar la tradición mágico-realista con la imaginería localista de Ramiro Pinilla en un puñado de imágenes de extraña intensidad y con unas interpretaciones creíbles, corales al mismo tiempo que autóctonas. VACAS podría ser, ambiciosamente hablando, el gran fresco oscilante sobre las claves para entender la contradictoria historia del País Vasco. En un estilo lleno de alegorías, simbolismos y recovecos, Médem no muestra, sino que, en el más puro recetario buñueliano, sugiere que lo verdadero, lo puro, sólo existe en la niñez; contraponiendo ésta a un mundo adulto feroz, destructivo y escondido tras una rudeza aceptada como forma de vida y molde sentimental.
Lo que vino después de VACAS es una errática carrera que se resume perfectamente en una de las peores películas de todos los tiempos, CAÓTICA ANA. Me da pena que se perdiese de forma tan estrepitosa un director que podría haber dado buenas obras a la filmografía española, pero es lo que pasa cuando, sin demostrar nada, todo el mundo te alaba y te premia, que te lo acabas creyendo y de dar tu visión artística sobre Euskadi pasas a jugar a ser Dios y resumir la historia del universo en dos horas y pico... En fin...
MMMMMMMMMMMUUUUUUUUUUUUUU... Saludos.

El capitán corazón de vaca ataca de nuevo

Blues surreal a pie de playa. Grabémoslo todo que no nos van a creer...



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miércoles, 11 de febrero de 2009

Jugar al escondite

Se puede (y se debe) hacer cine extraño, desasosegante, desestabilizador, lleno de aristas y origen de preguntas antes que de respuestas. Ese cine es necesario y raro de compatibilizar con cierta comercialidad, o sólo hacerlo accesible al gran público. Nos olvidamos por un momento del cine de autor y nos centramos en los debutantes y su all or nothing crucial; la prueba de fuego que va a decidir si seguirán haciendo películas regularmente o caerán en el ostracismo del fondo de catálogo.
THE STRANGERS, de Bryan Bertino. Un ejercicio de terror inducido con ínfulas de grandes obras como ROPE o SLEUTH; pero claro, Liv Tyler y Scott Speedman no son, ni nunca serán, James Stewart o Michael Caine, con lo cual el film pierde su primera batalla. El segundo punto sería la tensión proveniente de lo inexplicable, como es el hecho de que una misteriosa voz (no podemos ver el rostro) dé el coñazo a la pareja en crisis de forma reiterativa. Chungo, porque, hombre, ya que eres debutante, al menos sé audaz y muestra algún elemento que se pueda reconocer en el desenlace... nada. Luego, hay una cosa absurda que es empezar con el final y, como decía, no mostrar nada entre medias... ¿para qué? El final es una tontería que el director puede ahorrarse ya que no ha querido mostrar nada cuando debía ¿Qué pasa? ¿que el desasosiego va a venir exclusivamente de ver a tres enmascarados con cuchillos? Pero si eso ya lo inventó Carpenter en los setenta con resultados más dignos... No, no merece la pena seguir con el asunto; lo único que quería dejar escrito es mi incomprensión hacia ese tipo de cine que quiere jugar al escondite con el espectador y que no se da cuenta de que la sala, desde hace mucho, se ha quedado vacía... Frustrante, ¿eh?
Saludos extrañados.

Perfect strangers

Hasta cascados y todo, son únicos y suenan como ellos solos. Coño, vaya temazo...


martes, 10 de febrero de 2009

El asesino de mitos

En Estados Unidos, el cine ha conocido diversos totems, vacas sagradas que en su momento obtuvieron el beneplácito de crítica y público; eran quienes convertían en oro todo cuanto tocaban. Francis Ford Coppola estaba entre ellos cuando los grandes estudios empezaron a derrumbarse y la financiación, resentida, buscaba guiones sólidos y directores solventes.
De Coppola recordamos, sobre todo, su fatalista visión acerca de algunos temas que parecían tabú en la sociedad americana. Legó un impresionante fresco sobre las mafias y sus tentáculos en sus "padrinos"; le pintó la cara a los defensores de la matanza en Vietnam con APOCALYPSE NOW; para acabar derrumbándose él mismo en ONE FROM THE HEART, o cómo la industria siempre termina por devolvértela.
Coppola se refugió desde entonces en sus actores como vehículo para dar a entender sus fantasías personales. Así, llegamos a un último e inédito trabajo, YOUTH WITHOUT YOUTH, que representa la última frontera del egomaníaco buscando una redención que le había sido negada. Quién lo diría hace veinticinco años, Coppola sin distribuidora en nuestro país...
Pero nada es casual. Existen dos o tres películas "menores" en su filmografía que revelan muchas de las claves de una trayectoria llena de altibajos. Tenemos tiempo para hablar de todas, pero mi favorita, seguramente, es PEGGY SUE GOT MARRIED; una delirante ensoñación sobre la imposibilidad de parar el reloj y las trampas derivadas de intentarlo. Coppola lo embadurna todo del aire dulzón de los años cincuenta (los americanos, claro) y juega al despiste al presentar unos personajes rayanos en la parodia. Sí, podría ser un film más dentro de esa turbiedad pseudo-fantástica que ayuda a aligerar lo mediocre para hacerlo comercial, pero me gustaría llamar la atención sobre el tramo final de esta película, que la torna extrañamente ambigua y que la eleva por encima de propuestas aparentemente de mayor calidad, como la reciente THE CURIOUS CASE OF BENJAMIN BUTTON. En dicho final, todo lo que habíamos visto anteriormente como cine agradable y curioso, es, en sí, una terrorífica reflexión sobre cómo influye el paso del tiempo en las personas que no lo perciben, que lo justifican todo en base a hacer de sí mismos una parodia andante. Es por ello que recomiendo una segunda oportunidad a este film semiolvidado, con mucha más carga de profundidad de lo que podríamos imaginar actualmente.
Saludos retro.

Buddy Holly

Más de cincuenta años contemplan este precursor del videoclip. Aquellos eran otros tiempos, pero sobre todo, otros lugares...


domingo, 8 de febrero de 2009

En el límite del objeto filmado

Dos maneras bien diferenciadas son las que puede utilizar un espectador medio a la hora de enfrentarse a una de las películas más enigmáticas e inabordables de ese alquimista de lo terrenal que fue Ingmar Bergman. La película que realmente quiere rodar David Lynch es PERSONA, más exactamente, podríamos aseverar que sus últimos filmes intentan (sin lograrlo) apresar la verdadera esencia de la cinta sueca, captar su críptico mensaje ausente de belleza, basado en "todo lo que usted ve es todo lo que hay".
En PERSONA, la trama, nimia, tibia, sin peso específico, es sólo una desconcertante excusa para que Bergman abra su atormentada mente y nos deje entrar. El problema es que no estamos preparados para esto, que (aquí sí) no podemos entender lo que ocurre mientras observamos el rostro de Liv Ullmann o escuchamos el interminable soliloquio de Bibi Andersson. Eso no importa, no es más que una treta con la que Bergman juega al despiste con las mentes simples que aún creen estar viendo una película convencional sobre una actriz con problemas emocionales y una enfermera envidiosa que anhelaría vivir la vida llena de glamour de la actriz a la que cuida. Nada de eso. Yo no sé aún cuál es ese punto decisivo, porque mi mente es simple y no puede equipararse a la de Bergman, situado en un plano distinto de percepción.
Si nos fijamos bien, las dos actrices rehuyen mirarse al principio, más tarde establecen una complicidad apaciguadora, para terminar mirando directamente a cámara, obscenamente, diríamos, desnudas de la última frontera, despojadas de su humanidad, convertidas en objeto ¿Pero qué es una imagen filmada sino un objeto sin alma? Ver PERSONA es adelantarnos a nuestra propia muerte, abandonarnos a la no-creencia y aborrecer finalmente la consecuencia artística, porque hemos visto la escatología de la que se nutren las estrellas antes de ser desmenuzadas hasta ser polvo.
Una de las películas más importantes de todos los tiempos.
Saludos personales.

Back to Vietnam

Impresionante tema de TV Personalities en directo y con imágenes de aquella atrocidad.


sábado, 7 de febrero de 2009

De una prisión a otra

Sí, es cierto, el acercamiento a la obra de Tarkovski nos convierte automáticamente en pretenciosos aprehendedores de lo etéreo, o: que podemos ver lo que otros no. Pero es imposible quedar indiferente ante cualquier cinta del gran maestro ruso, lo que ya supone un interesante punto de partida. El problema siempre es el mismo: Tarkovski no podía atender a temas mundanos, sino que necesitaba recrear una mística que enervase los sentidos del espectador, hacerle pensar tanto como hacerle sentir.
Esto es patente de una forma absoluta en STALKER, a mi entender su obra más lograda ¿Qué cuenta STALKER? Sí, si queréis lo comentamos juntos, pero no es relevante; no tanto como lo que STALKER significa a nivel visual, pues sus imágenes son, a treinta años vista, de un pictorismo original e inusual en el séptimo arte. Y no sólo la construcción de esa imagen que mira de frente al espectador, sino el uso de la cámara y sus infinitos movimientos que Tarkovski exploró hasta sus últimas consecuencias. No me interesa tanto el pretexto pseudo filosófico acerca de "la zona", lugar donde todo se hace realidad, como ver al hombre exhausto haciéndose uno con el musgo, el agua estancada, la materia que lo acaricia, el perro que se acerca y husmea y se aleja tranquilamente. Hay un indescifrable suspenso que viaja más allá de una simple moral establecida y resquebraja el bien guardado concepto que tenemos de la que "debe" ser cine.
Y ya desde esa inicial e iniciática secuencia del bar encharcado (siempre el agua), sucio hasta la náusea, donde los hombres beben en silencio, conspirando contra ellos mismos, nos damos cuenta (deberíamos darnos cuenta) de que no importa la narración sino la observación atenta de cada decisivo fotograma. Quien ame el cine de Béla Tarr sabrá de qué hablo y encontrará no pocas correspondencias entre el húngaro y el ruso. Vayámonos a la mitad de la ¿narración?. En tres secuencias móviles, Tarkovski efectúa un prodigio sobrenatural de superposiciones en movimiento: un cristal en plano horizontal, la cámara comienza a recorrerlo hacia arriba; es un plano cenital. Debajo, la transparencia deja ver un tumulto, una revuelta; las calles están sucias, la gente corre y tropieza, no sabemos qué pasa. La cámara continúa subiendo. Hay dos extrañas líneas paralelas, como pintadas con un pincel doble sobre el cristal, esto tridimensionaliza una situación aparentemente unidimensional. En el último tramo, la cámara, que no cesa de ascender (deslizarse sería más correcto), termina por mostrarnos lo que a Tarkovski le ha costado diez minutos desnudar, el cuerpo muerto de un niño sobre el cristal, y entendemos que las líneas son el reguero de sangre dejado al haber sido arrastrado. Otro director, contando con que seguramente sería incapaz de hallar por sí solo esta complicada composición, iría rápidamente al asunto escabroso, al niño muerto. Ésa es una de las grandes diferencias entre Tarkovski y el resto; donde la mayoría ve lentitud y aburrimiento otros ven el difícil dominio del tiempo cinematográfico, esa virtud que diferencia esencialmente a una película de un cuadro. Más valdría no olvidarlo.
Saludos acechantes.

Rain Tree Crow

Encuentren correspondencias, a ver...


jueves, 5 de febrero de 2009

Agradables e interesantes caminos a explorar

Este mes parece que me he propuesto sentar algunas bases (propias, por supuesto) acerca del estado del cine español. Y nada mejor que tirar de contrastes y comparaciones, un buen método para no dejarse llevar por la pasión pendenciera ni los sentimientos encontrados.
Uno de los principales problemas con los que se encuentra un joven realizador, aparte del económico, suele ser el que sigue a esta pregunta: "¿Y de qué hablamos?". Exactamente. Porque no se quiere caer en la frivolidad ni el exceso de celo; y porque ahora mismo ¿hay realmente algún tema de actualidad que sea interesante? La respuesta es sí.
Hace algún tiempo hablé aquí de una película realmente interesante llamada SMOKING ROOM, cuyas grandes virtudes estaban en la agilidad con la que Roger Gual, su joven director, aprovechaba un tema aparentemente nimio (la prohibición de fumar en las empresas) para introducir grandes preguntas sobre los abusos cometidos en el ámbito laboral. Cuatro años después, Gual, ya sin Julio Wallowitz en la co-dirección, vuelve a sorprender con un relato coral donde nada es lo que parece aunque todos sabemos cómo acaba esta historia; la historia del relevo generacional y el intercambio de roles. Lo que antes se atribuía a una generación ahora recae en la siguiente, y siempre será así. Y siempre suscitará un polémico debate, porque cada uno defenderá lo suyo.
En este caso, la excusa es francamente ingeniosa: un grupo de antiguos hippies, ya casados y con hijos rozando la treintena, decide visitar al antiguo líder de su comuna, que vive retirado en el campo. Lo que aparentemente iba a ser un plácido fin de semana lleno de nostalgia acaba con todo el grupo enfrentado (padres impotentes, hijos resentidos, parejas desplazadas, el gurú ex-alcohólico y herido por recuerdos escabrosos) y la necesidad imperiosa de escupir verdades a toda costa, de desvelar lo que se ha estado guardando como "simples juegos de juventud". Los actores, ya digo, se muestran solventes en una difícil tarea, la de convencer de que realmente pertenecen al juego generacional, pero el gran acierto del film es la frescura de un guión que rechaza salir de un marco cerrado para centrarse en los conflictos de los personajes. Al más puro etilo Bergman pero hablando de cosas que a todos nos suenan. Y ya era hora.
REMAKE tampoco apareció en su momento en los goya... ¿y qué más da?
Saludos generacionales.

Re-make Re-model

Que sí, que sí, que son Roxy Music...


miércoles, 4 de febrero de 2009

Una resaca mal llevada

A menudo los vemos, paseando por la calle o en esos enormes coches que nunca podremos tener; observamos sus inaccesibles mansiones y nos reflejamos en los cristales espejeados de los mastodónticos edificios que sirven de cobijo a esa complicada maraña de personas que, aparentemente, no hacen nada, pero que deciden el destino de casi todo.
¿Que por qué esto es así?... pues porque así lo hemos elegido ¿no?
En L´IVRESSE DU POUVOIR, Claude Chabrol ofrece más de lo mismo; esto es: todo lo antes descrito mas la insatisfacción de quien todo lo ha logrado (a nivel material, se entiende); el ascenso y caída del poderoso inmerso en un sistema corrupto; la lucha perdida de la honestidad; la maldad disfrazada actualmente de eficacia económica... en fin, nada que no se sepa.
Chabrol realiza su enésima aproximación a la podredumbre de la burguesía reventándola desde dentro, colocando su incisiva cámara al nivel de esa miseria moral y falta de escrúpulos que tan bien ha llegado a dominar. Aquí, Isabelle Huppert es una juez encargada de desentrañar una complicada trama de corrupción a diversos niveles institucionales. La inteligente paradoja del film estriba en la paulatina ascensión dentro del sistema de dicha juez, lo que implica el consiguiente dilema: ¿Cómo abstraerse de esa espiral requisitoria? ¿esa borrachera de poder? Huppert, contenida e irónica, una auténtica superwoman, es cada vez más poderosa al mismo tiempo que su vida personal se derrumba, hasta el punto (en una secuencia que habla por sí sola) de dormir en el armario temiendo por su seguridad.
Como ya dije en la reseña que dediqué a Chabrol el año pasado, estamos ante otro ladrillito en la obra de un paciente artesano; un director eficaz que hace mucho que desistió de hacer uso de una supuesta y vacía brillantez para no desviarse de los temas que le son fundamentales. Cine con vocación corrosiva, poseedor de esa alarma invisible que nos pone en alerta desde esos primeros fotogramas llenos de inquietud y que tanto gustan a Chabrol. Y que tanto debe éste a Hitchcock, claro.
Saludos sobrios... por hoy.

El poder de la gente

Si todo esto fuera verdad...


martes, 3 de febrero de 2009

Pequeñas grandes historias

Sigamos repasando la breve historia del cine español con mayúsculas; aquél que se hizo para perdurar, para transgredir, para hacer pensar; donde los profesionales tenían un fin en sí mismos y cada uno daba lo mejor sin pensar en una posible posteridad.
Todo esto se dio en una serie de películas heróicas que retrataban, a partir de pequeños aspectos cotidianos, la lúgubre faz de la intolerancia, la represión y la desfachatez con la que se (sobre)vivía en la España de entonces.
Marco Ferreri filmó algunas de aquellas pequeñas grandes historias a modo de infalible y avezado cronista de toda una serie de vergüenzas oreadas e inteligentemente pasadas por meros entretenimientos. Los "cómicos", ¿se podía temer algo de semejantes gañanes?
El tándem Ferreri-Azcona tuvo gran parte de culpa de dichas obras hasta que algo se olieron los franquistas y no permitieron al italiano seguir ni un minuto más en España, precisamente tras la realización de EL COCHECITO.
EL COCHECITO, casi cincuenta años después, sigue siendo una patada en la conciencia; un tragicómico retrato (a veces desternillante, a veces sobrecogedor) de aquellos infames seres sin doble moral (sólo había una) que hasta lo más insignificante lo pasaban por un filtro de incomprensible y biliosa censura. La pequeña historia de don Anselmo, un jubilado sin vida propia, desterrado al rincón de los inservibles, que encuentra en un cochecito de inválido la libertad deseada (¡puro Cronenberg, señores!), cobra tintes casi épicos cuando nos son mostradas las mil y una vicisitudes por las que este héroe anónimo ha de pasar para conseguir finalmente el objeto de sus sueños. La paradoja metafórica con la que Azcona-Ferreri nos hablan de "esos seres mitológicos que cabalgan libremente" es un insuperable ejercicio de finísima intención denunciante, de valentía desesperada.
Luego: hablar del MAGISTRAL trabajo de don José Isbert encarnando a ese españolito desplazado de la sociedad, desplazado de sí mismo, sería tener que echar el cierre ante un panorama interpretativo (el actual) donde se repiten incesantemente tics y poses. No les vendría mal echar un vistazo a este prodigio de interpretación veraz y consecuente, uno de esos papeles reservados a los más grandes.
Saludos motorizados.

Drive

Más eighties... y no nos cansamos de ellos...


lunes, 2 de febrero de 2009

Tío Jess... ¡qué grande eres!

Esto va a ser lo más aproximado a una reseña que voy a dedicar al esperpento de los premios Goya, que por supuesto no vi desde que me enteré del zafio y ultraconservador cuadro de nominados, desautorizando así a los "locos maravillosos" que premiaron, por fin, al cine de autor el año pasado. Me da igual el vestido aquél o el peinado tal; la lagrimilla del ganador o la rígida sonrisa del perdedor. NO ME IMPORTA EN ABSOLUTO PORQUE ESO NO ES CINE Y A MÍ LO QUE ME GUSTA ES EL CINE, ¡LECHES!
Pero mantengamos la compostura. (carraspeo) Hoy he visto un video en Youtube, más por curiosidad que por otra cosa, en el que aparecía el Goya honorífico de este año; que no era otro que Jesús Franco... Sí, patidifuso quedéme hace unos meses, cuando supe que el pesado busto iría a parar a este simpático viejecito que fue capaz, él solo, de poner patas arriba las anquilosadas mentes hispanas de aquellos oscuros años de idiotez supina. Le vi llegar tras las peloteras frases del súper pelota Santiago Segura, en una silla de ruedas, llevado (como siempre) por su inseparable Lina Romay, tranquilo, sin hacer ruido... y todo el público (¿es público lo que hay en los Goya?) levantado, aplaudiendo... "No lo merezco; no entiendo por qué me lo dan... en cualquier caso lo agradezco", fueron algunas de sus palabras, pocas pero certeras palabras. Jesús Franco se acordó (y se emocionó) de Bardem padre, su auténtico valedor y gran amigo de toda la vida "... el que me llevó a esto del cine", dijo casi llorando. Pero Jesús Franco es, también, el tío Jess, el espíritu burlón y libertino, irreverente y solidario a partes iguales; así que el tío Jess cerró su hipnotizante intervención acordándose de los que NADIE se acuerda, sobre todo en estos miserables certámenes "... y sobre todo dedico este premio a cuatro o cinco mil chavalas y chavales que van de puerta en puerta con sus cortos en el bolsillo, esperando a que alguien les haga caso"... BRAVOBRAVOBRAVOBRAVOBRAVOBRAVOBRAVOBRAVOBRAVO... ¡Eso, y ninguna otra cosa, es el verdadero espíritu del cine! El resto no es más que adorno y más adorno.
En fin, lo único reseñable de la gala. Y como adentrarse en la inmensa filmografía de Jesús Franco es una tarea faraónica, quise acordarme yo de uno de sus títulos más recordados y emblemáticos, el que posiblemente llamó la atención de buena parte de la crítica internacional sobre tan singular figura, ya todo un señor director de cine. En GRITOS EN LA NOCHE, Franco realiza un curiosísimo acercamiento a los clásicos de la Universal, encarnado en la misteriosa figura del doctor Orloff y su ayudante, Morpho; trasuntos patrios de (por ejemplo) Frankenstein e Igor, claro. Una cinta sin complejos (como no podía ser de otra manera), insólita en la producción española de la época, y que gana tras un visionado reciente. No deberíamos hablar, empero, de clásico, para no insultar la idiosincrasia de un creador que, aparte de la discutible calidad de su producción, ha marcado un hito durante más de cincuenta años; y eso, amigos indéfilos, no tiene precio.
Lo dicho: enhorabuena y gracias, tito Jess.

Grité una noche

Antonio Vega es un superviviente al más puro estilo "Franco", y esto es de aquella primera e irrecuperable época de Nacha Pop.


domingo, 1 de febrero de 2009

De injusticias y castigos

Premisa fundamental que debe tenerse en cuenta a la hora de enfrentarnos a una adaptación clásica de una obra maestra de un maestro del relato que, además, ya ha sido adaptada cincuenta años antes por otro maestro clásico: o nos olvidamos de todo este engorro o sufriremos una gran decepción.
Gary Sinise, actor irregular como él solo, tuvo la osadía de readaptar OF MICE AND MEN, una de esas historias sin fisuras, redondas, perfectas... de las de Ford, vamos.
Punto en contra: Sinise nunca será un gran director de cine, quizá sí de telefilmes.
Punto a favor: ser un hijoputa con suerte y tener como muy mejor amigo a John Malkovich para que te interprete a Lennie, uno de esos papeles que todos los grandes quieren pero que son imposibles de interpretar sin caer en la parodia.
As en la manga: ni el tipo más torpe del universo es capaz de estropear por completo un texto de John Steinbeck.
Una vez más, la fórmula "pareja desigual pero entrañable" da un resultado espectacular en pantalla; la historia de George, listo y prudente, y Lennie, tontorrón y poseedor de una fuerza descomunal, un niño grande, en mitad de la gran depresión americana, constituye todo un marco de posibilidades dramáticas para el lucimiento de actores y equipo técnico. OF MICE AND MEN es bastante previsible si la comparamos con la maravillosa película de Milestone, pero aun así contiene algunos momentos de esos que te dejan clavado a la butaca, la "intensidad Steinbeck" que mantiene a los hombres bien pegados al suelo.
Una recomendación: por favor, véase en versión original subtitulada (bueno, esto lo hago extensible a todas las pelis); el doblaje en plan "Macario el del pueblo" que perpetran contra la soberbia actuación de John Malkovich es de juzgado de guardia. Aparte: Malkovich tampoco ganó la estatuilla en esta ocasión. En realidad ni siquiera estuvo nominado. Tampoco importa, porque aquél fue el año de UNFORGIVEN, y al tío Clint también lo dejaron fuera. Lo nominaron al año siguiente por un papel sensiblemente inferior a éste en un regularcillo producto de acción en la que, curiosamente, también estaba Eastwood... Bueno, que me lío...
De saludos y otras formalidades.

Todo lo que le puede ocurrir a un ratón en una noche

Excelente versión del clásico de Genesis.


... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!