viernes, 30 de mayo de 2008

Alcoholes

"Gente conozco de todas clases
A la altura de su destino no llegan
Indecisos como hojas muertas
Rescoldos mal apagados sus ojos son
Inestables sus corazones como sus puertas"

Esto escribió el gran Apollinaire a modo de contrapuerta a su difícil genio, una especie de piadoso corazoncito asoma por entre el desprecio del artista e intenta comprender la inferioridad en vez de ignorarla.
Algo parecido me pasa con TO HAVE AND HAVE NOT. Me explico: A estas alturas casi nadie podría obviar la estrecha similitud, digamos de género, o digamos de estructura, entre aquélla y la más "glamourosa" CASABLANCA. En aquel período, la filmografía americana se vio sacudida por el estallido de la segunda guerra mundial, por lo que productores, guionistas y directores quedaron automáticamente contagiados de tan remarcable suceso. Éste sería un buen ejemplo para intentar definir el género de ambas películas: influidas por la guerra pero no explícitamente bélicas.
La de Michael Curtiz cuenta con las imágenes más inolvidables que se recuerdan en sala oscura alguna; la de Hawks, unos diálogos simplemente impresionantes. El tour de force emprendido por Humphrey Bogart y Lauren Bacall dejan boquiabierto por su velocidad, precisión y segundas intenciones. Bueno, por allí andaba un tal William Faulkner, no sé si les suena.
Un ejemplo más de que entonces parecía más sencillo contar una historia, darle un sentido a lo que ahora sólo son imágenes muertas.
Como dije al principio, TO HAVE AND HAVE NOT se desprende desde el principio de su supuesta coraza "casablanquiana" para mostrar un abanico multicaracterístico de personajes y situaciones que, inevitablemente porque así es Hawks, entran constantemente en conflicto.
Sin embargo no es una película tan dura. Los personajes se miden, se conocen, se tantean, bailan antes de la primera dentellada, y eso provoca un curioso efecto desdramatizador, casi de comedia.
Por otra parte, está el personaje alcohólico e inocentón de un tal Walter Brennan (nada más que el mejor secundario de la historia del cine), que transmite una humanidad fuera de lo común en este tipo de historias.
Las películas de Howard Hawks dan para hablar durante tres vidas sobre ellas, pero no porque creen algún tipo de controversia, sino todo lo contrario, el espectador sale tan satisfecho que necesita hablar con alguien sobre lo que acaba de ver. Yo lo llamo clasicismo.
Saludos indéfilos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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