sábado, 17 de mayo de 2008

Gastando munición

Si hay alguien que aún piensa que todos somos iguales, que la igualdad no sólo existe sino que además es maravillosa, es que no se ha enterado aún de qué va el tema; o que confunde términos y los mezcla. No eslo mismo la igualdad (imposible) que la justicia, la cual sigue amordazada, probablemente por esos "ejércitos" que, de forma tan vehemente, enarbolan la bandera de la igualdad.
Un poco tarde.
Jean Luc Godard fue el director de la diferencia como desesperada unión de culturas y pensamientos. Pero claro, Godard era un tipo inteligente. Yo creo que ahora disfruta de su escepticismo, cual falso jubilado, observando cómo, tras tantas idas y venidas, nada ha cambiado desde que los intelectuales decidieron prestar su apoyo al pueblo. Éste, en su empecinamiento materialista, nunca ha escuchado a quien podría haberle dotado del arma más poderosa: la inteligencia.
En VIVRE SA VIE, Anna Karina encarna a una nada convencional prostituta que va al cine, conversa con filósofos, y disfruta de la vida, aunque no de la gente. En esta película genial y pre-68, la gente, esa masa sin forma a la que así se llama, es la última frontera a la que siempre se debe enfrentar la sensibilidad individual en su desesperado intento de sacar a flote su propia diferencia, no marginatoria, entusiasta, VIVA.
Se nos muestra, sin dedo acusatorio, cómo viven los condenados, los que no pertenecen a la mayoría; y el film, progresivamente, va adquiriendo un oscurísimo tono de tragedia que, inevitablemente, desemboca en la peor de las posibilidades. No tanto la muerte como el desprecio, despojando de humanidad a la persona y convirtiéndola en mera mercancía.
Quizá sea este el Godard más contenido, el más clásico, pero también el más oscuro y pesimista. Frente a los coloristas experimentos que el maestro "suizo" desarrolló a partir de la explosión revolucionaria, VIVRE SA VIE toma elementos del neorrealismo italiano y los desborda al dotarlos de la aplastante lógica francesa.
En suma, una película que hay que rescatar y nunca olvidar. Porque nos une en nuestra diferencia.
Libérrimos saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!