Antes que nada, quiero aclarar (para que no haya duda) que en absoluto soy fan del cine de Aki Kaurismäki; seguidor sí, pero manteniendo las distancias y juzgando por separado, intentando no dejarme llevar por ese aura de fetiche vivo que, desde hace ya algunos años, acompaña al realizador finlandés.
Es cierto que se trata de un autor necesario en tanto que propulsor de una estética propia (luego mil veces copiada) y dueño de un discurso que, aunque pueda llegar a ser repetitivo, siempre obliga al espectador a mantenerse alerta y estar pendiente de los detalles. Kaurismäki vendría a ser como ese orgasmo tan deseado que nunca llega...
Con LAITAKAUPUNGIN VALOT (Luces al atardecer), el finés sigue fiel a su estilo estático y hermético, donde todos los personajes parecen cortados por la misma tijera y la acción, aparte de ser mínima, se ve secuenciada y repetida infinitamente. Siempre pasa lo mismo, o eso parece.
Con esos mimbres, no es de extrañar que al público primerizo le cueste un mundo llegar a sintonizar con una propuesta tan radical que, además, tampoco muestra el menor interés en hacer concesiones de cara a la galería.
Por lo tanto, pienso que un buen acercamiento a su cine sería desde el punto de vista literario. Se ha encumbrado a autores que guardan no pocas similitudes con Kaurismäki (Oe, Banks, Pynchon), aunque se trate de un modo de narrar y de unos temas que quizá se ajusten más adecuadamente a la letra que a la imagen.
No encontraremos aquí nada diferente de las otras (LA CHICA DE LA FÁBRICA DE CERILLAS podría ser su pequeña obra maestra): mismos personajes, mismo estilo, mismas (des)motivaciones. Un mundo cerrado que no deja lugar al gozo ni a la inventiva. Los malos siempre ganan pero aquí, encima, ni siquiera eso les divierte. Lo milagroso es la considerable cohorte que este director sigue arrastrando por toda Europa desde hace más de veinte años, no porque su cine no lo merezca, sino por su negativa a salirse de unos parámetros narrativos y estéticos que él mismo ha creado.
Saludos inmóviles.
2 comentarios:
Sombras en el paraíso y Leningrad cowboys son buenas películas, las ví hace muchos años, a las tantas, en el cine-club de la 2, recuerdo que la primera me emocionó y la segunda me hizo reir. Tiene su punto el Aki, quiero defenderlo, sin negar que su obra es muy desigual.
Yo sí que puedo decir que soy aficionada al cine de Kaurismaki: a su forma de narrar, a sus personajes y a sus mundanales historias, tiernas por otra parte.
He visto casi todo de él y disfruto con cada obra que, no obstante, y como comentas, siempre parece la misma. Cine de autor le llaman a eso, me parece. O estilo, qué sé yo.
Lo interesante de Aki a mi juicio es cómo puede llegar a contar tantas historias sin pizca de pretenciosidad ni vanidad -algo que valoro en cualquier obra-, con una parquedad narrativa y dialéctica asombrosa, con cuatro bombillas y algunos decorados austeros. Y emociona. Llega. Ahí están "Le Havre", "La chica de la fábrica de cerillas" o "Juha". Y esa actriz: Kati Outinen, que solamente se necesitan sus ojos para emocionarte. Fetichismo a parte, para mí Kaurismäki supone un gran ejercicio de oficio.
Interesante blog. Me lo llevo a "Mis sitios interesantes".
Un saludo!
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