domingo, 31 de agosto de 2008

Lumière, Méliès et fils

En el curioso y a veces insólito mapa cinematográfico, hay algunas cosas que resultan chocantes, incomprensibles, que invalidan cualquier análisis coherente y, afortunadamente, sella las impertinentes bocas de los que sólo saben quejarse como única excusa a su decadencia de ideas.
¿Cómo podria explicarse, si no, el fenómeno del cine argentino? Un cine irregular por antonomasia, doliente de los mismos males que siempre han atenazado al español y que, por arte de magia, en plena crisis económica, no sólo se refuerza, sino que se coloca claramente en punta de lanza de los contadores de historias, creando un amplísimo ramillete de cineastas de toda índole; creadores sin complejos que hacen buena la máxima de un gran tipo que ha hecho más de doscientas películas: el viejo tío Jess franco, que decía: "¿Crisis? Lo que hay que hacer es coger una cámara, filmar sin parar y no quejarse tanto". Y si lo dice él...
Independientemente de su originalidad, la que comentaremos hoy es la película perfecta para ilustrar esto que digo. LA ANTENA, del desconocido Esteban Sapir, es una refrescante fantasía rodada en blanco y negro y muda. Efectivamente, un paseo por los orígenes del cine, y más concretamente por el ideado por los hermanos Lumière, aunque, realmente, a quien rinde tributo es a la desbordante imaginación de Georges Méliès, indiscutible padre de la ficción cinematográfica.
De todas formas, si somos francos, al poco tiempo de empezado el metraje y superado el asombro inicial, la historia flojea y se encuentra inevitablemente caminando en círculos cada vez más pequeños, hasta quedarse en nada. Y eso que sus intenciones son magníficas. Se nos cuenta la historia de una ciudad dominada por un magnate de la televisión que, medante una enigmática antena, se ha apoderado de todos los sonidos, he ahí el ingenioso juego metanarrativo que propone Sapir: la peli es muda porque dicho magnate...
Luego, el director aprovecha (y a mí me parece lícito) esta circunstancia para crear la imaginería del film en base a la que inventaron los padres del cine. El problema no es ese, sino que al final todo se queda en una lectura un poquito infantilizada, como la enésima vuelta de tuerca del cuento de navidad, por lo que pierde en lo narrativo lo conseguido en lo estético.
Suerte de cruce entre LE VOYAGE DANS LA LUNE y SIN CITY (no se me escandalicen), LA ANTENA quedará como una curiosa propuesta que sorprenderá a algunos y aburrirá soberanamente a otros. Pero lo perentorio es lo siguiente: ¿De dónde sale todo esto en un país donde tienen difícil hasta comer? Ahí queda eso, productores y directores, les toca mover a ustedes.
Saludos silentes.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Sobre cine argentino ando pez y no conozco la película sobre la que escribes, pero has conseguido con tu post despertar mi interés, y también muy interesantes las reflexiones sobre cine de calidad con pocos medios, creo que lo fundamental en esto del Séptimo Arte es la materia prima, las ideas y el talento, sin eso, ni presupuesto ni gaitas.

Un saludo.

dvd dijo...

Bueno, la verdad es que la película tampoco es que descubra nada nuevo. Lo que más me interesa es la demostración que Sapir lleva a cabo sobre lo que tú dices. Que de un país tan deprimido como Argentina haya saltado una propuesta estética cuando menos sugerente, hombre, a mí, al menos, me congratula y reconcilia con los jóvenes que de verdad quieren luchar por sus ideas y no los que venden su escaso intelecto por quince minutos de gloria...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!