Cuando no tengamos a Stephen King (entérense, insensatos), sabremos la sensación de quedar huérfanos, o como te falta un miembro (el que sea) que siempre estuvo ahí. Por eso, aprovechémoslo, celebrémoslo, regodeémonos en su inacabable universo y dejémonos de gilipolleces como que MAXIMUM OVERDRIVE es una puta mierda. Yo digo ¿y qué? Si en alguna corrida (de toros) indultan algún astado, yo digo que en peores plazas hemos toreado, y que esta peli es una ida de olla hecha por la cara, en "máximo" estado de sustancias varias, con un King que reclamaba su derecho a desolemnizarse a sí mismo antes de que cualquier atrapaliendres lo hiciese por él. Lo de menos es el guion, quién lo diría, y aquí lo que prima es la juerga barroca, con camareras empuñando bazookas, máquinas lanzando latas de Pepsi, Emilio Estévez haciéndose pasar por héroe de acción y un camión con la cara del Duende Verde, que no se puede molar más que ese camión. Como si esto fuese la antesala anfetamínica de LA NIEBLA, el grupo más heterodoxo y grasiento posible se refugia en una gasolinera, mientras los camiones los circundan amenazantes, movidos por una fuerza misteriosa proveniente del espacio. Sacar a la pobre Ellen McElduff gritandono una, sino dos veces, "¡Nosotros os hicimos!", antes de sucumbir a una simpática metralleta giratoria, es historia del cine. Pero no hay un plano más elocuente que el de apertura, donde un Stephen King en imprescindible autocameo se acerca a un cajero que le espeta un contundente "Fuck you!". En fin, pequeños, grandes y medianos, disfruten de esta epopeya del desconcierto y asistan a una de esas locuras que hoy, literalmente, no podrían hacerse... Y lo produjo De Laurentiis... Y la música es de AC/DC, que es el despiporre ya...
Saludos.

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