jueves, 11 de diciembre de 2025

La palmadita


 

Muy breve. Breve en tiempos de pérdidas. También a THE SOPRANOS se le fue demasiado pronto, hace ya algunos años, James Gandolfini, o la plasmación incontestable de cómo un personaje se hace persona actor mediante. Hace menos, logré zamparme el ochomil de THE WIRE, que personalmente es mi cumbre televisiva y no creo que nada la haga bajar de ahí. Muy cerca, rozando, está la obra maestra de David Chase (busquen su currículum), diametralmente distinta de la de Simon en todo, personajes, sentido del humor, estructura narrativa, pero compartiendo una complejidad apabullante, rehuyendo ambas cualquier tentación de solemnidad o autocomplacencia y entregando generosamente algunos de los personajes más grandes y mejor escritos del audiovisual reciente. La diferencia aquí la marca, claro, Gandolfini, Tony Soprano, del que llegarás a dudar de su humanidad. Amoral, embaucador, letal, compulsivo, este jefe de la mafia de New Jersey es el planeta monstruoso, a cuyo alrededor se desata una órbita que todo lo arrastra y todo lo fagocita. La familia como tótem intocable, pero que sirve para justificar cualquier crimen, por horrible que sea. La violencia como única vía muerta, agotado cualquier razonamiento. La mafia desidealizada, autoparódica, mostrada como deseo y como mito, vertedero y paraíso. La mesa en la acera, las charlas sobre todo, los odios por nada. No puedo describirla más allá de su irresistible cápsula de nihilismo y surrealismo, tan sólo animarles a que se hundan en sus impresionantes seis temporadas, básicamente porque yo ya llegué demasiado tarde, aunque nunca es demasiado tarde.
Por puntualizar, la última escena del último episodio es una de las cosas mejor rodadas que el que esto escribe ha visto jamás.
Obra maestra absoluta.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!