viernes, 12 de septiembre de 2025

La aguja en el pajar


 

Controvertida la adaptación que John Schlesinger acometió de FAR FROM THE MADDING CROWD, la intensa y polémica novela de Thomas Hardy, que proteizaba la figura de su protagonista, la improvisada terrateniente Bathsheba Everdene, satelitelizando a tres hombres que encarnan las tres caras prototípicas del macho enamorado: el prudente, el entregado y el hijoputa. Y a este último lo interpretaba un magnífico Terence Stamp, en la piel del díscolo sargento Troy, el único de los tres que obtiene inmediatos favores de una Julie Christie que navega entre la niñata caprichosa y la mujer empoderada, sin la capacidad para valorar la honestidad de Alan Bates, un pastor que se pone a su servicio tras perder todo su rebaño, ni del potentado Peter Finch, probablemente el personaje más interesante de todos, un solterón rígido y distante, famoso por rechazar a cuanta mujer se le ha puesto por delante, pero que pierde la cabeza (y quién no) ante la señorita Everdene. No creo que sea la mejor adaptación que ha conocido la obra de Hardy, por su excesiva duración (casi tres horas), o el desigual reparto que se concede a sus cuatro protagonistas, porque en la novela existe un retroalimentación en el cuadrado imperfecto pero compensado.
Buena película, para nada un clásico.
Saludos.

jueves, 11 de septiembre de 2025

La importancia y el motivo


 

Curioso, muy curioso el caso de THE DAMNED, film que se pudo ver en el último Sitges y que luego se esfumó entre los habituales problemas de distribución y una promoción inexistente, cuando hubiese sido un título más que apetecible para cualquier parrilla de una plataforma. Curioso porque su apariencia formal es lo suficientemente elaborada y sugestiva para hacernos pensar que no estamos ante un film de horror al uso, sino ante un esfuerzo por maridar el género con una mirada más autoral. Una lástima, porque esta historia sombría, que habla de fantasmas y de aislamiento, de superstición y desconfianza hacia lo que llega de fuera, no logra zafarse de su tendencia paisajista (difícil, por la belleza del marco islandés), mientras intenta elaborar un argumento que se torna confuso, que habla de un oscuro mito desencadenado por el hundimiento de un pesquero foráneo, pero cuyo motivo oculto podría deberse a algo más mundano, y por tanto indetectable. La película es insatisfactoria en casi todo lo que propone, un quiero y no puedo que a lo mejor hubiese ganado en un formato de miniserie, donde el misterio no fuese desvelado tan pronto.
Saludos.

miércoles, 10 de septiembre de 2025

La novia era él


 

No lo suelo hacer, pero hoy titulamos la reseña con el título de la película en cuestión... Básicamente porque tampoco es el título original, aunque no estaba mal tirado respecto a I WAS A MALE WAR BRIDE, que bien pareciera un film de Corman más que de Hawks, para que vean que el cine clásico también tiene estas cosas. No es de las comedias más inspiradas suyas, adquiriendo un tono más ligero, teniendo en cuenta la estrambótica peripecia de su protagonista, un Cary Grant que es lo mejor con mucha diferencia. Aun así, la historia fue real, y perteneció al mayor belga Roger Henri Charlier, quien tuvo un accidente de coche y conoció en el hospital militar a la enfermera norteamericana Cathy Gates, con la que contraería matrimonio. Este film cuenta el tortuoso periplo de ambos para lograr embarcar en dirección a Estados Unidos, hasta el punto de tener que recurrir al travestismo (incluyendo una cola de caballo como peluca), lo que ya sabemos que no era tan inusual en la filmografía de Grant. Su compañera era Ann Sheridan, que no tenía una vis cómica tan acusada, lo que se nota una barbaridad en una película que transita de gag en gag sin solución de continuidad. Curioso, por cuanto se impone la comedia física a los diálogos mordaces, y eso es extraño en una película de Hawks.
Se puede ver, sin más.
Saludos.

martes, 9 de septiembre de 2025

Sociedad de responsabilidad limitada


 

A vueltas con el rollo de los mockumentaries, el found footage y demás zarandajas, es tanta la escoria aprovechacionalista de este tipo de producciones, que el mero hecho de encontrar algo que no produzca vergüenza ajena ya es todo un logro. Es el caso de HELL HOUSE LLC, una pequeñísima película de 2015, de la que desconocía por completo su paradero, y que luego (como no podía ser de otra manera) ha originado una franquicia, a cual peor. Sin embargo, la primera resulta ser un dispositivo bastante bien armado e ingenioso, gracias a la naturaleza misma de su argumento, que de alguna manera roza el metacine. A diferencia de títulos similares, la excusa de rodar constantemente no es forzada, y encaja como un guante para lo que se quiere contar. Esto es la construcción de una atracción de casa encantada (en Estados Unidos son devoción), que sus propietarios proyectan tener inaugurada en pleno Halloween, con la ventaja de que ya posee un aspecto lo suficientemente tétrico, y ello les va a ahorrar costes de decoración. Hay un pasado oscuro, sí, pero tampoco se detalla tanto como para ser tenido en cuenta, y ello contribuye al clima de extrañeza que se va apoderando del día a día. Lo diferencial aquí es que esa cotidianidad es el sustento de clima terrorífico, conviviendo diariamente con muñecos y luces inquietantes, que hacen que los mismos organizadores vivan en sus carnes la experiencia que pretenden recrear.
No es especialmente sangrienta, y ni siquiera abusa de los clichés que uno podría esperar, pero un par de momentos francamente espeluznantes, y todo con un presupuesto casi inexistente, lo que recuerda inevitablemente a propuestas similares como PARANORMAL ACTIVITY y, especialmente, BLAIR WITCH PROJECT.
Si lo quieren pasar mal durante apenas 80 minutos, es su película.
Saludos.

lunes, 8 de septiembre de 2025

Obligados por contrato


 

THUNDERBOLTS* funciona cuando se olvida de tener que estar constantemente dando explicaciones por todo, como la extraña película de orígenes que es, y se zambulle en unas escenas de acción bien coreografiadas, más orgánicas de lo que cabría esperar, merced a un grupo de personajes que si hacen gala de algo es de su imperfección como superhéroes. No todos los actores aquí tienen precisamente una vis cómica, por lo que David Harbour parece el único en mantener una personalidad cohesionada con el desenfado del guion, mientras que Florence Pugh hace lo que puede por no parecer avergonzada, Sebastian Stan se queda muy al fondo, Wyatt Russell aún más atrás y Hannah John-Kamen me cuentan que anduvo por allí, aunque el esfuerzo supremo es averiguar dónde aparece Olga Kurylenko. Curiosamente, hay un punto disruptor muy bien escrito en el personaje interpretado por Lewis Pullman (sí, podríamos acuñar el término "nepo-film"), un antihéroe complejo y estimulante, una especie de "todopoderoso", pero que alberga una mente cándida y torturada. Nada dura aquí, y es lógico, porque sus dos horas no son suficientes para narrar lo que en los comics necesitó de una serie propia, que es nada menos que la creación de los Nuevos Vengadores y el porqué de esta bizarra escisión. Lo cierto es, como decía al principio, que funciona para los que vienen de la grapa, mientras que el recién llegado apenas va a encontrarse con una cinta más o menos entretenida, algunos chistes resultones y una escena post-créditos que anuncia una continuación que quizá esté aún mejor.
Saludos.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Rincón del freak #659: Los Derby motorettas vs. el veterinario intrépido y casquivano


 

MOTORPSYCHO, de 1965, es la película que inicia el período mítico de Russ Meyer, abducido entre las pechugas de señoritas que van por el campo y/o desierto con un traje de noche escotado y tacones de aguja, por lo que sea. El quilombo se inicia con tres tipos muy macarras que se encaminan a Las Vegas en sendos scooters, porque se ve que Meyer también economizó en los transportes. En su fetichista fijación por los desequilibrios conyugales, la pandilla, compuesta por un tronado del Vietnam, un bailongo con chupa de cuero y un autista que escucha constantemente un transistor, se topa con una explosiva joven en bikini y su marido, un pescador cincuentón al que dejan fuera de combate para beneficiarse a la muchacha. Seguidamente (esto no llega a los 75 minutos), se encuentran con el veterinario local, que mientras se morrea con una clienta en mono integral, aprovechan para vejar sin medias tintas en su propio domicilio, y hasta poner una conferencia a New Jersey. Luego entra en acción nada menos que Haji, la gran diosa de la serie Z, que ya lo rompe al viajar con un señor que podría ser su abuelo, y que tampoco se libra del asalto correspondiente. Dada por muerta, es rescatada por el veterinario vengativo, conformando una alianza para derrocar a los temerarios punks. La película es lo más decente que se puede hacer con un presupuesto indecentemente irrisorio, pero por aquí amamos los "por la puta cara" de Meyer, que jamás dejaba pasar la oportunidad de llevar el escote hasta la misma linde del pezón. La escena mítica es aquélla en la que el veterinario es mordido por una serpiente, y para no morirse inútilmente le pide a Haji que muerda la pierna y chupe el veneno antes de que sea demasiado tarde. Sí, el diálogo es ¡Chupa más fuerte!... hasta que ella ha de escupirlo, claro...
No sé qué haríamos sin estas películas.
Saludos.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Una leyenda a contrarreloj


En Enero de 1975, Keith Jarrett era un paria, un genio también, pero era el tipo que le había dicho no dos veces a Miles Davis, que renegaba del jazz ¡por encorsetado!, que tenía constantes disputas con productores y músicos, ganándose una reputación de difícil por no decir imposible. Nadie daba un duro por él en América, lo que venía a importarle un carajo; había dado su primer concierto, interpretando a Bach, con 12 años, y era "ese tipo inclasificable del catálogo de ECM". Jarrett se lió la manta a la cabeza y se embarcó en una destructiva gira europea, con la única compañía del productor Manfred Eicher, el único que no tomó al pianista por un loco caprichoso. El estilo de Jarrett, catártico e impetuoso, de concentración absoluta, de lucha con el instrumento, le provocó unos dolores insoportables de espalda, que convertían cada concierto (uno por noche) en una proeza física. Tenía 30 años por entonces. 
En Enero de 1975, la joven Vera Brandes, con apenas 18 años, se las arregló para que Jarrett tocara en la Ópera de Colonia. Engañó, estafó, pidió prestado, e incluso la leyenda dice que llegó a prostituirse para conseguir los diez mil marcos que costa arrendar tan magno lugar. Aquel día se representaba la ópera Lulú, de Berg, por lo que habría que esperar hasta las once de la noche... en pleno Enero alemán. 
La historia es conocida. Brandes llegó a las desoladas oficinas de la Ópera, donde todo el mundo se había marchado de fin de semana, encontrándose un piano Bösendorfer, como había prometido, solo que era uno muy pequeño, para ensayar, con varias teclas desafinadas y un pedal inservible. Cuando Jarrett y Eicher pasaron la mano por encima, miraron inexpresivamente a Brandes y dijeron que aquello no podía tocarse, y menos en un recinto tan grande. Qué podía esperarse de una cría que apenas era mayor de edad. Los dolores de espalda, aquel piano de broma, todo parecía encaminado a lanzar una moneda al aire. Brandes suplicó bajo la lluvia, literalmente, prometió que los afinadores pondrían a punto el piano, y Jarrett, el tipo frío e implacable, le dijo que jamás olvidara que tocaría esa noche sólo por ella. Las entradas se agotaron, y aquel 27 de Enero de 1975 se obró un milagro al que asistieron 1400 personas, y que desde entonces su grabación, para más inri registrada a una velocidad diferente, se convirtió en uno de los discos de ¿jazz? más legendarios de toda la maldita historia. 
Así fue, y así lo cuenta KÖLN 75, no la película del concierto, sino de cómo del caos puede surgir lo sublime. Por cierto, Jarrett abomina de aquel concierto y mucho más del disco, pero ni siquiera eso debería ser óbice ni circunstancia atenuante para no emocionarnos con la belleza de esa obra maestra intemporal... una vez más.
Saludos.

viernes, 5 de septiembre de 2025

Prisioneros


 

Había que abordar, por supuesto, la desaparición de Terence Stamp, otro grandísimo nombre que nos dejó recientemente, y cuya vasta filmografía intentaremos completar en estas próximas semanas. Stamp siempre fue un actor de difícil ubicación, con una mirada turbia y un físico que creaba un punto de discordancia en torno suyo. Personalmente, y pese a haber tenido una carrera ilustre y longeva, creo que le hubiese faltado ese gran protagónico indiscutible, aunque claro, Stamp era más de "antagónicos". Y sería necio no abrir este homenaje con THE COLLECTOR, aquel oscurísimo descenso a los recovecos de una mente inaccesible, la del joven Freddie Clegg, un retraído y poco sociable empleado de banca, que tras ganar una fortuna en las quinielas adquiere una desvencijada mansión a las afueras de Londres, donde pasa el tiempo entregado a su pasión, cazar mariposas y coleccionarlas. Podría ser una introducción obvia, pero la sequedad emocional de la obra original de John Fowles encaja a la perfección con la brusquedad de acecho, sin mediar explicación, de Clegg a la joven Miranda Grey (Samantha Eggar), a la que secuestra y mantiene cautiva, como parte de su colección privada. Deliberadamente sobreexpuesta, la dirección de Wyler busca un cierto expresionismo formal, rozando el terror más clásico, a lo que contribuye la angulosa interpretación de Stamp, un monstruo sin ningún atributo especial, lo que le hace más monstruoso, aunque lo más interesante es, sin duda, esa puesta en cuestión de los límites afectivos entre dos personas en una situación extrema. Clegg mima exageradamente a su prisionera, no le exige nada que ella no esté dispuesta a hacer, e incluso parece estar dispuesto a liberarla si en un tiempo determinado no se gana su cariño. Es en ese juego del gato y el ratón donde la película se crece, hasta llegar a una coda final descolocante, de moralidad ponzoñosa y una certeza aún más amarga y desconcertante. 
Cabe preguntarse el carácter necrofílico de quien sólo puede amar una naturaleza muerta, inofensiva para quien en todo ve una amenaza. Tampoco estoy seguro de que aquí se encuentre la respuesta.
Saludos.

jueves, 4 de septiembre de 2025

Una cazuela de nostalgia


 

El problema de los directores que optan por lo autobiográfico, es que casi siempre dispersan su discurso, incapaces de sujetar una memoria que se desborda entre la fantasía, la melancolía y el deseo de exorcizar fantasmas. Le ha ocurrido a Robin Campillo con L'ÎLE ROUGE, interesante pero muy descompensado corolario de la época que el cineasta pasó en Madagascar en su infancia. Parece mentira que un guionista tan reputado como Campillo no haya sido capaz de sintetizar todas las vías narrativas que abre, como si no pudiese contener la hemorragia emocional de la mirada infantil del protagonista (suponemos que trasunto suyo), un chaval que asiste al incomprensible espectáculo de los adultos, mientras se refugia en la lectura de los relatos de "Fantomette", una simpática heroína que, al igual que él, terminará desencantada por tanta hipocresía enmascarada de alegría impostada. Paralelamente, se narra a regañadientes la lenta emancipación de los nativos de una Madagascar no tan idílica como parece, lo que obliga a su padre, militar de aviación, a plantearse volver a Francia. Todo ello con una dirección de actores más bien flojita, como si Campillo lo fiase todo a una ensoñación que tampoco acaba de cuajar, dejando al espectador sin saber hacia qué foco, de los muchos abiertos, ha de atender.
Sólo la recomendaría a cursis irredentos, lo que no es mucho.
Saludos.

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Rapsodia del fuselaje


 

Título tremendamente olvidado, AIR FORCE es uno de los mejores panfletos de propaganda jamás filmados por Hollywood en plena WWII. Panfleto, sí, y sin ocultar su vocación, primero porque es imposible, y después porque la verdad es que da igual, tal es la calidad que destilan sus imágenes, escudadas tras un excepcional guion de Dudley Nichols, aunque el gran baluarte es propuesto por el genial montaje de George Amy, que se alzó con el oscar el año que ganó, por decir algo, CASABLANCA. Aquel fue un año repleto de títulos similares, el reto era poner en pie un film mínimamente decente, en realidad una proeza técnica para narrar las tensiones y dilemas entre los integrantes de un bombardero B-17, camino de Pearl Harbour. Una apuesta segura, por supuesto, pero que revela la exquisita profesionalidad de Hawks, que hace del interior del avión un personaje más. A destacar también un reparto repleto de ilustres secundarios, como John Garfield, Gig Young o John Ridgely, que suplen a la perfección la falta de una gran estrella. 
Uno de esos títulos sólidos e impecables, y para quien se inicie en el montaje cinematográfico una verdadera joya.
Saludos.

martes, 2 de septiembre de 2025

El trabajo os hará libres 2


 

Co la segunda temporada de SEVERANCE voy a ser bastante breve. Primero porque parece ser que hay prevista una tercera, por lo que se justifica el cierre tan abierto (y precipitado) de ésta, pero también porque me ha dejado un regusto no tan dulce, como si la transición fuese demasiado evidente e inevitable. Para quien, como fue mi caso, flipara con la extraordinaria T1, aquí hay un exceso de vueltas en círculo, sendas muertas y, sobre todo, un desaprovechamiento de su grandísimo reparto, optando por potenciar más a roles más secundarios. Cierto que hay una producción más exuberante, y no se limita al asfixiante entorno de la enigmática factoría Lumon, complejizando la trama, pero restándole mucho de la potencia de su premisa argumental. De manifiesto, que de nuevo pesa más culminar en una traca final que en un genuino giro copernicano que nunca llega, y que la amalgama de simbolismo no consigue disculpar del todo.
Está bien, incluso muy bien, pero no es la locura revolucionaria que muchos han querido ver.
Saludos.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Ni un pájaro, ni un avión #8


 

"Una película para hacerlos enojar a todos"... O a casi todos, porque el SUPERMAN de James Gunn es la película que realmente necesitaba el personaje para reinventarse sin traicionarse, adaptarse a una época que no tiene nada que ver con la que nos enamoró Richard Donner, pero extrayendo todas las virtudes de aquella gran, emocionante y épica película. Es imposible haber disfrutado con los comics, las grapas, aquellas historietas con muchos puñetazos, malos muy malos y colegas que venían a echar una mano en el último momento. Este Superman no es "tan" todopoderoso, ni tan malhumorado, sino que viene a recordarnos su mejor metáfora, esa que dice que siempre hay que mover un dedo ante las injusticias y no ser tan cabrón con quien alguna vez nos quiso. De eso va también este film, de soltar un necesario dardo contra la manipulación digital y cómo los extremistas se sirven de ella para lograr sus oscuros objetivos. Este Superman le habría quitado la peluca a Trump, le hubiese dado una patada en el culo a Netanyahu y habría suturado la brecha que tiene dividido a este planeta. Todo eso cabe en una película que tiene humor, acción y algunos momentos de verdad emocionantes. No es perfecta, pero ¿quién pensaba que Superman lo era?...
Véanla.
Saludos.

domingo, 31 de agosto de 2025

Rincón del freak #658: Una mala tarde la tiene cualquiera


 

A vueltas con la filmografía de Eusebio Poncela, me he acordado de la que supuso su primera aparición verdaderamente importante en cine. Y no una cualquiera, porque LA SEMANA DEL ASESINO es una de esas películas que deberíamos reivindicar del mismo modo que a su director, Eloy de la Iglesia, un cineasta capaz de recortar a la censura desde la marginalidad, tanto argumental como de medios. Es por ello que estamos ante un film insólito, mezcla de drama social, terror truculento y hasta un velado alegato en favor de las homosexualidades latentes y que tanto daño hacen. No es casual que de la Iglesia sitúe a su protagonista (un irreconocible Vicente Parra, pasando de galán casposo a atormentado psicópata homicida) en una apartada casa del extrarradio madrileño, custodiada por los flamantes edificios recién construidos, desde donde un enigmático joven le espía con binoculares. Lo curioso es que aquí los roles están invertidos, y es el modesto y callado empleado de un matadero el que inicia una desquiciada espiral de asesinatos, tras un altercado con un taxista que acaba con la muerte de éste. El film es casi un precedente de aquel "Henry"de McNaughton, fluctuando con habilidad desde el terrible conflicto interior hasta el placer que le otorga asesinar a todos los que de alguna manera son "obstáculos". El misterioso vecino parece el único que puede comprenderle, mientras hace evidente un interés más allá de lo amistoso, y su casa se convierte poco a poco en un panteón de insoportable hedor.
Si no la conocían, háganse con ella y dispónganse a pasar un mal rato de "horror quinqui", que es un género que trasciende lo exótico. Ni más ni menos...
Saludos.

sábado, 30 de agosto de 2025

Las mil caras del corazón


 

También se fue Eusebio Poncela en esta semana chunga. Un rostro que siempre estuvo ahí, un actor sereno y fiero, de los dignos, los que no se vendieron a nada porque fue de los que lo construyeron todo. Poncela era un grande, un seguro de vida que elevaba el nivel de cualquier cosa en la que estaba, que podría haber sido mucho más, pero tampoco creo que le hiciera falta más que el reconocimiento de un público que siempre le mostró su admiración. Aquí, como no podía ser de otra manera, ha aparecido en multitud de ocasiones, tanto en su deslumbrante primera etapa, la serenidad de sus últimos trabajos, una dignísima carrera en Argentina o junto a los grandes nombres del cine español. Uno de los más famosos fue en LA LEY DEL DESEO, probablemente el gran título de transición de Pedro Almodóvar, donde sus obsesiones primerizas iban dando paso a un fetichismo visual, más evidente si se quiere, pero igualmente interesante. Decididamente provocadora en su fassbenderiano arranque (de mis escenas favoritas de su autor), cobra fuerza con el estupendo alter ego compuesto por el propio Poncela, infinitamente mejor que el posterior de Banderas, que vuelve a relegarse como trastornado, que por su apariencia parece una representación de la culpa homosexual. Exceptuando algunos "sketches" más o menos memorables (el de la manguera, por supuesto), la película se interna en su tramo final en un thriller previsible y menos interesante. Aun así, sigue siendo de los mejores títulos de un director que siempre me ha parecido sobrevalorado, y se demuestra en su incomprensible autocensura, escudando en el humor costumbrista el freno que no nos ha dejado tantos de sus trabajos en un quiero y no puedo. Y me pregunto por qué no tuvieron, actor y cineasta, una relación más fructífera. Seguiremos disfrutándole, por supuesto.
Saludos.

viernes, 29 de agosto de 2025

La semilla de la diabla


 

Parecería cosa de guasa, tirando de ironía con la barrabasada que los traductores (por llamarles algo) españoles perpetraron, años ha, con la maravillosa película de Polanski, de no ser que, sí, efectivamente, BRING HER BACK es un título con el que echar una risilla levemente irónica. Es por ello que me voy a reservar estoicamente (cosa que no me cuesta con lo que me deja frío) adelantar un solo gramo del argumento de la última película de los hermanos Philippou, y sólo diré: sí, salen hermanos; y padres; y madres; y hasta hijas salen. Lo que no puedo soslayar de ninguna de las maneras es lo mismito que tanto me irritó en TALK TO ME, y en lo que estos cineastas vuelven cansinamente a tropezar. Con dos cojones, abres la película con una escena tan bizarra, que parece un pecado mortal no dar una sola explicación plausible sobre la misma... y lo haces. Seguidamente, propones un retruécano argumental, una excusa tan exagerada, que debes tener un as en la manga que no te veas venir, y que no te haga quedar como un tramposo. No sólo esto no ocurre, sino que el desenlace es, además de prototípico, de una cursilería que desacredita el festival sanguinolento (y gratuito), que curiosamente es de lo poco salvable de este nuevo "hyperhype". 
Lo mejor, esas escenas truculentas y que Sally Hawkins parece que nunca está mal dirigida. Y muy poco más.
Saludos.

jueves, 28 de agosto de 2025

Politonos


 

Cuesta creer que se haya ido Verónica Echegui. Esa actriz arrebatada, princesa del extrarradio que le tiraba los tacones al lelo de Dani Martín, esa fuerza de la naturaleza mitad dignísima mitad descarada. La que se marcó una carrera en un Escort tuneado y miraba el Nokia a todas horas. La misma que se fue en autobús para ser actriz, sin saber lo que eso era, y se montó en un tren para no volver jamás, y sin saberlo tampoco, con la mirada de actriz despidiéndose. Se ha ido demasiado pronto, y su mejor película también era una de las más indefendibles de Bigas Luna, que también iba muy a su aire, pero que aquí se le pilló, ya entonces, el tufillo a pollavieja. Todo para contarnos esta historia mínima, de cajeras que quieren figurar y manicuras que apenas aspiran a ponerse tetas falsas. Y de esos paraísos inconclusos pero repetitivos, como aquellos politonos a un euro, quedan unos ojos de verdad. Ella fue y siempre será La Juani...
Saludos.

miércoles, 27 de agosto de 2025

La soberbia del sobreentendido


 

Hacía tiempo que quería traer uno de los casos más inclasificables del western, y qué mejor momento que en el retorno a la actividad bloguera. Y quizá no debería haber incluido THE OUTLAW en el repaso que estamos dando a la filmografía de Howard Hawks, porque ni siquiera podría considerarse un film suyo, cuando en realidad se sabe que es el segundo largometraje dirigido por el magnate Howard Hughes, empecinado en demostrar que él también podía meterse a esas labores. El resultado es un desastre interminable (dos injustificadas horas), que apenas merece la pena por alguna escena de acción (la única, de hecho) y por descubrir a una jovencísima Jane Russell, igual de mal dirigida, y convertida en un evidentísimo objeto sexual. La historia nos cuenta que Hawks estuvo un par de semanas por el rodaje (de hecho, es el autor del guion junto a Jules Furthman), pero acabó hastiado de las caprichosas decisiones de Hughes, su incapacidad para dinamizar una puesta en escena teatral y vodevilesca, en un burdo intento por "volver" a un western primigenio, como si Griffith no hubiese indicado el camino, tres décadas antes, que luego siguieron los grandes del género. Duele ver a actores de la talla de Thomas Mitchell o Walter Huston reducidos a caricatos de tres al cuarto, emborronando a dos personajes tan potentes como Pat Garrett y Doc Holliday, pero aún más delegar la responsabilidad de dar vida (es un decir) a Billy the Kid a un actor terrible, como Jack Buetel. Increíble desaprovechar la fotografía de Gregg Toland, maniatado por ese histerismo del "momento suspendido", que no es más que la incapacidad de encontrar una imagen que perdure. De igual modo, parece una broma la partitura del gran Victor Young, reducido a nimias puntualizaciones a la avalancha de escenas cómicas, porque no hay aquí nada de ese sentido del humor, por ejemplo, de Ford, sino un subrayado mecánico y anticuado, incluso para 1943. Una película rarísima, sin orden en sus extraños preceptos, y que además es aburrida y hasta ridícula. Como ejemplo de esto último, el surrealista tiroteo en el que Holliday agujerea las orejas de Buetel, sin que este pestañee... aunque tampoco lo hace el resto de la película.
Hughes no volvería a dirigir, por suerte para la industria, y este terrible bodrio, de servir para algo, lo hace para colocar su figura, a menudo agrandada sin motivo, a su justa medida. También para corroborar que Hawks podría haber hecho un film bastante más digno.
Saludos.

domingo, 3 de agosto de 2025

Rincón del freak #657: Vivir está sobrevalorado


 

Si es usted uno de los miles de afortunados que ha de desarrollar su trabajo como buenamente pueda bajo un sol de justicia, mientras siente sus sesos derretirse literalmente, le recomiendo vivamente que vea el repugnante corte en el que un hijo de puta (y soy amable), que sólo puede llevar un traje y corbata por mor de un potente A/C, recoge cuatro papeles en blanco, mientras en foca una mirada vidriosa y repleta de clasismo y vomita una frase aspídica: "Recuerden que las vacaciones están sobrevaloradas". Así las cosas, no me extrañaque haya gente que disfrute con estupideces como FINAL DESTINATION: BLOODLINES, una película que puedo resumir de esta forma y manera: gente agilipollada, o insensible o histérica, que pierde a un abuelo o a un hermano y opta por hacer barabacoas, chistes de los Calatrava o poner posturitas de Tik Tok. Merecen morir todos, de la peor manera, entre estertores y sufrimientos, para acabar en una fosa común sin una lápida que los recuerde. Eso es todo, aunque yo lo llamaría "Entretenimiento para disfrutar de la era Trump"...
No gasten ni un centavo en esta cosa. Ahora sí paro.
Saludos.

sábado, 2 de agosto de 2025

La infección #3


 

Es difícil describir la sensación que queda tras ver 28 YEARS LATER, cómo afrontar la sensación de autoestafa, de vendehumos new age que bebe botellas de agua ártica, a 100$ el litro, en una mansión "Gropius" en Cucamonga y se debate entre el equilibrio celestial y la posibilidad de un "Lambo". El verdadero significado de esta absoluta tomadura de pelo, la veo en la diametral e insalvable distancia que separa a Danny Boyle de George Miller. Donde el segundo ha revalorizado una franquicia que parecía muerta desde hace 40 años, no sólo siéndose fiel a sí mismo como creador, sino deslumbrando con un ejercicio de revolución visual que ha marcado tendencia (otra vez) en la última década, Boyle se ha lanzado en los brazos de Alex Garland, lo que nos ha permitido desvelar de una vez que es un tipo con el sospechoso hábito de pretender contentar a todo el mundo, y eso es un pecado mortal. Les advierto si no la han visto aún, y sin desvelar gran cosa, que hay una primera parte más o menos digna, en la que nos encontramos una comunidad que ha logrado subsistir al apocalipsis zombi en una especie de isla, adoptando modos de vida casi medievales, y que hay un rito de iniciación, en el que un padre acompaña a su hijo adolescente a las "tierras interiores", donde los infectados campan a sus anchas. Ahí Boyle logra recrear la incertidumbre, el horror, y lo sazona con la novedad de unos monstruos que de alguna manera también parecen haber evolucionado hacia algo parecido a una comunidad medianamente organizada. De ahí en adelante, Garland toma las riendas y se marca una bazofia adoctrinadora, donde en un momento dado llegas a preguntarte si estás viendo la misma película, o peor, si esto tiene una mínima conexión con la saga a la que dice pertenecer. Los zombis ya no importan, la infección da igual, y entramos en el modo "estamos conectados con el universo", en un segmento final que es en sí un meme vergonzoso. O es eso, o estos tipos están seniles. 
Atención al hiperzombi Nacho Vidal, a la señora que pasa de no poder levantarse de la cama a caminar kilómetros, a una embarazada que protagoniza el wtf más wtf de los últimos 100 años, coronando con la posibilidad de hacer un explotation italiano con luchadores de parkour incluidos...
Puede que sea una broma, pero todo indica que hay otras dos en camino. Horrible.
Saludos.

viernes, 1 de agosto de 2025

La infección #2


 

Y cinco años después llegó 28 WEEKS LATER. En lo personal, y por motivos que no vienen al caso, me pasó muy desapercibida esta película que, aun revisada, me sigue pareciendo igual de irregular y desaprovechada. Con un presupuesto que ya le hubiese gustado manejar a Boyle, y un reparto espectacular que incluía nombres como Idris Elba, Robert Carlyle, Jeremy Renner, Rose Byrne o Imogen Poots, Juan Carlos Fresnadillo, que venía avalado por la magnífica INTACTO, optó por una apariencia de film de acción, relegando el terror a la brutalidad de unas (algunas) escenas que rozan lo gratuito. De nuevo el problema está en el incongruente desarrollo de personajes, aún más doloroso aquí, con una trama apoyada en una amalgama de coincidencias que, llegado el momento, obliga a una suspensión de la incredulidad excesiva. De hecho, el argumento nos habla de un virus aparentemente desaparecido y controlado, lo que inicia la repoblación de la devastada Inglaterra; sin embargo, todo ese panorama grandilocuente queda supeditado a un drama familiar bastante mosqueante, que queda en la retina en el impresonante arranque, de lo mejor que ha rodado Fresnadillo de lejos. Es decir, que podríamos habertenido un personaje muy interesante, atormentado por su propia conciencia, pero ahí se dan cuenta de que el metraje apenas pasa de la hora y media, y hay un abanico exasperante de personajes que presentar. Una lástima en el sentido narrativo, porque técnicamente es un film bastante entretenido, y diría que por encima de la media de blockbusters de aquel 2007.
Se ve y a otra cosa.
Saludos.

jueves, 31 de julio de 2025

La infección #1


 

Voy a permitirme un pequeño interludio veraniego, en parte por la siempre saludable necesidad de escribir sobre lo que sea, pero también por el estreno de la tercera parte de una saga que se inició hace ya 23 años, lo que no deja de ser sintomático respecto a la necesidad, o no, de una nueva película sobre infectados velocistas con ojos inyectados en sangre, o "cómo dejar caer que el fin del mundo lo traerá un grupo de activistas progres", hecho éste en el que poca gente ha reparado. El caso es que, nunca mejor dicho, 28 DAYS LATER parece una película mutante, poco acomodada a lo que un film de género acostumbra a ofrecernos. Recuerdo que el primer visionado en su estreno me dejó algo frío, puede que por las falsas expectativas de esperar "otra de zombis", cuando, tras algunos visionados posteriores, te das cuenta de que los susodichos ni siquiera son lo más importante, y sí la soberbia recreación de un apocalipsis que se va desplegando a través de la mirada "no manchada" de un estupendo e incipiente Cillian Murphy. El arranque, antológico, con el protagonista desorientado, caminando por un Londres vaciado y muerto, es ya un icono que anticipaba las bondades del digital bien entendido, sin que ello sucumba a efectismos facilones. Una mega puesta en escena, que luego adolece del guion del hoy adorado Alex Garland, más atento a implementar un atípico "viaje del héroe" que de dotar a sus (escasos) personajes de una profundidad, que sólo el gran Brendan Gleeson es capaz de encontrar en la mejor interpretación de esta epopeya apocalíptica, pórtico de tantos otros títulos, y como decía inmejorable piedra de toque para entender por qué los muertos vivientes (infectados, que dirán otros) tenían más prisa que antes por hacerse con nuestra miserable carne...
Saludos.

miércoles, 16 de julio de 2025

The little bang theory


 

Como un tiro. Gary Cooper y los chicos, ratas de biblioteca que llevan tres años puliéndose la herencia de una rica solterona, porque se le mojan los pololos cuando Cooper le explica el uso de los adverbios. Como tienen que apurarse para que no parezca que están viviendo con la excusa de escribir "La Enciclopedia", deciden iniciar una investigación que les ponga al tanto de los términos, usos y costumbres que acontecen allende sus polvorientos libros. Cooper da con sus irresistibles huesos a un tugurio, donde Barbara Stanwyck le enseña el boogie y otras cosas que incluyen lentejuelas y contoneos. El problema es que ella es la prometida de un gangster pendiente de juicio, aunque sólo la quiere para que, como mujer suya, no testifique en contra. Aprovecando la coyuntura, todos creen que la Stanwyck tiene el escondite perfecto en la casa de los "siete sabios", lo que inicia un desmadre que tampoco venía en los libros. Y así, fíjate tú, Billy Wilder y Charles Brackett construyen una de las mejores comedias de todos los tiempos; no sólo porque la dirección de Hawks es de enseñar en las escuelas de cine, o porque tenga una de las dos o tres puestas en escena más perfectas que yo haya visto, sino porque BALL OF FIRE es lo que yo llamo "un arrebato", que ocurre rara vez y sólo cuando la noción de ficción se diluye ante una ficción que constituye una realidad por sí misma. Mucho más que un truco de ilusionista, está en esas escenas en las que los protagonistas se sinceran y sólo nosotros nos damos cuenta, o en la celebración de que, por una vez, los malos queden además como idiotas. Pero sobre todo porque llega el final y te sorprendes diciendo "¿Ya?"... Y notas un pellizquito en tu corazón de celuloide...
Obra maestra absoluta.
Saludos.

martes, 15 de julio de 2025

El régimen cristalizado


 

Afirmaba Popper que el conocimiento científico no funciona aceptando nuevas leyes, sino descartando las que no entran en la experiencia. Se llama "teoría de la falsación", y podría servir para explicar la extrañísima estructura de una película como THE SEED OF THE SACRED FIG, que en sus exhaustivas casi tres horas es capaz de proponer un dilema filosófico-social en torno a los abusos de poder de la teocracia iraní, una intriga pseudopolicíaca de tintes casi surrealistas, y culminando en un tramo final (y quizá no me crean) prácticamente calcado al de EL RESPLANDOR... La de Kubrick, sí. Hay que armarse de paciencia, estar atento a los detalles de un guion un pelín sobreexplicado y, como decía el filósofo alemán, no tener miedo a deshojar el motivo principal de las muchas capas, en su mayoría accesorias. El corazón de este drama, valiente y desinhibido, radica en la denuncia frontal de la insoportable opresión sufrida por las mujeres en Irán, que explotó en una demostración de coraje en las calles, que hizo tambalear a todo un sistema basado en la prohibición de los derechos más elementales. Aquí todo parte desde un hogar más o menos idílico, donde el padre intenta acceder a un privilegiado puesto de juez, hasta que un suceso fortuito pone en entredicho este equilibrio, sembrando la desconfianza de éste hacia su devota mujer y sus dos hijas, sobre las que lanza una amenaza, que lejos de impartir justicia sólo hace "desnudar" una cotidianidad basada en las mentiras que el estado implanta en todos sus servidores. Es posible que Rasoulof no sepa manejar cada recoveco de un film tan extenso, y el conjunto es irregular, con una excelente primera mitad, que luego no parece saber muy bien hacia dónde ir; como si estuviésemos ante dos películas muy distintas, tanto en intenciones como en ejecución. No es el texto más rotundo y poderoso que encontraremos sobre este tema, pero merece la pena sobre todo para espectadores con conciencia social.
Saludos.

lunes, 14 de julio de 2025

La balada de Arróniz y Grimaldo


 

Que porque llegaron personajes ajenos, hideputas embutidos en oscuridad infiel, y a violar a nuestras hijas, arrasar nuestros campos, cagarse en nuestras costumbres. Se abre la puerta a los caballeros que han de librarnos destas acechanzas, y a la santísima Señora del Rosario nos encomendamos para solventar este ingrato trance que amenaza la virtud de nuestras personas de bien. Contra los demonios, dios nos guarde.
Imagino a los pecholatas de siempre, alérgicos al análisis, portando la cruz en llamas por las calles de Torre Pacheco. Deberíamos despertar, porque no importa esto, aquello o lo de más allá; la geoestrategia políica está echada, al no dar los números, tan tozudos, de la democracia. Cualquier cosa valdrá, hoy y mañana y pasado; en Murcia, Valladolid o Tenerife, las bombas de odio ya están esparcidas, y eso nos convierte en un país que abraza el odio, que es la misma vergüenza de otros tiempos, que ya sabemos cuáles fueron, y que fueron muchos. A mí este país me da ganas de vomitar, y no me reconozco en ese odio asesino, irracional, de pezuña quemada.
Mathieu Kassovitz lo describió certeramente en esa maravilla intemporal, que nos sirve para ilustrar cada maldita década desde hace tres, que es LA HAINE. Una película que no se detiene, a todo tren, en esa caída libre narrada en la apertura "mientras todo va bien". Que se atreve a decirnos que un negro, un árabe y un judío pueden formar una improbable alianza, alimentada más que nada por esa cotidianidad repleta de detenciones, agresiones, amenazas; un día a día contenido en un solo día, en el que el azar, o el deseo de escapar, les lleva a Oz, que es París, donde los policías son amables y no les pegan, donde les ofrecen champagne gratis en una galería de arte, pero donde sus modos no son aceptados ("son sus costumbres"), porque al fin y al cabo no son más que escoria, un cuerpo extraño trasplantado quién sabe cómo desde el sumidero hasta el jardín que, sin embargo, necesita de ese "abono" para florecer. Película brutal, pero también divertida, con una sofisticación formal impropia de un tipo de apenas 27 años, y que luego no ha vuelto a alcanzar estos niveles de excelencia. LA HAINE habla de gente apuntándose con armas, pegándose, gritándose mucho, perdiendo sus últimos retazos de humanidad, mientras los pacientes "tejedores de conciencia" esperan para repartirse los pedazos de lo que quede. "Dejad que se maten, como siempre han hecho", parecen decir entre dientes, mientras se limpian el culo con un papel donde dice "democracia".
Si creemos que alguien tiene razón en esta vergüenza que estamos viviendo, yo dimito de todo lo que ni siquiera me corresponda...
Saludos.

domingo, 13 de julio de 2025

Rincón del freak #656: Volveremos por las risas


 

Tenía muy desubicado a Mel Gibson en labores de dirección últimamente, todos imaginamos por qué, pero no que regresaría con una película tan inesperada como FLIGHT RISK, uno de esos divertimentos de serie B desprejuiciada, que me gustaría encontrarme en un pase sobre las cuatro de la tarde, y en la que Gibson destierra la gravedad de algunos de sus mejores trabajos, en favor de un thriller de alta tensión y comicidad estrambótica, con el espacio único de una avioneta y sólo tres personajes. Una agente (estupenda Michelle Dockery) ha de escoltar a un testigo (Topher Grace, más insoportable que nunca), desde Alaska hasta Nueva York, acusado de manejar las finanzas de un poderoso mafioso. Sin embargo, nadie es quien parece ser, y se inicia un laberinto de apariencias entre la agente, el testigo y el propio piloto (Mark Wahlberg, tan feroz como autoparódico). Cierto, la película tiene las mismas pretensiones que cualquier telefilm barato, pero en su favor tiene una duración de hora y media (que podría haber sido hasta menos), una trama que elude cualquier tentación sabihondilla y te sirve como entretenimiento estival si no se quiere pensar casi nada. Vamos, que Gibson se lo ha tenido que pasar jodidamente bien rodándola; así no suelta ningún exabrupto y se oxigena de cara a la que realmente nos interesa. Ustedes saben...
Saludos.

sábado, 12 de julio de 2025

La virgen del último verano


 

Con apenas 27 años, Emir Kusturica debutó en el largo con DO YOU REMEMBER DOLLY BELL?, compendio de obsesiones juveniles en la rigidez de la Yugolasvia de finales de los sesenta, donde la pobreza extrema de quienes sólo podían permitirse una triste chabola en los suburbios, se mezclaba con las ensoñaciones que llegaban desde películas clandestinas con velados desnudos femeninos y canciones italianas, con las que soñar con formar un "conjunto". Dino, el protagonista, demasiado sensible para un entorno sin reglas, calla, observa, obedece a su padre enfermo y está convencido de grabar un disco que le catapultará hacia la gran ciudad. Lo que ocurre en realidad es que Dino despierta, paradójicamente, ingresando en otra ensoñación, cuando se ofrece a ocultar a una joven prostituta que se hace llamar Dolly Bell, que huye del violento proxeneta local. Con un estilo depuradísimo, de enorme imaginación visual para un cineasta tan joven, Kusturica prácticamente marida los estilos (contrapuestos), por ejemplo, del Béla Tarr más sobrio y el Fellini más sensual, remitiéndonos a LA CONDENA o AMARCORD, en un relato comprensiblemente irregular, pero que descubría a un creador de imágenes deslumbrantes, con un sentido dinámico tan complicado de encontrar en el anquilosado cine actual, tan necesitado de renovadores como este director, cuya inspiración pareció evaporarse con la llegada del nuevo milenio.
Saludos.

viernes, 11 de julio de 2025

Distintas lecturas, mismas víctimas


 

Encomiable, de generoso esfuerzo, mirada lúcida, valiente, necesaria. Sorprende que tenga que venir una venerable veterana como Anieszka Holland a abrir la herida de la inmigración en una Europa cada vez más deshumanizada, hurgar en ella, exponer la infección, que repugne a este milenio que, lejos de erradicar la barbarie, la enmascara con festivales de música y políticas medievales. Hasta ahí el valor (no es poco) de esta película por momentos estremecedora, casi insoportable por su crudeza formal, pero a la que le puede el ímpetu desarrollado en su primera mitad (de un total de dos horas y media), descompensando su potente mensaje. GREEN BORDER habla de una cosa exponiendo aquello de lo que no se habla, en un punch directo que se va convirtiendo en una denuncia un poquito ingenua y finalizar en una coda deliberadamente acusadora. En un blanco y negro de infinitos matices, Holland comienza, sin ahorrarse referencias explícitas, registrando el infierno en el que cae una familia siria, que supuestamente viaja a Suecia, pero se ve atrapada en una "tierra de nadie", comprendida en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, donde la política autoritaria de Lukashenko, sumada a la dejadez de los militares polacos, convierten a todos estos migrantes en un incesante pinball humano, con la intención de ir arrebatándoles todas sus posesiones en interminables idas y venidas por esta "frontera verde". Seguidamente, la historia deriva hasta una mujer polaca, psicóloga de profesión, que vive en una apartada casa junto a la frontera, y que se convierte en activista tras un traumático (muy traumático) encuentro, que la lleva hasta un grupo radical que ayuda a quienes nadie ayuda. Es esta ruptura de foco la que lastra ligeramente a un film, por otra parte, magnífico, imprescindible para airear los cuartos de una Europa mohosa y con olor a rancio. La parte final, como decía, es la de la derrota, pero también la de la esperanza, aunque sea en ínfimas dosis. De nuevo sin medias tintas, vemos, tras el horror inhumano, otras migraciones, extrañamente más amables. Como dicen algunos bots fascistas: busquen las diferencias, sólo ucranianos blancos y rubicundos... Tssss...
Saludos.

jueves, 10 de julio de 2025

Bajo depresión


 

La idea de partida de THE WOMAN IN THE YARD es rotundamente visual, y funciona. La poderosa imagen de una misteriosa mujer, cubierta por un imponente velo negro y sentada en una silla, que aparece de buenas a primeras frente a una apartada granja, donde vive una mujer y sus dos hijos. El padre ha fallecido recientemente en un accidente de tráfico (glups!), en el que ella ha quedado con una importante lesión en la pierna, aunque lo más difícil es sobrellevar el día a día ante la pérdida ¿Quién es esa mujer? ¿Qué quiere al sentarse ahí enfrente y en silencio? Una vez terminada la película, no hay una sola pista que justifique un preámbulo de al menos una hora, en una película que no llega a la hora y media. Personajes planos, casi caricaturescos, con motivaciones y reacciones que van de lo desmesurado a lo desarticulado, desconozco si por un guion escrito horriblemente o por la holgazanería que inunda esta tontería que se va desinflando a medida que quiere explicar cosas, quizá porque no hay mucho que explicar. Finalmente, la inevitable metáfora sobre la que se sustenta la historia, es exactamente como el 99.9% se imaginó a los diez minutos, ni más ni menos.
No tiene fecha de estreno en España... y puede que no sea del todo malo.
Saludos.

miércoles, 9 de julio de 2025

Aterrizados


 

A menudo se considera ONLY ANGELS HAVE WINGS como un compendio de todas las obsesiones del cine de Howard Hawks. Una especie de tablero perfecto por el que se deslizan piezas imperfectas, quebradas pero fuertes, constantemente puestas a prueba su integridad y eso que ahora se llama resiliencia. Organizada en torno a una excéntrica base aérea, dedicada al transporte en el entorno extremo de los Andes, la película no da un respiro desde la llegada de la resuelta Bonnie (Jane Arthur), que no encuentra el paraíso que esperaba, pero sí al jefe de la estación, Geoff Carter (Cary Grant), motivo más que suficiente para que el viaje sea sólo de ida. Maravilloso ejemplo de cómo conciliar varios géneros, sin que ninguno llegue a predominar, Hawks concreta aquí una de sus mejores puestas en escena, saltando de la comedia al relato de aventuras, el romance apasionado o algunas perlas musicales, además de ser una de las primeras apariciones en pantalla de Rita Hayworth. Personalmente, siempre me ha parecido una de esas maravillas imperfectas, magnífica como ejemplo de las contradicciones del alma humana cuando es sometida a vaivenes que no puede controlar. Le faltaría una décima para ser una obra maestra absoluta, pero como me lo paso de puta madre cada vez que la veo... ¿a quién coño le importa?...
Saludos.

martes, 8 de julio de 2025

La novia vestía de rojo y 2


 

Ponerme con KILL BILL: VOLUME 2 me lleva a dos o tres cosas nada más, susceptibles de ampliación, pero semejando unos brillantes apéndices del film único que podría haber sido. Primero, es una película mucho más dialogada que su predecesora, más atenta a los recodos de unos personajes que se despojan de su lastre como comparsas, adquiriendo un sentido fundamental en la esforzada alegoría que compone sutilmente su protagonista, de un feminismo a martillazos, pero que no deja nada a la interpretación. Haciendo un brillante uso de la fragmentación, Tarantino, más que desordenar los episodios los ordena según la intensidad requerida, aunque su ansiado desenlace culmine en sordina, pero con algunos de los mejores diálogos escritos por su autor. Esta revisitación me ha permitido reencontrar otra joya, el breve monólogo de un sublime Michael Parks, que merece la pena incluso por sí solo. O, evidentemente, el personaje interpretado por Michael Madsen, recientemente desaparecido, y que pasa por ser, junto a quizá Samuel L. Jackson, el actor tarantiniano por excelencia. Madsen era unos de esos secundarios de gran carácter y presencia, cuya mirada desvalida podía esconder a un tipo mortífero pero un poco de vuelta de todo. Quedará en nuestra memoria como aquel tipo que bailaba mientras cercenaba una oreja, o este otro, que llegó a convencer al mismísimo Bill de que había vendido su invaluable katana de Hattori Hanzo "por un puñado de dólares"...
Saludos.

lunes, 7 de julio de 2025

La novia vestía de rojo 1


 

Era lógico, entonces, lanzarse sin excusas al espectacular díptico con el que Tarantino colmaba una espera que se había hecho larga hasta 2003, lo que asumía el riesgo de "no parecer" la película que su autor "debería hacer", injusta coletilla para un renovador tan devoto como dedicado. A mí me pasó, KILL BILL: VOLUME 1 parecía el homenaje que alguien habría hecho a una forma de entender el cine, no "una forma de cine en sí"; una película extrañísima, con momentos geniales y otros sonrojantes, o lo más cerca que Tarantino ha estado del videoclip, porque su estilo sublima el videoclip, convirtiéndolo en una experiencia total, inmersiva, donde imagen y sonido son inseparables. Pero hablando de la película en sí, más de veinte años después, le sigo achacando su fachada de pajote satisfecho, de gozadera megakitsch sin complejos, porque el exceso es delirantemente excesivo, mientras que los momentos de escritura de guion no aportan gran cosa a una historia, por otra parte, muy sencilla de construir, incluso con los habituales saltos temporales, bastante peor ejecutados. Es, más que nada, un regalo invaluable a Uma Thurman, una gamberrada sofisticadamente autoconsciente de su misión evangelizadora, y también un desafío para ciertas tendencias hiperrealistas. Donde otros veían pesarosa gravedad, Tarantino aportaba todo el exceso proveniente del giallo, el spaguetti western y el cine de artes marciales. El podía, por eso, después de tantos años, me ha parecido hasta un pelín mejor que entonces. Aunque ahora que me acuerdo, esto venía a cuento del homenaje a uno de esos secundarios al que también sólo Tarantino podía capturarle su mejor versión. Les emplazo mañana por tanto...
Saludos.

domingo, 6 de julio de 2025

Rincón del freak #655: Vivir, comer, dormir, contentar a los dioses...


 

De verdad que lees la sinopsis de CONQUEST y se te pone como columna de templo babilonio ¿Arqueros mágicos? ¿Hechiceras vestidas con una máscara nada más? ¿Hombres lobo? ¿Zombis? ¿Delfines aliados del héroe? ¿Nunchakus hechos de hueso? ¿Hombres-roca? ¿Hombres-topo? ¿Hombres... lo que sea? ¿Toplesses gratuitos? ¿Claudio Simonetti como un niño chico con su sintetizador nuevo? ¿Lucio Fulci rescatando escenas calcadas de aquella ZOMBIE 2 y la de EL MÁS ALLÁ? Irresistible todo. Luego ves a Jorge Rivero con peluca que se mueve y apurado Gillette y se te pasa. Andrea Occhipinti con pinta de lateral izquierdo del Brescia, y recuerdas en qué liga juegas. Violeta Cela en pelotas, pero sin que se le vea la cara, y entonces ya no cabe duda: entonces te la colaron en el videoclub, y más de cuarenta años después te rascas la cabeza pensando en esa portadaca, el anzuelo menos dañino. Recordad, niños: yo tenía vuestra edad en los ochenta, y limpio de Prozac...
Saludos.

sábado, 5 de julio de 2025

¡Buenos días, Capitán!


 

Muy interesante la serie en Max titulada Music Box, donde, en clave documental, se da cuenta de algunos rincones poco iluminados de la música contemporánea. Películas de hora y media, en la que el protagonismo recae enteramente en sus protagonistas, sin inventar nada nuevo pero dejando entrever el cariño subyacente, derivando en sorprendentes resultados. Yo algo había oído acerca de un género que, sinceramente, ni siquiera me parece tal, sino un extravagante pegamento según el cual comprender a una serie de artistas que, a finales de los años setenta y sin pretenderlo, marcaron la deriva de generaciones posteriores, influyendo decisivamente en una forma de desmarcarse con elegancia del mainstream, o haciendo de puente improvisado entre el fin de los músicos de sesión como protagonistas absolutos y el inicio de la era MTV. Así, YACHT ROCK: A DOCKUMENTARY nos cuenta cómo un grupo de músicos blancos de jazz de la West Coast comenzaron a encontrar un espacio hacia un pop cálido, sofisticado, y que copó las listas de ventas durante al menos un lustro. Ilustres nombres nos guían a través de este viaje cargado de nostalgia, anécdotas y caras de extrañeza al descubrir que esa canción que tanto te gustaba tenía un sample de Michael McDonald, Toto, Kenny Loggins o Christopher Cross. Fueron muchos más, multiplicados por esa irresistible combinación de sonidos; músicos de altura, quizá no con la imagen más rompedora, pero capaces de elevar el pop de consumo inmediato hasta un nivel verdaderamente majestuoso. Y más allá de las bromas (aquel bizarro programa pre YouTube que usaba la sátira como himenaje), la exageración de las estrambóticas tribute-bands o la rendida admiración de músicos que por entonces ni siquiera habían nacido, ese nombre a regañadientes, pero que todo lo cubre ¿Era Steely Dan el padrino involuntario del Yacht Rock?... Yo no le preguntaría a Donald Fagen, por si acaso...
Saludos.

viernes, 4 de julio de 2025

La película maldita


 

Porque catorce años llevaba queriendo ver PATER, el insólito e inclasificable experimento/ensayo/desafío formal, con el que Alain Cavalier pasmó al jurado de Cannes junto a su gran amigo Vincent Lindon. Imposible saber si ambos hacen de ellos mismos, mientras interpretan un papel (nada menos que el Presidente y el Primer Ministro de la República), o por el contrario están representando una farsa con la que satirizar el absurdo de las relaciones de poder, precisamente desde la equivalencia de dos hombres ante una cámara, sin ser los habituales director y actor. Rodada en la casa del propio Cavalier, en digital y cámara en mano, resulta fascinante esa entropía generada alrededor de los gestos cotidianos (comer, vestirse, charlar), que desmontan el lenguaje cinematográfico, pero sin caer en el documental, en un trasiego indetectable desde la confesión impúdica al dardo envenenado a las instituciones. Ahora que el periodismo ha cavado su propia tumba por su cobardía, sectarismo y servilismo, Cavalier (próximo a cumplir 94 años) y Lindon, lo delatan sin levantar la voz, mientras comparten una copa de vino o prueban un poco de pato con trufas... Podríamos seguir, porque es la vida y nada más...
Saludos.

jueves, 3 de julio de 2025

Ay de los bienintencionados


 

Me sabe mal no ensalzar más una película como MALDOROR, que en Sitges dejó igualmente dividido a un público que se debatía entre la incuestionable calidad del film y la urgente necesidad de una sabia tijera en su montaje, que extendía su metraje hasta unas dos horas y medias no tan excesivas como mal repartidas. Fabrice Du Welz, cineasta tendente a recrear lo escabroso sin medias tintas, se sumerge aquí en uno de los casos más terribles acaecidos en Bélgica en los años noventa, cuando una red de pederastia, que incluía a políticos, magistrados y policías, estuvo campando a sus anchas precisamente por una incomprensible política policial, que diluía las competencias en burocracias sin sentido. Du Welz lo dramatiza con su estilo, a la vez conciso y barroco, a la búsqueda de un "gran policial" de altos vuelos, un relato total que no sólo expone una trama repleta de personajes miserables, sino que actúa por y mediante la mirada de su protagonista, un joven policía que se resiste a formar parte de un sistema que literalmente parece mirar al lado más cómodo, con tal de no mancharse. Aquí todo está manchado, corrupto, atravesado por una miseria moral que casi puede tocarse, y en la que el idealista Paul inicia un descenso a los infiernos nunca súbita, sino penosa, como caminar en arenas movedizas. 
La recomiendo pese a todo, a su extraño discurrir, que por momentos es detallista sólo para dejar esos detalles suspendidos; y pese a que Welz no consigue encontrar un tono exacto, divagando entre el thriller ponzoñoso y un relato de terror anclado en lo cotidiano. La distribución, ya se sabe, tampoco le ha hecho justicia, pero ya contábamos con eso.
Saludos.

miércoles, 2 de julio de 2025

Equilátero


 

No deja de resultarme curioso, tras ver THE ROAD TO GLORY, la equivalencia, casi milimétrica, entre la película que comentamos la semana pasada y ésta. Aun con tres años de diferencia, bien pareciera que el hecho de volver a contar en el guion con William Faulkner fuese la excusa perfecta para abundar en las mismas obsesiones. Esta vez los protagonistas son directamente franceses, integrantes del ejército que ha de luchar contra los alemanes en la WWI, pero será la única diferencia. De nuevo aparece un triángulo amoroso imposible, ahora compuesto por un oficial (Fredric March), su superior (Warner Baxter) y una joven enfermera (June Lang). A medida que el metraje avanza, las similitudes son claras, hasta un desenlace directamente copiado, y que en mi opinión le resta mucho valor, dejándola en un lugar bastante discreto. Completaba el reparto protagonista nada menos que Lionel Barrymore, en un papel también estrambótico, un señor mayor (en realidad el padre del capitán interpretado por Baxter) que parece poseer un talismán que lo protege de las balas. Apenas sobresalen algunas escenas de corte cómico, aunque debo resaltar a June Lang, no por su talento interpretativo (su carrera hollywoodense fue más bien corta), sino por poseer una de las bellezas más puras que yo haya visto en el cine de aquella época. Y si me apuro, no hay mucho más que decir sobre este nuevo cheque para el bueno de Faulkner, que al menos le sufragaría alguna curda de las suyas...
Saludos.

martes, 1 de julio de 2025

Los amores irregulares


 

Parafraseando una miaja a mi admirado Garrel, me adentro en la (pen)última película de François Ozon, cuya incontinencia me suscita ese desbalance, que va de la militancia en sus aciertos a la desconfianza en sus pifias. QUAND VIENT L'AUTOMNE es una película de vocación chabroliana, que se quiere presentar como una vuelta de tuerca insólita, pero cuyos giros de guion me parecen directamente ridículos. Aun teniendo un personaje principal de peso, donde Hélène Vincent se desdobla en una carácter sin matices, con un pasado que sólo parece importar a los demás para solaparla, y que es decisivo para entender todas las decisiones que va tomando a lo largo de un marco repleto de gente tomando el camino más inverosímil. Ella es poco más que una apacible abuelita, retirada en un idílico caserón rural, que en pocos días ve cómo su vida da un giro copernicano tras la visita de su hija desde París, con un extraño suceso que termina por alejarla de su adorado nieto. Es raro, porque la película está bien contada, incluso excesivamente correcta para Ozon, pero las pequeñas disrupciones argumentales la van dejando cerca de la comedia involuntaria, donde lo grave se torna cliché, que entendería en un principiante, pero en un director tan curtido no me deja más opción que incluirla entre sus "prescindibles".
Saludos.

lunes, 30 de junio de 2025

Historia mal


 

Una obra como MURDER IN THE CATHEDRAL, escrita por T.S. Eliot para ser representada, necesita el contexto de su tiempo (1935), donde el autor, con la agudeza que le caracterizaba, desnudaba ya entonces los peligros del fascismo, la fascinación que los autoritarismos despertaban (y despiertan) en sociedades entregadas a la ignorancia y la superstición. Curiosamente, Eliot se basó en el histórico asesinato de Thomas Becket, arzobispo de Canterbury, en 1170, cuando se opuso abiertamente a las intrigas del reinado de Enrique II, que pasó de ser su valedor a literalmente sentenciarlo, aunque fue asesinado a espadazos por cuatro "caballeros", lo que trazaría un mapa bastante fiable de cómo han ido sucediendo las cosas desde entonces. El problema de la adaptación cinematográfica, es que su apariencia, teatral y acartonada, y su duración de más de dos horas, repleta de parlamentos graves, figurantes cetrinos y atrezzo indiscriminado, no le han hecho ningún favor. Por mucho que el propio Eliot se encargase del guion, lo que demuestra asimismo que el escritor norteamericano-británico no tenía ni pajolera idea de adaptar un texto para la pantalla. Es una curiosidad, muy desconocida, y sólo recomendable para quienes hayan leído la obra original en todo su verdadero contexto.
Saludos.


domingo, 29 de junio de 2025

Rincón del freak #654: Yo fui un incapaz en un mundo que no me comprendía


 

Entonces me dije a mí mismo que sólo los cobardes fracasan, que nadie aparece si no se atreve a ello, y que querer es poder y esas mierdas. Y consigo una pequeña financiación, hurtando parabienes y dando charlas motivacionales, inservibles pero con el ritmo de palabra que usan los embaucadores genuinos. Y ahí lo tenía, con modestia e ilusión en la misma cantidad, bajando la claqueta para llevar a cabo "mi proyecto", mío y de nadie más. Y sólo dios todopoderoso sabe que me ha costado horrores escribir esta historia, insuflarle alma; los personajes, los picos de emoción, los diálogos, la tensión de la puesta en escena. Y les diré que esto va de un asesino en serie enmascarado, con una máscara blanca... que asesina en Halloween... De esto va HE NEVER LEFT, ni más ni menos...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!