
Todo lo que se diga sobre THE BRUTALIST suena injusto. Por arriba o por abajo, Brady Corbet parece un principiante jugando a Orson Welles, o un maestro intentando desprenderse de todo signo de gravedad, al menos toda la que puebla la trémula y sentida introducción hacia lo que el director y guionista quiere contarnos: la miseria moral de la América (perdón, Estados Unidos) que todo lo convierte en negocio, incluso el talento. Es, por tanto, más una pedrada en los hocicos que un despliegue irrefrenable de talento, por lo que la percepción es confusa, amalgamada, especialmente cuando su larga duración se nota en todos los lastres que va soltando (de guion, interpretación e incluso tono). Corbet es ambicioso, nostálgico, audaz y necesariamente acusador, pero todo eso no construye una obra maestra, ni tampoco un fracaso; digamos que THE BRUTALIST es una magnífica película en cada una de sus incontables partes, pero se resiente al intentar hacer, como su protagonista, un todo sólido y cohesionado. Se parece a muchos otros cineastas, y de diverso pelaje, en un desconcertante vaivén de registros que igual te zarandea al borde del precipicio que te arrulla con un intimismo casi invasivo. No tengo mucho más que decir, apenas recomendarles que la vean en pantalla muy grande y después en una pequeña, por lo de las perspectivas y los vértigos. Los actores bien, muy bien cuando la cosa se trata de dirigirlos, hacer que la puesta en escena, apabullante, implore por algunos diálogos de los de mano firme, muy vieja escuela. Es extraño, ya digo, que los personajes se distribuyan con un halo de capricho que no permite un ritmo más uniformado y preciso.
Supongo que ganará, no lo sé, pero me quedo (permítanme la analogía barata) con la certeza de que estamos ante un cineasta que aún es una cantera por explotar, pero cuya materia prima es de un valor incalculable si es capaz de equilibrar al artesano con el artista. Ahora bien, hay que tener unos huevos como cocos para cerrar tres horas y media de high concept con una cancioncilla setentera de La Bionda... Los que saben de qué hablo me darán la razón...
Saludos.