lunes, 27 de octubre de 2025

La duda es la madre de la discordia


 

Hay un rechinar de dientes insoslayable recorriendo todo el metraje de LIONS FOR LAMBS, una película tan ambiciosa  como corta de miras, tan bienintencionada como apolillada en sus preceptos tanto políticos como estrictamente humanos. Tanto en fondo como en forma, Redford da un resbalón en su loable intento por "mostrar cada punto de vista", lo que resulta en un batiburrillo difícil de entender curiosamente por lo naif de su discurso. Y, ya digo, formalmente no hay nada aquí de un autor con cierta sofisticación, rozando el telefilm en cada una de sus tres partes, supuestamente diferenciadas, pero unidas por un mismo cansancio, el que hace ganar elecciones a imbéciles como Trump. Quizá si se hubiese optado por uno de dichos segmentos, en lugar de la vaga trascendencia que resulta de ese insoportable tufo globalizador, que igual nos hace estar en el despacho de un senador republicano, en el de un progresista profesor de ciencias políticas, y hasta en lo alto de las nevadas montañas de Afganistán, tendríamos algo más entretenido y cohesionado. Curiosamente, el gato al agua se lo lleva Tom Cruise, magnífico como un embaucador senador, agresivo y arribista, que aterroriza a una capidisminuida Meryl Streep, en un perverso juego de ataque y seducción, en el que pretende convencer a la veterana y combativa periodista de por qué el gobierno haría lo que haría... cuando en realidad ya está hecho. Sí, la premisa es buena, incluso imaginativa, pero a la película le falta de todo: garra, inspiración y un poco más de oscuridad para ilustrar la cosa esa de las lentejas y las ruedas de molino.
Lo mejor, que sólo dura 90 minutos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!