Con THE CONJURING: LAST RITES voy a ser todo lo breve que pueda, debo serlo. En pocas películas se expresa y conjuga con mayor claridad el significado del término "franquicia"; no necesariamente negativo, pero en este caso con pocos motivos para justificar el haberse ido hasta cuatro películas, cuando cada una de ellas puede verse sin perjuicio por separado. Dirige Michael Chaves, que hace cuatro años logró una entrega digna en THE DEVIL MADE ME DO IT, pero aquí se limita a amasar un refrito requetevisto de caras que aparecen de repente, luces que se atenúan y sustos que sólo funcionan por meter un traquido sonoro a traición. Uno puede adelantarse a cada escena sin agobios, verbigracia de un guion tan previsible como apresurado; y la trascendencia que debería tener el cierre (que suponemos que es), se enmarca, ahora más que nunca, en una santurronería que haría las delicias de los zumbados del Palmar de Troya, ahí es nada. A mí me ha parecido un coñazo con todas las letras, aunque esperemos que Wan y compañía dejen de dar la tabarra con una cosa que daba para poco más de una película.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario