Como diría una gran persona, la cosa es que mis domingos son psicopáticos; por un lado siento miedo y asco por ese día insospechado e inútil, que casi nunca casa bien con un estómago apacible, pero donde encuentro rincones perversos, como éste, para despresurizar una semana intensa de letras e imágenes que no siempre entiendo adecuadamente. Por aquí han pasado series B, Z y alguna letra más; marcianos, vampiros, pulpos o tortillas de Betanzos, en una procesión que sólo ha buscado reírse de sí misma, deslegitimar a los aburridos académicos y sus limitados horizontes de supuesta grandeza. El rincón no obtiene su título peyorativamente, ni mira por encima del hombro, sino que celebra la comunidad de los diferentes, los que no siguen la norma, sea eso lo que sea. Así que, llegados a este punto, no había una película mejor para soplar las velas que ROUTE 666, título catacúmbico donde los haya, que vieron 14 personas en Yanquilandia y que lo mejor que puede decirse de ella es que parece una peli de Carpenter a la que Carpenter no ha ido ni un día. Decisiones de cámara indefendibles, como movimientos fruto del azar, ralentizaciones sincopadas porque sí, unidas a cosas tan chanantes como gente disparando a un sitio mientras le atacan por otro o la joya de la corona: año 2001. El FBI (o lo que sea) van en coches sin aire acondicionado... Y bueno, Steven Williams intentando parecerse a Eddie Murphy; Lori Petty riéndose por... bueno, no sé; o el protagonismo de Lou Diamond Phillips, desapareciendo del 80 por ciento de escenas. Una mezcla desafortunada de thriller, comedia y terror, que ni tiene tensión, ni gracia, ni da miedo. Y eso que la idea no es mala: unos federales bastante random (muy random) han de escoltar a un testigo contra la mafia, huido de la justicia, por la mítica ruta 66, y aunque son acosados por dichos mafiosos, la verdadera amenaza surge al internarse en la diabólica ruta 666, donde se encontrarán cara a cara con los responsables de que esa ruta haya estado cerrada a cal y canto. Es lo que tiene querer aproximarse a Robert Rodriguez o Tarantino sin su talento, que quieres actualizar ABIERTO HASTA EL AMANECER y te quedas en una imitación raquítica del gran Amando de Ossorio, nunca bien ponderado y al que debemos algunas líneas en este entrañable rincón, que serán bastantes.
Saludos.

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