lunes, 29 de septiembre de 2025

Sí se puede


 

Te pueden arrebatar todo, pero no la dignidad. Es una frase pintona, casi para ponerla en una taza, pero es una frase con tronco, que palpita y sacude. Robert Redford entiende esto a la perfección en THE MILAGRO BEANFIELD WAR, aquella preciosa fábula en un polvoriento rincón de Nuevo Mexico, que invocaba el rigurosa admiración a John Ford o a McKendrick. Todo comienza con un amanecer (cómo no) y una misteriosa silueta con un acordeón saltando alegremente por los campos, el pueblo, Milagro, donde todos duermen. Amarante Córdova (genial, mítico, Carlos Riquelme), el más viejo de todo Milagro, despierta y da las gracias por tener un día más, pero el ángel Coyote ha decidido hacerle una visita, no porque haya llegado su hora, sino porque también se aburre. A lo mejor porque los puñeteros gringos quieren plantar un campo de golf, allí que no llueve nunca, para dar trabajo dicen. Menos a uno, uno muy cabezón, José Mondragón, que con el mosqueo le da un puntapié a la llave que restringe intencionadamente el acceso al agua, y súbitamente, su reseco campo de frijoles, el que siempre cultivó su padre, se ve regado. Mondragón decide cultivar, lo que desata las iras del empresario, dispuesto a detenerlo a toda costa. Esto es vieja escuela, personajes con peso y entidad, una historia divertida y emocionante, y un punto de realismo mágico para volver acerca de las lecciones vitales de LAS UVAS DE LA IRA o LOS SANTOS INOCENTES. Lo cierto es que UN LUGAR LLAMADO MILAGRO no es tan trágica ni tan fatalista, y de repente te ves sonriendo ante ese sentido del humor tan sano y cercano que destilaba Redford, lejos del frío Star System; y con los ojos humedecidos porque... claro que se puede, siempre se puede...
Hermosísima, preciosa película.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!