Hay muy poco que yo pueda decir aquí acerca de LOS SANTOS INOCENTES. La estratosférica calidad cinematográfica desplegada, hace ya veinticinco años, por Mario Camus, entonces el cineasta más en forma del convulso panorama nacional, no queda sólo ahí sino que logra el milagro, el gran milagro, aunque sólo fugazmente: Camus marca (supongo que involuntariamente) una especie de camino a seguir, un cierto "índice" estético, morfológico y depositario, mediante el cual poder hacer visible un utópico cine español, eso que tanto anhelábamos algunos y ya hemos dado por imposible.
Pero hablemos de la película. LOS SANTOS INOCENTES es la "Weisse band" española a la inversa; es decir, en vez de adelantarse a los acontecimientos con la callada furia de Haneke, Camus retrata impecablemente la degradación moral de un extracto social (los campesinos) sometidos casi eternamente por el despotismo del ganador (el señorito) del conflicto, del beneficiario de su devastación. Todo ello en un lugar mítico (el cortijo) fuera del tiempo y el espacio, cuyas calamidades y humillaciones podemos situar sin dificultad tanto en mitad del siglo XX como en cualquier siglo anterior, pues "la miseria se come los ojos de los pobres para que no vean lo que tienen delante". Mención aparte merece la estremecedora, minuciosa, delicada, inusual ahora mismo, construcción de personajes, algo muy presente en la magistral novela corta de Miguel Delibes. Desde el despiadado señorito, interpretado por el gran Juan Diego, hasta Alfredo Landa sublime, de oscar, de Goya, de lo que ustedes quieran, como Paco "el bajo", una persona degradada hasta perder sus últimos retazos de humanidad (literalmente); está Terele Pávez, una de las mejores actrices de final de siglo, como Régula, la abnegada esposa; y está otro monstruo inabarcable de la pantalla, don Francisco Rabal dando una lección soberana de interpretación, porque su Azarías es una de las cumbres del cine de todos los tiempos. Que no lo digo yo, que no se olviden ustedes de que a Rabal y Landa les premiaron en Cannes y que son muchos los cineastas extranjeros que han reivindicado la película de Camus, dato éste que debería hacernos reflexionar sobre cuál es el punto exacto en el que nos encontramos ahora mismo, justo cuando el cine, tal y como lo conocíamos, parece estar a punto de desaparecer y dar paso a otra cosa, algo con gafas...
Y si no la han visto, entonces no tienen perdón de dios...
Saludos de "la milana"...
5 comentarios:
Una gran película. El personaje de Alfredo Landa me produce un estremecimiento cada vez que lo veo, tan humillado y a la vez tan servicial. La escena que más me impactó de toda la película es aquella en la que el hijo vuelve de la mili y su padre no sabe como comunicarse con él. Es cine con mayúsculas.
Para mí estaría entre las diez mejores películas del cine español de todos los tiempos con todo el derecho del mundo. OBRA MAESTRA. Quizá de las últimas obras maestras que dio nuestro cine...
Por cierto, acabo de recordar que tengo que publicar esa lista. Hace tiempo que adquirí ese compromiso con los lectores de mi blog. Lo dicho, próximamente...
(Se me va a hacer muy difícil elegir sólo diez, pero se intentará...)
Por cierto, hace un tiempo escuché que José Luis Garci planea rodar "El Crack 3" con Alfredo Landa... No son muy habituales este tipo de secuelas en el cine español, aunque reconozco que no me importaría ver de nuevo en acción al famoso detective Areta...
Vaya, entonces no somos las únicas que lo pensábamos, porque justamente eso comentamos hace meses cuando vimos DWB, que es un Los Santos Inocentes a la alemana. Salvando las distancias, el ambiente opresivo, la sensación de humillación, de tremenda injusticia... Para mí es una película perfecta, en parte porque partía es un excelente material pero también porque todo es perfectamente creíble. Comparas el trabajo de los actores de LSI con un pastiche como El laberinto del fauno y se entienden muchas cosas sobre el cine en este país.
Sinceramente creo que los nuevos aspirantes a cineasta de este país deben revisar concienzudamente títulos como este, donde la forma nunca es impuesta al fondo, el pecado mortal del cine actual... Y lo de Haneke no es gratuito; él habla de la vergüenza en la Historia de su país y Delibes/Camus lo hacen del suyo, que es el nuestro. E insisto en lo de Cannes, que entonces fue un hito y que enlaza directamente con la Palma de Oro del alemán...
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