EL MÉTODO fue una curiosa película española estrenada hace ya unos cuatro años y que obtuvo un discreto éxito; ni público ni crítica arroparon una propuesta que, independientemente de sus lagunas, licencias y lugares comunes, que son muchos, constituyó un agradable intento de desmarque formal, en busca de otra manera de afrontar un guión y convertirlo en un puro ejercicio de entretenimiento inteligente. EL MÉTODO nos presenta un espacio único, una sala de reuniones de una gran empresa, mm, en el que se va a proceder a una dura y enconada selección en busca del candidato perfecto para nbcv v bn bb,mbnn,mm bnhmm mn ,,,,.,,ñ.ñ-un importante puesto directivo. Los personajes nos son presentados uno a uno, carga un poco el subrayado de sus características, rozando la parodia y que sólo se salva con el inteligente juego de manipulaciones en el que el reto consiste en descubrir quién es el topo que está actuando como un candidato más. Pero lo más interesante del film de Marcelo Pyñeiro es lo que late soterradamente bajo el correcto trabajo de los actores (resaltables Eduard Fernández y Adriana Ozores) y de la agilidad con la que se desenvuelve el guión de Mateo Gil; la verdadera carga de profundidad existe en una mirada llena de odio y venganza o en una frase mordaz hasta la bilis; por un momento, el espectador se olvida por completo de que es un ámbito laboral y asiste a un campo de batalla en el que todo vale y que pondrá al descubierto las miserias de una sociedad competitiva que desmenuza al individuo y le arrebata su alma a cambio de un puesto más alto. Esto queda perfectamente reflejado en el desquiciante tramo final, donde, en un breve momento de lucidez, alguien se da cuenta de que nadie va a vencer, pues sólo quedan derrotados; amarga metáfora muy bien plasmada en el último y apocalíptico plano, el único fuera de esa sala, quizás el infierno.
Saludos sin método.
3 comentarios:
Le veo a usted entusiasmadísimo con el cinema patrio. Nuevamente en sintonía, a mí me resultaba extraño que esta peli nunca llegase ni a Portugal (aunque llegan pocas españolas por regla general, por motivos patrioteros). No le recuerda, en posmoderno, al Ángel Exterminador de mi paisano don Luis?
Muy buena lectura. A mí, a pesar de sus fallos (y a pesar de N. Nimri, todo hay que decirlo, que aquí me pareció magnífica), me gustó. Ese momento decisivo del final es magistral.
¿Y a mi que me pareció bastante simplona y ligera? Habiendo escuchado tanto (y tan bueno) de la obra de la que teóricamente precedía, me esperaba bastante más sangre, la verdad...
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