domingo, 10 de enero de 2010

Lo de entonces

El título de la reseña hace mención expresa al significativo cambio que ha experimentado un género, el de espías, que tuvo su auge durante lo que se conoció como "guerra fría" y en la que las posturas se encontraban perfectamente delimitadas y servidas sin ambages. Desde la frivolidad de la serie 007 hasta el culmen de tensión de THE THIRD MAN. Lo cierto es que la cosa ya no es lo que era. Ahora el espionaje incluye una simbología tan ambigua como confusa, prueba de ello son títulos como SYRIANA, en la que el objetivismo es llevado hasta sus últimas consecuencias, difuminando la figura humana (por consiguiente del espía) hasta el límite del videojuego.
Afortunadamente, siempre podemos volver a los clásicos y regocijarnos con la maestría de directores como Alfred Hitchcock, pese a que TORN CURTAIN nos pueda parecer ahora deliciosamente ingenua y académica, esta curiosa película representa a un Hitchcock tras sus mayores éxitos comerciales, acercándose inexorablemente a su última etapa y poniendo, con cuentagotas, su inimitable estilo al servicio de la enésima historia entre rusos y americanos, aunque en este caso el conflicto esté en la Alemania del Este. Aquí, un Paul Newman en imparable ascenso interpreta a un improbable científico que se hace pasar por traidor a su patria para infiltrarse en el telón de acero y recoger información sobre los planes nucleares soviéticos; nada que no hayamos oído antes. El mayor atractivo de TORN CURTAIN consiste en la magistral administración de todos sus elementos por parte de Hitchcock, logrando momentos de gran tensión y jugando deliberadamente al despiste. Ahondando en el tema de las dificultades del maestro para elegir adecuadamente sus estrellas femeninas, no puedo dejar pasar el gran error de casting que es Julie Andrews como la timorata y asustadiza pareja de Newman, incapaz de transmitir un solo gramo de erotismo (nunca fue capaz), que habría hecho un poco más interesante una película que alterna momentos de brillantez, sobre todo en esas situaciones límite donde todo parece perdido, con algunos intervalos anodinos, donde ni siquiera Hitchcock puede hacer milagros. Es curiosa si se quiere observar esta última etapa del maestro del suspense además de un sólido trabajo por parte del gran Paul Newman.
Saludos más tristes que un torero al otro lado del telón de acero...

3 comentarios:

Eduardo dijo...

Curiosamente, es una de mis preferidas de Hitchcock.Por motivos, como siempre pasa conmigo, emocionales.
Absolutamente de acuerdo con lo de la Andrews, pero la verdad es que nunca lo había pensado y una actriz más erótica arreglaría la peli. Pero lo cierto es que incluso así, la peli me gusta.

El Unicornio Negro dijo...

Completamente de acuerdo. J.A. es una actriz "monjil", en el peor sentido del término.

Cecil B. Demente dijo...

A mi me parece una gran película, eso sí, hay una gran fala de química entre Newman, Mary Poppins y Hitchcock. No pegan...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!