Hay más cine en un plano fijo de EL SOL DEL MEMBRILLO que en 500 horas de superproducción de AVATAR, con miles de ejecutantes y millones de detalles. Y si no lo digo reviento. Víctor Erice, el cineasta más importante de este país junto a Buñuel y Berlanga, decidió en su tercera película atrapar lo imposible, el laborioso, minucioso e introspectivo proceso de creación de una obra de arte. En este caso, el gran Antonio López intenta pintar un membrillero que está plantado en el patio de su casa. Y esto es todo, no intentemos buscar aquí grandes preguntas filosóficas ni trascendentes disertaciones culturetas, porque Erice realiza un puro ejercicio de sencillez y lógica narrativa; López desayuna en su casa, observa el árbol, prepara los bocetos con su habitual obsesión por la perfección y la exactitud, marca las hojas con cruces para fijar sus puntos de apoyo de perspectiva... Pero hay algo que sobrepasa al artista. La luz del sol que se filtra por las hojas y las ramas no puede ser atrapada, hace que la visión del árbol cambie cada día, porque la luz nunca es la misma. López nos muestra cómo nada de su genio es capaz de solventar este problema, por lo que va desistiendo poco a poco hasta que decide abandonar el proyecto. Al final, una escena reveladora logra casi la humanización del membrillero, mostrando su desnudez con los frutos podridos en el suelo del patio. Al igual que ocurría en LA BELLE NOISEUSE, de Rivette, lo mejor y más importante del film es ver a Antonio López en pleno proceso creativo, por lo que se vuelven en su contra otros momentos más banales y accesorios que Erice utiliza, seguramente, para dotar de mayor veracidad a algo que no lo necesita, ya es verdadero en sí mismo; me refiero a los obreros rusos (creo que eran rusos) que trabajan en la casa de López arreglando algo, sus cortados diálogos con su mujer, las visitas de amigos a los que les es explicada la dificultad por la que está pasando el pintor. Son momentos que por un lado ayudan a que no se pierda el concepto de "película" en un trabajo que es mucho más que eso, pero que resultan un poco confusos y hasta molestos, teniendo en cuenta qué es lo que de verdad interesa contar tanto al cineasta como al pintor. Al margen de estas consideraciones, lo cierto es que EL SOL DEL MEMBRILLO es una joya, un lujo que este país no puede permitirse obviar. Han pasado dieciocho años desde entonces y no sé si Erice volverá a rodar, puede que no nos hayamos enterado aún de ciertos ritmos vitales.
Saludos de un membrillo.
2 comentarios:
Me gusta más "La bella mentirosa", pero esta película es también una puta obra maestra.
Pero sigo discrepando... A mi "Avatar" me gusta XP
Precisamente, hoy estoy yo con Erice también, y con su maravilla de ópera prima, que la acabo de revisitar para hacer la crítica y que me ha vuelto a dejar encandilado y a poner los pelos de punta.
Curiosamente acabo de poner un comentario en otro blog acerca de Erice. Sí parece mentira el jugo que se le puede sacar a pintar un cuadro, una maravilla. Como "el sur" y como "el espiritu de la colmena", que pena que este hombre no haya sido mas prolífico.
Saludos!
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