
Hablar de Jean Simmons sería dar un soberano repaso a ese Hollywood a través de algunas de sus mejores películas... y probablemente nos quedaríamos cortos. Me es imposible quedarme con un solo título suyo, una sola interpretación; amo a Jean Simmons y a esa extraña mezcla de dulzura y fiereza, como si Audrey Hepburn, Joan Crawford y Lauren Bacall se hubiesen fusionado en la actriz total, capaz de bailar con Brando, de apiadarse de Douglas o de machacar nada menos que a Mitchum. No, no hay nada parecido ahora mismo, ni de lejos.
Bueno, y me he acordado de ANGEL FACE porque me encanta la película de Otto Preminger, tan transgresor, tan poco acomodaticio, tan diabólicamente inteligente que zarandea al espectador a su antojo durante su tortuoso metraje; porque tortuosa es la historia de Robert Mitchum, que borda un personaje que en otras manos no podría ser otra cosa que ridículo, un enfermero que acude a una llamada de supuesto intento de suicidio en una mansión y cae de cabeza en las maquinaciones de ese "ángel" interpretado por la Simmons. El film es un prodigio de concisión y dominio de las temperaturas cinematográficas, un conjunto perfectamente engarzado por el maestro Preminger hasta un final simplemente asombroso, inesperado y muy adelantado, por polémico, a su tiempo. Una joya imprescindible del cine negro más atípico.
Sirva esta reseña como pequeño recordatorio a una actriz inolvidable, una de las grandes.
Saludos angelicales.