Está claro que nos hacemos mayores, dada la cantidad de personalidades que nos han dejado recientemente. Una de ellas, Claudia Cardinale, actriz mítica, cuya trayectoria me parece perfecta para dar un estimulante paseo por lo mejor del cine europeo de todos los tiempos. Cierto que haríamos un poco de trampa al iniciar este merecido homenaje con I SOLITI IGNOTI, donde la Cardinale, aún joven e inexperta, apenas tenía un rol secundario, interpretando a Carmela, una enclaustrada joven, pendiente de que su celoso hermano le encuentre un esposo con posibles que los saque de una vez de la miseria. Es apenas un apéndice de los muchos que componen esta maravillosa, inolvidable película, que vino a ser una especie de "reverso estrafalario" de aquella RIFIFÍ de Dassin, lo que en nuestro país no tardaron ni media en colocarle el falso título de RUFUFÚ, que tampoco es que le caiga mal. Dirigía Mario Monicelli, que con mano maestra nos adentra en los preparativos de un golpe infalible a cargo de cinco inútiles, capaces de cualquier cosa por no trabajar, incluso fingir pequeños delitos para comer y dormir gratis en prisión. Así, en una tradición de personajes tragicómicos, casi esperpénticos, encontramos a Peppe "el pantera" (Vittorio Gassman), harto de fingir derrotas en el ring y que se piensa irresistible para las féminas; Tiberio (Marcello Mastroianni), presunto fotógrafo (apenas el atuendo), que se ve con un mocoso al que no sabe calmar mientras su mujer cumple condena por tráfico de cigarrillos; Michele (Tiberio Murgia), uno de esos sicilianos orgullosos y de mirada torva, que es el hermano de la casamentera bajo siete llaves; Mario (Renato Salvatori), que se enamora de Carmela, ante la reprobación de su hermano; y por último Capannelle (Carlo Pisacane), con más hambre que años, y eso que no le queda un diente sano. Esta terrible cuadrilla traza un elaborado plan para asaltar el piso de unas hermanas solteronas, cuyo salón da al Monte de Piedad, y justo a la caja fuerte, que abrirán con el asesoramiento del "legendario" Dante Cruciani (Totó), cerrajero retirado que ya ni se quita el uniforme carcelario para recibir a los carabinieri. Divertidísimo viaje por los descabellados preparativos de este golpe, al tiempo que Monicelli nos ofrece esa Italia fría y desangelada, repleta de gente con hambre que no pierde la sonrisa, y que sueña con echarle un pulso a la miseria, aunque se juegue la libertad. Ver esta "RUFUFÚ" hoy día es encontrarnos con una lección de escritura de guion inmensa, unos personajes inmortales y una historia atenta al relato social como ingrediente ácido de una de las mejores comedias de todos los tiempos. Uno de esos clásicos vigentes, a los que hay que volver siempre sin reservas.
Toda la secuencia final está íntimamente ligada a Chaplin, los Marx o Keaton, y en última instancia a Berlanga. Palabras mayores.
Obra maestra absoluta.
Saludos.

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