miércoles, 16 de septiembre de 2009

Fuego cruzado

El principal problema de PUBLIC ENEMIES, porque tiene varios problemas la cinta de Michael Mann, es no saber uno muy bien a qué carta juega este hombre. Ligeramente, diría que la nueva revisión sobre el mito de John Dillinger, aderezado con la génesis del F.B.I. y sus costurones morales sobre el poli malo, el buen ladrón y el vive rápido, es otro tratado esteticista a la búsqueda incansable de la imagen más allá de la narración, confiando más en un granulado preciso que en un diálogo certero.
Muchas de las cosas que pasan aquí no se las cree ni Mann, ni nadie que no se haya dejado llevar por la hipnótica cadencia de sus personajes ejercitando su ballet de balas (un bullèt, si me permiten el palabro); muertos que sólo mueren tras la última y lapidaria frase; las escapadas a la remanguillé; los tiroteos que parecen sacados del equipo A o los personajes que aparecen y dcesaparecen allá y acullá sin embozo alguno. Es decir, que la peli está entretenida, pero no más que cualquier otro producto comercial nacido para el consumo y el olvido; lo que me chirría es el estatus que Mann, repitiendo la misma fórmula hasta la extenuación, ha logrado entre buena parte de la gente que nunca hubiesen pensado en aclamar Miami Vice (me refiero a la serie), auténtica piedra angular del cine de este hombre. Y es que la diferencia entre Mann y, por ejemplo, John Woo, favorece a este último en el sentido de que el hongkonés nunca pretendió deslumbrar al jurado de Cannes, algo que lleva buscando Mann desde hace demasiados años; una de las cosas que debería aprender, entre ráfaga y ráfaga, es a dirigir actores, otra sería tomar clases de guión con David Mamet o, en su defecto, no aparecer como integrante de un insólito tripartito.
De momento se confirma lo que dije no hace mucho: si éste es el nivel de los pesos pesados del año, nos esperan unos oscar el año que viene de agárrate y no te menees.
Saludos de un fugado.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!