viernes, 11 de septiembre de 2009

Delirios de un artesano

THE FALL fue uno de esos títulos de los que uno recela desde el primer momento en que te enteras de que existe. Primero: una carátula convencional, de las que bullen en los blockbusters y ante las que te sientes vacunado, lo que no siempre es bueno. Segundo: el director es Tarsem Singh, un tipo que hincó la rodilla para darle lustre a la inútil de Jennifer López (espero que se haya forrado lo suficiente y no vuelva a asomar el hocico), lo que dio como resultado THE CELL, una película tan extrañamente bella como argumentalmente intrascendente. Tercero: leer la sinopsis es resoplar ante una nueva versión de THE PRINCESS BRIDE, que a su vez era una versión de Las mil y una noches... Es decir, nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, hay que verla; sí, uno la ve y se da cuenta de que "Un momento, aquí hay algo" ya desde la escena inicial, donde se aprecia el fetichismo profesado por este señor hacia los caballos. Ponernos a describir todas y cada una de las apabullantes escenas, con su deslumbrante puesta en escena, sabiendo que el uso del digitalismo es casi insignificante, ocuparía varios días de blog, y eso es algo que no concuerda con el espíritu de éste. Así que en ese apartado sólo diré (y creo que no es poco) que probablemente estemos ante la película de mayor belleza visual casi casi de la historia... casi casi, porque me pillaría los dedos. Ahora bien, existe un nudo argumental que la dota de un interés más allá de la inventiva visual y que trasciende el simple cuento de fantasía, algo que no ocurría en el film de Rob Reiner. Y es que los momentos más interesantes de THE FALL ocurren en las distancias cortas, cuando Tarsem debe demostrar que es un buen director de actores y nos regala algunos minutos (pocos) verdaderamente enternecedores entre la adorable niña y el especialista lisiado, que le pide morfina a cambio de continuar la narración del cuento. Porque, a lo mejor, THE FALL podría haberse desarrollado sin secuencias espectaculares, apoyada sólo en ese agridulce, tragicómico tira y afloja entre los antes mencionados; porque éste es un cuento, sí, pero un cuento que nunca renuncia a la dura e injusta realidad, una realidad con la que la niña se da de bruces y de la que intenta escapar por medio de las narraciones. Es en ese inteligente juego de correspondencias donde el cine entra a raudales y gana por goleada al videoclip, que está muy bien pero que en un largometraje necesita tener un sentido intrínseco para no acabar sonrojando. De todas maneras, se trata de un estimulante paso para un director con un sello muy personal y que puede dar más de una sorpresa de aquí en adelante.
Saludos de vivos colores.

5 comentarios:

Cinemagnificus dijo...

A mi nada más por los escenarios, reales y casi sin efectos especiales, me sedujo para siempre. A mi me parece una película fantástica redonda en todos los aspectos y un filme de culto total. Espero que Tarsem siga en la línea.

Mister Lombreeze dijo...

pfff, yo me aburrí un poco viendo este cuento que ni es para niños ni para adultos. 4 años para esto?, no sé. La escena de la muerte del mono me provocó hilaridad.
No sé, me pareció un "Losing my religion" gigantesco.
Me impresionaron más las escenas de "La Celda", algunas realmente atrevidas.

Dr. Quatermass dijo...

Totalmente de acuerdo con Dvd, una completa maravilla, no solo en sus escenas de aventurillas sino en las del hospital. Es cierto que esta película ya la hemos visto varias veces, pero mayor mérito sobreponerse a eso. Yo también la veo de culto en breve.

Saludos

dvd dijo...

Creo que en este caso puedo entender perfectamente que haya quien se aburra y quien se maraville. Y sí, lo del mono la verdad es que sobraba... y el abrigo del tipo del bombín también... y hasta el bombín...

Paula Lago dijo...

No la he visto! aunque me la habían ya recomendado asique veré de echarle un visionado!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!