Antes que nada, me gustaría abrir esta reseña agradeciendo al señor Paul Thomas Anderson el haber contribuido (involuntariamente, supongo) al envilecimiento de esos tipos cuya profesión es ignota y que se dedican, en misterioso hobby, a cambiarle el título original a las películas por la puta cara. Espero que sirva para que la magnífica SHOW BOAT, de James Whale y su consecuente versión de los cincuenta de George Sidney sean buscadas a partir de ahora por su nombre y no por otro.
Dicho esto, hablemos de MAGNOLIA.
Anderson es el cineasta más deliciosamente ambicioso de la década, y bien que hacía falta un agitador de sus proporciones. Subiendo el volumen de sus films desde aquel primerizo (y nada desdeñable) HARD EIGHT, Anderson se fijó primero en sus maestros, los puso al día, reconcentró su poderoso discurso en PUNCH DRUNK LOVE y estalló como nuevo genio cinematográfico en la grandiosa THERE WILL BE BLOOD. Sin embargo, fue MAGNOLIA la que encendió un foco sobre su repentina irrupción en los grandes salones de Hollywood. MAGNOLIA era un sentido y rabioso homenaje a su amado Robert Altman tanto en fondo como en forma; si el discípulo superó al maestro no me parece, en todo caso, parte primordial del film. Lo interesante es cómo Anderson se apropia de un discurso ajeno para dotar a su inventiva de verdadera entidad. Lo es el carrusel de personajes que desfilan sin rozarse por sus tres horas de metraje, para acabar en una orgía interpretativa, puede que algo excesiva, que busca desesperadamente el contacto directo con el espectador. MAGNOLIA empieza y acaba igual que lo hacía SHORT CUTS, invocando primero al demonio para exorcizarlo al final; sus personajes están siempre por encima de una trama diluida, dispersa, no tan importante. Porque podrían haberse hecho un puñado de buenos cortos de su metraje, cohesionarlo todo fue el quebradero de cabeza de Anderson, con momentos prescindibles y otros que permanecen en la retina, como la poderosa exhibición de Tom Cruise en un personaje verdaderamente extremo y que él mismo se encargo de parodiar recientemente en la estupenda TROPIC THUNDER. Desde luego, MAGNOLIA es mucho más que Cruise o Julianne Moore, el otro gran pilar del film, es un incómodo retrato de los miedos, obsesiones, chapuzas y miserias del hombre posmoderno, el que ya no se asombra con nada, ni siquiera con una lluvia de ranas. Somos nosotros, pero tienen que recordárnoslo constantemente.
Saludos de un charlatán.
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