lunes, 14 de septiembre de 2009

Entre la fiebre y el miedo

Otra noticia reseñable en el mercado de DVD (que no es donde compro los tomates) ha sido el reciente rescate del ostracismo más profundo de una curiosa película, una de las más curiosas que he visto, y no le faltan motivos. Se trata de aquel experimiento, carne de mecenazgo por los cuatro costados, que Carl Theodore Dreyer rodó en Francia con todo un señor equipo alemán (era 1931) y en la que desarrolló varios conceptos que en la época resultaron embriagadoramente novedosos. Primero experimentó un primitivo y audaz paso al sonoro sin dejar de lado las posibilidades plásticas del expresionismo mudo; por el otro, usó las enseñanzas mismas del cine expresionista para lograr una obra seguramente muy avanzada en aquel tiempo, pero que mantenía una distancia demasiado pronunciada con el espectador (e insisto: el de aquella época). Así, VAMPYR fue un fracaso tan rotundo que Dreyer se sumió en un depresión de caballo y no logró volver a rodar nada hasta doce años después... Cosas de la época...
Lo cierto es que estamos ante una película que ha sido objeto de numerosos estudios y comparativas, dado su misterioso carácter. No podría hablar de terror puro y duro, sino más bien de una especie de pesadilla en imágenes; todo muy brumoso y sin terminar de aclarar de qué se trata todo aquello que parece tan fascinante pero también tan voluble. El argumento no es más que el típico relato de tintes góticos en los que un forastero descubre un terrible secreto en el lugar al que acaba de llegar; y aunque Dreyer se empeñe en entretener al personal con esqueletos, ataúdes y brujas vampiro, todo eso termina por quedar en un segundo plano y ceder ante la imaginación visual de Dreyer y su acompañante de lujo tras la cámara, nada menos que Rudolph Maté. Vista setenta y ocho años después, con sus lógicas taras bien pulidas, una mejora considerable de su cavernícola sonido y un buen puñado de extras (lo que siempre se agradece), VAMPYR exige su exótico estatus de rareza de autor muy por delante de su supuesta afiliación con cualquier tipo de género. Así fue Dreyer antes de oficiar como resucitador oficial del reino.
Saludos vampirizados.

2 comentarios:

Dr. Quatermass dijo...

La vi hace tiempo y me dejó bastante confundido, obviamente las imágenes son poderosas, pero te deja aquella sensación de no saber bien si has visto una genialidad o una castaña.

Tengo también la versión restaurada con porrón de extras, a ver si en la revisión me queda más claro ;-)

Saludos!

Crowley dijo...

La he vuelto a ver apenas hará unas semanas y es cautivadora. Te atrapa de tal manera que sientes desasosiego e intranquilidad. Una genialidad adelantada a su tiempo.
Saludos

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!