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Lo cierto es que estamos ante una película que ha sido objeto de numerosos estudios y comparativas, dado su misterioso carácter. No podría hablar de terror puro y duro, sino más bien de una especie de pesadilla en imágenes; todo muy brumoso y sin terminar de aclarar de qué se trata todo aquello que parece tan fascinante pero también tan voluble. El argumento no es más que el típico relato de tintes góticos en los que un forastero descubre un terrible secreto en el lugar al que acaba de llegar; y aunque Dreyer se empeñe en entretener al personal con esqueletos, ataúdes y brujas vampiro, todo eso termina por quedar en un segundo plano y ceder ante la imaginación visual de Dreyer y su acompañante de lujo tras la cámara, nada menos que Rudolph Maté. Vista setenta y ocho años después, con sus lógicas taras bien pulidas, una mejora considerable de su cavernícola sonido y un buen puñado de extras (lo que siempre se agradece), VAMPYR exige su exótico estatus de rareza de autor muy por delante de su supuesta afiliación con cualquier tipo de género. Así fue Dreyer antes de oficiar como resucitador oficial del reino.
Saludos vampirizados.
2 comentarios:
La vi hace tiempo y me dejó bastante confundido, obviamente las imágenes son poderosas, pero te deja aquella sensación de no saber bien si has visto una genialidad o una castaña.
Tengo también la versión restaurada con porrón de extras, a ver si en la revisión me queda más claro ;-)
Saludos!
La he vuelto a ver apenas hará unas semanas y es cautivadora. Te atrapa de tal manera que sientes desasosiego e intranquilidad. Una genialidad adelantada a su tiempo.
Saludos
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